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Es por ello que hemos creído conveniente dedicar un artículo completo de esta sección para profundizar un poco más en el tema, pues, al igual que ocurre en todas las facetas de la vida la parte negativa tiene una función muy importante, que en muchas ocasiones lleva al fracaso a muchísimas personas.
Como nos enseñan las leyes espirituales, cada espíritu, en función de sus obras, se encuentra en un determinado nivel vibratorial que actúa como antena emisora-receptora con otros espíritus, tanto del plano material, como del espiritual. En la tierra, encarnados, nos encontramos todos mezclados conviviendo unos con otros. Necesitamos en este caso de la experiencia y de nuestra capacidad de análisis para ir determinando con qué personas nos relacionamos y con quién no. En cierto modo podemos decir que nos encontramos protegidos por la materia que constituye un filtro muy potente. Sin embargo, cuando desencarnamos, la Ley de Vibración o Ley de Afinidad se encarga de colocar a cada cual en función de su nivel vibratorio, es decir de su nivel evolutivo.
Por ello podemos hacer diferentes divisiones del mundo espiritual, sin embargo a grandes rasgos haremos dos: Astral superior (mundo espiritual positivo) y Astral inferior o bajo astral (mundo espiritual negativo).
Estas dos fuerzas tienen características funcionales muy bien diferenciadas. Mientras el primero se dedica a la ayuda desinteresada para el progreso de los espíritus necesitados, tanto encarnados como desencarnados, el otro intenta en todo momento de destruir, desunir y estancar el progreso espiritual de los demás.
Cualquier movimiento que se produzca en la tierra que suponga un beneficio espiritual o un progreso de cara al hombre es sistemáticamente atacado por estos grupos de espíritus que no cesan en su empeño hasta conseguir su objetivo. Aunque no lo creamos, la lucha principal que toda persona debe realizar en su vida es, sin lugar a dudas, contra estas entidades invisibles que continuamente están influenciándonos por muy diversas formas para que nuestra vida sea estéril y dediquemos todo nuestro esfuerzo en objetivos puramente materiales e improductivos.
El Bajo Astral se encuentra perfectamente organizado, no son grupos de espíritus que se unen entre sí para la práctica del mal. Todo lo contrario, constituyen legiones perfectamente organizadas que bien dirigidas y orientadas atacan sistemáticamente su objetivo hasta lograr sus propósitos. Estudian al detalle a las personas, saben cuáles son sus defectos y debilidades, siendo precisamente por ellos por donde se infiltran dañándolos y destruyéndolos. En ningún momento debemos infravalorar su poder pues sería nuestro fin.
En el tema que nos ocupa en esta sección, el fenómeno OVNIs-Extraterrestres, su ataque es perfectamente observable. El caso de las abducciones es el principal, pero dentro de los contactados también ejercen su papel. En ambas situaciones estudian a la persona objeto de su ataque, analizan sus imperfecciones: grado de fantasía, de orgullo, vanidad, etc. así como si poseen algún tipo de facultad espiritual, una vez hecho esto preparan el plan de trabajo y lo desarrollan sistemáticamente y perfectamente sincronizados, de manera que al final el objetivo es fácilmente conseguido.
La defensa contra esta amenaza tan fuerte y real es, sin duda alguna, la ayuda que desde el plano espiritual superior nos brindan desinteresadamente hermanos elevados que constantemente centran su trabajo en los dictados de las leyes espirituales.
La petición de ayuda en los momentos de flaqueza, en los que nos vemos derrotados es una de nuestras mayores armas, pero sobre todo lo es el tipo de vida que llevemos y los objetivos que nos tengamos marcados.
Si centramos nuestras fuerzas en el trabajo interior, en el autoconocimiento para poder erradicar las imperfecciones que nos aquejan, estaremos cerrando las principales puertas por las que se infiltran estos hermanos negativos. Este trabajo que es arduo y callado, puede parecernos difícil, sin embargo tenemos a nuestra disposición el ejemplo de infinidad de grandes maestros espirituales que han venido a la tierra con el único fin de mostrarnos el camino a seguir. Jesús dijo: "Yo soy el camino, la verdad y la Vida".
En definitiva, somos presa de nuestras propias debilidades e imperfecciones, nadie es culpable de nuestro propio fracaso espiritual pues, a pesar del poder del Bajo Astral y la gran influencia que ejercen diariamente sobre todos nosotros, tenemos en nuestras manos todas las armas necesarias para el triunfo sabedores que al final de la batalla el triunfador siempre será el Bien.