Católicas por el Derecho a Decidir
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EL ABORTO EN LOS ESTADOS UNIDOS

Seminário Nacional de Intercâmbio e Formação sobre Questões Ético – Religiosas para Técnicos/as dos Programas de Aborto Legal
Católicas pelo Direito de Decidir
São Paulo, Brasil
24 de Octubre del 2001

por  Serra Sippel

Me gustaría empezar expresando mi agradecimiento por la invitación de Católicas pelo Direito de Decidir, para participar en este foro tan importante y valioso y les mando a ustedes saludos de la presidenta de mi organización, Frances Kissling.  Nosotras nos gustaría compartir con ustedes nuestro profundo dolor de lo que está sucediendo en los Estados Unidos y en todo el mundo, y rogamos disculpen las acciones y ataques de los Estados Unidos contra el país y gente de Afganistán, y que perpetúen la violencia global.

El aborto es legal en los Estados Unidos desde el año 1973 por la decisión de la Corte Suprema, en el caso conocido como Roe v. Wade. 

En esta decisión trascendental, la Corte declaraba que el aborto es un derecho constitucional en todos los estados de la unión.

La decisión de la Corte había estado influenciada por los efectos positivos que resultaron de la legalización del aborto en los estados de New York y California, entre los años 1970 y 1972. En esa época, la mortalidad y morbilidad materna en estos dos estados se redujo radicalmente.  Después de la liberalización de la ley sobre el aborto en California, el número de ingresos del Centro Médico en Los Angeles por infección por causa del aborto ilegal disminuyó en casi el 75 %.[1]

Actualmente, los Estados Unidos y el nuevo Sud África son los únicos países que incluyen en sus Constituciones, provisiones para permitir el aborto. Desde varios puntos de vista, los Estados Unidos tienen las leyes más liberales de todo el mundo, porque están basadas en un entendimiento positivo que afirma la capacidad moral que las mujeres tienen para tomar decisiones serias y responsables en sus vidas en lo que se refiere a la reproducción y la salud.

   

En el año de 1973, solamente 38 % de los abortos inducidos se realizaban durante las primeras 8 semanas del embarazo. Cada año desde 1973, el nivel de abortos inducidos en edades gestacionales avanzadas se ha reducido.[2] Mientras que una mujer puede obtener un aborto en el segundo trimestre del embarazo—aun en el tercer trimestre para salvar la vida de la mujer—la mayoría de los abortos en los Estados Unidos se realizan en las primeras etapas del embarazo. 

En la actualidad, en los Estados Unidos,

88 % de los abortos legales se realizan dentro de las primeras 12 semanas del embarazo;

55 % durante las primeras 8 semanas del embarazo;

sólamente, el 1.5 % se llevan a cabo después de las 20 semanas.[3]

Cuando el aborto es legal, es posible que las mujeres obtengan abortos en las primeras etapas del embarazo, cuando el riesgo de complicaciones en la salud de la mujer es mínimo.

Aunque el aborto es un derecho constitucional, este derecho ha sido atacado por la jerarquía  de la iglesia Católica y otros grupos y líderes religiosos y dirigentes de provida. Lamentablemente estos esfuerzos han tenido bastante éxito y hemos visto la implementación de algunas restricciones sobre el acceso al aborto en algunos casos. 

La restricción más deplorable es sobre los fondos públicos. Las mujeres pobres que reciben fondos del gobierno para servicios de salud, no pueden usar estos fondos para obtener un aborto— pueden usar su propio dinero para pagarlo pero la realidad es que para la mayoría de mujeres pobres ésta no es una opción.

En algunos estados existen otras restricciones. Por ejemplo, en los estados de Arizona y Idaho, las adolescentes no pueden obtener abortos sin permiso de sus padres.[4] Otros estados requieren que la mujer espere entre 24 a 72 horas después de una cita con una doctora para obtener un aborto. Y otros estados requieren que el doctor lea algo o muestre dibujos de fetos, que no son necesariamente precisos desde el punto de vista del desarrollo embrionario, antes de que una mujer pueda procurarse un aborto. Por supuesto, dichas restricciones tienen impactos graves sobre las vidas de mujeres pobres.

Obviamente, los actos más horribles son los asesinatos de las personas que trabajan en lugares que proveen servicios de aborto.  Los asesinatos e intentos de asesinato contra médicos que proveen el servicio de aborto y los trabajadores de las clínicas que los asisten, son hechos que obligan a la gente a reflexionar acerca de cómo las palabras violentas en el debate del aborto pueden ser el antecedente de actos violentos.

Los líderes de la Iglesia católica, han empleado con frecuencia una retórica que estigmatiza y deshumaniza a los profesionales de la salud y a las mujeres que abortan.  Sus palabras pueden incitar comportamientos violentos en quienes las toman al pie de la letra. Desde el Papa hacia abajo, las autoridades de la Iglesia católica usan palabras como “masacre,” “holocausto,” “matanza de inocentes” y “carnicería” para referirse al aborto. Aunque dichas autoridades muy pocas veces o casi nunca rematan sus discursos llamando a las mujeres y a sus médicos “asesinos”, no es sino una cuestión de grado a la que obliga la estructura del idioma o la lógica, el hacer la conexión que sugieren sus expresiones.[5]

 

Hasta ahora, han sido asesinados en los Estados Unidos 8 médicos o trabajadores de las clínicas que proveen el servicio de aborto, y 16 han sido heridos; y aunque las autoridades de la Iglesia católica condenan dicha violencia, en la misma frase, siempre se condena el aborto. 

Es importante que reconozcamos que hasta la legalización del aborto en los Estados Unidos, la Iglesia católica estaba silente sobre el asunto del aborto. Antes del año de 1973, muchas mujeres murieron por complicaciones de abortos inseguros—especialmente mujeres pobres y mujeres negras. Entre los años 1965 y1967 en el estado de Georgia, la tasa de mortalidad por aborto ilegal era 14 veces más alta para mujeres negras que para mujeres blancas.[6] La Iglesia católica sabía que persistía el problema del aborto ilegal y la mortalidad de mujeres por esta causa, y nunca tuvo un papel público contra el aborto como hasta la legalización. 

En este momento, la Iglesia católica es líder en el movimiento en contra del aborto. Cada diócesis tiene comités de actividades provida, y la oficina nacional de los obispos gasta millones de dólares cada año para actividades de provida.  Mantiene además, una oficina nacional para hacer lobby contra el aborto en el congreso de los Estados Unidos, y publica avisos provida en los periódicos en el nombre de las católicas y los católicos. 

La jerarquía pretende ser voz de todas las católicas y todos los católicos, pero la mayoría de ellas y ellos no apoyan las enseñanzas de esta Iglesia con respecto al aborto. Según el Alan Guttmacher Institute, la tasa de abortos de las mujeres católicas es la misma que la de las mujeres de la población total. Las católicas tienen abortos en un porcentaje 29 % más alto que las protestantes.

Catholics for a Free Choice fue fundada en 1973 porque muchas católicas y católicos en los Estados Unidos no creyeron que los obispos representaban a la feligresía católica. CFFC trabaja para dar forma y promover una ética de la sexualidad y la reproducción, basada en principios de justicia, que reflejen un compromiso con el bienestar de las mujeres, y respeten y afirmen la capacidad moral de las mujeres y los hombres para tomar decisiones importantes y firmes en sus vidas.

En el año de 1987, extendimos nuestro trabajo en América Latina cuando nuestras colegas latinoamericanas establecieron una oficina regional en Uruguay, y surgieron grupos y oficinas en México, Brasil y Argentina. Actualmente trabajamos en asociación con 7 grupos independientes de Católicas en América Latina, y otros grupos en España y Canadá.  Además CFFC está asociada con organizaciones por todo Europa y tenemos una oficina y representante europea ubicada en Francia. Por nuestro programa internacional, Voces Católicas, trabajamos en la Organización de las Naciones Unidas y en África, especialmente en Kenya.

Me gustaría concluir con tres temas evidentes en la experiencia de la legalización del aborto en los Estados Unidos:

1)   Los abortos ilegales y clandestinos son peligrosos. Un aborto no penalizado y sin riesgos no hace peligrar de una mujer.

2)   Las mujeres tienen la capacidad moral para tomar decisiones serias y responsables en sus vidas en lo que se refiere a la reproducción y salud, y las leyes deben apoyar esta capacidad.

3)   Las enseñanzas de la jerarquía de la iglesia Católica no representan lo que creen todas las católicas y todos los católicos.

Por eso, Catholics for a Free Choice continua a trabajar para proteger el acceso al aborto en los Estados Unidos y ser un vehículo para que católicas y católicos en todo el mundo puedan discutir y avanzar una ética de la reproducción que reflejen un compromiso con el bienestar de las mujeres y sus familias.



[1] “Medical and Social Health Benefits Since Abortion Was Made Legal in the U.S.,” www.plannedparenthood.org, 19 October 2001.

[2] Ibid.

[3] Ibid.

[4] “Who Decides? A State-by-State Review of Abortion and Reproductive Rights,” 10th Edition, (Washington, D.C.: NARAL and NARAL Foundation, 2001).

[5] Denise Shannon and Christopher Gould, “Inflammatory Talk,” (Washington, D.C.: Catholics for a Free Choice, 1995), 9.

[6] Loretta J. Ross, “African-American Women and Abortion,” in Abortion Wars: A Half Century of Struggle 1950-2000, ed. Rickie Solinger, (Berkeley: University of California Press, 1998), 161.

 

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