Enseñar la docilidad a la Gracia
Principios generales de dirección espiritual
Manera de dirigir a quien hace retiro
Discernimiento de los espíritus
18
APÓSTOLES DEL SAGRADO CORAZÓN
De
no aportar un espíritu ardoroso para cumplirla, los de Dios serían indignos de
su misión.
El
Fundador de Betharram nos previene al querer agrupar a su alrededor a un puñado
de operarios cuyo programa sea mismamente el del Corazón de Jesús. Y, para que
sean aptos a reali1ar ese programa, los lleva hasta la fuente viva del espíritu
de Jesús.
Refiriéndose
ala voluntad del fundador, escribía el P. Etchecopar: "Está claro que
tenemos el imperioso y sublime deber de justificar unte Dios y los hombres
nuestro nombre de SACERDOTES Y APÓSTOLES DEL SAGRADO CORAZÓN, luchando siempre
contra lodo espíritu antagónico, sobre todo el espíritu de independencia y de
egoísmo que campea e invade todo, sustituyéndolo por el ECCE VENIO humilde,
obediente y caritativo que un día salvó al mundo y que actualmente tiene que
regenerarlo " (Carta Circular del 12 de abril de 1889).
¿Cómo
desempeñarse en este apostolado? Los próximos párrafos nos lo dirán.
Como mi Padre me envió, así os envío yo, sicut misit me Pater, et ego mitto vos (Jn. 20, 21). Somos, pues, como nuestro Señor, encargados de ejecutar la voluntad divina.
Pero, -a qué somos enviados? A la cruz. como nuestro Señor, a la cruz de nuestra situación, para sacarle provecho. Así debéis encarar cada cual vuestros oficios y ministerios: el profesorado. las misiones, etc., y, dentro de esta óptica, abrazar las cruces de la situación.
¿Acaso no hay cruces perjudiciales que hay que descartar? - Sí. pero hay que descartarlas con esta disposición de espíritu: "Me gustaría soportarlas bien y todavía otras, para participar en las humillaciones en la pobreza. en los sufrimientos,, en una palabra. en la cruz de nuestro divino Maestro".
Amigos míos, ¡qué buena disposición de espíritu! (Con ella), ¡qué grandes podemos ser! ¡Qué felices en las peores situaciones, aunque hayamos sido echados por nuestra culpa! El que sabe aprovechar las cruces de su estado actual, aunque desborde de crímenes, llega a ser pronto santo y gran santo. Testigo de ello, el buen ladrón, condenado a muerte, crucificado por sus crímenes: primero, blasfema contra nuestro Señor; luego, conmovido por la gracia, se somete a Dios, proclamando su justicia y su misericordia. Finalmente, descubre, saborea la gloria y la felicidad de la cruz y confiesa en voz alta la indignidad de un tal honor y alegría.
Testigo, aquel condenado a muerte. Subiendo al cadalso, descubre una misión que cumplir: sube, muere como apóstol, como mártir.
Don Barbaste [cura de Garris, en donde san Miguel hizo su Primera Comunión 1, vio de este modo lo que la Providencia deparó a las víctimas de 1793. Estaba narrando, a trece niños de la Primera Comunión de Garris, entre los cuales me encontraba yo, el relato de Don Dassance, cura de Cambó. Los gendarmes lo detienen cuando lleva consigo la Santa Hostia. La pisotean, lo agarran y lo llevan prisionero. Con la ayuda de uno de los gendarmes, don Dassance consigue escapar. En seguida lo descubre en su escondite un labrador provisto de una orden rápida de detención. lo llevan a Bayona y lo guillotinan. Don Barbaste terminaba su trágico relato con esta reflexión: "Nosotros, niños, no éramos tan santos para tratarnos como a ese confesor de la fe: no éramos dignos de morir, como él, por la santa religión... " ¡Vaya reflexión! ¡Qué magnífica visión ... ! (P)
El estado religioso no se opone al estado de perfección a ejercer. Al contrario, es un excelente medio para procurar la perfección y para formar hombres perfectos, hombres idóneos, expeditos et expósitos, verdaderos auxiliares de los obispos en el inmenso campo de la santificación y perfección de las almas.
Vemos, pues, en la historia, a la Iglesia buscar en lo recóndito de los claustros a obispos e, incluso, a Sumos Pontífices que necesita. Así demuestra que la vida religiosa es escuela de la más alta perfección.
En nuestro Instituto, los medios con que trabajamos en nuestra perfección se combinan con los ministerios que propenden a la santificación del prójimo. Se combinan para formar hombres idóneos, expeditos, expósitos en todos los ministerios que quieran los obispos confiarnos.
Nuestra santificación y la del prójimo, ambas juntas: son, pues, nuestro principal y propio fin; la meta a alcanzar, en todas partes, en el noviciado, en los trabajos manuales, en las oraciones, las conversaciones. etc. Hay que empeñarse, en cualquier sitio y siempre, en llegar a ser idonei, expediti, expositi, sin inmiscuirnos, por nosotros mismos, en ningún oficio.
¿Qué medios existen para adquirir nuestra propia perfección? 1º El cumplimiento de los mandamientos; 2º la práctica de los consejos; 3º la obediencia; 4º la castidad; 5º los ejercicios espirituales y la recepción de los sacramentos; 6º las correcciones en nuestra casa para adquirir humildad, caridad, etc.
¿Cuáles son los medios para santificar al prójimo? 1º, El estudio. 2º, la predicación; 3º, la confesión, etc. (P).
Santificarse, procurar su propia perfección, ese es el fin de toda vida religiosa.
Santificar a los demás sin dejar de santificamos, es nuestra característica propia. Esto por dos motivos:
1º Porque nunca separamos la santificación del prójimo de la nuestra; y todos los medios empleados para el bien espiritual del prójimo los utilizamos para nuestro propio avance espiritual.
2º Porque todos los medios al servicio de los demás, sólo los utilizamos bajo la ley de la obediencia.
La obediencia es tan útil y necesaria en el ministerio de las almas por doble razón.
Primero, para obrar el bien, es indispensable unir el instrumento al autor de la gracia. Pero la obediencia une el alma a Dios y recibe el impulso de Dios: movetur a Deo.
En segundo lugar, el ministerio de las almas es penoso y difícil. Para llevarlo a cabo eficazmente, se necesita generosidad, constancia, que sólo genera la obediencia perfecta, Por eso, el fin del Instituto es dedicarse a formar hombres capaces, desprendidos, siempre bajo la mirada y a disposición del superior, idóneos, expeditos, expósitos, para trabajar en la santificación de las almas. Su meta forma instrumentos auxiliares que están a la espera de la misión, en el momento y en el lugar señalado. Luego, trabajando en el campo de la obediencia, con energía impense (sin contar), y, después, terminada la misión, volver en paz y feliz, y prepararse para nuevos trabajos. ¡Qué desgracia salirse de esta senda, encomendarse a sí mismo una misión!
¿Bajo quién estamos, pues? ¿Del Espíritu Santo? -No. ¿Del Obispo? - No. Seguimos nuestra voluntad. Plagiamos al Espíritu Santo. Somos una carga para los que nosotros mismos nos impusimos y que se quejan bien fuerte de nosotros. Quizás volvamos llenos de pecados.
Seamos, pues, auxiliares, no estorbos. A este efecto, existe una doble preparación: una material, la de redactar instrucciones sólidas. notas con sustancia, etc.; el Obispo se queja a este respecto. La otra, Interior, estar bajo la inspiración del Espíritu Santo y de su ley de amor (P).
Llevar
las almas a la perfección
En nuestro Instituto, los misioneros estudian. predican, confiesan, observan la regla con el doble fin de superarse a sí mismos y de llevar a los demás a la perfección. No debemos creer que nuestro trabajo consista en dar una absolución; hay que orientar a las almas, ayudarlas a escalar virtud tras virtud, ascensiones in corde suo disponentes (Sal. 83, 6). ¡Cuántas almas, aun llamadas a la perfección, permanecen estancadas en el mundo! Esta rutina no satisface el celo de un apóstol que quiere corazones encendidos en amor divino.
Habría que tener, en el confesionario, palabras breves, luminosas, de la Biblia y, de paso, sembrarlas bajo el impulso y la protección de Dios.
¡Cuántos efectos producen a veces palabras lanzadas como al azar! Se ven nacer, con el recuerdo de alguna palabra oída en el pasado, vocaciones religiosas. Aquella religiosa de Champagne, se acordaba en Alejandría de estas palabras oídas en Betharram: Aquí estoy, ecce venio.
Incluso en el púlpito, el predicador propone al auditorio el estandarte de la perfección que enarbolaba el divino Maestro. Lo sé, hay quien se atreve a decir que el predicador no debe predicar la perfección. No estoy de acuerdo con él. Dios mismo propone a todos los hombres el modelo acabado de toda santidad, su propio Hijo, nuestro Señor Jesucristo. Este es el estandarte que el predicador debe mostrar a su auditorio, invitando a seguir, de lo más cerca posible, al Jefe divino. Luego, toca a cada uno ocupar el rango en la medida de la gracia; y ejercer, dentro de los límites de su situación, la inmensidad de la caridad.
El confesor, en cuanto a él, se identifica de alguna manera con el penitente. Le aclara los deberes de su estado y le muestra los medios apropiados a su carácter y a sus necesidades personales. Es la actitud del Señor con la samaritana: le habla a solas, le pide un poco de agua para sacarla del mal y, luego, hace de ella un apóstol. Convierte a la mujer adúltera por el mismo procedimiento (P).
Sin la ley del amor, somos como los apóstoles antes de Pentecostés: hombres con ideas cortas, llenos de susceptibilidades, etc., aunque, en el fondo, buena gente.
¿Quiénes producen los grandes y sólidos frutos de la predicación? Las instrucciones sencillas, llenas de doctrina y piedad de nuestro Obispo. Tanto peor si las desprecian; pero se adecuan para realizar el mejor bien.
Después de un retiro predicado por Don Jaureche, escuché a gente venida de dos leguas a la redonda exclamar, con lágrimas en los ojos: "Nunca pensé en esas verdades; ¡cuidado que es feo el pecado! etc."
No había halagado los oídos con frases elegantes, pero los corazones habían sido conmovidos por verdades sencillas y fuertes proclamadas por un hombre de Dios (P).
El santo Evangelio ofrece aplicaciones adecuadas a cualquier estado, remedios para todas las miserias.
La costumbre de las aplicaciones prácticas en la oración ayuda a predicar con fruto y a toda clase de personas (P).
[Pregunta un misionero si los días desbordantes de trabajo es mejor dejar la oración material para dedicarse al trabajo de la misión ] Antes de ser misionero, hay que ser hombre de oración: por lo demás, una u otra vez, de paso, hacemos un esfuerzo para no dejar la meditación. En ciertas circunstancias, nuestro Señor sabía pasar las noches orando. [Alguien objeta que se deterioraría la salud] Entonces, es un asunto de prudencia: pero. cuidado, evitemos siempre los arreglos personales (P).
El misionero tiene que estar preparado para sufrir todas las pruebas, inevitables en su sublime ministerio. Le darán ropa semiseca, comida mal preparada. Debe, pues, decirse: "Profeso seguimiento al divino Maestro hasta la muerte de Cruz".
Nos molestamos por cortesías completamente humanas. La gente nos espía. El defecto de generosidad es a menudo escándalo para los demás y causa de ruina en nosotros mismos. No lo olvidemos: como religioSOS, estamos consagrados a la piedad, a la caridad, a la obediencia, es decir, a una total y constante mortificación. Como apóstoles, hemos abrazado una vida de sacrificio. Con todo eso, estamos mucho mejor que muchos curas. Que los misioneros lo adviertan. Que los veteranos no bromeen con estas cosas. Los jóvenes religiosos captan estas conversaciones para cometer grandes incorrecciones; de ahí, los grandes escándalos en las comunidades (P).
No
desnaturalizar los ministerios
No confundir ni desnaturalizar los diversos ministerios.
Existen misiones propiamente dichas, retiros. predicaciones del mes de María, ejercicios preparatorios a la Primera Comunión. Cada uno de ellos tiene su fin especial. Hay que procurar ante todo alcanzarlo. Es lo principal. Lo demás, es sólo accesorio e, incluso, nada, porque no es la obra de Dios. No recibimos misión para eso; y, aunque ganáramos el mundo entero, ¿qué provecho sacaríamos, si no hacemos la voluntad de Dios?
[Existe una discusión. Se pretende, durante los retiros de Primera Comunión, que sería bueno predicar a todos Actuar así - responde el P. Garicoits - sería confundir los distintos trabajos... Consagramos a las personas adultas un tiempo precioso para los niños. Todo se hace de prisa... Se descuida la preparación de los niños.
¡Cuántos niños necesitan al misionero para rehacer su confesión general!
¿De qué sirve convertir a toda una parroquia en detrimento de una Primera Comunión?
El Sr. Obispo ha dicho claramente que no hay que desvirtuar las cosas. Es verdad que se le atribuye a su Excelencia palabras que estarían en contradicción con él mismo...
Yo reconozco que otorga a algunos dispensas, toda clase de dispensas, porque son gente ingobernable (P).
[Alguien propone el siguiente caso: se predica una misión en una parroquia. Un cura vecino quiere aprovechar la presencia de los misioneros para favorecer igualmente a su feligresía... ¿Hay que exigir los gastos del viaje si el señor cura no lo hace? - El P. Garicoits responde:] Antes que nada, hay que ir a donde esperamos más frutos para las almas, lo demás, es accesorio (P).
Al partir, el misionero no tendría que preocuparse por lo que debe llevar. ¡Qué bajeza verlos recorrer los talleres! Avise con tiempo al superior y encontrará todo a punto.
Admirable el orden en los ferrocarriles. Una vez registrados los equipajes, no hay que preocuparse más, aunque cambie uno de vagón en camino. Cuando llega la hora, todo está en orden, ni un segundo de retraso. ¡Pobre del que no está en su puesto! Así sucede con el tiempo de la Providencia. ¿Volverá la hora si dejarnos pasarla una vez? Dios mío, ¡qué delicadeza se necesita para atraparla a su paso! El orden es algo hen-noso, solo, no basta; no siempre es señal de virtud.
Sin embargo, el orden material establecido por los hombres máquinas con fines humanos nos enseña a poner orden en la Comunidad y en los asuntos de Dios por amor a Él (36) (P).
¿Hay abusos que combatir y castigar? -¡Cuántos abusos nos conciernen, cuya responsabilidad, examen y castigo debemos dejar a quien corresponde, sin dejamos llevar por un celo de enredos! Cuando fui empleado doméstico, descubrí uno de esos abusos. Como acostumbramos en el País Vasco, al tener dificultades, yo fui raudo a consultar con mi confesor. El hombre, sabio y lleno de experiencia, me recomendó absoluto silencio: "No digas nada, no te importa nada, no es tu asunto, sigue siendo un buen empleado, eso es todo".
Para otros muchos abusos, no hay más que un remedio: paciencia. Sólo se puede y se debe combatir rezando, diciendo sin cesar: Dios mío. pronto, ven en mi ayuda. Deus, in adiutorium meum intende. Domine, ad adiuvandum me festina (Dios mío. ven en mi ayuda. Señor. date prisa en socorrerme); con mucho sacrificio y caridad; esperando meses y meses el socorro, la liberación, el cambio de los corazones. Imitemos la tolerancia de la Santa Sede. Es verdad que el tiempo está a su favor. Tiene, como decía Don Luis Veuillot, tiempo y siglos hasta para echarlos por las ventanas". Pero bueno, ¡qué magnanimidad, durante años y siglos, por ejemplo. para con la Iglesia galicana!
Esta pobre Iglesia galicana, tan buena en el fondo, tan bien intencionada, sin embargo, ¡cuántas impertinencias cometió con el Sumo Pontífice! últimamente todavía, escribía al cardenal Gregorio cartas poco respetuosas para la persona del Vicario de Cristo, para a continuación dar muestras de perfecta deferencia al consultarlo, al seguir sus consejos en pequeños detalles administrativos. ¿Cómo responde Roma a tales despropósitos, mofas y contradicciones? Con paciencia, con muestras de la más alta estima, con la promoción a la eminente dignidad del cardenalato.
Pero también, tarde o temprano, con tal paciencia, la Iglesia triunfa. Lo que decretó en el Concilio de Trento, lo está poniendo en vigor hoy. esperando trescientos años para ejecutarlo. ¡En cuántos obstáculos triunfaríamos de sabemos callar y esperar la hora de la Providencia. ¡Dios mío. haznos apreciar estas verdades tan importantes! Da nobis recta sapere. ¡Señor, ten piedad de nuestra poca fe, danos tu luz y el amor a tu divina cruz! Tu autem. Domine miscrere nostri (P).
Evitar las simplezas: en el confesionario, en el púlpito, en todas partes (I).
Los sacerdotes, si se descuidan, pierden fácilmente la delicadeza del Seminario Mayor, llegan hasta no ver daño alguno allí donde se pierden las almas (I).
La
dirección espiritual de las almas es uno de los principales medios del
apostolado porque sirve, más que ninguno, a la formación espiritual de los líderes.
Para
san Miguel, el cuidado mayor del director espiritual debe ser ayudar a que los
mismos dirigidos se conozcan a sí mismos, descubran la voluntad de Dios, la
abracen con una delicadeza virginal y, finalmente, la cumplan - como decía él
- como un zuavo.
Para
ello, el director espiritual debe poseer un conjunto de cualidades que es raro
encontrar juntas en la misma persona. Por eso, san Miguel no perdía ocasión,
en sus conferencias, para formar a los sacerdotes en ese ministerio tan delicado
de la dirección espiritual.
¿Quién eres? ¡A qué viniste? Si no sé quién soy, ¿cómo voy a tener, sobre todo, pensamientos. sentimientos, apreciaciones conformes a ni¡ estado de vida?
Lo mismo cuando se dirige a alguien, cuando hay que aconsejar una decisión, hay que conocer a la persona, el talante que lo anima. Lo que es pecado grave para uno quizás no lo sea para otro, por su espíritu y naturaleza. Si no se lo conoce, ni tampoco su naturaleza, etc... no habrá más que falsas decisiones (I).
Enseñar
la docilidad a la gracia
Se pueden usar tres maneras de rezar. Pero, de antemano, hay que fijar cuál es la más útil para no actuar bajo las impresiones del momento. Cuidémonos de esa arbitrariedad, de las impresiones del momento, porque son sólo la naturaleza corrupta la que nos las dicta y la que nos inclina hacia lo bajo.
Es verdad que existen las impresiones de la gracia: debemos distinguir unas de otras con el discernimiento de los espíritus.
Algunas veces, la gracia actúa con una fuerza por así decir irresistible. Así le sucedió a san Pablo, en el camino a Damasco, y en qué disposiciones estaba...
Pero lo más frecuente, y a causa de nuestras disposiciones, es que actúe sin ruido, como aflorando tenuemente en el alma: hay que captarla a la bolea, allí donde se presente. Para eso, es preciso una docilidad que procede de una delicadeza virginal.
Para responder a ese toque de la gracia. hay que ser virgen sensata, presta a seguir al Esposo a medianoche mismo. Expectans expectavi, y, esperando, que no nos parezca inútil llevar aceite, no digamos: "¿por qué tarda tanto? No vendrá ... " Pues sí, llega y entra con las vírgenes sensatas. Las demás, no gustarán, no participarán. Y, sin embargo, eran vírgenes también.
¡Cuidado que es misteriosa y admirable la gracia! ¡Cuántas conversiones realiza por un llamado de la gracia en circunstancias aparentemente impropias de una tal invitación!
Al contrario, la infidelidad a los llamados acarrea todas las desgracias... El joven del Evangelio, ¿dónde está? Dios habla: hay, que tener intención pura. pura, pura para escucharlo. Si le prestáramos atención, recibiríamos comunicaciones mucho más importantes para nosotros, para los demás, para los intereses de la Iglesia. Él habla en la oración, en la acción de gracias. El Espíritu divino sopla donde quiere. Resultado: algunas vírgenes, al infierno; algunos bandidos, al cielo.
Jesucristo es nuestro Jefe, el ejemplo que no hay que perder de vista jamás: su vida, sus actitudes, sus modales internos y externos. etc. Compararse siempre con Él: tu corazón, ¿es como el suyo? -,Ahora cómo actuaría? Jesús es como la serpiente de bronce: basta mirarla para curarse algunas veces de las mordeduras más venenosas de las malas inclinaciones. Para mí, vivir es Cristo; sí, Él, sólo Él es mi vida (I).
Principios
generales de dirección espiritual
Cuando el superior se compenetra de la grandeza de su cargo y de su impotencia radical, cuando se abastece de perfumes celestes para su espíritu, su lengua y sus manos y cuando su vida es práctica continua de mortificación, de caridad y paciencia, entonces que aplique la primera regla del Sumario, que se compenetre él mismo con ella y entonces la inculcará con profundidad en los subordinados.
Hay tres cosas en esta regla:
1º Dios en sí mismo, su sabiduría y su bondad. Empezó esta obra, hay que esperar con firmeza que la conserve.
Para mí, al ver los obstáculos encontrados por nuestro Instituto, veo su permanencia como un milagro mayor que la resurrección de un muerto.
2º La ley interior de caridad que el Espíritu Santo acostumbra imprimir en nuestros corazones. Las reglas, todas las ayudas externas, en sí mismas, son inútiles. La letra mata, el espíritu vivifica...
¿En dónde se forman los discípulos de la ley interior de amor? - En la escuela del Espíritu Santo: "Los que se dejan conducir por el Espíritu de Dios, son hijos de Dios (Rom. 8, 14).
A esta escucha debe conducir el superior las almas que se le confían para que les enseñe, con provecho, a hacer los ejercicios de piedad.
Es en la oración donde el alma adquiere la costumbre de unirse a Dios y en donde Dios habla al corazón, lo instruye, lo forma en toda virtud, lo dispone a toda entrega.
Bajo el Maestro, [fulano...] progresó en la ciencia del espíritu, hasta tal punto que su rival de clase, en Larressore, hoy abogado en París, decía un día: "Si estuviera con nosotros san Luis Gonzaga, no nos brindaría mejores ejemplos de virtud". En su clase, otro... aprendió de memoria todo el salterio en sus diálogos con Dios.
Naturalezas tan privilegiadas, no persisten demasiado tiempo en estas actividades extraordinarias del amor divino. Por eso, Dios se las lleva pronto de esta vida o les envía grandes pruebas, a veces accidentes, de los
que resultan felices locuras: fue lo que le sucedió a fulano, que cava ahora la tierra como un trapista.
Para formar en la oración, los métodos son de excelente ayuda. Ejemplo, los Ejercicios Espirituales de san Ignacio, inspirados en Dios, aprobados por los Sumos Pontífices, son medios admirables para unirse a Dios en la oración. Compartir, en la víspera., los temas de la oración, las oraciones previas, las averiguaciones de la inteligencia, los afectos, las decisiones prácticas de la voluntad; todo eso, ¡qué maravilloso mecanismo para preparar el alma a rezar y meditar y a dirigirla en las vías de la meditación!
Y La regla: Quintaesencia del Evangelio. Evangelio apropiado para las diversas formas del estado religioso. Que no sea sólo uno de esos monumentos de la inteligencia humana a los que se les tiene sólo una admiración estéril, y tampoco letra muerta como la República de Platón. Que sea una enseñanza viva practicada en concreto bajo la influencia del Espíritu Santo.
Según lo que acabamos de decir, el superior tendrá que enseñar a los que le toca dirigir: 1º la acción superior y absoluta de Dios; 2º su acción interior en el corazón: los medios externos para cooperar con su gracia. Luego, ayudarlos a querer y a actuar.
Pero él mismo deberá invocar al Espíritu Santo, diciéndole: 1nstruye Tú mismo a los que hablo; enséñanos a querer y a ejecutar lo que Tú mismo nos pides" (P).
Manera
de dirigir a quien hace retiro
El director no es más que el instrumento de la gracia. Ha de ayudar al que hace el retiro a alejar los obstáculos entre Dios y el alma, a ponerlo en comunicación con el Maestro interior que sopla donde quiere e instruye mucho mejor que el hombre. A tal efecto, le indicará el método y el orden de los Ejercicios, las Notas y los Complementos [Notas y, Complementos dados por san Ignacio para sacar fruto de los Ejercicios]. Todo parece que tiene poca importancia, pero, en realidad, tiene mucha.
Comenzará por el principio: fundaciones del edificio espiritual, con las consecuencias de esos principios y de las demás partes, asentando la construcción sobre las fundaciones. Si no, los resultados son pocos o no son sólidos. Incluso se puede llegar a extrañas consecuencias, a fallos desastrosos.
Tiene que hablar poco y dejar al sujeto el placer de encontrar él mismo la luz y el provecho para su alma. Este método es también excelente en la educación de los jóvenes. Un profesor hábil, enseña al alumno a extraer conclusiones de las cosas mismas, a través de la sensación de su propia fuerza, lo estimula hacia nuevos progresos (P)
Discernimiento
de los espíritus
Generalmente, el papel del director espiritual consiste en ayudar al alma a ayudarse a sí misma, para cooperar con la gracia. disponiéndose a esa cooperación.
¿Qué hacer cuando se encuentra con alguien inspirado por Dios Y fiel a Él? Dejar a Dios que actúe según su santa voluntad. San Pablo es derribado en Damasco. Se yergue totalmente trasformado. (,Qué harán los "Ananías"? -Nada. Si se descuidan, combatir la acción de Dios con sus razones y su falsa sabiduría' _" Pero Señor, si es un perseguidor". - Tiene que responderle Dios: "No temas, es un vaso de elección. le enseñaré lo que tiene que sufrir para gloria de mi nombre " (Hech. 9, 15-16).
¿Qué tenía que hacer el confesor del condenado a muerte? - Nada. Entretenerlo con las reflexiones que el Espíritu Santo le sugería. - "Está, sí. contento con morir. Lo afirma, sin mentir. Todo en él parece respirar felicidad. ¡Qué felicidad!" Andar pies desnudos en la nieve, camino del cadalso. eso es la felicidad de un alma poseída completamente por el amor de nuestro Señor Jesucristo.
El director espiritual, por medio de sus prudentes tácticas. ayudará al alma a orientarse hacia su Creador y Señor. Luego, cualquiera que sean las consecuencias de su esfuerzo, está en paz. Así es la conducta del Sumo Pontífice y de nuestro Obispo. Hablan, emplean toda clase de recursos en su celo y caridad y luego están tranquilos. Así deberíamos comportarnos, sin importamos lo que suceda. A veces, hay almas que, al ejercitarse o sentir necesidad de ensayarse en la meditación durante la primera semana. experimentan las tentaciones que el demonio suscita en la etapa iluminativa.
¿No vemos a personas acariciar la idea de una vocación sublime al mismo tiempo que viven en el libertinaje?
Por otro lado, almas fervientes, plagadas de escrúpulos, pierden su tiempo en repasar las faltas, rehacen sus confesiones, en vez de caminar por el camino de las virtudes perfectas.
El empleo de las reglas de discernimiento de espíritus concierne los casos ordinarios. En cuanto a los milagros de la gracia, por ejemplo la conversión de san Pablo, del P. Ratisbonne, del P. Herinann, etc., son hechos que escapan a cualquier método. Vemos a hombres visitados y conquistados por la virtud celestial fuera de toda preparación y en el acto mismo de pecar (P).
Es común la tentación de dejar los ejercicios de piedad, de sustraerse al ministerio de la predicación, de desertar el confesionario, so pretexto de perder el tiempo o de cansarse. Al contrario, en esas circunstancias habría una razón para dedicarse con mayor ardor a esos ministerios y, en cuanto a la oración, un motivo para consagrarle al menos un minuto más (P).
!Qué admirable sabiduría en esta regla! [Anotación nº 14 de san Ignacio] Al mismo tiempo que previene las indiscreciones, respeta más profundamente la actuación del Espíritu Santo en la pronunciación de los votos.
[Alguien pidió qué responder en el siguiente caso: Un alma devota practica y renueva desde hace tiempo el voto temporal de castidad. Desea vivamente obligarse a esa virtud con el voto perpetuo... En atención a su fidelidad, ¿se le podría permitir?... Su confesor ordinario parece oponerse. ¿Qué se le puede aconsejar? -El P. Garicoits responde: ]
Hay que animarla: la constancia en la práctica del voto es una buena señal de vocación. Se le puede decir, para justificar al confesor: "No te debe sorprender la prudencia del confesor, porque, en materia de votos, se cometen muchas indiscreciones".
Notemos, de paso, que no es raro encontrar gente con ganas de publicitar sus prácticas extraordinarias y que tienen la manía de oponer unos confesores a otros (P).
Sí, hay ocasiones en las que se puede decir a los que tienen aptitudes para la vida de perfección: "Tienes edad, estás por tomar una decisión, mira, examina si Dios te llama a la vida religiosa".
Algunos son incapaces, por sí mismos, de fijarse y elegir una vocación. En cuanto terminan las dudas, están en paz. Ejemplo: La Hermana X... En un internado, primero: en Igón. Durante un año experimenta horror
por las Hijas de la Cruz y una fuerte inclinación por el mundo. iba a dejar Igón. Había juntado sus pertenencias. Se había notado en ella signos de excelente vocación. A pesar de todo, no hubo reparo en decirle en el momento crítico de marchar: "Tienes que quedarte y entrar en el noviciado". Entra al instante.
Cambia su excelente y rebosante salud. Estuvo enferma durante un año. Pero siempre con una profunda paz. La envían a una parroquia. Un día viene su mamá en burra para llevársela a casa. Su vocación se había curtido. Lleva ya más de veinte años como Hija de la Cruz. Aquel hastío por la vida religiosa que tuvo en el internado no fue, evidentemente, más que una tentación del demonio (P).
Según santo Tomás, san Alfonso de Ligorio, etc., la gracia de la vocación es una gracia actual, transitoria, Hay que atraparla a su paso y como a la bolea, quam primum (cuanto antes).
La gracia de la vocación, como tantas otras gracias, podemos recibirla en vano, por una oposición que contraría y contrista al Espíritu Santo. El alma, en lo que le concierne, debe seguir el deseo que experimenta por la vida de perfección; incluso - dicen los autores - cuando ese deseo venga del demonio. Ante esta hermosa perspectiva, debe exclamar, con santa Teresa: Deo gratias!
¡Cuántas ilusiones a este respecto! Por ejemplo: los que retrasan su entrada en la vida religiosa so pretexto de querer convertir a los parientes. Otro ejemplo: el seminarista que emprendió la tarea de llevar a Dios a alguien del otro sexo. Acabó muy pronto casándose con ella. Cuando el director espiritual de un alma ve en ella gérmenes de vocación, debe animarla y ayudarla a disponerse ella misma a buscar la voluntad de Dios observando los siete puntos del método.
Ayudar a las almas a que se dispongan a conocer la voluntad de Dios y decidir una vocación, son dos cosas muy distintas. Todo director espiritual puede y debe realizar el primero de esos ministerios. Pero. para desempeñarse en el segundo, hay que tener gracia y misión, con la prudencia y sabiduría requeridas, y después de bastantes exámenes. A este respecto hay que señalar que, según san Alfonso de Ligorio (37), según un director espiritual entendido, hay que tener más indicios de vocación para ser sacerdote secular que para abrazar la vida religiosa.
Cosa muy extraña: muchos directores espirituales tienen principios totalmente contrarios. ¿Quiere uno ser sacerdote? ¿Es designado obispo" Son cuestiones que sólo merecen un examen ordinario... ¿Quiere alguien
ser religioso? Nunca se aseguraría bastante ni se consultarían suficientes doctores. Lo contrario es una aberración (P).
Mucha delicadeza necesita el director espiritual para no interponerse entre el alma y la voluntad del Creador. El Espíritu Santo es delicadísimo y celosísimo. ¡Cuánto respeto tiene por la libertad del hombre!
Nuestro Señor Jesucristo decía a uní oven: "Si quieres ser perfecto, si vis perfectum esse". ¡Qué respeto por la libertad del joven llamado al estado de perfección! Efectivamente, el Señor añadió: ¡Qué difícil es que los ricos se salven! (Mt. 19, 21, 23)
Seguir la gracia, no precederla, non pracire sed sequi, una regla que el director espiritual ha de observar en materia de vocación. ¡Cuántas vocaciones abortadas por adelantarse imprudentemente! ¿El demonio`. encantado.
El director espiritual estudiará los diversos movimientos de la gracia según las reglas del discernimiento de espíritus (cf. Ejercicios Espirituales de san Ignacio, Regulae afiquot ad motus animae).
¡Ocurren al alma cosas tan misteriosas!
La fundadora de las Hijas de la Cruz, durante toda su vida, se sentía atraída por la Trapa, hasta tal punto que, el año mismo de morir, hizo retiro para ver su vocación. ¿De dónde podía venirle idea tan heroica y constante? Sin lugar a dudas, de Dios que la disponía para ser instrumento de grandes obras. En su juventud, vivió en el castillo de Molante. Allí, los encantos de la edad y sus relaciones con la alta sociedad la exponían a cualquier cosa. La fuerte atracción por lo austero y la vida en soledad preservaron y guardaron su angélica virtud. Dios protegió a su privilegiada servidora y la preparó para fundar un nuevo Instituto (P).
Un capellán debe dirigir las conciencias, a su cuidado confiadas, con celo y libertad, dentro de los límites de su oficio, siempre resguardado detrás de su deber, pero sin inmiscuirse en lo exterior que no le compete e. incluso, sin responder demasiado a las invitaciones que le hagan... Si ve desórdenes, que los señale a quien corresponda, es decir, al superior de la comunidad. Aquí aún, mucha prudencia (P).
1º -¿Hay que considerar como llamado por Dios al sacerdocio a un joven que tenga sentimientos rectos y honestos, que lleve una conducta intachable, que sea buen cristiano, que evite las faltas graves, pero que, sin embargo, no tenga profundo reconocimiento de su indigencia e indignidad, que no tenga ganas de obrar celosamente, que no se proponga evitar las pequeñas faltas, etc.?
-No. Todavía no. No se dan en él signos positivos, suficientes, de vocación.
2º -¿Debe iniciar el diálogo el director espiritual?
- Ordinariamente, no. Debe limitarse a ejercitarlo a que realice bien sus actuales deberes, a que supere todo afecto desordenado, a que se disponga en general a la mayor imitación de Jesucristo, y a que espere, de forma regular, a tener, a partir del examen de su vocación, el deseo y el pedido de la misma. Si, por sí mismo, alguien se inclina hacia el sacerdocio, habría que proponerle ese examen, con tal que, por otra parte, supere todo afecto desordenado y se disponga a imitar a Jesucristo.
3º - ¿Y si respondiere que desde hace tiempo tiene el deseo de ser sacerdote, que quiere la gloria de Dios y la salvación de las almas? ¿Qué hacer?
-A partir de ahí, exhortarlo: 1º a redoblar de celo por cumplir bien sus actuales deberes; 2º a superar de verdad todo afecto desordenado; Y a disponerse a la más perfecta imitación de Jesucristo; 4º ayudarlo a examinar y verificar su vocación; 5º finalmente, si persiste, autorizarlo a tomar la sotana.
4º -¿En qué virtudes morales insistir en el futuro seminarista?
- En lo que dije antes y que consisten en hacer lo que Dios quiere y como lo quiere.
Lo que Dios quiere lo conoce en los deberes actuales de alumno. ¿Cómo quiere Dios que cumpla sus deberes? 1º Ordinate, según el reglamento de la casa de estudios; 2º diligenter, es decir, con el cuidado y aplicación que exigen la voluntad y la presencia de Dios. "Haced todo con diligencia" (2 Cor. 19, 7); 3º devote, con recta intención y deseos frecuentes de imitar, en todo lo que hace, a Jesucristo. Para esto, debe saber vencerse a sí mismo, practicar la abnegación y que sepa la necesidad, para todo cristiano y con mayor razón para el sacerdote, de imitar a nuestro Señor Jesucristo.
Hay que ocuparse, pues, seriamente de la vocación. Pero sobre esta materia, lo que mejor veo y lo más admirable, son el Directorio y las Industrias, sobre todo el capítulo primero. En general, el asunto de la elección lo trata muy bien el Directorio. Lo difícil es captar todo lo que contiene de prudencia y aplicarlo todo: lº, para ser instrumento del Espíritu Santo y nada más que eso; 2º, para ayudar a las almas a ayudarse a sí mismas a ponerse bajo el influjo del Espíritu Santo para realizar cualquier tipo de elección; esto exige dejar a las almas mucha espontaneidad (P).
No nos sirvamos a nosotros mismos sino a Dios, según estas palabras: Aquí está la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra (I).
No basta absolver a los pecadores; hay que orientarlos, ayudarlos a encaminarse de virtud en virtud (I).
Quien no va hacia la meta, nunca llega. Hay que sacar a las almas de su rutina, implantar en ellas deseos de avanzar en el amor de Dios (I).
¿Qué hacer con personas que viven de ilusiones? Oponer a su conducta la de Jesucristo. Si empezáramos a brindarles razones, a instruirlos en la teología, harían más que nosotros (I).
El vicio y la virtud Pueden contraerse en un solo acto, aunque heroico (C).
(1) Congregación fundada a principios del s. XIX por san Andrés Hubert Fourriet y santa Juana Isabel Bichier des Ages.
(2) Un santo vasco: el Beato Miguel Garicoits, de Gigord, 1936.
(3) Véase este relato en Bemoville, cap. IX: Triunfo del P. Garicoits.
(4) Correspondencia de San Miguel Garicoits 1 y 11, P. Eduardo Miéyaa (fuera de comercio).
(5) Charla dada en el seminario de Bayona. El texto completo fue publicado en el Echo de Betharram, enero-febrero de 1933.
(6) Vida y Cartas del P. Miguel Garicoits por el R.P. B. Bourdenne, 2' edición, 1889, p. 206-207.
(7) Aquí estoy, Dios mío, para hacer tu voluntad. Se humilló haciéndose obediente hasta la muerte, y una muerte de cruz
(8) Ver la continuación de este texto importante.
(9) Escrito del santo sobre la Forma de vida de los Sacerdotes del Sagrado Corazón de Jesús.
(10) La biografía del P. Etchecopar, tercer Superior General de los sacerdotes del Sagrado Corazón de Betharram, se publicó en 1937 (Ediciones Spes) por el P. Pedro Femessole. Su beatificación ha sido iniciada ya en Roma y el proceso apostólico está terminado.
(11) Colección
de Pensamientos del R.P. Miguel Garicoits. Toulouse.
Privat, 540 pág. in 32, 1890.
(12) Lugar de ejercicios militares en Bayona.
(13) Alusión
a una conversación de Tauler, recogida por Surius. Tauler se encuentra con un
mendigo a la puerta de la Iglesia. Éste le dice cómo encontró la felicidad en
la renuncia a toda creatura para unirse sólo con Dios (Sermones de Tauler,
traducidos por Ch. Sainte-Foi,
Pousselgue, 1855, t, 1, p.65-67).
(14) San Miguel se sitúa aquí en el plano del destino eterno y no en el de la simple justicia conmutativa que regula las relaciones particulares entre los hombres.
(15) Estas notas son un resumen de una nueva meditación o el bosquejo de una charla. Encontramos muchos semejantes en los escritos.
(16) Alusión al golpe de Estado de Napoleón III.
(17) Alusión a los sufrimientos que marcaron el papado de Pío IX.
(18) Alusión a las rocas que dominan el santuario de Betharram.
(19) Estas palabras con que San Miguel gustaba resumir su ideal, están extraídas de Suárez (Rel. Soc. Jesu, Lib. 1, cap. 2, n. 8).
(20) El Uno. Leonide nació en Lestelle, cerca de Betharram. Entró como hermano lego y murió, como si fuera predestinado, a los 15 años. San Miguel, que lo conoció de pequeño, hablaba de él, luego de su muerte, así: "Amemos la Cruz, como el Hermanito Leorude, que todos conocisteis. ¡Qué maravilloso niño! A los 5 años, en lo más crudo del invierno, se hacía despertar, bajar de la cama, por su padre. Llamaba a nuestra puerta y se iba a la capilla. Tales felices disposiciones se multiplicaron con la edad. Admitido en la comunidad como Hermano, se convirtió, por su piedad y su amor a la Cruz, en modelo de los Hermanos. Niño como era, sabía la brillante filosoria del crucifijo, al punto de ser admirado por todos los que lo trataban (Vida, la Ed., p. 276).
(21) Secretario de Mons. Loyson, obispo de Bayona.
(22) "Lo
hice un ser espiritual, incluso en la carne... Y ahora se ha vuelto carnal,
incluso en el Espíritu" (Bossuet, Elevaciones, 7 a Sem., Y Elev. Cf. san
Agustín, La ciudad de Dios, Lib. XIV, Cap. 15. P.L. 61, 423).
(23) Vicario General de la diócesis de Poitiers y superior de las Hijas de la Cruz.
(24) Evaristo Etchecopar, tío del futuro P. Augusto Etchecopar.
(25) Alusión al desafortunado Sauzet, ejecutado el 27 de Febrero en Pradelles (Haute-Loire) y cuya muerte fue muy edificante.
(26) Se trata del P. Passaglia, salido de la Compañía de Jesús en 1859. La prueba, como intuyó san Miguel, le resultó favorable: murió en 1887. reconciliado con la Iglesia.
(27) Esta reprimenda de san Miguel apunta a las gestiones hechas por algunos misioneros de América ante la Santa Sede para obtener más amplios poderes a fin de ejercer el ministerio sacerdotal en otras provincias. fuera de la diócesis de Buenos Aires.
(28) Alude al suplicio de Sauzet. Según declaraciones del sacerdote que lo asistió, san Miguel creía en la inocencia del condenado quien, calumniado, aceptó con heroísmo la muerte antes que denunciar al verdadero culpable.
(29) Industrias para curar las enfermedades del alma: publicación del P. Claudio Aquaviva -finales del s. XVI-, Superior general de la Compañía de Jesús. San Miguel apreciaba mucho esta obra y la recomendaba mucho a los superiores.
(30) Obra publicada en los inicios de la Compañía y que contiene preciosas indicaciones para hacer con provecho los Ejercicios Espirituales de san Ignacio.
(31) Mons. Lacroix, al no querer establecer la comunidad de Betharrani como Instituto religioso, permitió, con muchas restricciones, pronunciar los votos.
(32) Bossuet había dicho casi lo mismo: "Sin apenamos por rebosar de pensamientos ambiciosos, preocupémonos por alcanzar horizontes lejanos de bondad; y, en oficios delimitados, tengamos una caridad infinita (Sermón sobre La ambición, Ed. Lebarq, T. 4, p. 153 ».
(33) El venerable P. Luis Eduardo Cestac, fundador de las Siervas de María de Anglet (Bayona).
(34) El P. Rossigneux era catedrático de Universidad.
(35) Era el momento en que el P. Garicoits sometía a Mons. d'Astros el proyecto de fundar el Instituto.
(36) San Miguel recurre muchas veces al ejemplo del ferrocarril y saca diversas conclusiones. Su espíritu, muy sensible al progreso, estaba fuertemente conmocionado por el tipo de locomoción, nuevo entonces, que cambiaba considerablemente las condiciones de los viajes y facilitaba así los desplazamientos de los misioneros.
(37) San Alfonso Ligorio era hombre de experiencia. Encaraba las cuestiones, las verdades, del lado práctico. Era prácticamente práctico, practico practice. ¡Cuántas aberraciones en los que miran las cosas especulativamente! ¡Cuántas falsas decisiones! Jansenistas apartando a pueblos de la comunión y dejándolos vivir como animales. [ Apreciación valorativa del P. Garicoits ]
El
origen de los textos se indicará por las siguientes letras:
I: Cuaderno inédito de conferencias de san Miguel.
C: Cuaderno del Hno. Cachica, escolástico, que recogió preciosos
apuntes de las conferencias y de las clases de san Miguel en 1858 y 1859. S:
Sumario de testimonios en el proceso de beatificación.
V: Vida de san Miguel, por el P. B. Bourdenne