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Es evidente que algunos problemas que generan división de opiniones en la sociedad de hoy tales como la eutanasia, la incineración, el aborto, etc., analizados a la luz de la reencarnación adquieren dimensiones diferentes ante nuestros ojos; cobrando una realidad vigente y plena y alertándonos con claridad y nitidez de las consecuencias positivas o negativas de realizar tales prácticas.
Bajo la claridad que el conocimiento espiritual nos ofrece, se vislumbra un horizonte muy distinto ante la solución de estos problemas del que en realidad aparece ante los ojos de aquellos que desconocen la realidad del espíritu y que pretenden explicar a su manera, respetable por otro lado, las consecuencias que implican tales actos.
El proceso evolutivo del espíritu humano nos indica con claridad que la Vida está marcada por Dios en sus inicios y en su finalización, salvo causas de fuerza mayor provocadas por el libre albedrío del ser, y por ello, cualquier atentado contra la Vida es un atentado contra Dios y sus leyes. Este hecho conlleva importantes responsabilidades y efectos perniciosos para la posterior evolución del espíritu.
Ante esto ya podemos comprender que la Eutanasia, el Suicidio y el Aborto provocado son contrarios a las leyes divinas porque impiden que la vida siga su curso, por muy difíciles que sean las condiciones de vida que se tenga, es preciso entender que éstas no son fruto de la casualidad ni del capricho divino sino de la justicia divina que, a través de la ley de causa y efecto da a cada cual lo que merece en función de las deudas adquiridas en existencias anteriores.
En cuanto a la Incineración, no es perniciosa en sí misma, sino que puede ser positiva si se guardan las horas precisas antes de incinerar el cadáver. Sabido es que el espíritu precisa de un tiempo mínimo de tres días para desprenderse de la materia después de producirse el fallecimiento; toda manipulación efectuada con anterioridad a este tiempo sobre el cuerpo, generará desequilibrios en el espíritu a la hora de partir para el mundo espiritual. Por ello la Incineración no es algo pernicioso si se guarda este tiempo de prudencia desde el fallecimiento hasta la cremación del cuerpo.
Aspectos como el Suicidio, La Eutanasia y el Aborto ya se han explicado con artículos monográficos en otras ocasiones en esta revista y con amplitud de detalles que nos hacen entender la inconveniencia de estas prácticas y las graves repercusiones espirituales que conllevan. Pero, al igual que el mes pasado explicábamos la ética reencarnatoria respecto a las técnicas de reproducción asistida que propician la vida y que pueden facilitarla, en este mes teníamos la obligación de mencionar todo aquello que desde la Ley de las Vidas Sucesivas perjudica y es pernicioso para el desarrollo de la vida y de la evolución del espíritu.
La lógica de la reencarnación en este campo es determinante; se podrá admitir o no, pero lo que nunca se podrá negar es que la reencarnación ofrece un razonamiento claro y preciso que nos hace entender el porqué y el para qué de todas estas cuestiones de gran preocupación social en estos tiempos de cambio y que tantas opiniones encontradas generan al respecto.
La reencarnación nos ofrece la
"RESPUESTA ESPIRITUAL", más lógica a estas cuestiones, entendiendo
que somos espíritus en evolución, que estamos de paso por
la Tierra y que deberemos volver a ella en las mejores condiciones si somos
capaces de progresar espiritualmente durante esta vida a fin de forjarnos
un destino venturoso, pues en este campo no existen privilegios: "La Siembra
es voluntaria, la Cosecha obligatoria".