DIC-99 Nº 209 |
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El médium no es sólo quien atrae a los buenos o malos espíritus al Centro Espírita. Como sabemos el espacio entero está poblado por espíritus de toda clase y condición, y somos cada uno de nosotros en nuestro diario vivir quienes atraemos un tipo de espíritus según nuestra condición moral, nuestras inclinaciones, preocupaciones o forma de pasar nuestro tiempo. Como tantas veces repitió el maestro Kardec en sus obras, los espíritus simpatizan con nosotros o nos rehuyen por afinidad. La mediumnidad es una herramienta de intercambio con el mundo espiritual, pero ninguna persona está exenta de estar rodeada de espíritus, los cuales nos ayudan tanto en el bien como en el mal, según nuestras actitudes.
De aquí se deriva la gran influencia que ejerce el Centro Espírita en el ámbito de las comunicaciones con los seres del mundo invisible, ya que él mismo estará inspirado en general por los espíritus afines a sus miembros los cuales se sentirán a la hora del intercambio mediúmnico con más derecho que ningún otro para tomar parte y protagonismo en las comunicaciones.
Esto entraña un segundo problema, ya que al ser los espíritus afines a la forma de ser y de pensar de los componentes, las comunicaciones serán por esto del gusto y la estima del centro, y por lo tanto admitidas como buenas en la mayoría de las ocasiones, Allan Kardec lo expone con estas palabras en su capítulo XXI del Libro de los Médiums: “Cuando las comunicaciones concuerdan con la opinión de los asistentes, no es porque esta opinión se refleja en el espíritu del médium, sino porque tenéis entre vosotros espíritus que os son simpáticos tanto para el bien como para el mal y abundan en vuestro sentido.”
Por lo tanto sin desmerecer la “calidad moral del médium” que sin duda ninguna es pieza importante para tener en cuenta la fiabilidad de sus comunicaciones, no es suficiente, sino que siendo el médium una herramienta hay que considerar también que los buenos espíritus, esto es los elevados, los instruidos y los que nos ayudan en nuestro progreso y que pueden hacer que nuestra existencia vaya por el camino más conveniente, no acuden a los centros sólo porque exista un buen médium, sino porque sus componentes están interesados en su progreso espiritual, en la práctica de la caridad, la superación de sus imperfecciones y en comprender cada día mejor a su prójimo y a sí mismos.
Sin estas premisas, de poco nos servirá tener a nuestro alcance una buena herramienta, y los espíritus superiores aparte de que rehuyen estas comunicaciones se sienten en ciertas reuniones como seres extraños ya que son desplazados a un segundo lugar por los espíritus burlones y ligeros que son los dueños de la situación.
Por otro lado están aquellos centros que sí están atraídos por el deseo de una instrucción y de adquirir cada día mayores conocimientos, sin embargo fallan en la práctica de todo aquello que están “aprendiendo”, son espíritas capaces de volverse sabios, pero que desdeñan muchos de los conocimientos e ideas que no vengan de sus reuniones, siendo incapaces de abrir sus mentes a la experiencia que otros grupos o centros pudieran transmitirles. A estos también les advierte Allan Kardec: “el corazón sobre todo es el que atrae a los buenos espíritus.” De este modo hemos de llegar a una profunda reflexión para llegar a comprender qué clase de espíritus puede estar acompañándonos en la vida diaria y en suma cuáles pueden estar consolidados en nuestro centro como protagonistas de las reuniones y comunicaciones que realizamos.
Aquellos que van buscando un “buen médium” para hacerle una serie de preguntas, deben cuestionarse qué espíritu es el que se va a dignar a contestarle. Los espíritus buenos y de la elevación suficiente como para confiar del todo en ellos no están a nuestra disposición cuando nosotros lo queremos, todo lo contrario sólo acuden cuando la intención es buena, va a estar precedida de las obras y consideran que vale la pena emplear su tiempo en despejar las dudas que podamos tener, y que no podamos alcanzar por otros medios. Mientras, los espíritus que no saben en qué emplear su tiempo esos sí están siempre dispuestos a responder tanto de lo que saben como de lo que no.
Sin embargo, cuando un Centro está compuesto por personas homogéneas, que van todos en pos del ideal, que se entienden, que saben darle prioridad a lo que verdaderamente importa y dejan a un lado los pequeños flecos y los detalles secundarios, que todos ellos trabajan por su perfección moral, y que saben volcarse en las necesidades de su prójimo, tanto de orden espiritual como material, en ese grupo sí que son protagonistas los espíritus superiores, porque se sienten atraídos y afines a esa causa, los espíritus burlones se aburren y se van, es entonces cuando las comunicaciones están dirigidas por la parte espiritual positiva y van guiando al grupo en pos de su misión en la tierra, es entonces cuando se pueden producir comunicaciones que se salen de lo cotidiano, porque es el espíritu comunicante que está interesado en ofrecer nuevas expectativas, o prevenir de peligros, etc. y esto puede producirse aunque no existan en el grupo médiums de gran prestigio, ya que la reunión está presidida y dominada por estos espíritus buenos, los cuales tienen los medios para transmitir aquello que consideren necesario.
De aquí que debemos concederle
tanta o más importancia al grupo en general que al propio médium,
el cual no puede colocarse por encima de las cualidades y sentimientos
de sus compañeros.