LA CONQUISTA                     Página Principal

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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(Versión al 7.4.00; 11:00 hrs; conquis.htm)

VII) EL TIEMPO DE LA CONQUISTA

1) Introducción:

Cuando Israel llega a Canaán. Canaán no es aún un Estado, hay muchos reyes pequeños que estaban protegidos por Egipto. Pero en el tiempo del éxodo, Egipto estaba en decadencia, por lo que su protección era más nominal que real.

En Canaán, Israel se enfrenta con un ambiente agrícola, por lo que de un ambiente nómade, pasa a vivir sedentariamente, es decir una cultura más agrícola. En Canaán hay baales, dioses de la fertilidad, que eran invocados para que las cosechas fueran abundantes.Por lo que se presenta un desafío religioso para Israel: se encuentra con divinidades nuevas y seductoras.

La conquista también es un desafío social, no se trata de repetir la estructura social de Egipto, surgen los jueces: tiempo creativo, tiempo en que lo social empalma con lo religioso. El regalo de Dios, la tierra debe ser también conquistado, don y tarea. Dt 8,1-20.1/2


1En la biblia, la historia de la conquista se nos narra en el libro de Josué, que pertenece a la escuela deuteronomista, y encontró su forma definitiva durante el destierro en Babilonia, es decir en el siglo VI aC. Busca mostrar a un pueblo, que vive el destierro, toda la obra que antes llevó a cabo Dios en favor suyo, y que hoy puede comenzar de nuevo (CASTEL, F., Historia de Israel y de Judá, Navarra 1984, 53).

2El cap. 8 de Dt "está escrito con la perspectiva de la prosperidad económica de la tierra, que se transforma en tentación al favorecer una concepción inmanente de la vida. El ciclo producción-consumo se explica a sí mismo, se justifica y se cierra a la intervención de Dios: su explicación adecuada es la fuerza y el talento humano aplicados a una tierra buena. Dios desaparece del horzionte práctico: es olvidado; no es necsario ni para realizar el proceso ni para explicarlo. El resultado es que el pueblo peca contra el primer mandamiento de la lealtad total, de modo racionalista, iluminado, sin sutituir al Señor por otros ídolos.

Contra la tentación del olvido, el autor propone el remedio de la memoria, no sólo del Señor, sino también de su acción histórica. Se remonta al momento crítico en el cual los israelitas van a entrar en la tierra. La cual no es un dato neutro, que está ahí, sino don histórico, contingente. Mira hacia atrás, hacia el desierto que imponía una visión trascendente de la existencia, y proyecta aquella experiencia sobre el presente –futuro en la ficción-. La historia gravita así sobre el presente, revelando su contingencia. Lo que es don se puede perder. La vida en la tierra sigue siendo camino. La prosperidad es don del Señor, bendición de la alianza por el cumplimiento de los mandatos. (No era la prosperidad lo que caracterizaba la vida de los judíos bajo el dominio persa).

Dt 8,1: El primer verso plantea el tema: observar los mandatos es condición para entrar en la tierra y lo será para permanecer en ella.

Dt 8,2-6 Proponn el tema de la memoria. El pueblo ha de recorrer tres etapas encadenadas: recordar, reconocer, guardar (2.5.6). Recuerda tres aspectos del desierto: camino, comida, vestido.

Dt 8,2 Dato, el camino; autor, Dios; razón, poner a prueba. En la decisión libre el hombre se realiza y se manifiesta; Dios, que lo conocía por dentro, lo conoce ahora en la ejecución.

Dt 8,3 La vida depende no sólo del alimento, sino más aún de la palabra de Dios, que se pronunciaba como mandato: citado en Mt 4,4 y Lc 4,4. Recuérdese el don del maná y las normas que regulan su uso (Ex 16).

Dt 8,4 Dato legendario. No menciona a Dios como autor, pero está implícito.

Dt 8,5 La revelación de Dios es paternal, cariñosa; no teórica, sino por la experiencia. Enseñando al pueblo, Dios va revelando un estilo de paternidad. Los libros sapienciales llaman "hijo" al alumno: cfr. Eclo 17,18; 36,17.

Dt 8,7 Empieza el gran período, cuya prótasis abarca hasta el v. 9 y cuya apódosis se divide en un miembro positivo 10, y otro negativo 11-17.

Dt 8,7-9 Canto a la tierra, mencionada siete veces. En las dos menciones extremas la tierra es simplemente "buena"; las otras cinco enumeran sus riquezas agrícolas y mineras. No menciona la lluvia (cfr. 11,11-17), porque la tierra se abre en fuentes y veneros.

Dt 8,10 He aquí el movimiento correcto: comer y agradecérselo a Dios (cfr. Is 62,9). De esta manera el bienestar puede conducir a Dios, encaja en la religiosidad porque se abre a la trascendencia.

Dt 8,11 Comienza la apódosis negativa. El proceso errado recorre tres etapas psicológicas: engreimiento, olvido, arrogancia.

Dt 8,12-13 Está apuntado el ciclo de producción y consumo y también el crecimiento económico; junto a otros bienes, plata y oro representan el dinero, que en tiempo del autor ya se acuñaba; con el dinero, el comercio (Cfr. Sal 62,11; Job 31,24-25; Eclo 8,2).

Dt 8,14 El tema del olvido sirve hábilmente para introducir el recuerdo de la liberación en dos etapas: salida de la esclavitud y camino por el desierto; la entrada en la tierra se incluye ya en el planteamiento del capítulo.

Dt 8,15-16 El desierto está transfigurado en el recuerdo como síntesis de sed, hambre y animales venenosos; todo superado por la protección divina.

Dt 8,17-18 Aquí culmina la visión inmanente, la satisfacción terrena del hombre (compárese con la pretensión de Senaquerib, Is 10,13 o del rey de Tiro Ez 28,4-5). No se niega la función del hombre, "someted la tierra", sino que se reduce a su instancia suprema. El Dios que da la tierra, da las fuerzas para cultivarla; y así, con la cooperción humana, cumple Dios su promesa.

Dt 8,19-20 Cierran las maldiciones, con triple mención de Yhwh y doble amenaza. Forman en hebreo un juego de palabras los verbos aliterados servir y perecer ‘bd ‘bd." (ALONSO SCHÖKEL, Luis, Biblia del Peregrino, Bilbao , Estella (Navarra) 1998, comentario a cita de Dt 8,1-20).


El redactor recoge distintas tradiciones y las presenta en forma optimista. Así toda la Palestina ha sido conquistada: "En una sola ofensiva Josué se apoderó de todos aquellos reyes y sus tierras" (Jos 10,42)3. Esto no hay que entenderlo literalmente. Jerusalén fue conquistada después por David. Lo importante es que Dios ha dado la tierra de Canaán a su pueblo.

En el interior del país, el principal adversario durante la conquista era el conjunto de ciudades-estados cananeas. Entre ellas la vinculación es a veces bastante débil y permite la infiltración. Habían dos especies de cerrojos que resistieron hasta los tiempos de David: al sur la franja de Jerusalén, al norte la llanura de Jezrael.

Para entrar en Canaán los hebreos no fueron autorizados a atravesar Edom ni Moab, tuvieron que dar un largo rodeo para entrar en Canaán.

El relato de Nm 13-144 habla de unos exploradores enviados por Moisés para reconocer el país de Canaán. En Jueces 5 está el cantico de Débora, muy antiguo, sobre la instalación de un clan en Galaad.


3La amplificación llega al extremo. Compárece con la noticia de Jos 11,18: "Josué estuvo mucho tiempo haciendo la guerra a todos aquellos reyes".

4"El episodio de los exploradores es decisivo en el camino hacia la tierra prometida. De Egipto al Sinaí, del Sinaí a la frontera sur de la tierra: ¿sólo falta entrar y ocuparla? Es el desenlace lógico. Pero las viejas tradiciones lo cuentan de otro modo, más complicado y dramático: el pueblo rehusa entrar y en castigo, comienza un enorme y prolongado rodeo. La historia continúa, pero el hombre que se resiste a la salvación, difiere el término...

Num 13,1 Comienza el Señor dando una orden. En la versión democratizante de Dt 1 lo propone al pueblo.

Num 13,2 Explorar o espiar el territorio enemigo es práctica militar antigua: Jos 6,22; 14,7; Jue 1,23; 18,2; cfr. Gn 42,9.

Num 13,3-15 Los doce exploradores representan a todo Israel. La lista no coincide con la de 1,5-16.

Num 13,16 El nuevo nombre es compuesto de Yhwh: apunta al futuro cargo. *= Jesús.

Num 13,18-20 La información requerida concierne a la calidad de la tierra y también a su situación militar, defensiva y ofensiva.

Num 13,21-22 Las fronteras señaladas también generalizan para indicar que la entera tierra prometida ha sido explorada.

Num 13,23-24 Nota etiológica, inventada para explicar el nombre de la localidad o para ligarla a la época de la conquista. El racimo gigantesco colgado de una vara y llevado entre dos es el emblema turístico del Israel actual.

Num 13,27-28 El informa responde a las instrucciones recibidas. Por ahora es neutral y realista: presenta dos caras de la situación.

"Mana leche y miel": fórmula de ascendencia mítica que se usa en la liturgia; más que informe es una profesión de fe, como diciendo que se trata realmente de la tierra prometida, en contraste con el desierto.

Num 13,30ª Este verso supone que el pueblo ha comenzado a protestar; quizá falte algo en el texto.

Num 13,30b-33 Se enfrentan dramáticamente dos actitudes. La fe, que infunde valentía y es comunicativa: "podemos" en plural. La falta de fe, que genera cobardía, "no podemos". De ahí, para justificarse, pasa a desacreditar la tierra (la zorra y las uvas). Y termina en complejo de inferioridad: "parecíamos saltamontes"." (ALONOS SCHÖKEL, Luis, Biblia del peregrino, Bilbao, Estella (Navarra) 1998, comentario a cita de Num 13,1 –13,33.


 

2) El libro de Josué:

2,1) Formación del libro de Josué:

"El libro de Josué narra la ocupación de la tierra prometida por el pueblo de Israel. Cierra, pues, el ciclo iniciado con las promesas hechas a los patriarcas...De ahí que el libro de Josué completa el relato del Pentateuco" (COMENTARIO AL ANTIGUO TESTAMENTO, Vol I. La Casa de la Biblia, Madrid 1997, 303. En adelante citado como CAT1).

"Por otro lado, la entrada de Israel en Canaán constituye el prólogo de la historia de Israel en su propia patria, una historia que...terminará cuando el destierro de Babilonia ponga fin a esta posesión dela tierra que se inicia en el libro de Josué" (CAT1, 303).

"El libro de Josué ofrece una visión muy simplificada de la ocupación de Canaán: Todo Israel con las doce tribus, perfectamente unido, bajo el caudillaje de Josué, se apoderó por las armas (con la única excepción de la tetrápolis de Gabaón, véase Jos 9) de todo el territorio de Canaán (salvo algunos enclaves que quedaron para la época de David). Pero hoy se tiende a ver tras la ocupación de Canán un proceso mucho más complicado. Israel no se había formado aún como nación ni tenía una unidad política como para afrontar una guerra de tales dimensiones. Es más verosímil ...la visión de la ocupación que nos da Jue 1,1-2,5, donde las tribus hacen sus conquistas por separado.(CAT1, 305).

 

2,2) El mensaje del libro de Josué:

"La idea central del libro la da el redactor deuteronomista. Para un israelita, la posesión de la tierra prometida a los padres era el compendio de todos los bienes. Israel no se enteró de todo su valor hasta que la perdió por la deportación. El redactor deuteronomista se propuso relacionar ese valor de la tierra con el que para él era el valor supremo: la adhesión incondicional al señor, Dios de Israel. la tierra prometida a los padres es un don del Señor, que se da con una condición: la fidelidad. Si Israel se aparta del Señor, el mismo Dios que les enregó la tierra, los expulsará de ella." (CAT1, 305-306). Para evitarlo, hay que huir de la contaminación de los cananeos...De esta forma, implícitamente, está explicado el destierro: Israel cayó en un sincretismo con los cananeos, se mezcló y se dejó contaminar, y el Señor lo expulsó de la tierra. "Si Israel sueña de nuevo con volver a su tierra, lo que ha de hacer es mantenerse fiel al Señor, no manchándose con la idolatría entre la que fuerza tiene que vivir" (CAT1, 306).

"La ocupación de aquella tierra maravillosa, habitada por multitud de pueblos poderosos, era una empresa superior a Israel. Pero el Señor se lo había prometido a los antepasados del pueblo, y Dios siempre cumple. Para él no hay ninguna dificultad, en el paso del Jordán, ni en la fortaleza de Jericó, ni en las coaliciones de reyes del sur o del norte. Los israelitas no tenían nada que temer, mientras que los enemigos eran presa del pánico antes de luchar." (CAT1, 306).

 

2,3) Comentario del libro de Josué:

2,3,1) Jos 1,1-9 Misión de Josué. "La historia de Moisés acaba en Dt 34 con la muerte del gran caudillo; pero Dios le suscitó un continuador: Josué...en Jos 1,7 se pide a Josué que muestre su valor, no para la lucha, sino para ser fiel a lo mandado por Moisés" (CAT1, 308).

2,3,2) Jos 2,1-24 Los espías y Rajab. "Los espías no hacen ninguna exploración ni indagan nada. Se echan a dormir. Rajab les informa de que, a la sola noticia de la llegada de Israel, los enemigos son presa del pánico (Ex 23,27). No hay quien se oponga a un Dios que viene precedido de tales hazañas y muestra ser Dios arriba en los cielos y abajo en la tierra. Es la única información que dan los espías a Josué: que el Señor les ha entregado el país y que sus habitantes están ya temblando. " (CAT1, 309).

Esta mujer, cananea y desviada en su vida, no fue considerada indigna de figurar entre los antepasados de Jesucristo (Mt 1,5). Heb 11,31 la alaba por su fe y Sant 2,25 por sus obras. Los santos padres ven en ella una figura de la Iglesia; y en el cordón rojo por el que se salvó, la sangre redentora de Cristo" (CAT1, 309).

 

      "Rajab, la prostituta, o la osada complicidad: 

Su figura aparece de pronto...entre dos orillas. Entre muchas orillas. Por una parte la cotidianidad de una ciudad próspera y en paz y por otra parte el estruendo de las armas de las tribus que llegan del desierto. Por una parte, la antigua cultura cananea, y por otra la nueva cultura hebrea que un día será la suya. Por una parte, sus dioses de la fertilidad y las cosechas, y por otra, el Dios invisible que precede a los que caminan por la estepa.

Rajab es la ambigüedad y la certeza. Es el pecado convertido en manantial de salvación. Es la creencia del increyente,...la solidaridad de los extraños. Rajab es la sorpresa. La relativización de todos los esquemas. El anuncio de un mundo diferente que derriba las barreras...no son lejanos todos los que parecen estar lejos.

Rajab es una especie de "evangelio" viviente, anticipado a los tiempo...es un amanecer de promesas.

      a) La visita de los espías:Josué parece recordar que, allá en su juventud, fue enviado por Moisés a explorar la tierra a la que se dirigen los pasos de su pueblo. Eran entonces doce los espías que subieron desde el desierto de Parán, uno por cada tribu. Diez de ellos regresaron con palabras de desaliento para el pueblo. Sólo él y Caleb volvieron animando a sus gentes a proseguir el camino. Y no se limitaron a palabras. Llevaron consigo la prueba de los excelentes frutos de la tierra. Pero el pueblo no creyó en su mensaje de esperanza. Prefería un pasado de esclavitud a un futuro de riesgo.

Ahora Josué dirige los pasos de su pueblo. También él envía espías a recorrer las ciudades de Canaán. Desde las estepas de Sitim (Las Acacias) dos espías parten para explorar la ciudad de Jericó, que se alza, rodeada de palmeras, en la llanura occidental del Jordán.

Los espías saben dónde encontrar buena información sin despertar demasiadas sospechas. Se dirigen a casa de Rajab, la prostituta, y pasan allí la noche. ¿Quién sabe qué secreta insatisfacción lleva a la mujer a prestar cobijo y atención a los hombres venidos del desierto?

Su osadía puede crearle dificultades. Es acusada de colaboracionismo. Pero encuentra una fácil disculpa profesional. Atiende a los que llegan sin exigir demasiadas credenciales. Hasta se atreve a dar consejos para que los emisarios reales persigan a los hebreos en su huida (Jos 2,5).

Pero no han huido. Ella los ha ocultado astutamente entre los haces de lino que amontona en el terrado. Su decisión parece ya tomada. O por compasión o por intuición de los futuros desarrollos de la historia.

Es cierto que el libro de Josué, más que un relato histórico, es una reflexión religiosa –y un canto épico- sobre la conquista de Canaán. El asentamiento de los hebreos en la tierra, que una y otra vez reivindicarán como suya, es cantado como favor milagrosos de Dios y como el fruto de un esfuerzo, igualmente asombroso, de todo el pueblo.

Pero he aquí que, de pronto, esa convicción religiosa es puesta en los labios de una extranjera. De una pecadora pública, por añadidura. En su boca las palabras se parecen extrañamente al estilo que recorre el libro del Deuteronomio: "Ya sé que Yahvé os ha dado la tierra, que nos ha invadido vuestro terror y que todos los habitantes de esta región han temblado ante vosotros: porque nos hemos enterado de cómo Yahvéh secó las aguas del mar de las Cañas delante de vosotros a vuestra salida de Egipto, y lo que hebéis hecho con los dos reyes amorreos del otro lado del Jordán, Sijón y Og...Al oírlo ha desfallecido nuestro corazón y no se encuentra nadie con aliento para haceros frente, porque Yahvéh vuestro Dios es Dios arriba en los cielos, y abajo en la tierra" (Jos 2,9-11).

Evidentemente, nadie ha recogido literalmente sus palabras. Pero la tradición se ha gozado en poner en sus labios esta auténtica profesión de fe. Y eso es importante. Generaciones y generaciones han pensado y repetido que en Rajab están representados todos esos hombres y mujeres que, sin pertenecer en la carne al pueblo de Dios, adoran en espíritu al Dios del pueblo.

    b) La conquista de Jericó : El autor del relato se complace en reunir tradiciones sobre el pacto que hacen los espías con su salvadora. Ellos escaparán a las montañas y se ocultarán durante tres días. Rajab colgará de su ventana un cordón escarlata. Y en el momento de la conquista de Jericó, que ya se percibe como inevitable, Rajab y su familia serán respetados por el ejército de los hebreos. Cómplice en la estrategia, partícipe de la misma fe que lee los signos de la historia, asociada en la victoria y los destinos del pueblo.

"Muramos nosotros en vez de vosotros, con tal de que no divulguéis nuestra presencia. Cuando Yahvéh nos haya entregado la tierra, te trataremos a ti con bondad y lealtad" (Jos 2,14). He aquí el pacto de los espías.

El relato de la toma de Jericó adquiere los tonos brillantes de una epopeya. Las modernas excavaciones nos desvelan la antigüedad de esta ciudad, tantas veces reedificada. Pero nos ayudan también a comprender que el relato bíblico es más una meditación religiosa que una crónica histórica. Las tradiciones combinan el rodeo silencioso en torno a las murallas, que culmina con el clamor de guerra del séptimo día, y la procesión del arca al son de las trompetas sagradas. Todo viene a indicar que la conquista de Canaán se debe más a la presencia de Dios que a la fuerza de los guerreros.

Pero el relato no olvida la promesa de los espías, que Josué asume como propia. "Los jóvenes espías fueron e hicieron salir a Rajab, a su padre, a su madre, a sus hermanos y a todos los suyos. También hicieron salir a todos los de su familia y los pusieron a salvo fuera del campamento de Israel" (Jos 6,23).

La ciudad es entregada al anatema, o al jerem. Por salvaje que parezca este rito del incendio de toda la ciudad, implica un reconocimiento religioso del protagonismo de Dios y su ayuda. Tanto más que el recelo a contaminarse con los objetos de los paganos, cuenta la renuncia a todo botín y su atribución al Dios que ha otorgado la victoria.

Sin embargo, esa especie de holocausto, que parece imprescindible en una guerra santa, tiene también sus explicaciones. Como ésta. Rajab y su familia son ya un don de Dios. Adelantándose a la predicación de los profetas, el pueblo ha percibido que la misericordia vale más que los sacrificios y holocaustos. "A Rajab, la meretriz, así como a la casa de su padre y a todos los suyos, Josué les conservó con vida. Ella se quedó hasta el día de hoy, por haber escondido a los emisarios que Josué había enviado a explorar Jericó" (Jos 6,25).

Dos observaciones aún. El proceder de Josué evoca todavía la mentalidad colectiva de su pueblo. Cuando una persona hace el bien, todo su pueblo es solidario, ante Dios y ante los hombres. Cuando un individuo comete un crimen, todo su clan participa en la transgresión y, con mucha frecuencia, en el castigo. Tutela educativa y expediente para el mantenimiento del orden, sin duda, pero signo de una mentalidad que privilegia la solidaridad de sus miembros y la participación en el mismo destino. En Rajab y su acogida, toda la familia se hace acreedora el respeto del pueblo hebreo. Pasarán aún algunos siglos hasta que la crisis del exilio empiece a subrayar la responsabilidad individual.

Y algo más. El proceder de Josué y de su pueblo parecen significar su fe en Dios, adorado como misericordioso y fiel. Compasión hacia el extranjero y fidelidad a las promesas no sólo cualidades de Dios, sino virtudes fundamentales de la ética del pueblo.

      c) La memoria de Rajab: Rajab es más que un recuerdo en la epopeya del pueblo. La literatura rabínica la presenta como una prosélita, modelo de tantos hombres y mujeres en ambientes paganos se han abierto a la voz de Dios. Un instrumento del espíritu de Dios que ayuda a desvelar sus designios. Una profetisa, que será a su vez madre de sacerdotes y profetas.

Para la tradición cristiana, Rajab no ha pasado inadvertida. En la genealogía de Jesús, san Mateo la ha presentado como abuela de Booz (Mt 1,5). El Mesías es un don de Dios, ciertamente, pero nace de las raíces más hondas del pueblo. Con una sencilla pincelada, la teología cristiana vincula al Mesías Jesús con el mundo de los paganos y el mundo de la marginación. Salvador de los de fuera y de los pecadores, ha nacido del tronco de Rajab.

En su espléndido canto de fe, el autor de la carta a los Hebreos, recuerda su figura: "Por la fe se derrumbaron los muros de Jericó, después de rodeados durante siete días. Por la fe, la ramera Rajab no pereció con los incrédulos, por haber acogido amistosamente a los exploradores" (Heb 11,30-31).

La suya es una fe activa y comprometida,, como recuerda Santiago, completando esa afirmación: "Ya veis cómo el hombre es justificado por las obras y no por la fe solamente. Del mismo modo Rajab, la ramera, ¿no quedó justificada por las obras dando hospedaje a los mensajeros y haciéndolos marchar por otro camino?" (Sant 2,24-25).

Su gesto, osado y clarividente a la vez, interesado y profético a la vez, no ha quedado en el olvido. Buscadora de Dios, atisbadora de sus planes, Rajab permanece en la memoria como una parábola viviente. La que nos revela la presencia de los creyentes más allá de las fronteras de la institución. La que nos descubre una comunidad de esperanzas, por encima de las diferencias. Lo que nos orienta hacia una tolerancia y solidaridad que acortan las distancias entre los hombres y los pueblos." (FLECHA, José-Román, Buscadores de Dios. I Entre la ansiedad y la osadía, Madrid (3) 1997, p 57-62.) 

 

 

2,3,3) Jos 6,1-21 Conquista de Jericó. "La toma de una ciudad amurallada era prácticamente imposible para quienes carecían de máquinas de guerra. pero al Señor no le costó demolerlas más que de lo que había costado el paso del Jordán. El arca de la alianza que había hecho posible el paso, convirtió el asedio en una procesión litúrgica" (CAT1, 309).

 

Las tradiciones sobre Jericó están en Jos 2,6; 24,11. Una primera tradición narra cómo pudo ser conquistada esa ciudad gracias a Rajab. Su casa situada sobre las murallas, habría sido preservada de la destrucción. Otra tradición (quizás la misma) habla de un combate (Jos 24,11)..Pero la tradición más importante es la del derrumbamiento de sus murallas bajo el sonido de las trompetas sagradas de Israel (Jos 6)6. En esta tradición, no hay combate sino una procesión sacerdotal por siete días. Es un cántico en honor de Dios que da a victoria, un cántico comparable a Gen 1 para celebrar durante una semana la creación de Dios. Jericó es el símbolo de todas las potencias que serán vencidas por la intervención única de Dios.

 


6Jos 6: "Llegamos quizá al capítulo más conocido y pintado del libro, uno de los favoritos para una mirada no crítica. Las trompetas que suenan y los muros que se caen bastan para producir una historia inolvidable. Lo malo es cuando uno se pone a leer el capítulo con una mirada crítica; peor todavía si, suscitado el problema crítico, quiere leerlo como historia de un hecho.

Ya hemos dicho que Jericó en aquella época no tenía murallas ni estaba habitado: éste es un dato de la arqueología. Por su parte, el análisis literario descubre en seguida muchos elementos litúrgicos en el pasaje; tantos, que la trasposición litúrgica es casi la clave de lectura del pasaje.

Algo parecido a lo que sucedía con el paso del Jordán. También aquí el autor, más que narrar un hecho, parece describir una conmemoración festiva. El arca llevada en procesión, las vueltas en riguroso silencio, el toque de las trompetas, los siete días son datos inconfundibles. Si se trata de una guerra santa, el adjetivo ha devorado al sustantivo.

La versión litúrgica exalta el sentido teológico del hecho, que Josué comenta. No son los hombres quienes luchan y vencen, sino el Señor presente en el arca. Suya es la ciudad enemiga y los que la habitan, suyos los tiempos, él da consistencia a las piedras y derrumba las murallas. Al pueblo le toca obedecer, seguir, esperar y ser testigo del hecho maravilloso; más tarde le tocará contarlo y celebrarlo. El texto es una celebración. Si el hecho no sucedió en Jericó, ni sucedió en tales términos, sí es cierto que el Señor venció al enemigo y entregó la tierra a su pueblo.

Leído el capítulo en esta clave poética puede recobrar su sugestión incluso para una mente crítica. El carácter litúrgico del capítulo ha facilitado la lectura simbólica de los padres y autores medievales, que han visto en los muros de Jericó las fuerzas del mal o los poderes del mundo; en las trompetas, la predicación apostólica; en las siete vueltas, diversas eras de la historia, con otros muchos detalles curiosos. (ALONSO SCHÖKEL, Luis, Biblia del Peregrino, Nota a cita de Jos 6,1)


 

2,3,4) Jos 13-21 Reparto del país entre las tribus. "Estos capítulos, conocidos como la "sección geográfica" del libro de Josué, son atribuidos a la escuela sacerdotal, o sea representarían el último estrato del libro" (CAT1, 309).

Sobre Palestina central, el libro de Josué tiene 12 capítulos, narrando lo relacionado con el territorio de Benjamín y su santuario de Guilgal.

Las doce tribus:

Las doce tribus se refieren a los 12 hijos de Jacob.

De Lía habría tenido a :Rubén, Simeón, Leví y Judá. Luego a Isacar y Zabulón

De Raquel tuvo a José y luego a Benjamín.

De la esclava de Lía, Zilpá, habría tenido a Gad y Aser.

De la esclava de Raquel, Bilha, a Dan y Neftalí.

Sin embargo la cifra de 12 permaneció cuando la tribu de José se dividió en dos grupos: de Efraín y Manasés.

Las 12 tribus y su ubicación:

Gad (este)

Aser (norte)

Dan (al sur, después al norte)

Neftalí (Norte)

Rubén (este, repartido)

Simeón (al medio y repartido)

Levi (sin tierra, dedicado al culto)

Juda (al sur)

Isacar (Norte)

Sabulón (Norte)

José:

(al medio)

        Efraín

        Manases

Benjamín (sur)

 

2,3,5) Jos 21,43-45 Conclusión del reparto. Tras el gran paréntesis del reparto de la tierra, se vuelve a la idea fundamental del libro: el Señor había prometido con juramento a los patriarcas darles la tierra de Canaán, y lo cumplió. La ocupación no fue una conquista de Israel, sino un don del Señor, que puso a los enemigos en las manos de Israel, y les concedió, tras la guerra, la posesión pacífica del país" (CAT1, 328).

2,3,6) Jos 23,1-16 Discurso de despedida de Josué. Josué, muy viejo ya, ve concluída su misión. El Señor ha concedido a Isarel el descanso y la paz. Josué congrega a todo el pueblo y pronuncia ante él su testamento espiritual, en el que interpreta el pasado y da la clave para el futuro de Israel. No se dice dónde, ni importa... Los israelitas no deben gloriarse de la conquista de la tierra: ha sido el Señor el que ha combatido por ellos y les ha dado la victoria" (Cat1, 329-330).

2,3,7) Jos 24,1-28 Asamblea de Siquén. Después de su testamento espiritual (Jos 23)...Josué reúne a todas las tribus en Siquén, ante Dios, es decir, en el santuario.Habla como los profetas: Así dice el Señor, Dios de Israel" (CAT1, 330). Resume las narraciones del Génesis...y "sigue un resumen dela historia de  salvación, que ha solido ser considerado como uno de los modelos del "credo histórico"...La expresión esto no se lo debes a tu espada ni a tu arco (Jos 24,12) es un buen resumen de la teología del don de la tierra... Recordada la historia, saca la consecuencia para el presente y el futuro: Temed al Señor y servidle con fidelidad, lo que supone la retirada de los dioses... Josué busac un compromiso...hay que elegir entre servir al Señor, con todoas las consecuencias, o servir a los dioses locales...Josué y su familia ya han optado por el Señor. La respuesta es la esperada: el compromiso de servir, no a ningún otro Dios, sino al Señor, porque él es nuestro Dios. No pueden ser infieles a quien ha hecho tanto por ellos" (Cat1, 330-331).

"Algunos autores defienden que, antes de la monarquía, las tribus de Israel formaban una especie de federación de doce tribus o "anfictionía". En Grecia y en el sur de Italia existían "anfictionías" de doce ciudades en torno a un santuario central, de cuyo cuidado y mantenimiento se encargaban por turno. Se supone que en el Israel primitivo ocurría algo parecido. Las doce tribus se reunían anualmente en torno al santuario central donde estaba el arca del Señor. Y la asamblea de Siquem sería precisamente el momento en que se cerró, entre grupos hasta entonces heterogéneos y amorfos, el compromiso constituyente de la anfictionía: después de ese momento y sólo desde él se podía hablar de "Israel" (CAT1, 331).

Fue en Siquén donde se renovó la alianza del Sinaí. Josué les dice: "Escoged hoy a quién queréis servir".

Se constituye una liga entre las tribus, aunque la unión no se llevó a cabo de una sola vez. Estas tribus, 12 según la cifra simbólica se reúnen en torno a una ley cultual. No existe vínculo político ni económico. Cada tribu tiene su propia historia.

Habrá santuarios, pero variarán con el tiempo y las circunstancias: la tienda en el desierto, Guilgal con sus 12 piedras levantadas, Siquén Betel, más tarde Silo. La idea de "todo Israel" reuniéndose en un solo santuario, tal como lo presenta Jos 24, sólo se realiza más tarde con Salomón, y sobre todo cuando Josías con su reforma suprima centralice el culto en Jerusalén.

 

 

VIII) TEOLOGÍA SOBRE LOS PRIMEROS TIEMPOS7

La historia primitiva de Israel se divide en varios documentos importantes, los cuales presentan a menudo una notable diferencia de pormenores. El más antiguo es el yahvista (J); proviene de los primeros tiempos de la monarquía y narra los sucesos anteriores a la entrada de Canaán, a una distancia de al menos 300 años (vR1, 25).

Dada las relaciones entre el Pentateuco y los libros bíblicos que siguen, se habla también del "Hexateuco", obra de seis libros que incluiría Josué y el comienzo de Jueces (BJ, 8).

En el Hexateuco no se encuentra de ningún modo la verdadera sucesión histórica de los acontecimientos sino tan sólo ideas y concepciones de tradiciones anteriores, que provienen de ambientes muy distintos...Nos hallamos frente a una gran variedad de tradiciones sagradas cada una de las cuales exige un examen particular para llegar al núcleo histórico de la narración. (vR1,26)

Existiría una compilación de cuatro documentos, distintos por la fecha y el ambiente de origen, pero muy posteriores todos ellos a Moisés. Habrían existido primero dos obras narrativas: el Yahvista (J), que desde el relato de la Creación usa el nombre de Yahveh, bajo el cual se reveló Dios a Moisés, y el Elohista (E), que designa a Dios con el nombre de Elohim; el J habría sido puesto por escrito en el siglo IX en Judá, el E algo más tarde en Israel; a raíz de la Ruina del Reino del Norte, ambos documentos habrían sido refundidos en uno solo (JE); después de Josías, se le habría añadido el Deuteronomio (D) (JED); después del Destierro el Código sacerdotal (P), que contenía sobre todo leyes y algunos relatos, habría sido unido a aquella recopilación a la que sirvió de marco y armazón (JEDP) (BJ, 6) .

Se creía que el cuadro general, es decir: época patriarcal, esclavitud de Egipto, éxodo, revelación sinaítica, marcha por el desierto y conquista del país, nos procuraba una indicación bastante fidedigna sobre la sucesión histórica de los acontecimientos. En cambio, la situación cambia por completo si tomamos en serio el hecho de que el mismo decurso de los hechos principales responde a un esquema canónico de tipo cultual (vR1,28).

Esto no significa de ningún modo que los hechos contenidos en dicho esquema no sean históricos. Israel ordenó los acontecimientos en una profesión de fe cúltica, que los generaliza y simplifica convirtiéndolos en sucesos típicos. Como veremos más tarde, la situación vital (Sitz im leben) de la tradición sinaítica más antigua era, con mucha probabilidad, una de las grandes festividades litúrgicas (vR,28).

Según Ex 1,6s., el pueblo israelita nace en Egipto y de allí parte como una unidad compacta hacia los sucesos ya conocidos que le conducirán a Canaán. Pero la investigación histórica ha demostrado que "Israel" es el nombre de la confederación sagrada de tribus, que se constituyó por primera vez después del ingreso en Palestina. Por el momento no se puede demostrar históricamente la existencia de un "pueblo de Israel" antes de esta época. En este caso, la imagen del "pueblo israelita" en Egipto, en el Sinaí, en el desierto, proviene del anacronismo comprensible de una época posterior, cuando ya se había olvidado que en aquel entonces no existía ningún Israel, sino sólo tribus y asociaciones tribales, las cuales entraron más tarde a formar parte de Israel y al fin quedaron absorbidas en él. (vR1,29).

A diferencia de los típicos beduinos, que son nómadas propietarios de camellos, estas tribus -hasta donde llegan nuestras noticias- vivían como nómadas dedicadas al cuidado del ganado menor; eran gente pacífica, plantaban sus tiendas en las estepas donde sus animales hallaban pastos en invierno; y poco a poco fueron dedicándose a un modesto cultivo de las tierras (Gén 26,12). En verano se adentraban en los campos recién cosechados de la región agrícola en busca de pastos (vR1, 29).

En cuanto a los lazos religiosos y cultuales de esos antepasados pre-mosaicos de Israel, se puede decir que no eran desde un principio adoradores de Yahvéh; la revelación de Yahveh tuvo lugar en un momento preciso de su existencia y de ello se conservaron algunos recuerdos en Ex 3,1s.; 6,1s. (vR1,29).


7Extractos tomados de: G. von Rad, Teología del Antiguo Testamento,Vol 1, Ed Sígueme, Salamanca (3) 1975: vR1, y de la Biblia de Jerusalén (Introducciones): BJ.


Las narraciones del Génesis hablan con frecuencia del "dios de tu padre Abraham" (Gén 26,24; 28,13; 32,10)...En un fuerte contraste con todo cuanto sabemos acerca de los cultos cananeos, el culto de los "dioses paternos" no está ligado a un lugar fijo, todo lo contrario, su distintivo primordial es su relación constante con un clan determinado y con su destino. (vR1,30).

No debemos menospreciar la herencia que contiene este culto patriarcal anterior al yahvismo ni su función dentro de la futura religión yahvista. La futura creencia en una elección divina se halla ciertamente implícita en ella. Abraham, Isaac y Jacob eran los hombres que por primera vez recibieron la revelación de una divinidad, la cual se comprometía a protegerlos y guiarlos, y les prometía una porción de las tierra de cultivo y numerosa posteridad....Probablemente la antiquísima narración de la revelación de Dios a Abraham en Gén 15,7s. pasó, con pocas modificaciones, de ésta época primitiva al ciclo posterior de las sagas del yahvista. (vR1,31).

La historia política de los antepasados de Israel anteriores al período palestino no se puede reconstruir ni siquiera en sus líneas generales. Dos8 lugares resaltan en la impenetrable oscuridad de la prehistoria israeelita: el monte Sinaí y el mar Rojo. (vR1,31) .

1. Desde tiempos inmemoriales se mantuvo vivo en Israel el recuerdo del Sinaí como el centro de una especial revelación de Yahvé...Moisés encontró esta montaña santa durante su permanencia en casa de su suegro madianita (Ex 3,1s.). Cuando Dios aparece en su montaña tiemblan las tiendas de Cusán, las lomas de Madián (Hab 3,7); de aquí se deduce que el Sinaí se hallaba en el territorio de los madianitas. Estos eran nómadas propietarios de camellos, es decir, beduinos. Se trata de unos territorios muy extensos, políticamente indefinidos. (vR1, 32).

La visita al Sinaí fue breve, pero las experiencias que esas tribus vivieron en este lugar, tuvieron una importancia incalculable para el futuro Israel. Aquí Yahveh se reveló a sí mismo como su dios promulgando su ley, les unió a sí con un lazo del cual no podrán desligarse en el futuro y con él se unirán también a sus tribus hermanas. Más tarde, cuando Israel se haya instalado en el país, celebrará este acontecimiento con una fiesta litúrgica. (vR1, 33).

2.Las alabanzas que el futuro Israel dedicó a la liberación de Egipto y al prodigio del mar Rojo superan en la riqueza de sus modulaciones todas las alabanzas que dedicó a las restantes acciones divinas. Es indudable que algunos grupos de las futuras tribus de Israel entraron en la zona del delta. Quizás llegaron allí obligados por la necesidad de hallar pastos para su ganado, pero más tarde, por ser el sector menos priviligiado de la población, fueron sometidos a trabajos forzados en las grandes construcciones. Intentaron sustraerse a su condición y quizás se dieron a la fuga (Ex 14,5). Los egipcios los persiguieron, pero el regimiento de caballería que los perseguía pereció ahogado cuando atravesaba un mar. En este conjunto de acontecimientos insignificantes para la historia profana de la humanidad, quienes habían sido salvados vivieron una experiencia que trascendía el destino individual de los interesados. De este modo la liberación de Egipto y el paso del mar Rojo, entraron en la profesión de fe de Israel, más aún, se convirtieron de hecho en el credo primitivo de este pueblo, en torno al cual fue creciendo la historia entera del Hexateuco. (vR1,36).


8En V. Rad se agrega un tercer lugar que es el oasis de Cades.


El lector encuentra la persona de Moisés en casi todas las narraciones que van desde la permanencia del pueblo en Egipto hasta su llegada a la región oriental del Jordán. Moisés es el hombre elegido por Dios, saca Israel de Egipto, es el mediador de la revelación en el Sinaí y conduce el pueblo en todos los momentos difíciles de su viaje hasta las estepas del Moab. Nunca se apreciará suficientemente el impulso coordinador que deriva de este personaje para la comprensión de los relatos menores. Si el lector no tropezara a cada paso con el famoso caudillo, el hombre de Dios, el guerrero, etc., la conexión narrativa de los documentos se desintegraría ante sus ojos en una serie de epiodios bastante incoherentes. (vR1,37).

  

IX) LA CRISIS PROVOCADA POR LA CONQUISTA DE CANAAN9

Es indudable que cuando las tribus penetraron en el país agrícola traían consigo un rico caudal de tradiciones. A diferencia de otros pueblos que pasaron también de la vida nómada a la sedentaria, Israel cuidó con mucho respeto sus tradiciones primitivas incluso después de haberse convertido en pueblo sedentario. Pero como estas tradiciones de la época nómada se mezclaron indisolublemente con las ideas de la religión agrícola cananea y por otra parte fueron refundidas una y otra vez por las generaciones sucesivas, resulta imposible liberarlas de todas estas complicaciones posteriores para reconstruir su significado primitivo. (vR1,39).

El relato de "la asamblea de Siquem" (Jos 24) da a entender que en una hora dramática la casa de José, por boca de su representante Josué, apremió a las otras tribus a tomar una decisión en pro o en contra de Yahvéh...La alianza trabial instituida en Siquem no tenía directamente una función política. Era una confederación de carácter religioso, es decir: asociaba a las tribus en el culto al dios Yahvéh y en el cuidado de un mismo santuario. Bajo el punto de vista político, las tribus seguían abandonadas a su propia suerte y debán preocuparse de sí mismas y de su espacio vital. (vR1,41).

Las peregrinaciones regulares de los miembros de la anfictionía (confederación, asamblea; como tarea busque una definición de "anfictionía") al santuario común donde se hallaba el arca, jugaron un papel decisivo en favor de una verdadera unión de las tribus. Estas romerías, en especial la organizada para la gran fiesta de otoño, junto con los sacrificios y el compromiso de la alianza, constituían los momentos culminantes de la vida de la confederación tribalo. Parece cierto que su contenido principal consistía en un compromiso solemne de observar las leyes de Yahveh que tenía el carácter de una renovación periódica de la alianza. (vR1,42).


9De V. Rad.


De esta manera, pues, Yahvéh se convirtió en el "Dios de Israel"10. La unión de las tribus bajo la confesión de Yahveh no pudo conducir desde un primer momento a la unificación religiosa perfecta. Al contrario, en los primeros tiempos, la situación debió ser muy compleja, pues aquellos a quienes Josué puso tan violentamente frente a la alternativa "culto a Yahvéh", o "culto a los ídolos", poseían ya una antigua tradición cultual. Baste pensar en la veneración de los "dioses paternos", culto que sin duda había ido cambiando de forma y contenido.

Era además inevitable que las tribus ya instaladas en el país entraran en contacto con algunos de los santuarios cananeos más famosos. También éstos eran centros de peregrinación a donde afluían grandes muchedumbres en los días de las festividades principales. Junto a las celebraciones cultuales, estas fiestas ofrecían a los oriundos de los países más lejanos la feliz oportunidad de organizar mercados anuales; se vendía y compraba, se solicitaba la mano de la futura esposa o se celebraban los esponsales y se resolvían los litigios. La fiesta se convertía en una feria. (vR1, 44).

Las figuras de Abraham, Iaac y Jacob se entrelazaron automáticamente con las leyendas cultuales de origen cananeo. Así, por ejemplo, los adoradores del dios de Abraham que pertenecían a las tribus de Lía, entraron en la región donde se encontraba el santuario del árbol de Mambré y se apropiaron la leyenda cultual de este lugar sagrado, relacionando la visita de los tres personajes divinos con su primer antepasado Abraham (Gén 18). (vR1,45).

Nunca llegaremos a imaginar la vitalidad y el colorido de la vida cultual de aquella época, cuando las tribus vivían con una autonomía casi absoluta. Si bien todas ellas adoraban a Yahvéh y se habían comprometido a cuidar su santuario; todavía quedaba un largo camino por recorrer hasta que la fe yahvista las penetrara por completo y constituyera la base de su unidad. Sí, todo el pueblo de Israel se dirigía cada año en peregrinación al santuario central donde un sacerdote yahvista velaba por la pureza de las tradiciones, pero ese Yahvéh que tenía su trono sobre el arca, tenía, al principio, una importancia insignificante en la vida cotidiana del campesino israelita. (vR1,45).

Los cultos cananeos, como era lícito esperar de una población campesina, eran  cultos de fecundidad: Baal era el propietario de una colina, oasis o de otro lugar cualquiera; Baal tenía con la tierra una relación de matrimonio sagrado (ieroz gamoz ); él es la potencia generativa mística que fecunda la tierra con el esperma de la lluvia. Los hombres participaban de su poder bienhechos penetrando en su misterio e imitándolo. La prostitución cultual era una característica esencial de esta religiosidad; en los santuarios vivían prostitutas sagradas (1 Re 15,12; 2 Re 23,7; Dt 23,18) y los objetos característicos del culto cananeo eran las estelas, culumnas de piedra mal talladas (Gén 28,18; Ex 23,24; Dt 16,22) y postes llamados "aserás" (Jue 6,25; Dt 16,21), ambos quizá símbolos fálicos. Junto a Baal estaba Astarté, la diosa de la fecundidad por ontonomasia. Un culto impotardo de Babilonia y Siria ya en los primeros tiempos era el del dios Dagón, otra divinidad de la vegetación (1 Sam 5,2 s.) (vR1,47).


10La fórmula "Yahvéh, el dios de Israel", tan frecuente en el AT, se halla estrechamente ligada al arca y proviene de Siquem.


El encuentro de la religión yahvista con un ambiente cultual tan diverso como el cananeo se realizó con gran naturalidad; fue el resultado del contacto frecuente de muchos grupos hebreos con los santuarios cananeos. Se habla a veces de un proceso de cananeización de la religión yahvista. No debemos pues suponer -al menos en los primeros contactos- que el yahvismo hubiera ayudado a sus fieles con algún género de instrucciones o normas prácticas. El culto yahvista necesitaba primero tomar conciencia de su originalidad con relación a los otros cultos y ello requería su tiempo. La rapidez en el proceso de cananeización de la religión yahvista fue diversa en cada región; mucho más rápido en el norte que en el sur judío; en cambio en la tribu de Efraim fue más lento que en la de Manasés por vivir ésta en una simbiosis más estrecha con las ciudades cananeas y sus santuarios. (vR1,48).

El yahvismo asimiló profundamente las concepciones cananeas. Por esto pudo concebir a Yahvéh como el dios del cielo, sentado sobre su trono, rodeado de seres divinos y en solemne consejo con éstos (1 Re 22,19s.; Is 6,3, s., 8; Sal 82), a semejanza del dios ugarítico El, padre de los dioses y "de los años" que reinaba desde su trono sobre el panteón. De este modo, la imagen más popular de Yahvéh en Israel: "Yahvéh, rey del cielo", suplantó la tradición más antigua del Yahvéh que viene del Sinaí (Jue 5,4s.; Dt 33,2).

El yahvismo no habrá podido asimilar esta antigua concepción cananea si no hubiera comenzado en seguida un proceso de desmitificación. Los dioses se convirtieron en ministros celestiales de Yahvéh. La adopción de epítetos divinos puramente cananeos nos muestra hasta qué punto llegó la asimilación de las concepciones cananeas. Según Num 24,8. Yahvéh tiene "cuernos como el búfalo"; ahora bien, la corona de cuernos era el atributo de una divinidad que Israel no pudo conocer antes de entrar en Canaán. (vR1, 49).

El yahvismo tomó muchas prácticas del culto canananeo, en particular los sacrificios y sus ritos...Más tarde, en el ámbito de la teología deuteronómica, Israel consideró la aceptación o el simple uso de las prácticas del culto cananeo como la mayor apostasía de Yahvéh...Pero al principio esta adaptación a formas cultuales extranjeras obedecía a la apremiente necesidad de la supervivencia...muchas concepciones cananeas le fueron de gran utilidad puesto que podía fluir en su molde y tomar una forma nueva.(vR1, 50). Es lo que hoy llamamos inculturizar la fe, es decir inculturizra la fe yahvista en la cultura cananea.

Notemos, por ejemplo, el caso más significativo: el yahvismo no tenía en su origen ninguna relación particular con las tierras de cultivo, el fenómeno de la tierra fértil...Las tierras de cultivo era para los antiguos un sanctum (algo sagrado). Se tenía miedo del misterio telúrico: arar la tierra y utilizar sus energías era una osadía; por eso extraños ritos protegían el cultivo del campo; más aún, se atribuía a una revelación especial el conocimiento de su poder bienhechor y los medios para disfrutarlo.

¿Qué podía responder la religión yahvista a esta cuestión vital para los antiguos campesinos? No podía callar ni permanecer indiferente, debía investigar y preguntarse si Yahvéh se mostraría también en este sector como el señor y dador de todo bien. Y Yahvéh no se quedó mudo: "El campo es mío, vosotros sois sólo advenedizos y colonos de mi casa" (Lev 25,23). Esta frase refleja de modo especial como Israel concebía sus relaciones con la tierra. Mientras los pueblos vecinos, por lo que sabemos, acentúan su ser autóctono, pues para ellos la posesión de la tierra era un dato religioso primordial, Israel en cambio no olvidó jamás que Yahvéh le había conducido al país y le había concedido la posesión de la tierra.

Este avance continuo de Yahvéh, esta invasión de sectores y ámbitos ajenos a su dominio, este apropiarse y transformar concepciones cultuales de otros círculos religiosos muy diferentes, es sin lugar a dudas, el rasgo más apasionante de la historia del yahvismo primitivo. Es fácil imaginar que cada batalla con el culto a Baal era, para la comunidad yahvista, un duelo de vida o muerte. (vR1, 50-51).

El proceso comenzó cuando el primer grupo yahvista pisó el suelo fértil de Palestina, pues desde el primer momento el culto de Yahvéh se mostró exclusivista y no toleró la coexistencia pacífica de otros cultos. De hecho no se puede concebir un culto yahvista desprovisto del primer mandamiento. Sin embargo, esta intolerancia cultual no se convirtió en una negación directa de la existencia de otros dioses, hasta una fecha muy posterior (la prueba patente es Isaías II). En estos primeros años ante todo la incompatibilidad del culto de Yahvéh, el dios de Israel, con el de las restantes divinidades. Pues bien, nosotros no conocemos otro fenómeno análogo de intolerencia cultual; es un caso único en la historia de las religiones.

La misma historia del culto yahvista nos enseña que, con el correr de los siglos, esta intolerancia no se conformó nunca con una separación pacífica de los diversos grupos cultuales. Desde el principio poseía un carácter muy agresivo que negaba cada día con mayor intensidad la legitimidad de los cultos extranjeros. El rito de abjuración celebrado en Siquem al comenzar una peregrinación, nos permite echar una mirada interesante en el funcionamiento práctico de esta intolerancia (Gén 35,2s.; Jos 24,23). En primer lugar se intimaba a todos los participantes en la peregrinación a separarse en forma solemne de todo cuanto les unía a otros cultos, fueran las imágenes de los ídolos -por ej. las numerosas estatuillas de Astarté descubiertas en las excavaciones- u otros objetos de culto. Al menos en este caso podemos observar las medidas prácticas adoptadas por el yahvismo para defenderse de los cultos extranjeros y salvaguardar su propia existencia.

En la mayoría de los casos hemos de contentarnos con registrar los resultados de un incesante forcejeo con los cultos extraños. Así, las interminables listas de animales inmundos (Lev 11; Dt 14) presuponen largos y tenaces combates contra los ritos extranjeros. Según parece, estos catálogos quieren quitar todo valor sagrado a ciertos animales que en otros lugares poseían algún significado positivo para el culto. (vR1,52).

Es de suponer que estas decisiones generales sobre un animal sólo podían nacer y consolidarse lentamente a través de numerosas decisiones y juicios particulares de los sacerdotes de otros tantos santuarios hasta llegar a constituir un tesoro común "del" yahvismo. Por ello, si éste era el proceso ordinario para proscribir un solo animal, ¡qué largo debió ser el camino hasta reunir en un catálogo las decisiones sobre muchos animales, decisiones que a su vez habían pasado a ser propiedad común de toda la religón yahvista! La prohibición de cocer el cabrito en la leche de su madre (Ex23,19; 34,26) quiere evitar el influjo mágico de la leche, como lo indican los textos de Ras-Samra. La lecha no es sagrada, es creación.

La historificación de las antiguas fiestas agrícolas, es decir, su enraizamiento en la historia salvífica, es el resultado de una asimilación positiva de las mismas. Se historifican las antiguas fiestas agrícolas que eran cíclicas. Aquí, en el secreto más íntimo, se llevó a cabo el proceso de una profunda desmitización gracias al cual la religión yahvista asimiló ideas y costumbres de los ambientes cultuales más diversos, pero dándoles un sentido nuevo.

Sin embargo, lo más sorprendente es la firme y tenaz resistencia del yahvismo frente a la mitización de la sexualidad. Con su mentalidad mítica, los cultos cananeos consideraban el acto sexual y la procreación como acontecimientos divinos. Por esto la atmósfera religiosa se hallaba saturada de relatos mítico-sexuales. No obstante, Israel no tomó parte en esta "divinización" de la sexualidad. Yahvéh estaba por encima de la polaridad sexual y esto significaba que Israel no podía comprender ni aceptar lo sexual como un misterio sagrado. Lo excluía del culto porque era un fenómeno del mundo creado. (vR1,53-54).

La luna y los astros son considerados cración en la concepción yahvista, no son divinas.

El "libro de la alianza", el corpus jurídico más antiguo de Israel (Ex 21-23), nos muestra la rapidez con que se adaptó Israel a las nuevas condiciones de vida (pues proviene del período intermedio entre la conquista de Canaan y la creación del estado). Esto fue posible porque los israelitas sólo debían acoger una legislación ya vigente y conforme con la situación cultural de Canaán. Alguien ha visto, con razón, en la primera parte del "libro de la alianza", donde predominan las leyes en estilo condicional, un código ciudadano que Israel tomó de los cananeos. Contiene asuntos en su mayoría profanos: leyes sobre deudas, fianzas, indemnizaciones, depósitos, embargos, la venganza de sangre, el derecho de asilo, etc., en una palabra, todo cuanto debatían los tribunales "en la puerta de la ciudad"... Pero al comparar las semejanzas y diferencias... conviene examinar con mucho cuidado las condiciones sociológicas y jurídicas donde se sitúan ambas legislaciones; así resulta a menudo que, en el fondo, ciertas leyes no pueden compararse entre sí, a pesar de tener una gran semejanza de forma y de contenido.

Como es sabido, el antiguo derecho israelita se distingue del código de Hamurabi porque concede mayor espacio a la venganza privada, en especial a la venganza de sangre. Pero conviene notar que en el código de Hamurabi la administración del derecho y de la justicia penal se encuentran incomparablemente más centralizadas, mientras en Israel faltaba esta instancia que quitaba al individuo la facultad de vengar un crimen por su propia cuenta. Por esta razón, en ciertos casos la venganza de sangre era en Israel una institución legítima para contener la violencia; en otras circunstancias el "libro de la alianza" exige que el castigo venga de la autoridad pública. Más tarde, la creciente influencia del estado en la vida social comportó en Israel, como en los demás países, la disminución progresiva de la venganza de sangre.Pero una característica de Israel es que, aún en épocas tardías, será incapaz de reconocer al estado como el tutor de las instituciones jurídicas, pues evidentemente no estaba dispuesto a excluir el derecho de la inmediata competencia de Yahvéh.(vR1,58).

Los exponentes de este derecho eran los ancianos de la comunidad local; pero existen muchas razones para suponer que ya después de la sedentarización, Israel, conocía una institución superior encargada de velar por la salvaguardia, el ejercicio y la proclamación del derecho: "los jueces de Israel". Las listas de los "jueces menores" (Jue 10,1-5;12,7-15) nos presentan una sucesión de hombres de las tribus más diversas, que "juzgaron" a Israel en períodos consecutivos. Este cargo era muy distinto de la función de los caudillos carismáticos, es decir, los "jueces meyores" y podría concebirse como el de un jurisconsulto, una instancia a la cual se recurría en busca de consejo. El juez recorría el país administrando la justicia en las asambleas y sobre todo velaba por la continuidad de la tradición jurídica. Es el caso de Débora que se había instalado entre Rama y Betel y a la cual acudían los israelitas para componer sus litigios (Jue 4,4s.). Finalmente la figura de Samuel que año tras año hace el recorrido entre Betel, Guilgal y Mizpa para administrar allí la justicia (1 Sam7,15s.) nos ofrece con toda probabiliadad la verdadera imagen del Samuel histórico, un jurisperito, sobre el cual la tradición posterior acumunló toda clase de oficios imaginables (profeta, juez, levita). Según el testimonio de Miq 4,14 y Dt 17,8s., esta institución perduraba incluso después de la constitución del estado.

Tomada en parte de los cananeos, esta legislación no poseía para Israel un carácter meramente profano; para él todo derecho provenía de Dios...(vR1,59-60).

En el período anterior a la monarquía nos encontramos con un pueblo incapaz de comprender el mundo si no es con categorías sagradas, es decir a partir de leyes e instituciones sagradas que provenían del culto y se mantenían en vigor en virtud de los ritos...La transgresión voluntaria de este orden sacro suscitaba en aquellos tiempos el terror propio de una profanación cultual. Israel no volvió a experimentar con igual intensidad un sentimiento tan primordial.

Frente a este apego tan primitivo al mundo objetivo del culto y de los rito, sorprende la importancia siempre decreciente de la magia en el culto israelita. Esta ausencia de lo mágico coloca ya al antiguo Israel en una posición singular entre todos los fenómenos religiosos del antiguo oriente... la mentalidad mágica es una forma primitiva de concebir el mundo... se caracteriza por su modo realista de concebir las fuerzas naturales y la posibilidad de transmitirlas o dirigirlas mediante seres vivos e incluso por la mediación de objetos "inertes". (vR1,60-61). Brevemente podemos decir: no a la magia, sí a la fuerza de la palabra de Dios.

La religión yahvista puso límites a la magia y a su competencia; es un caso único en la historia de las religiones. La intensidad con la que Yahvéh se manifestaba en todo lugar como una voluntad personal, era sencillamente irreconciliable con el automatismo impersonal de las fuerzas mágicas. Nadie podía alcanzar a Yahvéh con la ayuda de influencias mágicas o defenderse de él con invocaciones hechiceras, ni era posible conseguir, mediante un secuestro arbitrario de su potencia, efectos que no provienen de él de la manera más inmediata y personal. Por esto mismo, Israel comenzó muy pronto a liberar sus concepciones jurídicas de todo elemento mágico y no tardó en sustituir la idea mágica de la culpa o los efectos mágicos del derecho de asilo, por conceptos bien claros sobre la responsabilidad moral del individuo (vR1,62).

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