Meditación delante del pesebre
El Verbo se encarna para divinizamos
Deberíamos, al fin, comprender
Felices los corazones que lo comprendieron
En
el trayecto de Jesús desde la Encarnación hasta su regreso al Padre, dos
misterios cautivaron al P. Garicoits de manera especial.‑ el del Pesebre y
el de la Cruz. Del Cristo del Evangelio, cuyos actos y, estados todos son ricos
en enseñanzas y capaces de alimentar la contemplación, retuvo en particular el
Niño Dios y el Hombre de dolores. Estos dos aspectos le parecían mejor
responder a las necesidades del tiempo y del llamado que recibió.
En
la pequeñez y sencillez del Niño de Belén encontraba remedio a esa
pretenciosa seudo‑ciencia que quiere medir todo, incluso las cosas (le
Dios, con medidas humanas. Cada vez que celebraba Navidad se estremecía con el
Niño divino y siempre lo proponía como modelo.
Meditación delante del pesebre
¡Pobre
Niño! ¡Amable Niño Jesús! Acabas de nacer por mí. ¡Cómo sufrís, tiritáis,
lloráis! ¡Qué testigos, María y José! ¡Qué pobre. sencillo. al mismo
tiempo qué limpio y bien presentado en su porte exterior! ¡Qué modestia! ¡Qué
humilde, qué agradecido es su porte interior! ¡Qué reprocidad de amor para
con el Padre que, a causa de Ti, tanto nos amó!
¡Concédeme
un corazón semejante al de ellos, al tuvo! ¡Qué escena! ¡Qué personas en su
porte exterior e interior! (E)
Desde
el nacimiento, el Niño divino nos traza el camino: se lanza, corre, va siempre
delante, en el abandono, en la miseria. Estemos orgullosos de seguirlo. Que los
caminos trazados por Dios no sean para nosotros una vía desconocida y extraña,
sino real, por donde avancemos, orgullosos de nuestra gloria, felices por su
seguridad...
¡Qué
desgracia la de los judíos! El Mesías va a ellos como a SU heredad y lo
desconocen y rechazan: In propria venit et sui eum non receperunt (Vino a
los suyos y los suyos no lo recibieron) (Jn. 1. 1 l). Y los príncipes de la
Sinagoga, los doctores de la Ley que tienen a mano las Escrituras y los Guías
del pueblo que guiaron a los Magos hacia el Pesebre, no supieron descubrir al
Salvador. Con toda su ciencia y su fama de santidad, combaten y crucifican al Señor.
Igual que ellos, conocemos a Moisés, a los profetas, anunciamos y mostramos a
los hombres al Salvador; luego, por nuestra vida, pisoteamos su doctrina, sus
ejemplos. Lo recibimos tan a menudo en la comunión para consagrar nuestra
lengua, el cuerpo, el corazón, para unimos a Él e identificarnos con Él. Y,
por nuestra conducta, lo entristecemos, lo hacemos sufrir, lo tenemos como un
conserje, a la puerta del corazón, profanándolo de alguna manera. Cuando nos
llegue la muerte en lucha cuerpo a cuerpo y nos lleve, nos encontrará en guerra
con nuestro Señor Jesucristo... (P).
El Verbo se encarna para divinizarnos
Felizmente,
nuestro Señor Jesucristo bajó hasta el barro de nuestra carne. Et Verbum
caro factum est (Y el Verbo se hizo carne) (Jn. 1, 14). Nos hizo no sólo
espirituales, sino divinos: nos hizo vivir no sólo de manera espiritual, sino
divina, y divina en todo, en los actos más animales. como el beber, el comer,
el sueño, etc...
Eso
es lo que se dignó hacer y lo que somos en nuestro Señor Jesucristo. Anima,
tanti vales (alma, tanto vales). De eso nos persuade por su ejemplo, por su
espíritu de amor. Está en el Pesebre sufriendo frío, humillación,
incomodidades, repugnancias por amor nuestro: in laboribus a juventute mea
(en trabajos desde mi juventud) (Sal. 87, 16). Nada mejor para inflamamos de
amor por El y para ser generosos. Omnia possum in eo qui me confortat
(todo lo puedo en quien me conforta) (Fil. 4, 13) (P).
Dios
es amor en todas partes y siempre presente. Esta verdad es tan cierta que la
filosofía se la ha apropiado para afirmar el error monstruoso del panteísmo,
profesado por tantas escuelas y sabios.
En
verdad, los panteístas mismos viven, en la práctica, como si Dios no
existiera: es el desorden general, de alguna manera, universal. Escuchamos y
vamos tras el espíritu seductor y mentiroso, como Adán y Eva en el paraíso
terrenal. Al Dios de amor, en todo y siempre presente, se lo olvida como si no
existiera.
Para
traer de nuevo a los hombres al pensamiento y al amor del Creador, nuestro Señor
Jesucristo les muestra su divinidad perfectamente visible y palpable en su
humanidad. Ahí lo tenemos, en el Pesebre y bajo el velo eucarístico: APPARUIT
BENIGNITAS, etc. (Tit. 2, 12). Manifestación hecha a todos, escuela abierta
a los que tienen ojos para ver y oídos para escuchar. Apparuit omnibus....
crudiens nos... ¡Vaya escuela! ¡Vaya Maestro! ¡Vaya fuerza y suavidad con
sus enseñanzas en el Pesebre, en la circuncisión! ¡Qué inmensos atractivos
para ganarse a los mayores pecadores! (P)
Deberíamos, al fin, comprender
Amemos
a Dios de preferencia a los demás, o más bien, al precio de Él. Lo demás no
cuenta nada... Deberíamos, al fin, comprender lo que le debemos tras dieciocho
siglos de cristianismo, después de los ejemplos del Hijo, pues el Señor vino
del cielo para enseñamos a agradar al Padre, cumplir sus deseos, apreciar las
humillaciones y los sufrimientos así como el mundo aprecia los honores, buscar
la cruz con más presteza que los hombres la gloria del mundo. ¡Dios mío, ven
en mi ayuda! Haz que no conozcamos consuelo sino en el anonadamiento de tu
divino Hijo. Deus in adjutorium meum intende... Da nobis recta sapere et de
Spiritus Sancti consolatione gaudere (Dios mío, ven en mi ayuda... Danos
saber rectamente y gozar del consuelo del Espíritu Santo (P).
Así
amó Dios al mundo (Jn. 3, 16), sabiendo, por otro lado, que muchos esfuerzos
serían inútiles. Es un Dios derretido en amor: nos solicita, nos urge, se
inmola, al mismo tiempo que ve nuestra dureza de corazón. Negar su bondad, su
amor en todo presente y actuante para iluminarnos y salvamos: eso es falso y
requete falso. Milagro de milagros es cerrar los ojos a esta verdad, no
convencerse de este hecho tan manifiesto, tan apremiante del Verbo hecho carne
para instruimos y unimos al Padre.
¿Por
qué no vemos esta luz más resplandeciente que el sol? A causa de razonamientos
humanos y la tiniebla causada por el humo de la sabiduría mundana. Son palabras
de san León y son admirables. Cum ad intelligendum Sacramentum Nativitatis
Christi accedimus, abigatur procul terrenarum caligo rationum (Cuando nos
acercamos al Misterio del Nacimiento de Cristo para adquirir inteligencia,
rechacemos la niebla de los razonamientos humanos y ante la mirada de la fe
iluminada, desaparezca el humo de la sabiduría mundana).
Si
una fe viva disipa esas tinieblas y ese humo, nada perderemos. Al contrario,
adquiriremos la verdadera sabiduría, las verdaderas riquezas. siendo, a ejemplo
de los pastores de Belén, verdaderos y devotos adoradores de nuestro Señor
Jesucristo. Pii cultores et veri veneratores (san León). Un ángel
anuncia a los pastores el nacimiento del Salvador del inundo. ¿Cuáles son las
características del recién nacido? Un pesebre, tinos pañales. Los pastores
acuden y adoran sin escandalizarse al ver a un niñito en la última miseria.
Excelente
lección para el alma religiosa. ¿Debe escandalizarse ante las humillaciones y
sufrimientos del Maestro? Al contrario, como las humillaciones de su infancia,
¿no tendría que decir: "Me previnieron esto. Soy feliz. Bendito sea Dios
en todo?..." (P).
Felices los corazones que lo comprendieron
La
Virgen, san José, los pastores acogen en el corazón a Cristo y su vida divina
porque en su corazón meditan, repasan, rumian y saborean la palabra de Dios.
Eso es el fruto de una oración piadosa y constante. Los que sólo escuchan la
palabra de Dios, experimentarán, quizás, sentimientos de admiración,
contemplando el misterio tan conmovedor de la Encarnación. De hecho, todo se
reduce a sentimientos estériles sin realizar nada bueno ni sólido en la vida y
en las costumbres.
Dadine
un corazón que ame verdaderamente. Ese cree, saborea las cosas de Dios. Corre,
vuela tras los pasos de nuestro Señor.
El
amor es lo que arrastra al hombre. Es el resorte secreto que hay que descubrir
en los postulantes y en los novicios. Esa es la semilla divina a
desarrollar en los corazones. Si falta, no hay nada que hacer. Por eso, el Señor
pide por tres veces a Pedro: ¿Me amas más que éstos? San Pedro responde con
una triple contestación de amor. "Antes ibas a donde querías‑.
ahora que me amas, es necesario que, a ejemplo mío, seas crucificado por tus
hermanos: sígueme, pues: sequere me (Jn. 21, 18). San Pedro está
contento, se lanza en seguimiento de su Maestro y, en el colmo de su alegría,
lo quiere compartir con Juan, el discípulo amado. Puesto como pastor no sólo
de los corderos sino también de las ovejas, ¿no puede ocuparse, acaso, también
de esta oveja elegida en presencia mismo del Pastor supremo? Su corazón fogoso
desborda: "¿Y qué será de éste? Domine, hic autem quid? El amor
tiene que ser siempre humilde y discreto; el de Pedro va demasiado lejos, se
mete en lo que no le corresponde. La cruz deben compartirla todos los amigos del
Salvador‑, pero la naturaleza, el grado de sufrimiento, es un secreto que
se reserva. ¡Atrás la curiosidad indiscreta! "Si quiero que él quede, ¿a
ti qué te importa? Tu asunto es seguirme" (Jn. 21, 22). San Juan es
admirable: no dice, no pide nada... Nada de indiscreción, ni de curiosidad...
Está dispuesto a todo. No quiere saber nada y se abandona apacible y
amorosamente a la guía de su querido Maestro. ¡Qué bien, si todos estuviéramos
dispuestos a caminar, sin manifestar oposición, ni murmuraciones, sin pedir,
inquietos: "Me voy, ¿quién me reemplazará?", sin más preocupación
que la de responder al llamado del Señor: Sígueme. Esto me basta. ¿Qué me
importa lo demás? ¡Qué hermoso espectáculo ofreceríamos a Dios y a los
hombres! Y semejantes ejemplos, ¡qué dominio ejercerían en los corazones!... (P).
El
Señor empieza a sufrir persecución desde el nacimiento. ¿Qué nos enseña?
Que si queremos ser sus discípulos debemos disponemos a sufrir las
persecuciones, las tentaciones que se presenten y estaremos preparados cuando
suframos por amor a Jesucristo; pues dijo al apóstol: los que quieran vivir al
servicio de Jesucristo, sufrirán persecuciones.
San
José se levanta, toma al Niño y a la Madre y se va. ¡Qué prontitud! José no
espera al alba para ejecutar la orden recibida. Se levanta enseguida y se lo
dice a la Virgen. ¡Cómo debió sentir profundamente en su interior tener que
despertar al Niño y escucharlo llorar. Sin embargo. sumisión amorosa a las
primicias del sufrimiento preanunciado. ¡Con qué confianza aceptan el exilio y
se ponen en camino! (E)
(1) Congregación fundada a principios del s. XIX por san Andrés Hubert Fourriet y santa Juana Isabel Bichier des Ages.
(2) Un santo vasco: el Beato Miguel Garicoits, de Gigord, 1936.
(3) Véase este relato en Bemoville, cap. IX: Triunfo del P. Garicoits.
(4) Correspondencia de San Miguel Garicoits 1 y 11, P. Eduardo Miéyaa (fuera de comercio).
(5) Charla dada en el seminario de Bayona. El texto completo fue publicado en el Echo de Betharram, enero-febrero de 1933.
(6) Vida y Cartas del P. Miguel Garicoits por el R.P. B. Bourdenne, 2' edición, 1889, p. 206-207.
(7) Aquí estoy, Dios mío, para hacer tu voluntad. Se humilló haciéndose obediente hasta la muerte, y una muerte de cruz
(8) Ver la continuación de este texto importante.
(9) Escrito del santo sobre la Forma de vida de los Sacerdotes del Sagrado Corazón de Jesús.
(10) La biografía del P. Etchecopar, tercer Superior General de los sacerdotes del Sagrado Corazón de Betharram, se publicó en 1937 (Ediciones Spes) por el P. Pedro Femessole. Su beatificación ha sido iniciada ya en Roma y el proceso apostólico está terminado.
(11) Colección
de Pensamientos del R.P. Miguel Garicoits. Toulouse.
Privat, 540 pág. in 32, 1890.
(12) Lugar de ejercicios militares en Bayona.
(13) Alusión
a una conversación de Tauler, recogida por Surius. Tauler se encuentra con un
mendigo a la puerta de la Iglesia. Éste le dice cómo encontró la felicidad en
la renuncia a toda creatura para unirse sólo con Dios (Sermones de Tauler,
traducidos por Ch. Sainte-Foi,
Pousselgue, 1855, t, 1, p.65-67).
(14) San Miguel se sitúa aquí en el plano del destino eterno y no en el de la simple justicia conmutativa que regula las relaciones particulares entre los hombres.
(15) Estas notas son un resumen de una nueva meditación o el bosquejo de una charla. Encontramos muchos semejantes en los escritos.
(16) Alusión al golpe de Estado de Napoleón III.
(17) Alusión a los sufrimientos que marcaron el papado de Pío IX.
(18) Alusión a las rocas que dominan el santuario de Betharram.
(19) Estas palabras con que San Miguel gustaba resumir su ideal, están extraídas de Suárez (Rel. Soc. Jesu, Lib. 1, cap. 2, n. 8).
(20) El Uno. Leonide nació en Lestelle, cerca de Betharram. Entró como hermano lego y murió, como si fuera predestinado, a los 15 años. San Miguel, que lo conoció de pequeño, hablaba de él, luego de su muerte, así: "Amemos la Cruz, como el Hermanito Leorude, que todos conocisteis. ¡Qué maravilloso niño! A los 5 años, en lo más crudo del invierno, se hacía despertar, bajar de la cama, por su padre. Llamaba a nuestra puerta y se iba a la capilla. Tales felices disposiciones se multiplicaron con la edad. Admitido en la comunidad como Hermano, se convirtió, por su piedad y su amor a la Cruz, en modelo de los Hermanos. Niño como era, sabía la brillante filosoria del crucifijo, al punto de ser admirado por todos los que lo trataban (Vida, la Ed., p. 276).
(21) Secretario de Mons. Loyson, obispo de Bayona.
(22) "Lo
hice un ser espiritual, incluso en la carne... Y ahora se ha vuelto carnal,
incluso en el Espíritu" (Bossuet, Elevaciones, 7 a Sem., Y Elev. Cf. san
Agustín, La ciudad de Dios, Lib. XIV, Cap. 15. P.L. 61, 423).
(23) Vicario General de la diócesis de Poitiers y superior de las Hijas de la Cruz.
(24) Evaristo Etchecopar, tío del futuro P. Augusto Etchecopar.
(25) Alusión al desafortunado Sauzet, ejecutado el 27 de Febrero en Pradelles (Haute-Loire) y cuya muerte fue muy edificante.
(26) Se trata del P. Passaglia, salido de la Compañía de Jesús en 1859. La prueba, como intuyó san Miguel, le resultó favorable: murió en 1887. reconciliado con la Iglesia.
(27) Esta reprimenda de san Miguel apunta a las gestiones hechas por algunos misioneros de América ante la Santa Sede para obtener más amplios poderes a fin de ejercer el ministerio sacerdotal en otras provincias. fuera de la diócesis de Buenos Aires.
(28) Alude al suplicio de Sauzet. Según declaraciones del sacerdote que lo asistió, san Miguel creía en la inocencia del condenado quien, calumniado, aceptó con heroísmo la muerte antes que denunciar al verdadero culpable.
(29) Industrias para curar las enfermedades del alma: publicación del P. Claudio Aquaviva -finales del s. XVI-, Superior general de la Compañía de Jesús. San Miguel apreciaba mucho esta obra y la recomendaba mucho a los superiores.
(30) Obra publicada en los inicios de la Compañía y que contiene preciosas indicaciones para hacer con provecho los Ejercicios Espirituales de san Ignacio.
(31) Mons. Lacroix, al no querer establecer la comunidad de Betharrani como Instituto religioso, permitió, con muchas restricciones, pronunciar los votos.
(32) Bossuet había dicho casi lo mismo: "Sin apenamos por rebosar de pensamientos ambiciosos, preocupémonos por alcanzar horizontes lejanos de bondad; y, en oficios delimitados, tengamos una caridad infinita (Sermón sobre La ambición, Ed. Lebarq, T. 4, p. 153 ».
(33) El venerable P. Luis Eduardo Cestac, fundador de las Siervas de María de Anglet (Bayona).
(34) El P. Rossigneux era catedrático de Universidad.
(35) Era el momento en que el P. Garicoits sometía a Mons. d'Astros el proyecto de fundar el Instituto.
(36) San Miguel recurre muchas veces al ejemplo del ferrocarril y saca diversas conclusiones. Su espíritu, muy sensible al progreso, estaba fuertemente conmocionado por el tipo de locomoción, nuevo entonces, que cambiaba considerablemente las condiciones de los viajes y facilitaba así los desplazamientos de los misioneros.
(37) San Alfonso Ligorio era hombre de experiencia. Encaraba las cuestiones, las verdades, del lado práctico. Era prácticamente práctico, practico practice. ¡Cuántas aberraciones en los que miran las cosas especulativamente! ¡Cuántas falsas decisiones! Jansenistas apartando a pueblos de la comunión y dejándolos vivir como animales. [ Apreciación valorativa del P. Garicoits ]
El
origen de los textos se indicará por las siguientes letras:
I: Cuaderno inédito de conferencias de san Miguel.
C: Cuaderno del Hno. Cachica, escolástico, que recogió preciosos
apuntes de las conferencias y de las clases de san Miguel en 1858 y 1859. S:
Sumario de testimonios en el proceso de beatificación.