Criterio exterior de perfección
Criterio interior: actuar por amor
SACERDOTES DEL SAGRADO CORAZÓN
Dios autor primero de la Congregación
El Sagrado Corazón autor inmediato del Instituto
Carácter propio de la Institución
Las
virtudes precedentes, bajo la ley del amor, de la inspiración y bajo la guía
del Espíritu Santo, no pueden faltar para moldear el alma que las practica con
generosidad y, a imitación del Sagrado Corazón, para llevarla a la perfección.
La perfección es como el ramillete de todas, coronadas por el amor.
San
Miguel quería arrastrar hacia esa cima a todos sus compañeros.- "¡Hay
que subir siempre - les decía - los ojos siempre fijos en el peldaño superior
y con el corazón hacia el cielo... No hay que pararse nunca, ni en el campo de
los sentidos, ni en el del espíritu, ni siquiera en Dios mismo" Tero,
Padre - le contestaba un día el P. Chirou - nos está predicando la más alta
perfección". -Claro que sí - respondía -, lo que quiero predicaros es la
más alta perfección, porque ahí está nuestra vocación, como sacerdotes y
como miembros de la Sociedad del Sagrado Corazón de Jesús. A esto debemos
tender sin jamás pararnos" (Sum. 419).
La perfección cristiana es la unión del alma con Dios por la caridad, ¿No está la perfección en el cumplimiento de los votos? -No. no toda. Los votos son un medio para quitar obstáculos: el cuidado de lo temporal. los placeres sensuales y la voluntad propia. Una vez suprimidos esos obstáculos por medio de los votos, hay que unirse a Dios elevándose al tercer grado de humildad o, más bien, de amor. Ahí está la más alta perfección.
Los dos primeros grados de humildad colocan al alma en la indiferencia por lo creado y la libran no sólo del pecado mortal sino también del venial.
Es la perfección a la que todo cristiano debe tender y tratar de realizar, perfecti estote (2 Cor. 13, 11).
Para eso, hará generosos esfuerzos por evitar incluso el pecado venial. Pero teniendo en poco las pequeñas ofensas, se llega sin darse uno cuenta a no discernir las más graves e, incluso, las mortales. Dios no quiere que lleguemos a distinguir con claridad el límite que separa el pecado venial del mortal, para hacemos aborrecer el uno y el otro con el mayor esmero.
Por encima de esa santa indiferencia por todo lo creado, y por encima de esa ciencia salomónica, vanitas vanitatum et omnia vanitas (vanidad de vanidades y todo vanidad) (Ecl. 1, 2), que sólo parcialmente podrían alcanzar hombres como Sócrates o como Platón. pero sin poderse mantener. Por encima de un grado mucho más elevado que la santidad común y ordinaria, está el tercer grado de humildad, ese maná escondido en el Evangelio, en una palabra, la caridad perfecta.
Ese maná escondido no sólo a la razón humana sino también a las virtudes comunes del cristianismo, es el amor a las humillaciones por el único amor de Jesucristo. Ya que el amigo divino está ricamente vestido con los atuendos de la pobreza y de los oprobios. lo buscamos como el inundo busca las riquezas. Pero, ¿cómo, Señor. sufres mientras yo me deleito? Buscas a la oveja perdida en la nieve, en las montañas, a pesar de los aullidos de los lobos, mientras yo voy a misionar en tal o cual ministerio, tranquilamente acomodado en un vagón del tren..." Esos son los sentimientos de amor perfecto, ese es el campo de batalla en donde triunfan los santos (P).
El Obispo debe tener el tercer grado de humildad. Debe alimentarse con ese maná escondido que no estaba ni en las ideas ni en el lenguaje humano, insospechado antes de la venida de nuestro Señor Jesucristo. Debe alimentarse, porque forma parte del ejercicio del estado de perfección. Está obligado, por su mismo deber, a comunicar esa perfección a las almas; y, para cumplir dignamente esta obligación, tiene que haberla alcanzado. Sin eso, será culpable de graves faltas, porque casi a cada instante tiene que perdonar injurias, devolver bien por mal Y. ocasionalmente, dar su vida por las ovejas.
El cura párroco también, como asociado en el cargo pastoral, debe tener un cierto grado de perfección. Si no tiene, a un grado máximo, el amor de nuestro Señor, se expone a grandes fracasos-, ya que, como el Obispo en su diócesis, el cura tiene que practicar virtudes heroicas en su parroquia.
Por eso, san Juan Crisóstomo y san Alfonso de Ligorio afirman que hay pocos pastores de almas que se salvan. - Parece que hablaba figuradamente - No. Sencillamente comprendían que la santidad eminente exige dicha postura.
Los misioneros, ayudantes de los curas, aux1 liares de los obispos. tienen que tener un cierto grado de perfección. S can todos hombres de oración. Todos los que tienen responsabilidad de almas y que las dirigen dice Aquaviva - deben transformar los púlpitos del corazón en púlpitos de oraciones. Al desempeñar ministerios capaces de asustar a los mismos ángeles que claman como hombres en desgracia: Deus, in adjutorium meum intende... Tu autem Domini miserere nostri. Dios mío, ven en mi ayuda. Tú, Señor, ten piedad de nosotros.
Una experiencia: la vida y sus deberes ayudan enormemente a mantenerse a la altura de su situación. Por una parte, el hombre, en este mundo - poco importa el rango que ocupe -, no es más que debilidad y contradicción. Si estamos llenos del espíritu inicuo y mentiroso (iniquitas mentita est sibi); por otro lado, el pensamiento de nuestra situación con sus deberes nos invita a ser y a mostrarnos lo que tenemos que ser; y, entonces, por pudor mismo, nos mostramos, somos hombres del deber (P).
¿En qué consiste la contemplación? En conocer a Dios y amarlo. Utilizamos la inteligencia para encender el corazón en la llama del amor divino.
¿Pertenecen a la contemplación las virtudes morales? Se refieren a ella como disposiciones para salvar los obstáculos: preparan el alma para decir: Magnificat anima mea Dominum, a ejemplo de María.
¿Cómo se llega a la contemplación? Rezando y actuando. Por lo demás, sea cual fuere el grado de oración alcanzado, nunca sabemos si amamos, si somos dignos de amor. Por eso, hay que humillarse y rezar siempre. Es el medio seguro para permanecer en el amor y recuperar la gracia si tuvimos la desgracia de perderla.
¿Podemos, al menos, saber con certeza absoluta si poseemos la divina caridad? -No. Entonces, siempre tenemos que exclamar: Domine, non sum dignus; y confiamos en la misericordia infinita de Dios.
Hay que alimentar ese sentimiento de humildad profunda, sobre todo en las almas favorecidas con alta contemplación y, sobre todo, porque han llegado a un grado más alto. Es la piedra de toque de las operaciones del Espíritu Santo y la mejor salvaguarda contra las tentaciones del demonio.
Rece el alma, actúe. Haga ensayos en el arte sublime de la oración, pero desterrando el espíritu de curiosidad, como recomienda san Agustín. Hay que empezar por creer para luego ser iluminado, dejarse llevar más que llevarse uno mismo en los ensayos de vida contemplativa. Son operaciones divinas que producen hasta éxtasis y arrebato, pero que, por sí mismas, no producen ningún mérito (P).
¡Qué admirable es el Espíritu Santo en todas sus operaciones en los corazones! Como en Caná, nos pide que le llevemos un poco de agua insípida. Luego, nos colma de favores. Su amor supera todos los amores humanos y, en su íntima unión con las almas, muestra su cariño, su ardor y comunica una fecundidad verdaderamente inefable.
A esta unión nos invita, pues, cuando nos muestra el Pesebre y la Eucaristía, misterios de luz y de amor tan aptos para arrebatar los espíritus y los corazones: pues cuanto más Dios se empequeñece tanto más poderoso es su encanto: cuanto pro me vilior, tanto inihi carior (san Bernardo, En la Epifanía del Señor. Sermón l).
Todos los prodigios, todas las efusiones de amor no tienen otro fin que hacemos decir: Aquí estoy, Señor, Ecce venio.
¿Cuál es, pues, la finalidad de la contemplación? El afecto. El alma contemplativa llega hasta Dios y se une sólo a su Creador por la fe, la esperanza y la caridad. Puede realizar la sublime unión sin salir de la situación que ocupa en el mundo aunque este estado fuera un terrible castigo ocurrido por sus crímenes. Ejemplo, el buen ladrón: En el patíbulo alcanzó un alto grado de fervor, de amor. Si se hubiese cansado como el mal ladrón de quejarse, de lamentarse, de gritar de desesperación, hubiese seguido como él la cuesta que conduce al infierno. No digo que hubiese sido condenado como él, pues quién sabe si el mal ladrón no se detuvo al borde mismo del infierno.
Escuché de una santa persona cuyo proceso de canonización se suspendió porque cuando asistió en los últimos instantes a un pecador empedernido había dicho: "Acabo de asistir a la muerte de un condenado (P).
Criterio
exterior de perfección
La perfección consiste en hacer bien las acciones ordinarias. en cumplir bien el oficio. Se dice a menudo: "Si estuviera en tal situación. en tal casa, con tal superior, en tal clase.... avanzaría, aprovecharía y sería un santo". Ilusión. Haced bien las acciones cotidianas: barrer, lavar la vajilla. dedicarse a los empleos más humildes que nos confían. Es lo que Dios os pide y cuyo cumplimiento os hará santos, cuius voluntas santificatio nostra.
¿Qué necesidad tiene Dios de nuestros éxitos en tal o cual situación, si se complace en confundir la fuerza con la debilidad y la sabiduría con la locura? Lo que quiere es una obediencia pronta, alegre, filial: si se la damos, le agradamos, somos admirables como la religiosa que pasó varios años dando de comer a los animales.
Renovemos, pues, los propósitos de hacer bien las acciones ordinarias, diligenter, ordinate, devote (con esmero, orden, devoción) (I).
Criterio
interior: actuar por amor
Proponerse consuelos naturales es lícito, pero peligroso. Proponerse ganar el cielo y evitar el infierno, excelente y no hay más que Ventajas.
Proponerse a Dios como bien en sí mismo, abstracción hecha de la recompensa que, sin embargo, es algo inseparable de la caridad perfecta y objeto de esa caridad, eso es la perfección (I).
Todos, so pena de pecado, necesitamos resignación en los sufrimientos. Pero estar alegres en ellos, sólo es un consejo, El religioso debería ser así, porque abrazó la senda de los consejos. Para ello hay que aislarse, unirse a Jesucristo crucificado (I).
Hay que concentramos: estamos demasiado aéreos (I).
Desconfiemos del relajo: la naturaleza humana está en su fortín(C).
Las mortificaciones bien equilibradas son medios o frutos de perfección (C).
Cuando después de esforzamos, los trabajos son inútiles, entonces, alegraos, seréis recompensados. No se podrá decir que fuisteis recompensados en este mundo (C).
El gusto se adquiere con la experiencia. Las almas sencillas y rectas, instruidas por las lecciones del Espíritu Santo, distinguen instintivamente el mal (I).
En la tierra, detenerse, incluso en Dios, es degradarse (C).
SACERDOTES
DEL SAGRADO CORAZÓN
Consagrado
desde su juventud al Sagrado Corazón, no es extraño que san Miguel quisiera
consagrarle el Instituto dictado por la inspiración divina. Exclamaba: ¡Ah, si
pudiera formar una Sociedad de sacerdotes que tuvieran por programa el del mismo
Corazón de Jesús!
Cuando
la obra empezó a tomar cuerpo y citando sometió al Obispo la aprobación, éste,
inspirado por su lado, eligió para el Instituto el nombre que ya tenía en el
corazón el Fundador. Así se explicó ante sus alumnos de teología el 30 de
Mayo de 1858.- "No hay, que creer que una Sociedad lleve un nombre
cualquiera. Cuando Monseñor vio aquí el germen de una pequeña comunidad, se
alegró y su primera preocupación fue darle un nombre. Pasó ocho días
buscando el que podría convenirle mejor y creyó no ser mejor que llamarnos
Sacerdotes Auxiliares del Sagrado Corazón de Jesús. Nombre divino, lleno de
dulzura y todo caridad que ha de ser siempre como una exhortación a tender
hacia nuestro fin Y como modelo que tenemos que ser" (C).
Los
siguientes textos nos permitirán conocer mejor este Instituto del Sagrado Corazón:
carácter, espíritu, fin y, obras.
De
las charlas y escritos de san Miguel podemos extraer notas importantes sobre el
origen y la naturaleza del Instituto.
Dios
autor primero de la Congregación
Dios, su sabiduría y bondad infinitas, la ley interior que el Espíritu imprime en los corazones, la regla y todos los medios exteriores que nos ayudan a ponemos bajo la ley del amor; todo es, en resumen, la primera regla del Sumario. Ahí están señalados con admirable precisión el origen, el fin, los medios de la vida religiosa y de la vocación ¡Ojalá pudiéramos comprender esta doctrina, practicarla, hacerla amar y practicar por los demás!
Quien ha hecho primero nuestra obra es Dios. Por eso es santa. Los hombres no habrían podido siquiera comenzarla. La primera propuesta de establecer una Congregación en Betharram se hizo en Arudy, en un locutorio. Lo hizo la Hna. María Perpetua - Hija de la Cruz y sobrina de santa Isabel Bichier des Ages -. Se rechazó la idea. Luego, el Señor Obispo, sin oponerse, vio la cosa como impracticable. Después, después del inicio, los hombres que estaban dentro sólo aportaban obstáculos. Eso es cierto. Dios tuvo que intervenir.
¡Qué sentimientos no debería inspiramos la intervención divina! ¡Qué amor, qué respeto para la Sociedad! ¡Como para estar confundidos por habernos llamado! ¡Qué alegre y constante abnegación para trabajar por sus intereses, para formar hombres dignos de ella, idóneos, expeditos, expósitos, hombres para todo, desprendidos de todo, con total apertura a quien corresponda. Hay que ver en ella a Dios, su principio y autor y, desde este punto de vista, estimarla y denominarla santa, como vulgarmente decimos en lenguaje de comunidad: la santa regla, la santa comunidad.
Hay que considerar a Dios como autor y guardián de la Sociedad: la gobierna (Dominus regit me) (Sal. 22, 1) y la conservará. Este deseo debe ser como la roca inquebrantable en donde establecemos y arrostrar todas las pruebas.
Dios consagró nuestra obra. Este pensamiento debe echar por tierra ese cúmulo de apreciaciones, de ideas personales, de tristes predicciones, de enredos que desaniman, que hacen de nosotros demonios mismos ante Dios y los hombres.
Con todas esas críticas, asqueamos a los demás, arruinamos la obra de Dios, eternizamos el mal, zaherirnos el corazón de los superiores. Todo eso, algunas veces, con piadosas intenciones. ¿No hay en esto materia de pecado mortal?
¿De dónde proceden esos desórdenes? De no seguir la ley del amor que el Espíritu graba en las almas (P).
El
Sagrado Corazón autor inmediato del Instituto
Manda decir, durante cuarenta días, a cada uno de los nuestros esta oración a nuestro Señor Jesucristo por la Sociedad: Dios mío, no mires mis pecados sino la Sociedad que tu Sagrado Corazón ha concebido y formado. Dígnate darle tu paz, la paz según tu voluntad, que sola puede pacificarla y unir estrechamente, a todos los que la componen, entre sí, con los superiores y tu Divino Corazón9 para que sean uno, como Tú y tu Padre y el Espíritu Santo sois uno. Amén. Fiat. Fiat.
Haga cada uno, todos los días y con las mismas disposiciones que el sacerdote en el momento de comulgar, esta oración de san Francisco Javier escribiendo de rodillas a su superior, para testimoniarle que, a la primera indicación de su voluntad, iría junto a él, dejando de lado todo, obras, voluntad y pensamientos: todo; o llevando sobre sí, en forma de rosario, todos los nombres de la Congregación a cuya intercesión atribuía el fruto y las maravillas de su vida y trabajos. ¡Qué profunda humildad, pero justa humildad! ¡Qué respeto y confianza, qué amor y abnegación por las personas y las cosas de la Congregación! Todo eso, con un gran interés vivamente sentido que, lejos de turbarse, se acrecienta al ver los males que aquejan a la comunidad. Por eso, esta ardiente oración: eamque secun dum voluntatem tuam pacificare et coadunare digneris (dígnate darle la paz y la unidad según tu voluntad) (C).
Carácter
propio de la Institución
¿Cómo es que la Sociedad reúne en sí misma las condiciones constitutivas de una verdadera Congregación religiosa?
En que tiene como fin no sólo tender a la perfección de todos los que entran en ella sino que, además, conduce hacia ella a los demás. Para este efecto, los miembros, después de renunciar al mundo, se consagran especialmente a Dios por los votos inherentes a la vida religiosa y por la profesión perpetua. Por eso, no hay duda de que nuestra Sociedad es una verdadera Congregación religiosa.
¿Es verdaderamente distinta nuestra Sociedad de otras semejantes?
Sí, porque tiene un fundador, un fin, unos medios propios. Tiene su jefe, sus leyes, su gobierno, sus categorías de miembros y, en fin, con una aprobación particular.
¿Cuáles son ese fin y esos medios propios de nuestra Sociedad?
Aunque tiene de común con los demás institutos el fin general de tender a la perfección, tiene esta particularidad: su fin es no sólo tender a la perfección de sus miembros, sino también trabajar en la perfección del prójimo de manera singular.
¿En qué consiste la manera?
1º En apropiarnos, me atrevo a decirlo, de los dos fines parciales: porque buscamos tanto la perfección personal que queremos sirva totalmente, con los medios que usamos, para santificar al prójimo, no para dañar la nuestra, sino para favorecer nuestro avance personal en la perfección de nuestra vida religiosa.
2º En la obediencia singular que profesamos. Porque nuestro carácter propio es obedecer sin excusas, sin demora, sin reserva de acción. de voluntad, de pensamiento, más por amor que por otro motivo. En otros lugares puede existir una cierta media; aquí, ninguna, excepto el pecado manifiesto.
¿Por qué tuvo un nombre particular la Sociedad?
Porque siendo una sociedad particular, nueva y venida después de las demás, necesitaba también un nombre particular, nuevo y diferente de las otras congregaciones religiosas.
¿Por qué lleva el nombre de Sociedad del Sagrado Corazón de Jesús?
1º Por estar especialmente unida al Divino Corazón que dice a su Padre: Aquí estoy, para ser sus cooperadores en la salvación de los demás.
2º Por profesar imitación de la vida de nuestro Señor de una tóriria que les es particular. Porque enseña a sus miembros a vivir con un espíritu de humildad y de caridad entre sí, a ejemplo de los discípulos del Señor Y a modelar ese divino Salvador principalmente por la obediencia para con su Padre y por el empeño en salvar las almas. El nombre trae demasiado a la memoria los sentimientos de caridad, humildad, dulzura, obediencia, abnegación encontrados en ese primer acto del Sagrado Corazón de Jesús: "Aquí estoy"
Tener siempre a la vista el fin del Instituto: Primero Dios, luego. el Instituto para ir a Dios (I).
Dios conservará la Sociedad con tal que ella emplee los medios divinos y no los medios de su invención, cualesquiera que sean (I).
(1) Congregación fundada a principios del s. XIX por san Andrés Hubert Fourriet y santa Juana Isabel Bichier des Ages.
(2) Un santo vasco: el Beato Miguel Garicoits, de Gigord, 1936.
(3) Véase este relato en Bemoville, cap. IX: Triunfo del P. Garicoits.
(4) Correspondencia de San Miguel Garicoits 1 y 11, P. Eduardo Miéyaa (fuera de comercio).
(5) Charla dada en el seminario de Bayona. El texto completo fue publicado en el Echo de Betharram, enero-febrero de 1933.
(6) Vida y Cartas del P. Miguel Garicoits por el R.P. B. Bourdenne, 2' edición, 1889, p. 206-207.
(7) Aquí estoy, Dios mío, para hacer tu voluntad. Se humilló haciéndose obediente hasta la muerte, y una muerte de cruz
(8) Ver la continuación de este texto importante.
(9) Escrito del santo sobre la Forma de vida de los Sacerdotes del Sagrado Corazón de Jesús.
(10) La biografía del P. Etchecopar, tercer Superior General de los sacerdotes del Sagrado Corazón de Betharram, se publicó en 1937 (Ediciones Spes) por el P. Pedro Femessole. Su beatificación ha sido iniciada ya en Roma y el proceso apostólico está terminado.
(11) Colección
de Pensamientos del R.P. Miguel Garicoits. Toulouse.
Privat, 540 pág. in 32, 1890.
(12) Lugar de ejercicios militares en Bayona.
(13) Alusión
a una conversación de Tauler, recogida por Surius. Tauler se encuentra con un
mendigo a la puerta de la Iglesia. Éste le dice cómo encontró la felicidad en
la renuncia a toda creatura para unirse sólo con Dios (Sermones de Tauler,
traducidos por Ch. Sainte-Foi,
Pousselgue, 1855, t, 1, p.65-67).
(14) San Miguel se sitúa aquí en el plano del destino eterno y no en el de la simple justicia conmutativa que regula las relaciones particulares entre los hombres.
(15) Estas notas son un resumen de una nueva meditación o el bosquejo de una charla. Encontramos muchos semejantes en los escritos.
(16) Alusión al golpe de Estado de Napoleón III.
(17) Alusión a los sufrimientos que marcaron el papado de Pío IX.
(18) Alusión a las rocas que dominan el santuario de Betharram.
(19) Estas palabras con que San Miguel gustaba resumir su ideal, están extraídas de Suárez (Rel. Soc. Jesu, Lib. 1, cap. 2, n. 8).
(20) El Uno. Leonide nació en Lestelle, cerca de Betharram. Entró como hermano lego y murió, como si fuera predestinado, a los 15 años. San Miguel, que lo conoció de pequeño, hablaba de él, luego de su muerte, así: "Amemos la Cruz, como el Hermanito Leorude, que todos conocisteis. ¡Qué maravilloso niño! A los 5 años, en lo más crudo del invierno, se hacía despertar, bajar de la cama, por su padre. Llamaba a nuestra puerta y se iba a la capilla. Tales felices disposiciones se multiplicaron con la edad. Admitido en la comunidad como Hermano, se convirtió, por su piedad y su amor a la Cruz, en modelo de los Hermanos. Niño como era, sabía la brillante filosoria del crucifijo, al punto de ser admirado por todos los que lo trataban (Vida, la Ed., p. 276).
(21) Secretario de Mons. Loyson, obispo de Bayona.
(22) "Lo
hice un ser espiritual, incluso en la carne... Y ahora se ha vuelto carnal,
incluso en el Espíritu" (Bossuet, Elevaciones, 7 a Sem., Y Elev. Cf. san
Agustín, La ciudad de Dios, Lib. XIV, Cap. 15. P.L. 61, 423).
(23) Vicario General de la diócesis de Poitiers y superior de las Hijas de la Cruz.
(24) Evaristo Etchecopar, tío del futuro P. Augusto Etchecopar.
(25) Alusión al desafortunado Sauzet, ejecutado el 27 de Febrero en Pradelles (Haute-Loire) y cuya muerte fue muy edificante.
(26) Se trata del P. Passaglia, salido de la Compañía de Jesús en 1859. La prueba, como intuyó san Miguel, le resultó favorable: murió en 1887. reconciliado con la Iglesia.
(27) Esta reprimenda de san Miguel apunta a las gestiones hechas por algunos misioneros de América ante la Santa Sede para obtener más amplios poderes a fin de ejercer el ministerio sacerdotal en otras provincias. fuera de la diócesis de Buenos Aires.
(28) Alude al suplicio de Sauzet. Según declaraciones del sacerdote que lo asistió, san Miguel creía en la inocencia del condenado quien, calumniado, aceptó con heroísmo la muerte antes que denunciar al verdadero culpable.
(29) Industrias para curar las enfermedades del alma: publicación del P. Claudio Aquaviva -finales del s. XVI-, Superior general de la Compañía de Jesús. San Miguel apreciaba mucho esta obra y la recomendaba mucho a los superiores.
(30) Obra publicada en los inicios de la Compañía y que contiene preciosas indicaciones para hacer con provecho los Ejercicios Espirituales de san Ignacio.
(31) Mons. Lacroix, al no querer establecer la comunidad de Betharrani como Instituto religioso, permitió, con muchas restricciones, pronunciar los votos.
(32) Bossuet había dicho casi lo mismo: "Sin apenamos por rebosar de pensamientos ambiciosos, preocupémonos por alcanzar horizontes lejanos de bondad; y, en oficios delimitados, tengamos una caridad infinita (Sermón sobre La ambición, Ed. Lebarq, T. 4, p. 153 ».
(33) El venerable P. Luis Eduardo Cestac, fundador de las Siervas de María de Anglet (Bayona).
(34) El P. Rossigneux era catedrático de Universidad.
(35) Era el momento en que el P. Garicoits sometía a Mons. d'Astros el proyecto de fundar el Instituto.
(36) San Miguel recurre muchas veces al ejemplo del ferrocarril y saca diversas conclusiones. Su espíritu, muy sensible al progreso, estaba fuertemente conmocionado por el tipo de locomoción, nuevo entonces, que cambiaba considerablemente las condiciones de los viajes y facilitaba así los desplazamientos de los misioneros.
(37) San Alfonso Ligorio era hombre de experiencia. Encaraba las cuestiones, las verdades, del lado práctico. Era prácticamente práctico, practico practice. ¡Cuántas aberraciones en los que miran las cosas especulativamente! ¡Cuántas falsas decisiones! Jansenistas apartando a pueblos de la comunión y dejándolos vivir como animales. [ Apreciación valorativa del P. Garicoits ]
El
origen de los textos se indicará por las siguientes letras:
I: Cuaderno inédito de conferencias de san Miguel.
C: Cuaderno del Hno. Cachica, escolástico, que recogió preciosos
apuntes de las conferencias y de las clases de san Miguel en 1858 y 1859. S:
Sumario de testimonios en el proceso de beatificación.
V: Vida de san Miguel, por el P. B. Bourdenne