No está admitido oficialmente por toda la ciencia el fenómeno OVNI, pero sí existen investigadores suficientes para demostrarnos que no es algo casual ni imaginario. Partiendo de esta base, es fácil reconocer la presencia de una inteligencia que sea capaz de crear un aparato capaz de llegar a donde el hombre todavía no ha llegado, lo que demuestra un avance tecnológico. Pero si todo es cierto, hay que admitir que no es sólo adelanto tecnológico lo que nos hace sentirnos inferiores, sino su probada elevación social y espiritual, al no conquistarnos.
Si la Ley es Una y vamos descubriéndola en el campo material, existe una única Ley Espiritual que nos falta por encontrar, analizar y estudiar, para decidir su posibilidad o imposibilidad. El hombre, siempre pragmático, necesita de comprobaciones para la aceptación de algo nuevo. En el terreno espiritual, en este momento crucial para la humanidad, se nos puede estar brindando una de las mayores y mejores comprobaciones de todos los tiempos respecto a, no sólo la ley de evolución, sino a factores determinantes de unos tiempos importantes.
El que investiga y estudia la ley espiritual descubre el conocimiento de otras posibilidades de vida material y espiritual, y las acepta plenamente. No obstante, existe un cierto retraimiento en admitir la presencia de seres extraterrestres en nuestro planeta, que está justificado en parte, por la fanática y fantasiosa presencia de ideas y supuestas comunicaciones espirituales que, en la mayoría de las ocasiones contradicen la propia ley que argumentan presentar. Es lícita y aconsejable esa posición, pues más vale rechazar noventa y nueve verdades que admitir un sólo error.
No obstante y dentro del trabajo que vamos desarrollando, entendemos como válido el esfuerzo por estudiar conductas y comportamientos que nos permitan analizar si estamos ante un auténtico caso digno de nuestra atención.
Partiendo de la base de que toda ley es igual en el cosmos, es lícito preguntarnos por qué la presencia de seres con un adelanto “moral” mayor que el nuestro. Es impensable la existencia de un Dios caprichoso que se juega el destino de sus hijos al azar. Si fuera cierto la existencia de mundos habitados con un adelanto ético y moral, cabe preguntarse, ¿por qué nosotros en este mundo de egoísmos y otros en esos mundos de mejor acoplamiento social y humano? Se pueden argumentar más preguntas, a tenor de las inquietudes de cada uno, pero con un pequeña muestra, puede quedar planteada una de nuestras mayores incógnitas de nuestro presente y futuro. Para muchos espiritualistas no se les dice nada nuevo, pero pueden existir personas que todavía duden de la veracidad de una Única Ley que nos enmarque a todos por igual y nos lleve por los mismos caminos. A esas personas, nos gustaría invitarles a una más firme reflexión, por cuanto somos nosotros mismos los que forjamos nuestro destino, y los que tenemos que dar cuenta el día de mañana de nuestros actos.
Posiblemente actuaríamos de distinta forma si llegáramos a la conclusión de que puede existir un adelanto moral y una Ley que nos explicara de forma clara y satisfactoria esta situación. Ante esta tremenda posición del hombre, ante la certeza de sus innumerables dudas, ante la necesidad de constatar de forma evidente unas pruebas que le confirmen la certeza de la idea de la evolución espiritual, ante la alternativa de un mayor esfuerzo espiritual para el hombre en este momento importante de su historia, la propia Ley viene en nuestra ayuda, ofreciéndonos la posibilidad de constatar una vida superior en calidad moral.
Si Uno es el Creador y Una es su Ley, esos seres inteligentes y con mayor moralidad que nosotros, nos indican la evolución del espíritu hacia espacios superiores. Nos muestran el próximo paso, nos indican el cercano momento de nuestra andadura espiritual. Es pasar de la especulativa teoría, a la certeza evidente de una ley que se puede presentar y vivir en nuestra mente y corazón. Intenta quitarnos recelos y aumentar las dosis de análisis, para comprobar la realidad presente y admitir la gran responsabilidad, no sólo de fortalecer nuestras posturas, sino ofrecer ayuda a personas que puedan estar tan necesitadas de consejo como lo hemos estado nosotros.
Sabemos que no decimos nada nuevo y que muchos se hacen planteamientos similares. La única pretensión reside en plasmar y comunicar lo que ha representado para muchos de nosotros el análisis de este fenómeno. La ciencia material ayuda enormemente pues abre caminos insospechados. Tiende un puente armónico para dos posturas que el hombre tiene como antagónicas, mostrando que una y otra son compatibles y necesarias. La ciencia material presenta hechos; la ciencia espiritual los explica y clasifica.
Gracias a esta circunstancia podemos constatar que no sólo las leyes físicas son iguales en el cosmos, sino que la Ley Espiritual es Una y hemos de estudiarla y hacerla nuestra, para mejorar y alcanzar los objetivos que todos tenemos marcados de avance espiritual, a través de la comprobación y respeto entre todos los seres humanos