Ecce venio del primer instante
El Programa del Sagrado Corazón
Participación en el gobierno de Dios
Auxiliares del Sagrado Corazón
Al unísono del Corazón de Jesús
Medios para adquirir la conformidad de corazón
Practicar la renuncia en pos del Maestro
Disposiciones para encontrar a Jesucristo
Cooperar con el amor que se inmola
"El
P. Garicoits, que era tan sabio como generoso, nos exhortaba a bien orientarnos
" Así testimonia el P. Etchecopar (Carta Circular, 10 de Enero de 1888).
En efecto, la orientación espiritual, para este insigne director de almas,
incide en todo. ¿Qué entendía por hombres orientados? El P. Etchecopar
responde: "Hombres perfectamente iluminados por el fin de su vocación,
profundamente convencidos de la santidad de su vocación, determinados y
resueltos a realizar todas las ventajas de esa vocación como valientes,
heroicos, corde magno et animo volenti" (Ibid).
El
problema de esa orientación no tenía ninguna complicación; se reducía a una
opción decisiva, y según él, inevitable entre dos direcciones:
La
cuestión es hoy en día saber cuál de los dos movimientos será el nuestro; el
que dice: non serviam, ero similis Altísimo; o el que, unido al Corazón de Jesús,
dice: AQUÍ ESTOY (E).
Por
eso, adaptó a su plan la fórmula ignaciana de Los dos Estandartes. Hacía
tiempo que había elegido para su idea el Ecce venio del Sagrado Corazón.
¡Dios
mío, cuánto nos has amado! ¡Dios mío, cUánto has hecho para que yo te ame!
¡Cuánto has deseado y cuánto deseas que te ame! Mi corazón está dispuesto,
a nada me niego para probarte mi amor. ¿QUE QUERÉIS QUE HAGA? AQUí ESTOY (E).
No
le bastó elegir; quiso juntar alrededor del Sagrado Corazón una falange de
discípulos cuya única meta fuera continuar la obra de la Redención.
Si
pudiéramos formar una Sociedad de sacerdotes que tuvieran por programa EL
PROGRAMA MISMO DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS, el sacerdote eterno, el servidor
del Padre celestial.
Dios
le concedió la gracia, y la Sociedad que sus deseos anhelaron nació. El P.
Etchecopar, con su eminente autoridad, subraya la inspiración divina de la obra
y detalla con precisión el origen y el sentido: "A pesar de su profunda
humildad, escribe, el P. Garicoits creía en una nueva creación, con ese fin,
su organización, su espíritu, sus medios; creía que el Dios de los niños y
de los pobres lo había elegido para ese fin... y que le había dicho:
Vete a fundar en la Iglesia un nuevo Instituto. Tiene su razón de existir...
Esta es tu bandera y el grito de vuestro grupo: irás a la cabeza con la bandera
del Sagrado Corazón profiriendo la exclamación del Aquí estoy de mi Hijo, y
seréis la alegría y el sostén de su Iglesia. Creyó en esta voz, enarboló
la bandera... y se lanzó por el camino como un gigante y lo anduvo hasta su último
suspiro" (Carta circular, 10 de Enero de 1888).
San
Miguel consideró siempre su Sociedad como nacida del Sagrado Corazón. Al final
de su vida, mandaba rezar a todos los compañeros la oración que empieza por
estas palabras:
Dios
mío, no mires mis pecados, sino la Sociedad QUE TU SAGRADO CORAZÓN FIA
CONCEBIDO Y FORMADO (L).
Pero,
desde el principio, precisó la razón de ser, asignándole el programa del que
hemos hablado más arriba:
El
Hijo de Dios se hizo carne. En el momento de entrar en el mundo, animado por el
espíritu del Padre, se entregó a todos los designios sobre El, se puso en
lugar de todas las víctimas: "No te agradaron los holocaustos y las víctimas
por el pecado; entonces dije: AQUÍ ESTOY, DIOS MÍO, VENGO PARA CUMPLIR TU
VOLUNTAD". Inició su carrera con ese acto que nunca interrumpió...
Ante
ese prodigioso espectáculo, los sacerdotes de Betharram se han sentido
impulsados a ENTREGARSE PARA IMITAR A JESÚS ANONADADO Y OBEDIENTE (E).
Desde
su fundación, la Congregación de Betharram se dispuso, pues, a hacer suya la
misión confiada en otro tiempo al Verbo hecho hombre y a reencarnar en el corazón
de sus miembros las primeras disposiciones del Corazón de Jesús. Ahí está su
rol y la única forma de justificar, ante Dios y ante la Iglesia, el nombre que
lleva:
¿Por
qué nuestra Sociedad lleva el nombre de Sociedad del Sagrado Corazón de Jesús?
1º Porque está ESPECIALMENTE UNIDA AL DIVINO CORAZÓN QUE DICE A SU PADRE:
"AQUÍ ESTOY" con el fin de ser sus cooperadores para la salvación de
las almas; 2º porque hace PROFESIÓN DE IMITAR LA VIDA DEL SEÑOR de una manera
que le es PARTICULAR‑ El nombre recuerda muy bien los sentimientos de
caridad, humildad, dulzura, obediencia y entrega ENCERRADOS EN EL PRIMER ACTO
DEL SAGRADO CORAZÓN: AQUÍ ESTOY (E).
En
este punto, lo esencial del pensamiento del Fundador, nunca varió, y se propuso
hasta la muerte inculcar a sus compañeros un espíritu profundamente religioso,
siempre con el único fin de hacerlos conformes de los que son, por su vocación,
sus auxiliares:
Se
anonadó y se hizo obediente hasta la muerte de la cruz, lo cual se resume en
una sola palabra: Aquí estoy.
So
pena de renegar de nuestra profesión de sacerdotes auxiliares del Sagrado Corazón
de Jesús y de cuadramos tras el estandarte de Satanás, todo, en nuestra
conducta deliberada, debe responder al Espíritu Santo y a nuestros superiores:
"AQUÍ ESTOY, SIN DEMORA, SIN RESERVA, PARA SIEMPRE, POR AMOR A LA VOLUNTAD
DE DIOS" (L).
Estas
últimas palabras nos hacen entrever el sentido exacto del Ecce venio
betharramita calcado del Ecce venio del Sagrado Corazón. No es un movimiento de
generosidad ciega, que se extendería por casualidad; está orientado hacia una
meta perfectamente determinada: el cumplimiento integral de la voluntad de Dios.
Su fórmula completa, señalada por la Carta a los Hebreos en labios, mejor
dicho en el Corazón del Verbo encarnado y que san Miguel Garicoits se apropió
por entero, es la siguiente: 'Aquí estoy, Dios mío, para cumplir tu
voluntad". (Heb. 10, 7, 9). La voluntad divina es la regla suprema del
betharramita como lo fue del Sagrado Corazón, a tal punto que debe decir como
el Maestro: "Mi alimento es hacer la voluntad del que me envió y cumplir
su obra" (Jn. 4, 34).
Pero,
frente a la voluntad divina a realizar, lo que caracteriza propiamente la vocación
de los Sacerdotes del Sagrado Corazón, es la espontaneidad ardiente y el
impulso generoso con que deben entregarse, para reproducir en su vida el Ecce
venio del Verbo encarnado.
Comprendida
de este modo, la devoción al Sagrado Corazón se convierte en una verdadera
espiritualidad.‑ es una adhesión del alma a todas las disposiciones
interiores del Verbo encarnado, pues no hay ninguna que deje de expresarse en su
Ecce venio. Por eso el Fundador puso siempre la práctica de las virtudes
cristianas y religiosas de los Betharramitas dependiente de este acto de
ofrenda: reciben una mística fuerza y un calor que el ascetismo más encumbrado
no es capaz de darles:
¡Si
todo nuestro ser, cuerpo y alma, tuviera un solo movimiento, un solo impulso
generoso para ponerse bajo la conducta del Espíritu de amor, diciendo sin
cesar: Aquí estoy, Ecce venio! (P).
Aún
en este punto, el P. Etchecopar se muestra un discípulo perfecto, cuando hace
derivar de esta fuente única las virtudes principales que caracterizan la
vocación de los Sacerdotes del Sagrado Corazón: "Adelante siempre-
escribe-, repitiendo el grito de nuestra pequeña tropa: Ecce venio, Aquí
estoy. Aquí estoy, según las palabras del Fundador, al servicio de la humildad
y de la caridad.. Aquí estoy, muy especialmente, como apóstol del respeto y de
la sumisión perfecta a los superiores"
(Carta circular, del 18 de Junio de 1886).
Estas
virtudes preferidas por el santo Fundador son precisamente las virtudes por las
que manifestó siempre el Sagrado Corazón especial predilección. De ahí su
incansable insistencia, como lo veremos más adelante. De ahí también los
esfuerzos incesantes del P. Etchecopar para evitar que los religiosos del
Instituto se alejen de la doctrina que habían recibido como precioso depósito:
"Adelante, en el camino trazado por su doctrina y sus heroicos ejemplos.
Adelante, como dignos auxiliares del divino Corazón".
(Carta circular, del 18 de Febrero de 1889).
El
mismo P. Etchecopar redactó el libro
Pensamientos, enteramente reproducido en este libro, y nos dice que lo
hizo con el fin de ayudar a los auxiliares del divino Corazón a realizar mejor
su propia vocación, haciéndoles revivir el Ecce venio del Maestro y Modelo. En
efecto, a las líneas citadas anteriormente, añade: "Para excitar nuestro
celo, acabo de terminar, en Sarrance, un pequeño compendio de cartas del
Fundador y algunas notas sobre las conferencias y charlas de los diez últimos años
de su vida. ¡Qué altura de percepción! ¡Qué admirable perfección! ¡Qué
belleza celestial en el plano del edificio! ¡Qué indomable voluntad para
ejecutarlo! ¡Qué celo ardoroso para imprimir en nosotros el sello de un Ecce
venio regenerador" (Ibid.).
La
doctrina se encuentra admirablemente resumida en el artículo 10 de las
Constituciones de 194 7.
Todos
los miembros de la Congregación considerarán al divino Corazón como su modelo
particular, su tesoro y su herencia propia, el sello que deben imprimir a toda
su vida.
Una
vez en posesión de la idea maestra que guió la vida espiritual del Santo de
Betharram, los documentos que nos quedan se pueden fácilmente clasificar en
estos tres grandes capítulos:
EL
PROGRAMA DEL SAGRADO CORAZÓN
LAS
VIRTUDES DEL SAGRADO CORAZÓN
LOS
SACERDOTES DEL SAGRADO CORAZÓN
"Recuerdo
‑ escribía el P. Etchecopar- los impulsos que brotaban del alma de
san Miguel cuando nos recordaba nuestra especial consagración al adorable Corazón
y nuestra solemne profesión de amarlo, imitarlo y propagar su culto y el
imperio de sus virtudes" (Carta Circular, del 18 de Junio de 1886).
"Seamos'
nosotros mismos, por nuestras obras, viva expresión de su doctrina y enseñanza.
Para ello imprimamos a cada pensamiento y acción el Ecce venio de su humildad y
entrega" (Carta cir., del 1 de noviembre de 1891).
La
devoción de san Miguel al Sagrado Corazón no se limitaba- lo hemos
visto- a unas pocas prácticas piadosas. Abarcaba a toda su alma y consumía
su vida entera.
Para
él, el Sagrado Corazón era el Verbo encarnado que se presenta a su Padre en un
abrasador Ecce venio.
A
penas formado, el divino Corazón es arrebatado y transportado por1a contemplación
de la voluntad infinitamente santa del Padre celestial y, con todo el amor de
que es capaz, ofrece su vida y su muerte para cumplirla. El P. Garicoits no
puede resistirse viendo ese "espectáculo prodigioso" en el cual, por
una intuición infalible, descubre la fuente de toda virtud y perfección. La
generosidad de esta ofrenda, realizada sin demora, sin reserva y para siempre, y
la excelencia divina de la meta ffiada, le hacen ver de un vistazo, desde su
punto de partida hasta el final, el destino completo del incomparable Modelo que
la inspiración interior no dejará ya más de proponerle.
Adherir
a ese abrasador Ecce venio, identificarse con el Sagrado Corazón que lo
pronunció y, para revivirlo, realizar gracias a Él la misma voluntad de Dios,
con disposiciones parecidas, es que adoptó de entrada el programa y lo legó a
sus compañeros después de seguirlo hasta la muerte.
A
continuación vamos a ver textos de un profundo contenido.
A
Dios le agradó hacerse amar
y,
siendo como éramos sus enemigos,
nos
ha amado tanto
que
nos ha enviado a su Hijo único:
nos
lo ha dado
como
incentivo que nos rinda al amor divino,
como
modelo que nos muestre las reglas del amor
y
como medio para alcanzar ese amor divino:
el
Hijo de Dios se ha hecho carne.
En
el momento de entrar en el mundo,
animado
por el Espíritu de su Padre,
se
entregó a todos sus designios sobre Él
y
se puso en lugar de todas las víctimas:
No
quisiste- dije
‑ sacrificios ni ofrendas,
pero
me has preparado un cuerpo;
no
te complaciste en holocaustos
ni
en sacrificios por el pecado:
entonces
yo exclamé:
AQUÍ
ESTOY, DIOS MÍO, PARA CUMPLIR TU VOLUNTAD.
Comenzó
su carrera con este gesto magnífico
que
será definitivo.
Desde
ese momento permaneció siempre
en
estado de víctima,
anonadado
ante Dios,
sin
actuar nunca por sí mismo
sino
por el Espíritu de Dios,
entregado
permanentemente a los mandatos de Dios
para
sufrir y hacer lo que Él dispusiera:
Se
rebajó hasta someterse incluso a la muerte
y
una muerte de cruz.
Así
nos ha amado Dios.
Así,
Jesucristo, Señor y Creador nuestro,
se
ha convertido
en
incentivo inefable para el corazón,
en
modelo perfecto
y
en auxilio soberano;
los
hombres están como témpanos ante Dios;
y,
hasta entre los sacerdotes,
hay
tan pocos que digan, a ejemplo del divino Maestro:
Aquí
estamos... Sí, Padre...
Ante
este espectáculo prodigioso,
los
sacerdotes de Betharram
se
han sentido arrastrados a entregarse por entero,
mediante
los votos,
a
la imitación de Jesús,
anonadado
y obediente;
y
a la tarea de lograr para los demás
una
dicha semejante,
bajo
la protección de María,
la
bien dispuesta para todo lo que Dios quería
y
la siempre sumisa a todo lo que Dios hacía (E).
Desde
el instante de su divina concepción, Jesucristo exultavit ut gigas ad
currendam viam suam (se lanzó como un gigante a recorrer su camino) (Sal.
18, 6); a partir de ese momento, exclama: Aquí estoy. Pero, sin embargo, está
nueve meses en el seno de su madre, treinta años en Nazaret, antes de predicar
el Evangelio y de morir por nuestra salvación.
Ecce venio del primer instante
Aquí
estoy. El Señor, desde el primer instante de su concepción, se ofreció a
Dios, su Padre, a través de un acto interior siempre permanente y sin ninguna
interrupción. ¿Por qué quiso añadir a ese acto interior y secreto otro
exterior y público en conformidad a la ley?-Para enseñamos que hay que
ser cristianos no sólo interiormente sino, además, exteriormente, en
particular en lo que es de precepto y en lo que alguna piadosa costumbre
introduce...
El
Niño Jesús dice a su Padre: "Aquí estoy. Que sean uno" "Padre
eterno ahí está tu Hijo muy digno de Ti; lo mismo' que es digna de Ti su
Madre. Aquí está una comunidad semejante a la tuya: ese niñito y su Madre son
una misma cosa como lo eres Tú.
Este
Niño dice: "Aquí estoy", como la Madre: "Aquí está la esclava
del Señor". Es la misma humildad, la misma caridad, la misma obediencia
sin límites. Es el mismo sentimiento, la misma felicidad en la misma entrega de
la n‑úsma vocación a la misma comunidad (E).
Aquí
estoy sin demora, sin reserva, para siempre. Exultavit ut gigas ad currendam
viam suam (se lanzó como un gigante a recorrer su camino). Hombre para
hacer y sufrir todo, dentro de la obediencia; hombre que, fuera de esto, nada
hace, nada sufre. Generosidad enorme, pero equilibrada, que se desvive en sus
deberes, en la conveniencia de la situación actual; inmensa generosidad que
halla espacio digno de ella, tan extenso que puede desenvolverse en él,
glorificar a Dios, igual en el seno de María, en el pesebre, en la humilde casa
de Nazaret, que en el esplendor del cielo a la derecha del Padre eterno.
¡Viva
Dios! Puedo glorificarlo. Puedo ser útil al prójimo, igual y con menos peligro
en la pobreza, en las humillaciones, en las ocupaciones más materiales que en
las situaciones más brillantes! ¡Aquí estoy! Para todo... sin buscar nunca,
ni mucho menos, éxito fuera de mi situación (E).
El
Verbo encarnado es un Dios anonadado y entregado. Del seno del Padre, al seno de
María. ¡Vaya paso! Non horruisti Virginis uterum! No desechas el seno de la
Virgen. Deja el cielo esplendente y va al lugar más vil, al más
desagradable del mundo, a un establo... ¡Salvador mío, qué gracias
extraordinarias debiste conceder a la Virgen que te acogió tan bien y te alojó
durante nueve meses con tanto amor, sin perder la virginidad.
¡Ay,
Señor! Nos enseñas que no se pierde nada en recibirte y en servirte y nunca
consentirás que tu presencia perjudique a alguien aunque tengas que hacer
milagros. Ese es el verdadero carácter de la caridad, ser severo consigo mismo
y amable con los demás (E).
El Programa del Sagrado Corazón
Si
pudiera reunir una sociedad de sacerdotes que tuvieran por programa el programa
mismo del Corazón de Jesús, el Sacerdote Eterno, el servidor del Padre
celestial: entrega y obediencia absolutas, sencillez perfecta, dulzura
inalterable. Esos sacerdotes, serían un verdadero campamento volante de
soldados selectos, dispuestos a ir, a la primera señal de los jefes, a todas
las partes a donde fueran llamados, incluso y sobre todo en los ministerios más
dificiles y que no quieren los demás (V).
¿Por
qué nuestra Sociedad lleva el nombre de Sociedad del Sagrado Corazón de Jesús?
Participación en el gobierno de Dios
Dios
me honró con el gobierno de mis semejantes, mejor dicho, con el gobierno de sus
hijos predilectos y de sus ministros,
Sin
duda, pueden decirle con admiración y también con agradecimiento y amor: Imposuistis
homines super capita nostra (Has colocado hombres sobre nuestras cabezas)
(Sal. 65, 12).
Debo
decir a mí vez con Moisés: quis sum ego ? (¿quién soy?) (Ex.
3‑‑‑1l); reconocer y confesar mi nulidad, mi impotencia y mi
maldad: "Aquí estoy, sin demora, sin reserva, para siempre. Adelante.
Conozco tu Corazón, conoces el mío, Señor. Sabes que te amo: esto basta. Aquí
estoy. Puedo todo porque nada puedo, porque sólo puedo estropearlo todo. Non
nobis, Domine, sed nomini tuo da gloriam (No a nosotros, Señor, sino a tu
nombre da gloria) (Sal. 118, 1) (E).
Auxiliares del Sagrado Corazón
Ecce
venio. Fiat voluntas tua in me sícut in caelo
(Aquí Estoy. Hágase tu voluntad en mí como en el cielo). Al inicio de este
nuevo año, siento cada vez más la necesidad de recomendarte que insistas con
tus profesores en los siguientes puntos:
lº
En el fundamento sólido del renunciamiento a sí mismo y del progreso en la
virtud que debe preceder y acompañar lo mismo al estudio de la erudición que a
su uso.
¿Puede
haber alguien que no vea la importancia de este punto'? Sin
este
fundamento, toda erudición y los posibles escalafones producirán tan sólo un
destello inútil, nada sólido, ruinas. No puede ser de otra forma. Dios, de
quien procede todo bien, quiere instrumentos despojados de todo, sobre todo de sí
mismos totalmente abandonados en el corazón a la acción del Espíritu Santo, a
la ley del amor Y de la caridad que acostumbra grabar en él y a la gran ley de
la obediencia, a ejemplo del Señor, bqjo estos dos aspectos: Spiritus Domini
super me, propter quod unxit me (El Espíritu del Señor está sobre mí,
porque me ungió); se anonadó y se hizo obediente hasta la muerte de cruz, lo
que resume esta sola palabra: "Aquí estoy".
So
pena de renegar de nuestra profesión de sacerdotes auxiliares del Sagrado Corazón
de Jesús y de afiliamos al bando de Satanás todo en nuestra deliberada
conducta, debe responder al Espíritu y a nuestros superiores: Aquí estoy, sin
demora, sin reserva, para siempre, por amor a la voluntad de Dios, procurando
mucho entregamos a todos los medios que Dios y los superiores juzguen oportuno
emplear para rectificar los desvíos de nuestra indeliberada conducta
0
bien la profesión de tender a la perfección personal y de entre gamos impense
(sin contar) a la de los demás no es más que ficción o bien debemos
esforzamos totalmente por practicar esta doctrina
2º,
3º, 4º, 100º, id., id., id. Ecce venio. Fiat voluntas tua in me sicut in caelo
(Aquí estoy. Hágase tu voluntad en mí como en el cielo)
Alza,
pues, bien en alto este estandarte para guardar y, si necesario. volver a poner
bajo el mismo a todos; estudia, pide y emplea impense (sin contar) todos los
medios que las santas reglas ponen en tus manos para una tarea tan importante y
absolutamente necesaria; pues es sobre todo en el campo de batalla, y no sólo
en los glacís (12), que los guerreros del Sagrado Corazón
de Jesús deben estar bajo este estandarte.
Entonces,
viriliter age et confortetur cor tuum, intende, attende doctrinae, prospere
procede et regna. Amen. Amen. (Actúa virilmente y se afianzará tu corazón.
Estáte atento, aplícate al estudio de la doctrina, avanza y reina prósperamente).
i ... Dios mío, Dios mío, cuándo aprenderemos, pues, que, en todos los
deberes, el primero y el más indispensable y, al mismo tiempo más precioso, es
el de presentamos ante Dios y sus representantes reconociendo y confesando
nuestra nada, abandonándonos en ellos, humildes y entregados, diciéndoles a
cada uno: "Aquí estoy, Dios mío, concédeme el espíritu de tu divino
Hijo, nuestro Señor (L).
Al unísono del Corazón de Jesús
He
bendecido al Señor por la buena voluntad que te ha otorgado y por los frutos
que esa buena voluntad ha empezado ya a producir. créeme. eso no es más que el
comienzo de cosas grandes, admirables y divinas que realizará en ti desde el
momento en que, sin estar con pena de nada, te entregues como María a través
de un sincero y perfecto Aquí estoy al Señor. Sí, si de tu parte haces
esto, enseguida... tu corazón no podrá, no sabrá palpitar, amar y actuar sino
al unísono del corazón del Señor; y, a partir de ahí, ¡qué de progresos en
su imitación y en su amor! Tu corazón no será más el tuyo sino el Corazón
de Jesús; tu interior y exterior, el interior y exterior de Jesús mismo (L).
Tú
estás ahí, acabas de hacemos un regalo tan grande- se trata de la
institución de la Eucaristía-, Tú que, más preocupado de nosotros que
de Ti mismo, hace unos instantes, en el momento en que os manifestáis con tanto
amor y veis salir al que os va a traicionar. Tú. que sabes dónde está, vais
allí mismo.
Y
esos discípulos, embargados por el miedo, a quienes has colmado de tantos
bienes, a quienes has rodeado de tantos cuidados, ¡qué cobardes son! Demasiado
me parezco a ellos, ¿hasta cuándo?... Desgraciada. desgraciadamente, ¡cuántas
veces los he imitado en su conducta interior y exterior!
¡Oh
modelo mío! ¡Qué tranquilidad, qué olvido de Ti mismo. qué delicadas
atenciones, qué exterior, qué interior! Sobre todo, ¡qué Corazón. qué
amor, qué mansedumbre, qué paciencia en medio de ese océano de dolor!
Y
todo eso por mí. Corazón de Jesús, ¡cuánto sufrís y cuánto deseáis
sufrir! ¿Y yo?... Ya está. Iré a tu encuentro y te diré: Cor mundum crea
in me, Deus, et spiritum rectum innova in visceribus meis (Te gusta un corazón
sincero, y en mi interior me inculcas sabiduría) (Sal. 50. 12).
Divino
Corazón, quieres ser mi corazón. Esa es tu voluntad. Sí, sí. lugar a lo que
es debido. Viejo corazón, cédele lugar al Corazón de Jesús. Viejo corazón,
desaparece para siempre. Demasiado has reinado: Corazón de Jesús, toma el
lugar, no quiero negarte nada. Corta, quema. suscipe (recibe). Dame
amarte: es suficiente. Amén. Amén (E).
Medios para adquirir la conformidad de corazón
He
aquí muy preciosas reglas. Tenemos que:
lº
desear no sólo las humillaciones del Señor, sino también buscarlas con todo
el corazón y sólo cuando Dios debe ser más glorificado.
2º
preferir las humillaciones al honor, cuando Dios debe ser igualmente
glorificado;
3º
y, si Dios debe ser menos glorificado por nuestras humillaciones, temer más el
honor que conlleva el deber que la humillación que nos rehúsan. En esta última
hipótesis, en el fondo de los honores impuestos por la obediencia, hay que
temblar a causa de nuestra debilidad y repetir las palabras de san Agustín a su
pueblo: "Deseo que me améis por vuestro interés; pero, por el mío,
tiemblo que me améis". Si, por un lado, hay que amar al superior y
estimarlo para hacer el bien; por otro lado, cuánto miedo debe tener él a
causa de esa estima y de ese amor. Debe, pues, desconfiar de esas disposiciones
favorables más que de las contradicciones y del odio de sus subordinados.
Cuando
Dios debe ser más glorificado por nuestras humillaciones, abrazarlas es un
deber indispensable. El simple buen sentido lo prueba. Dios es todo, el hombre,
nada. El hombre debe sacrificar todo por la gloria de Dios y por su máxima
gloria. Por eso, el Señor abrazó la cruz durante toda la vida. El Padre quería
ser glorificado por las humillaciones de su Hijo y Jesús respondió: Gloria
mea nihil est, mi gloria no es nada,‑ y, como no busco mi gloria sino
la del que me envió: "Padre, aquí estoy. Ecce venio" (Jn. 8, 54;
Heb. 10, 7).
En
la hipótesis de que una semejante gloria debiera ser para Dios por parte de la
estima y de los elogios que nos conceden los hombres, tendríamos que tener un
amor preferente por las contradicciones y las humillaciones, para ser totalmente
conformes a los sentimientos del Señor.
En
verdad, habría que evitar todo lo que nos atraiga justamente los reproches de
los hombres: Nemo patiatur ut homicida aut fur (No sufrir nada por causa
de muerte o robo) (1 Pe. 4, 15). Apasionándonos por una vida sin tacha, como
por una vida de pruebas, merezcamos sólo la cruz a causa de la estima y del
amor por ella.
También
es verdad que no hay que tener en cuenta impresiones contrarias a este perfecto
desapego. El pecado nos hace enfermos y semejantes a los animales. Finjamos, al
menos, si no podemos destruirlos, esos visos parecidos a las bestias, y luego
seamos no sólo seres razonables, sino cristianos y apóstoles. Ya se ha dicho:
"Sentir y actuar, eso es del animal: razonar y actuar, eso es del filósofo;
creer, actuar y sufrir, eso es del cristiano".
Deberíamos
abrazar la humildad con ese orgullo que arrastra al soldado a ir tras su
bandera. No lo paran ni las heridas ni la muerte, sean lo que fueren las
repugnancias de la naturaleza. El valiente oficial de Lestelle, presente en el
asalto a Sebastopol, confesaba francamente que, en lo más fuerte de la pelea,
sentía el deseo de huir, de esconderse; pero la idea del deber, del honor,
ganaba sobre el miedo. Adelante. Por eso, mereció una condecoración. El
arriesgaba la muerte por una motivo humano; nosotros tenemos el soy cristiano
de Poliecto, con la seguridad de los bienes eternos. Adelante, pues, so pena de
ser desertores y renegados. Lo que debería extrañamos es sufrir tan poca cosa.
Los santos se asustaban cuando Dios apartaba de ellos el cáliz del dolor; se le
quejaban como si los abandonase (P).
Es
deseo ardiente de nuestro Señor que estemos animados con los sentimientos de su
Corazón: Ignem veni mittere in terram et quid volo nisi ut accendatur?
(Vine * a poner fuego en la tierra y sólo quiero que arda) (Lc. 12, 49). Esta
expresión quid volo (¿qué quiero?), ¿no indica, acaso, que su
voluntad la comprenderán poco los hombres? Saquemos los obstáculos para el
cumplimiento de ese volo tan ardiente; pasemos de la primera clase de
hombres a la segunda y a la tercera (cf. Ejercicios Espirituales de san Ignacio,
2a semana); al grito del divino Corazón respondamos con este grito de amor: Mihi
autem adhacrere Deo bonum cst, ponere in Domino Deo speín meam (mi bien es
unirme a Dios, poner mi esperanza en el Señor, mi Dios) (Sal. 72, 28).
Adelante. Dios es rrá gloria y no las riquezas, los honores; todo eso es barro:
amar a Dios más que al barro, ¿es eso un punto de mérito o de confusión? (P)
Practicar la renuncia en pos del Maestro
Es,
pues, una alegría el estado de un alma que ama y practica la renuncia, en pos
de su divino modelo. Es un estado fecundo en frutos de gloria y de vida. Lo
veremos en el tribunal de Dios. Quis genuit mihi istos? Ego sterilis. ¿De
dónde me vienen todos esos hijos, a mí, tan Poco útil, tan inútil, tan a
cargo de los demás, a mí, completamente estéril? (ls. 49, 21) Es tu misma
esterilidad que ha sido tan abundante; era la esterilidad o, más bien, la
fecundidad de la cruz...
Y
luego, en ese estado de renuncia, estamos al abrigo del orgullo. y no nos
exponernos a escuchar estas palabras: Receperunt mercedem suam,
recibieron su recompensa; vanidad por vanidad... (Mt. 6, 5).
Adelante,
pues. Me llaman cuando estoy en pleno trabajo de misión: Adelante. A menos de
estar seguro que el superior no daría tal orden sí supiera el estado de la5
cosas... Me sacan de un trabajo para ponerme en un empleo que no ofrece más que
ascos y sufrimientos inútiles. . Adelante, aunque se trate de un cargo del que
nos creemos completamente incapaces. ¿Queréis, pues, atraerme desprecios,
volverme imposible? Sí, sí, sí, despreciable, imposible, como nuestro Señor
Jesucristo, para que seas corno Él fuente de vida y de gloria.
Pero,
lejos de querer sufrir como el Señor, inocente, quisiéramos ser culpables,
pues decimos: aun si mereciéramos esos reproches, esos tratos. Es decir, que
nos queremos parecernos a nuestro Señor Jesucristo..
Sin
duda, nemo patiatur ut homicida (1 Pe. 4, 15); que nadie sufra a causa de
su orgullo, de sus imprudencias; pero sí es por la justicia, que se gloríe: se
parece a nuestro Señor Jesucristo.
Pero,
lejos de glorificamos de tal suerte, no podemos sufrir la más mínima humillación,
no podemos sufrir lo que llamamos injusticias. Este espíritu es el de Lucifer;
encontraría sitio mucho mejor en el infierno que en esta comunidad (P).
Un
día, san Ignacio, despojado por ladrones que lo dejan totalmente desnudo en el
camino, rebosa de contento y se exclama: "Dios mío, con tal de que tenga
tu amor con tu gracia, soy bastante rico, dives sum satis, nec aliud quidquam
ultra posco". ¡Qué hermosa disposición la de estar todo a disposición
de Dios. Toma, Señor, llévate todo lo que diste; aunque fuera un odiado, una
nulidad total, con tu amor y tu gracia sería bastante rico; no pido nada más.
Tales
eran los sentimientos de Saulo; Dios se los inspira para hacer de él un vaso de
elección: Señor, ¿qué quieres que haga? Aquí estoy, dispuesto para todas
las pruebas; para todos los escándalos; pues comprendo que quieres de mí esa
marca de amor, y mi corazón se abrasa por complacerte... (Hech. 9, 61).
Para
entrar en esos sentimientos, hagamos el ejercicio de las tres clases de hombres
(Ejercicios de san Ignacio, 2' semana). Digamos al Señor: Recibe (suscipe).
Desgraciadamente no sabría ofrecerle todo mi ser, sin una cierta violencia
proveniente de su gracia, no me entregaría sino con restricciones llenas de egoísmo,
retirando con una mano mientras enseño la otra); pero, Dios mío, lleva, quita,
toma, torna. ¿Y qué? Todo mi yo, incluso la libertad, el uso mismo de la razón;
no pido sino tu gracia y tu amor; soy bastante rico quedando conmigo
Jesucristo... Que el alma comprenda esto; y Tú, Señor, ten piedad de nosotros.
Qui amat,
intelligat‑, tu autem, Domine, miserere nobis (P).
Disposiciones para encontrar a Jesucristo
El
que quiere encontrar a Jesucristo debe alejar del corazón los obstáculos, los
prejuicios, los afectos desordenados. Debe poseer disposiciones positivas,
quiero decir el amor por la humillación, por la pobreza, por la Cruz, en donde
estarnos siempre seguros de encontrar a Jesucristo.
Si
tenemos la valentía de ir hasta ahí, al menos se necesitaría tener
disposiciones negativas, es decir, luchar contra esas resoluciones que repugnan
al Espíritu Santo y lo obligan a retirarse. Pero con tal que se deje vía
libre, de que se le permita entrar y actuar. Él entra y actúa.
El
Salvador encuentra a Felipe y le dice: Sequere me (sígueme) y Felipe lo
sigue; tenía disposiciones negativas. Por eso, va a buscar a Jesucristo: lo
sigue, lo recibe: lo ama, lo adora y se hace su apóstol. A su vez, Felipe
encuentra a Natanael: "Aquél a quien Moisés y los profetas anunciaron, le
dice, lo hemos encontrado es Jesús de Nazaret, el hijo de José el carpintero
(Jn. 1, 43‑46).
Hay
obstáculos en Natanael; responde a Felipe: "Algo bueno pude salir de
NazaretT' Y Felipe no sabe qué responder: ha visto, creído, adorado... pero no
sabe ni razonar ni responder a las objeciones; actúa como niño y se deja
llevar y se contenta con responder: ven¡ et vide, ven y verás. ¡Qué
sencillez! ¡Qué fe viven los santos! Justus ex fide vivet (El justo vivirá
por la fe) (Rom. 1, 17). Trabajar para Dios, referir a Él solo todo el honor y
la gloria, guardando sólo para sí humillación, confusión, fracaso y mostrándose
tanto más feliz, generoso y perseverante que las cosas ocurran así. Ahí está
el fidelis dispensator mysterium Dei, el fiel dispensador de los
misterios de Dios (1 Cor. 4, 2) (V).
Cooperar con el amor que se inmola
El
Señor, en la Eucaristía, ofrece un perfecto modelo de cooperación. ¡Cómo
desea nuestro amor! ¡Cómo sufre- Él mismo lo ha revelado por nuestra
frialdad e indiferencia! ¡Qué no hace por ganar nuestros corazones!
Se
rebaja, se inmola y se reduce al estado de víctima, no cesa de rezar, de
proferir gemidos hacia el Padre y de decimos a nosotros mismos: sed mis
cooperadores (P).
Sé
pequeñita ante Dios, totalmente entregada a sus designios sobre ti. Fijarás en
ti sus miradas y sus predilecciones; tendrás un lugar distinguido en su corazón.
¿Quieres ser, de la mejor manera, discípula y verdadero testigo de Dios? Mírate
y confiésate ante El como la más pequeña y la última de las Hijas de la Cruz
e incluso de sus hijas en general; entonces, sí, entonces, y no de otra manera,
serás la bien amada de Dios. Que toda tu aplicación consista en ser pequena y
despreciada, sin dar motivo de ello, y así alcanzarás el lugar más alto, más
digno y cercano a Dios; serás como los apóstoles, a quienes quena mas que a
los demás hombres. Pero sólo llegarás hasta ese punto rebajándote, haciéndote
pequeña, entregada, alegre y constante, por amor a Dios y a su Hijo, nuestro Señor
Jesucristo, para parecerte perfectamente al divino modelo. ¡Ojalá pudiera ver
en ti a un apóstol.1 ¡Ojalá pudieras serlo y de la misma manera! Aquí estoy,
pequeña, entregada, agradecida y constante. Amén. Amén (L).
¿Por
qué nos relacionamos con otras personas distintas del Señor? Sería tan fácil
obedecerle sólo a Él, aconsejarse con Él, vivir con Él, como si estuviéramos
solos, Él y yo, en la tierra (C).
Desde
que redescubrí los misterios que están por todas partes en la naturaleza, no
tengo ninguna dificultad en admitir la Eucaristía (S).
Si
estuviera en presencia de un sacerdote y de un ángel, empezaría por saludar al
sacerdote (S).
(1) Congregación fundada a principios del s. XIX por san Andrés Hubert Fourriet y santa Juana Isabel Bichier des Ages.
(2) Un santo vasco: el Beato Miguel Garicoits, de Gigord, 1936.
(3) Véase este relato en Bemoville, cap. IX: Triunfo del P. Garicoits.
(4) Correspondencia de San Miguel Garicoits 1 y 11, P. Eduardo Miéyaa (fuera de comercio).
(5) Charla dada en el seminario de Bayona. El texto completo fue publicado en el Echo de Betharram, enero-febrero de 1933.
(6) Vida y Cartas del P. Miguel Garicoits por el R.P. B. Bourdenne, 2' edición, 1889, p. 206-207.
(7) Aquí estoy, Dios mío, para hacer tu voluntad. Se humilló haciéndose obediente hasta la muerte, y una muerte de cruz
(8) Ver la continuación de este texto importante.
(9) Escrito del santo sobre la Forma de vida de los Sacerdotes del Sagrado Corazón de Jesús.
(10) La biografía del P. Etchecopar, tercer Superior General de los sacerdotes del Sagrado Corazón de Betharram, se publicó en 1937 (Ediciones Spes) por el P. Pedro Femessole. Su beatificación ha sido iniciada ya en Roma y el proceso apostólico está terminado.
(11) Colección
de Pensamientos del R.P. Miguel Garicoits. Toulouse.
Privat, 540 pág. in 32, 1890.
(12) Lugar de ejercicios militares en Bayona.
(13) Alusión
a una conversación de Tauler, recogida por Surius. Tauler se encuentra con un
mendigo a la puerta de la Iglesia. Éste le dice cómo encontró la felicidad en
la renuncia a toda creatura para unirse sólo con Dios (Sermones de Tauler,
traducidos por Ch. Sainte-Foi,
Pousselgue, 1855, t, 1, p.65-67).
(14) San Miguel se sitúa aquí en el plano del destino eterno y no en el de la simple justicia conmutativa que regula las relaciones particulares entre los hombres.
(15) Estas notas son un resumen de una nueva meditación o el bosquejo de una charla. Encontramos muchos semejantes en los escritos.
(16) Alusión al golpe de Estado de Napoleón III.
(17) Alusión a los sufrimientos que marcaron el papado de Pío IX.
(18) Alusión a las rocas que dominan el santuario de Betharram.
(19) Estas palabras con que San Miguel gustaba resumir su ideal, están extraídas de Suárez (Rel. Soc. Jesu, Lib. 1, cap. 2, n. 8).
(20) El Uno. Leonide nació en Lestelle, cerca de Betharram. Entró como hermano lego y murió, como si fuera predestinado, a los 15 años. San Miguel, que lo conoció de pequeño, hablaba de él, luego de su muerte, así: "Amemos la Cruz, como el Hermanito Leorude, que todos conocisteis. ¡Qué maravilloso niño! A los 5 años, en lo más crudo del invierno, se hacía despertar, bajar de la cama, por su padre. Llamaba a nuestra puerta y se iba a la capilla. Tales felices disposiciones se multiplicaron con la edad. Admitido en la comunidad como Hermano, se convirtió, por su piedad y su amor a la Cruz, en modelo de los Hermanos. Niño como era, sabía la brillante filosoria del crucifijo, al punto de ser admirado por todos los que lo trataban (Vida, la Ed., p. 276).
(21) Secretario de Mons. Loyson, obispo de Bayona.
(22) "Lo
hice un ser espiritual, incluso en la carne... Y ahora se ha vuelto carnal,
incluso en el Espíritu" (Bossuet, Elevaciones, 7 a Sem., Y Elev. Cf. san
Agustín, La ciudad de Dios, Lib. XIV, Cap. 15. P.L. 61, 423).
(23) Vicario General de la diócesis de Poitiers y superior de las Hijas de la Cruz.
(24) Evaristo Etchecopar, tío del futuro P. Augusto Etchecopar.
(25) Alusión al desafortunado Sauzet, ejecutado el 27 de Febrero en Pradelles (Haute-Loire) y cuya muerte fue muy edificante.
(26) Se trata del P. Passaglia, salido de la Compañía de Jesús en 1859. La prueba, como intuyó san Miguel, le resultó favorable: murió en 1887. reconciliado con la Iglesia.
(27) Esta reprimenda de san Miguel apunta a las gestiones hechas por algunos misioneros de América ante la Santa Sede para obtener más amplios poderes a fin de ejercer el ministerio sacerdotal en otras provincias. fuera de la diócesis de Buenos Aires.
(28) Alude al suplicio de Sauzet. Según declaraciones del sacerdote que lo asistió, san Miguel creía en la inocencia del condenado quien, calumniado, aceptó con heroísmo la muerte antes que denunciar al verdadero culpable.
(29) Industrias para curar las enfermedades del alma: publicación del P. Claudio Aquaviva -finales del s. XVI-, Superior general de la Compañía de Jesús. San Miguel apreciaba mucho esta obra y la recomendaba mucho a los superiores.
(30) Obra publicada en los inicios de la Compañía y que contiene preciosas indicaciones para hacer con provecho los Ejercicios Espirituales de san Ignacio.
(31) Mons. Lacroix, al no querer establecer la comunidad de Betharrani como Instituto religioso, permitió, con muchas restricciones, pronunciar los votos.
(32) Bossuet había dicho casi lo mismo: "Sin apenamos por rebosar de pensamientos ambiciosos, preocupémonos por alcanzar horizontes lejanos de bondad; y, en oficios delimitados, tengamos una caridad infinita (Sermón sobre La ambición, Ed. Lebarq, T. 4, p. 153 ».
(33) El venerable P. Luis Eduardo Cestac, fundador de las Siervas de María de Anglet (Bayona).
(34) El P. Rossigneux era catedrático de Universidad.
(35) Era el momento en que el P. Garicoits sometía a Mons. d'Astros el proyecto de fundar el Instituto.
(36) San Miguel recurre muchas veces al ejemplo del ferrocarril y saca diversas conclusiones. Su espíritu, muy sensible al progreso, estaba fuertemente conmocionado por el tipo de locomoción, nuevo entonces, que cambiaba considerablemente las condiciones de los viajes y facilitaba así los desplazamientos de los misioneros.
(37) San Alfonso Ligorio era hombre de experiencia. Encaraba las cuestiones, las verdades, del lado práctico. Era prácticamente práctico, practico practice. ¡Cuántas aberraciones en los que miran las cosas especulativamente! ¡Cuántas falsas decisiones! Jansenistas apartando a pueblos de la comunión y dejándolos vivir como animales. [ Apreciación valorativa del P. Garicoits ]
El
origen de los textos se indicará por las siguientes letras:
I: Cuaderno inédito de conferencias de san Miguel.
C: Cuaderno del Hno. Cachica, escolástico, que recogió preciosos
apuntes de las conferencias y de las clases de san Miguel en 1858 y 1859. S:
Sumario de testimonios en el proceso de beatificación.