SEP-99 Nº 206 |
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Sintiéndonos “Leyenda” cada día,
alzando sin temor nuestras palabras,
haciendo que se crucen nuestras vidas
con un mismo lugar en la esperanza.
Amigos del pasado y del presente,
sin que nadie sucumba a la distancia
sin que esta fe que a veces me sostiene
expire en el desván de nuestras almas.
Que el corazón nos llama desde dentro,
aunque, ingenuos, cerremos la mirada,
aunque sólo escuchemos el silencio
siempre queda una luz que nos proclama.
Queda indemne este mágico recuerdo,
que nos hace entregarnos como hermanos,
tal vez en el efluvio de unos versos
o en el dulce clamor de nuestros labios.
Así es la juventud que yo contemplo,
inquebrantable siempre ante el fracaso,
“guerreros” de un profundo pensamiento,
soñadores de un mundo más humano.
Donde el sol no “conozca las fronteras”,
donde no haya una ley que nos disfrace,
sólo el bien deba ser la bella ofrenda,
que podamos llevar como equipaje.
¡Vibremos a la luz de la doctrina,
que nuestra sed de amar se torne inmensa,
que al ofrecer, también se nos olvida,
el marcado dolor de nuestras penas!
No volvamos la espalda a nuestra lucha,
¡que hay corazones yermos de tristeza,
que quizás en su sórdida penumbra,
aún no han visto brotar la primavera!
Que más da si en jardines diferentes,
sembramos con amor cada tributo,
si existe un mismo tronco que nos mueve,
seremos en verdad, un solo junco.
Un solo amanecer que nos aclame,
una franca sonrisa en nuestra tez,
un sólo sentimiento en nuestra sangre,
un más limpio color en nuestra piel.
Compañeros sigamos “caminando”
soñemos con sublimes emociones,
y en el hueco sincero de las manos,
entreguemos la luz de nuestros dones.
Que no sea una historia en la utopía,
y se cumplan felices nuestros ruegos,
ojalá recordemos cada día,
que aún podemos lograr un mundo nuevo.
E.M.V.