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Para nosotros es un tema a debate que consideramos básico en nuestros fundamentos espirituales y que tiene un gran sentido dentro de la creencia espiritual y espiritista que mantenemos. Es por ello que nuevamente y coincidiendo con un aniversario de la revista dedicamos esta sección al tratamiento en profundidad de todos aquellos aspectos y temas relacionados con la fenomenología extraterrestre.
Es un hecho evidente que la sociedad del siglo XX se caracteriza por ser aquella en la que han florecido las ciencias tecnológicas; han sido años en los cuales el progreso experimentado ha sido verdaderamente espectacular, lo que hace apenas 20 años era impensable hoy en día es realidad. Nuestra mente se ha abierto y se ha vuelto más raciocinativa y pragmática, ha comprendido el valor del progreso, dejando a un lado las concepciones inalterables y perdurables a lo largo de los siglos. Todo en el Universo se encuentra regido por la Ley del Progreso, incluso las ideas concernientes al mundo espiritual.
El hombre moderno ya no cree porque se lo dicen o por la existencia de unos dogmas inalterables, todo lo contrario, ha aprendido a analizar las cosas y a razonarlas, a convencerse por sí mismo de lo que quiere y de lo que piensa. Este aperturismo de mente, paralelamente a un mayor movimiento en la fenomenología OVNI-Extraterrestes hacen que exista una mayor receptividad a la hora de tratar este tema.
Apenas a nadie le sorprende el fenómeno, en general la sociedad se encuentra acostumbrada a vivir con él y es a través de muchos de los medios de comunicación donde se trata el tema y se exponen los pros y los contras.
Aparentemente, tal vez pueda parecer que el hecho de aceptar o no la existencia de seres extraterrestres, que el ser humano no está sólo en el Universo, sea algo sin importancia. Podremos creer que simplemente es algo que está ahí pero que en nada puede afectar a nuestras vidas. La realidad es mucho más transcendente y simplemente el hecho de su existencia pone en movimiento una serie de razonamientos espirituales que demuestran la grandeza de nuestro Padre y de sus leyes justas y perfectas.
Con ellos el orgullo humano se resiente
pues significa aceptar que no somos el centro de la Creación, los
elegidos por nuestro Padre para poblar un Universo vacío y estéril
que se encontraría ahí única y exclusivamente para
admiración nuestra. Ante esta realidad el hombre debe de hacer un
acto de constricción y reeducarse interiormente colocándose
en el justo lugar que le corresponde: un eslabón más de la
larga cadena de la evolución espiritual del que todos los seres
que pueblan el Universo forman parte, unos por encima de él y otros
por debajo.
En este sentido, del fenómeno
podemos obtener el ejemplo que nos están dando. Estos seres acceden
a nuestro planeta y en ningún momento atentan contra nuestra integridad
personal, aunque existan personas que se empeñen en demostrar lo
contrario. Actúan pues con un nivel moral muy superior al nuestro,
respetando en todo momento las leyes espirituales que, emanadas por nuestro
Creador, son las mismas para todos los seres que poblamos el Universo.
No existe la casualidad ni el favoritismo en el Universo y cada planeta se encuentra en el lugar que le corresponde y, por ende, la sociedad que lo habita. Sólo es el trabajo interior y constante el que capacita a las humanidades a mayores logros espirituales y materiales, siempre que se encuentre dentro de los cánones que nos marcan las anteriormente citadas leyes espirituales.
Estos temas y muchos otros que sería prolijo enumerar en un solo artículo son los que en posteriores meses y dentro de esta sección iremos ampliando y profundizando para intentar desmitificar y esclarecer todo lo relacionado con los Extraterrestres. Mucha es la mentira que sobre este tema se ha ido vertiendo a lo largo de la historia, unas por desconocimiento del tema y otras por intereses de personas y organismos que pretenden seguir dominando las conciencias de la sociedad para no perder la cuota de poder que en estos momentos ostentan.
Aceptar el fenómeno como una realidad, entenderlo tal y como es, colocarnos en el lugar que ocupamos en la Creación y comprometernos con el trabajo que diariamente debemos de realizar en nuestro interior, significa renunciar al modo de vida materializado y egoísta que llevamos. Supone el desmontar todas las estructuras levantadas hasta este momento por la sociedad y volver a edificarlas de un modo muy diferente al actual. Cimentándolas en la bondad, el amor, la entrega, la renuncia, y otros muchos valores morales que hoy por hoy apenas se ponen de manifiesto en el hombre. El reto es grande y debemos aceptarlo y qué mejor manera de comprenderlo y asimilarlo que con el ejemplo y las enseñanzas que estos seres venidos de otros planetas nos están dando.