JUN-99 Nº 203 |
|
|
|
Todo el conjunto de situaciones por las que pasamos en una existencia, van marcándonos de diferente forma, influyéndonos y preparándonos para las próximas, depende del interés mostrado en aprender el verdadero significado de éstas, para que no vuelvan a repetirse en nuestro caminar.
Podemos preguntarnos, el porqué las circunstancias en las que se encuentra cada persona son tan distintas, incluso hacemos pequeñas comparaciones en las que normalmente atribuimos a las nuestras un valor mucho más peyorativo que a la de los demás. Esto nos ocurre porque somos nosotros los que nos hallamos inmersos en ellas, y sufrimos más directamente las consecuencias, debido a que aún no somos capaces de ponernos en el lugar de los demás, intentando sentir lo que ellos sienten, en sus mismas condiciones. Sólo nos preocupa nuestro sufrimiento, y por esta razón no podemos ver que no somos los únicos que padecemos.
Otro aspecto importante, es que sólo intentamos comparar nuestra situación con las personas más próximas a nosotros, porque es lo que vemos más inmediatamente y con las que interactuamos más frecuentemente. A este respecto puedo decir que si abriésemos más nuestra perspectiva de mira, podríamos sentirnos “afortunados” con todo lo que nos está tocando vivir, consideraríamos que nuestras experiencias cotidianas son de lo más insignificantes, porque veríamos que existen muchos acontecimientos lamentables que afectan a una gran mayoría de familias, cuyos efectos son muy perjudiciales, me refiero a los producidos por las guerras, o simplemente por los desastres ecológicos, o a aquellos países sumidos en la pobreza y con un destino bastante trágico... Todos estos procesos sin duda alguna vienen explicados por las LEYES ESPIRITUALES, específicamente la Ley de Causa y Efecto o Ley de Consecuencias. Nos enseña que la vida presente es consecuencia de acontecimientos pasados, por tanto no podemos dar cabida a pensamientos del tipo: "Dios es injusto" o "son castigos de Dios", sino que nuestra vida actual, con sus vicisitudes adversas o favorables es consecuencia de actuaciones del pasado, (incluyendo en éste, anteriores vidas) incluso también del presente.
“La siembra siempre es voluntaria, pero la recolecta obligatoria”, esto nos explica que cada uno tiene aquello que se merece, lo que le corresponde, por este motivo nada es casualidad. Aún así tenemos que quitarnos cualquier idea de compadecernos a nosotros mismos, pues las situaciones que se nos presentan no son insalvables sino que se adaptan a lo que nosotros podemos dar, sin exigirnos más de lo que podemos. Tenemos que saber aprovechar las circunstancias que nos depara la vida, no para rehuirlas sino para afrontarlas y aprender el contenido moral, espiritual que deja cada una de ellas, y de este modo iremos escalando y alcanzando puestos más altos en la evolución, y todo lo que hallamos pasado nos servirá para la próxima prueba, y es en la siguiente en la que podremos ver si verdaderamente hemos asimilado los conocimientos de la anterior, y así sucesivamente.
Debemos sacar de cada situación los aspectos positivos, pues esto nos ayudará a no defallecer ante las desaveniencias que en las mismas se nos presentan, tampoco esperemos comprender todo lo que nos acontece, pues mientras nos entretengamos en simpleces, estaremos perdiendo un tiempo precioso, que luego nos costará recuperar.
Aprender, significa mucho en este camino,
para llevarlo a feliz término no hemos de preocuparnos solamente
en adquirir conocimientos teóricos derivados de las circunstancias
que nos depara la vida, pues es más importante la práctica
ya que ésta determinará el grado de asimilación, y
aprendizaje que hemos conseguido, si sólo nos quedamos con la teoría,
nos será poco útil en nuestro desarrollo espiritual, por
esto es que debemos acompañar los planteamientos de nuestra mente
con la práctica diaria, y ésta debe ir acompañada
de la voz del corazón. Sólo así podremos comprender
la grandeza de este mundo que nos envuelve y que no vemos pero que sí
sentimos.