OCT-98
Nº 195
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Hermano
querido
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Hermano querido, yo sé que me hablas
aunque me responda tan sólo el
silencio,
porque siento viva la fe de tus ansias
abrigar el llanto de mis sentimientos.
Porque siento cerca tu voz abnegada
susurrar despierta sus tiernos consejos,
y en el vago espejo de mis añoranzas
es tu mano amiga mi mayor consuelo.
Tú sufres paciente mis torpes flaquezas,
y acoges humilde mis cansados ruegos,
y haces que mi lucha merezca la pena,
con el estandarte de tu amor inmenso.
Sé que me acompañas hermano
querido
como esa conciencia que agita sus alas,
o esa luz en ámbar que en mis desatinos
siempre centellea con más esperanza.
Imagino a veces tu clara silueta,
cómplice en mis sueños y
en mis desencantos,
y a veces maltrecho me asomo a tu puerta
para arrepentirme de tantos agravios.
Tu entrañable gesto, tu fuerza
infinita,
el justo destello de tus pensamientos,
¡qué hermosa labor la que
me dedicas,
y que ingrato el mundo que a veces te
ofrezco!
De oscuras pasiones, logros egoístas
que nublan la estela de tus enseñanzas,
cuando tus palabras de bien se marchitan
en la ambición triste de mi débil
alma.
Perdona si a veces hermano querido,
mi mirada ausente te volvió la
espalda,
cuando derrotado, mi corazón frío
no escuchaba a nadie más que a
su arrogancia.
Ahora sé que existes a pesar de
todo,
porque siento el aire que oculto respiras,
y eres esa llama que al cerrar los ojos,
vive en cada espacio de mi inquieta vida.
Gracias por librar la misma batalla,
por anclar tus pasos en este camino,
por sembrar el mundo de esta bella causa,
por ser en mi alma, mi hermano querido.
E.M.V.