3547.  Via Crucis

 

            Al comenzar el Via Crucis

 

Guía:   Al comenzar nuestro Vía crucis nos predisponemos en actitud de oración y recogimiento.

            En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.

 

Todos:             Amén.

 

Lector 1:  Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas:

 

En seguida Jesús salió y fue como de costumbre al monte de los Olivos, seguido de sus discípulos. Cuando llegaron, les dijo: “Oren, para no caer en la tentación”. Después se alejó de ellos, más o menos a la distancia de un tiro de piedra, y puesto de rodillas, oraba: “Padre, si quieres, aleja de mí este cáliz. Pero que no se haga mi voluntad, sino la tuya”. Entonces se le apareció un ángel del cielo que lo reconfortaba. En medio de la angustia, él oraba más intensamente, y su sudor era como gotas de sangre que corrían hasta el suelo. Después de orar se levantó, fue hacia donde estaban sus discípulos y los encontró adormecidos por la tristeza. Jesús les dijo: ¿por qué están durmiendo? Levántense y oren para no caer en la tentación” (Lc 22, 39-46).

 

            Palabra del Señor.

            Todos: Gloria a ti, Señor Jesús.

(Momento de silencio y meditación)

 

Guía:   Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.

 

Todos:            Todos por tu santa cruz redimiste al mundo.

 

Guía:            Oración: Dios todopoderoso y eterno, ayúdanos a revivir la pasión del Señor con tal fe y arrepentimiento, que podamos merecer tu perdón. Por Cristo nuestro Señor.

 

Todos:            Amén.

 

            (Se avanza a la Primera Estación).        

 

 

primera estación

 

jesús es condenado a muerte

 

Guía:   Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.

 

Todos:             Porque por tu santa cruz redimiste al mundo.

 

Lector 1: Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas:

 

Después de arrestarlo, lo condujeron a la casa del Sumo Sacerdote. Pedro lo seguía de lejos.

Los hombres que custodiaban a Jesús lo ultrajaban y lo golpeaban; y tapándole el rostro, le decían: “Profetiza, ¿quién te golpeó”.

Y proferían con tra él toda clase de insultos.

Cuando amaneció, se reunió el Consejo de los ancianos del pueblo, junto con los sumos sacerdotes y los escribas. Llevaron a Jesús ante el tribunal y le dijeron:

“Dinos si eres el Mesías”.

´Él les dijo: “Si yo les respondo, ustedes no me creerán, y si los interrogo, no me responderán.

Pero en adelante, el Hijo del hombre se sentará a la derecha de Dios todopoderoso”.

Todos preguntaron: “¿Entonces eres el Hijo de Dios?”.

Jesús respondió: “Tienes razón, yo lo soy”.

Ellos dijeron: “¿Acaso necesitamos otro testimonio? Nosotros mismos lo hemos oído de su propia boca” (Lc 22, 54.63-71).

            Palabra del Señor.

Todos: Gloria a ti, Señor Jesús.

 

Guía:            Meditemos en silencio la Palabra de Dios...

            (Breves segundos de silencio)

 

Lector 2:  Porque has sido sincero, porque has querido a los pobres, a los enfermos, a los leprosos, a los niños; porque has defendido al oprimido, ahora te encuentras juzgado y condenado a muerte.

Señor, sabemos que si queremos vivir como tú, también seremos escarnecidos y despreciados por los demás. Señor, danos tu fuerza para luchar, para ser sinceros, para amar aunque nos cueste la vida.

            (Pausa de meditación)

 

Guía:            Oración: Padre, que para ofrecer a los hombres un ejemplo de humildad, quisiste que nuestro Salvador se hiciera hombre y muriera en la cruz; ayúdanos a asumir el compromiso que nace de su pasión para que podamos participar de su resurrección. Por Cristo nuestro Señor.

 

Todos:            Amén.

 

Guía:            Agradecemos a la familia que ha preparado esta estación. Por las intenciones de cada uno de los que aquí viven recemos juntos: Padre nuestro...

 

Sigamos caminando y cantando...

 

 

segunda estación

 

jesús carga con la cruz

 

Guía:   Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.

 

Todos:             Porque por tu santa cruz redimiste al mundo.

 

Lector 1:  Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas:

 

Pilato convocó a los sumos sacerdotes, a los jefes y al pueblo, y les dijo: “Ustedes me han traído a este hombre, acusándolo de incitar al pueblo a la rebelión. Pero yo lo interrogué delante de ustedes y no encontré ningún motivo de condena en los caros de que lo acusan; ni tampoco Herodes, ya que él lo ha devuelto a este tribunal. Como ven, este hombre no ha hecho nada que merezca la muerte.

Después de darle un escarmiento, lo dejaré en libertad”.

Pero ellos seguían gritando: “¡Crucifícalo! ¡Crucifícalo!”.

Por tercera vez les dijo: “¿Qué mal ha hecho este hombre? No encuentro en él nada que merezca la muerte. Después de darle un escarmiento, lo dejaré en libertad”. Pero ellos insistían a gritos, reclamando que fuera crucificado, y el griterío se hacía cada vez más violento.

Al fin, Pilato resolvió acceder al pedido del pueblo.

Dejó en libertad al que ellos pedían, al que había sido encarcelado por sedición y homicidio, y a Jesús lo entregó al arbitrio de ellos (Lc 23, 13-16.21-25).

Palabra del Señor. Todos: Gloria a ti, Señor Jesús.

 

Guía:   En silencio meditemos un momento la Palabra de Dios que hemos escuchado.

 

Lector 2:  Señor, tú has llevado silenciosa­mente la cruz hasta el calvario. Nosotros también llevamos nuestra cruz: la familia, los hijos, el trabajo, la enfermedad, el dolor, la soledad.

Señor, haz que a tu lado, silenciosamente, seamos generosos y fieles. Sólo así podremos colaborar a la salvación del mundo.

            (Pausa de meditación)

Guía:            Oración: Padre, que por medio de tu Hijo hecho hombre realizas admirablemente la reconciliación de todos los hombres; haz que nos preparemos, con fe viva y generosa entrega a la celebración de la muerte y resurrección de tu Hijo, nuestro Señor.

 

Todos:            Amén.

           

Guía:            Pidamos que el Señor bendiga a esta familia que se ha esmerado en la preparación de esta estación. Recemos un avemaría: Dios te salve, María...

            Sigamos caminando y cantando...

 

 

tercera estación

 

jesús cae por primera vez

 

Guía:   Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.

 

Todos:             Porque por tu santa cruz redimiste al mundo.

 

Lector 1:  Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas:

 

Junto con Jesús iba un gran gentío, y él, dándose vuelta, les dijo:

“Cualquiera que venga a mí y no me ame más que a su padre y a su madre, a su mujer y a sus hijos, a sus hermanos y hermanas, y hasta a su propia vida, no puede ser mi discípulo”.

El que no carga con su cruz y me sigue, no puede ser mi discípulo (Lc 14, 25-27).

Palabra del Señor.  Todos: Gloria a ti, Señor Jesús.

 

Guía:            Meditemos unos segundos la Palabra de Dios que hemos oído...

 

Lector 2:  Tú has aceptado, Señor, las limitaciones humanas hasta las últimas consecuencias. Por eso ahora te ves postrado en el suelo.

Señor, haz que sepamos aceptar nuestra debilidad y nuestra flaqueza con humildad; no para desalentarnos y apartarnos del camino, sino para que no busquemos otra fuerza que no seas tú mismo.

            (Pausa de meditación)

 

Guía:            Oración: Señor, Padre de misericordia, que para llevarnos a la conversión nos enseñas el camino del arrepentimiento, de la oración y del amor a los demás; acepta el humilde reconocimiento de nuestras culpas, para que, arrepentidos sinceramente, sintamos siempre la alegría de tu perdón. A ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.

 

Todos:            Amén.

           

Guía:            Pidamos al Señor que bendiga a todos los que habitan en esta casa y que han preparado esta estación: Recemos juntos: Padre nuestro...

            Mientras seguimos caminando, cantemos...

 

 

cuarta estación

 

jesús encuentra a su madre

 

Guía:   Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.

 

Todos:             Porque por tu santa cruz redimiste al mundo.

 

Lector 1:  Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas:

 

Su madre y sus hermanos fueron a verlo, pero no pudieron acercarse a causa de la multitud.

Entonces le anunciaron a Jesús: “Tu madre y tus hermanos están ahí afuera y quieren verte”.

Pero él les respondió: “Mi madre y mis hermanos son los que escuchan la Palabra de Dios y la practican” (Lc 8, 19-21).

            Palabra del Señor.

Todos: Gloria a ti, Señor Jesús.

 

Guía:            Meditemos un momento la Palabra de Dios que atentamente hemos escuchado...

 

Lector 2:  María, tu madre, no hace espectácu­lo. Sufre discretamente a tu lado. Y con su dolor y con su amor salva al mundo. Haz, Señor, que los cristianos sepamos ser como la sal en medio del mundo. Silenciosamente, discretamente, pero ayudándonos unos a otros en el camino hacia ti. Que nunca nuestro corazón se cierre a ningún dolor y a ninguna esperanza. Queriéndonos es como ayudaremos a nuestros hermanos.

            (Pausa de meditación)

 

Guía:            Oración: Señor, tú quisiste que, junto a la cruz de tu Hijo, estuviera su madre compartiendo sus padecimientos: concede a tu Iglesia la gracia de asociarse a la pasión de Cristo para poder participar de su resurrección. Por Jesucristo nuestro Señor.

 

Todos:            Amén.

Guía:   Dios bendiga a quienes viven en este hogar y han tenido el cuidado de preparar esta estación. Con ellos digamos juntos: Dios te salve, María...

 

            Avancemos cantando...

 

 

quinta estación

 

jesús ayudado por el Cireneo

 

Guía:   Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.

 

Todos:             Porque por tu santa cruz redimiste al mundo.

 

Lector 1:  Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas:

Cuando lo llevaban, detuvieron a un tal Simón de Cirene, que volvía del campo, y lo cargaron con la cruz, para que la llevara detrás de Jesús.

Lo seguían muchos del pueblo y un buen número de mujeres, que se golpeaban el pecho y se lamentaban por él (Lc 23, 26-27).

Palabra del Señor.  Todos: Gloria a ti, Señor Jesús.

 

Guía:   En silencio meditemos la Palabra del Señor...

 

Lector 2:  Tú, aceptas, Señor, la ayuda de un hombre que lleva la cruz de mala gana. Nosotros en cambio quisiéramos avanzar solos, luchar solos, salvarnos solos. A nuestro lado caminan otras personas con el mismo destino y las mismas esperanzas, con los mismos fracasos y anhelos que nosotros. Tú los has puesto a nuestro lado para que nos ayuden, y a veces nosotros nos empeñamos en olvidarlos o en prescindir de ellos.

Señor, haz que sepamos ver y aceptar a los otros en nuestras vidas.

            (Pausa de meditación)

 

Guía:   Padre eterno, conviértenos a ti, para que, buscando siempre lo único necesario y practicando el amor fraterno, podamos dedicarnos con mayor entrega a tu servicio. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.

 

Todos:            Amén.

 

Guía:            Agradecemos a quienes prepararon esta estación pidiendo que el Señor los proteja siempre: Padre nuestro...

 

            Sigamos caminando y cantando...

 

sexta estación

 

jesús enjugado en su rostro

 

Guía:   Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.

 

Todos:             Porque por tu santa cruz redimiste al mundo.

 

Lector 1:  Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas:

Un fariseo invitó a Jesús a comer con él. Jesús entró en la casa y se sentó a la mesa. Entonces una mujer pecadora que vivía en la ciudad, al enterarse de que Jesús estaba comiendo en casa del fariseo, se presentó con un frasco de perfume. Y colocándose detrás de él, se puso a llorar a sus pies y comenzó a bañarlos con sus lágrimas; los secaba con sus cabellos, los cubría de besos y los ungía con perfume.

Y volviéndose hacia la mujer, dijo a Simón: “¿Ves a esta mujer? Entré en tu casa y tú no derramaste agua sobre mis pies; en cambio, ella los bañó con sus lágrimas y los secó con sus cabellos. Tú no me besaste; ella en cambio, desde que entré, no cesó de besar mis pies. Tú no ungiste mi cabeza; ella derramó perfume sobre mis pies. Por eso te digo que sus pecados, sus numerosos pecados, le han sido perdonados porque ha demostrado mucho amor. Pero aquel a quien se le perdona poco, demuestra poco amor”. Después dijo a la mujer: “Tus pecados te son perdonados”. Los invitados pensaron: “¿Quién es este hombre, que llega hasta perdonar los pecados?”. Pero Jesús dijo a la mujer: “Tu fe te ha salvado, vete en paz”. (Lc 7, 36-38.44-50).

Palabra del Señor.  Todos: Gloria a ti, Señor Jesús.

Guía:            Meditemos en silencio la palabra del Señor.

 

Lector 2:  Una mujer valiente, sin respeto humano, se te acerca y te limpia el polvo y el sudor de la cara. Y nosotros, tan cobardes, encontramos un montón de excusas para no cambiar y para dejar que nuestra vida siga siendo rutinaria y fría, o para apegarnos a las antiguas tradiciones, porque así es más fácil y sencillo.

Señor, danos fortaleza y te serviremos más fielmente. (Pausa de meditación)

 

Guía:            Oración: Señor y Dios nuestro, te pedimos vivir en el amor, a ejemplo de tu Hijo que por amor al mundo se entregó a la muerte. A ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.

 

Todos:            Amén.

Guía:   Que el Señor derrame sus bendiciones para todos los que ornamentaron esta estación: Por ellos y por nosotros oremos: Padre nuestro...

 

Sigamos caminando y cantando nuestra fe...

 

 

séptima estación

 

jesús cae por segunda vez

 

Guía:   Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.

 

Todos:             Porque por tu santa cruz redimiste al mundo.

 

Lector 1:  Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas:

 

“El Hijo del hombre, les dijo, debe sufrir mucho, ser rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, ser condenado a muerte y resucitar al tercer día” (Lc 9, 22).

            Palabra del Señor.

Todos: Gloria a ti, Señor Jesús.

 

Guía:            Meditemos un segundo la Palabra que ha sido proclamada.

 

Lector 2:  Estás cansado, Señor, cansado por los golpes, por la cruz y el sufrimiento. A pesar de todo, caes y te levantas por segunda vez.

Nosotros también, Señor, nos cansamos de luchar. Tú lo sabes. Y nos adormecemos en nuestro esfuerzo. Danos la fuerza, Señor, y aparta de nosotros la rutina que nos vence y que nos mata.

            (Pausa de meditación)

 

Guía:            Oración: Señor, que nos mandaste mortificar el cuerpo para remedio del alma: concédenos que, libres de todo pecado, podamos cumplir tus mandamientos de amor. Por Jesucristo nuestro Señor.

 

Todos:            Amén.

           

Guía:   Damos gracias a la familia que ha preparado esta estación, pidiendo que el Señor bendiga a todos y cada uno de los que forman este hogar. Encomendémoslos a la Santísima Virgen: Dios te salve...

 

            Sigamos caminando y cantando.

 

 

octava estación

 

jesús consuela a las mujeres

de Jerusalén

 

Guía:   Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.

 

Todos:             Porque por tu santa cruz redimiste al mundo.

 

Lector 1:  Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas:

 

            Lo seguían muchos del pueblo y un buen número de mujeres, que se golpeaban el pecho y se lamentaban por él. Pero Jesús, volviéndose hacia ellas, les dijo:

“¡Hijas de Jerusalén!, no lloren por mí; lloren más bien por ustedes y por sus hijos. Porque se acerca el tiempo en que se dirá: ¡Felices las estériles, felices los senos que no concibieron y los pechos que amamantaron! Entonces se dirá a las montañas: ¡Caigan sobre nosotros!, y a los cerros: ¡Sepúltennos! Porque si así tratan a la leña verde, ¿qué será de la leña seca?” (Lc 23, 27-31).

 

            Palabra del Señor.

Todos:  Gloria a ti, Señor Jesús.

 

Guía:            Meditemos en silencio esta Palabra que hemos escuchado con atención...

 

Lector 2:  Aquellas mujeres lloran por Jesús. Jesús, en cambio, las invita a llorar por sus propios pecados.

Pidamos al Señor nos conceda ser sinceros y que nos esforcemos en ver nuestro pecado y no el de los demás.

            (Pausa de meditación)

 

Guía:            Oración: Señor, tú que en nuestra debilidad nos ayudas con medios abundantes, concédenos recibir con alegría la salvación que nos otorgas y manifiestas a los hombres con nuestra propia vida. Por Cristo nuestro Señor.

 

Todos:            Amén.

           

Guía:            Pidamos que el Señor bendiga a esta familia que ha preparado esta estación. Recemos por todos y cada uno de ellos: Padre nuestro...

 

            Avancemos a la siguiente estación                                   cantando...

 

novena estación

 

jesús cae por tercera vez

 

Guía:   Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.

 

Todos:             Porque por tu santa cruz redimiste al mundo.

 

Lector 1:  Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas:

 

Tengan cuidado de no dejarse aturdir por los excesos, la embriaguez y las preocupaciones de la vida, para que ese día no caiga de improviso sobre ustedes como una trampa, porque sobrevendrá a todos los hombres en toda la tierra.

Estén prevenidos y oren incesantemente, para quedar a salvo de todo lo que ha de ocurrir. Así podrán comparecer seguros ante el hijo del hombre” (Lc 21, 34-36).

            Palabra del Señor.

Todos: Gloria a ti, Señor Jesús.

 

Guía:            Meditemos en silencio la Palabra del Señor.

 

Lector 2:   Jesús dice a Pedro: “Te aseguro que antes que el gallo cante dos veces, tú me habrás negado tres”. Nuestra vida está hecha de caídas, una detrás de otra. Nunca podemos estar seguros de nosotros mismos. Lo que interesa es empezar de nuevo y no desalentarse.

Señor, haz que recordemos que detrás de cada caída, tú nos estás esperando para perdonarnos y para darnos fuerza para empezar de nuevo.

            (Pausa de meditación)

 

Guía:            Oración: Dios todopoderoso, que los méritos de la pasión de tu Hijo nos hagan recobrar la vida que habíamos perdido a causa de nuestra debilidad. A ti, que vives y reinas, por los siglos de los siglos.

 

Todos:            Amén.

           

Guía:            Agradecemos a esta familia que nos acoge en esta estación, rezando con ellos un avemaría: Dios te salve, María...

 

 

décima estación

 

jesús es despojado de sus vestiduras

 

Guía:   Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.

 

Todos:             Porque por tu santa cruz redimiste al mundo.

 

Lector 1:  Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas:

 

Después dijo a todos: “El que quiera venir detrás de mí, que renuncie así mismo, que cargue con su cruz cada día y me siga. Porque el que quiera salvar su vida, la perderá y el que pierda su vida por mí, la salvará. ¿De qué le servirá al hombre ganar el mundo entero, si pierde y arruina su vida? Porque si alguien se avergüenza de mí y de mis palabras, el Hijo del hombre se avergonzará de él cuando venga en su gloria y en la gloria del Padre y de los santos ángeles. les aseguro que algunos de los que están aquí presentes no morirán antes de ver el Reino de Dios” (Lc 9, 23-27).

            Palabra del Señor.

Todos: Gloria a ti, Señor Jesús.

 

Guía:            Meditemos en silencio la Palabra del Señor.

 

Lector 2:   Jesús nos ha dicho: “En verdad, en verdad les digo que si el grano de trigo que caen el suelo no muere, permanece solo. Pero si muere, da mucho fruto”.            

Para acercarnos a Cristo y a nuestros hermanos hemos de morir a nuestro egoísmo, a nuestros prejuicios, a nuestro pecado y a nuestro orgullo: Hay tantas cosas que nos separan y nos hacen extraños.

Que recordemos, Señor, en todo momento, que es necesario morir para llegar a la vida.

            (Pausa de meditación)

 

Guía:            Oración: Infunde, Señor, tu gracia en nuestros corazones para que sepamos dominar nuestro egoísmo y seguir las inspiraciones de tu santo Espíritu. Por Cristo nuestro Señor.

 

Todos:            Amén.

           

Guía:            Pidamos al Señor que bendiga a todos los que aquí viven y que han preparado esta estación.

Por ellos y por nosotros recemos: Padre nuestro:

           

            Sigamos caminando y cantando...

undécima estación

 

jesús es clavado en la cruz

 

Guía:   Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.

 

Todos:             Porque por tu santa cruz redimiste al mundo.

 

Lector 1:  Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas:

Cuando llegaron al lugar llamado  del Cráneo”, lo crucificaron junto con los malhechores, uno a su derecha y el otro a su izquierda. Jesús decía: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen”. Después se repartieron sus vestiduras, sorteándolas entre ellos.

El pueblo permanecía allí y miraba. Sus jefes, burlándose, decían: “Ha salvado a otros: ¡que se salve a sí mismo, si es el Mesías de Dios, el elegido!”. También los soldados se burlaban de él y, acercándose para ofrecerle vinagre, le decían: “Si eres el rey de los judíos, ¡sálvate a ti mismo!”. Sobre su cabeza había una inscripción: “Este es el rey de los judíos” (Lc 23, 33-38).

Palabra del Señor.  Todos: Gloria a ti, Señor Jesús.

 

Guía:            Meditemos un momento la Palabra del Señor que hemos escuchado.

 

Lector 2: “Estoy crucificado con Cristo”, nos dice san Pablo, y ya no vivo yo, sino que es Cristo quien vive en mí. Todos estamos crucificados, por el deber de cada día, por nuestro dolor, por los vaivenes de la vida. Pero hay una diferencia: Jesús ha abrazado la cruz y nosotros, en cambio, la despreciamos y nos quejamos. Y siempre nos parece que nuestra cruz es más pesada que la de los demás.

Señor, haz que entendamos que la cruz es el única camino de salvación y de resurrección.

            (Pausa de meditación)

 

Guía:            Oración: Oh Dios, por amor a nosotros quisiste que tu Hijo llegara hasta el patíbulo de la cruz para librarnos del poder de la muerte; concede a tus servidores alcanzar del don de la resurrección. Por Cristo nuestro Señor.

 

Todos:            Amén.

 

Guía:            Agradeciendo a quienes prepararon esta estación, pedimos al Señor que se quede con cada uno de los que aquí habitan junto con su madre y madre nuestra: Dios te salve, María...

         Avancemos a la siguiente estación cantando...

duodécima estación

 

jesús muere en la cruz

 

Guía:   Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.

 

Todos:             Porque por tu santa cruz redimiste al mundo.

 

Lector 1:  Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas:

 

Era alrededor del mediodía. El sol se eclipsó y la oscuridad cubrió toda la tierra hasta las tres de la tarde. El velo del Templo se rasgó por el medio. Jesús, con un grito, exclamó: “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu”. Y diciendo esto, expiró.

Cuando el centurión vio lo que había pasado, alabó a Dios, exclamando: “Realmente este hombre era un justo”. Y la multitud que se había reunido para contemplar el espectáculo, al ver lo sucedido, regresaba golpeándose el pecho. Todos sus amigos y las mujeres que lo habían acompañado desde Galilea permanecían a distancia, contemplando lo sucedido (Lc 23, 44-49).

 

            Palabra del Señor.

Todos: Gloria a ti, Señor Jesús.

 

Guía:            Reflexionemos un momento lo que hemos oído.

 

Lector 2: “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu”. Tú, Señor, no haces las cosas a medias. Toda tu vida aquí en la tierra ha sido un camino hacia el Padre cumpliendo su voluntad. Y antes de llegar al fin, has querido cargar con todo nuestro pecado y con el dolor del mundo entero para ofrecerlo al Padre.

Señor, que cada domingo sobre el altar de la Eucaristía, sepamos poner también nuestra vida, nuestro trabajo y nuestro dolor.

            (Pausa de meditación)

 

Guía:            Oración: Oh Dios, por la Pasión de Jesucristo, tu Hijo y Señor nuestro, has destruido la muerte que todos los hombres han heredado por el pecado de Adán; imprime en nuestros corazones, por medio de la gracia, la imagen de Cristo a los que nacimos con la imagen del hombre pecador. A ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.

 

Todos:            Amén.

           

Guía:   Ya estamos cerca de la meta. Que el Señor Jesús bendiga especialmente a quienes prepararon esta estación. Recemos por ellos y por nosotros: Padre nuestro...

 

            Sigamos caminando y cantando...

 

 

décimotercera estación

 

jesús es bajado de la cruz

 

Guía:   Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.

 

Todos:             Porque por tu santa cruz redimiste al mundo.

 

Lector 1:  Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas:

 

Llegó entonces un miembro del Consejo, llamado José, hombre recto y justo, que había disentido con las decisiones y actitudes de los demás. Era de Arimatea, ciudad de Judea, y esperaba el Reino de Dios. Fue a ver a Pilato para pedirle el cuerpo de Jesús. Después de bajarlo de la cruz, lo envolvió en una sábana (Lc 23, 50-53a)

            Palabra del Señor.

Todos: Gloria a ti, Señor Jesús.

 

Guía:            Meditemos un momento la Palabra proclamada...

 

Lector 2: María, tu Madre, la que te trajo al mundo, te recibe ahora en sus brazos, muerto... Ellas es la Virgen fiel, discreta, atenta. La que no falta en los momentos decisivos, donde su presencia es necesaria.

Que nosotros, Señor, sepamos de verdad estar presentes en todas las necesidades de nuestros hermanos los hombres. (Pausa de meditación)

 

Guía:            Oración: Señor, que nos has hecho renacer por la Palabra de vida, concédenos que, recibiéndola con un corazón sincero, vivamos en la verdad y demos abundantes frutos de vida eterna. Por Cristo nuestro Señor.

 

Todos:            Amén.

           

Guía:            Agradecemos a quienes nos acogen en esta estación. Pidamos al Señor que baje a su casa y se quede con ellos para siempre. Oremos: Dios te salve, María...

 

            Caminemos, cantando...

 

décimocuarta estación

 

jesús es sepultado

 

Guía:   Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.

 

Todos:             Porque por tu santa cruz redimiste al mundo.

 

Lector 1: Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas:

 

José de Arimatea recogió el cuerpo de Jesús y lo depositó en un sepulcro excavado en la roca, donde nadie había sido sepultado. Era el día de la Preparación, y ya comenzaba el sábado.

Las mujeres que habían venido de Galilea con Jesús siguieron a José, observaron el sepulcro y vieron cómo había sido sepultado. Después regresaron y prepararon los bálsamos y perfumes, pero el sábado observaron el descanso que prescribía la Ley (Lc 23, 53b-56).

            Palabra del Señor.

Todos: Gloria a ti, Señor Jesús.

 

Guía:            Meditemos brevemente la Palabra del Señor.

 

Lector 2: Duerme, ya, Señor y descansa. Todo está cumplido. Ya has derramado hasta la última gota de tu sangre. Ahora nos toca a nosotros hacer que toda tu redención, todo tu amor, se vaya extendiendo por todos los rincones de la tierra.

 

Guía:            Oración: Señor, tú perdonas al pecador arrepentido, y no quieres la muerte de quienes te han ofendido; concédenos el perdón y tu constante protección, para que nunca las tentaciones nos separen de ti. Por Cristo nuestro Señor.

 

Todos:            Amén.

 

 

décimoquinta estación

 

jesús resucita al tercer día

 

Guía:   Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.

 

Todos:             Porque por tu santa cruz redimiste al mundo.

 

Guía:   Jesús resucita glorioso del sepulcro, al tercer día. Escuchemos:

 

Lector 1: Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas:

 

El primer día de la semana, al amanecer, las mujeres fueron al sepulcro con los perfumes que habían preparado. Ellas encontraron removida la piedra del sepulcro y entraron, pero no hallaron el cuerpo del Señor Jesús.

Mientras estaban desconcertadas a causa de esto, se les aparecieron dos hombres con vestiduras deslumbrantes. Como las mujeres, llenas de temor, no se atrevían a levantar la vista del suelo, ellos le preguntaron: “¿Por qué buscan entre los muertos al que está vivo? No está aquí, ha resucitado. Recuerden lo que él les decía cuando aún estaba en Galilea: “Es necesario que el Hijo del hombre sea entregado en manos de los pecadores, que sea crucificado y que resucite al tercer día”. Y las mujeres recordaron sus palabras (Lc 24, 1-8).

 

            Palabra del Señor.

Todos: Gloria a ti, Señor Jesús.

 

Guía:            Guardemos unos segundos de silencio para meditar la Palabra del Señor.

 

Lector 2: Quita de nosotros, Señor, la flojera, la rutina, el egoísmo. Danos fuerza para que con nuestra vida generosa y de servicio proclamemos a todos los hombres tu muerte y tu resurrección, ya que tú continúas estando con nosotros hasta el fin del mundo.

            (Pausa de meditación)

 

Guía:            Oración: Padre, que, por la victoria de tu Hijo sobre la muerte, nos abriste la entrada a la vida eterna; te pedimos que quienes celebramos con alegría la resurrección del Señor, gracias a la acción santificadora de tu Espíritu, podamos resucitar a la luz de la vida nueva. Por Cristo nuestro Señor.

 

Todos:            Amén.

           

Guía:   Hemos llegado al fin del camino. Agradecemos a Dios por permitirnos revivir el camino de su Hijo hacia la cruz. Agradezcamos a todos los que han preparado este Vía crucis, pidiendo al Señor que los bendiga personalmente y de manera especial.

 

3548.     Breve Ritual

 

1.   Comunión a los enfermos

 

      Ritos iniciales

      Paz a esta casa y a los que viven en ella.

      Hermanos, reconozcamos nuestros pecados, para que podamos participar fructuosamente en esta celebración. Yo confieso...

      (Evocación de un texto bíblico).

 

      Comunión

      Ahora, hermanos, oremos juntos a Dios nuestro Padre con la oración que NSJC nos enseñó: Padre nuestro...

      Este es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo, dichosos los invitados a la mesa del Señor.

      R/. Señor, no soy digno...

      El Cuerpo de Cristo.    R/. Amén.

      Oremos: Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, te suplicamos con fe viva que el santísimo Cuerpo de tu Hijo Jesucristo que nuestro hermano ha recibido, le sirva para bien de su alma y de su cuerpo, y como remedio para alcanzar la vida eterna. Por JCNS.     

      R/. Amén.

 

2.    Sacramento de la Penitencia

 

      Dios, Padre misericordioso, que reconcilió consigo al mundo, por la muerte y la resurrección de su Hijo, y derramó el Espíritu Santo para la remisión de los pecados, te conceda, por el ministerio de la Iglesia, el perdón y la paz.

      Y YO TE ABSUELVO DE TUS PECADOS EN EL NOMBRE DEL PADRE + Y DEL HIJO Y DEL ESPÍRITU SANTO.     R/. Amén.

 

3.   Unción de los enfermos

 

      Rito inicial

      Paz a esta casa y a todos los que habitan en ella.

      O bien:

      La paz del Señor esté con ustedes, (contigo).

      Hermanos: Nuestro Señor Jesucristo, a quien los enfermos se dirigían para pedirle la salud, según narra el Evangelio, y quien tanto sufrió por nosotros, está presente en esta reunión y por boca del Apóstol Santiago nos exhorta diciendo: “¿Está enfermo alguno de vosotros? Llame a los presbíteros de la Iglesia, y que oren sobre él y lo unjan con el óleo en el nombre del Señor; y la oración de la fe salvará al enfermo y el Señor lo aliviará y los pecados que hubiere cometido le serán perdonados”.

      Encomendemos, pues, a nuestro(a) hermano(a) N. enfermo(a), a la gracia y al poder de Cristo, para que encuentre alivio y salvación.

 

      Acto penitencial

      Tú, que nos conseguiste la salvación por medio de tu Misterio pascual. Señor, ten piedad.

          R/. Señor, ten piedad.

      Tú, que renuevas siempre, por medio de los sacramentos, las maravillas de tu pasión. Cristo, ten piedad.

          R/. Cristo, ten piedad.

      Tú, que nos haces participar del Sacrificio pascual por la recepción de tu Cuerpo. Señor, ten piedad.

          R/. Señor, ten piedad.

      (*O bien: Yo confieso...).

      Dios todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.                               R/. Amén.

 

      Palabra de Dios

      Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo (Mt 8, 5-10.13):

      Un día Jesús entró en Cafarnaún. Se le presentó un capitán que le suplicaba, diciendo: Señor, tengo en mi casa un sirviente postrado por una grave parálisis, que lo hace sufrir atrozmente.

      Jesús le dijo: Yo iré a sanarlo.

      Contestó el capitán: Señor, no soy digno de que entres en mi casa; pero di solamente una palabra y mi sirviente sanará. Yo mismo, aunque soy un subalterno, tengo autoridad sobre mis soldados; le digo a uno: Marcha, y marcha; y a otro: Ven, y viene; y a mi sirviente: Haz esto, y lo hace.

      Jesús se maravilló al oírlo y dijo a los que lo seguían. En verdad, no he encontrado fe tan grande en el pueblo de Israel.

      Enseguida dijo Jesús al capitán: Puedes irte y que te suceda como creíste.    Palabra del Señor.

          R/. ¡Gloria a ti, Señor Jesús!

      (O bien):

      Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo (Mt 8, 14-17):

      En aquel tiempo, Jesús fue a casa de Pedro, donde encontró a la suegra de éste en cama y con fiebre. Jesús tocó entonces la mano de ella, y la fiebre se le quitó, así que ella se levantó y comenzó a atenderlos.

      Al anochecer llevaron a Jesús muchas personas endemoniadas; y con una sola palabra expulsó a los espíritus malos, y también sanó a todos los enfermos.

      Esto sucedió para que se cumpliera lo que anunció el profeta Isaías, cuando dijo: “El tomó nuestras debilidades y cargó con nuestras enfermedades”.                Palabra del Señor.

      R/. ¡Gloria a ti, Señor Jesús!

 

      Letanía

      Oremos al Señor por nuestro(a) hermano(a) N... enfermo(a), y por todos los que cuidan de su salud y por los demás que están a su servicio.

*    Que mires bondadosamente a N... enfermo(a).

      R/. Escúchanos, Señor; te rogamos.

*    Que des nueva fuerza a su cuerpo ahora debilitado por la enfermedad (por la vejez).    R/.

*    Que mitigues todas sus angustias.       R/.

*    Que lo(a) libres de todo pecado y de toda tentación.                            R/.

*    Que, con tu gracia, ayudes a todos los enfermos.                           R/.

*    Que premies con tus dones a cuantos se consagran a tu servicio.           R/.

*    Que des vida y salvación a este(a) enfermo(a) a quien, en tu nombre, vamos a imponer las manos.                               R/.

 

      Imposición de las manos

        (Entonces el presbítero impone las manos sobre la cabeza del enfermo, sin decir nada).

 

      Bendición del Oleo

*    Bendito seas, Dios, Padre todopoderoso, que por nosotros y por nuestra salvación nos enviaste a tu Hijo al mundo.      

      R/. Bendito seas por siempre, Señor.

*    Bendito seas, Dios, Hijo único, que te acercaste a nuestra condición humana para remediar nuestras enfermedades.                  R/.

*    Bendito seas, Dios, Espíritu Santo, que con tu gracia nos das fortaleza para sobrellevar las enfermedades de nuestro cuerpo.           R/.

*    Padre misericordioso, tu servidor (a) N., que hoy es ungido(a) con el Oleo Santo, reciba alivio en la enfermedad y consuelo en su dolor. Por Jesucristo nuestro Señor.       

      R/. Amén.

     

      Sagrada Unción

      (En la frente)

      + POR ESTA SANTA UNCION Y POR SU BONDADOSA MISERICORDIA, TE AYUDE EL SEÑOR CON LA GRACIA DEL ESPIRITU SANTO.   

      R/. Amén.

      (En las manos)

      + para que, libre de tus pecados, te conceda la salvacion y te conforte en tu enfermedad.     R/. Amén.

      Luego, dice la oración:

      Te rogamos, Redentor nuestro, que, con la gracia del Espíritu Santo, cures la debilidad de este(a) enfermo(a), sanes sus males y perdones sus pecados. Aparta de él(ella) lo que aflige su alma y su cuerpo; por tu misericordia devuélvele la perfecta salud espiritual y corporal, para que, restablecido(a) por tu bondad, pueda integrarse a los quehaceres de su vida habitual. Tú que vives y reinas...     

      R/. Amén.

 

      O bien:

      Por un anciano

      Señor, mira con bondad a nuestro(a) hermano(a) N. que, sintiéndose débil a causa de sus años, deseaba recibir la santa Unción para bien de su cuerpo y de su alma. Que la gracia del Espíritu Santo lo(a) conforte, y así persevere firme en la fe y seguro(a) en su esperanza; que dé a todos ejemplo de paciencia y sea, para nosotros, un reflejo de aquella alegría que es fruto de tu amor. Por Jesucristo nuestro Señor.    R/. Amén.

 

      Por quien está en inminente peligro de muerte

      Señor Jesucristo, Redentor de todos los hombres, que en tu Pasión sobrellevaste nuestros dolores y soportaste nuestros sufrimientos, te pedimos humildemente por nuestro(a) hermano(a) N.; tú que lo(a) has redimido, confórtalo(a) ahora también con la esperanza de su salvación y ayúdalo(a) en los sufrimientos de su cuerpo y en las angustias de su alma. Tú que vives y reinas...     

      R/. Amén.

 

      Por un agonizante

      Dios Padre bueno, tú conoces la buena voluntad de cada hombre y estás siempre dispuesto a olvidar nuestros pecados y a perdonarlos por tu misericordia; compadécete de tu hijo(a) N..., que ahora lucha en su última agonía; ungido(a) con el Oleo santo y ayudado(a) por nuestra oración hecha con fe, reciba consuelo y alivio, obtenga el perdón de sus pecados y se sienta fortalecido(a) con los dones de tu amor. Por Jesucristo, tu Hijo, vencedor de la muerte, que nos ha abierto las puertas de la gloria, y contigo vive y reina por los siglos de los siglos.   

      R/. Amén.

      Rito de conclusión

        (El presbítero introduce la recitación del Padre nuestro):

      Ahora, hermanos, oremos juntos a Dios nuestro Padre con la oración que Nuestro Señor Jesucristo nos enseñó.

      (Todos recitan la oración dominical. Si el enfermo va a comulgar, después del padre nuestro se hace todo como en el Ritual para la Comunión de los enfermos. La celebración concluye con la bendición del presbítero):

      * Que Nuestro Señor Jesucristo permanezca contigo, para defenderte.    R/. Amén.

      * Vaya siempre delante de ti, para guiarte y detrás de ti, para protegerte.    R/. Amén.

      * Que poniendo en ti sus ojos, te conserve y te bendiga.    R/. Amén.

      * Y a todos los presentes los bendiga el Señor todopoderoso Padre, + Hijo y Espíritu Santo.     R/. Amén.

 

4.   Bendición Apostólica In Articulo Mortis

     

      En caso de peligro de muerte, si el enfermo grave se confiesa, después de la absolución se añade la Bendición Apostólica con indulgencia plenaria.

      Se puede dar también esta Bendición en caso de peligro de muerte próxima, durante el Sacramento de la Unción, después del acto penitencial.

      Yo, por autoridad recibida de la Sede

          Apostólica,

      te concedo la indulgencia plenaria

      y el perdón de todos tus pecados

      en el nombre del Padre, y + del Hijo,

      y del Espíritu Santo.       

      R/. Amén.

 

      O bien:

      Por los santos misterios de nuestra Redención,

      Dios todopoderoso te libre de todas las penas,

      que a causa de tus pecados deberías sufrir

      en esta vida y en la eterna.

      te abra las puertas del Paraíso

      y te conduzca a la felicidad de su Reino.    R/. Amén.

 

5.    Confirmación en peligro de muerte

        (El presbítero impone las manos sobre el enfermo y dice):

      Dios todopoderoso, Padre de N.S. Jesucristo, que, por el agua y el Espíritu Santo, diste nueva vida a este servidor tuyo N... y lo libraste del pecado; escucha nuestra oración y envía sobre él tu Espíritu Santo Paráclito. Llénalo de espíritu de sabiduría y de inteligencia, de espíritu de consejo y de tu sabiduría y de fortaleza, de espíritu de ciencia y de piedad, y cólmalo del espíritu de tu santo temor. Por JCNS.     R/. Amén.

      (Luego hace con el Crisma la señal de la cruz en la frente del confirmando):

      N..., recibe, por esta señal, el don del Espíritu Santo.        

      R/. Amén.

 

3549.  Responso

 

1)   Canto de inicio...

 

2)   Oración inicial

 

      Oremos: Escucha en tu bondad, Señor, nuestras súplicas ahora que imploramos tu misericordia

      por el alma de tu hijo(a) N., a quien has llamado de este mundo a tu presencia; dígnate llevarlo(a) al lugar de la luz y de la paz, y así merezca participar en la asamblea de tus santos. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

 

3)   Lecturas bíblicas

 

4)   Oración de los fieles

 

      Dijo el Señor:

      “Yo soy la Resurrección y la Vida;

      quien cree en mí, aunque muera, vivirá:

      y todo el que vive y cree en mí,

      no morirá jamás”.

 

    Apoyados confiadamente en esta Palabra,

      roguemos por nuestro(a) hermano(a):

      Señor, tú que lloraste junto a la tumba

            de Lázaro,

      dígnate enjugar nuestras lágrimas.

R/.      Escúchanos, Señor, te rogamos.

 

    Tú, que resucitaste a los muertos,

      dígnate dar la vida eterna a nuestro(a) hermano(a).                                                 R/.

 

    Tú, que purificaste a nuestro(a) hermano(a)

      con el agua del Bautismo

      y lo(a) ungiste con los Santos Oleos,

      dígnate recibirlo(a) ahora entre tus Santos y elegidos.                                               R/.

    Tú, que alimentaste a nuestro(a) hermano(a)

      con tu Cuerpo y tu Sangre,

      dígnate admitirlo(a) a la mesa de tu Reino.

      R/.

    Y a nosotros, que lloramos la ausencia

      de nuestro(a) hermano(a),

      dígnate fortalecernos con la fe

      y la esperanza de la vida eterna.                    R/.

 

5)   Padre nuestro...

 

6)      Responsorio

 

      Venid a su encuentro, santos de Dios;

      salid a su encuentro, ángeles del Señor.

 

R/.  Recibid su alma y presentadla ante el Altísimo.

 

    Cristo que te llamó, te reciba,

      y los ángeles te conduzcan a la morada de los santos.                                                        R/.

     

    Dale, Señor, el descanso eterno,

      y brille para él (ella) la luz perpetua.          R/.

 

7)   Oración conclusiva

     

      Padre de bondad,

      en tus manos encomendamos el alma

      de nuestro(a) hermano(a),

      firmes en la esperanza de que resucitará con

             Cristo

      en el último día con todos los que murieron en

             su amistad.

     

      (Te damos gracias

      por todos los beneficios con que favoreciste

      a tu hijo(a) en esta vida,

      y que para nosotros fueron signos de tu bondad

      y del poder de Jesucristo,

      por quien concedes al mundo todos los bienes).

 

      Escucha, Señor, en tu misericordia nuestros

             ruegos:

      abre para tu hijo(a) las puertas del paraíso

      y concede, a los que aquí quedamos,

      la gracia de consolarnos mutuamente

      con las palabras de la fe,

      (hasta que todos nos encontremos en Cristo

      y podamos así estar siempre contigo).

      Por Jesucristo nuestro Señor.  Amén.

 

8)      Responsorio final

 

I.    Al Paraíso te lleven los ángeles;

      a tu llegada te reciban los mártires,

      y te introduzcan en la santa ciudad de Dios.

 

R/.  Dale Señor el descanso eterno.

II.  Que el coro de los ángeles te reciba,

      y junto con Lázaro, pobre en otro tiempo,

      goces del descanso eterno.

 

III. Dice el Señor: Yo soy la Resurrección y la vida;

      quien cree en mí, aunque muera, vivirá;

      y todo el que vive y cree en mí no morirá jamás.

 

9)   Ave María.

 

10)   Canto final.

 

 

3550.  Las Siete palabras

 

Primera palabra

      Cuando llegaron al lugar llamado “del Cráneo”, lo crucificaron junto con los malhechores, uno a su derecha y el otro a su izquierda. Jesús decía:

      “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen” (Lc 23, 33-34).

 

Segunda palabra

      Uno de los malhechores crucificados con él, le dijo: “Jesús, acuérdate de mí, cuando vengas a establecer tu Reino”. Él le respondió:

      “Yo te aseguro que hoy estarás conmigo en el paraíso” (Lc 23, 42-43).

 

Tercera palabra

      Al ver a la madre y cerca de ella al discípulo a quien él amaba, Jesús le dijo:

      “Mujer, aquí tienes a tu hijo”. Luego dijo al discípulo: “Aquí tienes a tu madre”. Y desde aquella hora, el discípulo la recibió en su casa (Jn 19, 26-27).

 

Cuarta palabra

      Desde el mediodía hasta las tres de la tarde, las tinieblas cubrieron toda la región. Hacia las tres de la tarde, Jesús exclamó en alta voz:

      “Elí, Elí, lemá sabactani”, que significa: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?” (Mt 27, 45-46).

 

Quinta palabra

      Después, sabiendo que ya todo estaba cumplido, y para que la Escritura se cumpliera hasta el final, Jesús dijo:

      “Tengo sed” (Jn 19, 28).

 

Sexta palabra

      Después de beber el vinagre, dijo Jesús:

      “Todo se ha cumplido”. E inclinando la cabeza, entregó su espíritu (Jn 19, 30).

 

Séptima palabra

      En ese momento el velo del Templo se rasgó por el medio. Jesús, con un grito, exclamó:

“Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu” (Lc 23, 45-46).

 

 

 

3551.     Anima Christi

 

      Anima Christi, sanctífica me.

      Corpus Christi, salva me.

      Sanguis Christi, inebria me.

      Aqua láteris Christi, lava me.

      Passio Christi, confórta me.

      O bone Jesu, exáudi me.

      Intra tua vúlnera absconde me.

      Ne permittas me separári a te.

      Ab hoste maligno defénde me.

      In hora mortis meae voca me.

      Rt jube me veníre ad te,

      Ut cum Sanctis tuis laudem te

      In sáecula saeculórum. Amen.

 

 

3552.     Señor, me mueve tu amor

 

      No me mueve, mi Dios, para quererte

      El cielo que me tienes prometido;

      Ni me mueve el infierno tan temido,

      Para dejar por eso de ofenderte.

      Tú me mueves, Señor; muéveme el verte

      Clavado en una cruz y escarnecido;

      Muéveme tus afrentas y tu muerte.

      Muéveme, en fin, tu amor de tal manera,

      Que aunque no hubiera cielo, yo te amara,

      Y aunque no hubiera infierno, te temiera.

      No me tienes que dar porque Te quiera;

      Porque, aunque lo que espero no esperara,

      Lo mismo que te quiero quisiera.

 

 

3553.     Señor mío Jesucristo

 

      Señor mío Jesucristo

      me pesa en el alma de haberte ofendido,

      por ser tú tan bueno y digno de ser amado.

      Te prometo, ayudado de tu gracia,

      nunca jamás volver a pecar. Amén.

 

 

3554.     Consagración a María

     (Juan Pablo II)

 

      Virgen Inmaculada, Madre de Dios y de la Iglesia, a Ti que sales a nuestro encuentro, consagramos todo nuestro ser, todo nuestro amor y nuestra vida.

      Enséñanos a ir continuamente hacia Jesús y, si caemos, ayúdanos a volver a El en el Sacramento de la Reconciliación, que dona paz al alma. Tómanos siempre tiernamente de la mano.

3555.     Señor, busco tu rostro

 

      Deja un momento tus ocupaciones habituales

      y entra un instante en ti mismo,

      apártate del ruido de tus pensamientos.

 

      Aroja lejos de ti las preocupaciones que te agobian

      y aparta de ti las inquietudes que te oprimen.

 

      Reposa en Dios un momento,

      descansa siquiera un momento en él...

      Entra en lo más profundo de ti mismo...

      cierra la puerta de tu habitación y búscalo en el silencio.

 

      Dile con todas tus fuerzas: Señor, busco tu rostro...

      Enséñame dónde y cómo tengo que buscarte

      y cómo te encontraré...

      Enséñame a buscarte, muéstrame tu rostro,

      porque si tú no me lo enseñas no puedo buscarte.

 

      No puedo encontrarte si no te haces presente.

      Te buscaré deseándote, te desearé buscándote,

      te encontraré amándote, te amaré encontrándote.

          (San Anselmo)

 

 

3556.     Tarde te amé

 

      ¡Tarde te amé, hermosura tan antigua y tan nueva, tarde te amé! Y estabas tú dentro y yo estaba fuera, y allí te buscaba, y yo, privado de tu hermosura, iba a parar a las cosas hermosas que tú creaste.

      Tú estabas conmigo y yo no estaba contigo. Me retenían lejos de ti aquellas cosas que no hubieran existido si no existieran en ti. Llamaste y gritaste y quebrantaste mi sordera; brillaste, alumbraste y acabaste con mi ceguera; exhalaste tu perfume y respiré y estoy anhelándote; gusté y tengo hambre y tengo sed; me tocaste y ardí, ansiando  tu paz.

 

      Pero sólo cuando esté unido a ti con todo mi ser, sólo entonces acabará todo dolor y fatiga, y mi vida, llena por completo de ti, será vida plena y verdadera. A quien tú lenas lo enriqueces; pero yo, que aún no estoy lleno de ti, soy un peso para mí mismo. Señor, ten piedad de mí.

          (San Agustín)

3557.     Oración del buen humor

 

      Concédeme, Señor, una buena digestión,

      y también algo que digerir.

      Concédeme la salud del cuerpo

      con el buen humor necesario para mantenerla.

      Dame, Señor, un alma santa

      que sepa aprovechar

      lo que es bueno y puro,

      para que no se asuste ante el pecado,

      sino que encuentre el modo

      de poner las cosas de nuevo en orden.

      Concédeme el alma que no conozca

      el aburrimiento, las murmuraciones,

      los suspiros, los lamentos

      y no permitas que sufra excesivamente

      por ese ser tan dominante que se llama: Yo.

      Dame, Señor, el sentido del humor,

      concédeme la gracia

      de comprender las bromas,

      para que conozca la vida,

      un poco de alegría

      y pueda comunicársela a los demás.

          (Sto. Tomás Moro)

 

 

3558.     Irradiar a Dios

 

      Señor, ayúdame a esparcir tu fragancia

      donde quiera que vaya.

 

      Inúndame de tu espíritu y vida.

      Penétrame y toma totalmente posesión de mí

      de manera que toda mi vida sea una irradiación de la tuya.

 

      Ilumina a través de mí y aduéñate totalmente de mí,

      de manera que cada persona con la que entre en contacto

      advierta tu presencia en mí.

      Que al verme no me vea a mí, sino que te vea a ti en mí.

 

      Permanece en mí. Así resplandeceré

          con tu mismo resplandor,

      y que mi resplandor sirva de luz a los demás.

      Mi luz vendrá toda de ti: ni un solo rayo será mío.

      Serás tú el que iluminarás a otros a través de mí.

 

      Enséñame a alabarte como más te agrada,

      iluminando a cuantos me rodean.

 

      Que no te anuncie con palabras sino con mi ejemplo,

      con la fuerza contagiosa de mis obras

      y con el desbordante amor que mi corazón saca del tuyo.

          (Card. John Henry Newman)

 

 

3559.     Un corazón que te ame

 

      Dios bueno y santo,

      dígnate concederme

      una inteligencia que te comprenda,

      un sentimiento que te perciba,

      un ánimo que te guste,

      una diligencia que te busque,

      una sabiduría que te encuentre,

      un espíritu que te conozca,

      un corazón que te ame,

      un pensamiento orientado a ti,

      una actividad que te dé gloria,

      un oído que te escuche,

      unos ojos que te miren,

      una lengua que te glorifique,

      una palabra que te agrade,

      una paciencia que te siga,

      una perseverancia que te espere.

          (San Benito)

 

 

3560.     Dios en nosotros...

 

      Dios nos escucha

      cuando nada nos contesta.

      Está en nosotros

      cuando nos creemos solos.

      Nos llama

      cuando nos abandona.

          (San Agustín)

 

 

3561.     Dios nos ha amado primero...

 

      El amor.

      El amor es lo que nos mantiene en vida.

      El amor es el padre del pobre, el consejero del rico, el siervo del anciano, el tesoro del indigente.

      El amor defiende a cada edad, consuela toda tristeza.

      El amor es el puerto en el que encuentra refugio toda desventura.

      El amor convoca a todos los necesitados, a todos los afligidos, para apoyarlos en la angustia.

      El amor brota del corazón de Dios. Fue Dios quien realizó las primeras obras de amor y de ternura con los hombres.

      La tierra, el cielo armonioso, el ritmo de las estaciones, la dulzura del sol, la fría blancura de los glaciares... Dios no ha creado todas las cosas para sí mismo –no tenía necesidad de ellas–, las crea continuamente porque nos ama...

      Está claro: Dios, que alimenta al hambriento, da de beber al sediento, y viste al que está desnudo, ha sido el primero en amar, en practicar el amor... ha provisto nuestras necesidades con una generosidad infinita.

          (San Gregorio de Nisa)

     

 

3562.     Oración a Jesús

 

      Señor Jesús: enséñame a ser generoso, a servirte como tú lo mereces, a entregarme a ti, sin reservas, a combatir sin temor a las dificultades, a trabajar sin buscar descanso, a sacrificarme sin esperar otra recompensa de saber que hago tu Santa Voluntad. Amén.

 

 

3563.     Espíritu Santo

 

      Alma de mi alma yo te adoro: Ilumíname, guíame, fortaléceme, consuélame, dime lo que debo hacer, dame tus órdenes, yo prometo someterme a todo lo que desees de mí y soportar todo lo que permitas que me suceda, házme tan solo conocer tu santa voluntad.

3564.     Consagración para todos los días

 

      ¡Oh Espíritu Santo!

      Recibe la consagración perfecta y absoluta de todo mi ser.

      Dígnate ser, en adelante, en cada uno de los instantes de mi vida en cada una de mis acciones:

      Mi director, mi luz, mi guía, mi fuerza y el amor de mi corazón.

      Yo me abandono sin reserva a tus operaciones divinas y quiero ser siempre dócil a tus aspiraciones.

      ¡Oh Espíritu Santo!

      Transfórmame con María y en María en otro Cristo Jesús, para gloria del Padre y salvación del mundo. Amén.

 

 

3565.     Exorcismo

 

      ¡Oh Arcángel san Miguel!

      defiéndenos en los combates,

      sé nuestro amparo contra la

      maldad y acechanzas del demonio.

      Mándale el Señor que no pueda

      dañarnos, humildemente te lo pedimos,

      y tú ¡oh príncipe de la Milicia Celestial!

      usando del poder que en el Cielo te

      ha conferido, lanza al infierno a Sátanas

      y demás espíritus malignos que recorren

      el mundo para perder las almas.

      Así sea.

 

 

3566.    Bendicional

 

      Las bendiciones usuales que van a continuación son tomadas del “Bendicional” nuevo. No se puede prescindir del uso de este nuevo libro litúrgico, ni de la estructura típica de las bendiciones: a) proclamación de la Palabra de Dios; b) alabanza de la bondad divina y la impetración del auxilio celestial; elementos que nunca se han de omitir; ni siquiera en los ritos breves. Normalmente no está permitido dar la bendición a cosas y lugares con el solo signo externo, sin ningún acompañamiento de la Palabra de Dios o de alguna plegaria. El uso del agua bendita se reserva primordialmente para personas. Estas bendiciones más usuales se ofrecen aquí sólo como “vademécum” en caso de necesidad. Se supone el conocimiento de los demás textos del “Bendicio­nal”.

      M/. Nuestro auxilio es el nombre del Señor.

      R/. Que hizo el cielo y la tierra.

 

1.    BENDICIÓN DE UN PÁRVULO

      (Sacerdote o diácono: imponiendo las manos; si no, manos juntas).

     

      Para un niño ya bautizado

      Señor Jesucristo, tanto amaste a los niños, que dijiste que quienes los reciben te reciben a ti mismo; escucha nuestras súplicas en favor de este(a) niño(a) y, ya que lo(a) enriqueciste con la gracia del bautismo, guárdalo(a) con tu continua protección, para que, cuando llegue a mayor, profese libremente su fe, sea fervoroso(a) en la caridad y persevere con firmeza en la esperanza de tu reino. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.        R/. Amén.

 

      Para un niño enfermo

      Señor, Dios nuestro, cuyo Hijo Jesucristo recibió con afecto a los niños y los bendijo, extiende benigno tu mano protectora sobre este servidor tuyo N., enfermo en su temprana edad; así, recobradas sus fuerzas, y devuelto en perfecta salud a tu santa Iglesia y a sus padres, pueda darte gracias de corazón. Por Jesucristo nuestro Señor.                              R/. Amén.

 

      Fórmula breve       

      Jesús, el Señor, que amó a los niños, te bendiga (N) +, y te guarde en su amor.    R/. Amén.

 

2.    BENDICION DE UN ANCIANO

 

      + Lectura bíblica: Lc 2, 25-38: Simón y Ana

      Dios omnipotente y eterno, en quien vivimos, nos movemos y existimos, te damos gracias y te bendecimos porque has dado a estos servidores tuyos largos años de vida, junto con la perseverancia en la fe y en las buenas obras; concédeles ahora, Señor, que, confortados por el afecto de los hermanos, estén alegres en la salud, no se depriman en enfermedad, y, reanimadas con tu bendición, empleen en tu alabanza el tiempo de su ancianidad. Por Jesucristo Nuestro Señor.                  R/. Amén.

 

      Fórmula breve

      La bendición + de Dios todopoderoso, que a nadie abandona y que, aun en la vejez y las canas, guarda a sus hijos con solicitud de Padre, descienda sobre ti.          R/. Amén.

 

3.    BENDICION DE UN ENFERMO

      + Lecturas bíblicas: 2 Cor 1, 3-7: Dios del consuelo; Mt 11, 28-30: Vengan a mí y los aliviaré; Mc 6, 53-56: Colocaban a los enfermos en la plaza.

      Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, que con tu bendición levantas y fortaleces nuestra frágil condición, mira con bondad a este servidor tuyo N.; aparta de él la enfermedad y devuélvele la salud, para que, agradecido, bendiga tu santo Nombre. Por Jesucristo nuestro Señor.                  R/. Amén.

 

4.    BENDICIÓN DE LA FAMILIA EN SU CASA NUEVA

      * Lecturas bíblicas: Mt 7, 24-28: La casa edificada sobre roca; Lc 10, 5-9: Paz a esta casa: Lc 19, 1-9: Jesús en casa de Zaqueo.

      Bendito seas, Dios, Padre nuestro, por esta casa, destinada por tu bondad a que viva en ella esta familia. Haz que sus habitantes reciban los dones de tu Espíritu y que el don de tu bendición + se haga patente en ellos por su caridad efectiva, de manera que todos los que frecuenten esta casa encuentren siempre en ella aquel amor y aquella paz que sólo tú puedes dar. Por Jesucristo nuestro Señor.     R/. Amén.

 

      Nueva casa

      Asiste, Señor, a estos servidores tuyos que, al inaugurarla (hoy) esta vivienda, imploran humildemente tu bendición, para que, cuando vivan en ella, sientan tu presencia protectora; cuando salgan, gocen de tu compañía; cuando regresen, experimenten la alegría de tenerte como huésped, hasta que lleguen felizmente a la estancia preparada para ellos en la casa de tu Padre. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.              R/. Amén.

      (El sacerdote rocía con agua bendita a los presentes y la casa:)

      Que esta agua bendita nos recuerde nuestro bautismo en Cristo, que nos redimió con su muerte y resurrección.

      (Conclusión del rito:)

      Que Dios colme vuestra fe, de alegría y de paz. Que la paz de Cristo actúe de árbitro en vuestro corazón. Que el Espíritu Santo derrame en vosotros sus dones.              R/. Amén.

 

5.    BENDICION DE LA MADRE

      QUE ESPERA UN HIJO

     

      Dios, que por el parto de la Santísima Virgen María, dio la alegría al mundo, llene de gozo santo tu corazón y les guarde sanos y salvos a ti y al hijo que esperas. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.    R/. Amén.

 

6.    BENDICIÓN DE LOS PROMETIDOS

      (Argollas)

      * Lecturas bíblicas: Jn 15, 9-12: Este es mi mandamiento; 1 Cor 13, 4-13: El amor cree, espera y aguanta sin límites.

      El Señor haga que de tal manera guarden estos anillos que se han intercambiado, que a su tiempo lleven a término lo que se han prometido con esta donación recíproca.    R/. Amén.

      Te alabamos, Señor, porque en tu designio de bondad, mueves y preparas a estos hijos tuyos N. y N. para que se amen mutuamente; dígnate fortalecer sus corazones, para que, guardándose fidelidad y agradándote en todo, lleguen felizmente al sacramento del matrimonio. Por Jesucristo nuestro Señor.            R/. Amén.

 

7.    BENDICION DE UN VEHÍCULO

      * Lecturas bíblicas: Jn 14, 6-7: Yo soy el camino, la verdad y la vida; Hech 8, 27-39: Felipe y el etiope.

      Dios todopoderoso, creador del cielo y de la tierra, que, en tu gran sabiduría, encomendaste al hombre hacer cosas grandes y bellas, te pedimos por los que usen este vehículo: que recorran su camino con precaución y seguridad, eviten toda imprudencia peligrosa para los otros, y, tanto si viajan por placer o por necesidad, experimenten siempre la compañía de Cristo, que vive y reina contigo por los siglos de los siglos.    R/. Amén.

      El Señor os guíe en vuestros desplazamientos, para que hagáis en paz vuestro camino y lleguéis a la vida eterna.       R/. Amén.

      Luego dice:

      Y la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo + y Espíritu Santo, descienda sobre vosotros.                           R/. Amén.

 

8.    BENDICIÓN DE LAS IMÁGENES

      La lectura del Evangelio ha de ser siempre el acto más relevante (n. 1.100).

 

      Imagen de Jesucristo

      Oh Dios, tú habitas en una luz inaccesible y nos has amado tanto que, siendo invisible, te nos has hecho visible en Cristo; mira con bondad a estos hijos tuyos, que han dado forma a esta efigie de tu Hijo, y haz que, al venerarla, se vayan transformando en la realidad que esta imagen representa. Por Jesucristo nuestro Señor.                              R/. Amén.

 

      Imagen de la Santísima Virgen

      Oh Dios que en la Santísima Virgen has dado a tu Iglesia, que peregrina en este mundo, una imagen de la gloria futura a la que espera llegar, haz que tus fieles, que han elaborado esta imagen de santa María, alcen confiadamente sus ojos hacia ella, que resplandece como modelo de virtudes para todo el pueblo de tus elegidos. Por Jesucristo nuestro Señor.       

      R/. Amén.

 

      Imagen de los santos

      Oh Dios, fuente de toda gracia y santidad, míramos con bondad a nosotros, tus servidores, que hemos dispuesto esta imagen de san..., y haz que experimentemos la intercesión de este santo, el cual, convertido en amigo y coheredero de Cristo, resplandece como testigo de vida evangélica y como egregio intercesor ante ti. Por Jesucristo nuestro Señor.    R/. Amén.

 

9.    BENDICIÓN DEL AGUA

      * Lectura bíblica: Jn 7, 37-39: El que tenga sed, que venga a mí.

      Señor, Padre santo, dirige tu mirada sobre nosotros, que, redimidos por tu Hijo, hemos nacido de nuevo del agua y del Espíritu Santo en la fuente bautismal; concédenos, te pedimos, que todos los que reciban la aspersión de esta agua queden renovados en el cuerpo y en el alma y te sirvan con limpieza de vida. Por Jesucristo nuestro Señor.                  R/. Amén.

 

      Aspersión

      Que esta agua nos recuerde nuestro bautismo en Cristo, que nos redimió con su muerte y resurrección.                     R/. Amén.

 

10.    BENDICIÓN DEL PAN (por ejemplo “pan de Pascua”)

      Señor Jesús, Pan vivo bajado del cielo, que multiplicaste los panes en el desierto para alimentar a la muchedumbre hambrienta: dígnate bendecir este Pan, signo de todo alimento, fruto de la tierra y del trabajo del hombre, y también signo de tu Palabra y de tu Cuerpo sacramentado para la vida del mundo. Concédenos, al compartirlo, manifestar nuestra solidaridad con los demás, y un deseo sincero de compartir tanto tu Palabra como el Pan con los más necesitados. Tú que vives...           R/. Amén.

 

11.    BENDICIÓN DE UNA POBLACIÓN

 

      Dios, nuestro Padre, que enviaste a tu Hijo a nuestro mundo y quisiste que vivera como nosotros en una aldea; bendice esta población en la cual se agrupan tus hijos. Aparta de este lugar la discordia, el odio y la mala voluntad; que tu santo Angel la libre del incendio, la inundación y los terremotos; y que sus habitantes puedan servirte a ti y a sus hermanos en continua acción de gracias. Por Jesucristo nuestro Señor.                  R/. Amén.

 

12.    BENDICIÓN DE OBJETOS DE PIEDAD Y ROSARIOS

      * Textos bíblicos: Rom 8, 26-27;  Col 3, 17; Lc 11, 9-10.

      El Señor, con su bendición + se digne aumentar y fortalecer tus sentimientos de devoción y piedad, para que transcurras sin tropiezo tu vida presente y alcances felizmente la eterna. Por Jesucristo nuestro Señor.            R/. Amén.

 

      Rosario

      En memoria de los misterios de la vida, muerte  y resurrección  de nuestro Señor, para honra de la Virgen María, Madre de Cristo y de la Iglesia, sea bendecida la persona que ore devotamente con este Rosario: en el nombre del Padre y del Hijo + y del Espíritu Santo.    R/. Amén.

 

 

3567.     Moralidad de los actos humanos

 

      Elementos a considerar para discernir la moralidad de los actos humanos:

    La voluntad de Dios.

    La verdad y el bien.

    La conciencia moral rectamente formada.

    La libertad y la responsabilidad.

    El fin buscado o la intención y las circunstancias.

 

 

3568.  Obras de misericordia corporales

 

      Las siete obras de misericordia corporales:

1.   Dar de comer al hambriento.

2.   Dar de beber al sediento.

3.   Vestir al desnudo.

4.   Dar posada al peregrino.

5.   Visitar al enfermo.

6.   Visitar al que está privado de su libertad.

7.   Dar sepultura a los difuntos.

 

 

3569.     Obras de misericordia espirituales

 

1.   Consolar al triste.

2.   Dar buen consejo al que lo necesite.

3.   Corregir al que yerra.

4.   Perdonar las injurias.

5.   Consolar al triste.

6.   Sufrir con paciencia las adversidades.

7.   Rogar por los vivos y los muertos.

 

 

3570.     Pecados capitales

 

      Los siete pecados capitales que generan otros pecados y otros vicios:

      La soberbia; la avaricia; la envidia; la ira; la lujuria; la gula, y la pereza  (Cat. n. 1866).

 

 

3571.     Virtudes capitales

 

      Las virtudes que contrapesan los pecados capitales:

      La humildad; la generosidad; el amor fraterno y la mirada limpia de corazón; la mansedumbre, ; la sencillez; la austeridad; la diligencia y el esfuerzo.

3572.     Virtudes cardinales o humanas

 

      Prudencia - Justicia - Fortaleza - Templanza.

 

 

3573.     Virtudes teologales o espirituales

 

      Fe - Esperanza - Caridad.

 

 

3574.     Revistámonos de las armas de Dios

 

      (Cfr. Ef 6, 13-18; 2 Cor 10, 4; Lc 9, 3; Ap 1, 16; 19, 11; Heb 4,12):

      Verdad, justicis, gratuidad, perseverancia, celo por evangelizar, fe, confianza en la gracia, la Palabra de Dios, oración y súplica constante, conocimiento de Dios, obediencia a Cristo, confianza en la Providencia divina, orando siempre en el Espíritu, velando juntos con perseverancia e intercediendo por todos.

 

 

3575.     Imágenes bíblicas de la Iglesia

 

    La Iglesia, Pueblo de Dios;

    La Iglesia, Cuerpo de cristo;

    La Iglesia, Templo del Espíritu Santo.

 

 

3576.     Rasgos esenciales de la Iglesia

 

      Los cuatro atributos, inseparablemente unidos entre sí indican los rasgos esenciales de la Iglesia y de su misión (cf. Cat nn. 811-870):

      La Iglesia es Una, Santa, Católica y Apostólica.

 

3577.     Origen, fundación y misión

     de la Iglesia (cf. Cat. nn. 758-769)

 

    Un designio nacido en el corazón del Padre.

    Prefigurada desde el origen del mundo.

    Preparada en la Antigua Alianza.

    Instituida por Cristo Jesús.

    Manifestada por el Espíritu Santo.

    Consumada en la gloria.

 

3578.     El misterio de la Iglesia (cf. Cat. 770)

 

    La Iglesia, a la vez visible y espiritual.

    La Iglesia, Misterio de la unión de los hombres con Dios.

    La Iglesia, sacramento universal de la salvación.

3579.     Los siete sacramentos

 

1.   Bautismo.

2.    Confirmación.

3.   Eucaristía.

4.   Penitencia y Reconciliación.

5.   Unción de los enfermos.

6.   Orden.

7.   Matrimonio.

 

3580.     Los diez mandamientos de Dios

 

1.   Amarás a Dios sobre todas las cosas.

2.   No tomarás el nombre de Dios en vano.

3.   Santificarás las fiestas.

4.   Honrarás a tu padre y a tu madre.

5.   No matarás.

6.   No cometerás actos impuros.

7.   No robarás.

8.   No dirás falso testimonio ni mentirás.

9.   No consentirás pensamientos impuros.

10. No codiciarás los bienes ajenos.

 

 

3581.     Los mandamientos de la Iglesia

 

1.   Oír misa entera los domingos y fiestas de precepto, y descansando de aquellos trabajos y ocupaciones que pueden impedir esa santificación de estos días.

2.   Confesar los pecados al menos una vez al año.

3.   Recibir el sacramento de la Eucaristía al menos en el tiempo pascual.

4.   Ayunar y abstenerse de comer carne cuando lo manda la Santa Madre Iglesia.

5.   Ayudar a la Iglesia en sus necesidades materiales.

 

 

3582.     Esquema para el examen

     de conciencia

 

I.    El esquema que aquí se propone para el examen de conciencia debe completarse y adaptarse según las costumbres locales y las diferentes personas.

      Cuando el examen de conciencia se hace para recibir el Sacramento de la Penitencia, conviene que cada uno se pregunte, ante todo, sobre lo siguiente:

 

1.   ¿Me acerco al Sacramento de la Penitencia con deseo sincero de purificación, de conversión, de renovación de vida y de una amistad más profunda con Dios? ¿O bien lo considero como algo molesto que sólo se recibe muy raramente?

2.   ¿He olvidado o callado deliberadamente algún pecado grave en mis anteriores confesiones?

3.   ¿He cumplido la penitencia recibida? ¿He reparado las injusticias cometidas? ¿Me he esforzado por llevar a la práctica los propósitos de ajustar mi vida al Evangelio?

      A la luz de la Palabra de Dios cada uno examina su vida:

 

II.  Dice el Señor

      “Amarás al Señor, tu Dios, con todo el corazón”.

 

1.   ¿Tiende mi corazón a Dios de manera que en verdad lo ame sobre todas las cosas en el cumplimiento fiel de sus mandamientos, como ama un hijo a su padre, o por el contrario, vivo obsesionado por las cosas temporales? ¿Actúo en mis cosas con recta intención?

2.   ¿Es firme mi fe en Dios, que nos habló por medio de su Hijo? ¿Me adhiero firmemente a la doctrina de la Iglesia? ¿Tengo interés en mi instrucción cristiana, escuchando la Palabra de Dios, participando en la catequesis, evitando cuanto pudiera dañar mi fe? ¿He profesado siempre con valor y sin temores mi fe en Dios y en la Iglesia? ¿He manifestado mi condición de cristiano en la vida pública y privada?

3.   ¿He rezado mañana y noche? ¿Mi oración es un verdadero diálogo de la mente y del corazón con Dios o un puro rito exterior? ¿He ofrecido a Dios mis trabajos, alegrías y sufrimientos? ¿Recurro a él en mis tentaciones?

4.   ¿Tengo reverencia hacia el nombre de Dios o le ofendo con blasfemias, falsos juramentos o usando su nombre en vano? ¿Me he conducido irreverentemente con la Virgen María y los Santos?

5.   ¿Guardo los domingos y días de fiesta de la Iglesia, participando activa, atenta y piadosamente en la celebración litúrgica, y especialmente en la Misa? ¿He cumplido el precepto anual de la confesión y comunión pascual?

6.   ¿Tengo quizás otros “dioses”, es decir cosas por las que me preocupo y en las que confío más que en Dios, como son las riquezas, las supersticiones, el espiritismo o cualquier forma de magia inútil?

 

III. Dice el Señor:

      “Ámense los unos a los otros como yo los he amado”.

1.   ¿Tengo auténtico amor a mi prójimo o abuso de mis hermanos usándolos para mis fines o portándome con ellos como no quisiera que se portasen conmigo? ¿Los he escandalizado gravemente con palabras o con obras?

2.   ¿He contribuido, en el seno de mi familia, al bien y a la alegría de los demás con mi paciencia y verdadero amor? ¿Han sido los hijos obedientes a sus padres, ofreciéndoles respeto y ayuda en sus necesidades espirituales y materiales? ¿Se preocupan los padres de educar cristianamente a sus hijos, ayudándoles con el ejemplo y con la autoridad paterna? ¿Son los esposos fieles entre sí en el corazón y en la vida?

3.   ¿Comparto mis bienes con quienes son más pobres que yo? ¿Defiendo en lo que puedo a los oprimidos, ayudo a los que viven en la miseria, estoy junto a los débiles, o por el contrario, he despreciado a mi prójimo, sobre todo a los pobres, débiles, ancianos, extranjeros y hombres de otras razas?

4.   ¿Realizo en mi vida la misión que acepté en mi Confirmación? ¿Participo de las obras de apostolado y caridad de la Iglesia y en la vida de mi parroquia? ¿He tratado de remediar las necesidades de la Iglesia y del mundo, he orado por ellas, por ej., por la unidad de la Iglesia, la evangelización de los pueblos, la realización de la paz y la justicia?

5.   ¿Me preocupo por el bien y la prosperidad de la comunidad humana en la que vivo, o me paso la vida preocupado tan sólo en mí mismo? ¿Participo, según mis posibilidades, en la promoción de la justicia, la honestidad de las costumbres, la concordia y la caridad en la convivencia? ¿He cumplido con mis deberes cívicos? ¿He pagado mis tributos?

6.   ¿Soy justo, responsable y honesto en mi trabajo o empleo, prestando con amor mi servicio a la sociedad? ¿He pagado a mis obreros y a los que me sirven, el salario justo? ¿He cumplido mis promesas y contratos?

7.   ¿He prestado a las legítimas autoridades la obediencia y el respeto debidos?

8.   Si tengo algún cargo o ejerzo alguna autoridad, ¿los uso para mi utilidad personal o para el bien de los demás, en espíritu de servicio?

9.   ¿He mantenido la verdad y la fidelidad o he perjudicado a alguien con palabras falsas, con calumnias, mentiras, juicios temerarios o violaciones de algún secreto?

10. ¿He causado algún daño a la vida, la integridad física, la fama, el honor o los bienes de otros? ¿He procurado o inducido al aborto? ¿He odiado a alguien? ¿Me siento separado de alguno por causa de peleas, injurias, ofensas o enemistades? ¿He rehusado, por egoísmo, presentarme como testigo de la inocencia de alguien?

11. ¿He robado o deseado injusta o desordenadamente los bienes de otros o les he infligido algún daño? ¿He procurado restituir o reparado ese daño?

12. Si alguien me ha injuriado, ¿me he mostrado dispuesto a la paz y a conceder, por el amor de Cristo, el perdón, o mantengo deseos de odio y venganza?

 

IV. Dice el Señor Jesús

      “Sean perfectos, como su Padre es perfecto”.

 

1.   ¿Cuál es la orientación fundamental de mi vida? ¿Me anima la esperanza de la vida eterna? ¿Me esfuerzo en avanzar en la vida espiritual por medio de la oración, la lectura y meditación de la Palabra de Dios, la participación de los sacramentos y la mortificación? ¿Estoy dispuesto a reprimir mis vicios, mis inclinaciones y pasiones malas, como son la envidia o la gula en la comida,  bebida? ¿Me he levantado ante Dios con soberbia y orgullo, menospreciando a los demás y creyéndome superior a ellos? ¿He impuesto mi voluntad a los demás sin respetar la libertad y los derechos ajenos?

2.   ¿Qué uso he hecho de mi tiempo, de mis fuerzas y de los dones que Dios me dio, como los “talentos del Evangelio”? ¿Los he usado en superarme y perfeccionarme a mí mismo, o bien he sido ocioso y perezoso?

 

 

3583.     Lectio Divina (a)

 

Se trata de una forma de oración ampliamente extendida en la Iglesia durante siglos. Se divide en tres partes: lectio o lectura espiritual, meditación, oración.

      He aquí una manera de practicarla:

      Ponte en la presencia de Dios tomando conciencia de su presencia en este rato que le vas a dedicar...

 

Toma tu Biblia y empieza a leer hasta que topes con una frase o una palabra que te llame la atención, que te atraiga... no se trata de leer sólo por curiosidad, para saber más, sino de despertar tu corazón a la oración.

      Supongamos que te sientes impresionado por una frase del Evangelio, un versículo de un salmo. Entonces pones punto final a la lectio y empieza la meditación...

 

Medita con tu boca y con tu corazón, repite la frase incansablemente en voz alta o calladamente, no intentes entenderla nada más que con tu cabeza, permite que esas palabras caigan dentro de tu corazón y de tu mente, que se conviertan en parte tuya... al hacer esto saborea y gusta las palabras que repites, déjate empapar por ellas.

      Cuando lo hayas hecho durante un rato, habrás saboreado suficientemente su contenido.

 

Ahora es el momento de comenzar la oración. Ora espontáneamente diciéndole al Señor lo que esta frase, estas palabras van sugiriendo dentro de ti, lo que te han dicho de El, de ti, de la realidad, lo que van haciendo surgir dentro de ti. O limítate a estar delante del Señor en silencio todo el tiempo que puedas permanecer sin distracciones... cuando empiezas a caer en ellas, abre de nuevo tu Biblia y comienza de nuevo a leer.

      Cuanto más profundo sea el silencio de tu corazón, más fuerte será el impacto de la Palabra de Dios en tu ser.

 

 

3584.     Lectio Divina (b)

 

1)   Elige una frase bíblica y decide de antemano el tiempo que vas a dedicarle para meditarla, quizás entre 15 minutos y una media hora.

2)   Repite en tu corazón varias veces la frase bíblica. Permite que esas palabras vayan entrando en tu corazón y en tu mente hasta que se conviertan en parte tuya... trata de saborear y gustar las palabras que repites, déjate empapar por ellas. Aplícale a estas palabras todos tus sentidos: la vista (mirar a Jesús), el gusto (gustar de su cercanía y de su entrega), el oído (oír al Señor), el tacto (palpar a Jesús que se entrega en la cruz), la imaginación (imagina que estás en el calvario), la razón (piensa, reflexiona qué implica seguir a Jesús en tu vida concreta).

3)   Ora espontáneamente diciéndole al Señor lo que esta frase ha despertado en ti, considera tu situación de vida concreta. Conversa con el Señor y pide al Espíritu Santo que te ayude.

4)   Contempla al Señor en el silencio. Adora al Señor.

 

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