La Universidad Católica: un proyecto para el Siglo XXI

 

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Discurso del Sr. Rector Dr. Pedro Pablo  Rosso con motivo de la Inaguración del año académico 2000.
Centro de Extensión, Santiago, 14 de Abril del 2000

La Pontificia Universidad Católica de Chile: Un proyecto para el Siglo XXI

1) "La inaguración del año académico invita a celebrar nuestros ideales y a rememorar a quienes son parte de nuestra historia. Esta Universidad es un testimonio de lo que puede alcanzarse cuando grandes tareas se asumen con fe, voluntad y total entrega. En nuestra centenaria existencia, esa actitud ha sido muy fecunday ha establecido la forma en que asumimos los desafíos y adversidades.

2) Como nuevo Rector, adquiero solemnemente la responsabilidad de conservar y acrecentar el legado de los constructores de nuestra Casa de Estudios; y como signo de compromiso con quienes nos precedieron, quiero dedicar a ellos este discurso, en el cuel no mencionaré sus grandes obras, ni evocaré el tiempo que los vio pasar. Sólo deseo proclamar la vigencia del espíritu visionario que los inspiró y la confianza que los impulsó a proyectarse al futuro. En ese ánimo quiero invitarlos a pensar en la Pontificia Universidad Católica del siglo XXI.

3) Esta Corporación Universitaria, que en sus inicios fue sólo una vieja casona con pocos alumnos, nació al amparo de la Iglesia para ser, en nuestro país, custodia del saber iluminado por la fe. Desde entonces nos hemos esforzado en esta tarea, multiplicando las posibilidades de transmitir ese conocimiento y nuestros valores a las nuevas generaciones. En esta vocación de servir y en la apertura a compartir lo que sabemos se cumple nuestra misión social. Mediante ella nuestro quehacer penetra en la cultura de la sociedad chilena, enriqueciéndola y orientándola. A su vez, en un mutuo intercambio, la cultura, y los elementos que la plasman y la tensan son recogidos por nuestros investigadores, que buscan comprenderlos y aportar soluciones. Por esta íntima y dinámica vinculación, la Universidad es comprensible sólo si se analiza en el contexto del cuerpo social que la constituye y al que  se debe. En consecuencia, no podemos pensar en el futuro de nuestra Universidad sin considerar primero el futuro de Chile.

4) Nuestro país vive una promisoria etapa de su historia. Muchos coinciden en señalar que, desde la perspectiva del presente, el logro de una sociedad más justa y próspera parece una meta alcanzable en las próximas décadas. No obstante, ese objetivo impone altas exigencias. Implica, como factor gravitante, transitar hacia una economía exportadora de bienes elaborados, lo que significa competir en el ámbito "globalizado" de las "llamadas economías del conocimiento". Además, debe incrementar su productividad, ampliar su base de comunicaciones e informática, capacitar su fuerza de trabajo y mantener una alta tasa de inversiones. Paralelamente, requiere continuar avanzando en su agenda social, incluyendo las acciones para erradicar la pobreza extrema y enfrentar nuevos y grandes retos, como la organización urbana, la delincuencia y el consumo de drogas. Algunos de estos problemas están entretejidos con una serie de cambios de actitudes y valores, inducidos por la inserción internacional del país, éstos abarcan desde la aparición de nuevos hábitos hasta la pérdida de algunas tradiciones.

5) Aún cuando estos desafíos son múltiples y de naturaleza diversa, comparten el hecho que tanto sus causas como el éxito con que pueden ser abordados dependen, en último término, de la forma en que entendemos y percibimos las cosas y de cómo esa forma de mirar el mundo nos mueve a la acción. Dicho en otras palabras, subyace en ellos una determinante cultural. Pero la cultura es algo que en la vida concreta surge de las personas, que son sujetos y artífices de la misma. En consecuencia, cuando pensamos en el futuro de Chile y en el desafío de lograr su pleno desarrollo, no debemos concebir ese proceso sólo en términos de alienación de ciertas "macrovariables", sino también como un camino de perfeccionamiento individual que emprende una multitud de personas, en susecivas generaciones.

6) El reconocimiento de esta vinculación profunda e interdependencia entre el desarrollo y la cultura, entre la persona humana y la sociedad, es un elemento clave en la doctrina social de la Iglesia. Como manifiesta Juan Pablo II en la encíclica Centessimus Annus : "Toda actividad humana tiene lugar dentro de una cultura y tiene una recíproca relación con ella. Para una adecuada formación de esa cultura se requiere la participación directa de todo el hombre, el cual desarrolla en ella su actividad, su inteligencia, su conocimiento del mundo y de los demás hombres. A ello dedica también su capacidad de autodominio, de sacrificio personal, de solidaridad y de disponibilidad para promover el bien común" (51).

7) Como enfatiza el mimso Juan Pablo II en otras de sus encíclicas, no avanzaremos en las indispensables transformaciones de la vida económica y social sino se produce previamente una verdadera conversión de las mentalidades y de los corazones (Cf. Red hom, 13).

8) Podemos afirmar, entonces, que la construcción de un futuro mejor para Chile pasa por las personas y, de un modo particular, por quienes tendrán la responsabilidad de asumir cargos directivos. Nuestra Univeridad, por su carácter de nacional  su vocación de servicio público, debe aspirar al protagonismo de ese cambio cultural, impulsándole mediante la educación de personas con una nueva actitud y competencias: más cultas, abiertas, emprendedoras, solidarias e íntegras. Y, por otra parte, mediante el saber que cultiva y que sus investigadores y egresados entregan a la sociedad.

9)En el campo formativo, es deseable que nuestro proyecto educacional propenda a una formación más amplia de las personas y no a una mera capacitación profesional. Se trata de que entreguemos a nuestros estudiantes un "sello común" en el cual se reflejen nuestros valores y actitudes. Particularmente, en una sociedad donde predomina una ideología individualista, nos interesa educar para la solidaridad y el respeto a la vida y la dignidad de las personas.

10) Decía, que estamos centrados principalmente en la capacitación de profesionales. Por lo mismo, quienes egresan de nuestras aulas poseen un conocimiento especializado que se limita, casi exclusivamente, a una sola y angosta parcela del vasto saber humano. Esto redunda en la adquisición de visiones tubulares del mundo. Pienso que el tipo de educación que estamos entregando a nuestros alumnos, no es el que demana el cambio cultural que deseamos inducir en Chile. Tampococorresponde a los que nos solicita la Iglesia. En diversos documentos, ésta ha manifestado su deseo que en las universidades católicas los estudiantes puedan armonizar lo profesional con lo humanístico, desarrollando sus propios puntos de vista sobre las cosas. Por otra sparte, estas metas coinciden con aquellas definidas por los organismos internacionales laicos dedicados a la educación universitaria, los que plantean la necedidad urgente de establecer programas orientados a formar personas con una comprendión general del mundo, motivadas a la acción, provistas de sentido crítico y capaces de analizar los problemas complejos de la sociedad en que viven.

11) Lograr en nuestros estudiantes esa actitud frente al mundo debería ser uno de los grandes objetivos de nuestra Universidad. Considero que podríamos aproximarnos al mismo mediante la creación de un programa de bachillerato más amplio y flexible que el actual, utilizándolo como un plan común de acceso a todos los otros programas de formación. Vale decir, la obtención del grado de bachiller sería un requicito para el ingreso a las licenciaturas o a los programas de postgrado. Esto aseguraría que todos nuestros egresados habrían estado expuestos a los contendios y métodos de diversas disciplinas artísticas, humanísticas y científicas.

12) Un cambio tan importante como e mencioando, obligaría a realizar una revisión de las carreras profesionales, con miras a camiar sus objetivos, malla curricular, contenidos y, obviamente, su duración. Nadie discute que en la actualidad estamos formando buenso profesionales en cuanto al "saber hacer" que adquieren, pero desde la perspectiva de las actuales tendencias en la educación superior, la mayoría de las carreras profesionales de nuestra universidad y de otras universidades chilenas podrían beneficiarse de una profunda revisión. Al respecto, los más distinguidos expertos mundiales en educación superior han manifestado la urgente necesidad de adecuar la formación profesional universitaria a las nuevas realidades laborales y culturales. En concreto, proponen que se declare obsoleta la actual educación pasiva, centrada en el profesor y cargada de contenidos innecesarios, que utiliza evaluaciones fiscalizadoras, y que ha alcanzado los límites de su densidad temática y exigencia presencial del estudiante. En su reemplazo, se recomienda adoptar un proceso de aprendizaje activo, centrado en los estudiantes, que prepara para la búsqueda de información y la solución de problemas nuevos, que utiliza evaluaciones formativas, y que entrega a los estudiantes una mayor cantidad de tiempo de estudio administrado por ellos mismos, junto con las herramientas y la motivación para continuar y ampliando y actualizando conocimientos toda la vida.

13) Considero que para nuestra Universidad es prioritario enfrentar en forma decidida este aspecto. Enfatizando un concepto que ya he mencionado, es necesario que asumamos el hecho de que la sociedad más compleja del futuro, donde la expansión aún mayor del conocimiento incremetará su disgregación presente, tendrá una gran necesidad de personas capaces de comprender el mundo en su conjunto y proponer las grandes síntesis conceptuales que orientan a la sociedad entera hacia la solución de sus problemas. Esta propuesta que hoy formulo debe ser un compromiso de muchos. Es una tarea que nos trasciende porque es parte de una misión para el país. Por este motivo y al ver la presencia de tan distinguidas figuras de la educación, de los rectores de otras importantes universidades, quiero formular una invitación muy sincera, muy humilde, para que podamos a futuro, establecer los puentes y las instancias que nos permitan pensar, proyectar y trabajar juntos en una convergencia que la amistad universitaria puede hacer posible y que las futuras generaciones nos agradecerán.

14) Junto con la puesta en marcha de un proyecto educacional distinto, será necesario capacitar a los profesores que participan en él, familiarizándose con los nuevos objetivos y métodos. Idealmente, en un sistema renovado que privilegia el aprendizaje más que la enseñanza, los docentes deben abandonar el papel de conferencistaas y asumir el de maestros-tutores. Para resumirlo en una frase, será necesario poner en marcha un proceso de capacitación, una verdadera "escuela" para profesores universitarios, dentro de nuestra Universidad. Existen experiencias muy positivas de este tipo en varias universidades extranjeras de gran tradición y prestigio.

15) El futuro de la universidad depende, en gran medida, de la calidad de sus profesores. Hacer que permanezcan en ella supone un ambiente intelectualmente estimulante, una buena infraestructura, alumnos exigentes y el respaldo de remuneraciones adecuadas y otros beneficios. Alcanzar estos aspectos, con todo lo que significa, es un tema prioritario.

16) Similar preocupación debemos mantener por los funcionarios no académicos de nuestra Universidad, generando grupos de trabajo gratos y eficientes, junto con una oferta amplia de capacitación.

17) Mi segunda propsición relativa a nuestra Universidad del futuro supone un giro copernicano. Como he mencionado, hasta ahora hemos sido una institución de educación superior centrada en la formación de profesionales. El desafío es transformarnos en una Universidad centrada en el cultivo del saber, capaz de conducir y sustentar a Chile hacia una nueva etapa en la construcción de su futuro. Esto implica crecer muy fuertemente en el área de las ciencias, de las artes y de las humanidades, transformándolas en el alma, por así decirlo, de nuestra vida académica, sin descuidar por eso nuestras actuales fortalezas. Nuestro país necesita universidades del saber para derrotar la pobreza y solucionar otros graves problemas sociales; para avanzar en su transformación económica, para mejorar la gestión de las empresas y permitirles enfrentar con éxito la globalización, para revalorar sus tradiciones, para proteger su medio ambiente y preservar sus recursos naturales. Parafraseando a Andrés Bello, si Chile pretende salir de su actual estado de nación emergente debe adquirir la capacidad de "pensarse a sí mismo". Y esta capacidad radica en las universidades que son grandes centros de cultivo, acrecentamiento y transmisión de nuevo saber.

18) Esta propuesta surge de la simple constatación que esas áreas son las columnas intelectuales que sustentan a las grandes universidades del mundo e, indirectamente, a los países líderes. Estas instituciones han alcanzado el reconocimiento del que gozan no por la excelencia de los profesionales que forman sino porque son grandes centros de investigación. Si logramos avanzar decididamente en este proyecto, alcanzando una base mucho más fuerte que la actual en la investigación científica, reflexión humanística y creación artística, surgirán, naturalemnete, de este ámbito y en coordinación con las escuelas profesionales, los programas de formación renovados de pregrado, incluyendo el nuevo bachillerato, y el incremento en los programas de postgrado. Desde aquí irradiaremos el nuevo saber que vitalizará intelectualmente a nuestro país.

19) Para esta tarea ya contamos con un núcleo académico significativo. Al respecto, basta recordar que un cuarto de la actividad científica nacioanl se realiza en nuestros laboratorios y que varios de nuestros profesores han alcanzado un reconocimiento internacional por sus contribuciones. Sin embargo, als humanidades y las artes, necesitadas de una fuerte inyección de personas y mejoría de infraestructura, demandan una atención especial. Considero urgente poner en marcha un proyecto de desarrollo académico de estas áreas, dedicando a ella los recursos adicionales que sean necesarios. Particular interés reviste para nuestra Universidad el cultivo de la teología, disciplina que tiene un papel único en el diálogo entre la fe y la razón, una de las tareas encomendadas por el Magisterio a las universidades católicas.

20) Para finalizar, quisiera referirme a dos aspectos de nuestra vida universitaria que son muy importantes. El primero es la catolicidad de la misma, y el segundo la necesidad de que nuestra Universidad, mediante sus profesores y sus voceros oficiales, mantenga un diálogo activo con la sociedad. Ambos aspectos están estrechamente relacionados.

21) La catolicidad no es un mero atributo sino una parte inseparable de nuestro ser institucional. El carácter de Universidad católica debe surgir de la vida de fe de cada uno de los miembros de nuestra comunidad universitaria. Ese es el "curriculum implícito" y, a la vez, el elemento que junto a nuestra formación en valores y el desarrollo de una responsabilidad ética, debe diferenciar nuestro proyecto educativo de otros. El compromiso con la fe cristiana debe manifestarse en nuestra forma de vivir en el amor de Cristo, lo que significa una comunidad académica que cultiva un saber que refuerza la fe, y acoge en su seno a académicos y alumnos con otras creencias o visiones distintas. No avanzaremos en la tarea de formar jóvenes con una actitud más solidaria, más abierta a la pluralidad y complejidades del mundo, si somos incapaces de vivir esos valores en nuestra comunidad académica.

22) Además, el Magisterio espera que las universidades católicas sirvan eficazmente a las comunidades donde están insertas, aportando los conocimientos que surgen de sus investigadores, particularmente aquellas que entregan soluciones para los problemas contemporáneos relativos a la dignidad de la vida humana, la justicia, la calidad de vida personal y familiar, la protección de la naturazleza, la búsqueda de la paz social, la consolidación de la democracia, y la distribución equitativa de los recursos. La promoción y discusión amplia de estos problemas debe concretarse en un activo diálogo para esta área, coordinando en un objetivo común el aporte de todos nuestros medios de comunicación.

23)La mención de nuevos proyectos, como los que he presentado, motiva muchas preguntas sobre el futuro: ¿Cómo queremos que sea nuestra institución dentro de un cuarto de siglo? ¿Cuál será el perfil de nuestros egresados? ¿Cuántos estudiantes tendremos? ¿Qué tipo de fortaleces acadámicas deseamos? ¿Cuáles serán nuestras ventajas comparativas en un sistema nacional e internacional?

24) No tengo respuestas específicas para ninguna de estas preguntas, pero considero esencial que intentemos abordarlas. Se trata de diseñar un futuro a largo plazo para evitar encontrarnos atrapados en un futuro diseñado por otros. No queremos que eso ocurra.

25) Hoy me he limitado a enunciar algunas de las grandes tareas que nos esperan evitando la discusión de otros como: la investigación; el postgrado, la interdiciplinariedad, la infraestructura académica, la educación continuada y otros aspectos, porque me interesa conocer antes la opinión de mi comunidad universitaria y en consecuencia darles a ustedes la oportunidad de analizarlas y discutirlas.

26) Buscando esa participación, he decidido convocar a una jornada de reflexión a todos los profesores y alumnos que integran los Consejos de Facultad de todas las facultades de la Universidad. En esta jornada quisiera exponerles con mayor detalle mi visión de la Universidad e invitarlos a que se constituyan en comisiones para ahondar los diversos temas que nos preocupan. A su vez, esas comisiones podrán consultar con los expertos intra y extramurales que consideren necesarios. Para facilitar el trabajo grupal, les entregaré un documento que contiene algunas de las ideas que he presentado hoy, además de otras, y el esbozo de un plan de acción. Los comentarios y sugerencias de las comisiones de trabajo me servirán para elaborar un Plan de Desarrollo para el período de mi mandato, que en su momento, someteré a la consideración del Honorable Consejo Superior. Una de las comisiones estudiará aspectos concernientes a las políticas del personal y para este fin quiero convocar, también, a representantes de nuestros funcionarios.

27) Las grandes metas y el crecimiento orientado a objetivos predefinidos reflejan la vitalidad de una institución. El espíritu universitario es inquieto y crítico. Está siempre en la búsqueda de su propia perfección y, por lo tanto, abierto a la innovación y al cambio. El ser universitario es un movimiento y no una condición, una travesía y no un puerto. Mi invitación a imaginar y planear el futuro es una prueba de confianza en nuestros medios y en nuestra historia, que debe traducirse en un ejercicio de la audacia cristiana que no teme al mundo y a los hombres, porque sabe que Dios no abandona a su pueblo.

Muchas gracias".

 

 

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