La única respuesta adecuada al sacrificio de Cristo en el Calvario es la rendición incondicional a Él. El amor divino tan maravilloso no puede ser satisfecho con algo menos que la entrega de nuestra vida, nuestra alma, nuestro todo...
El Señor Jesús planteó exigencias rigurosas a los que iban a ser sus discípulos, demandas que han sido totalmente olvidadas en estos días de vida materialista. Con mucha frecuencia consideramos el cristianismo como un escape del infierno y una garantía del cielo. Aún más, pensamos que tenemos perfecto derecho a disfrutar de lo mejor de esta vida. Sabemos que en la Biblia hay muchos versículos que hablan fuerte acerca del discipulado, pero nos parece difícil conciliarlos con nuestras ideas a cerca de lo que debe ser el cristianismo.
Aceptamos que los soldados entreguen sus vidas por razones patrióticas. No nos extraña que los hombres pongan su vida por ideologías políticas. Pero que la característica de la vida de un seguidor de Cristo sea "sangre, sudor y llanto", nos parece remoto y difícil de asimilar. Sin embargo, las palabras del Señor Jesús, son bastante claras. No hay el más mínimo lugar para malinterpretarlas si las aceptamos en su verdadero valor. Estas son las condiciones del discipulado tal como las dió el Salvador al mundo:
1. Amor Supremo Por Jesucristo
Si alguno
viene a mí, y no aborrece a su padre, y a su madre, y mujer e hijos,
y hermanos, y aún también su vida, no puede ser mi discípulo
Lc 14:26.
Esto
no quiere decir que debamos tener indisposición o mala voluntad
en nuestro corazón hacia nuestros familiares, sino que nuestro amor
a Cristo debe ser tan denotado que en comparación, todos los demás
afectos parezcan odio. En realidad, la parte más difícil
de este pasaje es la expresión "y aún su propia vida".
El amor propio es uno de los obstáculos más persistentes
para el discipulado. Mientras no estemos dispuestos a ofrecer voluntariamente
nuestra vida a disposición de Cristo, no estaremos en el lugar donde
Él desea que estemos.
2. Negación Del YO
"Si
alguno viene en pos de mí, niéguese a sí mismo..."
La negación del Yo, no es lo mismo que la abnegación. Esto
último significa privarse de algunas comidas, placeres o posesiones.
La negación del Yo es una sumisión tan completa al Señorío
de Cristo, que el Yo no tiene derechos ni autoridad alguna. Significa que
el Yo abdica del trono. Henry Martin lo expresa así "Señor,
no permitas que tenga voluntad propia ni considere que mi felicidad depende
en lo más mínimo de las cosas que pueden sucederme exteriormente,
sino que descanse completamente en tu voluntad".
3. Elección Deliberada
De La Cruz
"Si
alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo
y tome su cruz" Mt 16:24. Tomar la cruz no se refiere a una enfermedad
física o angustia mental, puesto que estas cosas son comunes a todos
los hombres. La cruz es una senda escogida deliberadamente. Es "un camino
que tal como el mundo lo considera es una dashonra y un reproche".
La cruz
es el emblema de la persecución, la verguenza y el abuso que el
mundo cargó sobre el Hijo de Dios y que el mundo cargará
sobre todos aquellos que elijan ir contra la corriente. Cualquier creyente
puede evitar la cruz conformándose a este mundo y a sus caminos.
4. Una Vida Invertida En Cristo
"Si
alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo
y tome su cruz, y sígame". Para comprender lo que esto significa
conviene preguntarse: ¿Cuál fue la principal característica
de la vida del Señor Jesús? Fue una vida de obediencia a
la voluntad de Dios, una vida de servicio desinteresado a los demás,
una vida de paciencia y tolerancia ante los más graves errores.
Fue una vida llena de celo y desgaste, templanza, mansedumbre, bondad,
fidelidad y devoción. Para ser sus discípulos debemos andar
como Él anduvo. Debemos mostrar el fruto de nuestra semejanza con
Cristo Jn 15:8.
5. Amor Ferviente Por Todos Aquellos
Que Son De Cristo
"En
esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviéreis
amor los unos con los otros" Jn 13:35. Este es el amor que considera
a los demás como mejores a uno mismo. Este es el amor que cubre
multitud de pecados. Este es el amor que es sufrido y es benigno; no es
jactancioso, no se envanece, no es injurioso, no busca lo suyo, no se irrita,
no guarda rencor, todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera y todo lo
soporta 1Cor 13:4-7. Sin este amor el discipulado sería un ascetismo
frío y legalista. Sería un címbalo que retiñe.
6. Permanencia Continua En Su
Palabra
"Si
vosotros permaneciéreis en mi palabra, seréis verdaderamente
mis discípulos" Jn 8:31. El verdadero discipulado se caracteriza
por la estabilidad. Es fácil empezar bien y lanzarse adelante en
un deslumbramiento de gloria. Pero la prueba de la realidad del discipulado
es la resistencia hasta el fin. "Ninguno que poniendo su mano en el
arado y mira hacia atrás, es apto para el reino de Dios" Lc
9:62. La obediencia ocasional a las Escrituras no sirve. Cristo desea que
los que le siguen lo hagan obedeciendo en forma constante y continuada.
7. Rechazo De Todo Por Seguir
A Cristo
"Así
pues, cualquiera de vosotros que no renuncia a todo lo que posee, no puede
ser mi discípulo" Lc 14:33. Esta es, tal vez, la menos apreciada
de las condiciones de Cristo para el discipulado, y se podría probar
que es el texto menos apreciado de la Biblia. Los teólogos y entendidos
pueden dar mil razones para probar que el versículo no quiere decir
lo que parece decir, pero los discípulos sencillos lo reciben con
ardor, aceptando que el Señor Jesús sabía lo que quería
decir. ¿Qué quiso decir con renunciar a todo? Significa
el abandono de todas las posesiones materiales que no nos sean absolutamente
necesarias y que se puedan usar en la extensión del Evangelio.
El que
renuncia a todo no se convierte en un despreocupado holgazán. Trabaja
arduamente para proveer a las necesidades comunes de su familia y de sí
mismo. Pero, como el fin de su vida es extender la obra de Cristo, invierte
en el trabajo del Señor todo lo que sobrepase sus inmediatas necesidades
y deja el futuro en las manos de Dios. Buscando primeramente el Reino de
Dios y Su justicia, él cree que nunca le faltará nada, ni
comida ni vestido. El no puede poner su confianza en dinero ahorrado cuando
hay almas que están pereciendo por falta del evangelio. No quiere
malgastar su vida acumulando riquezas que caerán en manos del Diablo
cuando Cristo regrese por sus santos. Desea obedecer el precepto del Señor
en contra del almacenar tesoros en la tierra, renunciando a todo, ofrece
lo que de todos modos no puede conservar y que ya ha dejado de amar.
Entonces tenemos que estas son las siete condiciones del Discipulado cristiano. El que esto escribe, comprende que al señalarlas se condena a sí mismo como un siervo inútil que es. Pero, ¿se suprimirá la verdad de Dios por la incompetencia de su pueblo? ¿No es verdad que el mensaje es más grande que el mensajero? ¿No es más correcto que Dios permanezca como un ser veraz y todo hombre sea considerado mentiroso? ¿No diremos como aquel anciano, siervo fiel del Señor: "Haz tu voluntad, aún cuando para ello tengas que quebrantarme"?
Cuando hayamos confesado nuestro fracaso pasado, enfrentemos decididamente lo que Cristo pretende de nosotros y procuremos ser verdaderos discípulos de nuestro glorioso Señor.