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Cada uno siguiendo instrucciones del anterior dicho intenta saciar sus apetencias realizando cualquier cosa que le produzca un beneficio material, y sobre todo vivir el día a día sin importarle nada más, aunque para ello estén continuamente acechando contra su vida o contra la de los demás.
Afortunadamente hay un sector importante que no piensa de igual manera, aún ignorando los conocimientos espirituales, hay quien saca sus propias conclusiones evidenciando que tiene que haber un más allá, se preguntan a sí mismos ¿Por qué estamos aquí? ¿Y cuál es el verdadero sentido de nuestra existencia? Estas personas se niegan a pensar que la vida termine con la muerte, quizás se apoyan además en la creencia de alguien superior, reforzando más esta teoría.
Lo cierto es que sólo el espiritismo tiene respuestas para estas cuestiones que aunque parezcan simples, no lo son en absoluto. Si hoy en día poseemos una materia, y unas determinadas condiciones que nos rodean y forman parte de nosostros, es porque antes de encarnar pedimos una oportunidad al Padre, el cual nos concedió esta posibilidad de evolucionar en un lugar como en el que nos encontramos, con una familia como la que tenemos y en un entorno más o menos favorecedor. Todo esto contribuye a nuestro progreso como espíritus, como ya he mencionado y cada uno se halla en el lugar que se merece y en una situación específica que ayuda a nuestra realización espiritual.
Ahora es cuando empezamos a comprender un poco qué estamos haciendo aquí y cual es nuestra verdadera labor, ya no podemos pensar que nuestro cometido es el simple aprovechamiento de esta existencia para nuestras satisfacciones materiales, sino algo que es mucho más trascendente, que no podemos olvidar. Por eso es preciso que vayamos explorando nuestro interior con urgencia y hacer un análisis de todas aquellas facetas que nos impiden caminar, haciendo surgir aquellas otras con las que podemos ofrecernos a los demás, este es nuestro auténtico cometido.
Podemos ver, sin embargo que la realidad en este mundo es otra completamente distinta, bien sea por desconocimiento o por comodidad, se están siguiendo unos derroteros que se alejan bruscamente de lo que debería ser en esta humanidad. Quizás esto es provocado por el gran descontrol que existe, por el ansia de conseguir cuantos más "galardones" mejor, porque la sociedad sigue un ritmo que nos desvía del principal compromiso.
Cada uno, en cierta medida, tiene conciencia de lo que es bueno y lo que no, hasta ahora se han dado a conocer algunas pautas de comportamiento basadas en el respeto, la tolerancia, la solidaridad,... son valores promulgados en la sociedad de hoy, pero ¿somos capaces de llevarlos a cabo? o ¿por el contrario hacemos oídos sordos y más bien nos preocupamos por nuestros intereses? Es obvio, que no podemos generalizar, pe-ro lo lamentable es que la tendencia más marcada es la de proteger nuestras pertenencias, e intentar abarcar otras de la misma esencia.
El verdadero compromiso espiritual, es
el trabajo interno, luchar por una humanidad mejor, pero no con las armas
de guerra, ya que éstas no solucionan nada, sino con los mejores
sentimientos que podamos albergar en nuestro corazón, con el pensamiento
incansable de poder ayudar al prójimo, y con ese afán de
superación espiritual que ha de caracterizarnos en todo momento.
La cuestión es que nos debemos olvidar de las posturas egoístas
y suplirlas por otras que sepamos que nos van a aportar mucha felicidad
y lo que es más importante poder ver reflejada esa felicidad en
los demás. Sólo así podremos cumplir verdaderamente
con nuestro cometido, y es así como también podremos hallar
un maravilloso y gran sentido a esta vida.