JUL-99 Nº 204 |
|
|
|
Muchas veces menospreciamos a las personas por su aspecto físico, y las infravaloramos por no ser como tú quieres o crees que deben ser. Estas personas sólo valoran el exterior y no prueban a conocer a nadie por dentro, ver cómo son en realidad, cómo es su carácter, sus virtudes, sus consejos..., por eso cuando nos damos cuenta de que lo importante no es como uno sea físicamente, sino cómo es interiormente podemos conocer a personas que tienen unas virtudes muy buenas y que si sólo nos hubiesemos fijado en su exterior no habríamos llegado a conocerlas bien. Muchas veces las personas de apariencia discreta y sencilla son las que más te pueden ofrecer interiormente y con las que más a gusto te vas a sentir.
También tenemos que tener en cuenta que vivimos en un mundo de expiación y prueba, y que por ello cada cual tiene unos defectos y unas virtudes, por esta razón, otra de las cosas en las que tenemos que pensar, es que debemos fijarnos más en los valores positivos de cada persona y no en criticar sus fallos y defectos por muy grandes que sean, pues de lo contrario estaremos dejando a un lado nuestros propios defectos y con ello nuestro trabajo interno.
No debemos hablar mal de las personas de nuestro alrededor, lo que debemos hacer es valorarlas por lo que son y lo que representan para nosotros, un amigo, un compañero, un familiar... si sólo miramos lo negativo en las personas llegará un día en el que nos encontremos solos y sin nadie a quien acudir y entonces nos daremos cuenta de que lo más importante es compartir y aprender de los demás, ayudar en lo que haga falta, y que cuando una persona tenga problemas estemos ahí para darle un consejo y animarle todo lo que podamos. Es imprescindible saber que si se ofrece ayuda a una persona debe de ser desinteresadamente y nunca por guardar las apariencias o para que a ti luego te devuelvan el favor, ya que entregarse a los demás es una cosa que te debe de hacer a ti feliz y a la vez a la persona a la que estás ayudando.
También en el núcleo familiar debemos valorar más a las personas que nos rodean; los hijos muchas veces no nos damos cuenta de que nuestros padres trabajan y luchan para labrarnos un futuro mejor y por ello les recriminamos cosas y no les hacemos caso. Yo pienso que ellos lo que quieren es que nosotros no tengamos los mismos errores que ellos cometieron cuando tenían nuestra edad y por ello a veces nos exigen más, por esta razón debemos ayudarles y sobre todo basarnos en sus experiencias para que el día de mañana sepamos afrontar las nuestras con más seguridad.
En un grupo espiritual una de las virtudes fundamentales para poder convivir unos con otros es la de valorar a las otras personas, gracias a esto las pequeñas diferencias que podamos tener a la hora de pensar o actuar se solventan y con ello se incrementa la confianza y la amistad que tenemos, así los más jovenes les podemos comentar situaciones a los más mayores, ya que ellos han vivido más y tienen más experiencias y siempre son los que mejor te pueden aconsejar.
Lo más esencial para ser valorado es empezar uno a valorar a los demás, si sólo nos fijamos en nosotros mismos no conseguiremos nada en la vida y la gente nos dejará sola, si se valora el esfuerzo de los demás también se valorará el nuestro, y así poco a poco nos iremos dando cuenta de que lo más importante para poder progresar y alcanzar nuestro objetivo en esta vida es tener a alguien a tu alrededor que te eche una mano y te aconseje siempre que flaqueemos en este camino.
Debemos intentar que nuestro trato con los demás sea de sinceridad,
humildad, respeto y comprensión, que por desgracia son hoy en día
valores de los que carece nuestra sociedad, debemos pararnos a pensar como
queremos ser tratados nosotros y tratar así a las personas de nuestro
alrededor.