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Servidoras de Dios... ¿para todo?

Los abusos sexuales de curas a monjas destapan la espinosa cuestión del sexo y la sumisión de la mujer en el mundo religioso

Pedro Ponce Roma

Es una historia dramática, se mire por donde se mire. Sacerdotes que violentan a monjas; que se valen de su superioridad para exigirles favores sexuales; que, llegado el caso, les recomiendan abortar. El aborto, que se asoma como un conflicto doblemente fatal en una mujer y religiosa a la vez.

Un pesado problema de conciencia transferido a una servidora de Dios por un servidor de Dios. Los informes sobre abusos sexuales cometidos por clérigos y sufridos en propia carne por religiosas dejan al descubierto un problema del que pocos quieren hablar. "Mi experiencia en el trato con víctimas de abuso me ha enseñado que no sólo están profundamente traumatizadas por el abuso, sino también por aquellos que lo saben y permanecen en silencio", señaló a DEIA Esther Fangman, una religiosa norteamericana que destapó el asunto en septiembre pasado con ocasión de un encuentro de abates en Roma.

Fangman lleva más de treinta años trabajando como orientadora con hombres y mujeres de todas las edades, algunos de los cuales se han visto sometidas a vejaciones de tipo sexual. Su relato no es directo; llega a través del correo electrónico sin contestar a las preguntas del periodista. "Yo sabía que no podía mantener silencio y fingir que nunca había oído hablar de esto", declara esta monja, presidenta de la Federación de St. Scholastica, que reúne a monasterios de todo el mundo.

"Este asunto debe ser investigado a fondo con seriedad y cuidado para que el dolor de estas hermanas quede anulado. Todos los seres humanos merecen respeto". Es de la misma opinión Sor Marie MacDonald, superiora de las Misioneras de Nuestra Señora de África y autora de uno de los informes que publicó el National Catholic Reporter. "Hay una ''conspiración del silencio'' que envuelve este argumento y ,sólo afrontándolo juntos honestamente , podremos encontrar soluciones", escribió en su documento. La expresión sobre complot parece un eufemismo para referirse a la escasa voluntad o incapacidad de la jerarquía eclesiástica para buscar medidas reparadoras.

La hermana McDonald no concede entrevistas o declaraciones y guarda absoluto mutismo. "El documento era información estrictamente confidencial y se ha difundido sin autorización", señala en una nota entregada a todo informador que solicita hablar con ella. Confidencialidad no parece estar reñido, en cualquier caso, con lo que McDonald denuncia en su informe, que, aunque elaborado en noviembre de 1998, plantea una realidad actual referida principalmente a África pero extendida a otros continentes.

RELATA LA SUPERIORA, Sor Marie MacDonald, que en algunos países el matrimonio para las jóvenes instruidas no es una opción porque "el precio de la esposa es demasiado alto". La vida religiosa podría ser una alternativa. "¿Pero es realmente una elección de vida casta y célibe?", se pregunta para constatar que ese binomio no constituye un valor en su cultura.

Castidad y celibato

Señala MacDonald que hay historias inquietantes pero no llega a describir alguna. Cita, en cambio, que la pandemia del sida ha convertido a las monjas en un colectivo "seguro" para la práctica sexual y "más que nunca son solicitadas por los sacerdotes". Algunos testimonios recogen la petición de curas para que tomasen píldoras anticonceptivas con el argumento de que prevenían la transmisión del virus VIH, cuando en realidad el ánimo era evitar un embarazoso problema.

El informe de MacDonald no acusa exclusivamente a los clérigos sino que plantea también que las monjas no son sólo víctimas. "Las hermanas estudiantes que son enviadas al extranjero, a Roma y a otros lugares de Europa y Estados Unidos, se encuentran con dificultades como el alojamiento o el desconocimiento de la lengua". Así, pidiendo ayuda a seminaristas y curas, "las prestaciones sexuales son el pago que deben ofrecer a cambio". En este sentido, expone que "puede ser que las hermanas hasta consientan demasiado o tal vez sean ingenuas" debido a la escasa educación recibida o a la propia inmadurez de las jóvenes.

Favores sexuales

El informe de Sor Marie Macdonald expone de forma contundente el problema que ha levantado ampollas en el Vaticano. En varios puntos, la superiora de las Misioneras de Nuestra Señora de África, plantea el polémico asunto: Es aceptada comúnmente la existencia de molestias sexuales y hasta estupro por parte de sacerdotes y obispos a monjas. Algunas veces, cuando una monja queda embarazada, el cura insiste para que aborte.

De forma habitual, la religiosa es alejada de su congregación mientras el sacerdote únicamente es transferido a otra parroquia o enviado a estudiar. Muchas monjas se convierten económicamente dependientes de curas que piden a cambio prestaciones sexuales. En ocasiones los sacerdotes explotan el papel de directores espirituales o de ministros de la Reconciliación para solicitar prestaciones sexuales. La posición inferior de las mujeres en la sociedad y en la Iglesia es un factor a considerar. Parece que una hermana encuentra imposible oponerse a un cura que pide favores sexuales. Estos hombres son vistos como "figuras de autoridad" a los que hay que obedecer. "Estos casos son una enorme pústula que ha reventado en la Iglesia Católica"

"PIENSO QUE todavía ser mujer es una desventaja en la Iglesia", asegura Josefa Amell, presidenta del "Col.lectiu de Dones en l'Església", un grupo de mujeres cristianas comprometidas con la causa femenina. Considera Amell muy significativo el reconocimiento de estos casos por el Vaticano, "lo cual quiere decir que se trata de una enorme pústula que ha reventado con fuerza inaudita en la Iglesia Católica". "A las religiosas no se les ha procurado una información intelectual al mismo nivel que a los clérigos", señala. "Por tanto siempre se encuentran en situación de dependencia".

Para la presidenta de este colectivo catalán, la igualdad entre hombres y mujeres está impugnada dentro de la Iglesia. "No se considera que las mujeres pueden alcanzar el mismo grado de autonomía que un hombre y, desde luego, que una mujer pueda representar a Cristo". Recuerda Josefa Amell las resultados del Consejo Mundial de las Iglesias dedicado a las mujeres en 1998 en Zimbabwe. "Sus conclusiones demostraron que las Iglesias poco o nada habían hecho para las mujeres y, en cambio, las mujeres habían trabajado para sus Iglesias".

Allí, señala, se denunciaron las agresiones de todo tipo sufridas por religiosas de parte de clérigos y familiares. "Unas mujeres alejadas de sus hogares, comprometidas con una causa importante para ellas, que han elegido el celibato como forma de vida y que deben obediencia a sus jefes, los sacerdotes".

Castidad, pobreza y servicio

EL ÁSPERO ASUNTO de los abusos a religiosas no se limita exclusivamente a África, donde parecen darse el mayor número de casos. "El problema hay que encuadrarlo en un contexto más amplio". La Hermana MacDonald cita países como Estados Unidos, Italia y otros europeos. Pero su declaración viene a reconocer específicamente la labor que el colectivo de misioneros y monjas desarrolla en los países africanos. "Todos esos obispos, curas, religiosos y religiosas que, durante estos últimos años, han vertido su sangre por Cristo y por los pueblos africanos que se les había confiado".

La reacción de la Unión de Superiores Generales (USG) y la Unión Internacional de Superiores Generales (UISG) no se circunscribe a condenar estos casos. Estos organismos representan a 200.000 religiosos y un millón de monjas de todo el mundo y defienden que cada día este enorme colectivo "vive fielmente su elección de castidad, de obediencia, de pobreza y servicio".

La USG y la UISG señalan que trabajan para buscar soluciones al problema. Esos esfuerzos se realizan conjuntamente con la Congregación para la Vida Consagrada, cuyo prefecto, el cardenal Eduardo Martínez Somalo, puso en marcha un grupo de estudio. Según la Santa Sede, la línea de trabajo se refiere a la formación educativa y se examinan los casos uno por uno. Tanto el Vaticano como los organismos implicados recuerdan que la realidad de la vida consagrada es "mucho más amplia y compleja" y subrayan que "algunas situaciones negativas no pueden hacer olvidar la fidelidad a menudo heroica de la inmensa mayoría de religiosos, religiosas y sacerdotes".

La visión eclesiástica del cuerpo y la sexualidad

AUNQUE MUY ESPINOSO para gran parte de la jerarquía eclesiástica, el tema de la sexualidad es abordado por el arzobispo de Milán en uno de sus últimos libros. "El cristiano tiene una gran estima por el cuerpo y la sexualidad, cuya dignidad no debe ser nunca falseada o malvendida", dice el cardenal Carlo Maria Martini en ''Sul corpo'' ("Sobre el cuerpo") publicado el pasado año. Una frase que viene a poner de manifiesto lo contrario de lo que sostienen algunos en el sentido de que la fe cristiana es sexofóbica. Bien entendido que su discurso no se sitúa en el contexto del mundo interno religioso, el libro supone una reflexión sobre las incógnitas del cuerpo desde la óptica de alguien que es religioso y hombre al mismo tiempo.

Para Martini, prelado jesuita de talante aperturista, no todos "los desórdenes son pecado en sentido estricto". En su opinión, hace falta una conciencia plena para que un gesto libre y grave disturbe el equilibrio dictado por el designio divino. "Es necesario un camino de claridad y de victoria sobre sí mismo que sea también gradual".

El cardenal de Milán no olvida una regla de la doctrina de la Iglesia Católica, la que se refiere a la materialización de la sexualidad. "La satisfacción que viene de los actos sexuales adquiere verdadero significado humano cuando se finaliza por la unión amorosa de dos personas, vinculadas por fidelidad recíproca y abiertas a la fecundidad".

No se cuestiona el celibato

Por otra parte, el presidente de la Conferencia Española de Religiosos (CONFER), Jesús María Lecea, ha apuntado a la realidad cultural y al contexto social del continente africano como causas más relevantes de los abusos sexuales cometidos por el clero local. Lecea, religioso escolapio y presidente también de la Unión de Conferencias Europeas de Superiores Mayores, exonera a los misioneros de estas denuncias, tras filtrarse a la prensa el informe.

El presidente de la CONFER no descartó que detrás de la filtración del informe pudiese existir la intención de provocar un debate sobre la conveniencia o no de mantener el celibato para los consagrados en la Iglesia católica. A este respecto, Lecea dijo que la "apreciación positiva, hasta ser asumida como praxis, de una vida en celibato, por razones de especial manera de vivir la fe, cuesta entrar en cualquier cultura; no solo en la africana". "La cautela, agregó, es una normal reacción antropológica ante lo inusual. La esterilidad aparece en la Biblia como maldición y motivo de vergüenza. La fecundidad por el contrario, es bendición de Dios y motivo de orgullo".

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