JUL-99 Nº 204 |
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Lo primero que debemos tener presente es que las vicisitudes por las que pasamos, no tienen el fin de desmoralizarnos o de echar por tierra el trabajo que hayamos realizado anteriormente, sino otro bien distinto. Sin embargo, debido a que no aceptamos las situaciones que se nos presentan porque pensamos que son "injustas" o que "siempre nos ocurren a nosotros" actuamos de una manera muy poco propicia, buscando soluciones rápidas y sobre todo incongruentes a nuestro modo de ser o pensar, todo ello movidos por un impulso más o menos rebelde, que no nos lleva a nada bueno. Es entonces cuando somos nosotros mismos los que , sin buscar la causa en otros factores, "echamos por tierra nuestro propio trabajo", es decir, no son en sí las experiencias, sino cómo y cuándo reaccionamos ante ellas.
La fortaleza, será sin duda uno de los valores que tenemos que ir adquiriendo con el tiempo, ya que nos va a ayudar a vencer miedos, indecisiones, manteniendo el ánimo en los momentos más difíciles y afrontando los problemas con verdadera templanza. Es aquella que nos enseñará a ser perseverantes en nuestra lucha diaria, sin desvanecernos, necesaria para no permanecer inmóviles y desconfiados ante cualquier obstáculo que nos surja en el sendero. Es obvio que el estado de ánimo, en el que nos encontremos incidirá mucho en la reaccion que podamos tener, así como los objetivos personales que nos hallamos marcado previamente, y las bases espirituales que hayamos forjado con el tiempo.
Otro de los valores inherentes a la fortaleza es la voluntad, esa fuerza que en última instancia es la que nos lleva a la acción. Cuando se trata de proteger algo que nos pertenece, que nos causa un bienestar material, somos capaces de construir un gran muro inquebrantable, que nadie puede atravesar ni derribar, en resumen, cuando algo nos interesa lo defendemos permanentemente sin permitir que nadie se apodere de lo que es nuestro. Pues bien, este mismo método nos debe servir para salvar cualquier barrera que nos obstaculice el camino, y sobre todo para que nadie nos pueda arrebatar lo que hemos alcanzado espiritualmente.
Quizás lo que muchas veces nos pasa es que caemos en el error de sobrevalorar aquello que nos otorga una llamada "felicidad inmediata", producto de logros materiales, sin darle la importancia merecida a aquello que en un principio nos aporta una satisfacción interna y a largo plazo una felicidad mucho más sincera y verdadera.
Es labor de cada uno ir avanzando en este camino revistiéndonos de fortaleza e ilusión, pues si lo hacemos así, no encontraremos dificultad insalvable o problemas que no puedan resolverse. No existen objetivos tan difíciles que no puedan lograrse con esfuerzo y tesón. Todos conocemos la famosa frase: "Dios aprieta pero no ahoga", que nos explica que los acontecimientos que atravesamos se adecuan a nuestras fuerzas y capacidades y nunca son más intensos de lo que podemos soportar.
La renuncia y la evasión sin duda alguna seran enemigas de este increíble valor, pues ejercen la función contraria, mientras, la fortaleza nos hace enfrentarnos ante las adversidades con confianza y decisión, la renuncia es aquélla que nos obliga a retirarnos totalmente de esa lucha, y la evasión la que nos hace escondernos con cobardía, en nuestro propio mundo sin querer saber nada del exterior. Ambas son muestras de falta de reflexión y, por supuesto, indicaciones de que algo falla en nuestro convencimiento interno, quizás no atendemos a las señas que nos marca esa "vocecita", llamada de la conciencia que es la que mejor nos puede aconsejar.
También sabemos que "la unión hace la fuerza", cuando existen personas con los mismos ideales, que siguen un mismo trayecto, podemos contar y apoyarnos cuando nos sintamos débiles, siendo algo recíproco, es importante tenerlo en cuenta a la hora de adquirir esa fortaleza.
Para finalizar quisiera apuntar, que a través
de las vivencias podemos aprender muchas cosas que aún desconocemos,
si queremos no estancar nuestro progreso es necesario hacernos fuertes,
pero esto no implica una ausencia de sentimientos, sino simplemente actuar
con decisión y ante todo siendo uno mismo.