MENSAJES DE NUESTRA MADRE MARÍA |
- Aquel que se siente libre es feliz, pero estáis atados, el mundo os ata de muchas formas. Buscáis la felicidad, esa paz y serenidad que nunca llegáis a alcanzar de manera plena y permanente. ¿Cuál será la razón? ¿Por qué esos momentos de gozo duran tan poco? ¿Por qué dejáis escapar a Jesús de vuestro corazón? La verdad os hará libres, una frase que habéis escuchado tantas veces, pero a la que no dais suficiente importancia, porque no sois sinceros. Os quejáis con facilidad de la falta de sinceridad de vuestro hermano, de su falta de claridad, ¿no será que no dais ejemplo uno por uno de esa verdad que Dios grabó en vuestro corazón?.
- ¡ Cuántas veces Dios os aconseja lo mismo! La astucia hijos míos es necesaria para que en este pasar no os ate el mundo separándoos de Dios. Pero vamos a hablar de la sinceridad para ver si aclaramos un poquito esos comportamientos que para nada son sinceros. La intimidad con Dios es necesaria. Engañar a los demás entorpece vuestro acercamiento a Dios.
- Begoña, ¿tú eres sincera con los demás?
(Begoña Mª: Con todos no y del todo tampoco.)
- ¿A qué se debe la falta de sinceridad en tu caso?
(Begoña Mª: A que aún con aquellos que tengo confianza no me abro completamente, me guardo algún punto y ese lo dejo para ti y para mí.)
- No estás siendo clara.
(Begoña Mª: Bueno que si yo hablo con alguien y digo que tengo confianza, hablo de mis cosas pero no de todas mis cosas, siempre hay un punto que sólo es mío.)
- ¿Por qué asocias sinceridad a contarlo todo?
(Begoña Mª: Pues no sé ...)
- Estás confundida.
- Una vez os dije: Cuidad lo que decís para que esas palabras que salen de vuestras boquitas no hieran ni confundan a otros. No se trata de hablar más, se trata de decir lo justo, con el corazón limpio. Si el corazón está limpio de malas intenciones se es sincero. Cuando se habla con los demás para herirlos, para confundirlos, para descubrirles algún secreto que no han contado, cuando se miente, como decís, piadosamente, no actuáis con el corazón limpio. Si os mueven las buenas intenciones seréis imitadores de Jesús. Jesús no hablaba con sus discípulos de sus sentimientos, de sus temas personales, excepto con algunos pocos y en raras ocasiones.
- Ser sinceros no es confesarse unos a otros todos los días lo que hacéis o dejáis de hacer, lo que pensáis o dejáis de pensar. Para el único que no hay secretos es para Dios, que lo ve todo. Vuestro fin, vuestra meta es llegar a Dios, siendo buenos y astutos al mismo tiempo; la astucia en la palabra es precisamente el buen uso que debéis hacer de ella.
- Juzgáis continuamente a los demás, lo hacéis día tras día y os equivocáis con mucha frecuencia porque no sabéis leer en el corazón del hermano. A los que queréis no los cuidáis como debierais y a aquellos, vamos a decir que queréis menos, los intentáis ganar con halagos que no son sinceros. Estáis continuamente mintiendo con vuestras actitudes, con vuestros comportamientos, con vuestras palabras. Callad un poquito más, controlad esa palabra tan fácil porque de lo que decís días tras día sobra mucho.
- Susana Mª, ¿eres sincera?
(Susana Mª: Supongo que no.) - ¿Por qué supones?
(Susana Mª: Supongo que siempre se falla y en alguna ocasión pues tampoco lo soy.)
- Recuerda, si el corazón está lleno de buenas intenciones la sinceridad no cuesta tanto. Callar para no herir es ser sincero, porque a veces confundís los términos. Vuestra vida está llena de circunstancias que os hacen errar una y otra vez. Habláis muchas veces sin necesidad de lo que os ocurre día tras día, que no os ayuda, ni ayuda a los demás sino que preocupa. Muy distinto es pedir ayuda. Estáis juntos para compartir y en ese compartir está la ayuda mutua. Decir las cosas para desahogarse, a veces no es bueno si la persona que os sirve de desahogo lo que necesita es vuestro aliento. Si vuestra vida interior estuviese más cuidada, ese desahogo de todas vuestras penas lo haríais con Jesús, lo haríais con vuestra Madre del Cielo, lo haríais directamente con Dios. Se trata de que avancéis hacia Jesús, hacia su Sagrado Corazón.
- Vuestras formas de estar y de ser son distintas, tenéis que ayudaros los unos a los otros, tenéis que sacar esas fuerzas que Dios mismo ha puesto en vuestros corazones para ayudaros, no para inquietaros los unos a los otros; pero parece que ser sincero es lo que más os cuesta en este pasar. Que los secretos se acumulen en vuestra vida no es malo, lo que es malo es que no sabéis ser sinceros. A veces decís la verdad de manera cruda, siendo conscientes de que herís profundamente al hermano, esa sinceridad está mal entendida, hijos míos. Que de lo que hace vuestra mano izquierda que no se entere la derecha; muchas de vuestras faltas podéis corregirlas con Dios, a solas con Jesús. El apoyo entre unos y otros es necesario pero abusáis a veces de los que os quieren.
- Cuando estéis delante de Dios repasando vuestro pasar, estaréis uno por uno en presencia de Dios, a solas con Dios. Delante de Dios todo estará claro y transparente, lo bueno y lo malo que hayáis obrado estará delante de vosotros mismos, y el juicio de Dios no será distinto de vuestro propio juicio, cuando tengáis presente delante de vosotros toda vuestra vida. La mayoría guarda en sus vidas sentimientos humanos que no se atreve a confesar, pequeños problemas de toda índole que cuesta comentar. Limpiad vuestro corazón de malas intenciones, sed como niños y la sinceridad no será tan difícil.
- Os veo continuamente halagar a un hermano y al cavo de pocos minutos criticarle y eso es el día a día de cada uno de vosotros. Más vale que os calléis si no podéis sostener lo que por vuestra boca sale, porque no habéis aprendido a tener la presencia de Jesús viva con vosotros. Si fuerais conscientes de manera real de que Jesús está a vuestro lado compartiendo todos vuestros instantes obraríais de maneras muy distintas.
- Os dije una vez y os lo vuelvo a recordar: Cuando tengáis alguna confusión, cuando tengáis momentos de dudas, acudid a Jesús, pedidle ayuda a quien único seguro os ama y ahí en vuestro corazón estará la respuesta y de seguro que sentiréis el impulso que os hará obrar lo correcto; pero a Jesús, a Dios en Jesús, lo dejáis siempre en último lugar, primero acudís a hermanos, familiares, amigos y cuando no os satisfacen, cuando no os llenan las respuestas, esos apoyos, como último remedio Dios, remedio en el que no se cree. Ocurre normalmente y con mayor frecuencia en el caso de enfermedades. Dios consciente de ser el último en vuestras vidas es el primero en ayudaros, es el que está siempre. La confianza en Dios, que no ejercitáis por temores sin sentido, os está haciendo perder el tiempo y con el tiempo la paciencia, y con la paciencia os vais hundiendo vosotros mismos en este mundo que ahoga las almas. Mirad hacia Dios. Dios os recogerá a uno por uno, no en parejas, no en tríos, alma por alma, preocupaos de vuestra alma. Llenaos de Dios y luego preocupaos del alma de los demás.
- Acusáis continuamente al hermano de malos comportamientos, de poca sinceridad. ¿Quienes sois vosotros para acusaros unos a otros? Os acusáis porque la malicia de este mundo os envuelve, porque el ejemplo que se recibe no es bueno, pero se os prepara hijos míos para que podáis ser antorchas encendidas en la noche, para que de vosotros puedan prender muchos, para que la humanidad, tan necesitada de Dios, crezca la esperanza viendo hermanos llenos de Dios, confiados en su padre. ¿Cuántas sesiones necesitáis, cuántos consejos, cuántos regalos de Dios día tras día para que seáis agradecidos?
- Habláis y mentís, escribís y mentís, actuáis porque interpretáis continuamente en vuestra vida. Los niños no interpretan, los niños muy pequeños son como son, sin vergüenzas, sin trabes, como los llamáis, pero a medida que crecéis este mundo os llena de vergüenzas, de sensaciones de ridículo, de ataduras que os hacen infelices. ¡ Qué fácil es hacer sonreír a un niño muy pequeño! ¡ Cuánto cuesta haceros sonreír a vosotros de manera clara, de manera limpia! Si no podéis acercaros a Dios es porque no queréis.
- Muchos acuden a este lugar esperando de Dios una respuesta clara en sus vidas, pero yo os pregunto: ¿Os estáis mereciendo lo que esperáis? ¿Os estáis mereciendo ese anhelo tan fuerte en vuestro corazón? ¿Os lo estáis ganando hijos míos? Dios no desampara a ninguno de sus hijos cuando acude sinceramente a su corazón, pero la sinceridad la estáis descuidando. ¿Y qué es lo corriente en vuestro actuar diario cuando hay problemas que parecen no resolverse? Dios, resuélveme este problema y después yo ... ¿Y después qué? Es antes de pedir no después de recibir, no debéis poner a prueba a Dios, no debéis probar a Jesús, aún cuando responda en las pruebas por el amor inmenso que os tiene a todos, que nos tiene a todos; no lo probéis, no es necesario. Es cuestión de confianza, es cuestión de confianza, confianza real en algo que es más cierto que vuestra propia vida.
- Lo que veis con vuestros ojitos, lo que tocáis, lo que palpáis es menos real que Dios, que Jesús en vuestro corazón. Y esta vida es un gran engaño y la edad del hombre es una mentira. El alma no tiene edad, el alma tiene evolución, limpieza que ha de ser progresiva. Cuidáis vuestros cuerpos, pero deberíais cuidar antes el alma, porque a veces sois como manzanas podridas por dentro. Hijos míos, son palabras duras pero reales. ¿De qué os sirve que este mundo os eleve en altares si sólo son tres días los que estáis aquí? Si al llegar ante Dios, Dios va a abrir esa manzana que parece tan sana y va a encontrar todo el pecado y las faltas acumuladas sin arrepentimiento.
- Cuando se os aconseja que sigáis el ejemplo de Jesús os asustáis, Jesús murió en la cruz, eso es muy duro. Todos lleváis cruces, son cruces llevaderas, estáis vivos sostenidos por Dios. Dios no os hará cargar nunca con cruces que no podáis llevar porque os conoce muy bien y sabe lo que necesitáis para avanzar. Esos problemas en vuestra vida, esas circunstancias que os rodean a cada instante, Dios las está permitiendo para que avancéis, no para que os estanquéis y busquéis culpables y acuséis a otros de vuestros propios errores. Uno por uno, hijos míos, con Dios y a solas, eso no lo olvidéis.
- Podéis abriros con Jesús. Esas confianzas, con esas gracias, con ese sentido del humor que a veces exageráis no lo ve mal Dios o Jesús que es Él mismo cercano, pero como Madre exigente que soy os pido que esa confianza que algunos tenéis en esas charlas que mantenéis con Jesús sea fruto de comportamientos sinceros. Dios sabe lo que vosotros no sabéis, no sabéis siquiera si vais a seguir estando en esta Tierra que ahora pisáis un minuto más, no sois dueños de vuestra vida. Continuamente hacéis planes de futuro. Hay que vivir en el presente, estáis aquí y ahora, es ahora cuando tenéis que dar el paso hacia Dios, cuando tenéis que limpiaros arrepintiéndoos sinceramente de todas vuestras culpas. No esperéis, porque ponéis en juego muchas cosas pero la más importante es vuestra propia alma.
- Dejad el futuro para cuando llegue, que cada día que viváis estéis serenos y con paz en el corazón. Aseguraos bien de que si Dios os llamase estaríais limpios. ¡Cuántas almas parten y solicitan a Dios volver para rectificar! Hijos míos, la misericordia de Dios es inmensa. Dios es justo, tan amoroso como justo, no lo olvidéis. Y Dios os trata a cada uno por cada uno. Trocitos sois de Dios mismo, trocitos distintos. Vivid cada día con la presencia de Dios viva en vuestro corazón, que cualquier momento sea bueno para partir. Muchas veces se os ha aconsejado que meditéis, que penséis sobre el momento de la partida, esa partida que veis tan lejana siempre y que sólo acecháis a vislumbrar cuando os encontráis mal de salud. Dios os lleva cuando Él decide.
- ¡Qué poco os duran esos instantes de lucidez que tenéis cuando parte algún ser querido! ¡Qué frases tan ciertas soltáis por esas bocas! Pero no escucháis lo que decís, no lo escucháis porque esos regalos de Dios se os escapan con mucha facilidad y decís: "La vida es esto, hay que estar preparado para partir en cualquier momento", es una frase muy cierta pero que no sirve de nada, porque no la sabéis aprovechar y enseguida estáis mirando ya el día que viene, la semana que viene, las vacaciones que se acercan. ¡Qué ciegos estáis! Todo lo tenéis a vuestra disposición, no es incompatible Dios con vuestras vidas, Dios no presenta dificultades, Jesús no pone condiciones, sois vosotros los que cerráis las puertas.
- Jesús sabe lo que sentís, conoce vuestros anhelos y los comparte, está esperando por vosotros para que le hagáis confidencias, para que le pidáis luces para actuar de forma correcta, pero teméis la respuesta de Jesús, teméis las respuestas de vuestra Madre del Cielo. Dios es mucho más de lo que pensáis. Dice Jesús que cuando hagan confidencias no se olviden sus hermanos que hay que pedir luces.
- Jesús os insiste en la confianza, una confianza que no sólo signifique para vosotros contar vuestras cosas sino que vaya más allá en esa petición de ayuda; no os olvidéis de esa petición de ayuda cuando habléis con Él, porque a veces pensáis que vuestros comportamientos son correctos, a veces pensáis que esos sentimientos que guardáis en vuestro corazón son sinceros, a veces creéis que vuestra actuación con los demás no hiere, y a Jesús le contáis lo que hacéis, lo que esperáis, lo que anheláis pero os olvidáis de pedirle consejo, os olvidáis de decirle: "Jesús ayúdame porque a lo mejor estoy equivocado".
- Jesús os recuerda, no os olvidéis vosotros de este consejo de Jesús. Hablad pero pedid ayuda siempre para que no os equivoquéis en el camino, porque el mal os acecha; el mal que os acecha sí que derrocha astucia porque fácil os coge y os hunde, fácil os engaña, fácil os hace creer que está bien lo que no está bien; por eso Jesús os pide que confiéis, que os dejéis llevar de su mano. Si le pedís a Jesús de forma honesta que os haga entender si obráis bien y os dejáis llevar de su mano, Jesús lo hará; promesa fue entonces, promesa sigue siendo ahora y está en aquel que acude a Él. Cuando se acude a Jesús es para algo más que contarle las cosas que a uno le preocupan, es para pedir su luz, para ser humildes y rectificar si Jesús os hace sentir en el corazón que hay que rectificar; y tened seguro que si acudís a Jesús, Jesús responderá en vuestro corazón, si acudís como niños confiados, humildes, dispuestos a cambiar las cosas. Si no estáis dispuestos a cambiar las cosas no es que Jesús no os conteste, es que vuestros oídos estarán cerrados a su voz. Los oídos del alma se abren en actitudes humildes. Sólo con actitudes humildes se siente a Dios en el corazón.
- Para confiar en Dios preguntabais ¿qué es lo que hay que hacer? Primero, tener ganas como ya tienen algunos; segundo, hablar con Dios, hablar con Dios siempre, orándole como más cómodo os encontréis, directamente o a través de esas oraciones repetidas que a algunos ayudan, pero que a la mayoría en este salón aburren pero hablar con Dios es mucho más que repetir oraciones ya establecidas, que es una ayuda puesta por el mismo Dios, hablar con Dios es abrir el corazón esperando que Dios os ayude, olvidando el castigo que os asusta y que os hace esperar, Dios no castiga como vosotros creéis. Dios espera y perdona siempre, es así de fácil, el problema está en vosotros, en vuestra dificultad para arrepentiros de corazón de lo que habéis hecho; y en tercer lugar, Juan Ramón, ¿qué hay que hacer?
(Juan Ramón: En tercer lugar era cumplir los Mandamientos.)
- Dicho de manera que resulte más fácil, no de entender, sino de seguir, repasemos de nuevo: Lo primero es mantener vivas las ganas de acercarse a Dios, en la situación en la que estáis, sin esperar a que lleguen los problemas. Buscad a Dios en vuestras vidas, mantener esas ganas vivas. En segundo lugar, hablarle a Dios, hablar a Dios en Jesús, hablar a vuestra Madre del Cielo para que podamos entrar en esos corazones tan cerrados, hablar con Dios: y en tercer lugar, dices bien, intentar cumplir los Mandamientos. No soy, me conocéis, amiga de los intentos sino de los hechos. Pero de los Diez Mandamientos, que ninguno cumplís totalmente, hablo de intentos porque si hablase de hechos daríais por sentado que es imposible confiar en Dios. Intentarlo de verdad, porque cuando se busca a alguien, cuando uno quiere acercarse a alguien buscando su amistad, busca de esa persona lo que le gusta para agradarle ¿verdad? Si queréis acercaros a Dios lógico es que busquéis qué es lo que Él quiere de vosotros, por eso debéis repasar esos Diez Mandamientos que algunos ni siquiera conocen, e intentar día tras día, mientras Dios os mantenga con vida en esta Tierra, perfeccionar ese alma tan imperfecta por las dudas y las faltas de confianza.
- Vamos ahora, dentro de unos momentos, a cumplir con lo que está establecido en este salón, que es buena costumbre, si no una obligación, que es rezar el Rosario, pero antes quiero escuchar de alguno de vosotros los Diez Mandamientos.
(Juan Ramón: Sí Madre. El primero es amar a Dios sobre todas las cosas. El segundo no jurar su Santo Nombre en vano. El tercero santificar la fiesta. El cuarto honrar a nuestros padres. El quinto no matarás. El sexto no cometerás adulterio o actos impuros. El séptimo no hurtarás. El octavo no levantarás falsos testimonios ni mentirás. El noveno no desearás la mujer de tu prójimo y el décimo no codiciarás los bienes ajenos. Y los Diez Mandamientos se cierran en dos: Amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a ti mismo.)
- De los Diez Mandamientos que habéis escuchado muchos habéis contado aquellos que cumplís pero hay muchos que no cumplís ¿verdad? ¡Qué difícil es! sobre todo, cuando pensáis que algunos son demasiados duros, que algunos no contemplan las debilidades humanas; esos son los mandatos de Dios, esos son los Mandamientos del que os da la vida. No entréis a juzgar si son duros o no, porque perdéis el tiempo. Dios no ha cambiado, Dios siempre es el mismo, sois vosotros los que habéis cambiado a través del tiempo y os habéis vuelto cada vez más rebeldes; habéis actuado antes por temores y volveréis a hacerlo en poco tiempo por temores a Dios, cuando no podáis controlar la Tierra en sus manifestaciones acudiréis a Dios. Cuando Jesús os dice, se brinda a ayudaros, es precisamente para que cumplir los Mandamientos no sea una tarea tan difícil. Muchos pecáis diariamente porque no cumplís alguno de estos Mandamientos, pero hacéis buenas cosas para compensar. Hijos míos, no podéis compensar. Lo que está mal está mal y lo que está bien está bien, hay una balanza, pero el mal pesa.
- No dice vuestra Madre que seáis malos, no, dice vuestra Madre que sois ignorantes porque creéis que está bien lo que no está bien y lo creéis de tal forma que no os sentís mal, por eso Jesús quiere derramar su luz en vuestro corazón, derramar una luz que se recoja para que caiga en cuencos que la contengan. Sin la luz de Dios no podréis comprender si vuestra acción es buena o mala en esos casos en los que dais por sentado que es buena, cuando claramente va en contra de alguno de los Mandamientos. Justificáis vuestras faltas con el amor, estáis poniendo en primer lugar al hombre antes que a Dios. El amor humano justifica muchas de vuestras faltas, pero sois testarudos. Esa testarudez, esas pocas fuerzas que tenéis para colocar las cositas en orden, es decir, Dios en primer lugar en vuestra vida, esa falta de lucidez, sólo la puede dar Dios mismo a través de Jesús y hay que pedirla, hay que pedirla.
- Pidamos hoy a Dios a través de la oración que derrame en vuestros corazones luz para que vuestro entendimiento, tan corto aún, se abra un pelín como decís, para que acertéis a juzgar vuestras propias acciones de manera correcta. Unámonos todos en la oración para que Dios responda, que va a responder. Para rezar el Rosario hacen falta voluntarios, pero es este caso los voluntarios suelen ser muchos, vamos a desiganarlos. Recordad que podéis hacer siempre lo que queráis pero también debéis recordar que la casualidad no existe.
(Una persona dijo: Madre, ¿podemos cantar "El Amor de los Amores"?.)
- Después del rosario.
(La Madre llamó a las personas que iban a rezar el Rosario.)
- Panchy Jesús, Fátima, Rosaluz, que se acercará cuando pueda, Twin y Olalla, el resto del Rosario que lo cierre Begoña Mª. Comenzad el Rosario.
(Después de rezar el Santo Rosario la Madre continuó.)
- Hubo una petición de uno de vuestros hermanos para cantar a Jesús y yo os pregunto: ¿Habéis cantado a Jesús? Susana Mª, ¿has cantado a Jesús?
(Susana Mª: En la petición que han hecho ahora, no.)
- ¿Qué significa cantarle a Jesús?
(Susana Mª: Sentir en el corazón lo que estamos cantándole.)
- Algunas respuestas las conocéis perfectamente. Cantar a Jesús, amar a Jesús en el canto, alabar a Jesús. Vuestra hermana pidió el canto no para cantar ella sola sino para que la acompañasen. Cuando se canta a Jesús hay que abrir esos corazones a Dios, hay que estar más alegres, cantáis con más alegría las canciones del mundo. Y en esta tarde las canciones a Dios, ¿quizás estén muy repetidas? cuando se abre el corazón a Dios nada se repite, porque cada vez que abrís el corazón a Dios, Dios derrama sobre vosotros luz nueva. No desaprovechéis las oraciones, os dije una vez, más de una vez, muchas veces. Cuando acudís a Dios aprovechad bien la ocasión. Cuando cantáis a Jesús su presencia es más cercana. Aprovechad el canto también para mantener vuestras mentes en lo que hay que mantenerlas, en lo que estáis haciendo. ¿Qué hacéis? ¿Habéis cantado al Amor de los Amores? ¿Quién ha cantado al Amor de los Amores en este salón con el corazón abierto a Dios? No aprendéis, no aprendéis. Y Jesús no se enfada, pero vuestra Madre se disgusta con vosotros.
- Dios, Dios, Dios. ¿Qué necesitáis para ser agradecidos? ¿No os podéis olvidar de vuestras cositas personales y dedicar unos minutos a Jesús, sólo para Jesús, sin pedirle, sólo para darle gracias. para alabarle? No os va a pedir vuestra Madre que cantéis de nuevo, porque en la obligación no hay mérito. Sí os pido que seáis más respetuosos, que estéis más en Dios y menos en el mundo cuando la ocasión se brinde como se ha brindado.
- Hijos míos aprovechad el tiempo que tenéis, aprovechadlo bien. Jesús me dice que a Él le ha gustado, pero yo sigo diciendo que en la mayoría ha faltado amor, en la mayoría ha faltado alegría, en la mayoría ha faltado consciencia real de lo que es una alabanza a Dios. Si Jesús está contento vuestra Madre también lo está, pero soy exigente y si puedo empujaros para que vayáis más rápido a Dios lo haré y si tengo que tiraros de las orejas lo haré, porque vosotros lo habéis pedido, ni más ni menos. Me habéis pedido todos en algunas ocasión que os ayude, que os guíe, y eso es lo que hago. Mi exigencia no es mala, mi exigencia sólo tiene una finalidad: Acercaros a Jesús. Entre vosotros estoy siempre y esa es mi misión como mensajera de Dios, acercaros a Jesús, a Jesús en Dios.
- Levantaos. Dios os protege, que os preserva de tantos males, derrama sobre vosotros bendiciones que ni siquiera notáis. Se os bendice en el Nombre del Padre, Padre de todos, en el Nombre de su hijo Jesús y en el Nombre de su Espíritu Santo. Que esta bendición que se derrama hoy sobre vosotros os ayude a ser más cuidadosos, más agradecidos con quien tanto os da día tras día. Que su amor en esta bendición os abra el corazón para que os perdonéis, para que os aguantéis tal y como sois cada uno, para que podáis seguir avanzando sin tener que hacer tropezar a los demás. Que esta bendición os ayude para que esas fuerzas que Dios puso en vuestro corazón, den frutos de valentía y coraje para poder ser buenos y astutos al mismo tiempo en este mundo que os ahoga con tanta facilidad. Quedad en paz y portaros mejor.