Pensamiento
Católico y Aborto:
Una historia poco conocida |
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La
mayoría de los teólogos opinaban que el aborto no es homicidio en el
principio del embarazo porque la hominización del feto ocurre en algún
momento después de la concepción. Una minoría sostenía lo opuesto.
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Teresa
Lanza, Ivana Calle La jerarquía católica asegura que ha pasado "Dos mil años defendiendo al nonato"*; esta afirmación resulta ser por demás incorrecta ya que la historia de las ideas sobre el aborto, al interior de la Iglesia Católica, ha tenido variantes que, por no ser difundidas, han quedado fuera de los ojos del mundo. Decir que la postura que ahora tiene la Iglesia sobre el aborto es el resultado de 2.000 años de enseñanza uniforme, es equivocada; siempre ha habido desacuerdos y la opinión de teólogos y eruditos en cuestiones eclesiásticas nunca ha sido unánime. La historia de la postura de la iglesia sobre el aborto pone de manifiesto un intercambio de opiniones entre mayorías y minorías; actualmente, una mayoría de la jerarquía eclesiástica cree que la práctica del aborto es un pecado grave y es causa de excomunión. Sin embargo, esta opinión solo ha sido parte de la disciplina oficial eclesiástica desde la publicación de la Apostólica Sedis de Pío IX en 1869. Hasta ahora, una influyente minoría de teólogos cree que el aborto es permisible en las primeras etapas del embarazo, y que la prohibición está basada en una teología defectuosa. Dada la emoción que rodea la cuestión del aborto y que oscurece datos históricos y contradicciones actuales, se hace imperante una revisión que permita analizar la posición de la Iglesia Católica a lo largo de la historia Preliminares En el catolicismo romano existe una diferencia entre la función legislativa y el magisterio de la Iglesia. En su papel legislativo, la iglesia determina las leyes de moralidad que deben observar los católicos en la vida diaria, define las acciones que considera pecaminosas y prescribe los castigos que se aplicarán a los que desobedezcan las reglas, ya sea en términos de penitencia o de excomunión. La autoridad que tiene la Iglesia para enseñar se denomina "magisterium". La tarea docente de la Iglesia solamente se ocupa de cuestiones relacionadas con la fe y la moral; únicamente sobre estas cuestiones es que al Papa se le considera capaz de infalibilidad en la enseñanza. En nuestros días, según la doctrina oficial de la Iglesia, la prohibición del aborto no está sujeta al magisterio de la iglesia y no se rige por la infalibilidad papal, lo deja mucho más lugar a la discusión sobre el aborto de lo que generalmente se cree. La prohibición del aborto nunca ha formado parte del magisterio de la Iglesia, aunque es materia de la ley eclesiástica relacionada con la penitencia. Esto significa que aunque la práctica del aborto da motivo a la excomunión -lo cual es una decisión legislativa- la base teológica para este castigo todavía no se ha establecido adecuada e "infaliblemente" como enseñanza de la Iglesia. Los primeros seis siglos cristianos Los líderes cristianos de la época, al diferenciar las creencias cristianas de las paganas que aceptaban calmadamente el aborto y la anticoncepción, desarrollaron ideas sobre la anticoncepción y el aborto, el matrimonio y la procreación y la unidad de cuerpo y alma; enseñaron que el sexo aún para lograr la reproducción era malo y que el sexo por placer era pecado. La castidad se convirtió en una virtud en sí misma. Cien años después de Cristo, uno de los primeros documentos de la iglesia, el Didache, condenaba el aborto pero formulaba dos preguntas críticas: 1)
¿Se usa el aborto para ocultar los pecados de la fornicación y el adulterio?
y El tema de la "humanización" -el punto en el cual un embrión en desarrollo o feto se convierte en un ser humano- se convertiría en uno de los principales temas de debate sobre el aborto hasta nuestros días. Más tarde, entre el año 354 y 430, después de Cristo, San Agustín plantea que el aborto temprano no es un homicidio, pero lo condenaba porque rompía la conexión entre sexo y procreación por lo que requería penitencia solamente bajo el aspecto sexual del pecado. Lo que se ve en estos primeros años como un acuerdo general, desde el punto de vista legislativo, es que el aborto es un pecado por el cual debe hacer penitencia si el intento fue ocultar los pecados de fornicación y adulterio. La mayoría de los teólogos opinaban que el aborto no es homicidio en el principio del embarazo porque la hominización del feto ocurre en algún momento después de la concepción. Una minoría sostenía lo opuesto. La edad media (600-1500 DC) En esta época el aborto era tratado como un pecado serio, aunque variaban mucho las penitencias impuestas según las costumbres de cada lugar; pese a dicha seriedad, se le consideraba como uno de muchos posibles actos pecaminosos y, en general, no se le consideraba un acto de homicidio. Los Cánones irlandeses incluyen la penitencia por el aborto entre otros pecados sexuales; así, penaban la "destrucción del embrión de un niño en el vientre materno con tres años y medio", mientras que la "pena de quien mantenía actos sexuales con una mujer, eran siete años a pan y agua". En el siglo VIII se reconocían las circunstancias de las mujeres: "Una madre que mata a su hijo antes del día cuarenta deberá hacer penitencia por un año. Si es después de que el niño esté vivo, (deberá hacer penitencia) como una asesina. Pero hace una gran diferencia si una mujer pobre lo hace debido a su dificultad de sostener al niño o es un acto sólo para ocultar sus malas inclinaciones" Es importante hacer notar que en estas época, algunas veces se castiga el aborto más levemente que pecados tales como el soborno, la adivinación y el hurto. La hominización retardada parece ser aceptada en general, y raras veces se invoca la excomunión. En 1140, Graciano compiló las primeras colecciones de ley de cánones que era aceptada como autoritaria dentro de la iglesia. El Código de Graciano incluía el canon Aliquando, que concluía que "el aborto era un homicidio sólo cuando el feto ya estaba formado" Si el feto no era aún un ser humano formado, el aborto no era considerado un homicidio. Este punto de vista los confirman los escritos de Inocencio III (m. en 1216) y el Decreto de Gregorio IX (ca.1240). Ya en 1312 El Consejo de Viena, aún con mucha influencia en las enseñanzas jerárquicas Católicas, confirmó la concepción del hombre enunciada por Santo Tomas de Aquino. Mientras que Aquino se había opuesto al aborto -como una forma de anticoncepción y un pecado contra el matrimonio - él mantenía que el pecado en el aborto no era el homicidio a menos que el feto ya tenga un alma, y sea por lo tanto un ser humano. Aquino había afirmado que el feto posee inicialmente una alma vegetativa, luego un alma animal y luego -cuando su cuerpo se desarrolla - un alma racional. Esta teoría de "humanización retrasada" es la más consistente a través de la historia de la iglesia respecto al aborto. La era pre-moderna (1500-1750) En este período la teoría de la hominización inmediata empezó a ganar terreno poco a poco; es así que se desarrollan dos teorías contradictorias sobre el momento de la hominización y sobre el castigo eclesiástico del aborto. Durante este período de transición, también se discutió ampliamente el aborto terapéutico. En 1588 la Penitencia por Aborto se convierte en Excomulgación. Preocupado sobre la prostitución en Roma, el Papa Sixto V enunció el edicto papal Effraenatam (Sin Restricción) y lo aplicó tanto a la anticoncepción como al aborto, para cualquier tiempo del embarazo, la pena diseñada para el homicidio: la excomulgación. No había excepción para el aborto terapéutico . Tres años luego de haber publicado Effraenatam, el papa Sixto V murió. Su sucesor Gregorio XIV, pensó que la posición de Sixto era muy dura y se encontraba en conflictos con prácticas de penitencia y puntos de vistas teológicos sobre la humanización. Él publicó Sedes Apostólica, que aconseja a las autoridades eclesiásticas "cuando no hay homicidio o cuando no está involucrado un feto animado, no se debe castigar más estrictamente que los cánones sagrados o la legislación civil." Este pronunciamiento papal tuvo vigencias hasta 1869. Durante 1679, llevando a extremos la idea de que el aborto era pecado si se usaba para ocultar pecados sexuales, el Papa Inocencio XI declaró el aborto como absolutamente inadmisible, aún cuando los padres de las muchachas podían matarlas por estar embarazadas. En este período la iglesia todavía estaba enseñando humanización retrasada, seguros de que la humanización ocurría algún tiempo después del nacimiento. * Artículo publicado en Presencia. 19/03/2000 |