Fue el asiento principal del curaca de Canta que dominaba en la parte alta de la cuenca del río Chillón. Sus estructuras circulares con falsas bóvedas sostenidas por columnas de piedra y la presencia en épocas inca de una esposa de Huayna Capac hablan de la importancia y prestancia de este singular sitio arqueológico.
Una de las estructuras mejor conservadas en Cantamarca. Delante de un pequeño patio, aún conserva su techo original. Su altura total es de aproximádamente 2.50 metros
Ubicación Geográfica
Está ubicado al noroeste de la ciudad moderna de Canta (capital de la provincia del mismo nombre en el departamento de Lima), a escasos 5 kilómetros sobre la cresta escarpada de uno de los cerros tutelares de la ciudad a 3660 metros sobre el nivel del mar, en la margen izquierda del río Chillón. Dicho río nace en los nevados de la cordillera La Viuda a más de 5000 metros sobre el nivel del mar. Es torrentoso y estacional. En la pendientes de ambas márgenes existen pequeños puquios (manantiales) que alimentan pastizales aptos para la cría de ganado.
Ubicación Histórica
Dos de los principales estudiosos de este sitio arqueológico (María Rostworowski y Carlos Farfán) nos dicen que Cantamarca fue construida durante el Intermedio Tardío (1100 d.C.) y sobrevivió a la conquista de los Incas en 1450, quienes la reorganizaron y ampliaron hasta el año de 1550 en que los nuevos conquistadores españoles reubicaron a sus pobladores en la actual ciudad de Canta, siendo Cantamarca abandonada definitivamente.
Durante el Intermedio Tardío (1100 a 1450 d.C.) el valle del río Chillón estaba ocupado por varios curacazgos. En la parte baja (zona yunga) estaban los Colli, quienes dominaban desde el mar hasta Quives, en la "chaupiyunga". La parte alta estaba dividida entre los Atavillos en la margen derecha y los Canta en la margen izquierda. Cantamarca era el asentamiento más importante y residencia del Curaca Principal (gobernante) de los Canta. Eran frecuentes los conflictos entre ellos (y otros) vecinos, tanto por apropiación de tierras y recursos así como por motivos religiosos. Por ello los pueblos de este período fueron construidos en las cimas de cerros escarpados y además fueron amurallados, como es el caso de Cantamarca. Uno de los conflictos más prolongados fue por la posesión de la zona chaupiyunga de Quives, pues este piso ecológico es propicio para la siembra de árboles de coca y ají, dos plantas muy importantes para el desarrollo económico y religioso de las naciones prehispánicas. Las guerras y conflictos entre los Canta y los Colli han quedado perennizaras en mitos y también en documentos de juicios y visitas realizadas después de la conquista española en 1532. Según lo refiere María Rostworoski (1978) el curacazgo de Canta esta dividido en siete "parcialidades": Canta, Locha, Carhua, Visca, Lachaqui, Copa y Esquebamba.
Un recinto de Cantamarca. De planta circular y columna trapezoidal que sostiene un techo en forma de falsa bóveda son t&iactute;picos del Período Intermedio Tardío (1100 a 1450 d.C.).
En la segunda mitad del siglo XV, los ejércitos incas al mando de Tupac Yupanqui irrumpieron en la sierra de Lima sometiendo a Yauyos, Huarochirís y Cantas. La conquista Inca trajo una gran cantidad de reformas traumáticas, como es el desplazamiento de poblaciones (mitimaes) y el repoblamiento con extranjeros así como la reestructuración urbana de la ciudad de Cantamarca. Los Incas usaron a este asentamiento como centro administrativo de la región, tal como se desprende de la gran cantidad de colcas (almacenes) construidos por ellos, según demuestra el arqueólogo Carlos Farfán (1995) y por la presencia de una de las esposas de Huayna Capac (penúltimo Inca) como esta escrito en la Visita al Repartimiento de Canta de 1553. La presencia de esta mujer le da jerarquía al lugar e implica la existencia de varias instituciones y estructuras como las Huasicunas o viviendas, muchayhuasi o adoratorios, plazas ("patas"), ayapatacunas o cementerios, jawaricuna u observatorios, tambos (almacenes) y colcas (depósitos). Se desconoce que clase de rituales se efectuaron en los adoratorios de Cantamarca, pero seguramente el culto a las momias de los curacas pasados fue uno de ellos. Otro, como refiere el historiador Lorenzo Huertas (1985) es el realizado por mandato del Inca tres veces al año en honor al sol:
(...) Al respecto un extirpador de idolatrías de 1656 dijo que un Intivillac a las 6:30 de la tarde de rodillas miraba cuando se ocultaba el sol y decía: "Padre y Señor hacedor -y cuando- se va entrando el sol en la mar le ofreció un sacrificio los dichos polvos y cabellos y coca que tenía todo ello puesto sobre una concha de la mar que tiene por nombre calhuacha y habiéndosele soplado e enviado al sol" (Huertas 1985).
Descripción del Sitio
Cantamarca está construido en la cresta de un cerro escarpado, por lo que son pocos los espacios planos, sus edificios son circulares, con paredes y techos de piedra unidas con barro sostenidos por una columna central. Para ampliar el espacio hábil se edificaron muchos terraplenes a diferentes niveles, ampliando de este modo el área construida .Las estructuras no muestran indicios de haber estado cubierta con algún tipo de enlucido. Este asentamiento está organizado en dos grandes sectores, (1) El asentamiento, amurallado y con estructuras circulares organizadas alrededor de un pequeño patio, y (2) el área de colcas (24 en total), construidas durante la ocupación Inca y destinadas a almacenar los tributos que rendían las diferentes parcialidades de Canta (Farfán 1995). A diferente de las otras estructuras en Cantamarca, las colcas son rectangulares (3 por 4 metros en promedio) con una entrada al centro que comunicaba a un patio. Están organizadas en fila al lado de una larga calle de 3 metros de ancho (Farfán 1995).
Corte transverzal de un recinto ideal en Cantamarca. Se detalla las principales partes. Los muros y el techo son de piedra.
La principal característica arquitectónica en Cantamarca son las estructuras circulares de piedra con una columna central. Dicha columna es angosta en la base y se ensancha llegando a la sima. Del mismo modo el interior de los muros es convexo, dando forma a una "falsa bóveda". Finalmente grandes lajas ordenadas en forma radial y un grueso enlucido de barro con graba formaban un techo de 70 centímetros de ancho. Este estilo arquitectónico se ha identificado en otros sitios arqueológicos de la región, queriendo usarlo como prototipo de la arquitectura Canta. El abastecimiento de agua se dio por medio de canales y reservorios alimentados de puquios (manantiales), distantes unos 100 o 200 metros del sitio arqueológico. Una red de caminos vecinales unía a Cantamarca con otros asentamientos Canta, como Huaros y Pumacoto.
Textos, fotos y dibujo: Lizardo Tavera