FEB-00 Nº 211 |
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¡Cuánto de verdad tiene esta definición! No somos capaces siquiera de imaginar la potencia que llevamos en nuestro interior, la cual muchas veces está esperando dispuesta para que nosotros le demos salida. Una palabra tan sencilla y un significado tan grande... Sin ella estamos perdidos, vencidos a manos de todos aquellos seguidores que luchan por evitar que la obra del Padre se lleve a cabo.
Por este motivo una de las grandes batallas que se están librando (entre el plano espiritual positivo y las entidades de baja condición moral) es precisamente ésta, la de minar nuestra voluntad, hacernos creer que no podemos realizar nuestros sueños, nuestras metas, nos bombardean con pensamientos de todo tipo con la finalidad de sacar a relucir todos nuestros defectos, que nos veamos diminutos e incapaces de poder hacerles frente para que así, de esta manera, nos dejemos llevar y sucumbamos. Pues precisamente para eso Dios nos concedió la Voluntad, la fuerza interior, la potencia espiritual que todo ser lleva innata, para luchar incansablemente y salir a flote a base de coraje.
No podemos dejarnos llevar por el abatimiento, eso es comodidad, tenemos que ser fuertes, recapacitar y recordar en todo momento por qué y para qué hemos encarnado y entonces notaremos cómo en nuestro interior surge una sensación inmensa de emoción, alegría e ilusión, la cual debemos de aprovechar para efectuar ese nuevo arranque que nos permita trabajar y seguir por este sendero tan hermoso.
En esos momentos tan decisivos, en los cuales se debaten nuestras dudas y nuestras ilusiones, debemos de pedir con muchísima fuerza al Padre que nos mande ayuda suficiente para poder ver con claridad y saber cuál debe de ser nuestra mejor reacción. Entonces tendremos una batalla ganada a nuestro peor enemigo que son los hermanos que siguen aferrados a la oscuridad y al mal; pero seamos prudentes, sólo habremos ganado una batalla, no la guerra, para eso debemos de ser mucho más constantes con nuestro diario trabajar.
Cuando se tienen unas ideas espirituales y se está plenamente convencido de lo que se ha venido a realizar a la Tierra y sobre todo y muy importante, se quiere hacer, se debe de luchar hasta final por defender esas ideas, cueste lo que cueste, pues si no somos capaces de hacer esto, que a fin de cuentas es nuestra meta, nada de lo que podamos conseguir a nivel material nos satisfará y siempre tendremos un gran hueco en nuestro interior.
Además tengamos claro que, en el caso (Dios no lo quiera) de que esto último ocurriera, ¿qué clase de personalidad tenemos? ¿Si no hemos sido capaces de dar todo por aquello en lo que sabemos que se encuentra nuestra salvación, lo seremos en la vida material? La respuesta es bien sencilla: NO. Y es no, por la razón de que en estos momentos en los que hemos elegido venir, son muy duros puesto que la sociedad solo piensa en sí misma y en poseer todo cuanto existe a su alrededor y para conseguirlo no se mira si se hace daño a quien está a nuestro lado; la competitividad existente es tal que para poder conseguir puestos altos en las empresas, la gente pasa por encima de los demás compañeros sin remordimientos, es algo inaceptable.
Es por estos motivos que, mientras sigamos las directrices que nos marca nuestro corazón, desde el plano espiritual nos irán guiando espiritualmente, al mismo tiempo que nos ayudarán para que materialmente no nos falte de nada. Pero en el momento que, por tener cierta estabilidad material (trabajo, dinero, etc.) dejemos de hacer caso, hay de nosotros, pues inmediatamente la protección espiritual desaparecerá y empezarán a surgir los problemas y contratiempos; la cosa se complicará debido a que nada de lo que poseemos nos pertenece.
Todo cuanto tenemos nos lo ha prestado nuestro padre para que podamos tener cierta comodidad a la hora de realizar todos los compromisos espirituales que antes de encarnar le prometimos íbamos a realizar, por lo tanto si nosotros no cumplimos nuestro compromiso es justo (aunque no queramos entenderlo así) que no nos den tantas facilidades.
Dicho lo cual no queda más que añadir, tan sólo hacer un pequeño recordatorio: no utilicemos nuestra voluntad sólo para realizar aquellas cosas que nos interesen únicamente a nosotros mismos, hagámoslo también con todo lo que rodee a cuantas personas nos acompañen, amigos, familiares, etc., y sobre todo no permitamos que nadie doblegue nuestra voluntad, si sentimos la necesidad de hacer algo hagámoslo aunque nos equivoquemos, por lo menos sabremos que podemos hacer cosas, de la otra forma nunca sabremos lo que queremos hacer porque siempre haremos la voluntad de los demás.
Seamos fuertes de espíritu y luchemos
incansablemente por mantenernos en este camino que elegimos y no permitamos
que nada ni nadie nos saque de él, pues nuestra evolución
está en juego y con ella no se debe de jugar.