JUN-99 Nº 203 |
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La mediumnidad ha sido desde sus inicios fuente de numerosas informaciones y como tal, ha podido ofrecer al hombre aquellas respuestas que no encontraba en su medio natural y que no eran explicadas a través de las religiones.
La mediumnidad ha sido también una prueba irrefutable de la Ley de las Vidas Sucesivas, pues por su intermedio hemos tenido conocimiento de las experiencias vividas en otras épocas y en otras vidas de numerosos personajes conocidos.
A través de la mediumnidad hemos descubierto que la evolución del espíritu humano es lenta y que de una a otra vida apenas si conseguimos eliminar parte de las imperfecciones morales que nos quedan por solucionar. Es pues una prueba más que evidente de la realidad de la reencarnación en la evolución del espíritu humano y de cómo necesitamos venir una y otra vez a la Tierra para progresar espiritualmente, que es nuestro verdadero objetivo.
Así mismo, a través de la mediumnidad hemos podido comprobar el sentido tan profundo de cualidades humanas como el perdón y la caridad, cómo actúa la justicia divina de una vida a otra, y de que nadie posee privilegios divinos siendo todos iguales ante la ley.
Las experiencias que multitud de espíritus han trasmitido de sus miserias humanas en diversas vidas o los ejemplos que otros han dado con sus vidas ejemplares nos han hecho vislumbrar la grandeza de la ley de causa y efecto que rige por encima de las vidas en la tierra y que alcanza a todo el mundo. Las desigualdades humanas se nos muestran así como la reparación del daño causado en vidas anteriores y no como el caprichoso castigo de un Dios arbitrario e injusto.
Es pues preciso comprender que la Justicia Divina y el Amor de Dios se nos presenta con toda su grandeza cuando observamos la perfección con la que el Creador ha dotado a su creación, ubicando al hombre dentro de unas leyes justas, perfectas y amorosas cuyo único fin es permitirle su progreso y por ende su felicidad posterior.
Así pues, la mediumnidad ha servido de gran apoyo al conocimiento de la Reencarnación, a la comprobación de cómo actúan las leyes que rigen la vida espiritual del hombre y al propio tiempo se nos ha enseñado que esta facultad de contactar con el más allá no es privilegio de nadie sino que Dios la concede a aquél que la necesita para su progreso espiritual.
También a través de la mediumnidad hemos comprendido que esta facultad puede seguir inalterable y evolucionando de una vida a otra, facilitando así el progreso del espíritu que actúa en el bien en diferentes vidas, poniendo al servicio de los demás de forma altruista y desinteresada la facultad que Dios le ha concedido.
Sería prolijo enumerar los miles de ejemplos, mensajes y pruebas que la mediumnidad nos ofrece acerca de la existencia de la Reencarnación. Baste saber que, podríamos igualmente enfocar el proceso evolutivo de un espíritu a través de las Vidas Sucesivas del mismo y de las informaciones mediúmnicas que podemos tener sobre su desarrollo.
Sea como fuere, el objetivo final es
siempre el mismo, toda información mediúmnica debe servirnos
para mejorar, y la constatación evidente de que vivimos más
de una vez es la prueba fehaciente de la necesidad que tenemos de hacerlo.