El bautismo de Jesús | ||
Actualizado el 20.3.00 (Indice) El bautismo de Jesús
"Por aquellos días vino Jesús desde Nazaret de Galilea y fue bautizado por Juan en el Jordán" (Mc1,9). La sobriedad del relato de Marcos no debe encubrir la importancia del hecho. El bautismo de Jesís por Juan fue un momento decisivo en su vida. No se trató de un mero rito, sino de una experiencia determinante. Una experiencia que haría cambiar radicalmente el curso de su vida. A partir de entonces, ya nada sería igual. Sí, aquel día sucedió algo trascendental para Jesús. Y los cuatro evangelios y los Hechos de los Apóstoles son unánimes en este punto: todos ellos sitúan en el bautismo el comienzo de su misión. El que hasta entonces había sido un desconocido perteneciente a una modesta familia de una remota aldea...se ve de pronto investido de una misión y se pone a proclamar la Buena Nueva del reino de Dios. ¿En qué consistió aquella intensa experiencia que lanzó a Jesús por los caminos de Galilea y de Judea? (LECLERC, Éloi, El Reino escondido, Santander 1997, 25. En adelante se citará como ERE). "Un hombre extraño, venido del desierto. Una especie de profeta en la tradición de Elías, que no predicaba la sublevación contra el invasor romano, pero cuyas palabras llegaban al corazón y atraían a las multitudes. Se llamaba Juan y se había instalado en las orillas del río Jordán" (ERE, 25-26). "Haciéndose eco de la voz de los grandes profetas de Israel, Juan anunciaba el reino de Dios como una realidad inminente que él veía acercarse como una tormenta: oía tronar la cólera de Dios. Y exhortaba a las masas a que se prepararan para el acontecimiento que iba a abatirse sobre el mundo. Su predicación era una vibrante llamada a la conversión. Y como señal de purificación de los pecados, bautizaba en las aguas del Jordán." (ERE, 26). "La predicación de Juan agudizó los oídos de todo un pueblo cuya gran esperanza mesiánica...Su llamada a la conversión y a la purificación suscitó una amplia dinámica de arrepentimiento, que hacía que acudieran al Bautista gentes de todas partes: "Acudía entonces a él Jerusalén, toda Judea y toda la región del Jordán, y eran bautizados por él en el río Jordán, confesando sus pecados" (Mt 3,5-6; Mc 1,5). Entre la multitud había mercaderes, recaudadores de impuestos, soldados e incluso según Mateo (3,7), un gran número de fariseos y saduceos. Juan no se andaba con rodeos: "¡Raza de víboras!, ¿quién os ha enseñado a huir de la ira inminente? Dad,pues, digno fruto de conversión y no os contentéis condecir en vuestro interior: "Tenemos por padre a Abraham"..."(ERE, 26-27). "Esta vehemente predicación tuvo eco incluso en las más remotas aldeas de las montañas de Galilea, hasta el punto de que el propio Jesús, que tenía entonces alrededor de treinta años, se puso en camino...sencillamente, como un hombre relidioso, para hacerse bautizar." (ERE, 27). "LLegó luego el día en que Jesús decidió sumarse a la muchedumbre arrepentida que, que obedeciendo a la lamada de Juan, iba entrando en el río. Externamente nada lo distinguía de todos aquellos hombres que se agolpaban a su alrededor. Totalmente desconocido y siguiendo los pasos de los publicanos y los pecadores, recorría, como un peregrino anónimo, el surco de la miseria y la esperanza humana, como el último de los pobres de Yahvé" (ERE, 27). Nos dice Lucas:"Cuando todo el pueblo estaba bautizándose , bautizado también Jesús y puesto en oración..." (Lc 3,21). "En el momento en que Jesús acababa de ser bautizado, sucedió algo imprevisible y único...Marcos nos dice "No bien hubo salido del agua, vio que los cielos se rasgaban y que el Espíritu, en forma de paloma, descendía sobre él. Y vino una voz de los cielos: "Tú eres mi Hijo amado; en ti me complazco" (Mc 1,10-11). Lucas ofrece esta otra versión: "Bautizado también Jesús y puesto en oración, se abrió el cielo, y decsendió sobre él el Espíritu Santo en forma corporal, como una paloma; y vino una voz del cielo: "Tú eres mi Hijo amado; en ti me complazco"" (Lc 3,21-22)."(ERE, 28). "Más allá de las imágenes y los símbolos...los que se evoca es una verdadera experiencia espiritual. Una experiencia original, única. Jesús vive el acontecimiento desde dentro, en el centro mismo de su oración, como indica Lucas." (ERE, 29). "Es difícil hacerse una idea, ni siquiera aproximada, de la experiencia vivida por Jesús en aquel instante...Jesús se ve designado y consagrado como Mesías: investido de una misión mesiánica semejante a la del Siervo....No puede eludirse la pregunta: ¿cómo vivió Jesús este acontecimiento? ¿Qué percibió en aquel instante? ¿Qué eco tuvo en él la voz del Padre? ¿Acaso despertó en él una conciencia nueva? ¿Cuál? El contexto inmediato no nos permite responder a estas preguntas. Pero lo que viene a continuación en los evangelios sí arroja una luz singular, porque nos muestra, en efecto, que a partir de aquel momento Jesús no dudó en presentarse a los hombres, no sólo como un profeta enviado por Dios y animado por su Espíritu, sino además como aquel en cuyas manos el Padre lo había puesto todo, aquel que disponía doberanamente del Reino y que llevaba y revelaba a Dios absolutamente en su propia persona. Semejante conciencia de sí, que se traslucirá a lo largo de toda su enseñanza y que no tiene equivalente alguno en la historia de Israel, sólo pudo nacer en Jesús de una experiencia extraordinaria y absolutamente única de su relación con Dios. ¿Cómo, entonces, no pensar que el bautismo fue precisamente la experiencia que le hizo penetrar a fondo en la realidad más honda de su ser con ...intensidad..." (ERE, 29-30). "...Jesús tenía la costumbre de dirigirse a Dios como un niño se dirige a su padre. Desde que tuvo capacidad para pensar en Dios, se consideró y se comportó como un hijo. Pero he aquí que mientras ora, al salir de las aguas del Jordán, tiene la íntima revelación de que el impulso filial que le lleva por entero y desde siempre hacia el Padre, está `precedido de una manera radidcal y absoluta por el movimiento del Padre hacia él; que ese impulos filial tiene su origen en el movimiento primero del Padre; que todo su ser, en una palabra, lo recibe del Padre. Y no descubre esto como una verdad abstracta, sino, más bien, como una gran pasión y una inmensa ternura. Lo que experimenta Jesús, por tanto, es una cercanía de Dios maravillosa y verdaderamente inaudita. Se ve sumido en el misterio de Dios: un misterio de relaciones, en cuyo interior es saludado y reconocido como un "tú" en la atmosfera de un "nosotros". En la intimidad y en la unidad de un "nosotros". "Tú eres mi Hijo amado...": estas palabras, que proporcionan a Jesús la revelación plena y completa de su ser profundo, hacen que tome plena conciencia, si es que´aún era necesario, de su relación única con Dios" (ERE, 30). "El instante que siguió a su bautismo fue, sin lugar a dudas, uno de esos momentos de inspiración interior que bastan para iluminar todo una vida. Jesús tuvo entonces una experiencia decisiva: una experiencia-fuente en la que tomó conciencia de su ser profundo a la luz de una proximidad radical y absoluta de Dios." (ERE, 30-31). "En adelante, una fuerza interior va aimpulsar a Jesús a comunicar a los hombres lo que acaba de vivir. Desde el corazón mismo de su relación con el Padre, les anunciará un nuevo futuro que proviene de Dios..." (ERE, 31-32). Jesús será el revelador del Padre. "Jesús irá en adelante hacia sus hermanos para anunciarles la alegre Noticia, y a cada uno de ellos le dirá: "El Reino de Dios está cerca...Levántate y anda...También tú eres hijo de Dios"...(ERE, 32). De alguna manera, "de esta experiencia (del bautismo) extraerá su entusiamo y su autoridad, así como al fuerza necesaria para afrontar las contradicciones, las calumnias y, por último, la muerte. Y para dar testimonio de su autenticidad se entregará a sus verdugos, haciedno de su muerte el testimonio supremo del amor del Padre a los hombres" (ERE, 32). "No es ésta acsao la experiencia que evocará Jesús cuando diga a sus discípulos: "Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce quién es el Hijo sino el Padre; y quién es el Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar" (LC 10,22; Mt 11,27)?" (ERE, 32-33). "Podemos preguntarnos: ¿había recibido Jesús, ya antes del bautismo, una revelación semejante?; había escuchado ya, a lo largo de su vida oculta en Nazaret, cómo la voz del Padre le susurraba: "Tú eres mi Hijo amado"? No lo sabemos. No lo sabemos. Lo que sí es seguro, según los evangeliso, es que en el momento de su bautismo esa voz resonó en su corazón con una fuerza única, facilitándole la visión nítida del misterio que le habitaba desde siempre, así como de la misión a la que estaba destinado." (ERE, 33). "Cuando, después de esta teofanía, Jesús tomó contacto de nuevo con la gente de su entorno, su aspecto ya no era el mismo, y quienes le conocían se dieron cuenta...Juan Bautista fue el primero en advertirlo y quedó impresionado; ya no tenía ante él a un discípulo que había venido a escucharle, sino a un hombre que irradiaba el misterio de Dios...Conmovido, Juan gritó para que lo oyeran todos los presentes: "En medio de vosotros está uno que no conoceís, que viene detrás de mí, a quien yo no soy digno de desatar la correa de sus sandalias" (Jn 1,26-27). "Yo os bautizo con agua para la conversión...Él os bautizará en el Espíritu Santo y en el Fuego" (Mt 3,11)." (ERE, 33). "La misión de Juan tocaba su fin, la de Jesús comenzaba. El tiempo del agua había pasado. Llegaba el tiempo del fuego. Y la mirada de Juan, al posarse sobre Jesús, tenía reflejos de aurora." (ERE, 33).
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