Prontamente reconstruido, fue incendiado durante la matanza de las Pasquas Piamonteses. De nuevo destruído en la "Primavera de Sangre" del 1686 fue reconstruido por tercera vez y llegó a ser el unico local de culto admitido por la comunidad de San Giovanni hasta el 1807.
Restaurado, permanece como símbolo de una fé incrolable y de un afecto tenaz por la tierra.