DIC-99 Nº 209 |
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"Actuar en consecuencia", es algo que requiere de nuestra voluntad y nuestro esfuerzo debido a que es una corrección necesaria y de la cual no se puede prescindir si queremos cumplir con nuestro compromiso aquí en la Tierra. No vale decir que yo soy así y no puedo cambiar, ya que en realidad sí que se puede y además se debe cambiar, si no fuera así la vida no tendría sentido. No es difícil de lograr si somos sinceros con nosotros y tenemos un mínimo de humildad para aceptarnos tal como somos, sin rebelarnos ni excusarnos, sino asumiendo nuestra forma de ser y a partir de ahí desarrollar nuestros valores y cualidades, quitándonos todas aquellas actitudes que nos desvían del camino espiritual.
Todo esto nos lleva a la conclusión de que el conocimiento interior supone para todos nosotros no endeudarnos con el más allá, no adquirir imperfecciones que nos alejen del camino y evolucionar más rápidamente sin quedarnos estancados en nuestro progreso, siempre que aceptemos nuestras equivocaciones y nuestros comportamientos egoístas, con gran humildad. Pero a veces si sólo miramos nuestras cosas buenas creyéndonos mejores que nadie podemos caer en el orgullo que nos hará cambiar la manera de vernos interiormente.
Con el orgullo nos creemos superiores menospreciando los consejos que nos pueden dar y además nos impida admitir que otros puedan estar más acertados que nosotros en cualquier tema. Todo menos escuchar debidamente a los demás y ceder. Por tanto tenemos que mirar lo bueno para seguir practicándolo y lo malo para poder corregirlo y evitar caer en el defecto del orgullo.
Es preciso pues conocer nuestro lado bueno y nuestro lado menos bueno para adelantar aunque sea un poco cada día en nuestro progreso espiritual. Es la mejor forma de evitar muchos fallos, que como es normal podemos cometer si no nos fijamos en ellos, pero que antes o después debemos corregir para encontrar nuestra verdadera felicidad.
Pero, ¿cómo podemos conocernos lo mejor posible? Para hacerlo podríamos empezar haciendo un examen de las acciones que realizamos día a día, preocupándonos sobre aspectos de nuestra personalidad y comprendiendo si vivimos por nuestras inquietudes e ilusiones positivas, por el esfuerzo y el trabajo diario, por ayudar a los demás, y por seguir escalando en la evolución o por el contrario si somos cómodos, egoístas y no corregimos nuestras debilidades e imperfecciones.
Conocer nuestro interior supone una responsabilidad pues conocemos nuestros defectos y por tanto nuestra obligación debería ser corregirlos, pero no siempre lo conseguimos y eso nos reporta una responsabilidad que debemos asumir y consecuentemente, con fuerza de voluntad acabar con nuestros fallos.
También es importante saber que, conocernos bien nos ayuda a conocer a los demás, y a comprender por tanto sus comportamientos, a ser tolerantes, a actuar con delicadeza ante los demás y sobre todo a respetar la forma de ser de las personas.
Esto nos lleva a darnos cuenta que hoy en día lo exterior es lo que importa y que con ello la gente lo que hace es aparentar. Se juzga a las personas por su aspecto sin mirar su interior que es en realidad lo que las define. Pocos le dan importancia al conocimiento interior, pues la mayoria ni se para a pensar si lo que hacen le perjudica o no ni a ellos ni a su alrededor. Debido a lo comentado anteriormente nos podemos hacer unas preguntas: ¿somos lo que queremos ser o lo que los demás quieren que seamos? ¿Se hace lo que uno quiere o lo que la sociedad impone? Contestando a estas preguntas, hay que decir que debemos ser nosotros mismos pero siempre respetando a los demás y demostrar con nuestros actos que nos gusta ser como somos y que ayudar a la gente es algo que te llena de felicidad.
Conozcamos pues, quiénes somos, de qué forma estamos y cómo podemos y debemos superarnos. Procuremos tener un comportamiento cada vez mejor, reaccionemos rápidamente sobre nuestras tendencias perjudiciales y viviremos la alegría de comprobar que vamos mejorando, que tenemos otros alicientes y la tranquilidad interna de ir cumpliendo con nuestro deber, que no es otro que adquirir el mayor nivel de progreso espiritual posible. Todo está en nosotros, cumplamos con nuestra obligación.