JUN-99 Nº 203 |
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¿Por qué no les mandas, Señor
de los cielos,
un rayo divino que alivie el dolor
a tantos hermanos que sufren callados
las penas del alma y del corazón?
Sus cuerpos enfermos, Señor de los
cielos,
en sus propias carnes marcados están
dolores tremendos que no curarán.
¿Por qué no me guías,
Señor de los cielos,
que pueda ayudarles en su gran pesar?
Quisiera traerles un poco de alivio.
Quisiera traerles un poco de paz.
Quisiera decirles con toda mi alma
que no desesperen que un día vendrá,
que el Dios de los cielos nos acoja en su
seno y todos formaremos la gran unidad.
Quisiera inyectarles valor y firmeza.
Quisiera decirles que sepan amar.
Que amando se llega a cosas muy grandes
que el hombre nunca ha llegado a soñar.
Que sean humildes, que sepan callarse,
que acepten con fe.
“Dios mío” qué cosas yo siento
tan dentro de mí,
qué cosas diría si me comprendieran.
Les diría “Dios mío” que te
conocieran
y así podrían llegar hacia ti.
Carmen (Valls)