NOV-99 Nº 208 |
|
|
|
Pensamos, y así lo demostramos con nuestros hechos, que todo lo que ocurre se debe a nuestra importancia en todo este engranaje y que el único y último fin somos nosotros. Con esta forma de pensar lo único que estamos consiguiendo es tener el planeta que tenemos y la sociedad que nos hemos forjado. Dolor, sufrimiento, vicio, egoísmo, violencia, violación, subyugación, y un largo etcétera de calificativos negativos definen el comportamiento de la humanidad terrena que a pesar de ello cree internamente que es la única y la elegida por el Padre.
No será tal vez todo lo contrario, que las entidades superiores, sabedoras de la gran necesidad que todos tenemos de ayuda y de progreso se estén desvelando por hacernos llegar una luz que nos ilumine y nos indique en qué estamos fallando y dónde debemos hacer mayor hincapié para poder salir de la situación actual. Nunca podremos negar que nos ha faltado ayuda, que se nos ha brindado la oportunidad de cambio.
Los extraterrestres con su ejemplo y dedicación, sacrificando un bienestar social existente en sus planetas de origen, ganado gracias a su esfuerzo realizado en el pasado, son hoy por hoy una de las manos más firmes que desde el plano espiritual se nos está echando. No es casualidad que estén ahí ni tampoco es un hecho gratuito que nos merezcamos. Todo tiene un porqué y un para qué.
Desde el principio de los tiempos la humanidad siempre ha tenido guías que han marcado el camino que debíamos seguir. Dentro del mundo occidental primero (aunque antes hubieron sin duda alguna otros) fue Moisés quien con sus enseñanzas orientó e inculcó en un pueblo esclavizado las leyes de la Divinidad y la idea de un único Dios. Luego Jesús de Nazaret fue quien recogió el testigo y amplió y profundizó en los conocimientos dados por Moisés. Posteriormente el Espiritismo, como el Consolador prometido, adecuó los conocimientos espirituales de Jesús a las mentalidades más raciocinativas y eclécticas del hombre actual. Y entre todos ellos infinidad de espíritus valerosos y de profunda espiritualidad han venido en distintas épocas a dar ejemplos más localizados, no por ello menos importantes, a la sociedad.
En la actualidad, cuando más lo necesita el hombre, son los extraterrestres, aunque están con nosotros muchos siglos ya, los que están teniendo un papel importantísimo en el devenir espiritual del planeta.
Ante esta realidad pocas personas abren los ojos y enjuician el tema con la rigurosidad necesaria. Nada ocurre al azar, ni nadie tiene privilegios especiales. Todos somos iguales ante la Ley Única e Inmutable, y como dice una frase muy conocida "Al que más se le da, más se le exige". Tenemos pues todos los medios y todas las armas para que se produzca en nuestro interior ese cambio que gire completamente el devenir de nuestras vidas, pero también tenemos la tremenda responsabilidad de realizarlo.
El libre albedrío nos capacita y nos permite que conduzcamos nuestras vidas por donde nosotros queramos, pero ello no nos elude de la responsabilidad que podemos contraer con nuestros actos. La ayuda que desde el plano espiritual se nos brinda es muy importante, y por ende, la responsabilidad que contraemos es asimismo, grande. Lo tenemos todo a nuestro favor: conocimiento, pruebas, ejemplos, etc., únicamente falta el aceptar internamente el compromiso que tenemos y lanzarnos en cuerpo y alma al trabajo espiritual. Si no lo hacemos así, esa responsabilidad, por ley kármica nos pasará factura en el futuro y habremos de dar cuenta, por un lado, por no saber responder a la ayuda prestada, y por otro, porque romperemos el eslabón universal de ayuda y fraternidad universal ya que al no prepararnos no podremos ayudar a su vez a otros que también lo necesitan.
Responsabilidad y a la vez compromiso de renovación interior y de lucha por alcanzar logros espirituales tanto para nosotros como para nuestros semejantes. Compromiso que sólo se verá refrendado con obras y actuaciones, no con palabras, sí con hechos.
Si somos capaces de valorar y aprender esta enseñanza pronto se desvanecerán las ideas albergadas durante siglos dentro de nuestro interior por las cuales nos creíamos poseedores de la verdad. Dejaremos de ser esos espíritus infantiles que somos para formar parte de esos otros que ven en la vida algo mucho más transcendente e importante. Esos que apartan lo externo y aparente de las cosas para profundizar en la verdad sobre ellas por encima de todo. Aquellos que trabajan sin descanso en la obra del Padre y dejan para otros las cosas materiales y las imperfecciones humanas.
Como siempre ocurre, el análisis de las cosas puede llevarnos a sabias conclusiones que pueden servirnos para orientar debidamente nuestros derroteros. Del mensaje extraterrestre siempre se pueden sacar nuevas apreciaciones pues para nosotros son maestros espirituales que vienen a enseñarnos mucho más de lo que somos capaces de ver o captar por nuestros sentidos puramente materiales.