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(versión al 16.04.2000; saul.htm) XII) EL PRIMER REY: SAÚL.
Israel constituía una unidad que se caracterizaba por un origen común, por el mismo Dios y por el mismo destino. Pero Israel aún no era un Estado. Los impulsos para una evolución hacia el Estado viene de afuera: los peligros y el querer ser como los otros pueblos. La realeza en Israel es un fenómeno tardío, que le sobrevino por las circunstancias históricas, pero no es de su esencia vocacional original. Israel era una comunidad tribal. La amenaza crónica: los filisteos. Se busca un poder organizado, para hacerles frente, así como a los amonitas del este y a los amalecitas del sur. Se quiso conferir una misión permanente a un jefe carismático. Esto fue el germen de la monarquía, la firme dirección unitaria, con una concentración militar en una estructura política, que aún no es Estado, sino una liga tribal con una cabeza hegemónica. Las tribus adquieren así un nuevo sentido comunitario. Israel eligió por rey a Saúl de la tribu de Benjamín (1 S 10). Fue un rey militar que buscó aumentar la defensa con un ejército más permanente (1 S 13,2; 14,52). Venció a los amonitas y filisteos y estrechó lazos con Judá. Esto explica la presencia del joven David, de Judá en su corte. El relato de la elección de Saúl nos llega por dos narraciones: a) Una favorable a la monarquía : 1 S 9,1-10,16. Narra como Saúl fue ungido privadamente por Samuel en Ramá. b) Una hostil a la monarquía: 1 S 8; 10,17-27. Se presenta a Samuel presidiendo la elección de Saúl en Mispá, después de ceder, con amargas protestas a la petición del pueblo, de los ancianos (1 S8,4ss). Samuel les advierte de los tributos (1 S 8). También hay un texto tardío en Jue 9,8ss: la zarza mora). Hay por tanto dos tradiciones. Para unos la realeza era la solución política, para otros era un pecado, era el olvido de Dios como rey. Samuel encarna la corriente profética, que se levantará contra los abusos de los reyes, es el héroe de Dios. Para esta corriente no hay realeza por aclamación popular, sino que solamente el profeta o el sacerdote (Samuel encarna esta doble autoridad) ya que puede ungir al rey. Y el rey seguirá estando sometido al profeta; y no podrá invocar a Dios sin la ayuda de Samuel. Por haberle ofrecido personalmente un sacrificio, sin esperar la llegada de Samuel, Saúl se verá rechazado por Dios. En todos los casos es Yahvé quien elige a la persona del rey. Él ilumina a Samuel en su encuentro con Saúl y le da la certeza de que él ha de gobernar como rey. Pero por otro lado en todos los relatos está latente la convicción de que el rey necesita del beneplácito del pueblo, que se da bajo la forma de aclamación: "¡Viva el rey!". Por tanto hay dos aspectos: una designación de Yahvé y una aclamación por el pueblo con una acentuación más democrática. Y no existe por tanto una "autodesignación", se necesitan los dos aspectos mencionados.Es decir, la unción fue siempre oficio de varones destacados, encargados de la liturgia, y muy a menudo personalidades carismáticas. Samuel ungió a Saúl, después los profetas ungieron a los reyes.
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