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Vibración es una manifestación de energía emitida por los diversos aspectos de todo cuanto existe en el Universo, ya que nada está en reposo absoluto, sino en movimiento constante, según la misma ciencia moderna va comprobando en cada nuevo descubrimiento. Por ello, todo el Universo es vibración en diversos grados, como diversos y múltiples son los aspectos: desde el átomo, molécula, célula, de los diversos organismos que vibran constantemente en consonancia con su naturaleza y función; hasta todos los mundos del Cosmos infinito, cuya vibración varía y está también en concordancia con su estado evolutivo. Así también, todo lo que emana de la mente y el alma de las personas, es vibración: pensamientos e ideas, sentimientos, deseos y palabras.
Por ello,
podemos afirmar que estamos inmersos en un océano de vibraciones,
al igual que los peces están inmersos en el agua sin que se percaten
de ello, ya que ése es su ambiente en el cual nacieron y viven.
Así mismo acontece con nosotros los humanos, y tan sólo percibimos
algunas vibraciones, como son las vibraciones sonoras, las vibraciones
u ondas luminosas, las caloríferas y las sísmicas; que son
vibraciones físicas, por las cuales el Espíritu encarnado
entra en contacto con el mundo físico en el que tiene que actuar
para realizarse.
Como habéis
podido apreciar en el estudio de estos temas, todo cuanto existe, aún
en sus formas más ínfimas, tiene vida. Y todo lo que tiene
vida, vibra en el grado de su desarrollo y evolución. Por ello,
podemos afirmar que todo vibra, que todo está en constante vibración
y transformación. Vibran las plantas vegetales y perciben también
la vibración de los humanos, igualmente que los animales; vibran
las piedras y las diversas formas minerales, ya que las diversas clases
de átomos de que están compuestas las sustancias minerales
también vibran (ya la ciencia de la física ha comprobado
que el átomo está en constante movimiento y vibración).
Vibra el ser humano por medio de sus pensamientos y sentimientos, y vibran
las células de su organismo porque tienen vida propia. Y algo que
es necesario conocer y retener en la memoria para no dañar el propio
organismo, es que, todas las células del organismo humano son sensibles
a las vibraciones pensamiento-sentimiento que el ser humano emite constantemente,
comunicando estos la tonalidad buena o mala de que están impregnados,
afectando el funcionamiento de los diversos órganos del cuerpo.
De aquí que, cada sentimiento de enemistad, rencor, malquerencia, etc.; cada emoción pasional; cada pensamiento ruin; es un elemento morboso cuya reiterada acción acaba por determinar una dolencia orgánica.
Cada reino de la Naturaleza tiene su vibración propia; pero, dentro de cada uno de los reinos de vida manifestada, la intensidad de vibración varía según el grado de desarrollo alcanzado. Así, el ser humano que en nuestro planeta Tierra es la manifestación de vida más desarrollada, sus vibraciones son más intensas. Pero, no todos los seres humanos tienen igual intensidad de vibración; pues ella varía mucho según el grado de evolución alcanzado de cada cual.
Como sabemos ya, la personalidad humana se compone de: Espíritu, alma y cuerpo físico; y cada una de esas partes de la personalidad tiene diferente grado de vibración. La vibración del Espíritu es muy intensa y rápida, más intensa cuanto más evolucionado; la vibración del alma o cuerpo psíquico, es ya bien menos intensa; y la del cuerpo físico es lenta, muy lenta, porque éste es un reductor de vibraciones para adaptar la personalidad (manifestación del Espíritu en el plano físico) a las vibraciones densas de este plano en el que le corresponde actuar. Todo espíritu encarnado respira en una zona de vibraciones muy lentas, envuelto como está en un vehículo constituido por trillones de células, que son otras tantas vidas microscópicas inferiores de baja vibración.
Las vibraciones humanas pueden ser positivas o negativas. Las positivas, son benéficas; las negativas son maléficas. Toda manifestación de vida, en sus etapas o reinos de la Naturaleza (mineral, vegetal y animal), son positivas; porque están dentro de la vibración de su especie, sin voluntad ni discernimiento propio, actuando dentro de la ley de su especie. Pero, ya en la etapa humana, el hombre tiene discernimiento y libre albedrío, y por ende libertad para actuar dentro o fuera de la ley. Y cuando actúa dentro de la Ley (que es el bien), su vibración es positiva, y cuando fuera de la Ley, su vibración es negativa.
Sabido es que toda acción es consecuencia de un deseo, sentimiento o pensamiento. Tres aspectos que se unen y llevan a la acción. Y de acuerdo con la naturaleza buena o mala (positiva o negativa) de los mismos, así serán de positivas o negativas las vibraciones emanadas del individuo, que son energía psíquica benéfica o maléfica, que alcanzará el punto hacia donde haya sido dirigida. Por ello, muy necesario es, tener cuidado de los sentimientos, pensamientos y deseos, así como del control de las emociones ante palabras o hechos que desagraden o puedan mortificar, a fin de no caer en el peligro de reaccionar negativamente hacia alguien. Pues, como sabéis ya por el estudio de la lección anterior, somos responsables de las consecuencias.
Sumamente
necesario es para la paz mental y emocional, aprender a adoptar una actitud
prudente de comprensión ante hechos desagradables o mortificantes,
vibrando en amor, en deseos de bien, hacia quienes pretendan ofendernos
o hacernos daño; para que, esos estados o vibraciones negativas
no nos alcancen. Esto es importante. Y no es tan difícil si nos
empeñamos en ello, si nos lo proponemos con firmeza. Y de ese modo,
no tan solo contrarrestaremos la fuerza de las vibraciones negativas que
intenten mortificarnos, herirnos o perjudicarnos, sino que de este modo
fortaleceremos nuestro espíritu, lo que nos proporcionará
una intensa felicidad.