20 SUPERIORES DE COMUNIDAD

Principales deberes de los superiores

Ser verdaderos ministros del Corazón de Cristo

Gobernar a ingobernables

Apoyarse sólo en Dios

Enfermedades del alma

Remedios

El superior debe hablar al corazón

Mostrar la voluntad de Dios

Armarse de paciencia

Afecto discreto

Unir los corazones

Secreto profesional

Coerción discreta

Gran indulgencia

Hombres ambidextros

Dulzura y firmeza

Sacar partido de los hombres


20 SUPERIORES DE COMUNIDAD

 

A medida que la Congregación se desarrollaba y que se inauguraban nuevas obras, había que designar superiores.

Su responsabilidad era tanto más delicada por el hecho de que los estatutos de la vida religiosa no estaban suficientemente fijados.

A menudo, los superiores eran improvisados. Por eso, el Fundador les daba muchos consejos y exhortaciones. Les envía muchas cartas, Y el retiro de Junio de 1881 fue casi totalmente dedicado a ellos.


Principales deberes de los superiores

1º Deben unirse lo más posible a Dios y a Cristo en la oración como en todo acto, para obtener de la fuente de todo bien una gran participación en sus dones y gracias, para sí y para los demás.

Además, mucha fuerza y eficacia en todos los medios a emplear para socorrer a las almas.

2º Redoblar de celo para ser un hombre ejemplar, principalmente para que brille el orden en todo su esplendor y la caridad para con el prójimo y para con la Comunidad y la verdadera humildad, para ser digno de amor a los ojos de Dios y de los hombres.

3º Ser libre de toda idea maniática y de todo afecto desordenado.

4º Ser benévolo y afable con todo el mundo, firme sin rigidez, sin severidad fuera de sitio.

Corde magno et animo volenti, con un corazón grande y espíritu valeroso, para cumplir la voluntad de Dios y mucha fuerza de alma y mucho coraje para sostener la debilidad propia y ajena.

6º Vigilancia y preocupación para iniciar las cosas, fortaleza para llevarlas a término. En las relaciones públicas, nada de amistades contrarias a nuestras reglas o inútiles, etc (P).

 

Ser verdaderos ministros del Corazón de Cristo

Acá es el reino de la incomodidad y la paciencia: cada cual debe considerarse, como Cristo, enviado a soportar la cruz de su vocación y de su situación. Aplicarse estas palabras: Como mi Padre me envió (para sufrir), lo mismo os envío (para sufrir) (Jn. 20, 21). Hay que saberlo y esperárselo: estate seguro que siempre tendrás abusos y desórdenes a tu alrededor, sin importar situaciones. No te hagas ilusiones.

¿Y cómo comportarse? Muy sencillo: Hacer, dentro de los límites de la situación, todo lo que puedas para prevenir abusos y desórdenes. Si, a pesar de todos los esfuerzos, te suceden, corrígelos convenientemente v luego quédate muy tranquilo, como si todo anduviera a la perfección. Esto es lo que enseñan la sabiduría y la religión; esto es lo que Dios quiere. y no quiere nada más fuera de eso: lee, medita y practica estas pocas palabras. Además de ser feliz, serás idoneus, expeditus, expositus et benedictus Cordis Christi minister. Fiat. Fiat. Hoc fac et vives (servidor de Cristo capaz, desinteresado, abierto y bendito. Hágase. Hágase. Actúa así y vivirás). Luego, que pase lo que Dios quiera (L).

 

Gobernar a ingobernables

Gobernar almas, es arte de artes. Para acertar, se necesita, en muchas ocasiones, perfección experimentada, so pena de pecado mortal. Es un traba . o que está muy por encima de nosotros. Hay que gobernar a ingobernables. Unos creen, incluso, que no necesitan un superior o una dirección. Otros - y somos de ellos - los rechazan prácticamente, aun reconociendo en teoría su necesidad. Gobernar a los que los debieran gobernar. Un cura hace perfectamente creer a sus penitentes que tienen que obedecerle, y él mismo no sabe que debe someterse a las decisiones de su Obispo(P).

 

Apoyarse sólo en Dios

¿Qué debe hacer un superior encargado con mucha responsabilidad de dirigir a sus subordinados? Debe desplegar, en ese gran y difícil ministerio, un celo, una entrega a toda prueba. ¿En qué apoyarse? Antes que nada en Dios solo y en nada más, ni siquiera en la predicación; pues. dice san Agustín: ningún hombre puede enseñar útilmente a otro si no lo instruye el Maestro interior. Que se establezca como sobre un fundamento inquebrantable, sintiéndose radicalmente impotente hasta el punto de no saber a quién recurrir, hacer o mandar hacer en este estado de angustia: "Dios mío, socorro, pronto, socorro". Deus in adiutorium meum intende. Domine, ad adiuvandum me, festina (Dios mío, ven en mi ayuda. Señor. date prisa en socorrerme). Dios debe estar como derretido por esa súplica: ahí está el orden, esa es la lengua materna que la Iglesia nos enseña.

No nos apoyemos en los medios externos. Son cadáveres. A menudo, ¿qué nos sucede tras todos esos esfuerzos en el confesionario? Absoluciones nulas, cuando no sacrílegas. Sólo deberíamos tener desconfianza con nosotros mismos y confianza en Dios, océano de bondad, sumergidos más profundamente en Él que el pez en el mar: nobis datus, nobis natus, totus in nostros usus expensus (Se nos dio, nos nació, se entregó totalmente a nuestro servicio) (s. Bemardo). Seguros de su ayuda, nuestra misma impotencia nos debe hacer felices. La oración. animada por ese doble sentimiento, es una súplica todopoderosa, omnipotentia suplex. Todo en nosotros debe comportar este doble aspecto: humildad y confianza. ¡Sea nuestro estandarte! (P)

 

Enfermedades del alma

Existe gran diferencia entre las enfermedades del alma y las del cuerpo. En las primeras, el orgullo, el amor propio. el demonio ciegan al enfermo: no ve, no quiere ver. Hay que abrirle los Ojos, persuadirlo de que el superior tiene gracia de estado. Después, hacerlo rezar, ayudarlo a ayudarse, ut se adiuvet (s. Ignacio), para que, después de examinarse, exponga a quien corresponda y obedezca finalmente a la voluntad de Dios, con la plena seguridad de que la religión, la sabiduría, el buen sentido, piden eso y consisten en eso (P).

 

Remedios

¿Qué remedios aplicar a las almas? - Según san Bernardo, son los aromas del espíritu, de la lengua y del ejemplo [Segundo sermón para las Fiestas de Pascua]

Para el espíritu..., la compasión, el celo y la discreción. La discreción se necesita para hacer una mezcla feliz con el celo; y la compasión, para favorecer su desarrollo. Esos perfumes del espíritu se adquieren al precio de la voluntad propia, esa voluntad estrecha, mezquina e inquieta, con malos modales, que hay que reemplazar por el espíritu de caridad. el espíritu de comunidad, del que se dice: Os sacaré el corazón de piedra y os pondré uno de carne, auferam cor lapideum et dabo cor carneum (Ez. 36, 26). -Los tres aromas de la lengua son: modestia, para reprender, abundancia, para exhortar; eficacia, para persuadir. El superior adquiere esos perfumes al precio de su propia confesión, aplicándose a sí mismo lo que predica a los demás, considerándose como modelado por el mismo barro. - Los tres últimos perfumes son: continencia consigo; caridad para con los hermanos; paciencia con Dios que prueba a los suyos. El superior los adquirirá al precio de su dominio propio. ¡Cómo necesita esta virtud! Pero también cuánto bien procura el ejemplo de estos remedios y todas estas divinas industrias (P).

 

El superior debe hablar al corazón

El gran talento del superior es inspirar a sus subordinados amor por el bien, llevarlos al bien espontáneamente y no por la fuerza. Les mostrará la excelencia de los deberes, la grandeza de las recompensas y así buscará remover, inflamar el corazón; pues, después de todo, cada cual, con la ayuda de la gracia, debe ser el artífice de su conversión y del avance en toda clase de obras buenas. Tal es el plan que sigue el Espíritu Santo con las almas: tal la conducta de nuestro Señor en su Encarnación. En este conmovedor misterio, es para las almas un incentivo, un modelo, un apoyo; nos atrae, nos ilumina, intenta poner nuestros corazones bajo la ley de su amor; pero, en definitiva, solicita, no obliga: lo que quiere son almas de buena voluntad (P).

 

Mostrar la voluntad de Dios

El superior debe recordar incesantemente a sus subordinados que todo bien consiste en obedecer a Dios y a sus representantes con intención y por amor a Dios. Deben, por consiguiente, cumplir su voluntad bajo la dirección y a la voz de sus representantes: Fiat mihi secundum verbum tuum (Hágase en mí según tu palabra) (P).

 

Armarse de paciencia

El superior debe amarse de paciencia para soportar las quejas incesantes de sus subordinados. Son, a menudo, signo de una inocencia agonizante o ya muerta. La experiencia bastante lo enseña. Este pensamiento dará al superior un aumento de compasión (P).

 

Afecto discreto

El superior tiene que tener afecto por sus subordinados. Debe cuidar ese afecto para que no sea funesto para ellos y escándalo para el prójimo. Cuando se practica la caridad y el fervor, es necesaria la discreción so pena de estropear todo. Por ejemplo, hay que amar a los subordinados y ganar su corazón para encaminarlos hacia Dios. Pero de ese afecto no debemos quedamos con nada, podría transformarse en una idolatría. Por eso, decía san Agustín al pueblo, al hablar del amor debido al pastor de almas: %ada deseo tanto como el amaros; y nada temo tanto como el amarme a mí mismo (P).

 

Unir los corazones

El lazo de la caridad es más fuerte que todos los obstáculos y hasta la muerte misma. Los superiores serán los primeros en unir, con el mayor cuidado, todos los corazones. Unum sint! (P)

 

Secreto profesional

El secreto profesional es un deber de derecho natural que obliga con independencia de las leyes positivas. Obliga estrictamente a un amo con sus empleados; a un cura, con sus feligreses; a un superior, con sus subordinados, que son sus hijos. Guardar un secreto es tan elemental, que injuriaríamos a la gente bien educada del mundo, cuando pedimos que guarden silencio en ciertos asuntos. Por ese lado, dudaríamos de su delicadeza, incluso de su buena educación.

El superior debe tener, a este respecto, una fidelidad inviolable. ¿Cómo recurrir a él confiadamente y en todo asunto, si no podemos contar de manera absoluta con su discreción? (P)

 

Coerción discreta

Si estuviéramos seguros del buen efecto de la corrección, la haríamos en forma de oración, de súplica, tanquam supplex.

Pero es tan fácil equivocarse sobre las buenas disposiciones del culpable. El mismo superior se equivoca. En donde cree encontrar un acceso fácil, se topa con susceptibilidades, resistencias, negativa inexplicable e incurable para ver.

A menudo, el silencio es una corrección suficiente. Un semblante ffio, severo, se toma sólo muy hiriente. En esas circunstancias, estamos suficientemente castigados, al sentir, por nuestra conducta, que hemos sido causa de pena, de incomodo (P).

 

Gran indulgencia

Abramos nuestros brazos a quienes ponen a prueba nuestra paciencia, cuando vemos en ellos un acercamiento sincero. Creo que Dios actúa así. En cuanto nos volvemos hacia Él, nos perdona y nos abre el cielo. -¿Y la preparación? Se hará después. Sin esperarlo, Dios perdona (P).

 

Hombres ambidextros

El superior debe poseer el arte de combatir con la derecha y con la izquierda, aprovechando no sólo las virtudes, sino también los defectos de los subordinados, porque estará casi siempre en proa a concupiscencias. ante ese fondo podrido de nosotros mismos que sale a flor siempre y bajo cualquier forma.

El gran arte es saber sacar el bien de un gran mal, a ejemplo de nuestro Señor que supo transformar el deicidio manifestando su amor y salvación del mundo. Con el mismo talento, luchando hábilmente, tanto con la izquierda como con la derecha, el superior hará prosperar las obras de Dios (P).

 

Dulzura y firmeza

Suponte algunas dificultades de parte de tal o cual para ver las cosas como tiene que verlas. Entonces, hay que ir hasta dispensarlo de ciertos oficios. Toca al superior dispensarlo de lo imposible y ayudarlo a hacer lo posible, para sacar el mejor partido posible... Y así con los demás. No se necesita reprochar sus defectos, sino ponérselos delante de los ojos y, si necesario, hacerles comprender que si no se corrigen, estarás en la obligación de denunciarlos ante mí... Guiarlos, nunca dejarte guiar. Guíalos bien por medio de las reglas, por la voluntad de Dios, en una palabra, por el orden más que por ti mismo... Ni Dios ni los hombres te piden el éxito, sino la buena y constante voluntad, los constantes esfuerzos en ese sentido. El éxito no es nuestro asunto (L).

 

Sacar partido de los hombres

Sursum corda! ¡Arriba los corazones! Tu carta me recuerda el pasaje del Salmo 65: Imposuisti homines, colocaste a los hombres por encima de nuestras cabezas... Hace 2.000 años, mejor dicho, siempre. así se sentía el peso de esta carga. Pero el profeta conocía, como nosotros, la manera de llevarla corde magno, animo volenti et hilariter (con un corazón grande, un espíritu firme y alegre) (2 Mac 1, 3).

Transivimus per ignem et aquam et eduxisti nos in refrigerium (Pasamos por el fuego y el agua y nos conduces al lugar del descanso) (Sal. 54, 12). ¿Qué hacer? Los hombres son y serán siempre hombres. Hay que sacar el mejor partido posible. Recemos, profiramos gemidos, llevemos el peso y el trabajo del día con humildad y total abandono en Dios, persuadidos siempre de que Él nos gobierna y orienta en todo y que, por consiguiente, no nos faltará nada; que, muy al contrario, su bendición siempre nos acompañará. Mientras lo quiera Dios... Adelante.

Hay que tomar a los hombres como son y tratar sólo de sacar el mejor partido posible, sabiendo sacrificar lo mejor. Por lo demás, a esto solo hay que limitarse en el mundo. Ayudémonos de esta manera y Dios ciertamente nos ayudará (L).

 

La superiora ideal

1º Dios te ha encargado de tus Hermanas y le has prometido cuidarlas, dirigirlas como debiendo dar cuenta de ello.

2º Las Hermanas son personas de buena voluntad; trabajarás con éxito si cumples bien tu deber.

3º Las Hermanas son miembros de un cuerpo: debes, pues, tratar de animarlas con el espíritu de ese cuerpo.

Saca tú misma el espíritu y la vida de la Congregación de la práctica de una obediencia perfecta. Obedece, incluso cuando mandas.

4º Dios quiere mucho a tus Hermanas. ¡Con qué respeto. amor. deseo de su perfección debes tratarlas y dirigirlas!

5º Dios tiene designios particulares sobre ellas. No debes, pues. medir el grado de su perfección, con espíritu pusilánime que procede de la prudencia humana. Ánimo, pues, y confianza en Dios.

6º El Señor las destina al trabajo en su servicio, no como esclavas sino voluntariamente y por amor,

Empieza por ganar su corazón y voluntad. Hazles sentir que las quieres, que tienes por ellas sentimientos de padre, madre, nodriza, médico; que, a ejemplo del Señor Jesús, eres toda para cada una. Amadas, pues, sin límites, y porque Dios las ama y porque lo aman y actúa siempre con mansedumbre.

San Vicente de Paúl dice que en su vida sólo usó en tres ocasiones palabras duras para reprender y que desde entonces siempre se arrepintió porque le resultó muy mal y que siempre obtenía todo lo que quería con mansedumbre... Así que mansedumbre y cordialidad, incluso para con la gente más terca. A los mismos presidiarios no se los gana de otra manera. Actúa siempre con mansedumbre. Trata de decir adrede algunas palabras de ánimo, de amistad, de bondad e, incluso algunas veces, de elogios. Que se vea que todo sale de la abundancia del corazón. Entonces, puedes, si es necesario, cortar y quemar y, por ende mismo, aumentar el afecto de las Hermanas, lejos de disminuirlo. Recurrirán a ti en sus penas, como el niño a su madre para sacarle la espina que se le clavó.

Una conducta contraria, cerraría la puerta a todo el mundo. No ahorres nada por granjearte la total confianza de las Hermanas: palabras suaves, procedimientos amables. Todo esto, lejos de debilitar la regularidad, servirá maravillosamente para observarla a la perfección, por amor (L).

 

Pensamientos

La práctica de la pobreza tiene dos caras: de parte del superior, con su importante cuota para procurar alivios y comodidades; y de parte de los subordinados, una gran cuota de desprendimiento.

En cuanto a la salud, los superiores deben tener los cuidados que brindarían un padre y una madre (I).

 

N o t a s

 

(1) Congregación fundada a principios del s. XIX por san Andrés Hubert Fourriet y santa Juana Isabel Bichier des Ages.

(2) Un santo vasco: el Beato Miguel Garicoits, de Gigord, 1936.

(3) Véase este relato en Bemoville, cap. IX: Triunfo del P. Garicoits.

(4) Correspondencia de San Miguel Garicoits 1 y 11, P. Eduardo Miéyaa (fuera de comercio).

(5) Charla dada en el seminario de Bayona. El texto completo fue publicado en el Echo de Betharram, enero-febrero de 1933.

(6) Vida y Cartas del P. Miguel Garicoits por el R.P. B. Bourdenne, 2' edición, 1889, p. 206-207.

(7) Aquí estoy, Dios mío, para hacer tu voluntad. Se humilló haciéndose obediente hasta la muerte, y una muerte de cruz

(8) Ver la continuación de este texto importante.

(9) Escrito del santo sobre la Forma de vida de los Sacerdotes del Sagrado Corazón de Jesús.

(10) La biografía del P. Etchecopar, tercer Superior General de los sacerdotes del Sagrado Corazón de Betharram, se publicó en 1937 (Ediciones Spes) por el P. Pedro Femessole. Su beatificación ha sido iniciada ya en Roma y el proceso apostólico está terminado.

(11) Colección de Pensamientos del R.P. Miguel Garicoits. Toulouse. Privat, 540 pág. in 32, 1890.

(12) Lugar de ejercicios militares en Bayona.

(13) Alusión a una conversación de Tauler, recogida por Surius. Tauler se encuentra con un mendigo a la puerta de la Iglesia. Éste le dice cómo encontró la felicidad en la renuncia a toda creatura para unirse sólo con Dios (Sermones de Tauler, traducidos por Ch. Sainte-Foi, Pousselgue, 1855, t, 1, p.65-67).

(14) San Miguel se sitúa aquí en el plano del destino eterno y no en el de la simple justicia conmutativa que regula las relaciones particulares entre los hombres.

(15) Estas notas son un resumen de una nueva meditación o el bosquejo de una charla. Encontramos muchos semejantes en los escritos.

(16) Alusión al golpe de Estado de Napoleón III.

(17) Alusión a los sufrimientos que marcaron el papado de Pío IX.

(18) Alusión a las rocas que dominan el santuario de Betharram.

(19) Estas palabras con que San Miguel gustaba resumir su ideal, están extraídas de Suárez (Rel. Soc. Jesu, Lib. 1, cap. 2, n. 8).

(20) El Uno. Leonide nació en Lestelle, cerca de Betharram. Entró como hermano lego y murió, como si fuera predestinado, a los 15 años. San Miguel, que lo conoció de pequeño, hablaba de él, luego de su muerte, así: "Amemos la Cruz, como el Hermanito Leorude, que todos conocisteis. ¡Qué maravilloso niño! A los 5 años, en lo más crudo del invierno, se hacía despertar, bajar de la cama, por su padre. Llamaba a nuestra puerta y se iba a la capilla. Tales felices disposiciones se multiplicaron con la edad. Admitido en la comunidad como Hermano, se convirtió, por su piedad y su amor a la Cruz, en modelo de los Hermanos. Niño como era, sabía la brillante filosoria del crucifijo, al punto de ser admirado por todos los que lo trataban (Vida, la Ed., p. 276).

(21) Secretario de Mons. Loyson, obispo de Bayona.

(22) "Lo hice un ser espiritual, incluso en la carne... Y ahora se ha vuelto carnal, incluso en el Espíritu" (Bossuet, Elevaciones, 7 a Sem., Y Elev. Cf. san Agustín, La ciudad de Dios, Lib. XIV, Cap. 15. P.L. 61, 423).

(23) Vicario General de la diócesis de Poitiers y superior de las Hijas de la Cruz.

(24) Evaristo Etchecopar, tío del futuro P. Augusto Etchecopar.

(25) Alusión al desafortunado Sauzet, ejecutado el 27 de Febrero en Pradelles (Haute-Loire) y cuya muerte fue muy edificante.

(26) Se trata del P. Passaglia, salido de la Compañía de Jesús en 1859. La prueba, como intuyó san Miguel, le resultó favorable: murió en 1887. reconciliado con la Iglesia.

(27) Esta reprimenda de san Miguel apunta a las gestiones hechas por algunos misioneros de América ante la Santa Sede para obtener más amplios poderes a fin de ejercer el ministerio sacerdotal en otras provincias. fuera de la diócesis de Buenos Aires.

(28) Alude al suplicio de Sauzet. Según declaraciones del sacerdote que lo asistió, san Miguel creía en la inocencia del condenado quien, calumniado, aceptó con heroísmo la muerte antes que denunciar al verdadero culpable.

(29) Industrias para curar las enfermedades del alma: publicación del P. Claudio Aquaviva -finales del s. XVI-, Superior general de la Compañía de Jesús. San Miguel apreciaba mucho esta obra y la recomendaba mucho a los superiores.

(30) Obra publicada en los inicios de la Compañía y que contiene preciosas indicaciones para hacer con provecho los Ejercicios Espirituales de san Ignacio.

(31) Mons. Lacroix, al no querer establecer la comunidad de Betharrani como Instituto religioso, permitió, con muchas restricciones, pronunciar los votos.

(32) Bossuet había dicho casi lo mismo: "Sin apenamos por rebosar de pensamientos ambiciosos, preocupémonos por alcanzar horizontes lejanos de bondad; y, en oficios delimitados, tengamos una caridad infinita (Sermón sobre La ambición, Ed. Lebarq, T. 4, p. 153 ».

(33) El venerable P. Luis Eduardo Cestac, fundador de las Siervas de María de Anglet (Bayona).

(34) El P. Rossigneux era catedrático de Universidad.

(35) Era el momento en que el P. Garicoits sometía a Mons. d'Astros el proyecto de fundar el Instituto.

(36) San Miguel recurre muchas veces al ejemplo del ferrocarril y saca diversas conclusiones. Su espíritu, muy sensible al progreso, estaba fuertemente conmocionado por el tipo de locomoción, nuevo entonces, que cambiaba considerablemente las condiciones de los viajes y facilitaba así los desplazamientos de los misioneros.

(37) San Alfonso Ligorio era hombre de experiencia. Encaraba las cuestiones, las verdades, del lado práctico. Era prácticamente práctico, practico practice. ¡Cuántas aberraciones en los que miran las cosas especulativamente! ¡Cuántas falsas decisiones! Jansenistas apartando a pueblos de la comunión y dejándolos vivir como animales. [ Apreciación valorativa del P. Garicoits ]

 

El origen de los textos se indicará por las siguientes letras:

 

E: Escritos de San Miguel

L: Cartas

P: Libro de Pensamientos

I: Cuaderno inédito de conferencias de san Miguel.

C: Cuaderno del Hno. Cachica, escolástico, que recogió preciosos apuntes de las conferencias y de las clases de san Miguel en 1858 y 1859. S: Sumario de testimonios en el proceso de beatificación.

V: Vida de san Miguel, por el P. B. Bourdenne

 

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