Dale
Señor a mi alma espiritual sustento,
y
a mi cuerpo de arcilla dale el pan cotidiano,
y,
dame sólo el mío, jamás el de mi hermano,
que
el único que nutre y produce contento,
es
el que se ha ganado sin dejar a otro hambriento,
por
el único esfuerzo de nuestra propia mano,
sin
el sudor de niño, ni de enfermo ni anciano,
sin
que haya producido a nadie sufrimiento,
dale
también, Dios mío, pan a mi inteligencia,
pan
de conocimiento de verdadera ciencia;
no
permitas me nutra con venenoso error;
y
dale a mis sentidos el bello pan del arte,
y
abundante, sin tasa, ni temor a que me harte,
el
eterno, el sublime, el santo pan de amor.
(Poesía escrita por un notable
doctor)
Poesía dedicada por el
profesor D. TOMÁS PICÓ a sus alumnos.
IBI, JULIO
1934