Las raíces bíblicas | ||
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Las raíces bíblicas "Cuando comenzó (Jesús) a predicar en Galilea, en torno a los treinta años, sus oyentes sabían perfectamente de dónde venía. Lo que les desconcertaba no eran sus orígenes humanos del joven profeta, que conocían de sobra, sino la asombrsosa sabiduría con que hablaba y el poder milagroso de sus actos. Esa sabiduría y ese poder no se corresponían con lo que ellos sabían de su humilde origen, por lo que resultaban inexplicables: "¿De dónde le viene a éste esa sabiduría y esos milagros?", se preguntaban extrañados (Mt 13,54). "No es éste el carpintero, el hijo de María?" (Mc 6,2). "¿No es éste el hijo de José?" (Lc 4,22). "¿No conocemos todos a su padre y a sus madre?" (Jn 6,42)(LECLERC, Éloi, El Reino escondido,Santander, 1997, 13. En adelante se citará con la sigla ERE). "Efectivamente, Jesús pasó los treinta primeros años de su vida en una humilde aldea situada en los repliegues de las montañas de la Baja Galilea, a unos 105 kilómetros al norte de Jerusalén. La actual ciudad de Nazaret apenas da idea de la pequeñez de la aldea de Jesús. Sólo algunas viejas callejuelas permiten aún imaginar su antigua fisonomía. Nazaret era entonces una aldea de unos 1500 a 2000 habitantes y sin motivo alguno para ser conocida." (ERE, 14). "Sus habitantes eran gente sencillas (labradores, pastores, artesanos...) que llevaban una vida esencialmente rural. La campiña circundante era hermosa y fértil, y en ella se cultivaba el trigo, la vid y diversos árboles frutales" (ERE 14). "Fue en medio de esta población sencilla y trabajadora donde creció Jesús, que pasó en Nazaret no sólo su infancia y su adolescencia sino también los diez primeros años de su vida adulta. había nacido en una familia de modestos artesanos. José, su padre legal, tenía un taller de carpintero, y él, en cuanto tuvo edad de trabajar, aprendió también el oficio" (ERE, 14). "Como todos los niños de Nazaret, Jesús frecuentaba la pequeña escuela rabínica del pueblo y la sinagoga. Fue allí donde aprendió a leer y a escribir, a cantar y a rezar. Además de la escuela estaba la familia, que desempeñó un importante papel en la educación del niño. María, su madre, formaba con José una pareja creyente, piadosa y fiel a la observancia de la ley de Moisés (cf. Lc 2,22.27.39), por lo que todos los años peregrinaban a Jerusalén. Gracias a ellos, Jesús fue iniciado muy pronto en la tradición litúrgica de Israel.El exegeta Joaquim Jeremias hace esta importante observación: "Jesús pertenecía a un pueblo que sabía orar". En la vida familiar judía, efectivamente, había tres momentos de oración que jalonaban la jornada: por la mañana y por la tarde, se recitaba el Shemá, que es una profesión de fe en el único Dios: "Escucha, Israel, el Señor, nuestro Dios, es el único Señor. Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas. Las palabras que hoy te digo quedarán en tu memoria, se las inculcarás a tus hijos y hablarás de ellas cuando esté en casa y cuando vayas de camino, cuando te acuestes y cuando te levantes" (Dt 6,4-7). Así, a través de estas oraciones y de estas prácticas familiares, Jesús aprendió desde su más tierna infancia a conocer al Dios único, al Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob,"Señor del cielo y de la tierra" " (ERE, 15). "También en Nazaret aprendió Jesús que el reino de Dios se deja descubrir por los caminos de la simplicidad y la pobreza y en las relaciones humanas ajenas a toda voluntda de dominio. Sin duda, viendo el proceder de María y de José en casa y en la convivencia con los vecinos de la aldea fue como germinó en su corazón y en su espíritu la idea que un día expondrá públicamente y que constituirá el núcleo central de su enseñanza: "Dichosos los pobres de espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos. Dichosos los mansos, los misericordiosos, los pacíficos..." El Magnificat, ese cántico que Lucas pone en labios de maría en el momento de la visita a su prima Isabel, traduce con exactitud y acierto la espiritualidad que debía de reinar en el hogar de Nazaret: la de los pobres de Yahvé, los anawin." (ERE, 17). La actitud de confianza filial se refleja en algunos salmos, es "la confianza propia de un niño. El pobre de eYahvé encuentra entonces la paz y la serenidad en el abandono característico del niño pequeño" (ERE, 20): "Señor, mi corazón no es ambisioso ni mis ojos altaneros; no pretendo grandezas que superan mi capacidad; sino que acallo y modero mis deseos, como un niño en brazos de su madre" (Sal 131,1-2). ¿Es posible penetrar aún más en la experiencia íntima del joven Jesús en Nazaret?...un incidente narrado por Lucas nos permite levantar un poco el velo. A los doce años, Jesús acompaña por primera vez a sus padres en una peregrinación anual a Jerusalén. Al regreso, después de una jornada de camino María y José caen en la cuenta de que su hijo no se encuentra, como pensaban, en el grupo de los parientes y conocidos. Desandando el camino, le encuentran al fin, al cabo de tres días en el Templo, sentado entre los maestros y los doctores de la Ley y ocupado en escucharles y preguntarles. María no puede contenerse y le reprocha: "Hijo, ¿por qué te has portado así con nosotros? ¡Mira con qué angustia te buscábamos tu padre y yo!" A lo que Jesús replica: "Por qué me buscabais? ¿No sabías que yo tengo que estar en las cosas de mi Padre?" (Lc 2,41-50)." (ERE, 22). "Este modo de proceder de Jesús y la explicación que da son sorprendentes en un niño de doce años. Manifiestan una conciencia de sí mismo poco corriente; particularmente, una conciencia de su relación con Dios que le hace diferente. Al hablar de Dios, Jesús no dice: "el Padre", sino "mi Padre". Y lo hace de una manera totalmente espontánea, como algo que cae por su propio peso. ...Ciertamente, Dios era el Padre común de Israel, pero jamás se le ocurriría ni al judío más piadoso llamar a Dios "mi Padre", y menos aún empleando el término infantil "Abba" (papá). Era un lenguaje tan inaudito que, como dice Lucas, María y José no le comprendieron (Lc 2,50)" (ERE, 22-23)...Aunque María sabía que su hijo era fruto del Espíritu Santo, y por esto era "hijo de Dios", por lo que ella guardaba todo esto en su coarzón y lo meditaba. "Desde que tuvo capacidad de pensar, Jesús concibió enseguida a Dios como Padre. No sólo como el Padre común de todo Isarel, sino como su propio Padre, con quien mantenía una relación de intimidad." (ERE, 23).
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