EL MURIO POR MI
Durante
La Guerra Civil
El gobierno llamó al padre de una familia
numerosa para que fuera como soldado. Cuando la esposa y los hijos supieron
la suerte que le había tocado a su progenitor, quedaron en la mayor
tristeza. Entonces, un joven, amigo de él, al darse cuenta de la
situación, se ofreció para ir a la guerra en su lugar.
-Yo he arreglado-, dijo él - todos
mis negocios y voy a ir a la guerra en tu lugar. No tengo ni esposa ni
hijos, de modo que si muero, no dejo a nadie huérfano.
-No puede ser-, contestó el padre,-no
puedo dejar que tú, mi amigo verdadero y fiel, te expongas a un
peligro tan grande por mí.
Pero toda oposición fue inútil.
El joven permaneció firme en su propósito y el amigo tuvo
que aceptar. La gratitud de la esposa y de los hijos era grande al verse
libres de la terrible angustia. El último adiós, cuando el
valiente joven se despidió de sus amigos para ir a la guerra, fue
conmovedor.
Pasaron meses de guerra encarnizada. Día
tras día, el padre leía con gran interés la lista
de muertos y heridos. Miles de valientes murieron en las lineas de combate,
mientras su amigo parecía escapar de la muerte. Sin embargo, un
día, al examinar aquella lista fatal, el primer nombre entre los
muertos era el del hombre que había tomado su lugar. Con gratitud
mayor que la de un hermano, llevó el cadáver de su amigo
y lo puso en el panteón familiar, y en el lugar donde su amigo había
caído combatiendo, levantó una lápida con esta sencilla,
pero conmovedora inscripción: El
murió por mí.
Esto es sustitucion. Cuando el jóven
murió, el padre dijo una verdad: -El murió por mí;
él entregó su vida en lugar de la mía-. ¡Qué
acción más noble y grande!
Aunque haya alguien que dé su vida
por su amigo, hay un amor todavía mayor. En los evangelios se nos
cuenta del amor más grande del mundo. Allí encontramos que
el Señor Jesucristo dio su vida por todos los pecadores, por usted
y por mí. Se dió a sí mismo por nosotros. "Llevó
él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que
nosotros, estando muertos a los pecados, vivamos a la justicia"
1Pedro 2:24. "La paga del pecado es muerte"
Rom 6:23. ¿Tiene usted un sustituto, o, va a morir usted?
Es posible que usted sea una persona honrada,
moral, bondadosa, y hasta religiosa; sin embargo, si no se aprovecha del
Sustituto, después de la muerte tendrá que llevar el castigo
de sus propios pecados en su persona. El último día, usted
resucitará y sufrirá pena de eterna
perdición, excluído de la presencia del Señor
2Tes 1:9. Porque el hombre que muere en sus pecados no puede estar en la
presencia del Dios Santísimo. Su conciencia no puede estar tan insensible
que pueda decir con sinceridad que ha hecho todo lo que Dios pide. Sin
embargo, hay personas que piensan que están cumpliendo con Dios,
pero la Biblia dice en Rom 3:23 "no existen diferencias,
puesto que todos han pecado y se hallan separados de la gloria de Dios".
A las personas que están confiando
en su propia justicia, también les dice: Sabiendo
que el hombre no es justificado (salvado) a base de las obras de la ley,
sino por medio de la fe de Jesucristo, nosotros también hemos creído
en Cristo Jesús, para ser justificados a base de la fe de Cristo
y no de las obras de la ley, por cuanto nadie será justificado a
base de las obras de la ley" Gálatas 2:16.
Usted necesita este Sustituto, Jesucristo.
El Hijo de Dios cargó la ira del Dios Justo, al llevar los pecados
de cada ser humano, concretamente los de usted, querido amigo. El Padre
aceptó el sacrificio de Cristo en sustitución de la muerte
de cada uno de nosotros y para el perdón de todos nuestros pecados.
Si usted, arrepentido, se vuelve a Cristo,
reconociéndole de todo corazón, como Señor y Salvador
en su vida, usted quedará salvo para la eternidad, y libre de la
esclavitud del pecado para vivir en adelante en el poder del Espíritu
Santo (Romanos 8). No espere, dígale: "Señor, confío
en tu promesa que dice: Al que a mí viene,
no le echo fuera Juan 6:37.¡Lector, no le rechace!
Maydal, Valladolid, España 1997
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