Hoy damos comienzo a una serie de temas de estudio sobre la ciencia espiritual, que serán desarrollados en un lenguaje sencillo y de fácil comprensión, libres de todo dogma y sectarismo; cuyo temario habéis recibido, y el cual comprende aspectos que necesario es conocer, para una vida más armónica y feliz, y que puedan servirnos de orientación en vuestra vida actual y ayudaros a ascender en el empinado camino de la evolución, que es nuestra necesidad real inmediata; debido a que hemos llegado al final de un ciclo planetario de nuestro mundo y estamos ya en el comienzo de una era de Luz, para la cual es completamente indispensable prepararse, a fin de no correr el riesgo de ser separados a vivir en otro mundo de sufrimiento durante siglos o de vida salvaje durante milenios.
Como habréis podido apreciar en vuestras relaciones humanas, por doquier encontramos personas con inquietud espiritual, en mayor o menor grado, y en una u otra manifestación, y a quienes las creencias y enseñanzas religiosas no satisfacen su ansia de conocer la verdad de la vida, de saber cual es el objeto de la vida, de dónde vienen y hacia dónde van. Otros hay que, habiendo perdido la fe, han caído en un escepticismo que amarga sus vidas ante el torbellino en que se mueve la humanidad. En algunos de nosotros hay una gran inquietud espiritual, que nos hace ir de un lado a otro buscando respuesta a muchas preguntas y dudas. Pero, los más, han caído en la descreencia religiosa y con ello en un materialismo embrutecedor que les está llevando a la frustración; y entre los cuales hay quienes no están conformes, que sienten en sí el ansia de algo que no identifican bien; que ansían conocer dónde está la Verdad de la Vida, y andan buscando. Y en esa búsqueda, vosotros habéis llegado hasta aquí.
Muchos de los que aquí estamos, hemos buscado en diferentes fuentes ese algo reconfortante que nuestro espíritu ansía; pero, no hemos experimentado satisfacción, no hemos aquietado esa ansia que nos apremia, no hemos mitigado nuestra sed de saber; porque, a medida que observamos, que analizamos; a medida que inquirimos el por qué de muchas cosas, topamos con el muro de los dogmas y los credos que no nos dejan avanzar en nuestra búsqueda de la Verdad. Y al igual que nosotros, otros hay que no encuentran satisfacción tampoco en el grupo religioso al cual pertenecen por herencia familiar, y buscan una verdad que resista el análisis, y la cual no logran encontrar. Casi todos comprenden muy poco las enseñanzas basadas en el Amor, que es en realidad el fundamento de todas las religiones. Una gran mayoría no quieren comprenderlas porque esto les obliga a pensar, y se contentan con creer, admitiendo como verdad los dogmas y credos instituidos. Pero, otros hay que no; que no pueden admitir aquello que está fuera de su razón, y estos han perdido la fe. Y dolorosamente, algunos han llegado a caer en un nihilismo y materialismo ciego, pero que tampoco les satisface. Y así, andan como barco sin timón, navegando a la deriva en el mar tempestuoso de la vida, sin comprender su responsabilidad y el valor de su vida presente.
Los aquí presentes, no hemos llegado aquí por casualidad, sino que estamos respondiendo a la llamada de nuestro espíritu, el Ego superior, nuestra realidad espiritual, que trata de realizar el programa, el compromiso que hizo en el plano extrafísico antes de encarnar. Porque todos, todos, venimos a la vida con un propósito, con un programa a desarrollar, cuyo objeto es el progreso del Espíritu, esa realidad que en todos nosotros trata de manifestarse; que ansía programar, ansía avanzar, ansía alcanzar ese estado de felicidad que intuye. Pero, el ego inferior humano, que también forma parte de nuestra personalidad, busca y pone muchos aparentes buenos pretextos, apegado como está a las cosas humanas. Y aquí, es donde debemos saber distinguir; porque, el primero (el Ego superior) trata de conducirnos a la conquista de la verdadera felicidad, a la meta redentora de los sufrimientos; mientras que el segundo (el ego humano) nos induce a la molicie, al espejismo del placer de los sentidos, que nos arrastran a la frustración dolorosa y retardan nuestra evolución.
Hoy tenéis ante vosotros dos caminos a elegir: el uno, que nos enseñará cómo liberarnos de las desdichas, de la vida o vidas amargas, que es el camino del conocimiento de las leyes de la Vida; el otro, el de la ignorancia, que nos conducirá a esos estados de frustración y desdicha futura. Hemos dicho que nos enseñará; más, nosotros seremos quienes habremos de realizarlo, porque esa es la ley.
El progreso es ley cósmica, ley divina, que nadie puede detener definitivamente. Podemos estancarnos, podremos desviarnos durante un tiempo, pero la Ley nos vuelve al camino del progreso. Y nos vuelve: ya creando en nosotros esa ansia, esos anhelos de superación y progreso; ya proporcionándonos una vida difícil o de dolor. Si a esa ansia no respondemos, si no escuchamos a esos anhelos de superación, llegaremos a cerrar los oídos de la mente.
Por ello, os invitamos a tomar parte de este programa de estudios que, en una modalidad sencilla y de fácil comprensión, iréis penetrando en la ciencia de la Vida, que os liberará de la ignorancia, que es la causa primera de todos los males que aquejan a la humanidad. Os invitamos a emprender este curso, que os abrirá nuevas puertas hacia la Verdad de la Vida, y en el cual podréis adquirir, aprender, conceptos de verdad que os ayudarán a avanzar en vuestro camino de evolución.
Os invitamos a que os determinéis firmemente a penetrar en el campo del conocimiento espiritual, en el cual podréis ir adquiriendo conceptos de verdad que contribuirán grandemente a vuestro progreso espiritual y felicidad futura. No os ofrecemos un cielo gratuito, porque nadie puede darlo; pero, os ofrecemos enseñaros cómo poder alcanzarlo.
No obstante, puede que alguno de vosotros, después de algunos meses, se vean tentados a abandonar el camino emprendido, el camino de la propia superación y progreso, por influencia de las fuerzas negativas, fuerzas del mal, seres de las tinieblas, que tratarán de desviaros con argumentos falaces proyectados a vuestro cerebro y que podéis confundir con vuestros propios pensamientos. ¡Estad alerta! Si os aplicáis a adquirir el conocimiento, aprenderéis a identificar y defenderos de las fuerzas del mal, que tratarán, por diversos medios, de desviaros.
Vivimos en una época intelectual y científica, en la cual ya todos tenemos acceso a las fuentes del conocimiento, que en la antigüedad estaba reservado a un muy limitado número de personas. Aprovechemos estas facilidades que la Divina Providencia nos depara para nuestro progreso; porque, nuestro planeta tierra, la humanidad, se encuentra actualmente en el final de los tiempos marcados por la Ley, para comenzar una nueva etapa de evolución, una nueva era planetaria, en la cual tendrán cabida en este planeta, tan sólo aquellos que hayan conquistado los méritos para ello, los de la derecha del Cristo de que habla el Evangelio de S. Juan. La hora de la gran TRANSFORMACIÓN de nuestro mundo ha llegado ya.
Os invitamos a emprender el estudio de estos temas, con una mente libre de preconceptos y libre de prejuicios, los cuales disminuyen y a veces anulan la capacidad receptiva de la mente. Prepararos a conocer nuevos conceptos de verdad, nuevos aspectos de la Verdad Una. Porque hemos llegado ya a una nueva era de Luz, en la que las nuevas verdades serán conocidas. Pero, ello ha de ser con una actitud mental clara y analítica, que ayuda mucho a identificar los conceptos verdaderos. Hay una frase muy interesante que dice así: "ACEPTA TODA VERDAD EN LA LÓGICA DE TU ENTENDIMIENTO (RAZONAMIENTO), QUE TE GUIARÁ HACIA LA LUZ". La Luz de la Verdad, que todos necesitamos para liberarnos del error. Porque, aceptar todo con los ojos cerrados o adoptar una actitud de rechazo a todo nuevo concepto sin someterlo al análisis de la razón, os privaría de conocimientos que serán transcendentales en vuestra vida presente y futura. "Abrir la puerta de vuestra receptividad, concentrando vuestra atención en la exposición de cada concepto, de cada tema, a fin de ejercitar la capacidad conceptual de vuestra mente".
Es nuestro propósito cooperar en la autorrealización de quienes tengan ansias de progreso, de quienes ansíen liberarse de la cadena de la ignorancia que nos ata a la rueda de las reencarnaciones penosas en mundos atrasados de sufrimientos. Y es objeto de estos temas canalizar los conocimientos que habrán de orientar hacia el camino de La Verdad, a quienes ansíen buscarla; y a los que no encuentran respuesta a sus dudas e inquietudes, y hayan perdido la fe en la Grandiosidad Divina.
Y el objeto primordial de este tema que comenzamos hoy, así como de los siguientes, es estudiar la ciencia de la Vida, para conocer las leyes grandiosas que la rigen en sus dos aspectos: psicológico y espiritual; a fin de evitar toda transgresión a las mismas, y con ello librarnos de crear causas de dolor. Y así, avanzar más rápidamente en el camino de la evolución.
Los conceptos a exponer en estos temas, están basados en el estudio de las leyes cósmicas y universales, y no se oponen a ninguna religión verdadera, más bien cooperan con ellas al intentar divulgar las leyes divinas en una modalidad sencilla y razonada. Porque, muchos son los medios de que se vale la Divina Providencia para ayudar a sus hijos a avanzar en el camino de su evolución.
La felicidad es la meta hacia la cual avanza toda criatura humana, ya que por Ley le corresponde, y que alcanzará cuando llegue a crear las condiciones propicias para tal efecto. Porque, la felicidad, así como la infelicidad, son estados consecuenciales de nuestra conducta. Pero, ¿cómo puede el ser humano actual crear estados de dicha así como evitar los estados de desdicha, si desconoce las leyes que las rigen en sus aspectos: humano, psíquico y espiritual, que son los factores creadores de las mismas?. Cuando el ser humano alcance el conocimiento de las leyes que rigen la Vida, podrá crear las condiciones productoras de felicidad, así como evitar las causas de desarmonías productoras de infelicidad. Esto no es una utopía, esto es una realidad que ignoramos, por desconocimiento de las leyes de la Vida.
Para daros una idea de fácil comprensión, preguntamos, ¿quién de vosotros conoce el efecto perturbador de un disgusto, tan frecuente en las gentes ignorantes, y aun de un simple enfado, en la mente y en la facultad emocional de una persona, así como en su sistema glandular y nervioso, que tanto influye en la salud física y mental?. Posiblemente, uno de cada diez de vosotros tiene ya una idea, pero no un conocimiento pleno.
Aprendamos voluntariamente, en armonía con las leyes que rigen la Vida, mediante la conquista del Conocimiento; para no vernos obligados en el mañana a aprender bajo la presión del dolor. Busquemos la Luz del Conocimiento, del conocimiento espiritual, que nos libere de las tinieblas de la ignorancia, que es la causa primera de todos los males.
Os invitamos a que penetréis con deseo intenso y firme determinación, en el estudio de los conceptos de verdad que se os irán exponiendo en cada una de las lecciones es de este temario de enseñanza espiritual, que es la ciencia de la Vida.
Que la Luz sea en vuestra mente, para que despertéis al raciocinio que os hará libres de tradiciones arcaicas, y os encauzará en el camino de la verdadera felicidad.
La Paz sea con vosotros.
Es deber de todo ser humano que ha llegado a una mediana evolución, buscar la Luz de la Verdad. Mas, para encontrarla, necesario es estar poseído de un gran anhelo, y no de una mera curiosidad; necesario es buscarla con una mente clara, libre de preconceptos, libre de prejuicios y sectarismo; y un corazón limpio de ambiciones personales.
En la búsqueda de la Verdad, jamás pretendamos encontrar una verdad que se acomode a nuestras creencias, ya que de ese modo la mente no está libre para identificarla. Pues, la Verdad tiene múltiples aspectos, y cada cual irá comprendiendo aquellos aspectos de la Verdad que su capacidad intelectual pueda asimilar.
Ninguna religión ni filosofía puede satisfacer a todos, dado que nuestro conglomerado humano se halla en diversos estados de evolución mental y espiritual. La Verdad es Una, pero infinita en sus manifestaciones; y diversos son los aspectos conocidos y por conocer. Y cada cual percibirá y tan sólo aceptará aquellos aspectos de la Verdad que sea capaz de comprender, ya que su capacidad intelectiva y conceptual no podrá captar más allá de su desarrollo.
La Verdad es una sola; pero, los caminos y etapas para llegar a ella, son múltiples. Destellos de la Verdad han llegado en todas las épocas de la humanidad. Las enseñanzas contenidas en las antiguas escuelas filosóficas y esotéricas, así como las contenidas en los fundamentos de todas las religiones, ofrecen aspectos de la Verdad; aun cuando los convencionalismos y las pasiones, han ido velando y desnaturalizando; que, conjuntamente con los dogmatismos y los abusos de todas clases, han llevado a las gentes al escepticismo y a la indiferencia; contribuyendo con ello a la extensión de ese materialismo embrutecedor en que se mueve la sociedad actual. ¡Cuántos buscadores honestos, pero confusos y perplejos ante la aseveración de las teologías divergentes, han anhelado poseer la Verdad de la Vida!.
La Verdad no ha sido nunca privilegio ni propiedad exclusiva de ninguna religión, grupo o secta religiosa. Ha sido y será siempre de todo aquel que la busque con la mente libre de ideas preconcebidas, de prejuicios, de partidismos; con sana intención y corazón libre de ambiciones personales. Pues, a medida que el hombre avanza en su búsqueda y comienza a vislumbrarla, más siente en sí el ansia de acercarse a ella. Y a medida que va avanzando en el camino de la Verdad, más se conoce a sí mismo y el por qué de su existencia, y más claramente ve sus errores y por ende más se perfecciona y espiritualiza, único modo en que su mente podrá lograr contacto con la Divinidad, que es la Verdad Absoluta.
"CONOCERÉIS LA VERDAD Y LA VERDAD OS HARÁ LIBRES" -rezan las versiones actuales del Nuevo Testamento-, como palabras de aquel gran filósofo incomprendido, llamado Jesús de Nazaret, que vino a nuestro mundo en misión de enseñar a las gentes el camino de su propia felicidad, de enseñar una doctrina de Amor y Verdad; que vino a redimir a la humanidad corrupta, pero no con su sangre, sino con sus enseñanzas de amor para una vida armónica y feliz, con sus principios de una moral elevada y establecer la Religión Universal del Amor. Pero, los hombres, en su ceguera psíquica y afán de dominio, la han deformado.Pero, ¡ay, de aquellos que ocultan la Verdad Divina por conveniencia! ¡Ay, de los que se lucran con el engaño y la mentira, impidiendo el progreso evolutivo de las gentes! Porque todos ellos están generando las causas de terribles expiaciones futuras.
Toda ética fundada en una teología, es dogmática por su propia naturaleza humana. Y todo dogma limita la libertad de pensamiento, es una valla que impide el avance hacia el progreso intelectual y moral, y por ende espiritual de la humanidad. Es por ello, que no debemos aferrarnos a ningún concepto dogmático ni viejas creencias porque hayan sido heredados de nuestros mayores, si carecen de verdad, si esos conceptos no resisten el análisis de la lógica; porque, ello impide avanzar en el camino del progreso. Muchos hay que, sin el menor análisis, rechazan todo concepto de verdad que no encuadre dentro de sus conceptos o su verdad; sin pararse a meditar que, las verdades que hoy sustentan han reemplazado a otras verdades del ayer. Y lo que hoy consideramos como verdad, será también reemplazado por otras verdades más amplias y grandiosas, a medida que la capacidad intelectiva y conceptual de la humanidad vaya desarrollándose.
Desde el punto de vista de la evolución y progreso del ser humano, el tradicionalismo en las ideas es parálisis, es un anquilosamiento que priva a la mente, al hombre como ser pensante, uno de sus mejores ejercicios: el análisis. Y los dogmas limitan la libertad de pensamiento, la libertad de pensar y actuar; pues, al imponer una idea, intentan privar de la libertad de escoger aquella que está más en consonancia con su grado de evolución. Impidiendo con ello el avance del progreso, que es ley divina implícita en la Ley de Evolución, que nos enseña que todo el Universo avanza hacia estados más perfectos.
Hermanos nuestros. Debéis saber que nuestro mundo está llegando ya a su madurez, y siente la necesidad de conocer la Verdad de la Vida. Quiere conocer el por qué de la vida y sus problemas. Quiere saber el por qué de su existencia, de dónde vino y hacia dónde va. Está necesitando de la Luz que le ilumine el camino de la Verdad; pero, no de nuevas argucias para llevarle por los mismos viejos caminos. Es necesidad inaplazable el conocimiento de las leyes espirituales, que son leyes divinas; porque, el desconocimiento de las mismas nos expone día a día a obrar contra ellas, creando desarmonía cósmica de consecuencias dolorosas. Puede que los sostenedores de teologías dogmáticas, que se detuvieron en el tiempo al no admitir más búsquedas, reaccionen contra nosotros; más, su empeño será en vano, pues la humanidad toda marcha hacia adelante, hacia el progreso, impulsada por la Ley de Evolución, que es progreso constante y nadie podrá detener. En el estudio de la ciencia de la Vida, es donde la humanidad aprenderá a vivir dentro de las leyes cósmicas, leyes divinas, por las cuales el ser humano logrará cumplir su maravilloso destino de constante superación y ascensión espiritual.
"CONOCERÉIS LA VERDAD Y LA VERDAD OS HARÁ LIBRES" -dijo el Maestro. Libres, ¿de qué? Libres del error, de la mentira, del engaño, de los conceptos dogmáticos; libres de la hipocresía, de los prejuicios, de la explotación de la ignorancia; ya que, desde el momento que llegamos a conocer conceptos más amplios de la Verdad Una, nuevos horizontes se abren ante nosotros, que nos permiten ir acercándonos cada vez más al sumum de la Verdad, que es el Todo Cósmico -DIOS-
Pero, ¿quiénes tienen el coraje y la valentía para buscarla, desafiando los prejuicios sociales y religiosos?. Sólo unos pocos; y entre esos pocos estáis vosotros que habéis llegado hasta aquí. No os desaniméis en la búsqueda de la Verdad. Continuad en vuestro propósito de superación. Hay quienes no quieren tomarse el trabajo de investigar, porque ello conlleva siempre una parte de esfuerzo y a veces sacrificio; sacrificio mil veces compensado. Y muchos hay que prefieren el error y la mentira, a la verdad pura; porque, en su egoísmo no quieren escuchar, no quieren mirar, la ambición cierra sus ojos a la Luz, y en su orgullo y vanidad dan la espalda a la Verdad sin pararse a meditar en las consecuencias. Para estos, hablará el dolor.
Se llega a ser libre: cuando dirigimos nuestra vida conscientemente; cuando dominamos los impulsos y las pasiones; cuando escuchamos a la voz de la silenciosa conciencia; cuando nos sobreponemos al "qué dirán", a los convencionalismos sociales y desafiamos todo prejuicio. Porque, ¿de qué nos habrá valido venir a esta vida, si no logramos superarnos espiritualmente?. ¿Qué nos importa al final de la jornada, lo que haya dicho fulano o zutano?. ¿Y de qué nos valdrá la opinión de los demás, al cruzar el umbral de la otra vida, sin el conocimiento de cómo es esa otra vida, por falta de valentía en desafiar prejuicios tontos?. Por desventura, pocos son los que anhelan esa libertad; los más prefieren la posición cómoda de que los dirijan, se sienten seguros en la prisión de lo ya establecido. Estos son seres elementales, aun cuando en la vida presente destaquen en su ambiente social. A éstos, les despertará el dolor.
Es por ello que, os invitamos a penetrar en el camino del conocimiento espiritual que conduce a la sabiduría liberadora. No os preocupéis por lo que de vosotros puedan opinar porque os apartéis de las ideas y conceptos de lo rutinario. Manteneos libres; pero, no con petulancia, sino con humildad, que es el estado natural de toda persona superada.
Nadie debe pretender estar en posesión de la Verdad; porque, nuestra limitada inteligencia humana sólo va comprendiendo aspectos que es capaz de captar y asimilar. Esto significa que, a medida que la facultad intelectiva se desarrolla y la cultura se acrecienta, la mente humana podrá apreciar y comprender aspectos más amplios de la Verdad Una. Pero, quien presuma o pretenda estar en posesión de la verdad plena, de la única verdad; es un ignorante o un fanático.
No obstante todo lo expuesto, hay verdades que son difíciles de entender dentro de un razonamiento humano, presionados como estamos en un mundo de limitaciones; como ciertas verdades que están llegando de los Planos Superiores de Luz, en la época actual, por el momento crítico en que nuestra humanidad se halla, y que pueden parecer inverosímiles. Por ello, no debéis rechazar concepto alguno que ahora no comprendáis. Y sin que esto se oponga a lo anterior, os pedimos os dispongáis a escuchar nuevos conceptos de la Verdad, que no se opondrán a otros viejos conceptos de la Verdad, aun cuando no coincidan con vuestro modo actual de pensar. Os pedimos que os esforcéis en comprender los conocimientos que pondremos a vuestro alcance (que no son nuestros, nos han sido dados para ser transferidos a quienes quieran ver la Luz, a quienes tengan ansias de saber y de progreso) con el propósito de que encontréis el camino de la Verdad, que os libre de la ignorancia espiritual, que es cadena que ata al hombre al fanatismo y al materialismo, los cuales son, a su vez, la puerta de entrada a todos los males.
Durante el desarrollo de este temario, no insistiremos en nada que sea contrario a vuestra razón; ni expondremos concepto alguno que no tengamos la convicción de ser verdad; y que, repetimos, no son elucubraciones personales, sino enseñanzas venidas de lo Alto, para el progreso espiritual de la humanidad. Trataremos de revelaros conocimientos que os serán de gran valía en vuestra vida actual y en vuestro progreso espiritual y evolución. Si en cierto momento, alguno de vosotros creyere que hay fantasía en alguno de los temas tratados y conceptos expuestos; necesario es advertir que somos conscientes de la responsabilidad que esto conlleva. Por lo que, enfáticamente podemos aseverar que, no hay nada de fantasía y sí de absoluta realidad, especialmente en los temas siguientes a éste. Que la Luz Divina ilumine vuestras mentes, a fin de cumplir vuestro destino de realizaciones y progreso espiritual.
Porque, el Conocimiento es Luz; la ignorancia es oscuridad, carencia de luz. Son dos polos opuestos: positivo y negativo. La ignorancia de las leyes que rigen la Vida Una en sus diversos aspectos: espiritual, psíquico y humano; es la causa primera de todos los males. Es impedimento de progreso. Y la ignorancia de esas leyes que rigen nuestra vida, nos lleva a cometer errores causantes de dolor. Por consiguiente, necesario es y de importancia transcendental, poner todo nuestro esfuerzo en liberarnos de la ceguera mental que la ignorancia ocasiona. Y dije transcendental, porque toda acción transciende más allá de la vida física presente.
La vida humana es tan sólo un aspecto de la Vida Una, de la vida del Ser espiritual que es eterna; del Ser espiritual que en nuestra personalidad trata de manifestarse. Y cada vida humana, es una oportunidad más que el Eterno Amor ofrece al Espíritu para adquirir experiencias y conocimientos, para desarrollar las facultades psíquicas y espirituales que le capaciten para seguir ascendiendo en el empinado camino de la evolución. Oportunidad ésta que debemos aprovechar, que debemos esforzarnos en aprovechar, poniendo nuestro empeño en adquirir el conocimiento de las Leyes de la Vida, cuyo conocimiento iluminará nuestra mente en el escarpado camino ascensional del progreso, señalando los peligros existentes en cada paso de esa ascensión; mientras que la oscuridad de la ignorancia los oculta, con el grave peligro de las caídas en precipicios de dolor, de los cuales ¡mucho cuesta salir!.
No es el conocimiento de las cosas humanas al que nos referimos, que para eso no venís aquí; sino el conocimiento espiritual, tan necesario para una vida más armónica y feliz. Pues, a medida que vamos penetrando en el conocimiento espiritual, vamos apreciando la vida de otro modo, porque vamos comprendiendo con mayor amplitud los diversos aspectos de la Verdad que ya conocemos, así como capacitándonos para comprender y asimilar conceptos más amplios de la Verdad.
Para una mejor comprensión, hagámonos la idea de la subida a una montaña o a un cerro. A medida que vamos ascendiendo hacia la cima, podremos contemplar con mayor amplitud el paisaje del valle, que cuando en el valle nos hallábamos. Y si continuamos subiendo la montaña y alcanzamos la cima, ¡cuán amplio es el paisaje que podemos contemplar, y cuán diferente es de como lo veíamos desde abajo!. Así es el conocimiento de las leyes de la Vida, tanto en el aspecto espiritual como psíquico y humano.
Como puede apreciarse fácilmente, la adquisición del conocimiento en la vida, es necesario, es imprescindible para una vida humana mejor. Pero, el conocimiento humano sin el conocimiento espiritual, podrá producir más bienes materiales; pero, por sí solo, jamás producirá felicidad.
Nuestro mundo de hoy está en urgente y apremiante necesidad del conocimiento espiritual verdadero. Porque, sólo el conocimiento espiritual, que comprende los diversos aspectos de la Verdad, puede sacar a la humanidad del caos en que se halla.
Es por ello que hoy están surgiendo por miles y miles pequeñas escuelas esotéricas y de enseñanza espiritual en diversos modos y en diversas partes del mundo, con diferentes nombres, para dar a conocer conceptos espirituales más lógicos y verdaderos, a esta nueva generación con una capacidad intelectiva mayor, a quienes los conceptos religiosos apartados de la Verdad por los convencionalismos, ya no satisfacen, a pesar de habérselos impuesto desde la infancia en los programas escolares.
Necesario es comprender, grabar bien en la mente, que el objeto de la vida y vidas humanas, es progresar, avanzar en el camino de la evolución. Y a medida de este progreso, de este avance, iremos animando personalidades cada vez más destacadas, con mayor inteligencia, mayor poder y mayor bondad o amor; realizando misiones cada vez de mayor importancia, hasta la fase final de la etapa humana, que es la reintegración y liberación de las vidas en los mundos físicos de sufrimiento. Y tanto o más importante es todavía, la condición de felicidad que le aguarda y encuentra en el mundo espiritual al final de cada una de esas vidas humanas.
De aquí, la necesidad imperiosa de adquirir el conocimiento de las leyes de la Vida, ya que, siendo el conocimiento la luz que puede iluminar el camino de la vida humana, mostrando los escollos y peligros, nos ayudará a liberarnos de los mismos.
Y abundando en este aspecto, os digo: ¿Qué debemos
conocer?:
Por todo lo expuesto, podéis apreciar fácilmente que, los errores humanos son consecuencia de la ignorancia humana. Por ello, podéis apreciar también, cuán necesario es el conocimiento verdadero y su divulgación.
Necesario es saber también que, si bien el conocimiento nos capacita para un más rápido progreso espiritual, también nos hace más responsables de nuestras actuaciones. Pero, si bien el conocimiento verdadero nos hace más responsables, también nos capacita para asumir esa responsabilidad.
Si queremos avanzar en el camino del progreso espiritual, hemos de incorporar el conocimiento en nuestra vida diaria; así como debemos también hacer partícipes a los demás y no guardarlo para nosotros solamente, ya que ello sería egoísmo. Y, si bien enseñar al que no sabe es caridad; mayor caridad es enseñar el modo de no incurrir en errores creadores de causas de dolor. Pues, aun cuando aliviar el dolor es una buena caridad, mayor caridad es todavía, enseñar el modo de evitarlo.
De urgente necesidad es iluminar las mentes humanas, pues el momento apremia. Y una de las modalidades que podéis realizar, es dar a comprender entre vuestros familiares, allegados y en toda oportunidad posible en vuestras relaciones sociales, la Ley de Consecuencias o de causa y efecto, con lo cual haréis un gran bien a esos seres; pues, si llegan a comprender las consecuencias de sus actos, tened por cierto que se esforzarán en evitar cometer malas acciones, con lo cual estaréis contribuyendo a su progreso y a un mundo mejor. Y tened bien presente que, todo el bien que hagáis a los demás, contribuirá a vuestro propio progreso y evolución.
Si bien hay almas endurecidas y también fanatizadas que os rechazarán, también las hay sedientas del conocimiento de la Verdad de la Vida, y éstas os escucharán con atención, si realizáis esa tarea con amor. Si actuáis con deseo sincero de hacer el bien, estaréis vibrando en amor, y esa vibración espiritual penetrará en la psiquis de esas personas, y en muchos de los casos despertará el Ego superior -el Espíritu- que adormecido se halla por las vibraciones del mundo material que le rodea. Tened siempre presente que, la Verdad dada con amor, conmueve el alma, y el alma impulsa a la mente a buscar el verdadero conocimiento
Sólo a través del amor, podrá el conocimiento verdadero surtir su efecto en quienes os escuchen. Y a medida que vayáis avanzando en el estudio del conocimiento espiritual, con elevación de miras, iréis recibiendo la Luz para comprender mejor conceptos más amplios de la Verdad.
Estamos ya en el comienzo de una nueva era planetaria. Nuevos conocimientos y nuevos aspectos de la Verdad Una están llegando de las esferas de Luz a la humanidad, para su salvación del dolor. Quien tiene oídos que oiga, porque el tiempo apremia. Quien ahora se duerma en los placeres de los sentidos, quien se deje arrastrar por las atracciones de la vida humana, tendrá un amargo despertar.
Enriqueced vuestra mente con el conocimiento de los conceptos de verdad, vuestra alma con amor y vuestro espíritu con el deseo de servir; y pronto comenzaréis a percibir la vibración de Paz y Armonía que emana del Eterno Amor.
LECCIÓN 3 - Enfoque breve de la realidad divina.
Comencemos por analizar ese concepto de ese Dios que nos enseñaron desde la infancia, de ese "Dios" del Antiguo Testamento, implacable en su ira, celoso, vengativo y cruel; concepto admisible para humanidades de la edad de piedra formada entre la furia de los elementos, y sostenido también por los guías de las humanidades de las siguientes edades de barbarie, pero inadmisible en esta era de luces. El primer mandamiento dice: "Ama a Dios sobre todas las cosas", y por otro lado presenta a un Dios celoso, iracundo y vengativo. Esto es un contrasentido porque nadie puede amar aquello que teme. Pero si consideramos a Dios como Amor permanente, origen de todo bien, que se da a quien quiere recibirlo, podremos llegar a comprenderlo mejor y amarlo; pero difícil resulta amar lo que no se conoce. Amemos a Dios, sí, pero amémosle en aquello que vemos y comprendemos, amémosle en sus criaturas, en su creación. Porque ese Dios que nos presentan con las imperfecciones de una humanidad atrasada como la nuestra es completamente inadmisible.
Ese "Dios" vengativo y cruel, hermanos míos, no existe, nunca ha existido; es creación mental de conciencias todavía poco evolucionadas. Ese Dios que exige adoración, que condena eternamente al hombre por el hecho de un momento de debilidad o pasión, o por no cumplir ciertos requisitos establecidos, ese Dios no existe, nunca ha existido.
La Realidad Divina es para nosotros los humanos algo imposible de concebir en su plenitud, y cualquier especulación filosófica y teológica que lo defina, no puede dar de Ella más que una idea vaga y una remota aproximación. Pero si bien como humanos no podemos someter a concepto esa Grandiosidad Divina, ya que ello sería limitarla, necesitamos, no obstante, tener una idea aun cuando nuestra limitada capacidad humana nos impida comprender su magnificencia.
Tenemos que admitir que existe una Sabiduría Cósmica, que existe un Poder Cósmico transcendente, del cual tan sólo percibimos algunos de sus efectos. Negarlo sería negarnos a nosotros mismos. Necesario es comprender y admitir que existe una FUERZA CREADORA UNIVERSAL, una Fuerza poderosísima que transciende al Cosmos infinito, a toda su manifestación física visible e invisible; así como espiritual en otras dimensiones desconocidas de los humanos, y que está inmanente en ellas, que vibra en ellas, lo cual podremos apreciar fácilmente en las múltiples manifestaciones de vida en constante transformismo y evolución.
Aun dentro de nuestra limitada inteligencia humana, tenemos que comprender que existe una causa primera; que hay una fuerza creadora. Pues, esa Fuerza Creadora, que crea vida en su propia esencia, existe: llamémosle Dios o como queráis.
Dos aspectos hemos de reconocer, dentro de nuestra comprensión humana: el aspecto espiritual, ya que Dios es Espíritu, y el aspecto físico. El primero como el cúmulo de todo Poder, Sabiduría y Amor del Cosmos, que es el TODO-DIOS en su aspecto espiritual transcendente; y el segundo, como inmanente en su creación, que es el TODO-CÓSMICO, en su aspecto físico.
Energía Creadora, causa suprema de toda vida, de todo bien, Dios es el Poder Creador Universal y de las grandes leyes que transcienden a todas las galaxias distribuidas en el Cosmos infinito, y cuyas leyes los humanos no acertamos a comprender aún; pero que iremos comprendiendo a medida que vayamos evolucionando.
Y esa Energía creadora y renovadora, Fuerza poderosísima, Causa Suprema de toda vida y de todo bien, a lo que pobremente llamamos Dios, vibra permanentemente en amor hacia toda su creación. Amor que es armonía generadora de felicidad, por lo que, si queremos ser felices, unámonos a ÉL, vibrando como ÉL constantemente en amor.
Dios, como espíritu, no tiene forma. Es vibración poderosísima que se proyecta al Cosmos y vibra en toda su creación. La forma es propia de los mundos físicos, en donde el Espíritu habita en sus formas primarias de evolución. Porque, todo en el Cosmos es espíritu en diversos grados de evolución. En sus fases primitivas, el hombre no podía adorar sino lo objetivo, aquello que pudiese ver y apreciar con sus sentidos; por ello, necesitó la imagen, imaginando un Dios a su semejanza, porque no podía concebir algo mejor. De aquí la creación del concepto de personalizar a la Divinidad. Actualmente, el Dios Cósmico que la ciencia nos deja entrever, ya no cabe dentro de las viejas concepciones religiosas.
Dios vibra en Amor y cuya vibración poderosísima transciende al Universo todo, animando toda manifestación de vida. Porque siendo el Universo su obra, su creación, está inmanente en ella. Y ese Universo del cual formamos parte, y que como humanos tenemos una limitadísima idea de su extensión, se manifiesta en dos aspectos básicos: espiritual y físico. En su manifestación espiritual grandiosa, la iréis conociendo a medida que vayáis penetrando en la ciencia espiritual. Y en su manifestación física es la que podéis apreciar en cada momento de nuestra vida, en los múltiples aspectos de vida manifestada y perceptible a vuestros sentidos.
Y para daros una idea que se aproxime en algo a la realidad de
lo que es el Universo en su aspecto físico, contemplemos con detenimiento
el firmamento en una noche estrellada. Podremos ver tan sólo una
parte, una pequeñísima parte de ese Universo, que es nuestra
galaxia (Vía Láctea). Según los datos más recientes,
la ciencia astronómica nos ofrece las siguientes cifras correspondientes
a nuestra galaxia, o sea nuestro universo:
* Estrellas gigantes y supergigantes, más de 10.000 millones (nuestro sol está considerado entre las pequeñas por los astrónomos).
Puede que para alguno parezca inverosímil las cifras citadas, de tantos millones de estrellas, que son otros tantos sistemas planetarios o solares en diversos grados de evolución. Y estos datos son, solamente de nuestra galaxia, nuestro Universo, el cual forma parte de un grupo de 17 galaxias, de la cual, la denominada Andrómeda, es la más cercana a la nuestra. Pero, con el último telescopio instalado en el Monte Palomar (USA) y otros, se ha descubierto que hay muchos de esos grupos o supergalaxias, que son otros tantos sistemas galácticos y que los astrónomos estiman en cientos de galaxias cada uno, según pueden apreciar en los modernos telescopios.
Que mediten sobre ésto los teólogos, los sostenedores de esas ideas... que nos presentan a Dios como un ser celoso, iracundo y vengativo, exigiendo adoración y ritos paganos; y a este mundo como el privilegiado de Dios. Siendo nuestro mundo tan sólo un punto insignificante en la universalidad de los mundos ¿sobre qué se fundará la insistencia de sostener el privilegio con que se ha pretendido favorecer a nuestro mundo de haber sido el objeto especial de la bondad divina y haber recibido al "Eterno en persona"?
Todo el Universo está lleno de sistemas planetarios. Y en todas las partes de ese Universo, del Cosmos, hay centros colosales de energía emanada de la GRANDIOSIDAD CÓSMICA para abastecer esos sistemas y mantenerles la vida en un constante movimiento y transformismo. Todo se transforma y evoluciona, impulsado por esa ENERGÍA-CÓSMICA-DIOS, energía que, en nuestro lenguaje humano conocemos como Ley de Evolución.
Y esos sistemas planetarios son mundos con vida en diversos grados de evolución, sujetos a la misma ley de todas las formas de vida física: nacimiento, desarrollo, madurez, vejez, muerte y desintegración. Tened por cierto, como una verdad incontrovertible, que tan sólo en nuestra galaxia hay millones de mundos habitados: unos por humanidades más adelantadas y en otros más atrasadas. Y en alguno de esos, puede que nosotros hayamos vivido ya, antes de transmigrar o venir a este planeta Tierra.
Mundos existen en los cuales las artes y las ciencias han alcanzado tal grado de progreso que, sabios de nuestro mundo y los artistas orgullosos se avergonzarían al compararlas con las suyas.
Y en nuestro propio sistema solar hay un mundo en el que la vida es una ventura, un paraíso florido. Y al igual que nuestro planeta Tierra, ese mundo avanza en la inmensidad del espacio sideral, conduciendo a una humanidad dichosa y feliz, que ya ha sobrepasado la etapa del dolor y que disfruta ya de una vida de amor espiritual, amor fraterno en alto grado, y en donde se trabaja ya por el progreso de otros mundos. Y desde principios de este siglo, espíritus pertenecientes a ese mundo vienen encarnando en el nuestro por amor, en misión de adelanto científico y moral.
Con lo expuesto comprenderéis la necesidad imperiosa de capacitarnos para un más rápido progreso espiritual, que es el objeto de la vida humana.
Y mediante el conocimiento de las leyes de la Vida, en sus aspectos humano y espiritual, y vuestro firme propósito de progreso, podréis ir ascendiendo en el empinado camino de la evolución, que conduce a la felicidad.
En un comienzo, las religiones son revolucionarias en sus conceptos, conceptos considerados como herejías por los sostenedores de otras creencias, y les oponen toda resistencia posible. Y esos seguidores de los nuevos conceptos, van desarrollando cada vez más su radio de acción, van tomando fuerzas y expansión; porque, sus conceptos basados en el amor y en la comprensión fraterna de sus exponentes, prenden seguidamente en las clases necesitadas, oprimidas, sufrientes, como una esperanza, como una meta de felicidad alcanzable. En los primeros siglos de cada religión, sus directores y seguidores humanos mantienen la pureza de sus postulados, contribuyendo grandemente al progreso moral y acción civilizadora de los pueblos por donde van divulgando y extendiendo las enseñanzas recibidas que convierten en doctrina, doctrina basada en el amor, en la igualdad y en la fraternidad.
O sea que, las religiones son creación de los hombres, fundadas en unos principios y conceptos morales, dejados por los que llaman sus fundadores. En el comienzo, esos principios son mantenidos en toda su pureza; pero pronto, debido a las interpretaciones que cada cual damos a las cosas, se van desvirtuando esos conceptos morales, con lo cual, los fundamentos sencillos en su origen, comienzan a sufrir alteraciones con la creación de estructuras teológicas complejas, así como una unidad doctrinaria que impone la fe ciega y sumisión a un conjunto de conceptos agregados, dogmas y fórmulas sujetas a un rígido molde, imponiéndose como la única creencia verdadera, llegando a prescribir todo lo que está fuera de ella. Y ahí se parapetan, en esos conceptos agregados, que imponen como dogmas de fe, y se estancan; dogmas muy cómodos para las masas ciegas, pero inadmisibles a las mentes más evolucionadas. Y ese estancamiento, contrario a la ley del progreso, del cual no están exentas las religiones, filosofías ni manifestación alguna del Universo, conduce a esas religiones u organizaciones religiosas al envejecimiento, con lo cual comienza su decadencia. Pero, dada la importancia que la religión en sí misma tiene para la contención de la barbarie y evolución espiritual de las humanidades atrasadas, seres de Luz bajan a encarnar para renovar esas estructuras teológicas apartadas de la Verdad y de los fundamentos originales, y provocan la renovación religiosa en el seno de los pueblos en las diversas civilizaciones.
La fe, en toda religión cual ella sea, no puede ni debe ser impuesta; porque toda religión o creencia debe ser elegida libremente. Y quien elija una religión o doctrina, debe buscar en ella la esencia de la Verdad.
El diccionario de la Academia de la Lengua, define la religión
como:
Si bien es verdad que la ignorancia humana tiende a buscar algo visible y tangible para rendirle culto, y de aquí la adoración a las formas, también seres más evolucionados hay, aún cuando animen personalidades poco destacadas, que rechazan la adoración al culto externo; porque, estos en su mentalidad más amplia, perciben la grandeza del Eterno Invisible, que es Amor, Luz y Energía.
Debemos diferenciar entre religión y religiosidad. Esta última atañe al aspecto del culto y ceremonial; mientras que la primera es un sentimiento íntimo, es la necesidad que siente el espíritu encarnado en la Tierra de acercarse a su creador, de llegar al camino que lleva hacia ÉL.
Algunas religiones, en nombre de un mismo Dios, pretenden ser las únicas poseedoras de la Verdad. Y sin embargo, los pueblos responden, cada vez más, con el escepticismo y la indiferencia. Y es que, las gentes de hoy ya comienzan a analizar, y no le satisfacen los credos y dogmas que no resisten el análisis de la lógica; quieren saber el por qué de muchos fenómenos que no tienen explicación si no es a través de una lógica razonada.
Hay un pasaje de la vida de Jesús, el Mesías, entre las varias versiones posteriores del Nuevo Testamento, que por su contenido, merece atención y análisis, y es el siguiente:
Cuando a Jesús le preguntaron cuál era su Dios y su religión contestó:
"Mi Dios es el Eterno Invisible que no veo, pero que siento en todo cuanto vive, en todos los mundos que ruedan como globos de luz por la inmensidad. Mi religión se reduce a amar a todos mis semejantes tanto como me amo a mí mismo, lo cual me obliga a hacerles todo el bien que sea posible, aún cuando el cumplimiento de este deber llegare a costarme la vida".
Aquí podéis apreciar ¡cuán sencilla es la religión!.
Y la misma versión referida nos presenta, como palabras del Maestro, cuando en la Tierra estuvo: "En los círculos estrechos en que generalmente viven los adeptos de todas las religiones, se evalúa la grandeza de un alma por su mayor o menor cumplimiento de las prácticas o ritos en uso de la teoría religiosa a que pertenece. Y esta es la causa de los juicios equivocados que se hacen". Continúa: "Todas las religiones conocidas, han ido surgiendo a través de los siglos y de acuerdo con el grado de evolución de los pueblos en que han nacido. Esas religiones que han marcado normas de vida a sus adeptos, son mejores o peores, según que estén de acuerdo en mayor o menor grado con la Religión Universal, única emanada directamente del Creador, ya que tiene una sola base, una sola cláusula, que abarca toda santidad, toda pureza, toda perfección posible en los planos físicos: Ama a Dios sobre todas las cosas y a tus semejantes como a ti mismo.
Para la Divinidad, para el Eterno Amor, no cuentan las religiones sino las buenas obras. Las religiones son creación de los hombres, basadas en las enseñanzas dejadas por las diversas venidas mesiánicas del Cristo, así como también de otros seres muy evolucionados y colaboradores en la obra redentora del Cristo, guía y mentor de la humanidad de nuestro planeta y sistema solar que, por medio de esos colaboradores en el plano espiritual, está constantemente ayudando a todo ser humano que vibre en amor hacia sus semejantes, cual sea su religión o filosofía. Nadie puede suponer, o al menos no debe hacerlo, cual sea su religión o creencia, que sirve a Dios odiando o persiguiendo a sus hermanos porque tengan otras creencias.
Solamente volviendo a las bases fundamentales del comienzo de las religiones, a los conceptos de verdad basados en amor fraterno, puede salvarse el sentimiento religioso de la humanidad actual. Sólo la religión del Amor, es la verdadera. Es la que profesó y practicó el sublime Nazareno, y que profesaron todos los Mesías y los fundadores de todas las religiones.
Todos aquellos grupos, religiones, doctrinas o escuelas que actúen dentro de la Ley del Amor, que contribuyan al progreso espiritual de sus semejantes, estarán dentro de la verdadera religión: La Religión Universal del Amor. Y ese es el propósito y programa de estos temas; contribuir a la autorrealización y progreso de quienes deseen su superación.
Vamos hacia la fusión de las religiones en una sola moral de fraternidad, basada en una única filosofía y doctrina del Amor. El Amor de los unos para los otros, será la religión del futuro (inmediato), porque el Amor, une las almas entre sí y con el Creador; y será de unidad espiritual entre todos los que queden después de la clasificación planetaria; en una sola: LA RELIGIÓN UNIVERSAL DEL AMOR.
¡Cuántas veces habremos hecho éstas y otras preguntas sin respuesta!
Frente a ciertos fenómenos físicos y psíquicos que suelen denominar "misterios de la vida", ¿cuántas veces habréis divagado, sentido estas inquietantes interrogantes y otras más?
Aun cuando difícil resulta definir lo que es la Vida en su aspecto transcendente, podemos decir que, Vida es y está en todo cuanto existe en los múltiples aspectos, y es indestructible en sí misma, aún cuando lo sea en la forma o formas en que la Vida se manifiesta. Me refiero aquí a la Vida como esencia, como energía animadora de las formas.
En las modalidades que conocemos, la Vida es energía, Más, la energía es manifestación de la Vida, es efecto no causa. Y donde hay Vida hay energía y viceversa. O sea que, donde hay energía existe Vida. Siendo que, como humanos sólo percibimos la Vida por su manifestación física en sus aspectos visibles.
La Vida en su origen, emana de Dios, de esa Energía Cósmica Creadora, que crea Vida de su propia esencia, para poblar el inconmesurable espacio cósmico, infinito en su extensión. Por ello, la Vida es una manifestación de Dios.
Y siendo que, todo lo que existe es una manifestación de Vida en sus diversos grados evolutivos y en un constante desarrollo, toda Vida manifestada en los planos físicos va hacia el objeto para el cual ha sido creada, llevando en su propia esencia la fuerza orientadora de su propio desarrollo y evolución, que va efectuando en el tiempo a través de las múltiples manifestaciones y mutaciones en constante desarrollo y transformismo, siempre ascendente; aunque no siempre perceptible a nuestros sentidos físicos.
Y ya en su manifestación humana, la energía emanada de la Vida misma del propio Ser espiritual, que contiene en sí y es en sí mismo la Vida, impele a la personalidad (a nosotros mismos como personas) a una constante acción y a un constante ejercicio, para el desarrollo de las facultades recibidas de la Divinidad Creadora, a fin de capacitarnos para cada vez más amplias y mejores realizaciones. Y ese constante ejercicio de las facultades espirituales y psíquicas, es indispensable para continuar ascendiendo, ascendiendo en ese ilimitado camino que conduce a la felicidad, felicidad que, en nuestra miopía psíquica no identificamos. De aquí, la necesidad de desarrollar esas facultades que en nosotros existen en estado potencial, mediante el ejercicio constante cuya oportunidad nos proporcionan las vicisitudes diversas en las vidas humanas. Por ello, necesario es no rebelarse contra las vicisitudes adversas que la vida humana nos presenta, a fin de superarlas, porque, las dificultades de la vida humana, son oportunidades para desarrollar las facultades de la mente, especialmente la facultad intelectiva y volitiva (inteligencia y voluntad); y cuyas dificultades son al Espíritu lo que la gimnasia es al atleta. Porque, si nos rebelamos, no las superamos; y se repetirán hasta tanto no hayamos aprendido a superarlas. Y una vez aprendido a superarlas, dejarán de ser dificultades.
En los planos etéreos del espacio o dimensiones espirituales
más allá de lo planetario, existe la Vida en sus aspectos
superiores de una mayor energía y capacidad de manifestación,
de mayor sabiduría y amor, mayor poder y abarcamiento; habitadas
esas dimensiones por seres ya más evolucionados en los diversos
aspectos, que están ya liberados de los planos físicos, actuando
activamente en el progreso de las humanidades.
El hombre como ser material.-
Aquellas personas que creen que al morir todo se termina, una gran sorpresa les espera. Ignorantes de su propia realidad existencial e imperecedera, la mayoría de los humanos limitan su vida a lo tangible, y buscando el placer van creando necesidades artificiales, terminando por convertirse imperceptiblemente en esclavos de las mismas. Alejados del verdadero camino de la Vida (la vida humana como realización), no disfrutan de las maravillas que ésta les ofrece. El amor sentido y realizado, que es fuente inagotable de armonía y felicidad, es desalojado por el egoísmo y la ambición, que crean rivalidades y estados afectivos perturbadores de enconos y malquerencias, que envenenan las almas; y el hombre se vuelve contra el hombre, transformando su vida en un tormento.
Según un mensaje recibido del espíritu de San Juan Crisóstomo, somos los más atrasados de nuestro sistema solar. Oigámosle: ... "Sois de todas las humanidades de vuestro sistema solar, la más criminal. De las humanidades alumbradas por el mismo sol, sois la única que se ataca como fieras, que se matan unos a otros por la ambición y el orgullo. Todos los mundos que gravitan en vuestro sistema, han adquirido ya la noción de su papel en el concierto universal, donde nadie duda de la existencia de Dios y su infinita misericordia manifestada a través de las vidas sucesivas".
De ser esto cierto.... Y hay quienes, en su inferioridad mental se consideran como los únicos seres superiores del Universo.
Una de las causas que llevan al ateísmo y al materialismo perturbador, es la pérdida de la fe en las religiones. Y esta pérdida de fe, se debe a que, en los tiempos en que vivimos, ya no se pueden admitir conceptos carentes de lógica.
El materialismo embrutece al ser humano. Y ese materialismo lo
podemos ver en todas partes. Una gran parte de la humanidad piensa tan
sólo en enriquecerse, y en el poder generalmente deseado para satisfacción
de dominio. Otra parte busca la felicidad en los goces momentáneos,
quiere olvidarlo todo y vivir nada más que el presente, avanzando
a ciegas hacia el abismo, inconscientes de su responsabilidad. Y así,
en su ceguera psíquica van creando causas de dolor futuro, por hacer
oídos sordos a esas llamadas de su conciencia superior, que son
la manifestación de su espíritu, que es la realidad existencial,
y que sigue siendo en el tiempo y en el espacio.
El hombre como ser espiritual.-
Y ahora, analicemos el hombre como ser espiritual. En un universo donde todo expresa orden, causalidad, indestructibilidad; en el que todo es justicia perfecta; donde todo está ligado por una red de reacciones en un funcionamiento matemático del vasto organismo cósmico; en el que todo tiene una razón y una consecuencia lógica; resulta inaceptable la existencia del hombre como accidente, cual es el que todo termina con la muerte; como algunas seudoideologías sostienen.
Argumentos teológicos de milenios, por otro lado, obstruyeron y obstruyen todavía los canales de la inteligencia humana en cuanto a las realidades divinas. Pero, por ventura, ha llegado ya el momento de que la verdad sea conocida, de lo que dan prueba los descubrimientos y acontecimientos de los últimos tiempos, a través de los cuales vemos que la humanidad se encamina hacia la búsqueda de la Verdad, hacia la unidad espiritual y política. Pero, tanto en uno como en otro campo, el orgullo y el egoísmo humano, hacen todo el esfuerzo posible para detener ese avance.
Debemos elevarnos sobre el materialismo asfixiante que nos rodea,
y lograr que nuestro espíritu vibre a una tónica más
sutil. Y aun cuando las necesidades de nuestra vida humana presente, absorben
la mayor parte de nuestro tiempo, llevemos a un segundo plano el aspecto
material de nuestra vida (sin desatender nuestras obligaciones), si queremos
avanzar, si queremos cumplir el verdadero objeto de la Vida, que es avance,
progreso, evolución espiritual hacia estados de conciencia de una
mayor felicidad. Los bienes materiales jamás satisfarán
las ansias de nuestro espíritu.
Objeto de la vida humana.-
Más de una vez hemos escuchado a alguien preguntar: ¿Cuál es el objeto de la vida?
¿A qué hemos venido a este mundo?
El verdadero objeto de la vida humana, es el progreso espiritual en sus diversos aspectos, según la necesidad evolutiva de cada cual. Y hemos venido a este mundo porque es el que nos corresponde por ley. Y estamos en este mundo, no para comer, dormir y divertirnos, como a algunos poco evolucionados les parece; sino para perfeccionarnos; no para continuar siendo lo que éramos o lo que somos, sino para ir acercándonos hacia lo que debemos ser.
La ciencia espiritual sostiene que, el objeto de las vidas humanas es progresar, evolucionar, para seguir ascendiendo en la escala de los mundos, hacia la meta, que es la perfección. Adquirir experiencias, conocimientos y desarrollar la inteligencia, fortalecer el Espíritu y sutilizar el alma, eliminando las imperfecciones; a fin de que, al final de esa jornada humana, volvamos al mundo espiritual, que es a donde pertenecemos, enriquecidos con un mayor progreso.
Y todo esto, ¿acaso se adquiere llevando una vida de vicios, comodismo o aislamiento? NO. Es en la lucha de la vida humana, venciendo tentaciones y dificultades; es por medio de la acción realizada, por medio del esfuerzo constante como desarrollamos las facultades contenidas en la esencia de Vida recibida de la Divinidad Creadora y nos hacemos fuertes y grandes.
Cierto es que toda ascensión requiere esfuerzo; pero, cierto es también que, en cada uno de nosotros existen recursos y fuerzas internas que desconocemos, y que puestas en acción, pueden llevarnos a las grandes realizaciones. NO LO OLVIDEMOS.
Y por último, necesario es conocer que, grandes acontecimientos están al llegar a nuestro mundo antes de la llegada del tercer milenio, para lo cual debemos prepararnos.
El Amor es, en sí, una vibración poderosa que emana de Dios como energía vivificante que alimenta toda la creación. Y en el aspecto humano, el amor es un sentimiento que emana del Alma (superior) cuando ésta ha alcanzado ya cierto grado de evolución, manifestándose en la personalidad humana como afecto, cariño, compasión, ansia de ayudar, deseo de auxiliar al que sufre, anhelo y goce en hacer felices a los demás y otras manifestaciones en las relaciones humanas; así como ese sentimiento de atracción hacia las bellezas de la Naturaleza en sus diversos aspectos, que va percibiendo a medida que el alma va sensibilizándose.
En las fases primeras de la etapa humana, el Alma espiritual (superior) poco desarrollada aún, es ahogada por el alma humana (inferior) que transmuta esa vibración divina hacia sí, en la personalidad humana, resultando eso que denominamos egoísmo; egoísmo característico de las primeras fases de la etapa humana.
Y a medida que va evolucionando, a medida que ese alma humana va pasando por el dolor en las múltiples vidas humanas, comienza a sensibilizarse, con lo que el egoísmo va cediendo en intensidad, para dar cabida a la vibración de amor puro, poco a poco, comienza a manifestarse como sentimientos de bien hacia los demás seres sin distinción. Entonces es cuando se establece contacto con la vibración de Amor que emana de Dios, y empieza a recibirse esa vibración sutil que va ayudando a sutilizar el alma humana y capacitándola para recibir las vibraciones del Alma (superior) y percibir las bellezas de la vida, dulcificándola, a la vez que armonizando la mente humana.
Pero, veamos: ¿qué es el amor para el común de las gentes? Tan solo un sentimiento más o menos intenso de atracción y acercamiento entre algunas personas amigas y familiares, así como entre personas de sexo opuesto. Estos son aspectos humanos del Amor, como el amor de los padres, de los hijos, hermanos y esposos. Y a medida que ese amor va evolucionando, comienzan a percibirse también esos sentimientos hacia los demás seres, sin distinción. Porque el verdadero amor es impersonal, manifestándose como sentimiento espontáneo de ayuda hacia otras personas para asistirlas y auxiliarlas en los diversos aspectos que la vida ofrece, y tan sólo con ese sano deseo de servir, de contribuir a su felicidad; deseo o sentimiento que brota del Alma de las personas bondadosas que han superado ya o están superando el egoísmo. Y ese sentimiento, que es vibración sutil, dulcifica la vida de la persona que lo siente. Porque el Amor es energía vivificante y generador de armonía y felicidad.
Todos los aspectos de la Naturaleza son armónicos en sí y entre sí, porque están impregnados de esa maravillosa vibración cósmica: AMOR. Y como parte de la Naturaleza, el ser humano está inmerso en esa vibración divina. Pero, por desventura, con nuestra actitud egoísta, los humanos polarizamos esa vibración armónica productora de dicha, transmutándola en desarmónica, con lo que creamos esos estados de ánimo de desdichas y amarguras, que diversas manifestaciones podemos apreciar en el mundo de hoy, retardando su evolución.
Es precisamente nuestro egoísmo que no nos permite ver la realidad de la vida y nos mantiene en constante desarmonía mental-emocional, que amarga la vida humana y retarda el progreso del Espíritu. De aquí la imperiosa y apremiante necesidad de superar lo que de egoísmo quede todavía en nosotros y sintonizarnos con la vibración de Amor, que es fuerza armonizadora por excelencia.
Cuando vibramos en amor, sentimos una paz inefable, una alegría interna indescriptible, no conocida por las personas egoístas. Y esa sensación de dicha nos indica que nuestra Alma está percibiendo la vibración de Amor que emana de la Divinidad, y que se encuentra en la esencia espiritual de todo ser.
Pero, el ser humano en su lucha por la vida, ha desarrollado el egoísmo (amor a sí mismo), con lo cual polariza esa vibración maravillosa, que se encuentra debilitada (como ahogada) en el alma humana, por la presión del egoísmo. Porque los humanos nos hemos apartado del verdadero objeto de la vida, olvidándonos de los verdaderos valores espirituales, para ir tras el espejismo del dinero y los placeres; por desconocimiento de las ventajas que el amor ofrece. Y por ignorancia de que, amar es una necesidad imperiosa para una vida humana más armónica y feliz, y a la vez poder lograr el progreso espiritual, que es el objeto verdadero de la vida humana.
El amor es la llave que abre todos los corazones.
¿Quién no ha visto como el mágico poder del amor a transformado en amigos a enemigos y transformado en cariñosos maridos a hombres desafectos, amargados por los embates de la vida? Mujeres hay que, con su bondad y dedicación endulzan la vida del hogar, al punto de modificar los hábitos viciosos y callejeros de los maridos en amantes del hogar, que con dulzura, fruto de ese amor que es dar de sí sin pensar en sí, consiguen?
Mientras hay esposas que, con su egoísmo se tornan exigentes o se enojan por minucias sin importancia, perturbando así la paz y la armonía del hogar. Entonces, sufren las desavenencias, que son fruto del egoísmo. Y lo que es peor, esa fea y perjudicial costumbre de recriminaciones uno del otro, echando en cara los defectos, señalando debilidades, llegando en algunos casos hasta a proferir frases que pueden lastimar, y generalmente lastiman, la susceptibilidad de la otra parte, creando con ello estados de desencanto y hasta malquerencias.
Qué cuadro lastimoso presentan esas parejas desparejadas ante sus hijos o familiares, por falta de delicadeza y por dejarse dominar por el egoísmo y el amor propio, pretendiendo hacer prevalecer sus aparentes razones (muchas veces caprichos y terquedades) que convierten el hogar en un infierno, con un gran daño para los hijos, de cuya educación son responsables ante la Ley.
Y, ¿qué consiguen con todo eso? Matar ese cariño y respeto mutuo que debe haber siempre entre los esposos y todos los miembros de una familia; y con todo lo cual, la vida humana pierde su encanto y se convierte en amargura.
Y, ¿qué podemos hacer para evitar todo eso? En primer lugar, comprender lo ridículo y perjudicial que esa actitud y actuaciones significan. Y luego, proponernos firmemente evitar todo motivo de discordia, comenzando con tomar una actitud de comprensión hacia la otra parte, tratando de ver sus cualidades buenas. Sólo cuando cada uno de los cónyuges traten y se esfuercen en hacer feliz al otro, en todo sentido, el hogar vibrará, y una paz venturosa reinará en ese hogar.
Y a vosotras, esposas, os digo: Si queréis ser amadas, comenzad vosotras primero. Comenzad por poner todo vuestro empeño en hacer felices a vuestros esposos, padres, hermanos y a... todos. Daos con amor a todos aquellos con quienes os relacionáis (sin ficción, con naturalidad) y pronto comenzaréis a percibir los efectos maravillosos de esa energía creadora y armonizadora, cual es el AMOR. No os dejéis engañar por el egoísmo, el orgullo o el amor propio, que son vuestros principales enemigos y causa de desdichas múltiples.
Porque, sólo el amor desinteresado es creador de felicidad, ya que está dentro de la ley divina de Amor, que rige la Vida. Tened bien presente que, el humano más feliz es aquel que ha aprendido a amar; porque, cuando amamos estamos uniéndonos a la vibración de Amor emanada de la Divinidad misma.
Solamente dando amor recibiremos amor. Esa es la ley. Quien más dé, será quien más reciba. La verdadera felicidad está en el dar, más que en el recibir.
La realización del amor en nuestro mundo, es una necesidad imperiosa para una vida humana más armónica y feliz; a cuyo objeto están orientados los diversos aspectos de las leyes que rigen la Vida, leyes emanadas de la Sabiduría Cósmica y Eterno Amor.
Si entre vuestros familiares, vecinos o entre vuestros compañeros de trabajo, hubiese alguno que os moleste o que trate de haceros daño; no le odiéis, no cometáis esa torpeza, no vale la pena; porque, él mismo, en su ignorancia no sabe lo que hace, es su atraso evolutivo que le hace actuar así. Tened compasión de él (o ella). Sí, tened compasión, ya que con ello estaréis vibrando en amor que es comprensión y tolerancia. No os dejéis llevar por el orgullo o por el egoísmo. Proyectad sobre esa persona vibraciones de amor (sentimientos de bien) y buenos pensamientos que son fuerzas positivas y energía armonizadora, y que también os armonizará a vosotros mismos. Además, para no uniros a él o ella por el rencor, sino por el amor. Y de ese modo habréis puesto en práctica las enseñanzas del sublime Maestro Jesús; pagar bien por mal. Esa enseñanza que los humanos no acabamos de comprender.
Mantengamos pensamientos de amor hacia todos y hacia todo en el hogar o grupo familiar, en vuestro trabajo para con vuestros compañeros, en vuestras relaciones humanas, dándoos, tratando en toda forma de ser útiles y contribuir a la felicidad de los demás; y con ello estaréis conquistando vuestra propia felicidad. Porque, el amor sentido y realizado en el diario vivir, hace la vida más agradable y llevadera; es, cual fuente inagotable; cuánto más se da, más se recibe. Esto da buen resultado hasta en los negocios.
Todo lo expuesto no es una ilusión ni una mística, como algún desconocedor de esta ley pueda presumir; esto es una técnica para una vida armónica y feliz.
Irradiando amor de nosotros, estamos creando una atmósfera psíquica de armonía a nuestro alrededor y una vida más feliz; estaremos vigorizando nuestras células nerviosas y las células de los tejidos, evitando un envejecimiento prematuro; estaremos contribuyendo a un más perfecto funcionamiento de las diversas glándulas endocrinas y exocrinas, reguladoras de la salud, con lo que mejoraremos la salud del cuerpo y del alma; y consecuencialmente, una suave sensación de paz y dicha inundará nuestra alma y mente. Porque, cada acto de amor genera felicidad. Además de todo ésto, cuando vibramos en amor, deseando bien a todos, estamos creando también un campo magnético protector contra las acometidas de las fuerzas negativas invisibles.
En verdad os digo que, cuando derramemos amor sobre los seres queridos en nuestro hogar y sobre los necesitados de afecto (que son muchos), amor recibiremos en manifestaciones diversas. Cuando aprendamos a prodigar amor sobre nuestros relacionados en forma de comprensión, afabilidad, servicio desinteresado, deseo y acción de bien; nuestra vida será inmensamente más agradable y feliz; aún cuando los egoístas, en su miopía psíquica, no puedan apreciar esta verdad.
Comenzad hoy mismo, al llegar a vuestro hogar, a practicar la comprensión y tolerancia hacia las imperfecciones e incomprensiones de los que componen vuestro hogar.
Tomad una actitud amorosa hacia todos los que os rodean, incluyendo aquellos que no os quieren bien, y comenzaréis a sentiros más felices. Al comienzo, puede que os cueste algún esfuerzo, pero vale la pena; ya que estaréis contribuyendo a vuestra propia felicidad.
Y por último, necesario es tener presente que, el amor puro actúa como vibración purificadora del alma humana, evitando así la acción depuradora del dolor.
Y por consiguiente, la práctica del amor en sus diversas manifestaciones, será la fuerza que abrirá la puerta de los Planos Superiores -ambientes de felicidad- al final de la actual vida terrena, librándonos de los ambientes de sufrimiento al pasar al Más Allá.
Debemos conocer también que, aun cuando en menor intensidad y en menor potencia, hay también seres encarnados en los mundos físicos que están vibrando en Amor, seres de gran evolución que atraen al plano físico vibraciones poderosas de los Seres Elevados, que contribuyen a neutralizar las vibraciones negativas emanadas de las mentes de personas malvadas; y sin cuya neutralización, la vida en los mundos físicos sería imposible. Y en las diversas venidas mesiánicas del Cristo, han sido atraídas a nuestro mundo esas fuerzas poderosas a fin de mantener el equilibrio armónico indispensable para el desarrollo de la vida en nuestro mundo.
"¡Sólo por el Amor será salvo el hombre!" -dijo el sublime Nazareno (aún cuando esta frase no está en las versiones actuales).
Y pregunto, ¿salvo, de qué? ¡Del dolor! Del dolor, en sus diversos aspectos: físicos y morales, en la vida presente y en la vida del Más Allá.
Toda alma manchada por acciones de mal, así como pensamientos y sentimientos ruines (los pecados en el lenguaje teológico), tiene que limpiarse, depurarse; porque esa es la Ley. Y el dolor es un gran depurador al actuar como catarsis en función depuradora del magnetismo mórbido generado en esas acciones de mal en el pasado y aún en el presente; como actualmente podemos apreciar en esas enfermedades dolorosas, que son manifestación de esa función depuradora del alma humana. No obstante, por el amor sentido y realizado, podremos también liberarnos del dolor; porque, el amor sutiliza el alma humana, la va limpiando lentamente, evitando la depuración compulsoria por el dolor.
Me refiero al amor puro que nada pide, que es dar de sí sin pensar en sí; de ese sentimiento de bien que surge de lo profundo del Ser. Y cuando vibramos en esa sintonía, estamos estableciendo también contacto con la vibración de Amor del Cristo, mentor y guía de la humanidad de nuestro planeta, cuya vibración fortalece nuestro espíritu y va limpiando el alma de las impurezas generadas por acciones de mal, así como armonizando la mente.
Todas las enseñanzas y ejemplos dejados por el sublime Maestro Jesús, están basados en el amor. En el amor como norma de convivencia para la liberación del dolor y una vida armónica y feliz, así como el progreso del Espíritu, que es uno mismo en el aspecto transcendente y real. Enseñanzas y ejemplos que fueron los fundamentos del cristianismo como religión. Pues, cristianismo es amor, amor sentido y realizado en la práctica del bien, en los múltiples aspectos y circunstancias que la vida humana ofrece.
Muchas personas dicen ser religiosas porque pertenecen a una iglesia determinada y cumplen con ciertos requisitos que la misma impone. Y algunas personas, en su infantilismo, hasta llegan a creer que esa fe o creencia les basta para librarse de las consecuencias dolorosas de sus actos de maldad, y ser recibidos en el Cielo; avanzando así ciegamente hacia el abismo del dolor purificador, por no haber observado y practicado las enseñanzas de amor que el cristianismo puro contiene. Porque, cristianismo es amor, amor sentido y realizado en la práctica del bien.
Cristianismo es una modalidad de vida dentro de la Ley Universal del Amor, de fraternidad y auxilio mutuo entre los humanos; de no hacer a otros lo que no deseamos para nosotros y tratar a los demás como queremos ser tratados, así como la superación de las imperfecciones. En ésto se sintetiza el cristianismo verdadero.
Necesario es que aprendamos a amar, siendo útiles a nuestros semejantes; haciendo el bien desinteresadamente y sin esperar recompensa alguna, ni tan siquiera agradecimiento para que no nos afecten las ingratitudes. Aprendamos a amar si queremos ser felices; porque, aprender a amar, es aprender a vivir.
Mantengamos pensamientos y sentimientos de bien hacia todos. Vibremos en amor en el hogar, en el trabajo para con los compañeros (incluyendo los envidiosos y ruines), esforzándonos en contribuir a su felicidad, y con ello estaremos contribuyendo a nuestra propia felicidad y progreso espiritual.
"Mi corazón está henchido de amor": Frase ésta que significa un sentimiento desbordante de afecto, cariño, ansia de dar, de hacer feliz a los demás cual sea su condición. El amor sentido y realizado en el diario vivir genera una energía vivificante que produce esa sensación de felicidad, consecuencial de la armonía que envuelve a toda persona que vibra en amor.
Cuando en vosotros notéis un deseo de bien, estaréis vibrando en amor. Dadle expansión a ese sentimiento. Y cuando notéis que sentís felicidad en realizar acciones de bien, es porque estáis actuando en amor, que es vibración sutil, armonizadora y purificadora del alma humana.
El camino del amor es el camino del progreso del Espíritu, que es la realidad existencial y continuadora de vida en el tiempo y en el espacio. Es el camino directo para avanzar en la empinada cuesta de nuestra evolución espiritual, y el mismo camino que nos liberará de las reencarnaciones penosas en los mundos atrasados; y el único por el cual la humanidad podrá salvarse del dolor.
Entonces, por propia conveniencia, por sensatez, mantengámonos siempre en la tónica del amor, que es cristianismo en acción.
La evolución espiritual de la humanidad debió ser una consecuencia natural del conocimiento de conceptos de verdad, que el Amor Divino hizo llegar a las civilizaciones en diversas épocas por medio de sus enviados; para que, viviendo de acuerdo con esos conceptos, la humanidad alcanzara por sí misma la meta liberadora. Pero, el egoísmo, ambición y orgullo, y la falta de amor en los humanos; cambió el curso de la humanidad demorando su evolución, que hoy se encuentra retrasada en muchos siglos al punto evolutivo que debiera haber alcanzado.
Pero, los tiempos marcados por la Ley han llegado ya a su fin, y la humanidad no podrá persistir más en sus desvíos por haber llegado al final de la primera etapa primordial en su evolución; y con ello la clasificación de los de la derecha y los de la izquierda del Cristo. Y estos últimos pasarán a vivir en mundos inferiores donde esas almas endurecidas habrán de sensibilizarse a través de muchas vidas de dolor.
Mensajeros de amor, colaboradores en la Obra redentora del Cristo, han venido a nuestro mundo en todos los tiempos, para contribuir al adelanto de la humanidad. Por amor a la humanidad sufriente, seres de gran evolución han encarnado en diferentes épocas para apartar a la humanidad del error y orientarla hacia su felicidad por el camino del amor. Pero, si muchos han respondido, y con ello librándose de las vidas de dolor; otros muchos, dominados por el egoísmo y el orgullo, no han querido escucharlos, continuando con su egocentrismo dominante, generando con ello causas de dolor.
Desde hace miles de años, Cristo conocía y conoce la trayectoria de nuestro planeta, ya que a El está encomendada la evolución del mismo y su humanidad. Y para el Cristo no existen incógnitas en cuanto a la trayectoria de la humanidad y acontecimientos futuros; por lo qué, con el tiempo necesario, preparó su programa. Y en una parte de ese programa estaban las diversas venidas mesiánicas, la última de las cuales es conocida como Jesús de Nazaret, para salvar a la humanidad del caos.
Por ello, Jesús es el Salvador. Pero, no para salvar a la humanidad con su muerte como sostienen algunas organizaciones religiosas; sino para salvarla con sus enseñanzas, con su doctrina de amor. Vino para redimirnos, sí; pero, no con su sangre, sino con sus conceptos y enseñanzas de amor y superación, de amor fraterno realizado en la convivencia humana; con esa doctrina que enseña el camino hacia la perfección mediante el propio esfuerzo.
Jesús redentor, sí; pero no con su sangre, no con su muerte, sino con su doctrina de amor. Si observamos como norma de vida las enseñanzas del Maestro Jesús, incomprendido en su época y todavía hoy, seremos redimidos. Seremos redimidos por nosotros mismos, por nuestro propio esfuerzo, porque ésa es la Ley. ¡No nos engañemos con espejismos!
Y por último, os diremos que, vibrando en amor, las fuerzas negativas no podrán dañaros nunca, aunque os ataquen. Pues, como expusimos en la lección anterior, esa sintonía vibratoria forma un campo magnético protector contra toda influencia maligna.
En muchas mentes ansiosas del conocimiento de la Verdad de la Vida surge este interrogante: ¿Qué hay más allá del hombre?
Desde el ser más ínfimo dotado de vida, hasta el hombre más perfecto, hay una larguísima escala de ascensión, cuyos límites no podemos comprender los humanos dada nuestra limitada capacidad intelectiva y conceptual.
Pero, como necesario es ir penetrando en el amplio campo del conocimiento espiritual, daremos a conocer algunos aspectos que os lleven a comprender que, en ese espacio que vemos vacío por la incapacidad de nuestro sentido visual humano de ver más allá de lo físico, hay vida grandiosa en diversas dimensiones, hay otras inteligencias inmensamente desarrolladas, seres espirituales que han llegado a la perfección, en la cual están implícitas: sabiduría, pureza y amor.
Y esos seres espirituales, libres ya de las ataduras físicas, están palpitando en amor y ansiosos de colaborar y colaboran en la Obra Divina del progreso de los mundos y sus humanidades. Seres espirituales de gran evolución, Luz y Poder, que fueron también seres humanos como nosotros en épocas pretéritas, y que han ido evolucionando, subiendo y subiendo gradualmente en la escala ascensional del progreso, en el transcurso de las edades, hasta llegar a la unificación con la Mente y el Amor Divino, esa Eterna Luz que se proyecta a todos los mundos del espacio infinito del vasto Universo.
Múltiples son las graduaciones que por ley van adquiriendo esos seres espirituales de gran Luz y Poder y diversas sus manifestaciones en el vasto programa del progreso de los mundos y sus humanidades; y que son los que componen las jerarquías espirituales colaboradoras en la Obra Divina del progreso.
Desde el punto de mayor jerarquía espiritual que es DIOS, máxima Sabiduría, Amor y Poder de todo el Cosmos, hay una escala descendente hasta llegar a los planos críticos de las múltiples constelaciones, en donde moran los cristos o espíritus reintegrados, que son los mentores y guías de las humanidades planetarias. Más, entre esos dos "puntos" siderales, hay seres elevadísimos de una magnitud tal, potencias cósmicas (que algunas escuelas esotéricas denominan ingenieros y arquitectos siderales), y que como humanos no podemos comprender; tales como los encargados del mecanismo por medio del cual se inicia la vida en los planetas, o sea el origen de las especies y formación de las razas; otros, de la formación de sistemas planetarias; otros, de la renovación; otros, de la conservación, etc., etc..
Muy posible es que, para alguno de vosotros, esta síntesis de la Ley de Jerarquía Espiritual parezca una fantasía o un concepto de dudosa veracidad. Libres sois de aceptar o rechazar éste u otros conceptos nuevos para vosotros. Pero, como ha sido explicado en la primera lección de este curso, al tratar el tema sobre la búsqueda de la Verdad; no debemos rechazar concepto alguno porque no pueda ser entendido en el momento, ya que sería limitar a nuestra capacidad intelectual ciertas verdades grandiosas.Para una mejor comprensión de lo que vamos a exponer, necesario es conocer que, en ese espacio del Universo que vemos vacío, hay plenitud de vida espiritual en acción constante y realizadora, en diversos grados de manifestación, como diversos y múltiples son los grados de evolución de los seres que lo componen y moran en diversos planos y dimensiones siderales, desde donde se denomina la inmensidad del vastísimo Universo y sus mundos; y puede contemplarse la pequeñez de los acontecimientos en los mundos físicos. Son planos de amor puro, desde donde irradian energías purificadoras y realizadoras que fluyen para el plano físico, a través de los planos intermedios. Pero, esas energías maravillosas, esas fuerzas magnéticas poderosas de los Seres espirituales elevados, no pueden tomar contacto con la humanidad si no son requeridas mediante la invocación de los humanos.
Y esa invocación efectuada con verdadero sentimiento y fe, crea una vibración (y un conjunto de vibraciones cuando la invocación es colectiva) que puede alcanzar esos Planos de Amor, sirviendo de enlace o unión, como "canal", para que esas fuerzas purificadoras y realizadoras tomen contacto con el plano físico y la humanidad.
A fin de hacer más accesible a vuestro entendimiento, enfoquemos este estudio en lo concerniente a nuestro mundo espiritual, desde la dimensión del plano donde el Cristo, espíritu puro reintegrado hace millones y millones de años, y de mayor jerarquía y poder, dirige la evolución de nuestro mundo; y para lo cual es asistido por sus colaboradores, seres espirituales en diferentes grados de evolución en el espacio, así como encarnados en el plano físico.
Como espíritu reintegrado, Cristo recibe el pensamiento de la Mente Divina. Y el pensamiento del Cristo es captado también por Mentes poderosas de los Planos Elevados, quienes van llevando a los distintos planos de realización o misiones de servicio distribuidos en los diversos planos astrales y en el plano físico, irradiando hacia esos planos vibraciones poderosas.
Pasemos ahora a intentar la descripción muy resumida, de algunas de las muchísimas misiones en el mundo espiritual de nuestro planeta, conocido como astral.
Y en él hay seres espirituales de Luz en los planos superiores, dirigiendo cátedras de las ciencias, de las artes y otras modalidades en el campo del conocimiento, para aquellos desencarnados que desean continuar perfeccionándose en su arte o profundizando sus investigaciones científicas.
Hay otros que, desde esos planos superiores, orientan mentalmente a las personas que dirigen organizaciones humanas que se dedican a ayudar a la humanidad en los diversos aspectos, y para lo cual se valen también de otros seres de menor jerarquía.
Hay espíritus sanadores, seres de mediana y superior evolución que, por amor a los que sufren, y habiendo sido médicos como humanos, tratan de ayudar, curar, aliviar los dolores y fortalecer a aquellos humanos enfermos que, dentro de la Ley, les sea permitido. Pero, siempre responden con su amor y su poder magnético a la llamada del sufriente que implora ayuda.
Millones y millones de seres espirituales en diversos grados de evolución hay dedicados a la atención de los enfermos que al desencarnar van pensando en los mismos dolores. Otros ayudando a desencarnar. Otros colaborando en los trabajos de reencarnación.
Hay espíritus guías o guías espirituales. Son seres que, dentro del aura magnética del planeta, se encargan de ayudar a otro ser encarnante durante una o más encarnaciones; generalmente, espíritus familiares del mismo encarnante. Su grado de evolución siempre es superior al ser encarnante, a quien tratan de ayudar en el cumplimiento de su destino.
Hay espíritus guardianes que acompañan a otros seres que encarnan con misiones especiales, y con el objeto de ayudarles al cumplimiento de su misión. Pues, es ley divina que toda obra de bien y de justicia sea defendida y protegida por seres de gran poder y pureza. Son espíritus ya liberados de los mundos físicos, de un grado evolutivo superior al humano de nuestro mundo. Y estos encarnan también, a veces, por motivos especiales de adelanto a la humanidad.
Hay espíritus protectores que, perteneciendo todavía a la influencia magnética del planeta, protegen a los humanos en casos especiales, tales como los que toman a su cargo la protección de personas y agrupaciones dedicadas a un fin noble. Cuando las personas se dedican a la práctica del bien, por ley divina reciben la protección de Lo Alto. Y entre estos protectores, los hay en diversos grados de evolución, según sea la necesidad de protección: desde elementales a superiores.
Hay inmensidad de espíritus superiores que por amor bajan a los planos inferiores de tinieblas y de magnetismo denso, tratando de persuadir a seres desencarnados desviados y atormentados por las pasiones humanas que, por ignorancia, siguen apegados al plano físico. Y estos misioneros, que por amor a la humanidad doliente renuncian a su bienestar y se sacrifican voluntariamente para hacer llegar la Luz a esos espíritus en sufrimiento; desarrollando conferencias en esos planos inferiores para enseñar la realidad de la bondad divina, para demostrar la existencia de un mundo superior maravilloso, de una vida libre de persecuciones y sufrimientos, y para enseñar la verdadera religión cristiana de amor universal.
Hay diversas otras actividades de servicio, una de las cuales es la de auxiliar a las almas que en el plano de tinieblas y ambiente de sufrimiento en el astral inferior han llegado al arrepentimiento verdadero y claman al cielo misericordia y perdón. Entonces, bajan en grupos de dos o más de esos misioneros y preparan la labor de rescate (ampliación verbal) y constatada la veracidad del arrepentimiento, es trasladado a secciones especiales o colonias de auxilio, para una estadía de recuperación de fuerzas, y en donde comienza la preparación para una nueva encarnación, en concordia con cada caso.
Y hay también guías y protectores menores, auxiliares, como la madre que desencarna dejando uno o más hijos pequeños que todavía necesitan de su cuidado; y de hecho se convierten en su auxiliar invisible. Y muchos otros aspectos más que sería prolijo enumerar.
Como puede apreciarse fácilmente, en ese mundo del Espíritu hay una amplísima gama de actividades dentro de una jerarquía perfecta, desconocida por los humanos, y la cual ofrece múltiples aspectos de progreso. Todo ser espiritual en misión de servicio, recibe la Luz y la Fuerza espiritual necesaria para su realización por seres de mayor luz, amor y poder que, a su vez, recibe también de otros seres más elevados, y otros, en sucesión progresiva hasta la Divinidad; todo lo cual constituye la Ley de Jerarquía Espiritual.
Aún cuando no completa, esta descripción puede daros una idea de esta ley universal que está contenida dentro de la Ley del Amor; así como una idea de las grandes posibilidades de progreso y vida activa hermosa, al terminar este breve período de vida humana en el plano físico.
Evolución de las formas en los diferentes reinos de la naturaleza.
En el Universo todo lo creado está en constante vibración y todo tiende hacia un estado de perfeccionamiento cada vez más avanzado. Todas y cada una de las diversas manifestaciones que apreciamos en nuestro mundo, están en un constante movimiento y acción, hacia una transformación de sí mismas, respondiendo inconsciente y pasivamente a esa fuerza emanada de la Energía Cósmica, que impele al psiquismo animador de las formas hacia una constante transformación y progreso.
En toda manifestación de vida hay una esencia espiritual que plasma y estructura lo material, y a su vez sirve para el progreso y evolución de lo espiritual. O sea, las formas materiales son siempre sólo un medio para que el espíritu progrese y evolucione.
Esa esencia espiritual es la Ley General de Evolución, que nos presiona desde dentro de nuestro espíritu y se manifiesta en las personas en un deseo innato de búsqueda, en esa curiosidad de conocer el porqué y para qué de las cosas, en una búsqueda incesante de ventura y felicidad en cualquier lugar y circunstancia donde nos hallemos.
En las personas poco evolucionadas ese deseo de felicidad sólo lo buscan en las cosas materiales, puesto que poco o nada conocen del espíritu; pero poco a poco se van dando cuenta que la felicidad que dan las cosas materiales es sólo momentánea, pues detrás de los goces terrenales siempre se encuentran el sufrimiento y la desilusión. Luego, conforme las personas a través del trabajo y del sufrimiento vamos creciendo espiritualmente, nos vamos dando cuenta que la verdadera felicidad está dentro de nosotros mismos, y nos vamos despegando de las cosas materiales, para ir cada vez más al encuentro de ese estado de tranquilidad interno, que es la verdadera felicidad: "La paz del Espíritu".
El Espíritu o "chispa" divina que todos llevamos dentro, en un principio se haya unido a Dios, como parte integrante de su Mente Divina. Nuestro espíritu es Luz, es energía magnética purísima y en un determinado momento, es individualizado o separado de Dios, teniendo que descender hasta los mundos físicos o materiales, para crearse una conciencia individual y volverse conscientes de ser y existir.
Al igual que la semilla lleva dentro de sí en germen o en estado latente la configuración de árbol o de la planta que tiene que salir de ella, así también nuestro espíritu Divino, como energía purísima emanada directamente de la Divinidad, lleva latente en sí mismo sus atributos, que son: Amor, Sabiduría, Voluntad, Justicia y Poder Creador.
La persona, en su evolución hacia Dios a través de las experiencias en la infinidad de existencias que tiene que vivir, se va volviendo consciente del Ente espiritual que lleva dentro y desenvuelve esos atributos que lleva latentes en su espíritu, para convertirse al final de este proceso de hombre-animal en ser-angélico.
Ampliando todavía diremos que ese espíritu, conteniendo ya en desarrollo las facultades superiores de la Divinidad Creadora, y presionado por la Ley de Evolución, irá surgiendo lentamente desde los abismos de la inconsciencia en las primeras fases humanas, a través de las vidas sucesivas y múltiples, animando diversas personalidades encarnadas en los mundos materiales, en concordancia con su grado de adelanto; adelanto que irá conquistando grado a grado, mediante el propio esfuerzo. Aún cuando sorprenda, debemos decir que somos los mismos (espiritualmente) que hemos animado vidas salvajes en la prehistoria. El genio y el hombre más civilizado de hoy, es el salvaje del ayer, el que emergió como tal en las primeras edades; el que de allá vino evolucionando, desnudo de conocimientos, primero, y va vistiendo su desnudez con el ropaje conciencial que hoy posee, obtenido en las luchas y experiencias adquiridas en las múltiples vicisitudes superadas y realizaciones cada vez más amplias en el devenir de los milenios. Y en el porvenir, mediante la firme determinación de progresar y el propio esfuerzo, podremos elevarnos a la altura de los espíritus angélicos y de genios inmortales que, cual faros luminosos alumbran la marcha de las humanidades.
Cuando la persona está ya muy evolucionada llega un momento que el espíritu ya no tiene necesidad de encarnar, y continúa su progreso en el mundo del deseo (mundo astral) o en el plano inmediato superior, que es el plano mental, si el espíritu ha finalizado también su ciclo de experiencias en el plano astral. Hasta que al fin, libre de todos sus cuerpos, la esencia espiritual pura se une de nuevo a Dios, del que procedía, pero consciente y omnipotente. He aquí el por qué se manifiesta el espíritu en la carne y el proceso que sigue para volverse una individualidad consciente.
Para intentar aclarar el porqué de infinidad de circunstancias que se nos presentan en la vida diaria, vamos a comentar los diferentes mundos en los que el espíritu tiene que vivir como persona.
Los mundos son creados para que el espíritu pueda aprender a través de las experiencias que realiza con la materia, como la lucha en la vida diaria, los problemas que se nos presentan de continuo, el trabajo, el trato con las personas, las corrientes ideológicas, etc., son sus primeras lecciones espirituales. O sea, los mundos físicos son, ante todo, escuelas de perfeccionamiento espiritual y el primer curso de estas escuelas, es destinado a aprender qué es el Amor. Hasta que los espíritus encarnados no aprendan a vivir teniendo por fundamento en sus actos de cada día "el amor que predicó Jesús", no pasarán a formar parte de las humanidades que pueblan otros mundos más avanzados en donde todo es armonía y felicidad.
¿Qué hay que entender por Amor? La emoción de amor, es el tronco del cual, como ramas, parten todas las virtudes. La honradez, la sinceridad, la bondad, la misericordia, la humildad, la sencillez, etc., son aspectos del Amor.
Los mundos, como cualquier otra cosa en el Universo, también
progresan; todo tiende a perfeccionarse, de ahí que existan mundos
hostiles, planetas inhóspitos y primarios, y planetas paradisíacos.
Los mundos pueden dividirse por su grado de perfeccionamiento en cinco
clases, que son: Mundos primitivos, mundos de expiación y prueba,
mundos de Regeneración, mundos Felices y mundos Divinos o Espirituales.
MUNDOS PRIMITIVOS
Mundos primitivos son aquellos mundos recién creados en los que el ambiente es bastante hostil, exuberante, salvaje, poblados en general por especies animales y humanas muy primitivas. Por ejemplo, cuando nuestra tierra estaba habitada por animales enormes antidiluvianos.
En estos mundos, la vida transcurre por lo general en una lucha continua por la sobrevivencia entre los hombres que los habitan y los animales y el medio ambiente. Las personas que viven en estos mundos son por lo general hombres de las cavernas y los espíritus que se ven forzados a encarnar allí son espíritus que prácticamente comienzan su ciclo evolutivo en la materia. Cada espíritu, según su grado de adelanto espiritual, está obligado a tomar cuerpo para progresar en un mundo más o menos perfeccionado. Esto, además de ser lógico, es también necesario, pues es precisamente el trabajo y la lucha por la sobrevivencia y por crearse una existencia más cómoda en el ambiente en que se vive, el medio del que se vale nuestro espíritu para desenvolver esos atributos que trae latentes en sí mismo, como sabiduría, voluntad, etc.
MUNDOS DE EXPIACIÓN Y PRUEBA
Los mundos evolucionan en ciclos predeterminados, no como el hombre, que hace uso de su voluntad y de su libre albedrío para evolucionar más o menos rápido.
Si tomamos como ejemplo nuestro planeta, hubo un tiempo en el que siendo la tierra un planeta primario, sirvió de planeta receptor de espíritus, que fueron exiliados de otros mundos a consecuencia de quedar a la izquierda del Cristo, en la selección de un Juicio Final. Estos espíritus, debido a las múltiples existencias que ya habían vivido, traían ya de otros mundos el intelecto más avanzado, y fue entonces, gracias a estos espíritus, que comenzó a surgir en nuestra humanidad de la era primaria, los primeros indicios de las artes, las ciencias, las letras, etc.. La etapa de expiación y prueba, aquí en nuestro planeta, podemos medirla desde este lejano pasado, hasta el juicio final que dentro de muy pocos años se verificará aquí entre nuestra humanidad.
Ahora ya en plena era espacial y atómica, el hombre en el que no haya madurado el Amor hacia sus semejantes, se habrá convertido en un ser demasiado peligroso, por disponer de unos medios de destrucción enormes, como bien sabemos todos; y es por esto que urge pronto también una selección entre los buenos y los malos, para que no acarreen una destrucción planetaria y de consecuencias cósmicas.
El espíritu de la persona actúa como una archivadora electrónica, en donde quedan retenidos todos los sucesos y experiencias que la persona vive en sus diferentes vidas. Esto es lo que forma su conciencia espiritual; y es de esta fuente de información o experiencias, de la que se sirve nuestro espíritu para plasmar en la mente, en el momento oportuno, el pensamiento o la idea conveniente para guiar a la persona, o sea, es nuestra voz de la conciencia que nos avisa de continuo y nos incita a obrar bien, aunque la mayoría de las veces no la queramos escuchar.
La persona primitiva, al estar falta de experiencias, comete errores continuamente, por no tener una conciencia suficientemente amplia o documentada y perjudica a los demás y a sí mismo. Por esto, en esta fase primaria de la evolución del hombre, los males y los defectos son el fruto de su ignorancia espiritual. Luego, más adelante, cuando el hombre es consciente de todo esto, comete menos errores; pero también tiene mucha más responsabilidad de sus actos ante Dios, porque su conciencia le avisa con más insistencia y exactitud, por estar más desarrollada en lo que debe y lo que no debe de hacer.
De todas formas, los errores se pagan todos. Dios no castiga ni
toma represalias contra nadie, pero ha establecido una Ley, que es la Ley
de Acción y Consecuencias, que vigila y reajusta todo acto negativo,
para que nada se incline a degenerar, sino que todo evolucione y se perfeccione.
Esta Ley la vemos manifestarse de continuo en estos planetas todavía
poco evolucionados, como el nuestro, en la forma de sufrimientos, enfermedades
y toda clase de males, a través de los cuales las personas pagamos
los abusos, perjuicios y sufrimientos causados a otras personas, en actos
que hemos cometido, por lo general, en otras existencias anteriores. Y
repetimos, no como represalias o castigos de Dios hacia nosotros, sino
como lecciones que nuestro espíritu tiene que asimilar, para obrar
siempre en perfecta armonía con las leyes de Evolución y
Progreso general, que rigen tanto la materia como el espíritu (la
materia se entiende no como finalidad en sí misma, sino como medio
de progreso y manifestación del espíritu) "CON LA VARA
CON QUE MIDÁIS SERÉIS MEDIDOS".
MUNDOS DE REGENERACIÓN
Dentro de muy pocos años, nuestra tierra va a pasar de ser un planeta de expiación y prueba a ser un planeta de regeneración.Como ya de tiempo inmemorial nos vienen indicando a través de profecías, llegará un momento en el que tanto nosotros los vivos, como aquellos llamados muertos (que son los habitantes del astral), serán sometidos a juicio. Esto es el consabido Juicio Final o la separación de las ovejas blancas y las ovejas negras nombradas por Jesús.
Como hemos dicho anteriormente, los planetas evolucionan o suben de graduación, en ciclos de tiempo predeterminado, en cambio, el hombre progresa haciendo uso de su fuerza de voluntad y de su libre albedrío. Esto da lugar a que llegado el tiempo de un determinado planeta que tiene que subir de categoría, existan muchas personas que no merecen continuar en el planeta, por no haber progresado lo suficiente espiritualmente y no estar preparadas para vivir, según las nuevas normas que deberán regir a la humanidad del planeta.
Entonces, a través de la selección del Juicio Final, son enviados a reencarnar a otro planeta de categoría inferior, en consonancia con sus impulsos y tendencias todavía bastante negativas. Esta selección es necesaria, pues de otra forma, llegado un momento como el que nuestra humanidad a pasos agigantados se está acercando, en el que todo será degeneración, los pocos buenos que hubieran no podrían resistir largo tiempo en un ambiente tan saturado de influencias negativas y serían muy pocos los que lograran salvarse.
Los mundos de regeneración son aquellos cuyas humanidades las forman espíritus que viven según la ética del evangelio de Jesús, y por consiguiente, son mundos en donde reina la paz, la armonía y el progreso material y espiritual es continuo. Es evidente que las personas peligrosas debido a sus tendencias bélicas, engañosas, crueles, egoístas, etc., no pueden formar parte de las humanidades de dichos mundos, pues pronto las convertirían en un caos como en el que actualmente está sumido nuestra tierra, por las guerras, tensión de toda clase, inseguridad... Nuestra tierra en el tercer milenio entrará a pertenecer a la categoría de los mundos de Regeneración y aquellos que en la selección del Juicio Final queden a la derecha del Cristo serán los escogidos para habitarla. El próximo ciclo que comenzará entonces para la humanidad de la tierra será para desenvolver la fuerza de voluntad y las facultades psíquicas y mentales, pero siempre en una convivencia pacífica fundamentada en la enseñanza de las verdades eternas del espíritu.
Para entonces la tierra tendrá la posición que tenía antes del hundimiento de la Atlántica y los polos serán habitables, pues el eje de la tierra se está verticalizando ya progresivamente, y en esas tierras purificadas, debido a permanecer miles de años bajo los hielos, se levantarán grandes civilizaciones. A partir también de la próxima era, la humanidad de nuestro planeta tendrá contactos oficiales con humanidades de otros mundos.
Los mundos de regeneración son ya verdaderos paraísos,
en donde sus humanidades viven amándose y respetándose unos
a otros, como grandes familias universales; donde no existen intereses
particulares, donde todos trabajan y aportan el fruto de su trabajo voluntariamente
a la sociedad, recibiendo del estado todo lo necesario, conscientes de
que el trabajo, tanto manual como mental, es el principal medio de progreso
espiritual; disponen también, debido a su avance científico,
de más de la mitad del año libres para dedicarlo a lo que
uno quiera.
MUNDOS FELICES
Después de esta presentación y forma maravillosa de realizar la vida en los mundos de regeneración, qué decir entonces de los "Mundos Felices", en donde sus humanidades viven bajo las mismas bases morales del evangelio de Jesús, pero todavía mucho más avanzados técnica y científicamente, siendo el trabajo cada vez menos manual y más mental y con más tiempo para emplear, en el arte, la música, la filosofía y todo aquello que canaliza el progreso del espíritu.
Ampliando, diremos todavía, que la forma del cuerpo es siempre como en todas partes, la forma humana pero embellecida, perfeccionada y sobre todo purificada. El cuerpo, en estos mundos, es menos denso que aquí en la tierra y no está sujeto a necesidades físicas, ni a las enfermedades. Los sentidos, más perfeccionados, tienen percepciones más agudas; la ligereza específica de los cuerpos hace la locomoción rápida y fácil. La poca resistencia que ofrece la materia a los espíritus ya muy avanzados, hace que el desarrollo de los cuerpos sea rápido y la infancia corta o casi nula; la vida, exenta de cuidados y de congojas, es mucho más larga que aquí en la tierra. En principio la longevidad está proporcionada al grado de adelanto de los mundos. La muerte no tiene ninguno de los horrores de la descomposición; lejos de ser un motivo de espanto, es considerada como una transformación feliz, porque allí no existe la duda sobre el porvenir. Durante la vida, no estando el alma encerrada en una materia tan densa, irradia y goza de una lucidez que la pone en un estado casi permanente de emancipación y permite la libre transmisión del pensamiento.
Allí, no hay privilegios de ninguna clase; la superioridad
moral e intelectual es la única que establece la diferencia de condición
y da la supremacía. La autoridad es siempre respetada, porque sólo
la ostenta aquel de más mérito moral e intelectual, y porque,
debido a su evolución, siempre la ejerce con justicia. El hombre
no procura elevarse sobre el hombre, sino sobre sí mismo, perfeccionándose.
MUNDOS DIVINOS O ESPIRITUALES
Muy poco podemos decir sobre estos mundos, en donde sus humanidades
viven prácticamente ya en espíritu, gozando intensamente
las emociones de amor.
Hemos pasado las fases inferiores y más penosas de la etapa humana; pues desde viejas edades venimos avanzando lentamente, animando personalidades en diferentes ambientes, para adquirir las experiencias que los mismos hayan podido ofrecernos, y desarrollando lentamente las facultades del Espíritu a través de las múltiples vicisitudes que las distintas vidas humanas y ambientes diversos nos han proporcionado.
El Ser espiritual, que es la realidad existencial e imperecedera, necesita adquirir las experiencias que ofrecen las diversas modalidades de vida humana. Para ello tiene que pasar por la pobreza y la riqueza con sus penas y alegrías, el poder y la autoridad en sus diversos aspectos. Y para alcanzar la superación necesaria en cada uno de esos aspectos tiene que venir al plano físico y vivir cada uno de ellos tantas veces como sea necesario, hasta la completa asimilación de las experiencias que cada uno de los aspectos pueda ofrecerle. Porque es ley divina que, a las altas cumbres de la felicidad no se llega por la llamada "gracia de Dios", sino por el propio esfuerzo que va desarrollando las facultades del Espíritu.
Necesario es grabar en la mente, que el Espíritu es el mismo a través de las diversas personalidades, y se manifiesta en el lugar, ambiente y circunstancia que más convengan para la realización de la tarea que le corresponda en cada encarnación.
Por ello, muy necesario es observar las indicaciones que el Espíritu manifiesta por medio de ideas y sensaciones que, con mayor o menor claridad, percibimos, y a las que denominamos "Voz de la Conciencia".
Nacer, crecer, aprender, realizar y morir; para volver a renacer y desarrollar personalidades cada vez más destacadas, cada vez más eficientes y útiles. Esa es la ley, la Ley Palingenésica o de los renacimientos; para continuar progresando y avanzando en ese largo camino de la evolución, hacia la meta liberadora de las encarnaciones en los mundos físicos, cual es la PERFECCIÓN.
"Sed perfectos como mi padre es perfecto". Palabras del Maestro, según versiones actuales del Nuevo Testamento. Y yo pregunto, ¿cómo podemos ser perfectos o alcanzar la perfección en el brevísimo espacio de tiempo comprendido en una sola vida humana? Por ello es que la bondad infinita del Padre Universal, esa Grandiosidad Cósmica incomprendida aún, manifestada en esa ley de evolución en la cual está implícita la reencarnación, ley de los renacimientos; nos ofrece tantas y tantas vidas en la carne, como sean necesarias para alcanzar la meta referida, y con ella, la felicidad plena.
Cuando al final de una vida humana, ya en esa otra dimensión, el Espíritu puede comprobar si la experiencia que motivó esa vida ha sido asimilada o no; si el objeto de su vida humana física ha sido realizada o no. Y cuando el programa que formó en el plano extrafísico antes de encarnar lo ha realizado, o cuando la experiencia que motivó esa vida humana ha sido asimilada; el Espíritu (la realidad continuadora de vida) siente un gran gozo y pasa al plano espiritual que por ley le corresponde, a disfrutar la alegría y felicidad que el mismo contiene. Pero, después de un tiempo mayor o menor, que varía según el grado de evolución alcanzado, comienza a sentir en sí el deseo de alcanzar nuevas experiencias o emprender nuevos programas de realización en el plano físico. Y este deseo le impulsa de un modo irresistible hacia una nueva encarnación. Por el contrario si comprueba que la experiencia, el programa a realizar o las superaciones que motivaron su vida humana no han sido alcanzadas, el remordimiento hace presa en ese espíritu y sufre mucho, determinándose a reencarnar nuevamente, con el firme propósito de aprovechar mejor una nueva oportunidad. Esta modalidad corresponde a espíritus de mediana evolución. Y como las vacantes u oportunidades propicias para encarnar escasean, tendrá que esperar el tiempo necesario; colaborando, en el interín, en algunas de las variadas modalidades de servicio fraterno en el astral.
La finalidad u objeto de las encarnaciones sucesivas es adquirir las experiencias necesarias para llegar a la sabiduría, desarrollar los poderes que en estado latente se hallan en el Espíritu; así como sensibilizar el alma; a fin de colaborar en la obra divina universal de evolución y disfrutar de su grandeza.
La miseria, enfermedades y todos los aspectos dolorosos de la vida humana, serían injustos y negarían el amor divino, si no existiera la explicación clara y lógica que proporciona el conocimiento de la ley que rige las reencarnaciones. Si aún en nuestra imperfección humana, un padre o una madre no serían capaces de exigir a un hijo una vida dolorosa y miserable y a la vez dar a otro hijo una vida plena de cariño y facilidades; ¿cómo podemos suponer, entonces, que la Divinidad que es Padre-Madre, en Sí misma perfecta, Dios de Amor infinito, justicia y sabiduría, diera bienes a un hijo y se los negara a otros? Si como humanos imperfectos consideramos esto injusto ¿cómo podemos pensar que las desigualdades humanas son voluntad de Dios?
Dios es Amor en todas Sus manifestaciones, y el dolor no es enviado por Dios, sino consecuencia de nuestros hechos en el pasado o en el presente.
Necesario es fijar bien en nuestra mente que las diversas encarnaciones del Ser espiritual traen un objetivo básico a realizar en cada una de las vidas humanas. Por ende, debemos comprender que, la vida humana no es un fin en sí misma, sino un medio para realizar un objetivo o programa; así como asimilar las experiencias que las vicisitudes de la vida, o cada vida, depara, a fin de desarrollar las facultades recibidas de la Divinidad Creadora. Y son precisamente las vidas difíciles, las que más contribuyen a ese objetivo, ya que las vidas fáciles (vida de descanso después de otras difíciles) contribuyen muy poco al progreso del Espíritu, y en muchas de las veces son impedimentos de progreso, por el mal uso que de ellas se hace.
Las experiencias y vicisitudes que corresponden a cada ser humano están en concordancia con sus hechos en el pasado y con su necesidad evolutiva. De aquí la diversidad de aspectos y condiciones de vida humana -las desigualdades humanas- que son diversos grados evolutivos y diversas necesidades de evolución.
Y es precisamente en esas desigualdades humanas donde podemos apreciar la acción de vidas múltiples del Espíritu -reencarnación- y su relación con la ley de consecuencias o causa y efecto.
Y para aquellos de vosotros que aún pueda quedar cierta duda, o aquellos que no hayan asimilado plenamente el contenido de estos argumentos, les invito a profundizar en el libro "Tres enfoques sobre la reencarnación", (actualmente en su 5ª edición).
Y por último, veamos lo que nos dicen los textos o versiones actuales del llamado (Nuevo Testamento). Invito a aquellos de vosotros que tienen los Evangelios como palabras de verdad, a analizar con mente clara lo referido por los apóstoles: "Porque todos los profetas y la Ley han profetizado hasta Juan. Y si queréis oírle, él es Elías, el que había de venir. El que tiene oídos que oiga". (S. Mateo, cap. XI, 13 al 15). Aquí puede apreciarse fácilmente que el Mesías afirmó la vuelta del profeta Elías en la persona de Juan Bautista. O sea que, confirmó lo anunciado por el profeta Malaquías (IV-5).
Y en esa otra parte del Evangelio de S. Mateo (XVII, 10 al 13) cuando Jesús bajaba por el monte Tabor, después de la transfiguración, le preguntan: "Pues, ¿cómo dicen los escribas que ha de venir primero Elías?". Y él les respondió: "Elías, realmente ha de venir y entonces restablecerá todas las cosas; pero yo os declaro que Elías ya vino y no le reconocieron..". Entonces entendieron los discípulos que les había hablado de Juan el Bautista.
Y en el Evangelio de S. Marcos (IX, 10 al 12) está más claro todavía. Reza así: "Y le preguntaron: Pues ¿cómo dicen los fariseos y los escribas que ha de venir primero Elías? Y él les respondió: Elías realmente ha de venir... Si bien os digo que Elías ha venido ya en la persona del Bautista y han hecho de él cuanto les placieron según estaba escrito".
Y por último, os invito a analizar con detenimiento y meditar con este otro pasaje del Evangelio de S. Juan (cap. IX, vers. 1 al 3). "Pasando, vio Jesús a un hombre ciego. Y sus discípulos le preguntaron: Maestro, ¿qué pecados son la causa de que éste haya nacido ciego, los suyos o los de sus padres? Respondió Jesús: ni éste pecó ni sus padres, sino para que se manifiesten en él las obras de Dios".
Con esta respuesta, el Mesías dejó bien claro que, ni éste (el ciego como persona) ni sus padres, habían cometido falta causante de tal condición. Entonces, si el hombre ciego no había cometido faltas ya que había nacido ciego. ¿Dónde está la causa? -pregunto yo. El Mesías dijo:... "para que se manifiesten en él las obras de Dios". ¿Qué obras? -preguntaréis. Las obras de Dios se manifiestan en toda Su creación, por medio de leyes sabias y justas. Y si ese hombre vino ya ciego a la vida humana, para sufrir; ¿no os parece que tiene que haber una causa previa al nacimiento?
Y, ¿cuál habrá podido ser? Sencillamente, su pasado, el dolor infringido a otros en sus vidas anteriores. Y consecuencialmente vino a esa vida para pagar el daño que a otros hubo causado. Aquí tenemos un aspecto de las obras de Dios: sus leyes. La ley de consecuencias o de causa y efecto en acción de reajuste, recibiendo cada cual la cosecha de su siembra.
La reencarnación o encarnaciones sucesivas del Espíritu es una ley natural y cósmica, implícita en la ley de Evolución. Sin ella, las actuales desigualdades humanas: físicas, intelectuales, volitivas y morales, no tendrían explicación lógica. A la luz de la ley Palingenésica o ley de los renacimientos, nos es fácil comprender el origen o causa de las desigualdades humanas y los fenómenos dolorosos como reajuste del orden violado (reajuste cósmico), como rescate de deudas contraídas con la ley en el pasado.
Todo lo expuesto nos indica que venimos animando diversas personalidades desde épocas pretéritas, pasando por las diversas modalidades desde la época de las cavernas, y por la esclavitud en la que hemos sido vendidos como bestias indefensas, así como animando personalidades de esclavos y amos, nobles y plebeyos, ricos y pobres, hasta alcanzar el estado actual que a cada uno de nosotros corresponde. Pero, como en los designios de la Sabiduría Cósmica está que habremos de alcanzar la sabiduría, el amor y la pureza, así como la fortaleza para las grandes realizaciones, conquistas necesarias para gozar de felicidad plena; a esa meta habremos de llegar. Más, de nosotros depende adelantar o retardar la hora de llegada. Porque, cuando cegados por las ilusiones que cual espejismos se presentan en cada una de las vidas humanas, o por las pasiones que inducen a cometer errores causantes de dolor; retardamos la llegada a esa meta: la perfección.
Tengamos presente, que la vida, aunque humana en el plano físico, es espiritual en su objetivo. Y que, progresar es una necesidad impuesta por la ley de evolución para elevar el Espíritu a las cumbres del amor y del poder. Y que nadie puede detener nuestro progreso más que nosotros mismos, al olvidarnos del verdadero objeto de la vida humana y su realización.
Toda manifestación de vida visible e invisible está regida por leyes, algunas de las cuales recién los humanos comenzamos a descubrir. Y entre las grandes leyes universales, existe una ley que está inmanente en la naturaleza misma del ser humano en sus tres aspectos: espiritual, psíquico y físico. Y esta ley es divulgada con diversas denominaciones, según las diversas doctrinas y escuelas, como: Ley de Causa y Efecto, Ley de Causalidad, Ley de Consecuencias, Ley del Karma, Ley del Retorno, Ley de Acción y Reacción, etc.
Aún cuando está bastante ampliamente explicado este concepto de verdad, esta ley, en el libro "Tres Enfoques sobre la Reencarnación", deseo llevar a vuestro conocimiento algunas reflexiones adicionales, para comprender mejor esa ley y su relación con la ley de los renacimientos o reencarnación de las almas.
Si analizamos y meditamos sobre el origen de algunos de los múltiples aspectos que componen nuestra vida humana en el momento en que vivimos, podremos apreciar que los mismos son consecuenciales de nuestras actuaciones o pensamientos y sentimientos. Dicho de otro modo, nuestra actitud frente a la vida. De aquí, la denominamos más indicada para la mentalidad de nuestro pueblo como Ley de Consecuencias, ya que todo aspecto de la vida es consecuencial de fuerzas precedentes: ya espirituales y psíquicas, ya físicas.
Nuestra vida actual, con sus vicisitudes adversas o favorables, es la consecuencia de nuestras previas actuaciones en el pasado y aún en el presente. Cuando el ser humano comprenda el fundamento y admita la verdad de esta ley, toda la estructura social sufrirá una completa transformación.
Como nuestro mundo ha sido hasta ahora un mundo de barbarie y por ende de sufrimientos para la gran mayoría humana, se ha llegado a admitir que los diversos aspectos dolorosos de la vida, son castigos de Dios. Necesario es arrancar de la mente ese concepto humano carente de verdad, establecido en épocas de oscurantismo. Y carece de verdad porque, siendo Dios amor infinito no puede caber en Su Naturaleza divina la menor idea de venganza ni castigo, que son sentimientos humanos propios de seres de poca evolución. Dios, Amor y Sabiduría máxima del Universo todo, no anota ni clasifica los errores y maldades practicadas por Sus hijos, ni tampoco concede condecoraciones a aquellos que le hacen objeto de adoración. Como ha sido explicado en la lección nº 3 de este curso, El trasciende y se manifiesta vibratoriamente en toda Su creación, por medio de leyes sabias y justas, que actúan siempre en beneficio de sus hijos, aún cuando en nuestra ignorancia humana no podamos apreciarlo. Y esta ley de consecuencias o causa y efecto es la encargada de esta función. Hemos de conocer que esta ley de consecuencia o causa y efecto, es una ley de reajuste en lo moral, que tiende a restablecer el equilibrio trastornado en toda acción de mal. Y en el restablecimiento de ese equilibrio, devuelve el mal causado al mismo punto de origen, a la persona o personas que lo hayan producido. Aquí no hay castigo, aquí no hay venganza; hay cosecha de la siembra. La siembra es voluntaria, pero la cosecha es obligatoria. Aquí actúa la ley. Y no actúa solo devolviendo el mal causado, sino que también nos devuelve el bien realizado con amor. De ahí que las filosofías hindúes denominan a esa ley cósmica, Ley del Retorno.
Esas vidas de dolor, que algunos de vosotros conoceréis, son una demostración fehaciente de esta ley de la Vida. Son condiciones humanas consecuenciales de hechos del pasado, de un pasado de errores causantes de sufrimientos los cuales han ido generando un magnetismo morbo-psíquico que ha impregnado esas almas; y el cual tiene que ser depurado. Y cuando esta depuración no es efectuada voluntariamente en la práctica del bien con amor, el dolor cumple esa función. En el mundo de hoy, al igual que en el de ayer, pueden apreciarse los actos de maldad efectuados como consecuencia de las pasiones humanas, por seres ignorantes de las leyes de la Vida, debido a una educación deficiente. Y con esos actos de maldad, están generando y acumulando en su alma un magnetismo morboso, causante de dolor futuro, al tener esa alma que drenar ese magnetismo del etéreo a través de la carne.
Necesario es grabar bien en nuestra mente, que esta ley actúa siempre en nuestro beneficio, en el sentido transcendente-espiritual, y siempre para nuestro bien, aún cuando en ciertos aspectos resulte humanamente desagradable. Es una ley divina para el progreso espiritual, actuando como rectificadora del desvío psíquico peligroso; ayudando al Espíritu a reencontrar el venturoso curso de su ascensión, cuando despreocupado se deja desviar por caminos equivocados.
Como para algunos de vosotros pueda esto parecer un tanto ilógico, observemos lo que hace una buena madre, que ama a su hijo y se desvela por su propio bien y porvenir, cuando éste se desvía. ¿Acaso no le corrige y trata de llevarle al buen camino? Análogamente, así actúa por amor nuestra Madre Cósmica, por medio de Sus leyes. Sí, por amor y solamente por amor que, en nuestra ignorancia humana todavía no comprendemos.
Por lo expuesto podremos apreciar fácilmente que esta ley divina no actúa solamente para corregir por medio del dolor como devolución del dolor o sufrimiento causado a otros; ya que siendo esta ley parte integrante de la Ley del Amor, nos devuelve igualmente lo que con amor hayamos realizado. Sí, exactamente así es. ¿Acaso no vemos también casos de vidas o personas consideradas afortunadas, a quienes la felicidad acompaña? Son seres que, con sus actuaciones de bien en otras vidas, han creado causas benéficas cuyos efectos están reco-giendo. Porque, todos recogeremos la cosecha de nuestra siembra actual. Si sembramos la semilla del amor en la práctica del bien, en las múltiples modalidades y oportunidades que la vida ofrece; recogeremos el fruto dulce de la felicidad. Si por el contrario, sembramos la semilla del mal en cualesquiera de sus aspectos erróneos, recogeremos el fruto amargo del dolor. Esa es la Ley. Ley sabia y justa que nos devuelve, en su momento, el producto de nuestra siembra. Esto no lo pongáis en duda, ni por un momento. Tened presente este aforismo: La siembra es voluntaria, la cosecha es obligatoria. De esto se desprende: quien desee cosechar felicidad futura, debe comenzar desde ahora la siembra del amor en la práctica del bien.
Si todos los humanos conociesen esta ley de la Vida, pudiendo apreciar de antemano o conocer los efectos futuros de toda acción ruin y de maldad, podéis tener la certeza que no las cometerían. Y nuestro mundo no sería lo que es: un mundo de desorden, de rapiña y de dolor, generadoras estas condiciones sociales de una desarmonía psíquica ambiental, que incide en las mentes de nuestra juventud, con los riesgos que es de suponer.De aquí la necesidad del conocimiento verdadero. Necesario es llevar a las gentes, de inmediato, el conocimiento de esta ley universal. Y en una modalidad razonada, hacerles ver la responsabilidad de sus actos; porque, la grandísima mayoría es ignorante de las consecuencias de sus acciones de maldad o sentimientos ruines generados por las bajas pasiones. Y también, a aquellos que viven engañados con promesas que no pueden ser cumplidas.
Debemos enseñar a las gentes, llevar a su comprensión que todo sentimiento ruin y toda acción de maldad; volverán al mismo que mantenga esos sentimientos y cometa acciones de maldad, con todo el daño que hayan causado. Y volverá más temprano o más tarde, ya en la vida presente, ya en la vida futura. Y así mismo, todo el bien que se haga, no se pierde aunque no se reciba de inmediato. La Ley que es amor, lo devolverá aumentado: en la vida presente y en vidas futuras. Porque, siendo el Espíritu el mismo, en las diversas personalidades, todas las vidas del Espíritu son solidariamente responsable entre sí.
La Ley de Causa y Efecto está implícita en la Ley del Amor. Y esta última, que es la máxima expresión de la Grandiosidad Cósmica, ¡DIOS!, puede, en ciertos casos, modificar el efecto sin desvirtuar la Ley de Causa y Efecto. Y una prueba de ello nos la dan las sanaciones (denominadas milagros) del Mesías que, actuando con amor sobre las facultades psíquicas sanadoras, modificaba los efectos kármicos, expiatorios, de los múltiples casos que a su paso le presentaban. Y aún hoy día, casos de sanaciones sorprendentes están siendo efectuadas en diversas partes de nuestro mundo; lo que nos indica la verdad de lo expuesto.
Hasta donde nos es enseñado, con estas sanaciones obtenemos un nuevo plazo para el pago voluntario de las causas de tales efectos; de modo que, si voluntariamente el afectado no modifica su conducta haciendo oídos sordos a la "voz" de su conciencia, el mal reaparecerá de nuevo en una vida siguiente, y a veces en la presente.
Todo lo expuesto nos lleva a la conclusión de que la vida que tenemos, las vicisitudes por las cuales hemos pasado y estamos pasando, son las que nos corresponden en la presente encarnación, y son consecuenciales de nuestras actuaciones en el pasado.
No obstante, aquellos que tenéis una vida difícil o familiares difíciles, no os desaniméis, no os desaniméis nunca; porque, aún cuando os corresponda como consecuencia de las actuaciones de un pasado que ignoráis, o de compromisos hechos antes de encarnar para ayudar en la evolución de esos seres que como humanos puedan seros motivo de mortificación; podréis superar esos aspectos si os proponéis firmemente. Sí, podréis superarlos, siempre que no os rebeléis; porque, si os rebeláis, además de amargar vuestra vida presente haciéndola más difícil, os impediría la superación de esas circunstancias humanamente adversas que muchas veces son pruebas para fortalecer el Espíritu. Y no superar las vicisitudes adversas de la vida, os obligaría a enfrentarlas en la siguiente encarnación.
Tened siempre presente que, nadie pasaría por vicisitudes, por adversas que sean, si no estuviera espiritualmente capacitado para superarlas. Es ley divina. Lo que acontece es que a los humanos nos gustan las cosas fáciles; y cuando algún aspecto de la vida requiere esfuerzo o sacrificio... nos resistimos, prefiriendo el comodismo que tiende a anularnos, retrasando nuestra evolución. Y tomamos esta actitud desacertada con harta frecuencia, por desconocimiento de los grandes recursos internos que nuestro espíritu contiene, y los cuales debemos poner en acción. Cuando ponemos en acción nuestras fuerzas internas, no hay nada ni nadie que pueda vencernos, ya que esa actitud de fortaleza desarrolla una energía y atrae fuerzas del espacio que fortalecen el Espíritu para resistir y vencer las vicisitudes y pruebas por las cuales tengamos que pasar.
Vibración es una manifestación de energía emitida por los diversos aspectos de todo cuanto existe en el Universo, ya que nada está en reposo absoluto, sino en movimiento constante, según la misma ciencia moderna va comprobando en cada nuevo descubrimiento. Por ello, todo el Universo es vibración en diversos grados, como diversos y múltiples son los aspectos: desde el átomo, molécula, célula, de los diversos organismos que vibran constantemente en consonancia con su naturaleza y función; hasta todos los mundos del Cosmos infinito, cuya vibración varía y está también en concordancia con su estado evolutivo. Así también, todo lo que emana de la mente y el alma de las personas, es vibración: pensamientos e ideas, sentimientos, deseos y palabras.
Por ello, podemos afirmar que estamos inmersos en un océano de vibraciones, al igual que los peces están inmersos en el agua sin que se percaten de ello, ya que ése es su ambiente en el cual nacieron y viven. Así mismo acontece con nosotros los humanos, y tan sólo percibimos algunas vibraciones, como son las vibraciones sonoras, las vibraciones u ondas luminosas, las caloríferas y las sísmicas; que son vibraciones físicas, por las cuales el Espíritu encarnado entra en contacto con el mundo físico en el que tiene que actuar para realizarse.
Como habéis podido apreciar en el estudio de la lección 5 y lección 9, todo cuanto existe, aún en sus formas más ínfimas, tiene vida. Y todo lo que tiene vida, vibra en el grado de su desarrollo y evolución. Por ello, podemos afirmar que todo vibra, que todo está en constante vibración y transformación. Vibran las plantas vegetales y perciben también la vibración de los humanos, igualmente que los animales; vibran las piedras y las diversas formas minerales, ya que las diversas clases de átomos de que están compuestas las sustancias minerales también vibran (ya la ciencia de la física ha comprobado que el átomo está en constante movimiento y vibración). Vibra el ser humano por medio de sus pensamientos y sentimientos, y vibran las células de su organismo porque tienen vida propia. Y algo que es necesario conocer y retener en la memoria para no dañar el propio organismo, es que, todas las células del organismo humano son sensibles a las vibraciones pensamiento-sentimiento que el ser humano emite constantemente, comunicando estos la tonalidad buena o mala de que están impregnados, afectando el funcionamiento de los diversos órganos del cuerpo.
De aquí que, cada sentimiento de enemistad, rencor, malquerencia, etc.; cada emoción pasional; cada pensamiento ruin; es un elemento morboso cuya reiterada acción acaba por determinar una dolencia orgánica.
Cada reino de la Naturaleza tiene su vibración propia; pero, dentro de cada uno de los reinos de vida manifestada, la intensidad de vibración varía según el grado de desarrollo alcanzado. Así, el ser humano que en nuestro planeta Tierra es la manifestación de vida más desarrollada, sus vibraciones son más intensas. Pero, no todos los seres humanos tienen igual intensidad de vibración; pues ella varía mucho según el grado de evolución alcanzado de cada cual.
Como sabemos ya, la personalidad humana se compone de: Espíritu, alma y cuerpo físico; y cada una de esas partes de la personalidad tiene diferente grado de vibración. La vibración del Espíritu es muy intensa y rápida, más intensa cuanto más evolucionado; la vibración del alma o cuerpo psíquico, es ya bien menos intensa; y la del cuerpo físico es lenta, muy lenta, porque éste es un reductor de vibraciones para adaptar la personalidad (manifestación del Espíritu en el plano físico) a las vibraciones densas de este plano en el que le corresponde actuar. Todo espíritu encarnado respira en una zona de vibraciones muy lentas, envuelto como está en un vehículo constituido por trillones de células, que son otras tantas vidas microscópicas inferiores de baja vibración.
Las vibraciones humanas pueden ser positivas o negativas. Las positivas, son benéficas; las negativas son maléficas. Toda manifestación de vida, en sus etapas o reinos de la Naturaleza (mineral, vegetal y animal), son positivas; porque están dentro de la vibración de su especie, sin voluntad ni discernimiento propio, actuando dentro de la ley de su especie. Pero, ya en la etapa humana, el hombre tiene discernimiento y libre albedrío, y por ende libertad para actuar dentro o fuera de la ley. Y cuando actúa dentro de la Ley (que es el bien), su vibración es positiva, y cuando fuera de la Ley, su vibración es negativa.
Sabido es que toda acción es consecuencia de un deseo, sentimiento o pensamiento. Tres aspectos que se unen y llevan a la acción. Y de acuerdo con la naturaleza buena o mala (positiva o negativa) de los mismos, así serán de positivas o negativas las vibraciones emanadas del individuo, que son energía psíquica benéfica o maléfica, que alcanzará el punto hacia donde haya sido dirigida. Por ello, muy necesario es, tener cuidado de los sentimientos, pensamientos y deseos, así como del control de las emociones ante palabras o hechos que desagraden o puedan mortificar, a fin de no caer en el peligro de reaccionar negativamente hacia alguien. Pues, como sabéis ya por el estudio de la lección anterior, somos responsables de las consecuencias.
Sumamente necesario es para la paz mental y emocional, aprender a adoptar una actitud prudente de comprensión ante hechos desagradables o mortificantes, vibrando en amor, en deseos de bien, hacia quienes pretendan ofenderos o haceros daños; para que, esos estados o vibraciones negativas no os alcancen. Esto es importante. Y no es tan difícil si os empeñáis en ello, si os proponéis a ello con firmeza. Y de ese modo, no tan solo contrarrestaréis la fuerza de las vibraciones negativas que intenten mortificaros, heriros o perjudicaros, sino que de este modo fortaleceréis vuestro espíritu, lo que os proporcionará una intensa felicidad.
La Ley de vibración contiene en sí una fuerza de atracción hacia toda manifestación de energía análoga y semejante. Por ello, podemos considerar que en esa ley de vibración están comprendidas ciertas fuerzas de atracción, por afinidad; ya que demostrado está en el campo de la física y de la química, y del psiquismo, que cada cosa atrae a sus semejantes.
Así como en el campo de la física de la química y de la biología cada cosa atrae a su semejante, en el orden psíquico y espiritual rige la misma ley: Ley de Atracción por afinidad.
Toda persona medianamente observadora notará que en las relaciones humanas siente atracción hacia ciertas personas y repulsión hacia otras. Ello se debe a que, en el primer caso, hay un cierto grado de afinidad, por lo que se establece una corriente vibratoria de atracción y simpatía, o sea que vibran en una misma o análoga sintonía vibratoria: no así en el segundo. En el primero se atraen, en el segundo se repelen.
Y esto es ley en todos los aspectos de vida manifestada, conocida como Ley de Atracción y Ley de Afinidad. Lo semejante se atrae, lo desemejante se repele. Esto nos aclara ese enigma de las simpatías y antipatías.
Necesario es tener bien presente que, cuando pensamos estamos vibrando, estamos emitiendo ondas-pensamiento, que son tan reales como las ondas eléctricas, las ondas de luz, sonido y otras; y que esas vibraciones tienen una fuerza de atracción hacia nosotros, de aquello que pensamos, sentimos y deseamos. Por ello, muy necesario es vigilar nuestros deseos, sentimientos y pensamientos.
Cada persona va conformando su vibración peculiar. Los sentimientos, pensamientos y deseos de cada persona, van conformando su vibración característica y que, por ley de atracción y por afinidad, atrae hacia sí vibraciones análogas que intensifican y acrecientan la propia vibración o sintonía vibratoria. Así mismo, cada grupo familiar, cada agrupación humana, cada pueblo y nación va conformando la vibración o sintonía vibratoria en concordancia con las actuaciones del conjunto, resultantes de sus deseos, sentimientos y pensamientos, y que conforman sus características.
Así, conociendo este principio o concepto de verdad, contenido en esta Ley de Vibración, llegaremos a la conclusión de la necesidad de vigilar nuestros deseos, sentimientos y pensamientos que, como vais conociendo, son vibraciones con un alto grado de atracción por afinidad. Y cuando una persona siente deseos no dignos o alimenta sentimientos ruines, está atrayendo (por afinidad) otras vibraciones similares emanadas de seres del mal, está atrayendo hacia sí entidades negativas que presionarán sobre su mente humana, induciendo a cometer errores y acciones de mal. Y con esa conducta practicada por muchas personas ignorantes de las leyes de la Vida, van uniéndose a esas fuerzas negativas invisibles que, al pasar al Más Allá, sin protección, caen víctimas de esas fuerzas malignas (los demonios a que se refieren algunas iglesias) con los consiguientes tormentos y atraso evolutivo.
El desconocimiento de estas y otras verdades es el que ha llevado a la humanidad al estado de desarmonía y desorden en que se haya. De suma importancia es mantenerse en una tónica vibratoria de sentimientos, pensamientos y deseos puros de amor hacia todos y hacia todo; ya que esta sintonía vibratoria ayudará a establecer contacto con los Reinos Espirituales, Superiores de armonía y felicidad, porque vibran en amor.
Además, atraerá a nosotros el amor y afecto de los demás y de personas vibrando en la misma sintonía, todo lo cual contribuirá a hacernos la vida humana más agradable y a un más rápido progreso y evolución.
Si entre tus familiares o compañeros de trabajo, o entre tus vecinos hay alguno que te molesta o que te hace daño; perdónalo. Es su atraso evolutivo que le hace actuar así. Perdona siempre.
No te enfades con él o ella porque te haces daño a ti mismo.
Ese ser necesita Luz, ayúdale.
A diario vemos personas con una tendencia bien marcada hacia la práctica del bien, así como otras personas inclinadas al mal. Y en los tiempos actuales podemos apreciar ya la existencia de organizaciones humanas orientadas hacia el bien, pero también organizaciones humanas orientadas hacia el mal en los diversos y lamentables aspectos; por lo que, algunas personas, juzgando por las apariencias, creen que el mal existe y que es algo esencialmente negativo. Sin embargo, el mal no es más que una consecuencia, un efecto de las actuaciones del ser humano (encarnado y desencarnado) haciendo uso de su libertad. Y en el curso de esta lección, será explicada brevemente la influencia y acción de los seres del mal (desencarnados) y como se contrarrestan.
Como ya conocemos, el Universo todo está regido por leyes sabias y justas. Leyes emanadas de la Sabiduría Cósmica, en un funcionamiento perfecto para el progreso y felicidad de todo lo creado. Y siendo el mal contrario al progreso y a la felicidad, la más elemental lógica nos lleva a la conclusión que el mal no es creación de Dios, sino de los hombres. Luego, el mal no tiene existencia propia sino resultado de la acción del hombre en el uso de su libertad. El bien, es la manifestación de la Ley del Amor. El mal es el efecto de la transmutación de la vibración positiva en negativa, cuando el individuo, desoyendo la "voz de la conciencia" (que es la llamada del Espíritu), se deja dominar por alguna pasión que le obceca y le torna intransigente, o por el egoísmo y ambición económica y de poder, que llegan a turbar la razón.
¡Cuántos se enredan en los caminos del mal, llevados por una ambición material que acaso les dé lo que anhelan; pero, perturbando su paz interna que vale más que la riqueza material, hipotecando la felicidad de vidas futuras!.
Otros, en su ambición de autoridad, sacrifican su propia conciencia y dignidad, prestándose para abusos de autoridad, creando con ello destinos futuros de dolor.
Ciertas mentalidades miopes que solo buscan el dinero y posesión de bienes materiales a cualquier precio, sin percatarse que van creando en su psiquismo una desarmonía vibratoria que les arrastrará irremisiblemente a la frustración. Y lo curioso es que no se percatan de ello hasta que han caído en ese estado, cuyos síntomas primeros son: el tedio, hastío y aburrimiento (que tratan de disiparlo en las diversiones) hasta caer en la ansiedad y desesperación. Porque, la riqueza material por sí sola, es incapaz de crear felicidad. Sólo el bien, en sentimiento y acción, puede generar felicidad. La ambición humana va creando para sí destinos de dolor en sus acciones de mal, efectuadas en su ceguera psíquica. La ambición, el orgullo y el amor propio, dominan a muchos y no les deja ver el precipicio de la frustración hacia el cual se encaminan inconscientemente.
Aquellos que, cegados por una pasión hacen sufrir o en algún modo hacen daño a sus semejantes, están creando y alimentando inconscientemente unas fuerzas que actuarán contra ellos mismos en el futuro, pasando por el sufrimiento y daño causado.Aquellos que, para imponer su conveniencia o capricho pisotean la dignidad y los derechos de los más débiles, serán a su vez pisoteados. Aquellos que, para obtener un beneficio económico o posición, engañen o perjudiquen a los demás; están engañándose y perjudicándose a sí mismos.
Y de estas reflexiones fundamentadas en la Ley de Consecuencias o Causa y Efecto, podéis sacar conclusiones en los varios otros aspectos de la vida.
La práctica del mal es el mayor error que el ser humano pueda cometer. Y dado el primer paso en el camino del mal, se desciende rápidamente en la pendiente de ese camino, en el que medra el vicio y el crimen. Es en el comienzo cuando se debe reflexionar, antes de continuar descendiendo y caer en la perversidad.
Y, ¿por qué las gentes practican el mal? Sencillamente, por ignorancia, por desconocimiento de las consecuencias. Por tanto, es necesario llevar a las gentes el conocimiento de estos conceptos de verdad, y con ello estaremos contribuyendo a reducir el sufrimiento (al contribuir a evitar las causas), así como a la felicidad de esas gentes.
Cierto es que no todos os escucharán, ya que hay personas que en su ceguera mental y en su atraso evolutivo, no ven el sol de la verdad, y suelen resistirse a todo aquello que les aparte del fango en que se hallan. Para esos hablará el dolor.
No obstante, si lleváis a la comprensión de las gentes que toda acción de mal recaerá sobre el mismo que la haga, puede que en el momento os parezca que no le dan importancia; pero, esa verdad, ese concepto de verdad dado con amor, irá repitiéndose en su mente y rendirá su efecto.
No os dejéis engañar por la pasividad y el comodismo, que son fuerzas psíquicas frenadoras de las realizaciones e impedimento del progreso espiritual.
Nada ni nadie puede apartarnos del camino del bien, si estamos firmemente determinados a transitar por él. Las circunstancias y las fuerzas del mal pueden llegar a ejercer presión sobre nosotros, incidiendo en nuestras debilidades; pero, si recurrimos a nuestro poder interno y lo ponemos en acción, seremos invencibles. Haciendo uso del libre albedrío, podremos crear el deseo y éste mueve la voluntad que lleva a las realizaciones.
Nadie da ni quita la paz del Espíritu, pues ella se gana o se pierde en el camino elegido: hacia el bien o hacia el mal. Tenemos el libre albedrío, esa libertad de acción que, por sí sola nos refleja la sabiduría de las leyes divinas. De como la apliquemos, atraeremos hacia nosotros la felicidad o la infelicidad, nos elevaremos o nos hundiremos.
Hemos de considerar que, en las fases inferiores de la etapa humana, en la "infancia" espiritual, el Espíritu carente aún de las experiencias necesarias, es arrastrado por el egoísmo e inconscientemente cae en el mal; como podemos apreciar fácilmente en ciertos sectores de nuestro conglomerado humano. No obstante, al cabo de muchas y muchas vidas de error, el Espíritu va despertando y desarrollando sus facultades, va aprendiendo por medio de las vidas de dolor que el mal no debe practicarse. Y en cada nueva encarnación viene determinado a corregirse y vencer las tendencias que le han venido arrastrando al mal. Pero, inmerso de nuevo en la carne, pierde el recuerdo de su compromiso. No obstante, en un grado de intensidad mayor o menor, según sea el progreso alcanzado, el Espíritu manifiesta por medio de sensaciones que denominamos "voz de la conciencia", su deseo de superación contra las atracciones y circunstancias del medio ambiente. Y muchos espíritus bien intencionados sucumben de nuevo, por no sobreponerse a las atracciones que sobre su personalidad ejerce el medio ambiente y las circunstancias.
La práctica del bien es el camino más seguro para nuestra redención. Pero, para que ese bien sea fructífero, hemos de hacerlo con amor, desechando toda idea de retribución, ni siquiera la de agradecimiento, y con ello evitaremos las desilusiones y las amarguras de la ingratitud. Toda acción de bien debe ser realizada con amor sentido, o al menos con deseo de hacer el bien por el bien mismo, con lo cual el alma va sutilizándose para permitir al Espíritu continuar su ascensión.
La práctica del bien es la que nos permitirá el rescate voluntario de nuestros hechos delictivos en el pasado. El mayor criminal puede abreviar largos años de sufrimiento que le correspondería por sus maldades, entregándose a la tarea del rescate, a través del servicio fraterno y benéfico a sus semejantes. Todos hemos cometido errores más o menos graves, todos somos deudores ante la Ley, por errores incurridos voluntariamente o arrastrados por las circunstancias. Y la práctica del bien es nuestra puerta de salvación.
Debido a que son muchos los humanos que hacen daño a otros, que actúan en el mal, presionados y obsesionados por las fuerzas negativas del astral inferior, o seres del mal desencarnados, necesario es hacer una breve aclaración:
Libre albedrío.- Como vamos conociendo, el fin primordial de la vida humana y de toda la creación, es progresar, evolucionar. Y a tal fin están orientadas las leyes divinas. Y entre éstas, está la ley de la libertad o del libre albedrío, que concede al ser humano la facultad de tomar sus propias decisiones y realizarlas, de modo que el Ser o Espíritu sea el forjador de sus destinos.
El Libre albedrío es el derecho que nos otorgan las leyes divinas para dirigir nuestra propia vida, en el ejercicio de la libertad de acción. Pero, con ello, adquirimos también la responsabilidad del uso que de él hagamos. Podemos escoger el camino del bien o del mal, tenemos libertad para ello; pero responsables somos de los resultados. Si tomamos el camino del mal en vez del camino del bien, tendremos que afrontar las consecuencias dolorosas que la práctica del mal genera. Esa es la Ley, y de la cual no podemos escapar, porque está inmanente en nosotros mismos.
Quien transite por el camino del bien, percibe una paz y armonía que hacen agradable la vida, y ayuda a superar las vicisitudes adversas que, para el desarrollo de las facultades del Espíritu, se nos presentan; con lo cual se engrandece y asciende. En cambio, si abusa de este derecho y se aparta libremente del camino del bien y del amor, practicando el mal, desarmoniza su vida y comienza a descender hacia los abismos de la desesperación y del dolor, retardando su ascenso espiritual. El libre albedrío es relativo, tiene sus limitaciones. Está condicionado al grado de evolución alcanzado. Por ello, la responsabilidad es progresiva. Así, a mayor conocimiento y sabiduría, mayor responsabilidad por su mayor capacidad de acción.
De todo lo expuesto puede decirse fácilmente que el mal no tiene existencia propia, sino como acción del hombre que, en su ignorancia, se desvía del camino del bien. El bien es la ley. El mal es la oposición a la ley. El bien sentido y practicado protege de las influencias de las fuerzas negativas, de las entidades maléficas, y va generando las condiciones creadoras de felicidad, mientras que el mal, atrae a las fuerzas negativas y va generando las condiciones causantes de infelicidad y dolor.
Necesario es borrar de la mente ese concepto, carente de verdad, de que el dolor humano es un castigo de Dios, como algunas gentes en su ignorancia así lo suponen; sino que es consecuencial, es la reacción de las energías psíquicas y aún biológicas desequilibradas por nosotros mismos, con nuestras actuaciones contrarias a las leyes que rigen la Vida en sus aspectos: físico, psíquico y espiritual.
El dolor y sufrimiento humano pueden ser: físico, psíquico y espiritual.
Son físicos, cuando se reflejan en el cuerpo físico, como dolencias y enfermedades, cuyas causas pueden corresponder a hábitos de vida antinatural, en la alimentación, excesos, vicios y por estados afectivos desarmónicos. Según está ya comprobado por la ciencia médica, los hábitos degradantes ocasionan dolencias y enfermedades por el debilitamiento de las energías del propio organismo.
Son psíquicos esos estados anormales considerados como neurosis, psicosis en manifestación diversa, así como psicopatías en diversos grados; resultando, en su gran parte, de las tensiones emocionales, sentimientos de índole inferior, o de actitud mental desacertada frente a la vida, así como deseos de baja naturaleza.
Y son sufrimientos espirituales, las sensaciones de reproche y acusación que el Espíritu manifiesta en la persona, conocidos con esa frase: "La conciencia acusa". Resultante de la debilidad del Espíritu ante los requerimientos negativos que hacen el egoísmo, la ambición, el rencor, la concupiscencia, etc. Sensaciones y reproches que no pueden ser acallados con las diversiones ni placeres pasajeros; llegando en ciertos casos a la desesperación.
El dolor, en sus comienzos con diversos síntomas o aspectos, es una llamada de atención a la ley violada, llamada que el ser humano recibe a fin de que pueda atender su amenazada salud física, psíquica o espiritual, y buscar las causas. Y cuando se desatiende esa llamada, el dolor se intensifica.
Las leyes que rigen la Vida, en sus tres aspectos: físico, psíquico y espiritual, están concebidas por la Sabiduría Cósmica dentro de un plan perfecto para un funcionamiento perfecto. Pero, los humanos en su acendrado egoísmo y ambiciones, o dominados por las pasiones, o en la búsqueda de los placeres; han ido adquiriendo hábitos contrarios a esas leyes. Y como consecuencia, reciben la reacción de las mismas, en forma de dolencias y enfermedades, así como trastornos psíquicos en diverso modo.
Desde tiempo inmemorial, el hombre, en su egoísmo, no se preocupó por el dolor que ocasionaba a los demás, buscando satisfacer sus ambiciones; ni pensó en el mal que se hacía a sí mismo, transformando en aparentes placeres sus necesidades de vida; placeres que pronto se transformaron en vicios que le dominaron, debilitando su cuerpo y su alma. Y así, ha venido creando hábitos de placeres morbosos en la alimentación y excesos sexuales que van agotando las energías, restando posibilidades de acción al Espíritu que, a través de la materia -su cuerpo físico- debe trabajar y experimentar en la Tierra para su progreso.
Sabemos ya que toda acción buena o mala que el ser humano realiza, crea una vibración que a él queda unida. Y como el hombre ha venido transitando por los caminos del egoísmo, engaños y falsedades, haciendo sufrir a sus semejantes; la Ley le devuelve, tarde o temprano, el sufrimiento y dolor que haya ocasionado o deseado ocasionar; para que aprenda a vivir dentro de la Ley del Amor, único modo de liberarse del dolor.
Si por negligencia o egoísmo, causamos sufrimiento o pérdidas a otras personas, la Ley de Consecuencias nos traerá fatalmente condiciones semejantes en fechas posteriores. Y no es que en ello haya castigo alguno de la Divinidad, no; sino que, con nuestra acción de mal hemos violado la Ley, y consecuencialmente la Ley nos lo devolverá.
La idea del castigo de Dios es incongruente con el concepto de un Dios infinitamente bueno. Inadmisible a la razón es el concepto de un Dios castigador, mientras que por otro lado, nos manda perdonar las ofensas, por la voz de Sus enviados, los mesías. Por ello, necesario es desechar tal concepto, y grabar bien en la mente que, las desventuras humanas son la consecuencia de sus propias actuaciones en el pasado, son la cosecha de la siembra. Dios es Amor, aun cuando en nuestra limitada capacidad intelectiva no seamos capaces de comprenderlo. Grabad bien en vuestra mente que, los dolores humanos son consecuencia de los errores humanos, cometidos en una u otra de las vidas sucesivas que el Espíritu inmortal vive, hasta conquistar la purificación que le da derecho a alcanzar los reinos de felicidad sublime que el Dios-Amor ofrece a sus criaturas.
Y para ello, el Amor Divino nos da tantas vidas humanas como necesitemos, para reparar el daño causado. Nadie tiene poder para perdonar las faltas de otro. Sino que, existe la ley justa de: a cada cual según sus obras, que se manifiesta y manifestará siempre a través de las vidas humanas del Espíritu inmortal. Quien haga daño, recibirá daño; quien cause dolor, recibirá dolor; a menos que repare el daño causado. Dicho de otro modo: toda transgresión a las leyes divinas, leyes de la Vida, oscurece y densifica el alma humana. Y solamente el dolor o la práctica del bien con amor sentido, aclara y sutiliza, purificando ese alma para la ascensión.
¿Por qué sostenemos que la práctica del bien, con amor, purifica también el alma humana? Porque, como ha sido expuesto en la lección 6, cuando practicamos el bien, con amor, estamos vibrando en esa sintonía y uniéndonos vibratoriamente a esa fuerza Cósmica Purificadora, Ley del Amor, que actúa en armonía con la Ley de Consecuencias.
Debéis conocer que, la Ley del Amor es tan poderosa, que puede modificar el efecto, la consecuencia de la transgresión, sin desvirtuar la Ley.
Mirando el dolor desde otro ángulo, en su aspecto transcendente, podremos apreciar otras funciones benéficas, aunque no comprendidas por las gentes, debido a una educación deficiente; como son: ablandar la dureza del alma en algunas personas soberbias, orgullosas y dominantes. Por ello, ciertas vicisitudes, consideradas desgracias, así como las enfermedades incurables, son benefactoras, aun cuando no aceptadas humanamente.Y en nuestra ceguera, los humanos maldecimos nuestras existencias oscuras, monótonas y dolorosas; pero, cuando levantamos la mirada por encima de los horizontes limitados de la vida terrenal, cuando llegamos a comprender el verdadero motivo de la vida humana, entonces vemos con claridad que esas vidas son indispensables para dominar el orgullo y doblegar la soberbia (tan común en nuestra humanidad) y someternos a la disciplina moral evangélica, sin la cual no hay progreso espiritual.
Todos se resisten a aceptar el dolor, por desconocimiento de su acción depuradora sobre el alma; y sólo llegamos a comprender su utilidad, después que hemos abandonado el mundo físico, donde el dolor ejerce su imperio. Sin embargo, en el crisol del dolor es donde se forjan las almas grandes; ya que la acción del dolor depura el magnetismo mórbido generado por los apetitos groseros, los vicios, los sentimientos y acciones de mal realizadas por egoísmo, orgullo o dominados por las pasiones.
Debemos evitar todo lamento de nuestras propias dolencias, de nuestras propias desventuras. El lamento aumenta la sensación de la dolencia y no ayuda, en absoluto, a superar las desventuras; antes al contrario, el lamento o lamentaciones hacen que las desventuras y vicisitudes adversas, cuales sean, nos parezcan mayores e insuperables, ya que esa actitud debilita las fuerzas necesarias para superarlas.
En todo momento difícil, no cometamos el error de rebelarnos. Jamás demos cabida en nosotros a la rebeldía ante el dolor o vicisitudes adversas; porque, de ese modo nada resolvemos. Aceptemos, sin lamentaciones, como algo que debe correspondernos; pero, no pasivamente, sino que, con calma, con la mayor calma posible, buscar el modo y manera de superar esos aspectos, despertando las fuerzas internas existentes en todo individuo. Tened presente que, nadie pasa por vicisitudes y desventuras que por ley no le correspondan, ni que carezca de los medios y fuerzas internas para superarlos. Esa es la Ley. Por ello, rebelarse, es absurdo. A más que, toda rebeldía, impide el proceso depurativo que el dolor efectúa en el alma humana.
Todos los aspectos considerados adversos o desventuras, son necesarios para desarrollar las facultades del Espíritu, que es la realidad; pues, nosotros como personas, no somos la realidad, sino la manifestación de la realidad espiritual en su actuación en el plano físico. Tengamos siempre presente que el objeto de la vida o vidas humanas, es el progreso del Espíritu; y que las vicisitudes de la vida, son necesarias para adquirir las experiencias; experiencias que debemos aprovechar para ese progreso, que nos liberará del dolor.
De acuerdo con el programa de este curso, daremos a conocer algunos aspectos del cuerpo psíquico o astral, que actúa de unión o factor intermedio entre el Espíritu y el cuerpo físico, para la manifestación del primero en el plano físico. Pues, dada la intensidad vibratoria del Espíritu, éste no puede manifestarse directamente en el plano físico, donde debe actuar para su evolución. Por ello, tiene que valerse de cuerpos intermedios, que el mismo Espíritu conforma de la substancia astral con el poder de su mente. Dicho de otro modo, el Espíritu o Ego superior, es incapaz de recibir directamente las vibraciones del mundo físico; por lo que necesita las envolturas intermedias, o que forman lo que conocemos como alma humana.
Y esa alma humana o cuerpo astral, que actúa como fuerza
cohesiva de la estructura orgánica compuesta por trillones de células,
recibiendo del Espíritu la energía necesaria; tiene la misma
forma y configuración del cuerpo físico. Comprende en sí
dos aspectos bien definidos:
Esto es lo que venimos indicando en las lecciones anteriores, como mente humana y alma humana, que conforman el cuerpo psíquico o cuerpo astral, que es el cuerpo de manifestación al pasar al mundo psíquico o astral, al que todos vamos al fallecimiento del cuerpo físico-orgánico. Y es entonces que, al desprenderse definitivamente el Espíritu con sus cuerpos, el cuerpo físico ya no recibe la energía del Espíritu ni la fuerza cohesiva del cuerpo psíquico; comenzando enseguida la desintegración por el procedimiento denominado putrefacción.
Así como el cuerpo físico está formado con materia orgánica que se renueva constantemente; así el cuerpo psíquico está formado con material astral, y ésta de la energía universal emanada de la Divinidad Creadora, energía que adquiere diversos aspectos y formas, según la orientación impartida por la facultad creadora de la Mente espiritual. Y de esa energía astral el Espíritu plasma la forma de su cuerpo psíquico o periespíritu, según el padrón mental existente en sí mismo. Por su naturaleza magnética, el cuerpo psíquico es afectado grandemente por las vibraciones emanadas de otras mentes, encarnadas o desencarnadas, así como por los pensamientos de la propia mente y también por los sentimientos de la persona misma.
Ahora, necesario es conocer que, en nuestra personalidad existen dos aspectos bien definidos, además del aspecto físico, que es el que apreciáis solamente. Ellos son el aspecto espiritual y el aspecto psíquico.
En el aspecto espiritual, el Espíritu o Ego superior, que es vibración intensa y energía sutilísima, carece de forma, ya que procede de más allá del astral, donde la Vida tiene otras manifestaciones diferentes a las de la 4ª dimensión (astral) y 3ª dimensión (física); si bien, puede plasmar la forma o formas a voluntad en los mundos que le toque vivir. Y conforma en sí dos aspectos: mental y sensorial, los cuales denominaremos Mente espiritual superior y Alma espiritual superior. En la Mente espiritual superior, residen las facultades intelectivas, raciocinativa, creativa, volitiva y rectora o directriz; así como también la memoria de todo lo bien aprendido y adquirido por el Espíritu en sus pasadas existencias humanas, que forman la memoria espiritual o subconsciente, y de donde viene toda la inspiración. Y en el Alma espiritual superior, "envoltura" sutilísima, no astral, reside la facultad sensorial solamente, que es la que percibe y manifiesta las bellezas y los sentimientos elevados; porque vibra siempre en sentimientos y deseos de bien que pocas veces el alma humana deja manifestar, apegada como está a las sensaciones materiales. Naturalmente, más o menos según el grado de evolución alcanzado por el Espíritu.
En el aspecto psíquico, descrito antes, reside la mente psíquica, que denominamos mente humana, conocida también como mente consciente; y que actúa como receptora de las vibraciones de la Mente espiritual, donde reside la capacidad de inspiración. Y simultáneamente actúa también como receptora de las vibraciones del plano físico y psíquico (astral). Y así como la Mente espiritual superior se manifiesta a través de la mente psíquica o mente humana, ésta se manifiesta a través del cerebro, y sirve de "archivo" o memoria del conocimiento adquirido en la vida presente. O sea la denominada mente consciente.
Residen también, en el aspecto psíquico, las facultades sensorial y emocional, descritas anteriormente, y a las que denominamos alma humana. Y a través de la primera facultad sensorial, el alma espiritual superior puede percibir las bellezas y sensaciones del plano físico y psíquico, en el grado de sensibilidad alcanzado o desarrollado.
El Alma superior, cuando está encarnada, siente muchas veces el peso de su envoltura carnal, que la persona percibe como insatisfacción, melancolía de algo, que pocos logran identificar y responder a esa sensación o ansia que les produce inconformidad con el medio ambiente en que se halla. Aquellas personas ya un poco más evolucionadas, comienzan a identificar esa sensación como un ansia de liberarse de algo y buscar la verdad de la Vida, impelidos por el deseo de satisfacer esa ansia íntima que el Alma siente. Y en otras, esa ansia se manifiesta en el deseo de darse a los demás. Es también esa sensación de nostalgia que ciertos adolescentes sienten, ya que es la edad en la que el Espíritu comienza a manifestarse.
Si analizáis con detenimiento vuestros sentimientos y sensaciones, descubriréis con facilidad la diferencia entre lo que emana de vuestra alma espiritual superior y lo que emana de vuestra alma humana inferior.Corresponde al alma humana todos aquellos sentimientos relacionados con los aspectos humanos y materiales, que impulsan a las realizaciones de las conveniencias humanas, así como deseos que incitan a la búsqueda de placeres inmediatos. La atracción del sexo, por ejemplo, el deseo de riquezas y poder, de lujos y apariencias, etc., son el efecto y manifestación del alma inferior humana. En cambio, la atracción y encanto que se siente hacia las bellezas de la Naturaleza, en las bellas expresiones artísticas y musicales, así como el ansia de cooperar en toda acción de bien; son sensaciones que responden a las manifestaciones del alma superior, espiritual. Y esas sensaciones que como humanos percibimos, son vibraciones de color, forma y sonido, que el alma superior percibe, y que recuerda a la mente superior lo que ya conoce en el espacio; y ese recuerdo conmueve el Alma produciendo esa emoción dulce y a veces nostalgia.
Toda inspiración viene del Ego superior, al que suele denominarse el dios interno. El ego humano solamente conoce lo que su mente ha aprendido en la vida actual, a través de los sentidos y grabado en el cerebro psíquico interpenetrado en el cerebro físico. El estudio, las experiencias y todo lo que se aprende bien, va quedando grabado en ese cerebro psíquico o mente humana. Y cuando esas experiencias y aprendizaje es intenso, pasan a la Mente espiritual (subconsciente) que se enriquece y queda permanente, y servirá para las siguientes vidas humanas y manifestaciones del Espíritu en sus diversas actuaciones. Pero, cuando el aprendizaje o estudio se hace a medias, no se pasa a esa Mente espiritual; y de aquí el motivo de tantas equivocaciones. No obstante, esas equivocaciones serán menos si recurrimos al Ego interno que en nosotros existe (al subconsciente en el aspecto mental) que contiene la sabiduría adquirida en las múltiples vidas pasadas. Los valores intelectuales son el cúmulo de las múltiples experiencias y aprendizaje en las diversas vidas del Espíritu en el plano material y también en el plano espiritual. Esas inteligencias destacadas de nuestro mundo, son el acervo de las experiencias y aprendizajes en las luchas planetarias.
Las genialidades, inspiraciones, etc., son manifestaciones del Ego superior, cuando logra poder manifestarse en la personalidad. Lo que acontece es que, con la mente obstruida por los asuntos humanos de baja vibración, a más de una alimentación inadecuada que impide un mejor funcionamiento de las células cerebrales; la vibración superior rara vez logra penetrar en el cerebro y manifestarse. De aquí la necesidad de sutilizar las células cerebrales, mediante una alimentación menos tóxica, más natural, y sutilizar el cerebro psíquico o mente, manteniendo una constante armonía vibratoria en nuestras relaciones humanas, comenzando en el hogar.
La armonía vibratoria de la mente y alma humana, es de grandísima importancia y transcendencia para una mejor manifestación del Ego superior, del Espíritu. Necesario es ir sutilizando y purificando los deseos y sentimientos, a fin de que el cuerpo psíquico o alma pueda ser más receptivo a las vibraciones del Espíritu, y éste pueda manifestarse con mayor intensidad para una personalidad más eficiente; a fin de aprovechar la vida presente para avanzar en el empinado camino de la evolución. No nos dejemos dominar por el comodismo y la desidia. Realicémonos interna y externamente, a fin de no estancarnos, de no quedarnos rezagados en el camino del progreso. Pues cuando la persona se deja vencer por el comodismo o la desidia y no se realiza, se estanca y el Espíritu no progresa, lo cual es motivo de sufrimiento para éste; sufrimiento que se refleja en la personalidad, en esos estados psíquicos depresivos, o de inconformidad, desasosiego, hastío, etc., productores de infelicidad.
Y por último, debéis conocer que, cuando el cuerpo físico duerme, el Espíritu se desprende con su cuerpo psíquico, y pasa a gozar de la libertad a una o más de las esferas del astral de la tierra, para recuperar energías, ya que no podría soportar permanecer siempre aprisionado en el cuerpo físico. Y esas energías espirituales, varían mucho en cada ambiente o plano astral.
Y los espíritus más adelantados, con misiones importantes, suelen atravesar el astral de la tierra, para otras dimensiones espirituales, y vivir durante esas horas en que el cuerpo físico dormita, la vida espiritual y adquirir conocimientos, así como recibir energías para continuar la realización de su destino. Y para tal efecto se desprende de su cuerpo astral, el que recupera al volver al plano físico.
Como fácilmente podéis comprender en vosotros mismos, la mente nunca está quieta sino en constante función, generalmente ocupada con pensamientos no controlados. Debemos ser conscientes que, cuando pensamos estamos vibrando, estamos emitiendo ondas, pensamientos, con un grado de energía en proporción a la fuerza impartida por la mente y con un alto poder de atracción por afinidad. Cuando comprendáis bien este aspecto de la vida, os será más fácil comprender el por qué y el cómo de muchas cosas, que hasta ahora pueden haber sido misterio para alguno de vosotros.
Son pocas las personas que conocen cuan poderosa es la mente y la fuerza del pensamiento, así como su incidencia sobre las actuaciones ya que, según pensamos así actuamos. Y muy pocas, poquísimas, son las que conocen la influencia enorme que los pensamientos y sentimientos ejercen sobre el funcionamiento glandular y el sistema nervioso, reguladores de la salud; a más de la influencia que ejercen sobre la configuración del alma. Las formas, pensamientos que se plasman continuamente en los centros cerebrales, producen sustancias imponderables para la rudeza de los sentidos físicos; pero, de gran influencia en el sistema nervioso y glandular, llegando a acelerar o retardar la producción hormonal normal, con las consiguientes consecuencias.
Pero, son aún menos las personas que conocen el poder creador y destructor de los pensamientos que, al unirse a otros emitidos por otras mentes que funcionan en la misma tónica vibratoria, forman grandes cúmulos en el espacio que en un momento dado pueden descender sobre cierto sector de la humanidad, atraídos por la misma frecuencia vibratoria de otras mentes, con el consiguiente efecto, bueno o malo, según su naturaleza.
Muchos de los éxitos en la vida, así como muchas de las desgracias que sufrimos, son causadas por nosotros mismos, porque las atraemos con nuestra actitud mental. Necesario es conocer que, de acuerdo con la actitud mental que adoptemos frente a la vida, así será la vida para nosotros. Si mis pensamientos son de pesimismo, o por una actitud mental desacertada, dejo invadir mi mente por pensamientos deprimentes, ruines o de temor, por ejemplo; yo mismo estaría creando unas condiciones mentales depresivas que amargarían mi vida. Más aún, si mi mente se coloca en una actitud sórdida, fría y antipática, estaré conformando (mentalmente) un mundo antipático, frío y de amargura; y me incapacitaré para triunfar en la vida y gozar de un más amplio y dilatado mundo que otros viven; porque, la mezquindad de mi actitud mental, no podrá establecer contacto con ese mundo, mientras no cambie de actitud mental. Pues, los pensamientos sostenidos atraen, por ley de vibración y afinidad, el material psíquico para su manifestación. No olvidéis que, lo que está presente en la mente, se manifestará en la vida; y que, cada modalidad de pensamiento produce fruto de su propia clase. Y que, cuando hay confusión de pensamientos en la mente, se experimenta confusión y desarmonía en la vida.
Las dos ramas de la psicología: estructural y experimental, nos demuestra que, temer una cosa es tanto como desearla; porque, al mantenerla en la mente por ley de vibración atraemos hacia nosotros las condiciones que tememos o deseamos, así como somos atraidos hacia ellos. De lo que se desprende, la necesidad de pensar sobre las cosas buenas que se deseen desechar, no dar cabida en la mente a las que no se deseen.
Así como protegemos nuestro hogar de la entrada de maleantes, protejamos nuestra mente contra la entrada de pensamientos nocivos, errabundos, ruines, que son enemigos de nuestra felicidad. La gran mayoría de personas que viven una vida de amarguras, son ellas mismas que inconsciente e involuntariamente, mantienen pensamientos negativos de pesimismo, temor, resentimiento, etc., altamente nocivos; amargando sus vidas tontamente, por lo que es del todo punto necesario aprender a expulsar de la mente toda clase de pensamientos negativos y sustituirlos por otros positivos.
Por ejemplo para desvanecer el pesimismo, que es generador de fracaso y miseria, basta mantener con insistencia ideales optimistas orientados hacia el éxito y hacia el bien; que transmutarán lo negativo en positivo.
Siendo así, ¿por qué no hemos de proponernos firmemente tomar una actitud mental constructiva, formar mentalmente un ideal elevado y, con la fe puesta en Dios, en ese Dios de Sabiduría, Amor y Poder, llevar a cabo ese ideal? Es asombroso el cambio que puede efectuarse en la vida de una persona. Cámbiese de actitud mental y parecerá que el mundo entero cambia; porque, en realidad, su mundo cambiará. Si queremos conquistar algo, tenemos que conquistarlo primero en la mente.
Tened bien presente que el valor engendra fortaleza y el miedo debilidad. Esto es axiomático en psicología. Del valor, nace el éxito en la vida; del miedo, el fracaso. La persona animosa y alegre, el optimista y lleno de confianza en sí mismo, irradia energía, atrayendo hacia sí las condiciones favorables para el éxito en lo que se proponga, y una vida más feliz; mientras que, el desanimado y abatido todo le sale mal, por no hacer uso de esa energía que en uno mismo existe.
Si no queréis ser víctimas de pensamientos deprimentes y negativos de toda índole, comenzad por rechazar todo pensamiento negativo, cultivando sentimientos nobles y elevados, pensamientos positivos y constructivos. Y una vez hayáis adquirido esa sintonía, los primeros, esos pensamientos impuros, inútiles y perjudiciales, no hallarán entrada ni cabida en vuestra mente; y os sentiréis más animosos, felices y prósperos; porque estaréis sintonizando ondas-pensamientos positivas que son energía vitalizante. Pero, no basta tomar esa actitud para que todo salga a pedir de boda. Es necesario perseverar, poniendo en acción la voluntad, que es fuerza realizadora.
Y dada la íntima relación de los pensamientos con los sentimientos, veamos algunos aspectos de estos últimos. Así como los pensamientos son producidos por la facultad creadora de la mente (humana o espiritual, los sentimientos surgen de la facultad sensorial del alma (humana o espiritual) e intensificados por la otra facultad del alma humana -la emocional-. De aquí que, un alma noble y buena, manifestará buenos sentimientos, porque vibra ya en la tónica del Amor; mientras que, un alma egoísta o ruin, manifestará sentimientos mezquinos y ruines. Cada una de estas almas está en un grado de sensibilidad diferente y también diferente es su grado de evolución; pero, mientras que la primera vive ya momentos de felicidad que esos sentimientos le proporcionan, la segunda vive una vida de amargura, consecuencial con sus sentimientos mezquinos y ruines, que la mantienen en constante desarmonía psico-física.
La grandísima mayoría de las personas que carecen de buenos sentimientos, es más bien por la ignorancia de las ventajas que éstos ofrecen; ventajas espirituales y humanas, que su egoísmo les impide ver. No viven la realidad de la vida, sino una deformación, y a consecuencia de esto, no pueden alcanzar esos estados de paz y dicha íntima por estar en constante desarmonía.
Mantengámonos en armonía. Tened presente que, la vida debe ser una constante conquista. Y para ello, necesario es vigilar y controlar los pensamientos y sentimientos. La mayoría de las personas que viven de amarguras, ellas mismas son quienes, inconsciente e involuntariamente con pensamientos negativos de temor, recuerdos desagradables, actitud pesimista, etc.; así como malquerencias, rencores, envidias, celos, resabios, etc.; amargan su vida tontamente; por lo que es completamente indispensable expulsar de la mente toda clase de pensamientos y sentimientos negativos, sustituyéndolos por los correspondientes positivos.
Por consiguiente, debemos mantener vigilancia sobre nuestro pensamiento y sentimiento, porque ellos nos llevan a las actuaciones, y porque van conformando nuestra vida humana de dicha o desdicha. Los sentimientos de amor, de bondad y comprensión, son los que debemos cultivar, son a los que debemos dar preferencia en nuestra vida diaria, ya que el Amor es generador de armonía y la armonía es indispensable para una vida más feliz. Y solo cuando estemos armónicos podremos sentir en nosotros ese estado de dicha inefable; indicación de que estamos en sintonía con la vibración de AMOR que emana de la DIVINIDAD, transcendente en el Universo todo.
Y a medida que vayamos desarrollando este sentimiento en nosotros, nuestro egoísmo ancestral, que es el causante de nuestras desventuras, irá perdiendo fuerza, debilitándose, a la vez que la desarmonía psíquica que hace la vida amarga; para dar cabida a la armonía que es connatural con el AMOR y generadora de felicidad. Esto no es una mística ni una ilusión, es una realidad práctica. Despertar vuestro YO superior y lo comprobaréis.
Y para concluir, debo llevar a vuestro conocimiento que, los sentimientos y pensamientos modifican la configuración del alma humana; la embellecen o afean.
Así como los sentimientos y la práctica del Amor (en sus diversas manifestaciones) embellecen el alma humana, la utilizan y capacitan para poder ascender a las moradas de felicidad, plano de dicha al pasar el umbral del Más Allá; los sentimientos negativos de egoísmo, odio, envidia, rencor, orgullo, etc., etc., la afean y hasta deforman. Y al desencarnar arrastrarán esa alma a zonas tenebrosas de sufrimientos o abismos de desesperación. Es por ello que, por vuestro propio bien os digo: no deis cabida en vosotros a sentimientos y pensamientos negativos, malsanos; porque os arrastrarán a moradas de dolor al pasar al Más Allá. Alimentar sentimientos de amor y pensamientos elevados, constructivos, que son fuerzas armonizadoras y actuarán en vuestro favor y para vuestro bien.
La armonía es consecuencia natural del amor y de la actitud mental positiva. No está en armonía, ni podrá estarlo, quien se aparte de la Ley del Amor, manteniendo sentimientos negativos como los de egoísmo, envidia, rencor, malquerencia, celos, etc.: y no ejercite control sobre sus pensamientos. Porque, esos estados afectivos con una actitud mental desordenada, sin control, generan fuerzas psíquicas desarmonizantes en alto grado, que inducen a cometer errores.
Todos los aspectos de la Naturaleza son armónicos por excelencia, porque están impregnados de esa vibración cósmica: AMOR. Vibración que también llega al ser humano, como parte de esa Naturaleza; y crea, o puede crear, ese estado de armonía mental-emocional generador de paz, cuando se le da cabida a esa vibración divina. Pero, por desventura, el ser humano la polariza con su egoísmo, transmutando la armonía en desarmonía, creando para sí mismo esos estados de infelicidad y amarguras.
"La armonía se obtiene por la virtud" -decía Platón. Y ¿qué es la virtud, sino la observancia de las leyes naturales y espirituales? Porque, es actuando dentro de las leyes que rigen la Vida, en su aspecto humano y en su aspecto espiritual (moral) que podremos mantenernos armónicos. Y esto es de suma importancia para el progreso espiritual, que es el verdadero objeto de las vidas humanas.
Cuando sintamos deseos de bien, cuando pensemos y actuemos con amor en nuestras relaciones humanas y en nuestro hogar, estaremos en armonía; nos colocaremos en sintonía con la vibración divina del Amor, transcendente en el Universo todo, que nos proporcionará esa sensación de paz interna tan necesaria. Y esa sensación de paz y felicidad, no es una ilusión, sino una realidad que el Alma superior percibe y proyecta a la mente y alma humana, produciendo ese estado de armonía psicofísica tan necesaria para una vida más agradable y feliz.
La desarmonía en la vida de algunas personas es consecuencia de su actitud mental y sentimental desacertada, al mantener esa actitud de egocentrismo que les enceguece y no les deja ver más allá de su inmediata y aparente conveniencia; actitud ésta, que crea un estado desarmónico y de fricción en las relaciones humanas y del hogar. Esas personas exigen de los demás lo que ellas mismas no dan, con lo cual amargan la vida de quienes con ellas conviven o se relacionan.
Todas las desarmonías en la vida, con sus discordias, asperezas y amarguras, tienen su origen en el individuo mismo, por falta de control sobre sus pensamientos, sentimientos y emociones. Son consecuencia de la desarmonía creada por esos estados mentales y afectivos. Los pensamientos y sentimientos elevados mantendrán en armonía a todo aquel que los sustente, ya que ellos están dentro de la Ley del Amor, que es armonía perfecta; mientras que los pensamientos y sentimientos bajos; ruines, conducen irremisiblemente a la desarmonía mental-emocional, que amargan la vida.
Todos construimos nuestro mundo con el material imponderable de nuestros pensamientos y sentimientos. Las vibraciones que emitamos determinarán la índole de nuestro mundo individual. Si las vibraciones emitidas por los pensamientos y sentimientos son armónicas, producirá salud, dicha y fortaleza, ya que por afinidad atraerán a nosotros otras vibraciones análogas que fortalecerán nuestra mente y alma. Pero, si son discordantes, desarmónicas, producirán dolencias, desdicha y debilidad; provocando un envejecimiento prematuro.
También las pasiones y toda esa retahíla de imperfecciones del carácter mantienen al individuo en constante desarmonía mental-emocional, que le arrastran a cometer errores que nuevamente son causa de más desarmonía. Y esos estados de desarmonía influyen grandemente sobre el sistema nervioso y sobre las glándulas de secreción interna afectando la salud.
A este respecto, dice el escritor y educador norteamericano, O.S. Marden, en su obra "Los Caminos del Amor": ..."Pocos son los que se dan cuenta y muchos no quieren creer que, cada arrebato pasional, cada excitación del ánimo, cada pensamiento desmayado, temeroso o pesimista, toda vibración de cólera, odio, avaricia, y demás ruines ambiciones; quedarán estampadas, no sólo en la urdimbre y trama de nuestro carácter, sino en los tejidos de nuestro organismo".
"Análogamente -sigue diciendo- si enviamos una corriente de esperanza, amor, simpatía, gozo, benevolencia, generosidad y nobleza; no cesará hasta que, a través de nuestro sistema nervioso haya puesto todas las células de nuestro cuerpo en el mismo estado de vibración, estampando esperanza, gozo, generosidad y nobleza en los tejidos del cuerpo y en las facultades de la mente. Cada átomo de nuestro ser, asumirá el carácter e índole del pensamiento, actitud o emoción que lo puso en movimiento".
Son muchas las personas que echan la culpa a los demás o al destino, de sus dificultades y desventuras, y andan empeñosos buscando quienes les liberen de ellas; por desconocimiento de que en sí mismas está la causa y la solución.
La causa, por la actitud mental y afectiva desacertada en contraposición a las leyes de la Vida, en sus aspectos espiritual, psicológico y biológico, y por ende en completa desarmonía vibratoria que amarga sus vidas.
Y la solución está en adaptar su vida al orden y armonía universal, comenzando por cambiar de actitud mental depresiva, desechando todo pensamiento negativo y sentimientos contrarios al bien; que son los productores de esos estados desarmónicos.
Si observáis en vuestras relaciones humanas, notaréis que las personas pesimistas y amargadas, no gozan de tan buena salud como las optimistas y alegres. ¿A qué se debe? Pues, sencillamente, a que las vibraciones emanadas de las mentes pesimistas, son depresivas. Los pensamientos temerosos de enfermedad, por ejemplo, crean una desarmonía mental-emocional generadoras de vibraciones cargadas de magnetismo mórbido que influyen sobre las glándulas de secreción interna, especialmente la pituitaria, que es muy sensible a los estados afectivos y emotivos.
Todas las miserias y desventuras de este mundo derivan de que el ser humano no acierta a comprender que nunca será verdaderamente dichoso hasta que se armonice con su naturaleza superior y domine su naturaleza inferior. Pues, mientras el individuo vaya tras el espejismo de los placeres o se deje dominar por las pasiones en que su ego inferior le envuelve, vivirá desarmonizado y consiguientemente la infelicidad será su compañera.
Si nuestra vida es desdichada es porque hay desarmonía interna. Las tristezas, desdichas e infortunios, son otros tantos acusadores de nuestra conducta. Son el riguroso cumplimiento de la Ley de Causa y Efecto, causas creadas por nosotros mismos, pero cuyos efectos podemos modificar. Modifiquemos nuestra actitud mental frente a las circunstancias desagradables que la vida diaria nos presenta, y ésta nos reflejará su otra cara, su otro aspecto.
Actuemos siempre dentro de los dictados de nuestra conciencia, que son la manifestación de nuestro Ego superior, y vivamos en armonía con las leyes de la Vida, único modo de alcanzar la felicidad, la felicidad alcanzable en nuestro mundo.
Realicemos con agrado, siempre, nuestras obligaciones, y demos un poco más de lo que sea nuestra obligación si queremos progresar en la vida y conformar una vida más agradable.
Vivir en armonía, es la base de la felicidad. En los hogares donde no hay armonía, todos se sienten desdichados. En cambio, en aquellos hogares donde hay armonía, hay felicidad; porque en esos hogares hay buenos sentimientos, hay amor, y la armonía es consustancial con el amor.
De todo lo expuesto se desprende la conveniencia, diré mejor, la necesidad, de mantenerse en armonía para una vida más feliz y progreso espiritual.
Si anheláis una vida más dichosa y libre de amarguras, cambiad vuestra actitud mental, manteniendo la mente libre de pensamientos negativos, y el alma libre de todo sentimiento de egoísmo, rencor, resentimientos, malquerencias, etc. Actuemos siempre con comprensión, bondad y justicia. Dignifiquemos nuestra vida, actuando sin egoísmos, con amor fraterno en nuestras relaciones humanas; y con ello cumpliremos el nuevo mandato que el Mesías indicó: "Amaos los unos a los otros". Porque, solamente amando podremos ser felices.
Y para obtener los resultados benéficos deseados de la meditación, es necesario perseverar en ese propósito, sin desánimos en el comienzo, hasta establecer el hábito que facilita esa unión, la unión de la mente humana con la Mente espiritual. Pues, mientras no se produzca una buena concentración, mientras no se haya aprendido a rechazar los pensamientos extraños al objeto de la meditación, no podrá conseguirse la unión de la mente o conciencia humana con la Mente o Conciencia superior.
Y para que la meditación rinda los frutos deseados, requiere perseverancia en su práctica, a fin de establecer el hábito; pues en el comienzo, los pensamientos sobre los asuntos de la vida diaria suelen entorpecer la concentración plena, indispensable para conseguir la conexión referida. La práctica de la meditación es una necesidad para un más acertado actuar en la vida humana. Son múltiples los aspectos sobre los cuales podemos meditar con frecuencia, diariamente. Pero, a lo que debemos dar preferencia, si deseamos perfeccionarnos es a la naturaleza de nuestros sentimientos, pensamientos, deseos y reacciones. Analizar con frecuencia estos aspectos de nuestro carácter, nos permitirá ver nuestros puntos débiles, así como la necesidad de superarlos. Pues como fácil es comprender, nadie puede corregir ni superar una imperfección si la desconoce.
Si bien es cierto que los compromisos humanos del diario vivir, puramente materiales, absorben la atención de la mayoría de las personas, dejando que la mente sea impregnada de pensamientos, muchas veces desarmónicos, que les apartan del verdadero objeto de la vida; no es menos cierto que, con una práctica de reposo mental, recogiéndose en sí mismo por un breve espacio de tiempo todos los días a la hora más propicia, puede adquirirse una mayor claridad mental acerca de las mismas actividades humanas y una mayor visión de la vida.
Para todo principiante, las primeras prácticas de meditación son las más difíciles porque, a la mente llegan a tropel pensamientos e imágenes mentales del diario vivir que, mientras no se aprende a desechar, pueden perturbar un poco, así como el recuerdo de disturbios emocionales. Pero, a medida que se va ejercitando la concentración de una sola idea, rechazando todo pensamiento ajeno al momento, y a medida que se hace de la meditación un hábito, su práctica se hace ya más fácil.
Por ello, el primer paso en la meditación es cultivar el hábito, mediante la práctica diaria, en el momento y hora más propicio. Nadie podrá argüir, por ocupada que su vida sea, que no puede disponer de 15 a 30 minutos en las 24 horas. Y con esos 15 a 30 minutos diarios de meditación y elevación de pensamiento, podrá ir estableciendo ese contacto con la propia Conciencia espiritual, cúmulo de experiencias, con lo que podrá obtenerse una mayor energía y claridad mental. Cierto es que el ego inferior, impregnado como está de los asuntos y conveniencias humanas, tratará e inventará muchos pretextos para disuadir de la práctica de la meditación y oración; impidiendo con ello la manifestación del Ego superior, que es la realidad, y a la que debemos facilitar su manifestación, si queremos progresar.
Variados pueden ser los puntos objeto de la meditación, los cuales mucho podrán contribuir en nuestra autorrealización; como por ejemplo:
*Sobre nuestras imperfecciones, analizando sus aspectos perjudiciales.
*Sobre nuestras actuaciones y comportamiento en las relaciones humanas y muy especialmente en el hogar.
*Reflexionando sobre algunos aspectos que vais conociendo, a medida que vais penetrando en el conocimiento espiritual, y para lo cual puede seros de gran ayuda las lecciones que vais recibiendo y que os pueden orientar hacia una meditación transcendental.
*Sobre la grandeza de la Divinidad y Sus leyes, mediante la observación y análisis de los diversos aspectos de Su manifestación.
2.Una completa quietud mental-emocional es necesaria. Un desentenderse momentáneo del mundo en que vive, a fin de desprenderse de los pensamientos dominantes.
3.Introspección o búsqueda del contacto con el Ego o Conciencia superior, donde radican las experiencias de las múltiples vidas. Esto es importante en la búsqueda del porqué de los problemas humanos y su solución.
4.Elevar el pensamiento hacia la Superconciencia (o sea pensamientos de amor y comprensión hacia todos) para establecer la unión mental necesaria, a fin de recibir Luz y Fortaleza.
5.Analizar los diversos aspectos de las imperfecciones propias y estados afectivos, pasiones que amargan la vida e impiden el progreso espiritual; así como meditar sobre las leyes de la Vida, para grabarlas cada vez más en la mente humana, a fin de no transgredirlas y coordinar nuestra vida de acuerdo con las mismas.
6.Tomar, de vez en cuando, algunos de los temas o conceptos de las lecciones recibidas y por recibir.
7.Tomar las resoluciones que de esa meditación sean indicadas, con el firme propósito de su realización.
Cada vez que elevemos el pensamiento a Dios estaremos uniéndonos a El vibratorialmente. No en el aspecto religioso de que El nos habla como persona; sino que, esa Grandiosidad Cósmica en la que estamos inmersos, está constantemente vibrando en Amor, Sabiduría y Poder; y, estaremos estableciendo unión con esas poderosas vibraciones que irán penetrando en nosotros más y más cada vez, iluminando la mente y purificando el alma, por la impregnación del Amor Divino, a la vez que fortaleciendo el Espíritu para resistir mejor las tentaciones y superar las dificultades de la vida humana.
La oración no es el rezo monótono de palabras y frases sin sentimiento, como algunos practican; sino la manifestación del deseo que el Espíritu siente de elevarse hacia su Creador, hacia la Fuente que le dio vida y unirse a El. Y ese acto, cuando se realiza con verdadero sentimiento, genera una fuerza, una energía, que puede atraer al plano físico energías vivificantes, purificadoras, sanadoras, armonizadoras y realizadoras. Todo aquel que cultive la oración con elevación y verdadero sentimiento de bien; va transformándose gradualmente en foco radiante de energías de la Divinidad; energías desconocidas por la grandísima mayoría de los humanos que, presionados por los deseos materiales, no alcanzan a comprender que, cuanto más se alejen de su condición espiritual, más y más desventurados serán.
Y para que la oración sea efectiva, tiene que ser intensamente
sentida, y tener el alma libre de todo resentimiento o cualquier otro modo
de sentimiento negativo, y sólo con deseo intenso de bien. Toda
actitud o sentimiento negativo, y aún una simple indisposición
contra alguien, debilita la fuerza de la oración y malogra sus resultados
benéficos. En su forma más elevada, la oración deja
de ser una petición cuando elevamos el pensamiento a Dios y expresamos
nuestro agradecimiento por todas las bondades recibidas; pidiendo que ilumine
nuestro entendimiento para seguir por el camino recto, a la vez que fortaleza
para dominar las pasiones y corregir las imperfecciones, a fin de realizar
nuestro destino. Y cuando pedimos para los demás, con amor y fe,
esa energía es encauzada por las Fuerzas Espirituales Superiores
mediante nuestra invocación, que es la que establece el contacto
vibratorio desde el plano físico; contacto vibratorio que se establece
cuando elevamos nuestro pensamiento con fe y amor, para el bien de los
demás y aún para nosotros mismos. Pero, no debemos pedir
cosas materiales para nosotros, porque esa vibración conectaría
con entidades del astral inferior que, si bien pueden responder, será
siempre en perjuicio."Acostumbraos a pedir siempre el bien para vuestros
hermanos. Y así, vuestro espíritu encontrará fácilmente
el camino que le conectará con las Fuerzas de todo bien, cuando
necesitéis pedir para vosotros mismos". Mucho os ayudará
en la práctica de la meditación si al comienzo, después
de unos minutos de concentración con elevación, hacéis
la invocación con la que iniciamos nuestras clases:
MAESTRO JESÚS. POR AMOR OS PIDO ILUMINAD MI MENTE PARA PODER ADQUIRIR EL CONOCIMIENTO VERDADERO, A FIN DE ORIENTAR MI VIDA DENTRO DE TUS ENSEÑANZAS DE AMOR Y SABIDURÍA; PARA UN MÁS RÁPIDO PROGRESO Y EVOLUCIÓN Y MEJOR AYUDA A MIS SEMEJANTES.
LECCIÓN 19 - Invocación conjunta y su acción sobre las necesidades humanas.
Por ignorancia, por desconocimiento de las Leyes de la Vida, una gran parte de la humanidad de nuestro mundo, sufre. Y cuando ese sufrimiento es consecuencial de errores, acciones y deseos de mal, o estados emocionales desarmónicos y desequilibrantes; por ley divina del Amor, esos sufrimientos pueden ser atenuados y aun superados, si nosotros, los humanos, espíritus encarnados, contribuimos a ello, y nos proponemos atraer a nuestro plano físico las fuerzas sutiles del espacio, mediante nuestra invocación con amor y fe.
En los Planos Espirituales Superiores, multitud de seres de gran evolución y poder, están vibrando en amor y deseos de ayudar a la humanidad en su progreso; pero, para que esa ayuda llegue a nuestro plano físico, por ley necesitan de nuestro reclamo, cuyo reclamo actúa como atracción y lazo de unión.
El Maestro Jesús, dijo: "Tocad y se os abrirá". "Pedid y se os dará". Y, ¿qué significa esto, sino la necesidad de invocación? Porque, invocar, en el sentido espiritual, es llamar, clamar a lo Alto en solicitud de ayuda de algo que necesitamos para nuestro progreso y auxilio para nuestros semejantes. Si bien, por medio de la oración, nuestra invocación individual tiene un poder de atracción sobre las fuerzas sutiles del espacio, cuando la invocación se realiza conjuntamente, en grupo, las fuerzas de atracción se multiplican. Cuando dos o más personas se unen para proyectar vibraciones amorosas, la capacidad de acción de esa proyección amorosa es muchísimas veces superior, y en ocasiones cientos de veces mayor a la capacidad individual de los seres que realizan esta tarea; porque, las fuerzas espirituales, al unirse, no se suman sino que se multiplican. Más, para esto, necesario es estar libre de sentimientos negativos de cualquier naturaleza.
De aquí, la importancia de las invocaciones en conjunto para atraer a nuestro plano las vibraciones sutiles de los planos superiores, y ayudar a nuestros semejantes dolientes; mediante reuniones armónicas que vibren en amor y deseos de bien.
De aquí, la necesidad de reuniones entre seres que vibren en amor, para ayudar a los necesitados: moral y materialmente. Pues, unir nuestras mentes en una invocación conjunta para el bien de los demás, formaremos un "canal" poderoso que atraerá vibraciones sutilísimas y fuerzas poderosas que, desde lo Superior son proyectadas al plano físico a través de ese "canal" o atracción vibratoria del grupo que, por amor y con amor, desean ayudar a las necesidades humanas. Pero, necesario es conocer también que, toda vibración discordante o negativa por alguno de los componentes del grupo, todo pensamiento negativo, todo deseo que no sea bueno, todo sentimiento ruin o malquerencia; puede causar una perturbación que sería producida al chocar las vibraciones sutiles recibidas, con las negativas que pudieran existir en alguno de los componentes del grupo.Y estas invocaciones "en cadena", realizadas con verdadero sentimiento de amor, fe y humildad, constituyen una poderosa fuerza vibratoria que se eleva hacia los Planos Espirituales Sutiles, realizando así una intensísima plegaria o reclamo a esos Planos de Amor y Poder, desde donde responderán siempre en relación a la pureza y a la fuerza de la vibración conjunta con que se haga el pedido o los pedidos.
Debido al existente desconocimiento de las leyes espirituales, puede que alguno piense que el pedido de ayuda para una persona determinada, pueda no ser identificado, porque otros nombres iguales existan. A este respecto, os digo: cuando una persona es nombrada al hacerse los pedidos o su nombre o figura escrito en la "Lista de pedidos", se refiere siempre a un determinado ser; y aun cuando existan miles de seres con el mismo nombre y apellidos, o el ser o la persona nombrada llegarán las fuerzas o ayudas invocadas. No importa que no sea conocido por los asistentes o que su nombre haya sido enviado a través de otras personas. Al mencionar de palabra o mentalmente, la persona o seres desencarnados para los cuales deseamos las ayudas solicitadas o proyección de fuerzas sutiles espirituales; éstas descenderán como lluvia maravillosa y tomarán contacto benéfico con esos seres -encarnados o desencarnados- hacia quienes dirigimos las fuerzas solicitadas, con resultados muchas veces sorprendentes.
Puede que también alguno piense que, con estos ejercicios o prácticas espirituales, quedará libre de todo mal. Si bien es verdad que pueden contribuir y contribuyen al bien de todos al atraer al plano físico fuerzas sutiles del espacio, no significa en modo alguno que nos librarán de todo mal, ya que esto nosotros tenemos que hacerlo mediante la superación de nuestras imperfecciones, que son las causas reales.
Debéis saber que, las fuerzas del mal tratan por todos los medios a su alcance de desviar a todas aquellas personas que han comenzado a tomar el camino del progreso espiritual. Sabéis también ya, que la libertad es ley divina, por lo que la Ley respeta el libre albedrío de cada cual. Y el modo mejor de librarnos de la influencia de las fuerzas negativas que tratan de desviarnos incidiendo en nuestros puntos débiles o imperfecciones, es precisamente superando esas imperfecciones.
La libertad de acción de los seres, buenos o malos, no puede ser interferida. Es la Ley. Y las fuerzas del mal (los demonios a que se refieren las diversas iglesias del cristianismo), conocen ya que pronto van a ser desalojadas de nuestro planeta Tierra; por lo que están haciendo todo esfuerzo posible para llevar consigo a los que están ligados por hechos en vidas pasadas. Y como esas entidades conocen nuestros pensamientos, flaquezas y debilidades, es por donde pueden atacarnos. Por ello, es necesario estar alerta, a fin de identificar su incidencia. Ya que si no, pueden conseguir su objetivo de desviarnos.
Sé que a varios de vosotros han intentado ya, e intentan sugeriros para dejar esta escuela, porque la escuela os separa de esos seres negativos; aun cuando de esos pensamientos no hayáis identificado su procedencia. Y en algunos lo han conseguido. ¡Estad alerta!
Estad alerta, porque a más de uno han separado ya. Cada vez que sintáis deseos o tengáis pensamientos que vuestra Conciencia superior os reproche o no apruebe, tened por cierto que son las fuerzas negativas que están tratando de separaros del camino de la superación y progreso que habéis emprendido y debéis seguir, si queréis libraros de las vidas de dolor.
No olvidéis que, contribuyendo al bien de los demás, estáis contribuyendo a vuestro propio progreso y evolución. Y tened presente también que, con la asistencia a estas reuniones de invocación conjunta, saldréis favorecidos espiritualmente y humanamente, siempre que estéis en armonía e intenso deseo de bien; pues, de este modo, vuestras fuerzas espirituales conforman una fuerza conjunta sumamente intensa, que atrae de lo Superior vibraciones poderosísimas que permitirán realizar hechos de bien común. Además, vosotros mismos podéis ir absorbiendo en cada una de las reuniones, si estáis en armonía, esas vibraciones sutiles que fortalecerán vuestro espíritu.
LECCIÓN 20 - Hogares desarmónicos y sus causas.
Todos deseamos ser felices. De esto no hay duda. Pero, ¿qué hacemos para tal objeto?
Todos anhelamos tener y vivir en un hogar feliz, que sea un refugio de paz después del trajín del diario vivir a que estamos sometidos en el mundo de hoy. Pero, ¿qué hacemos para ello? Poco o nada. Y salvo excepciones loables, hacemos lo opuesto para tal fin, por la actitud egoísta de anteponer nuestro "yo" (amor propio, orgullo, etc., y en algunos casos capricho) en las relaciones del hogar; todo lo cual induce a esos estados de intransigencia perturbadora de la armonía indispensable para que el hogar sea un refugio de paz, amor y felicidad.
Y esto último no es una quimera, sino una condición de vida que está al alcance de quien quiera conquistarla. Porque, sólo conquistándola podrá disfrutarse.
La primera condición para un hogar feliz es mantener la armonía entre los componentes, especialmente entre los esposos, que son la fuerza rectora y guía de la familia; ya que, un hogar desarmónico es un foco de atracción de vibraciones negativas de fuerzas del mal (seres inferiores de baja condición) y causa de trastornos psicológicos en diversas manifestaciones y consecuencias, y de infelicidad. Y para que esa armonía exista en el hogar, de absoluta necesidad es observar y poner en práctica el amor entre todos los componentes del hogar, que es un darse a los demás componentes de la familia y mucha comprensión. Si cada uno de los componentes de la familia adopta esa aptitud, si cada uno de los miembros de la familia trata a los otros como desea que le traten, no habrá enfados ni reprimendas, no habrá lugar para desavenencias, tan perjudiciales para la buena armonía en el hogar.
De gran amargura es ver el gran número de hogares desarmónicos, consecuencia del egoísmo y falta de delicadeza en las relaciones conyugales. Da pena ver como, personas que se tienen por educadas en la sociedad, actúan en el hogar con vulgaridad y falta de delicadeza, creando con ello un ambiente de desarmonía perturbadora.
Variados son los motivos productores de desarmonía; como los ademanes bruscos, palabras agrias, cotorrear, etc.; pero la causa principal radica en el egoísmo de las partes o ambas que componen el matrimonio, y a veces de algún otro familiar. Porque, el egoísmo con su secuela de amor propio, orgullo, vanidad, afán de dominio, autoritarismo, etc.; es generador de desarmonía y desdichas entre los esposos y demás miembros de la familia. Demostrado está, que no hay egoísta feliz, ya que la felicidad y el egoísmo son incompatibles.
Fácil es apreciar que la mayoría de las desarmonías en el hogar tienen su origen en la actitud de egoísmo que el esposo o la esposa, o ambos, mantienen, por ignorancia de su propia condición egocéntrica, por falta de observación de sus reacciones y sentimientos. Y esa actitud desacertada, va generando un desencanto entre los cónyuges que debilita el amor conyugal, por lo que necesario es evitar por todos los medios, todo comienzo de desarmonía en el hogar.
Las desarmonías suelen comenzar por divergencias sobre pequeñeces del diario vivir o por falta de delicadeza en el trato diario que, con la repetición, van creando en el hogar un ambiente psíquico desarmónico, de funestas consecuencias. Cuando una de las partes quiere hacer prevalecer su criterio sin considerar el de la otra parte, comienzan las desavenencias. Y aquí está el peligro; porque, con esta actitud están emitiendo vibraciones negativas que atraen hacia ese hogar a entidades maléficas del mundo invisible, que les proyectarán vibraciones desequilibrantes, azuzando a las partes, convirtiendo a los esposos, padres, hijos y hermanos, en instrumentos de esas fuerzas negativas. ¿Sabéis lo que esto significa? Si pudieseis ver esa escena, os espantaría.
Esto es también aplicable a los jóvenes entre sí y en las relaciones con los padres. Porque, dado la influencia de las nuevas ideas mal interpretadas; los jóvenes, en el desconocimiento de su inmadurez psicológica, tratan de imponer su criterio juvenil a sus padres que, si bien hay casos con cierto grado de razón, los más carecen de ella. Y muchos jóvenes adolescentes argumentan que sus padres no les comprenden. Ello es cierto en algunos casos; pero, yo les pregunto, ¿tratan ellos, por su parte, de comprender a sus padres? La mayoría no, y se apartan de ellos, en vez de acercarse y aprender de su experiencia.
Si queréis tener y disfrutar de un hogar donde reine la paz y la armonía, es imprescindible que os propongáis desde ahora mismo, hacer todo el esfuerzo posible en contribuir a la felicidad de la otra parte y demás miembros de vuestro hogar, superando el egoísmo y el amor propio, y pronto comenzaréis a sentir en vosotros mismos una sensación más agradable de la vida, sensación que la armonía mental-emocional produce. Y esto no es tan difícil. Haced la prueba, comenzando hoy mismo al llegar a vuestro hogar y esforzándose en mantenerse en esa sintonía.
Cuando la esposa ponga todo su empeño en evitar todo comienzo de divergencia y el esposo haga lo mismo; cuando ambos se propongan firmemente no permitir desavenencia alguna entre ellos, antes bien ceder en sus derechos (y aquí está el punto más difícil, por el orgullo y el amor propio, que demuestran inferioridad de carácter); cuando cada uno de los cónyuges trate de hacer feliz al otro en todo sentido, y esto no es tan difícil; ese hogar irá siendo impregnado de vibraciones de armonía y la paz reinará en ese hogar. Y aun cuando sencilla, ésta es la fórmula maravillosa para la felicidad conyugal. ¿Difícil? No, no es tan difícil si os lo proponéis con determinación firme. Si ansiáis la paz del hogar, bien vale la pena hacer el esfuerzo.
La causa que más contribuye al desencanto y enfriamiento en las relaciones conyugales, son las discusiones o disputas que enardecen o excitan la emotividad. Si queréis mantener siempre ese encanto, esa atracción mutua, esa admiración, ese deseo de acercamiento que os llevó al matrimonio a aquellos de vosotros que estáis casados, y que también llevará a las jóvenes parejas a unirse para la formación de un hogar que añoran pleno de felicidad, es indispensable evitar la discusión en el comienzo de cualquier divergencia, por pequeña que ésta sea. Tomar esta decisión es importantísimo; pues, es en el comienzo cuando hay que atajar el mal, antes que tome cuerpo.
Las discusiones o disputas en el hogar, son altamente perjudiciales en todo sentido; porque excitan la emotividad, y ésta incide en la mente que presiona magnéticamente sobre la facultad de la razón, ofuscándola. Y las personas muy emotivas, llegan a perder el control de sí mismas, con los consiguientes perjuicios. Pero, a más de eso, ese estado psíquico de descontrol produce una desarmonía psíquica y gran derroche de energías, y un gran desequilibrio en el sistema glandular o glándulas de secreción interna, como el hígado, páncreas, bazo y otras, alterando su funcionamiento, con el consiguiente perjuicio para la salud. Además afecta en alto grado al sistema nervioso, ya que el magnetismo generado en esos momentos de discusión, incide en las neuronas, con la consiguiente pérdida de energías nerviosas.
Como en las discusiones o disputas la mayoría no sabe controlarse, suelen salir palabras ofensivas o frases (y generalmente acontece, aunque mucho depende de la educación de las partes), que lastiman la sensibilidad de las personas sensibles, porque las frases hirientes y palabras duras, hacen impacto en la facultad emocional del alma humana, que poco a poco va matando el amor conyugal, tan necesario para la vida en común y para su progreso espiritual. Y cuando hay niños, esas escenas, así como las palabras y frases pronunciadas en esos momentos fuera de control, se graban intensamente en la psiquis de los niños e influirán mucho en su vida. Ante esta responsabilidad, meditad aquellos que sois padres.
Todas o casi todas las discusiones desagradables y enfados en las relaciones de familia, comienzan por pequeñeces de la vida diaria en común. Y es ahí, en el comienzo, donde hay que controlarse, no dando a las cosas más importancia de la que realmente tienen. Nunca habrá discusión si cada una de las partes está determinada a evitarla. Y la parte más inteligente, la más sensata, será la que sepa ceder en el comienzo, evitando con ello males mayores. Y en las jóvenes parejas, las discusiones y enfados caprichosos van produciendo un desencanto que, poco a poco, van matando el amor conyugal. No hay hogar feliz donde los esposos tengan el hábito de discutir. La grandísima mayoría de las separaciones conyugales, se deben a la funesta costumbre de discutir.
¿Habéis visto el aspecto desagradable que ofrecen dos o más personas discutiendo cuando lo hacen acaloradamente? Penoso, ¿verdad? Pues, en ese espejo debemos mirarnos.
Variados son los aspectos y motivos que pueden llevar a la discusión y ésta a degenerar en disputa acalorada, si las partes no se controlan en el comienzo. Las causas principales suelen ser: educación deficiente, vulgaridad, falta de delicadeza, quisquillosidad, amor propio, orgullo, falta de control sobre la emotividad y... egoísmo. Porque, el egoísmo es exigente, absorbente, dominante, amargando la vida de quien lo alimente y de quienes están a su lado. Las personas egoístas son incomprensivas e intransigentes con todo aquel que no piense y actúe como ellos quieren, con lo cual van creando un estado mental de egocentrismo y aislamiento psíquico que irá amargando sus vidas. En toda divergencia de opinión, necesario es razonar. Y para razonar, imprescindible es mantener la calma. Controlarse en el momento mismo del comienzo de cualquier divergencia. Repito, la parte más sensata, la más prudente, deberá ceder, evitando con ello males mayores. Ni importa que considere tener la razón; quien la tenga, se verá después. Pero, quien aprenda a ceder, mantendrá la armonía en el hogar, que es lo más importante. Puede que alguno crea que ello va en menoscabo de su personalidad; muy por el contrario, irá adquiriendo superioridad por la fuerza moral que en sí va desarrollando.
Controlarse en el comienzo o cuando ve venir el problema, es la técnica más efectiva a emplear por toda persona sensata, de todo aquel que se tenga por civilizado, de quien espere gozar de paz, mental-emocional y salud. Para razonar en todo diálogo, es necesario mantener la calma. Controlar la impaciencia, comenzando por desarrollar la calma. ¡CALMA! ¡¡CALMA!!.
Esta palabra, pronunciada o mentalizada lentamente, al comienzo de cualquier incomodidad o contratiempo, tiene una fuerza mágica que la mente imparte a la facultad emocional y actúa como un freno sobre los impulsos. Y aplicándola con frecuencia se establece el hábito, con lo que se consiguen resultados sorprendentes. No lo dudéis. Ponedla en práctica en todo momento de impaciencia o preocupación, y pronto apreciaréis sus magníficos efectos. Todo está en adquirir el hábito, éste actuará automáticamente. Proponeos con determinación firme a no enfadaros y controlar los impulsos, haciendo uso de ese vocablo mágico: C A L M A, muy pronto comprobaremos los resultados.
LECCIÓN 21 - Hogares desarmónicos y sus causas.
De grandísima importancia para la armonía en el hogar y en la vida de relación, es el lenguaje: palabras y frases suaves, así como los ademanes. ¡Cuántos matrimonios fracasan ya desde el comienzo mismo, por una palabra hiriente o frases despectivas que hieren las almas sensibles, contribuyendo inconscientemente a ir apagando el amor conyugal, que debe mantenerse siempre para la felicidad en el hogar!
Algunas personas hay que, para demostrar su desagrado por algo, reaccionan con ademanes violentos, evidenciando con ello su baja condición, su ordinariez, que hieren profundamente las almas sensibles. Condición ésta que los padres pueden contribuir a evitar con una educación adecuada y buenos ejemplos a sus hijos, especialmente en la infancia, que es la edad de mayor receptividad.
Toda palabra dura u ofensiva produce un fuerte impacto en las almas sensibles. Y si esa palabra o frase es proferida por la persona amada, por el cónyuge o por alguno de los hijos ya mayores, el efecto es perturbador. Sólo las personas vulgares y ordinarias, pueden caer tan bajo como para proferir palabras duras o frases que puedan lastimar, o ademanes bruscos que le asemejan al bruto. Es de personas dignas y bien educadas no caer en esa degradación, ni echar en cara los defectos del cónyuge. Y si en un momento de ofuscación aconteciere (que debe evitarse por todos los medios), es de obligación manifestar su error y pedir disculpas y perdón por lo ocurrido, desoyendo la "voz" del orgullo que tratará de interponerse.
Deseo hacer hincapié en la necesidad de controlar la emotividad, poniendo en práctica el vocablo mágico: ¡CALMA! ¡CALMA!. Necesario es evitar todo comienzo de discusión o disputa. Y si por el estado de ánimo de una de las partes, no hubiera posibilidad de diálogo en el momento, aplazar el objeto-motivo para otro momento más propicio. Sin menoscabo de la personalidad, el cónyuge más sensato y prudente, tomará la iniciativa en el ceder y en el callar; porque, quien sepa ceder a tiempo demostrará mayor sensatez y superioridad moral, superioridad que ejercerá siempre con amor. Dijo el Maestro: "Bienaventurados los mansos"...
Siendo la feminidad expresión de dulzura y delicadeza, por lógica corresponde a la mujer manifestar esos bellos atributos, tomando la iniciativa en el ceder y en el callar, en los momentos que surja cualquier dificultad. Como sabemos, la ternura es más propia de la naturaleza femenina, con la que puede aminorar y hasta suavizar el temperamento agresivo del hombre. Por ello, la mujer que sabe ceder y sabe callar a tiempo, mantendrá la armonía en el hogar y conquistará el aprecio y respeto de su marido y demás miembros de la familia; y esa unión conyugal se fortalecerá más y más a medida que los años pasen. No me refiero a un callar pasivo, sino a un callar prudente. Y la mujer que no sabe callar y no sabe ceder, debe aprender a hacerlo, debe ejercitarse en esa práctica a fin de crear ese hábito maravilloso; pues, de lo contrario, su matrimonio puede naufragar, y ella sería la más perjudicada.
Además de lo expuesto, es necesario tener en cuenta que, tanto las palabras como los ademanes, así como los detalles de la vida familiar, se graban en la mente de los hijos, especialmente en la infancia, e influirán en su futuro. Los altercados entre cónyuges que no hay armonía, pueden producir traumas psíquicos en los hijos, en diversa intensidad. Y ampliando un poco este aspecto de los hijos, los padres jamás deberán contradecirse delante de ellos. Cualquier diferencia de opinión deberá analizarse a solas, en una modalidad razonada; pero, ambos deberán respetar las decisiones que una de las partes haya tomado en relación con los hijos. Si la madre indicó una tarea determinada, por ejemplo, el padre no deberá contradecirla o indicar lo contrario delante de ella, ni desautorizar a su consorte, porque produciría consecuencias perniciosas. Y lo mismo corresponde a la madre.
Las incomprensiones, tan frecuentes en algunas familias, tienen su origen en el egocentrismo de sus componentes. Generalmente no tratamos de comprender a aquellos con quienes convivimos, sino de que nos comprendan. No sabemos o no queremos escuchar, esforzándonos, sin embargo, en que nos escuchen. Y con ello, adoptamos inconscientemente, una actitud de intransigencia que nos impide razonar, llegando así a la incomprensión y falta de entendimiento entre los miembros de una familia.
Y a los jóvenes adolescentes, digo: no discutáis o disputéis con vuestros mayores, dialogad con calma y razonadamente. Respetad y amad a vuestros padres, ya que también a ser padres llegaréis. No os dejéis influenciar por esnobismos o tendencias de mentalidades juveniles inmaduras que, en su irreflexión o inferioridad, pretendan induciros a tomar una actitud de rebeldía hacia vuestros padres que, salvo algunas excepciones, pueden enseñaros y daros el fruto de sus experiencias, si a ellos os acercáis.Seamos comprensivos y no nos aferremos nunca a nuestro punto de vista, para no ofuscarnos; porque, esa actitud nos conducirá a la intransigencia generadora de desarmonía. Escuchemos y analicemos siempre las razones de la otra parte, esposa o esposo y de aquellos con quienes convivimos.
Necesario es conocer que son muchísimas las familias que sus componentes vienen unidos ya desde vidas anteriores: ya por lazos de amor, ya por lazos de odio; y que en este último caso encarnaron con el compromiso y propósito de transmutar ese odio en amor, a través de los lazos de la sangre y convivencia familiar. Sabemos que la gran mayoría de las uniones matrimoniales son reajustes de viejos desajustes en vidas pasadas, y en muchos casos enemigos o litigantes que, la Ley une por medio de los lazos de la carne, para que en esa unión del diario vivir en los intereses comunes, vayan creando ese acercamiento espiritual necesario.
Por ello, hemos de hacer todo esfuerzo posible para mantener la armonía en el hogar, por medio de la comprensión mutua, que lleva a un ceder por la parte más evolucionada, a fin de suavizar las asperezas resultantes del propio atraso evolutivo, e ir acercándose al amor espiritual, que conduce a la armonía plena de las almas. Armonía que va sublimando el Espíritu de los cónyuges y demás miembros de la familia, para continuar ascendiendo y alcanzar los planos de felicidad al pasar a la otra vida.
Son muchos los espíritus que encarnan unidos en familia para el reajuste de viejos errores. Y cuando ese reajuste no llega a efectuarse en la existencia actual, por rechazo de alguna de las partes del compromiso hecho antes de encarnar, esas vicisitudes volverán a presentárseles en vidas humanas posteriores, generalmente más difíciles. Por ello, es necesario superar ahora toda vicisitud adversa, toda desavenencia. Si alguno de vosotros tenéis por compañera o compañero -esposa o esposo- a un ser incomprensivo, no dejéis de hacer todo el esfuerzo posible para ayudarle en su evolución, aún cuando tengáis que desafiar opiniones o prejuicios ambientales (de familiares o amistades); ya que de ese modo superaréis la prueba o pruebas que os correspondan. Debéis saber que, a la hora de la muerte física, cada uno seguirá al plano espiritual que le corresponda por su grado de evolución.
LECCIÓN 22 - Análisis psicológico de la riqueza y su responsabilidad.
Cada uno de nosotros es un ser espiritual en proceso de evolución, que necesita realizar determinadas superaciones, adquirir determinadas experiencias, por lo que tiene que pasar por los diversos aspectos que la vida en los planos físicos ofrece para el desarrollo de las facultades del Espíritu que, como ya conocéis, es la realidad que continúa existiendo en el tiempo. Y la riqueza y pobreza, en sus diversos modos, así como el poder de la autoridad, en sus diversos grados; son aspectos variados, son pruebas a realizar por el Espíritu para continuar progresando en el camino ascendente de la evolución.
Porque, el objeto de las vidas humanas es progresar, por lo cual es necesario pasar por los diversos aspectos y pruebas; para las que el Espíritu escoge, pide o acepta, un destino determinado o programa a desarrollar de relaciones y pruebas a superar. Y cuando en una vida el Espíritu no realiza el programa aceptado, o no supera las pruebas que pidió o libremente aceptó, tiene que volver tantas veces como necesite, para lo cual la Ley de Evolución, que es manifestación divina, proporciona al Espíritu el tiempo necesario.
La pobreza y la miseria es uno de los mayores males de todos los tiempos, dice el común de las gentes. En términos generales es consecuencia del atraso evolutivo de los seres de nuestra humanidad. Cada ser humano está en el lugar que le corresponde. Pues, de corresponderle otro mejor, ya lo tendría o habría conquistado. Muchos sostienen que la riqueza está mal repartida, los que conocemos las Leyes de la Vida sabemos que nada existe por casualidad, sino que, en todo aspecto de la vida humana y espiritual, hay una causalidad previa.
Pretender una igualdad total, es utópico, porque siempre habrá dirigentes y dirigidos, según las capacidades, y porque la naturaleza de nuestro conglomerado humano es tan diversa en todos los aspectos que resulta inaplicable.
La diferencia de posiciones sociales no es sino división de trabajo por capacidades diversas, y esa diferencia es tanto más acentuada cuanto más evolucionado y complejo es el organismo social. Para una igualdad absoluta, como algunas ideologías predican, sería indispensable que todos los miembros de la sociedad fuesen iguales: intelectual, moral y volitivamente, lo cual no es así; pues, ni en la misma naturaleza hay dos cosas exactamente iguales.
La pobreza, aunque desagradable por actitud equivocada que el individuo adopta por falta de conocimientos, es la que ofrece más posibilidades de progreso espiritual; ya que, una vida laboriosa está libre de las tentaciones y perversidades de la vida holgada.
Y aun cuando la pobreza es el camino más fácil de la ascensión espiritual, no por ello la riqueza es una imposibilidad de ascensión. Resulta serlo, cuando se usa para satisfacción de capricho, lujos y placeres personales. Aquella frase del Mesías: "Reparte tus bienes entre los pobres y sígueme", que era acertada en aquel caso y en aquel tiempo, no significa que en todos los casos hubiera dicho lo mismo, por lo que no es del todo aplicable en nuestro tiempo.
Supongamos que un rico decide repartir su fortuna entre los pobres. En primer lugar tendría que hacerlo entre un grupo limitado; y en segundo lugar tendría que escoger bien a quienes dar, pues de otro modo podría contribuir a alimentar el vicio y la ociosidad, haciendo un mal en vez de un bien. A los viciosos y a los perezosos no se les debe ayudar en lo material, pero si en lo moral. Repartir dinero a todo aquel que sea pobre, no es caridad. Es más meritorio buscar los casos de necesidad verdadera y auxiliarlos, levantarlos y ayudarles a valerse por sí mismos, etc.
La riqueza material a la que la mayoría de nuestra humanidad ansía, por su atraso evolutivo, conlleva una gran responsabilidad y muchos peligros para el espíritu. El primero y principal es que suele endurecer el alma humana, a más de las atracciones que el mundo de hoy ofrece, que hace olvidar y dificulta la realización del verdadero objeto de la vida y retrasa la evolución.
¿Es la riqueza creadora de felicidad? Si y no. Depende del uso que de ella se haga. Las riquezas materiales no hacen feliz al ser humano, a menos que las encauces hacia fines nobles. Me refiero al ser humano de mediana evolución. Solamente los seres elementales de escasa evolución y sensibilidad ansían la riqueza para sí, por desconocimiento de la responsabilidad y amarguras que la misma implica.
¿Por qué es difícil para el rico entrar en el llamado reino de los cielos? Porque no está dispuesto a humillar su amor a la riqueza, apegándose a ella; con lo cual aumenta su egoísmo que le impide ascender. Una de las mayores desilusiones de las personas ricas, es no poder comprar la felicidad con dinero. Sabido y demostrado está que, la riqueza por sí sola no genera felicidad, no proporciona una vida dichosa; antes al contrario, es motivo de múltiples inquietudes, angustias, ansiedad, preocupaciones y desdichas. Solamente cuando es orientada hacia un ideal noble o causa justa, o empleada en la práctica del bien en algunas de las múltiples modalidades. Hay quienes creen que, haciendo una fortuna, ésta les dará felicidad; pero, cuando algunos de éstos la alcanzan, ven con asombro y desencanto que la felicidad que buscaban se halla más lejos que antes. Pues, como acertadamente dijo alguien, "el hombre que puede satisfacer todos sus deseos ya no tiene goces".
La sociedad moderna está siendo aplastada bajo el peso de los hábitos costosos y superfluos, en una carrera hacia la artificial multiplicación de necesidades creadas por organizaciones económicas a través de la publicidad, en su afán de lucro y no para el bienestar de la humanidad. Y de ahí nacen o surgen en la mente de las gentes necesidades no reales. Surge también la búsqueda de los placeres malsanos, ¡vana ilusión!, que arrastran al individuo desde el hastío al embrutecimiento y ruina física y espiritual; pasando por las fases intermedias de tensiones emocionales, decepciones, amarguras múltiples, desengaños, etc. etc.
La riqueza es una prueba difícil, prueba que habrá de pasar todo pobre de hoy, entre los cuales hay muchos ricos del ayer, de vidas anteriores, en cuyas vidas, han ido desarrollando en su psiquismo, el orgullo y la soberbia; orgullo y soberbia que la pobreza va diluyendo, ya que esas vidas oscuras y de dolor actúan como detersorios del orgullo y la soberbia. Para triunfar en la dura prueba de la riqueza, necesario es liberarse de la esclavitud del dinero, no haciendo de él un fin sino un medio; comenzando por liberarse de lo superfluo, optar por un ideal de servicio a una causa noble, etc.
Sin embargo, una pobreza económica puede ser muy bien compensada por una riqueza moral; así como existe una pobreza moral, que ninguna riqueza económica podrá compensar jamás.Todos anhelamos la felicidad. Todos, en un modo u otro, tratamos de alcanzarla. Pero, por nuestra ignorancia tomamos caminos equivocados, y cual espejismo la "vemos" y la imaginamos en la riqueza material o en la ostentación, ya en los placeres de toda índole que llevan a la exacerbación de los sentidos, conduciendo a la amargura del desengaño, del fracaso y de dolor.
La vida debería ser una constante felicidad, ya que hacia ese fin están orientadas las Leyes divinas. En los designios de Dios está, que la vida sea dichosa y feliz y no de penas y desdichas, cual acontece a una inmensa mayoría de los seres humanos de nuestro mundo. Porque, las cosas que hacen la vida verdaderamente feliz son muy sencillas y están al alcance de cualquiera.
Muy a menudo oímos que el pobre murmura del rico a quien envidia y se queja de su mala suerte que le distancia de cuanto, a su juicio, vale la pena en este mundo. Y ese modo de pensar, esa actitud mental desacertada, crea inconformidad, desasosiego y desaliento, que debilita las facultades mentales y amargan la vida. No obstante, si nos detenemos a inventariar las cosas verdaderamente necesarias para la vida, las en realidad valiosas; veremos que, ricos y pobres están poco más o menos al mismo nivel.
Tanto la riqueza como la pobreza son aspectos de la vida humana que el ser espiritual tiene que experimentar para el desarrollo de sus facultades. Por ello, ese aspecto de la vida, debemos considerarlo como transitorio y no apegarnos a ellos. En los tiempos actuales, una buen parte de los casos de riqueza y pobreza material, se deben al esfuerzo y diligencia de unos, así como abandono y negligencia de otros. Y casos hay en que la riqueza y la pobreza son de origen causal, o como pruebas a superar por el espíritu en determinadas vidas. Y la prueba de la riqueza, es la que más temen los espíritus más evolucionados, prueba que posponen lo más que les es posible; pero que, por ella tienen que pasar.
Las pruebas y vicisitudes de la vida en sus diversos aspectos, son la gimnasia para el espíritu, para el desarrollo de sus facultades que facilitan su proceso evolutivo. Por ende, debemos sobreponernos a las pruebas y vicisitudes que la vida nos presente, con firme determinación de superarlas. Esto es importante. Toda vicisitud y prueba superada ya, dejará de afectarnos, por molesta o difícil que ella sea. Son como las lecciones que en la escuela presentan a los niños, y que, mientras no la aprendan les es difícil; pero, una vez aprendida, ya les es fácil. Así mismo nos acontece a los adultos en la escuela de la vida. Por ello, es necesario no dar cabida nunca al desanimo, porque éste incapacita para actuar acertadamente en todos los problemas de la vida.
Demostrado está que, hay ricos-pobres y pobres-ricos. El rico que sólo vive para sí y sus riquezas, que está enteramente envuelto en sí mismo, es un enfermo psíquico, un psicópata que ignora su condición; por lo que vive amargado por su misma condición egoísta que le mantiene en constante desarmonía, consecuencia de su pobreza mental egoística.
Mientras que el pobre de bienes materiales, que vive en paz consigo mismo, que no envidia la posición económica de los demás (esto no significa que no deba tener ambición de progreso), que ama a su trabajo y lo realiza con gusto, que no sea esclavo de vicios y que tenga buenos sentimientos y pensamientos; posee una riqueza que vale más que la fortuna material. Porque, con esa actitud se mantendrá en armonía mental-emocional, generadora de paz y felicidad.
La mejor riqueza que debemos ambicionar y que podemos conquistar, es la paz y la armonía de vivir, y para lo cual, la adquisición del conocimiento mucho puede ayudarnos. Y esa paz y armonía no se consiguen con dinero, sino con amor.
La pobreza honrada y bien llevada, no es obstáculo para la felicidad, antes al contrario. El obstáculo está en la actitud mental desacertada que se adopte, como queda explicado.
LECCIÓN 23 - El egoísmo.
Siendo el progreso del Espíritu el verdadero objetivo de la vida humana, analicemos algunos de los aspectos de la vida humana que son impedimento de ese progreso. Comencemos por uno de esos aspectos que es el de mayor impedimento y transcendencia; que es la mayor tara de la humanidad actual y de cuya tara dimanan diversos otros aspectos o imperfecciones del carácter humano, que con causa de sufrimiento en la vida física humana y en la vida espiritual; y que es el mayor enemigo de la felicidad. Diré mejor, nuestro mayor enemigo, pero disfrazado de amigo, por lo que no es fácil identificar. Es un enemigo taimado que nos adula, que nos halaga con promesas de ventajas (que no son reales sino aparentes), creando en nosotros deseos y ambiciones que nos conducen a actuaciones discordantes con la Ley.
Y ¿cuál es ese enemigo? EL EGOÍSMO.Sí, el egoísmo. Porque el egoísmo, en sus diversos grados y aspectos, tales como: egocentrismo, amor propio, codicia, afán de dominio, exclusivismo y ambición desmesurada; es generador de envidias, exigencias, celos y muchas veces crueldad.
Pues, del egoísmo nacen sentimientos y deseos que turban la razón, induciendo a la ejecución de actuaciones que son causa de desdicha y de dolor para los demás y para el individuo mismo, ya que el egoísta está psíquicamente en constante desarmonía, lo cual afecta a su salud psíquica y física. Con su forma de ver las cosas, el egoísta se aísla en su propia conveniencia humana (conveniencia que no es real sino aparente) insensible a la razón y al sufrimiento ajeno.
Entre los muchos aspectos que el egoísmo presenta citaremos: aquel que se dedica a vivir su vida para sí solamente, sin preocuparle el sufrimiento y miserias humanas, evadiendo toda oportunidad de hacer el bien; el jubilado prematuro que desperdicia las oportunidades de hacer el bien a la comunidad que le sostiene, con solamente dedicarle parte de su tiempo libre; el heredero de bienes de fortuna que las dedica a su exclusivo beneficio, porque, de acuerdo con las leyes humanas, le pertenecen sin pensar en los desheredados; el ocioso, cual sea su condición económica; el empleado remiso que escatima en dar de sí (como el avaro rico en bienes materiales en dar dinero); el profesional médico que no cumple con su juramento hipocrático y atiende mal a los enfermos o sólo atiende a los que pueden pagar; el abogado que no dedica algunas horas de su vida al caído en desgracia y perseguido por la justicia humana.Si echamos una ojeada a nuestra sociedad, en sus reacciones, apreciaremos que cada cual interpreta y mide la justicia con la medida de sus intereses personales; y mira como justo lo que le favorece y como injusto lo que le perjudique sus intereses personales. Así es el egoísmo. No obstante, aquellos que ya han adquirido un mayor conocimiento de la realidad de la vida, se olvidan de sus conveniencias y sus intereses, para pensar en la conveniencia, en el bien y en la felicidad de sus semejantes, en cuya práctica encuentran su propia felicidad. Y esto lo practican aquellos que han descubierto que, es en el darse a los demás, el modo y manera de conquistar la paz y dicha eterna. ¿Lo dudas? Haz la prueba.
Hay una frase que refleja la pobreza del alma y sintetiza el sentimiento del egoísta: "Primero yo y después yo". Este es el egoísmo que caracteriza al espíritu primitivo. Porque, el egoísta lo quiere todo para sí, con menosprecio de los demás. Es la doctrina del "yo" (ego en latín, del cual se derivan ego-ismo, ego-ista).
Como el egoísta no piensa más que en sí y para sí, concentrando en sí mismo todos sus afectos, encuentra en sus infortunios personales, en las decepciones de su vanidad, en su orgullo lastimado, en las vicisitudes de su fortuna, etc. fuentes de amargura que no puede remediar y sufre; sufre, porque ha encerrado en sí mismo toda fuente de felicidad. Porque solamente dándonos en las múltiples modalidades de servicio fraterno, podremos encontrar la felicidad. Su egoísmo le ciega y no le deja ver que, en el dar es precisamente donde puede encontrar la felicidad; sólo contribuyendo a la felicidad de los demás, estaremos creando nuestra propia felicidad. Y esto no es una ilusión, no es una quimera ni utopía, sino una realidad alcanzable; porque, la felicidad no está fuera de nosotros, sino dentro de nosotros mismos. No la busquemos en la riqueza de bienes materiales, ni en los placeres de los sentidos, porque ahí no la hallaremos. Busquémosla en la riqueza de los bienes espirituales.
Cuanto más atrasado se halla el individuo en la escala de la evolución, tanto mayor en su egoísmo. Todos los malvados y brutos son egoístas, y por ende, desdichados. El egoísmo, denota inferioridad, y por tanto ignorancia del verdadero objeto de la vida; que va más allá de la búsqueda de las riquezas materiales y ensalzamiento de la propia personalidad con menosprecio de los demás.
Y aquellas personas egoístas, que intelectualmente han superado el nivel del bruto, podríamos decir que, en ellas el egoísmo es una enfermedad psíquica (psicosis), si bien no percibida por el afectado; pero, muy dañina en los dos aspectos: humano y espiritual. Humano, porque en toda actitud egoísta, la psiquis del individuo genera vibraciones magnéticas negativas que inciden en su sistema nervioso y sistemas glandulares, afectando su funcionamiento y también su salud; y espiritual, porque su despertar en el Más Allá, al final de la vida humana, será muy penoso.
Y a este respecto, meditemos sobre el contenido de esta parte de un mensaje. Textualmente dice: ..."Si egoísticamente pensáis en vuestras propias necesidades antes que en las necesidades de vuestros hermanos, vuestro egoísmo impedirá que llegue a vosotros la benéfica acción de las Fuerzas Superiores. Todo lo que se os dé, todo lo que recibáis, será siempre para que, a vuestra vez, lo deis a los demás. Pero si, egoísticamente, pensáis solamente en vosotros, en hallar remedio a vuestros males, en hallar consuelo a vuestros dolores, sin acordaros del dolor de los demás, nada podréis recibir, porque no estáis pensando ni deseando dar. El amor es dádiva constante. En los Planos Superiores, sólo se piensa en dar, constantemente se os está dando a los humanos todo aquello que necesitáis, espiritual y materialmente; y si algunos no recibís en la medida de vuestros deseos o en la medida de vuestras necesidades aparentes, es porque cada uno recibe hasta donde puede y hasta donde debe recibir. Desde lo Superior se derraman sobre vosotros los bienes que el amor del Cristo os prodiga; pero, cada uno llena y llenará siempre su "vaso" en la medida de "su propia capacidad".
¿Sabéis adónde va, después de la muerte física, aquel que no haya superado el egoísmo? Diversas son las situaciones, según el grado de egoísmo. Pero, todos, después de una más o menos larga turbación que invade al egoísta al desencarnar, éste se siente atrapado en un abismo tenebroso, y en el cual permanecerá aislado, y sintiendo un frío más o menos intenso, según la intensidad del egoísmo; porque, psíquicamente, el egoísmo es gélido y aislante. y en esta condición permanece por un tiempo que varía en cada caso y en concordancia con el sufrimiento y daño que haya causado.
LECCIÓN 24 - Orgullo, soberbia y amor propio.
Comencemos este análisis con el orgullo, que es un estado mental que produce en el individuo un sentimiento de superestimación de sí mismo, que induce a considerarse superior a los demás a quienes suele mirar con menosprecio, condición ésta de la que surgen vibraciones de una negatividad tan intensa, que presiona la mente del afectado, conduciéndole al engreimiento y fatuidad ridícula.
El orgullo se encuentra en todos los ambientes sociales... Creyéndose superior a los demás, el orgulloso sufre cuando se ve menospreciado o por alguna alusión se siente herido en su orgullo. En muchos llega a convertirse en una pasión, al extremo de humillarse para obtener un lugar destacado. Y esto es muy frecuente cuando el individuo, a más de orgulloso es vanidoso.
Hay quienes confunden el orgullo con la dignidad, y al sentirse heridos en su orgullo, suelen manifestar que les han herido en su dignidad. La dignidad implica valor moral, estimula al individuo hacia la superación de sus imperfecciones; mientras que el orgullo las oculta. A este respecto, cito el pensamiento de Confucio: "El hombre noble es digno, pero no orgulloso; el inferior es orgulloso, pero no digno".
Generalmente, el orgulloso invoca un pretendido honor, dignidad, prestigio; basado en su apellido, fortuna, título académico u otros disfraces; para encubrir esa tara, esa inferioridad de su personalidad. Y resulta el colmo, cuando el individuo en su ignorancia se siente orgulloso de su orgullo. Si el orgulloso se percatara de lo ridículo de su postura ante quienes le conocen, tened por cierto que se avergonzaría. Su orgullo está en la ignorancia de su realidad, en su atraso evolutivo. Es como el pavo que se infla con sus plumas, para sentirse más grande, tratando de aparentar un valor del cual carece. Sin embargo, el hombre o mujer, cuanto más vale más sencillo se le ve; porque en la sencillez,que es una superación del orgullo y de la vanidad, está la demostración de la verdadera valía. La espiga del trigo vacía, no vale más porque esté erguida; sino que vale menos que la espiga inclinada, cargada de grano. La primera, nos muestra la vacuidad del orgullo; la segunda, la sencillez del que vale.
Diversos son los grados de manifestación de esta imperfección que en nosotros mismos puede hallarse agazapada sin que nos percatemos de ella, y que nos impide avanzar en el camino de progreso espiritual. Busquémosla, analizando nuestros sentimientos y especialmente nuestras reacciones para con los demás y en el hogar. En esta búsqueda, en este análisis, no seamos tolerantes con esa u otras imperfecciones que en nosotros encontremos, y determinémonos firmemente a superarlas, a fin de subir un peldaño más en la escala ascensional de la evolución. Si bien es verdad que todas las imperfecciones son causa de desdicha y sufrimiento, la soberbia es la mayor de todas, es el mayor azote de la humanidad. Porque, a diferencia del orgullo, que suele retirarse cuando se siente humillado; el soberbio es arrogante, altanero, vengativo y a veces traidor; y sólo el dolor le hará doblegarse. Si analizamos con detenimiento los componentes de las diversas clases sociales, fácil nos será encontrar que, es en la clase más baja de la sociedad donde la soberbia está más arraigada y hace más estragos; porque, la soberbia engendra odio y éste daña a quien lo siente, por la desarmonía psíquica que produce. Y cuando el soberbio está rodeado de poder o autoridad, se torna déspota y hasta criminal. Fácil es identificar a la persona soberbia, por sus gestos y ademanes altaneros o su comportamiento provocativo y despótico.
La gran penalista y socióloga española, Concepción Arenal, refiriéndose a la soberbia, en la página 61 de su libro "El Visitador del Pobre", dice: "La soberbia en el débil es absurda, en el fuerte es vil. La soberbia humilla sin corregir, la humildad corrige sin humillar. La soberbia despierta el amor propio y nos dispone a defender nuestras faltas; la humildad habla al corazón y nos lleva a confesarlas".
Y por desventura, la soberbia se encuentra hasta en el campo científico. Y de ahí los dogmas en todas partes, que no admiten análisis; porque la soberbia odia la contradicción y rehusa analizar nuevamente los conceptos sustentados.A más de eso, el orgullo y la soberbia atraen, por sintonía vibratoria, a entidades del astral inferior, seres del mal que influyen en las mentes más de lo que suponéis. Y por si todo eso fuese poco, al pasar el umbral del Más Allá, pueden llegar a arrastrar a los planos inferiores de tinieblas a quienes vibran en esa sintonía.
Otro impedimento del progreso espiritual, es el amor propio, que es en sí una rama del egoísmo, cuya manifestación en el individuo, es un gran amor a sí mismo. Esto está reconocido en las frases populares: ... "se quiere mucho a sí mismo", ..."es un apegado a sí mismo". Napoleón decía: "El más peligroso consejero es el amor propio".
El amor propio es una de las formas del egoísmo, amor a sí mismo, y está muy ligado al orgullo, por lo que nos lleva a cometer errores en nuestra vida de relación y del hogar. Es el punto en donde se hace fuerte el yo inferior para llevar a la personalidad por el camino equivocado. Un alma impregnada de amor propio, es un alma envuelta en vibraciones intensamente negativas, que debilitan el Espíritu, impidiéndole cumplir la tarea que debe realizar, lo cual le obligará a nuevas y repetidas encarnaciones, para poder cumplirla.
Uno de los aspectos en que el amor propio es motivo de impedimento de progreso en el proceso evolutivo, es que el yo inferior, que es el que alimenta el amor propio o amor a la propia persona, trata de justificar siempre los errores y consecuencias de las imperfecciones, y con ello obstaculiza la acción del Yo superior, para la superación. Y es aquí, precisamente, donde o cuando debemos (como persona) ayudar al Yo superior (al Espíritu) a manifestarse, y no dejarnos convencer por los argumentos que el yo inferior humano nos presente, porque retardan el ascenso espiritual.
"El amor propio tiene tantas y tan diferentes facetas que, muchas veces, os pasa inadvertido, y vosotros suponéis, equivocadamente, que estáis vibrando positivamente. Debéis acostumbraros a analizar en vuestros actos, sentimientos y pensamientos, con conciencia espiritual, es decir, de acuerdo con las enseñanzas que estáis recibiendo. Debéis aprender a reconocer ese enemigo oculto".
"El amor propio tiene aspectos muy diferentes, y puede llevaros a la ambición desmedida, al odio y a la lucha fratricida, a las separaciones y a las más viles acciones. Y el amor propio se agiganta a medida que vosotros le dais cabida, y os absorbe a medida que le servís. Si analizáis frecuentemente vuestros pensamientos, aspiraciones y reacciones, podréis reconocer finalmente esa nefasta vibración de amor propio, que guía y rige vuestra vida humana. A tal punto el hombre se siente identificado con esa vibración negativa, que ha llegado a darle en su vida una gran preponderancia y un falso aspecto positivo, reconociendo con orgullo el poseerla, y sintiéndose superior a los demás cuando tiene mucho amor propio".
LECCIÓN 25 - Sensualismo en sus aspectos: alimentación y sexo.
El sensualismo, en su doble manifestación: estomacal y sexual, es un derrochador de energía psíquica y un gran impedimento de progreso para el Espíritu. Los excesos o uso abusivo de sexo, así como un estómago lleno, embotan el cerebro, debilitan la mente como manifestación del Espíritu y ablandan la voluntad. Comencemos con un análisis breve sobre la alimentación.
En el estado evolutivo actual de nuestra humanidad, el cuerpo humano necesita todavía ingerir una cantidad regular de sustancias orgánicas para su sostenimiento.
Pero, el ser humano ha ido convirtiendo esa necesidad en un medio de placer y abuso, lo cual retarda grandemente el progreso intelectual y espiritual.
La gula o glotonería, que es una intemperancia en las comidas, bebidas; intemperancia que el ser humano ha ido desarrollando en su psiquis, creando un apetito desordenado y antinatural en el comer y en el beber (a lo cual mucho contribuye la propaganda comercial). Un viejo refrán dice: "La gula agranda el vientre y empequeñece el cerebro; cuanto más engorda un cuerpo tanto más enflaquece el alma". En realidad, en el actual momento de nuestra sociedad, la gente ingiere una cantidad de alimentos mayor de las necesidades reales de nutrición.
Son muchas las personas que creen que, cuanto más comen más se alimentan. Craso error ese, ya que todo exceso en la alimentación es perjudicial en grado sumo. El refranero popular dice: "De cenas y harturas están llenas las sepulturas" y "por opíparas cenas, están las sepulturas llenas".
Para la economía del organismo, no es lo que se engulle, sino lo que se digiere y asimila. Y para ello, es necesario una buena masticación. Muchas personas tienen el mal hábito de no masticar bien los alimentos: y de no mezclarlos bien con la saliva. Según estudios experimentales llevados a cabo por especialistas en dietética, lo mínimo requerido para una buena digestión y asimilación, son 28 masticaciones en cada bocado. Y si observáis bien, después de esas masticaciones, la comida se hace más sabrosa, más dulce, debido al aditamento de los fermentos contenidos en la saliva. Está demostrado que se necesita menos cantidad de comida, cuando se mastica bien; ya que los órganos de la nutrición asimilan con mayor facilidad y menos desperdicio. Y al sentarse a la mesa para comer, debe evitarse las preocupaciones que producen tensión, y mucho menos hablar cosas desagradables, porque influyen mucho en la digestión de los alimentos.
Necesario es también conocer que, en el mecanismo de la respiración (aspiración o inspiración) el organismo humano absorbe energía universal (prana) hasta un setenta por ciento de su necesidad de sostenimiento. Y que los alimentos crudos son ricos en prana necesaria para el rejuvenecimiento de las células de los tejidos.
Y el sexo, ha sido creado para la reproducción de la especie, teniendo por ello una misión enaltecedora. Pero, el hombre y la mujer, carentes de una educación moral espiritual y sexual apropiada, buscan en el sexo la satisfacción del deseo sexual creado por la imaginación, y casi siempre salen frustrados. Y muchos son los que excitan ese deseo, deseo que jamás se extingue por el goce. Es como el fuego que, echándole más combustible toma mayor incremento. Y ahí está el peligro de perversión, de caer en la lascivia y lujuria, si las partes o una de las partes no controla esos impulsos genésicos; porque corre el riesgo de crear un hábito vicioso, tiránico, que aumenta sus exigencias reduciendo la sensibilidad (el placer) y produciendo el hastío, y con él la frustración que arruina su vida.
Si bien es verdad que la unión conyugal puede ser y debe ser fuente de dicha, cuando en esa unión hay cariño, comprensión, dedicación, unión de alma y control del acto sexual; puede ser también fuente de desventuras si alguno, o ambas partes, por egoísmo o ignorancia, da rienda suelta al deseo sexual y cae en los excesos que llevan al desencanto y muchas veces causa de naufragio en muchos matrimonios.
Los excesos sexuales producen debilitamiento de las células cerebrales y de las neuronas, y un envejecimiento prematuro; a más de que retrasa el progreso del Espíritu, cuando el hombre o mujer se deja dominar por la concupiscencia. No obstante, si esa fuerza psicogenésica es encauzada hacia un plan de trabajo o hacia la realización de un ideal noble, desviando el pensamiento del sexo y lo que con él se relaciona; se podrá convertir una vida de tormento por los problemas sexuales (creados por la mente) en una vida de felicidad.
Un gran sensual, por ejemplo, puede dominar esa pasión orientando esa fuerza psicogenésica hacia fines elevados. Todo hombre o mujer de mediana evolución puede, si se propone, desviar esa fuerza creadora, mediante la voluntad, encauzándola hacia un ideal, hacia una meta más alta; utilizándola para el trabajo creador y mayor lucidez intelectual; haciéndose más receptivo a las vibraciones del Ego superior y a las fuerzas de los planos espirituales superiores, a medida que los pensamientos puros van neutralizando las sugestiones lascivas y concupiscentes.
El psicoanálisis ha descubierto que, la energía psíquica puede consumirse en un determinado acto, puede ser trasladada para manifestarse en otro. Y así, dada la unidad del organismo, los impulsos genésicos, como el sexual, pueden transformarse en actividad mental.
El sexo es una fuerza creadora que no debemos prostituir orientándola hacia los placeres carnales, que degradan la inteligencia y ablandan la voluntad. Muchas personas creen que el acto sexual es una necesidad fisiológica, porque así oyen decir a otras personas (ignorantes en materia sexológica); y hasta llegan a aseverar que la continencia da lugar a trastornos neuróticos. La mayor parte de los actuales especialistas en sexología, son unánimes en declarar que, la abstención prolongada y aún definitiva, no ofrece peligro alguno, cuando es voluntaria. El peligro está, cuando la continencia se observa contra la propia voluntad, cuando es impuesta por las circunstancias, reprimiendo el deseo; porque, entonces puede el individuo caer en la lascivia mental y en otros vicios ocultos más degradantes y repugnantes, tales como la masturbación, el homosexualismo en el hombre y lesbianismo en la mujer.
La pureza es una gran fuerza moral-espiritual y psíquica, porque equivale a la integridad del funcionamiento psicofísico, contribuyendo a un perfecto equilibrio funcional orgánico. El más eficaz remedio contra la impureza, es el dominio del pensamiento. No es necesario flagelar el cuerpo y apartarse del mundo, como en otros tiempos aconsejaba una mal entendida autoridad; pues, en contacto con el mundo, con las tentaciones, luchando y venciendo las bajas tendencias y hábitos viciosos, como nos hacemos fuertes para continuar avanzando en el empinado camino de la evolución.
LECCIÓN 26 - Breve análisis psicológico y espiritual de las pasiones.
Todo apasionamiento lleva al individuo a la exaltación que, de no ser controlada, impide razonar. Desarrolla en el individuo una fuerza psíquica que, si bien puede ayudar mucho en la realización de una idea o propósito; puede también arrastrar a extremismos de violencias, porque todo estado pasional oscurece la razón.
Necesario es distinguir entre pasión y entusiasmo. Y aun cuando éstos son aspectos de la acción de la facultad emocional del alma humana, su actuación y efectos son diferentes. Pues, mientras el entusiasmo es una energía psíquica dirigida y controlada por la razón, la pasión no; aun siendo la misma energía psíquica, pero desbordada y sin control. Y en esta condición caen algunas personas bien intencionadas, por falta de observación de sus reacciones y análisis de sus actuaciones.
Si bien hay pasiones nacidas de ideales o conceptos de verdad, que podrían considerarse positivas, tienen la desventaja de producir en la persona apasionada una obcecación mental y desequilibrio emocional que impide razonar y analizar las ideas de los demás diferentes a la suya, con lo cual se torna intransigente con toda idea y concepto diferente al suyo. Y aquí está el aspecto negativo de la pasión.
Por ello, toda pasión cual sea su naturaleza, es perturbadora. Por lo que, necesario es mantener una constante observación sobre nuestras reacciones y actuaciones. El entusiasmo es necesario para las realizaciones. Y es positivo cuando es motivado por una causa noble y controlado por la razón. La pasión es dañina por los extremismos a que conduce, que retardan el progreso y evolución del Espíritu.
Variados son los aspectos de las pasiones, que surgen fácilmente en las personas fogosas, sectarias y fanáticas. y diversos son sus efectos, entre los cuales citaremos las enemistades y perjuicios causados por esos estados pasionales de los que surgen odios y malquerencias en diversos modos, según el grado de egoísmo y orgullo que prevalezca en las partes.
RESENTIMIENTO.-
Hay quienes, ante un hecho, palabras o frases que por ligereza o maldad alguien haya proferido, y hasta por envidia debido a algún complejo; llegan a crear en su alma pobre y ruin, un resentimiento y hasta malquerencia que amargarán su vida en cada momento que piensen en la persona-motivo de su resentimiento o perciba su presencia. Actitud desacertada y absurda que, por ignorancia de las consecuencias dañinas que tal estado anímico les depara, así como por desconocimiento de sus propias imperfecciones, tales como el orgullo y amor propio lastimados, llega a dar cabida en su alma.
Porque, todo resentimiento amarga la vida de quien lo sustenta y perjudica la salud del cuerpo y del alma, sin recibir nada beneficioso a cambio de ese resentimiento, que es motivo de mortificación. Entonces, ¿verdad que es absurdo crear y mantener resentimientos?
En cambio, cuando vibramos en bondad, en amor fraterno, somos comprensivos y tolerantes ante las imperfecciones del carácter de los demás, y aun ante actuaciones poco dignas. Y éste es el estado afectivo que debemos alcanzar, si queremos librarnos de las molestias que el resentimiento produce.
En nuestras relaciones humanas debemos tener presente que, quien mal actúa es un ser inferior, atrasado, y por ende más necesitado de nuestro amor, que es comprensión y tolerancia. Y sólo vibrando en amor fraterno y controlando nuestra emotividad, podremos ser comprensivos y tolerantes para con los demás, con lo cual nos libraremos de vernos presos de esa rémora cual es el resentimiento.
RENCORES.-
¿Habéis tenido alguna vez el sentimiento venenoso del rencor hacia alguien? Y si en algún momento de vuestra vida lo habéis tenido, ¿qué ventajas o beneficios os ha reportado? Ninguno, ¿verdad?
Naturalmente. Porque, el rencor no da nada bueno, y sí proporciona intranquilidad, desasosiego, porque afecta la emotividad, cuyas vibraciones con sentimientos de rencor envenenan la mente de quien por ignorancia alimenta el rencor.
Puede que alguno diga: me ha hecho esto o aquello, daño, etc.
Bien. Pero, veamos ¿puede alguien con su rencor o resentimiento deshacer el daño causado, o motivo de tal resentimiento?
Seamos sensatos y razonemos, ¿puede deshacerse lo hecho?
Entonces, ¿qué se gana con mantener un rencor que perjudica a la salud y altera la paz mental tan necesaria?
¿Sabíais que el resentimiento, el rencor y la malquerencia, actúan contra el mismo que las mantiene, y que son fuerzas psíquicas altamente negativas que dañan al mismo que las produce, mediante esa actitud desacertada?
El rencor no tiene cabida en los espíritus nobles y fuertes, en quienes vibra ya el amor; sino en los débiles.
Generalmente, el rencor nace de algún resentimiento por falta de comprensión, por envidia, egoísmo, orgullo lastimado, etc.; que el afectado da cabida en su alma y que luego le tendrá torturado.
Quien vibre en esos sentimientos mezquinos, está proyectando vibraciones desarmonizantes a su sistema nervioso y a las glándulas de secreción interna, produciendo en los mismos un desequilibrio funcional que, poco a poco, van dañando la salud y amargando la vida. Y a más de esto y otros detalles que sería prolijo enumerar aquí, al desencarnar en esas condiciones, no podrá alcanzar los planos de felicidad que la Divina Providencia ofrece a todos sus hijos; ya que puede caer en ambientes tenebrosos, a los cuales está unido con sus pasiones, y de los cuales, ¡mucho cuesta salir!
MALQUERENCIAS.-
Cuando analizamos serenamente, el comienzo o motivo que dió origen a una malquerencia, apreciamos con asombro que es la falta de amor, ese sentimiento que nos hace ser comprensivos para con las imperfecciones de nuestros semejantes (ya que si miramos hacia dentro de nosotros mismos, también las encontramos en mayor o menor grado).
La falta de amor, es la que realmente permitió penetrar en el alma tal sentimiento o condición; que suele degenerar en pasión, y que luego mantendrá el individuo en desarmonía frecuente. Las malquerencias son una consecuencia de lo anterior: resentimientos y rencores por haber dado cabida a esos dos aspectos pasionales absurdos y funestos.
Para no caer en el estado perturbador de cualquier pasión, es necesario controlar las emociones a fin de dominar los impulsos; ya que, es axiomático en psicología, que las emociones profundizan por repetición.
Necesario es evitar caer en el fanatismo, que lleva al individuo a la intransigencia. Necesario es respetar la opinión de los demás y considerar que tienen el mismo derecho que uno. Necesario es vigilar constantemente nuestros sentimientos, pensamientos y reacciones, ya que ellos motivan nuestros actos. Y no permitir, en ningún momento, explosión emocional alguna, ni obcecación en nuestras ideas y creencias.
Sólo cuando hayamos llegado al control de nuestra emotividad, podremos dominar nuestras reacciones y nuestros actos. Sólo cuando la facultad rectora y directriz de la Mente sea capaz de controlar y dirigir nuestros pensamientos y sentimientos; sólo entonces llegaremos a vernos libres de esos y otros estados afectivos negativos, causantes de tanta desdicha, fracaso y dolor. Porque, entonces habrá una completa armonía mental emocional y seremos rectores de nuestros propios destinos.
Tengamos siempre presente que, todo sentimiento ruin produce una vibración negativa, que a más de impregnar el alma y el cuerpo físico de magnetismo mórbido, atrae por afinidad a entidades maléficas del astral inferior que, al acercarse por sintonía vibratoria, avivan esa pasión e impregnan el aura de fluidos ponzoñosos.
Sólo los espíritus débiles y las personas ignorantes, caen víctimas de esas pasiones. Mantengámonos fuertes. Controlemos las emociones para no dar cabida nunca en nuestra alma a pasiones y sentimientos mezquinos y negativos, que retardan nuestro progreso y evolución.
LECCIÓN 27 - Odio y perdón.
Diversos son los grados de manifestación del odio, esa pasión dañina en alto grado, que sólo anida en las almas pobres y ruines, al dar cabida en sí a esa pasión destructiva, por ignorancia de las consecuencias dañinas que habrá de ocasionarle. Porque el odio comienza por perturbar la tranquilidad de quien lo siente, por su acción perturbadora sobre las facultades del alma, cuyas vibraciones desequilibrantes afectan la mente y perjudican la salud, por la incidencia de esa vibración enconosa en los sistemas nerviosos y glandulares. Y, a más de dañar la salud de quien da cabida en sí al odio, le convierte en una persona amargada que, en sus relaciones de trabajo, negocios, etc., desbarata oportunidades de progreso por la actitud negativa del afectado y los errores que induce a cometer.
Conocéis ya la ley de las vibraciones, explicada en la lección 12. Por consiguiente, sois conscientes ya de que los pensamientos y sentimientos son vibraciones que contienen en sí una fuerza benéfica o maléfica, constructiva o destructiva, según su naturaleza. Y siendo el odio un sentimiento cargado de deseos de mal, es destructivo por su propia naturaleza enconosa. Por ello, cada sentimiento de odio es una vibración-fuerza, dañina en alto grado hacia quien se dirija, pero que actúa también contra el mismo que la emite. Y cuanto más odie una persona, más y más se envuelve en esas vibraciones intensamente negativas, desequilibrantes, que le atormentarán. Si pudiéseis apreciar el aura de una persona vibrando en odio,os asombraría al verla envuelta en un halo negro, en forma de torbellino.
Y quien odia, no tiene paz en su mente ni en su alma, ya que ese sentimiento ponzoñoso produce una desarmonía psíquica mortificante, convirtiendo la vida del afectado en un tormento. Todas esas extrañas misantropías y neurastenias que a veces apreciamos en nuestras relaciones humanas, tienen por causa alguno o varios de esos estados pasionales de odios, rencores, malquerencias, etc., cuyo origen puede ser el egoísmo, envidia, celos, etc. que son sentimientos frecuentes en las almas mezquinas y ruines.
Y cuanto más una persona odie a otra, más se une a ella psíquicamente. Y, ¡paradoja! cuanto más lejos la desee, cuanto más en ella piense, más la acerca (vibratoriamente); porque, la persona que odia atrae mentalmente hacia sí a la persona odiada, con la fuerza de su pensamiento, y su imagen no le deja vivir en paz, le sigue y le persigue como una sombra, por que ella misma la mantiene en su mente. Y aquí está el tormento.
¿Hasta cuándo? Hasta que deje de odiarla.
Puede que alguno, juzgando a la ligera ese fenómeno de la fuerza de atracción, por afinidad, del pensamiento os diga: vaya una ley rara. Pero, si se considera que esa ley de vibración y atracción no ha sido creada para ser vehículo de odio, sino de amor, para unir las almas que se aman y contribuir a su felicidad; comprenderá mejor.
Cuando el sublime Maestro Jesús dijo: "Amad a vuestros enemigos", no estaba enseñando tan solo moral, sino que también una psicoterapia para librarnos de los efectos destructores del odio. Porque, vivir odiando, no es vida; es un tormento.
Cuando una persona exclama: "Yo no le perdonaré lo que me hizo"; esa persona está cometiendo un gravísimo error, error que puede significarle muchos y muchos años de dolor. Porque, cada vez que se acuerda de ese acontecimiento, perjuicio u ofensa, está impregnando su alma con el magnetismo mórbido contenido en sus propias vibraciones de odio, que irán densificando y oscureciendo esa alma; y a más de que está fortaleciendo esa unión vibratoria con la persona odiada, quien al recibir el impacto de esas vibraciones de odio, percibe también (mentalmente) la figura de quien las envía, reaccionando también del mismo modo, con una andanada de odio, rencor o desprecio, según sea el caso. Y con esa actitud descabellada, ambas partes están destruyéndose mutuamente. ¿No os parece absurda esa actitud? Sin embargo, así acontece con harta frecuencia.
Alguien dijo: "Si mis enemigos supiesen el daño que se hacen odiándome, no me odiarían". Esta frase contiene una gran verdad que todos debieran conocer; y que contribuiría grandemente a liberar al mundo del odio, causa de ¡tantas desdichas!.
Porque, aquel que odia está dando poder a su enemigo sobre su tranquilidad, sobre sus nervios, sobre su sueño, su presión sanguínea, su salud toda, y su propia personalidad. ¡Meditemos sobre esto!
Por ello, insensato es responder al odio con el odio, rencor o malquerencia hacia aquellos que, por lo que fuere, llegasen a odiarnos; y sí con amor, deseos de bien, ya que de este modo, esas vibraciones cargadas de energía psíquica negativa, no penetrarán en nosotros y rebotarán: porque el amor genera energía positiva, conformando un campo magnético de protección.
A más de esos efectos perturbadores, con la actitud de odio y malquerencias resultantes, esas personas están conquistando un puesto en las zonas oscuras del astral inferior, al desencarnar. ¡Cuán frecuentemente es ver personas que, por ignorancia, son esclavas de esa y otras pasiones absurdas. ¡He aquí, la necesidad de la divulgación de este conocimiento y otros conceptos de verdad! He aquí una oportunidad de progreso espiritual para vosotros, divulgando éstos y otros conceptos de verdad.
Pongamos en práctica esa maravillosa enseñanza del sublime Maestro: "Amad a vuestros enemigos". Y con ello quebraréis el poder que sobre vosotros pudieran ejercer a través del odio o rencor.
Puede que alguno diga: ¿Cómo puedo yo sentir amor por quien me ha hecho daño? Y yo os pregunto, hermanos muy queridos, ¿no habéis hecho sufrir alguna vez a alguien o causado daño en algún modo? ¿Y no querríais que ese error os fuese perdonado y olvidado? De cierto que sí. Entonces...
Y ¿sabíais que sólo el amor es productor de perdón? Porque, quien ama, perdona; quien mantiene odio, no perdona. Quien ama y perdona, se engrandece; quien odia, se empequeñece. Quien ama es comprensivo y perdona las ofensas, no dando cabida en su alma a sentimiento alguno de odio que pueda desarrollar un deseo de malquerencia, venganza o represalia, aun cuando en el momento del daño u ofensa perciba ese impacto. ¡Sólo las almas débiles y ruines albergan odio!
Pedid al sublime Maestro Jesús, con fervor, con verdadero deseo de perdonar y anhelo de superación, que os enseñe a perdonar, que os enseñe a amar a quien daño o agravio os haya hecho. Haced esto una y otra vez, muchas veces.
Si así lo hacéis, con fe y humildad sentida; pronto comenzaréis a percibir que una sensación de paz y sosiego inunda todo vuestro ser. Esa es la señal de haber alcanzado la vibración de Amor del Cristo. Y un nuevo deseo de bien comenzaréis a sentir hacia la persona o personas que por error o falta de control de su emotividad, y aún por ruindad os haya causado ese agravio o daño.
Y no os desaniméis si no conseguís de inmediato ese propósito digno. Perseverad, perseverad hasta que hayais establecido la unión vibratoria con la Ley del Amor Universal, generadora de paz y armonía, y liberadora del odio y su secuela de malquerencias y amarguras.
Y la paz interna (mental-emocional) aumentará vuestra capacidad intelectual, vuestra alegría de vivir y ansia de progreso. Porque, un alma y una mente despojadas de odios, rencores y malquerencias, con ideales elevados, vibrando en amor fraterno, se exteriorizará en una personalidad más eficiente, ágil y realizadora.
Y cada vez que llegue a vuestra mente, en el comienzo, el recuerdo o imagen del motivo del agravio (que poco a poco irá desvaneciéndose) desechadlo y proyectad sobre esa persona vibraciones de amor, a modo de comprensión y deseos de bien; poniendo todo vuestro deseo de bien en ese sentimiento, para que esa vibración sea poderosa y le beneficie intensamente, con lo cual os beneficiaréis vosotros mismos.
Cuanto más améis, más felices habréis de sentiros; ya que, la LEY que es Amor, os devolverá ese amor en felicidad. Si dais amor, afectos, alegrías, servicio desinteresado (que es amor en acción); eso mismo recibiréis en la proporción que deis y más aún. Pero, si dominados por una pasión, envidia, egoísmo o amor propio, causáis sufrimiento de algún modo o realizáis actos de venganza o cometéis alguna bajeza; iréis acumulando un karma doloroso, y esos mismos daños causados recibiréis en la proporción que hayais causado o deseado; porque, la Ley es justa. Retened en vuestra conciencia este axioma; la siembra es voluntaria; pero, la cosecha es obligatoria.
Ahora que ya conocéis las desventajas (algunas tan sólo) del odio, rencor, malquerencias y resentimientos; comprenderéis que, mantener esos enemigos, es un lujo que se paga muy caro.Y lo curioso es... sin disfrutarlo.
Necesario es saber dar a conocer que, con la muerte del cuerpo físico no mueren las pasiones, antes al contrario, se intensifican; porque, están en la propia naturaleza psíquica que, al dejar la envoltura carnal continúa con los mismos pensamientos, sentimientos y tendencias que mantenía como humano, sin los atenuantes de la vida en la carne. De aquí que, un enemigo en el "otro lado" es mucho más peligroso.
Aquí apegados al plano físico, en nuestra propia atmósfera, se agitan millones y millones de almas de los que fallecieron cargados de pasiones. Son seres atrasados que, por sus bajas tendencias no pueden elevarse y deambulan imantados al ambiente en donde han vivido, e inciden o tratan de incidir con harta frecuencia, en la vida de los humanos; quienes, por falta de vigilancia sobre sus sentimientos y reacciones, pueden ser sus víctimas.
A más de esos, existen otros seres de maldad y organizaciones maléficas, compuestas por seres desencarnados que continúan viviendo sus pasiones y tratan de arrastrar a los humanos hacia la maldad y el crimen. Son los demonios a que hacen referencia las iglesias del cristianismo. Y buscan continuar sus gamberradas y la acción de sus odios, rebeldías y maldad de todo género, influyendo en aquellas personas con sentimientos ruines, azuzando sus bajas pasiones. No obstante, esas fuerzas negativas nada podrán hacer en vosotros si no les dais cabida. Las pasiones e imperfecciones humanas, son las puertas de entrada a esas influencias maléficas. No lo olvidéis.
La venganza es un sentimiento de las almas ruines, que les liga con el ofensor o enemigo al pasar el umbral del Más Allá, ocasionando grandes sufrimientos. Y a más de eso, volviendo a ligarlo como humano, en alguna de las siguientes vidas planetarias.
Aquellos que, impregnados de creencias religiosas, manteniendo todavía conceptos dogmáticos apartados de la Verdad, y que obrando mal creen que, arrepintiéndose y confiando sus faltas y actos de maldad a los oídos de un confesor puedan quedar libres de esas deudas espirituales, o indultados por hombres que se atribuyen poderes divinos; están en un craso error. Ni el arrepentimiento, ni la confesión, ni la penitencia les darán el perdón; porque, el perdón no existe en lo espiritual. Existe la Ley justa de: a cada cual según sus obras. Y toda transgresión a la Ley del Amor, produce un desequilibrio en la sección espiritual del causante, cuyo equilibrio tendrá que ser restablecido por el mismo causante: ya por el amor, ya por el dolor.
¡No nos engañemos con espejismos!
Termino mi exposición y análisis, con una llamada a vuestra razón: Perdonad todo agravio y ofensa que os hagan y seréis los más gananciosos. ¡Engrandeceos por el perdón! ¡Perdonad siempre!.
No os ligueis por el odio y sí por el amor. Dejad a la Ley la reaccion de toda mala acción, pero sin deseos de revancha. Y vuestra vida será de paz y armonía, que con todo amor os desea,
LECCIÓN 28 - El Tabaco.
Al igual que en todos los tiempos, cuando el ser humano alcanza cierto grado de desarrollo económico, tiende a buscar la felicidad en los placeres, con lo cual cae en la trampa de los hábitos viciosos. Y el vicio es un error de cálculo en la búsqueda de la felicidad. Es un espejismo que atrae, pero que sólo atrapa a los débiles, y a los que se dejan llevar por el deseo, ejerciendo luego dominio sobre ellos. Bien sabido es ya que los vicios se pagan con pérdida de salud y de fortuna y se recuerdan con arrepentimiento.
Da pena ver a tanta gente camino del suicidio involuntario, conducida lentamente por los vicios. Porque, los vicios, tal como los conocemos hoy, son contrarios a las leyes naturales. Nuestro organismo solo exige la satisfacción de sus necesidades naturales, que son muy pocas y fáciles de satisfacer. Pero, cuando dejamos arraigar en nosotros hábitos viciosos, tales como las bebidas alcohólicas, el fumar, el sensualismo, el juego, los estupefacientes, etc., llamados deleites y goces; esos hábitos arraigan en la psiquis y llegan a exigir violentamente la satisfacción de los mismos.
Quien no tiene el vicio de las drogas, por ejemplo, no tan sólo no las desea, sino que tampoco piensa en ellas. Quien no tiene el hábito vicioso de tomar vinos y licores, no los apetece ni el cuerpo se los pide; aunque sí, por medio de esa sensación de sed le pide agua para atender al normal funcionamiento del organismo. Quien no tiene el hábito de fumar, el cuerpo no le pide la satisfacción de esa artificiosa necesidad; pero, en cambio le pide aire puro para oxigenar la sangre y limpiarla de los desgastes y desechos de la asimilación orgánica. Quien no sea esclavo del hábito de las golosinas de confitería, no siente la menor necesidad de ellas, en cambio, el cuerpo le pide imperiosamente alimento que lo mantenga, y al satisfacer esa necesidad señalada por la sensación de hambre, queda satisfecho.
Comencemos con un breve análisis del vicio que aparenta ser el más inofensivo: el hábito de fumar. El tabaco, base de ese hábito, es uno de los tantos enemigos del hombre y más aun de la mujer; enemigo que estos protegen y cuidan con esmero. Mejor dicho, la planta que produce la hoja del tabaco, no es enemiga de nadie; pues, como todo en la creación, ha de tener un objeto útil, como las aplicaciones que comienza a descubrir la medicina homeopática (detalle aparte al final de esta lección).
El tabaco, tal como se usa actualmente en el fumar, es un veneno. Si bien es verdad que el organismo moviliza los recursos necesarios para contrarrestar la acción tóxica de la nicotina y otros alcaloides dañinos contenidos en el tabaco, mediante la producción de antitoxinas defensivas, no es menos verdad que siempre queda en el organismo un residuo considerable. Para que tengáis una idea de su toxicidad, no tenéis más que probar haciendo que un adolescente fume un cigarrillo entero, y veréis que al terminar sentirá mareos y malestar. Análisis de laboratorio se han hecho de los sudores fríos que han seguido a esa condición, a ese ensayo, revelando tener varias substancias tóxicas peligrosas, que el organismo en su defensa expulsó por el sudor.
Además del alquitrán residual del cigarrillo que va acumulándose en las paredes de los bronquios y los bronquiolos y alvéolos pulmonares, la cantidad de nicotina y ácido prúsico que recibe cualquier fumador moderado, es suficiente para causar la muerte a una persona abstemia si es ingerida en una sola vez. Y 50 mg. de nicotina pueden matar a cualquier fumador moderado, si le son inyectados en una sola vez; sin embargo, un fumador muy viciado soporta hasta 100 mg. en el transcurso del día, sin consecuencias mortales. Y esto es debido al intenso trabajo que efectúa el organismo en permanente proceso de desintoxicación, carga ésta onerosa que requiere energías que el organismo ha de tomar de su economía. De aquí que, el fumador inveterado tenga debilitadas las defensas y menores reservas para resistir cualquier invasión microbiana y atender a otras necesidades orgánicas.
La mayoría de los cardíacos no resisten el tabaco. Los hepáticos, cuyo hígado funciona con dificultad hasta para filtrar substancias inofensivas, son otras tantas víctimas de la acción insidiosa del tabaco. Pues, el tabaco con su contenido de nicotina, ácido prúsico, amonia, extractos azoados, ácido málico, ácido tánico, etc., sobrecarga ese órgano ya enfermo, agravando la salud. Amén de otros trastornos como son irritaciones bronquiales, pulmonares y estomacales. Además, la inhalación de cierta cantidad de gas venenoso en forma de monóxido de carbono. Son muchos los casos de dispepsia por la ingestión de la saliva contaminada, la cual afecta la secreción de los jugos gástricos y enzimas, tan necesarios para una buena asimilación. Y algo bien curioso, es el hecho comprobado del poco paladar de los fumadores, debido a que la nicotina atrofia la sensibilidad de las papilas del paladar.
Las mujeres son las más sensibles a las toxinas del tabaco y afecta a sus órganos de reproducción. Entre otros males, les congestiona la garganta enronqueciendo la voz (voz masculina), lo cual le resta feminidad. A fuerza de sufrir los efectos constrictivos del tabaco sobre los vasos sanguíneos, la mujer que fuma pierde prematuramente el frescor del rostro y el brillo de los ojos (la conjuntiva se empaña). El cutis se marchita y arruga prematuramente, porque, afecta a las células de los tejidos, lo que hace que las arrugas comiencen antes de tiempo.
Otro de los enemigos del hombre, causante de muchas desdichas humanas, es el alcohol, especialmente en los hogares de la gente de menor cultura. No el alcohol propiamente, que tiene muchas aplicaciones útiles; sino el uso y abuso de las bebidas alcohólicas, que está tomando incremento en la clase trabajadora y siendo ya causa de muchos males, como la delincuencia, accidentes personales y de automóvil, y otros muchos que mantienen las cárceles llenas de infelices que directa o indirectamente hasta allí el alcohol los ha llevado.
No vamos a analizar los diversos aspectos de este vicio degradante, por demás conocido por vosotros, ni las consecuencias humanas, ya que resultaría muy extensa esta exposición. Pero sí, es necesario traer a vuestro conocimiento algo que es ignorado y que es causa principal de tanto vicio, especialmente alcohólico.
Como conocéis ya, todo ser humano al desencarnar, lleva consigo sus gustos, tendencias, sentimientos y vicios; pues, la muerte del cuerpo orgánico no destruye los deseos, ya que estos no son físicos sino psíquicos.
Después de la muerte física, cuando el vicioso se encuentra sin cuerpo carnal que le facilita el acceso a los medios de satisfacción del vicio, en este caso la bebida, su deseo se intensifica. Y aquellos que desencarnan víctimas de este vicio, al comienzo se desesperan al no poder saciar ese deseo. Y sufren angustias mayores que la privación en la vida de la carne, ya que ésta es un atenuante. Y en el caso del vicioso alcohólico, no puede elevarse y va a los lugares donde acostumbraba a beber, e intenta tomar el vaso de vino o licor de los que están tomando, lo que es causa de desesperación al no poder conseguirlo. Entonces, se acerca a los que están bebiendo y hace esfuerzos por absorber el olor que, aunque no le sacia le alivia un poco, ya que en los vapores del alcohol va contenida la parte etérica del alcohol. Y cuando el alcohol pasa a la sangre, comienza la volatización hasta alcanzar la forma etéreo astral que esos viciosos desencarnados succionan por el aura del bebedor. Prácticamente, es una acción de vampirismo, ya que además succionan la vitalidad de la víctima. Y en los casos de borrachos habituales, la obsesión llega a anular la voluntad del bebedor.
Si pudiéseis apreciar las escenas grotescas en los bares y locales donde expenden las bebidas alcohólicas, os asustarían, os causaría horror ver como entidades elementales desencarnadas, viciosas, se aglomeran y precipitan sobre los bebedores succionando y tratando de absorber los vapores del alcohol. Generalmente se apegan a una persona de voluntad débil a quien inducen (obsesionan) a beber, empujándolo (mentalmente) hacia bares, tascas, etc..
En toda clase de vicios acontece lo mismo. El individuo que ha comenzado en alguna de las modalidades viciosas, es asediado por desencarnados viciosos que tratan de inducirlo al vicio; y esos seres viciosos desencarnados se valen de todos los medios posibles para conseguir sus fines. Como están ociosos le siguen por todas partes para conocer sus puntos débiles. En el caso del bebedor, provocan con frecuencia disgustos en el hogar a fin de llevarlo a la bebida.
Pero esto no quiere decir que toda persona que tome un vaso de vino en las comidas vaya a caer víctima de esos obsesos. Recordad que, en todo, prima la ley de afinidad. Suele acontecer más frecuentemente en las personas de voluntad débil; pero no así en las de voluntad fuerte, capaces de resistir fácilmente las tentaciones. Mucho podríamos extendernos en este tema de los vicios sociales. Pero, recomendamos que, si no queréis caer víctimas de esos vicios repugnantes, si no queréis caer víctimas de esa clase de obsesos más repugnantes todavía, apartaos de las bebidas alcohólicas y de los lugares frecuentados por viciosos.
Tened presente que, cada vez que cedáis a los impulsos de un mal hábito, tales como el alcohol, tabaco, juego y otros, perderéis vuestra libertad, el don más preciado para el ser humano. Y si permitís que algún vicio os domine, os convertiréis en esclavos de ese vicio y con ello retrasaríais vuestra evolución.
Debido a que a nuestras conferencias asisten jóvenes y adolescentes, dado que en el momento actual una parte de la juventud y adolescencia está cayendo víctima de los estupefacientes, necesario es hacer algunas reflexiones sobre este tema.
Por desventura, existen ciertos individuos, irresponsables de baja ralea que, en su afán de lucro, no vacilan en valerse de medios ruines y criminales como son la propagación del uso de ciertas substancias o drogas alucinógenas que están penetrando ya hasta en los escolares.
El camino de perdición es muy seductor para la juventud. Oye embelesadores cantos de sirena que embargan sus sentidos. El dios del placer subyuga al joven y a la joven con su mágico hechizo, y le embriaga y extravía con los incentivos de placeres paradisíacos que excitan su imaginación. y solo un conocimiento de las consecuencias puede librarles de la caída, cuando circunstancias desafortunadas colocan ante él o ella, la oportunidad de "probar". Y otros, ya mayorcitos, en su vida vacía ¡pobres criaturas! van buscando atolondradamente nuevos placeres, para caer en las garras del vicio o vicios degradantes y del dolor.
Los estupefacientes más comunes son: morfina, cocaína, opio, marihuana, hachis, grifa y otras drogas narcóticas que traficantes sin escrúpulos presentan en cigarrillos, caramelos y dosis inyectables, etc. Estos y otros estupefacientes, conocidos también como drogas narcóticas, comienzan produciendo una excitación en las células cerebrales y nerviosas, y con su parte etérica también en la psiquis, produciendo una euforia alucinatoria que transporta a sus víctimas a un "paraíso" artificial momentáneo, de corta duración, sumiendo luego al toxicómano en un estado de depresión de indecible tortura y desesperación, al desaparecer la acción de la droga.
Y a poco de su uso, quien haya caído en esa trampa, tiene que ir aumentando la dosis,pues la anterior ya no le hace el efecto deseado. Y el estado depresivo sigue en aumento, por lo que el toxicómano se desespera y todo lo sacrifica por la obtención de la droga que le saque de ese estado terrible de tortura. Ya no busca el placer como en el comienzo, busca salir de ese estado de tortura psicofísica, de alucinaciones horribles que, cual fantasma, le persiguen. Y en su tormento, busca desesperadamente la droga que le libere. Y en esa angustia, van pasando días y días, hasta que la obtención de la droga se le hace más difícil, y para cuyo objeto no vacila en valerse del robo, etc.; y entonces trata de huir de sí mismo, porque la vida ya no le ofrece sino sufrimiento, y comienzan a pensar en el suicidio como puerta de escape, que muchas veces ejecutan, pero las más de las veces les falta valor; y solo las clínicas especializadas pueden rehabilitarles.
La causa de la caída en el vicio de los estupefacientes está en la ignorancia, porque quien los conozca jamás caerá en el error. Y la puerta de entrada es, generalmente, la ociosidad perturbadora, carentes de un objetivo de vida y que falto de un ideal, cedieron a las insinuaciones de malas compañías. Y el remedio está en la educación, al comienzo de la adolescencia, exponiendo con claridad, el peligro a que conducen esos y otros vicios ocultos, a fin de que, cuando algún descarriado le hable de ellos, el adolescente esté ya en guardia y pueda dominar la curiosidad, evitando la caída.
Todo hábito vicioso es contrario a las leyes naturales, e impedimento de progreso espiritual (objeto único de las vidas humanas); y es un lastre que mantiene a las almas viciadas apegadas al plano físico al desencarnar y en las secciones tenebrosas del astral inferior o mundo psíquico de las almas.
LECCIÓN 29 - Necesidad de su práctica.
A medida que penetramos en el conocimiento espiritual, que es el conocimiento de las leyes de la Vida en su aspecto trascendente; vamos apreciando en la vida humana aspectos que nos eran desconocidos, y cuyo desconocimiento ha venido siendo causa de errores múltiples causantes de dolor e impedimento de progreso.
El conocimiento espiritual nos capacita para conocernos mejor, a nosotros mismos, conocimiento éste indispensable para una mejor actuación en nuestra vida humana, que es un aspecto de la vida del espíritu, necesaria para su evolución.
Según nos refleja la historia en el frontis del antiguo templo de Delfos (en la antigua Grecia) estaba grabada esta frase:
SI QUIERES LIBERARTE DEL ABISMO, CONÓCETE A TI MISMO
Y, ¿cómo podremos conocernos a nosotros mismos?
Pues sencillamente, estudiándonos, analizando nuestros sentimientos, pensamientos y deseos, observando nuestras reacciones en el contacto con las gentes y en nuestras relaciones familiares en el hogar. Y el autoanálisis o análisis de uno mismo, es el medio de que podemos valernos para conocernos, para conocer nuestras cualidades negativas y positivas, nuestros defectos y virtudes.
Sólo estudiándonos, analizándonos con imparcialidad, observándonos en nuestros sentimientos, pensamientos, deseos y reacciones, podremos conocer nuestras imperfecciones y nuestros valores morales. Para ello es indispensable colocarse en una actitud mental de absoluta imparcialidad, con abstención completa del "yo" humano, inferior, de la propia personalidad, como si estudiásemos a otra persona.
Las personas que carecen de conocimiento espiritual viven, por lo general, cegadas por el amor propio, lo que les incapacita para conocerse a sí mismas.
De aquí que, frecuentemente, se sienten impulsadas a resentimientos por el trato que reciben de los demás, sin detenerse a analizar si ese trato es la consecuencia o respuesta de su sentir o proceder.
Debe preocuparnos más analizarnos a nosotros mismos que analizar a los demás; porque, casi siempre el trato que recibimos de los demás, tiene su causa en nosotros mismos: en nuestros sentimientos, pensamientos y en nuestras reacciones.
Debemos analizar todo pensamiento de censura hacia los demás y ser tolerantes y comprensivos con todos; pues, a poco que nos interesemos por ellos, encontraremos que las reacciones desagradables y otros aspectos de su vida que suelen molestarnos, casi siempre, tienen su origen en sus sufrimientos físicos y morales y en su incapacidad para resignarse o para reaccionar positivamente frente a esas vicisitudes dolorosas, porque carecen del verdadero conocimiento espiritual.
Conocéis ya que la perfección es la meta que tenemos que alcanzar, más pronto o más tarde. Conocéis también que, una sola vida es insuficiente para alcanzar tal objetivo, para liberarse de todo el lastre que arrastramos. Pero, sí podremos liberarnos de una buena parte de ese lastre.
¿Y cómo podremos liberarnos de ese lastre que nos tiene atados a las vidas penosas, si no lo identificamos? Solamente identificándolo mediante el autoanálisis. Pero, con absoluta imparcialidad, sin concesiones, único modo de conocerlo en sus diversos aspectos, de conocernos a nosotros mismos, de ver las diversas facetas de nuestra personalidad, especialmente aquellas que ignoramos y que el autoanálisis puede descubrir. De este modo, podremos apreciar en nosotros imperfecciones que han venido pasando inadvertidas, pero que, sin embargo, censuramos en los demás. Y ello se debe a que nuestro ego inferior (humano) obstruye la manifestación de nuestro Ego superior (espiritual). O sea la acción del "yo" humano que, cegado por el amor propio le hace sentirse superior a quienes le rodean y se incapacita para analizarse a sí mismo. No obstante, no es difícil si nos lo proponemos con determinación.
Como ejemplo:
-¿En qué medida me abandono a los excesos?
-¿En qué grado controlo mis emociones e impulsos?
-¿Cómo reacciono ante las dificultades, contratiempos y vicisitudes de la vida?
-¿Cómo reacciono ante una palabra o frase desagradable?
-¿Soy vanidoso, orgulloso, envidioso, rencoroso, etc.?
-¿He lastimado a alguien de palabra o de hecho, o causado algún daño?
-¿En qué proporción contribuyo al bien de los demás?
Por el autoanálisis, la meditación, el recto pensar y el recto actuar, irá produciéndose en nosotros una transformación en nuestra conducta, que nos ayudará a ascender más rápido en el empinado camino de la evolución.
Comencemos analizando nuestra reacción, en el diario vivir, ante una palabra impropia o frase torpe, así como nuestro lenguaje familiar: como esposos, como padres, como hijos, como hermanos y demás. ¿Cuál es el lenguaje empleado: el correcto, suave y afable, cual corresponde a toda persona civilizada; o el incorrecto: áspero, del bruto, del individuo ordinario? Y esto que a simple vista parece carecer de importancia, la tiene en grado sumo; pues, es la diferencia entre una vida de relación armónica y agradable en el hogar que debe ser siempre un refugio de paz y amor; y una vida de "perros", que no concuerda con la condición de una persona que se tenga por civilizada.
Y no os desaniméis si encontráis en vosotros aspectos negativos, ya que los mismos son superables si os proponéis incorporar a vuestra vida las enseñanzas de amor que, en una modalidad razonada, estáis recibiendo. Si así lo hacéis, pronto apreciaréis que esos defectos irán desapareciendo poco a poco; y vuestra vida se verá transformada con las vibraciones positivas que de ese modo irradiaréis constantemente en vuestro alrededor, y que atraerán hacia vosotros "respuestas" positivas de los demás con quienes convivís y os relacionáis.
Nuestros hermanos espirituales superiores están ansiosos de cooperar en nuestro progreso. Y tratan de ayudar en diversos modos, entre los cuales, por medio de sensitivos al servicio del bien, están enviando mensajes constantemente y realizando curaciones maravillosas en la humanidad.
Conocéis ya que el progreso es el resultado de un constante esfuerzo. Y si queremos progresar, hemos de esforzarnos en ese propósito.
Vigilemos siempre nuestros sentimientos, pensamientos y deseos, a fin de no permitir en nuestra alma y mente la entrada de aquellos negativos y ruines que amargarán nuestra vida y serán impedimento de progreso.
Por ello necesario es observar nuestras reacciones y actuaciones en nuestras relaciones humanas, si queremos conocer nuestro comportamiento.
Demos siempre amor. Seamos bondadosos y sencillos en nuestro diario vivir. Y con ello, seremos los más beneficiados en todo sentido. Tratemos a los demás como queremos ser tratados, si deseamos liberarnos de las vidas penosas y progresar más rápidamente.
Y por último, si queréis formar parte de los escogidos en este tercer milenio, para poblar el maravilloso mundo que será este planeta nuestro al quedar libre de la maldad humana, ya en el comienzo del próximo siglo, debéis prepararos.
No esperéis la gracia o salvación gratuita, que sólo está en la creencia de las mentalidades infantiles.
Estamos viviendo los últimos días de la actual civilización. Y en estos próximos años va a efectuarse la clasificación planetaria. Los clasificados como de la izquierda del Cristo serán expulsados a mundos primitivos, mundos de sufrimiento, como ha sido el nuestro en el pasado, según nos relata la historia. Proponeos ser los de la derecha del Cristo; pero, no por creencias, sino por el amor sentido y realizado.
Con tan solo unos pocos años de esfuerzo en la superación de las imperfecciones del carácter y conquista de las cualidades positivas, como hemos venido conociendo en el desarrollo de este curso, podréis colocaros en la tónica vibratoria de los escogidos.
No desperdiciéis esta oportunidad que la Divina Providencia os ofrece en estos últimos días del final de este ciclo planetario.