NOV-99 Nº 208 |
|
|
|
Junto a ello, otros acontecimientos de tipo físico ocurrirán tarde o temprano si no se toman las medidas oportunas que cuiden la salud de un planeta que entre todos estamos enfermando. Las instituciones que luchan por la salud de nuestro planeta y de la naturaleza llevan décadas advirtiendo del maltrato de la acción humana sobre el hábitat. Ya se están empezando a comprobar las reacciones que el planeta devuelve como consecuencia de la agresión que sufre: cada vez más los fenómenos naturales son de mayor dimensión y de graves consecuencias; terremotos, huracanes, maremotos y otro tipo de enfermedades propiciadas por el deterioro de la atmósfera empiezan a proliferar entre la población.
Lejos de nuestro ánimo alarmar a nadie, solamente advertimos de acontecimientos que ocurren y que lamentablemente pueden obervarse con tranquilidad y una pequeña reflexión de lo que está ocurriendo. Los científicos nos avisan de que al ritmo que vamos en una década nuestro planeta será irreconocible para las nuevas generaciones si no se toman medidas contra la contaminación. Tristemente, los países industrializados no van a perder su ritmo de competencia y sacrificar su riqueza por mejorar el medio ambiente, las medidas que se toman son insuficientes y esta acción humana está teniendo ya sus consecuencias.
Es por ello que, entre los horizontes que podemos vislumbrar se precisará de una concienciación más profunda del ser humano de cómo debe cuidar su casa, su planeta. Para ello será importantísimo que la persona tome conciencia de nuevos valores, nuevas formas de entender el mundo, la vida y la relación con la naturaleza. Algunas de estas formas ya están en el embrión de las ideas de muchos millones de personas que luchan por una sociedad más justa, más limpia, más fraterna y más altruista; donde la riqueza se distribuya de otra forma y el ser humano pueda tener la dignidad suficiente para cumplir el compromiso que ha traído a la tierra.
El tiempo que se avecina, el tercer milenio traerá pues nuevos valores de referencia, tanto en la conducta moral y espiritual del hombre, como en su conducta cívico y social. Es importantísimo comprender este punto pues el ser humano siempre rehuye los cambios, pero los nuevos tiempos exigen nuevos conceptos de verdad y de trabajo y, sin duda, estos nuevos valores de referencia serán la piedra angular del trabajo del ser humano en los tiempos venideros.
En el apartado cívico-social el gran valor de referencia será la solidaridad, el trabajo y el altruismo, en cuanto al aspecto interior del ser humano, el perdón, la caridad y la humildad serán los tres pilares en los que descansará la renovación moral del hombre del tercer milenio.
Es preciso perdonar para alcanzar la paz interior; no sólo lo advierten los religiosos sino que los psicólogos actuales aconsejan el perdón como terapia para lograr el equilibrio interno y la calma perdida por el ser que odia o padece rencor.
Es preciso practicar la caridad, para entender mejor el sufrimiento humano y llenar nuestra vida de satisfacciones plenas y de felicidad al practicar el bien.
Es preciso adoptar la cualidad de la humildad, que no significa carecer de firmeza o ser pusilánime; la humildad acaba con la soberbia y el orgullo del ser humano, aspectos estos que propician casi todos los conflictos en las relaciones entre los hombres y los pueblos.
Todos estos valores y otros muchos serán
sin duda la fuente de referencia de la sociedad del nuevo milenio, a la
que se llegará más pronto que tarde, quizás debido
a acontecimientos inesperados que sobrepasen la acción del hombre
y que sin duda propicien este cambio en el que, estamos seguros, se cimentará
el futuro prometedor de esta humanidad.