ENE-00 Nº 210 |
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”Te perdono”, decía en sus
premisas,
y en su historia tiznada de avatares,
hizo de su aflicción, una poesía,
y de su amor, un verso de ansiedades.
Tras sus ojos de gélida nostalgia,
brillaba el resplandor de su destello
y un manto de violetas de esperanza,
que ofrecer en sus cálidos anhelos.
El más limpio fervor de esta doctrina,
la más dulce razón de su
existir,
fue escapar del delirio de su vida,
por alcanzar la “Luz del porvenir”.
Malhechores, ingratos y mendigos,
anclaron en su puerto una morada,
pues nunca expiró el eco de un quejido
en el bruñido sol de sus palabras.
Amalia se llamaba, ¿la conocen?,
aún parece que vibra su recuerdo,
sin pedirnos más célebres
honores,
...que en su humilde memoria, nos amemos.
¡Que hagamos de su amparo, un lenitivo,
y de su fuerza férrea, una coraza,
de su abnegada voz, un bello himno
que entone de sentir nuestras gargantas!
¡Para gloria de nuestro Espiritismo,
crucemos de emoción nuestras miradas,
para que su efusivo sacrificio
arranque una oración en nuestras
almas!
Amalia, luchadora e idealista,
combatiente febril de la falacia,
alumna de Kardec en la justicia,
¡poetisa de canciones olvidadas!
Es tan vago el clamor de un homenaje,
aludiendo a tu fértil andadura,
¡es tu rostro gentil tan entrañable,
que escapa a la impaciencia de mi pluma!
Recoge esta ovación que desde dentro,
pretende ser un soplo de alabanzas,
a esa página abierta al sentimiento
que fueron tus preciadas enseñanzas.
Sabemos que en la estela de ese cielo,
perdura tu fervor, cada mañana,
recibe nuestro abrazo más fraterno,
porque esto es para ti, ¡querida
Amalia!
E.M.V.
(poesía leída en el VII Congreso
Espírita Nacional).