SEP-99 Nº 206 |
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1. Buscar un lugar apropiado y fijo (en el hogar si es posible) y silencioso, que ayuda a disponer el ánimo para la meditación y facilita la concentración.
2. Una completa quietud mental-emocional es necesaria. Un desentenderse momentáneo del mundo en que vive, a fin de desprenderse de los pensamientos dominantes.
3. Introspección o búsqueda del contacto con el Ego o Conciencia superior, donde radican las experiencias de las múltiples vidas. Esto es importante en la búsqueda del porqué de los problemas humanos y su solución.
4. Elevar el pensamiento hacia la Superconciencia (o sea pensamientos de amor y comprensión hacia todos) para establecer la unión mental necesaria, a fin de recibir Luz y Fortaleza.
5. Analizar los diversos aspectos de las imperfecciones propias y estados afectivos, pasiones que amargan la vida e impiden el progreso espiritual; así como meditar sobre las leyes de la Vida, para grabarlas cada vez más en la mente humana, a fin de no transgredirlas y coordinar nuestra vida de acuerdo con las mismas.
6. Tomar, de vez en cuando, algunos de los temas o conceptos de las lecciones recibidas y por recibir.
7. Tomar las resoluciones que de esa meditación sean indicadas, con el firme propósito de su realización.
Y cuando comencemos con la práctica diaria de la oración, que es una elevación o proyección del Espíritu hacia los Reinos Espirituales superiores a los cuales pertenece, nos sorprenderá notar como el estado de ánimo frente a la vida diaria, va cambiando hacia aspectos más agradables, y la vida nos parecerá más hermosa... No lo dudemos ni un momento. Pero, para obtener el máximo de provecho, es necesario perseverar hasta haber creado el hábito de la meditación y oración; con lo cual el Espíritu se fortalece para una mejor manifestación. Y una vez creado el hábito de la meditación y oración, nos será la cosa más fácil del mundo. Más aún, comenzaremos a sentir la necesidad de su práctica.
Cada vez que elevemos el pensamiento a Dios estaremos uniéndonos a Él vibratorialmente. No en el aspecto religioso en que Él nos habla como persona; sino que, esa Grandiosidad Cósmica en la que estamos inmersos, está constantemente vibrando en Amor, Sabiduría y Poder; y, estaremos estableciendo unión con esas poderosas vibraciones que irán penetrando en nosotros más y más cada vez, iluminando la mente y purificando el alma, por la impregnación del Amor Divino, a la vez que fortaleciendo el Espíritu para resistir mejor las tentaciones y superar las dificultades de la vida humana.
La oración no es el rezo monótono de palabras y frases sin sentimiento, como algunos practican; sino la manifestación del deseo que el Espíritu siente de elevarse hacia su Creador, hacia la Fuente que le dio vida y unirse a Él. Y ese acto, cuando se realiza con verdadero sentimiento, genera una fuerza, una energía, que puede atraer al plano físico energías vivificantes, purificadoras, sanadoras, armonizadoras y realizadoras. Todo aquél que cultive la oración con elevación y verdadero sentimiento de bien; va transformándose gradualmente en foco radiante de energías de la Divinidad; energías desconocidas por la grandísima mayoría de los humanos que, presionados por los deseos materiales, no alcanzan a comprender que, cuanto más se alejen de su condición espiritual, más y más desventurados serán.
Y para que la oración sea efectiva, tiene que ser intensamente sentida, y tener el alma libre de todo resentimiento o cualquier otro modo de sentimiento negativo, y sólo con deseo intenso de bien. Toda actitud o sentimiento negativo, y aún una simple indisposición contra alguien, debilita la fuerza de la oración y malogra sus resultados benéficos. En su forma más elevada, la oración deja de ser una petición cuando elevamos el pensamiento a Dios y expresamos nuestro agradecimiento por todas las bondades recibidas; pidiendo que ilumine nuestro entendimiento para seguir por el camino recto, a la vez que fortaleza para dominar las pasiones y corregir las imperfecciones, a fin de realizar nuestro destino. Y cuando pedimos para los demás, con amor y fe, esa energía es encauzada por las Fuerzas Espirituales Superiores mediante nuestra invocación, que es la que establece el contacto vibratorio desde el plano físico; contacto vibratorio que se establece cuando elevamos nuestro pensamiento con fe y amor, para el bien de los demás y aún para nosotros mismos. Pero, no debemos pedir cosas materiales para nosotros, porque esa vibración conectaría con entidades del astral inferior que, si bien pueden responder, será siempre en perjuicio.“Acostumbrémonos a pedir siempre el bien para nuestros hermanos. Y así, nuestro espíritu encontrará fácilmente el camino que le conectará con las Fuerzas de todo bien, cuando necesitemos pedir para nosotros mismos”. Mucho nos ayudará en la práctica de la meditación si al comienzo, después de unos minutos de concentración con elevación, hacemos la invocación con la que iniciamos nuestras clases:
MAESTRO JESÚS.
POR AMOR OS PIDO ILUMINAD MI MENTE PARA PODER ADQUIRIR EL CONOCIMIENTO
VERDADERO, A FIN DE ORIENTAR MI VIDA DENTRO DE TUS ENSEÑANZAS DE
AMOR Y SABIDURÍA; PARA UN MÁS RÁPIDO PROGRESO Y EVOLUCIÓN
Y MEJOR AYUDA A MIS SEMEJANTES.