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“...Un grupo de trabajo cristiano en acción debe cuidar de la Sociedad donde vive, mostrándole senderos nuevos y curando sus heridas.
Por más cansados que estemos de la vida y de los problemas tenemos que servir transformando nuestros dolores en combustible para que el Amor cumpla su misión.
Contamos al comienzo con nosotros mismos -no esperemos ayuda- luego cuando menos lo esperamos surge el amigo y se interesa por nuestra labor. Es que el trabajo contagia a los corazones buenos.
Cuando asumimos la dirección de un trabajo, la gente nos observa y analiza, tenemos por eso que convencerla que el “producto” que “vendemos” es el mejor, que la “medicina” operó prodigios en nosotros mismos, por supuesto que esto reclama mayores esfuerzos y sacrificios más grandes. Unamos nuestra necesidad de pagar cuentas atrasadas a la posibilidad gloriosa de servir y poniendo todo el corazón y todo el empeño transformemos lo malo, lo ruin, lo perverso, lo mezquino en amor, seamos una maquinaria limpiadora de males y sembradora de bienes.
Al caer la tarde el labriego trae las manos cansadas, doloridas, el cuerpo exhausto, pero contento, porque en toda limpieza y en toda siembra hay una esperanza de vida nueva.
En todo grupo Espírita hay tres categoría de hermanos.
1º) Los que van a ver qué obtienen, pedigüeños del cuerpo y del alma, quieren sacar beneficio material de todo, generalmente no aportan nada, son probadores de nuestras cualidades. Con ellos paciencia y tolerancia. A veces se quedan en el centro, pero generalmente se van.
2º) La mayoría, van a oír, a ver qué pasa, son almas que hay que conquistar, no quieren, ni les apetece ninguna responsabilidad. Si por necesidad o por equivocación se les da algún trabajo, no cumplen con él, suelen tener tiempo para todo, menos para cumplir con su deber, para este tipo de hermano, la Doctrina es la medicina y el ejemplo, exigen mucho y por lo general no dan nada, se sienten dueños de todos los derechos, pero se olvidan de cuáles son sus deberes, normalmente entre ellos hay muchos habladores, teóricos, ideólogos, discursadores, con éstos, servir y pasar.
El grupo 3º, el de los trabajadores auténticos siempre es pequeño, reducido, a veces (dos o tres) generalmente tienen tanto trabajo que no les alcanza el tiempo; por problemas en la casa, con la familia; problemas en el trabajo, con los compañeros y el público; problemas con los que le buscan para herirle; problemas con las responsabilidades que asumen. Tantos problemas y pareciera que estamos solos, pareciera, pero no es verdad, porque un grupo de amigos espirituales enviados por Jesús cuida de nosotros y ayuda muy constantemente nuestro trabajo.
No te ilusiones con los que quieran pertenecer al grupo, y pruébalos con el trabajo, pues sólo el deber bien cumplido en las condiciones más adversas, luchando con formidables obstáculos te prueban que el candidato puede hacer el grado, dale entonces confianza y responsabilidades y dale también gracias a Dios, porque has conseguido a un hermano. ¡POR SUS FRUTOS LOS CONOCERÉIS!
Antes me ilusionaba con las gentes, prometían mucho, parecían grandes, ahora dejo que el trabajo defienda su estatura, no te dejes convencer por discursos ni teorías, por simpatía, ni siquiera por carisma. Si no es bueno para servir, no sirve, si por el contrario si callado toma su cruz y hace las tareas grandes y las pequeñas, y hasta ama aprovechando cada problema como la bendita oportunidad de aquella hora, entonces tendrás a un hermano en Cristo.
Pero no te desilusiones que tanto los del primer grupo, como los del segundo, tendrán algún día que llegar al tercero y es por eso que debemos de sembrar y sembrar siempre, ¡que la cosecha es de Dios! Ninguna semilla se pierde y menos si es buena, mucha Caridad y humildad. Trabajo y Amor, Dios y el Señor y al frente la Humanidad...”
Estos consejos, frutos sin duda de la experiencia y del buen hacer, nos animan a todos a seguir en el camino con la debida prudencia y determinación, sabiendo que es el ejemplo y el trabajo abnegado los que más llegan y nos acercan a los demás.