El Auténtico Betharramita

¿En qué se reconoce un Betharramita auténtico?

Hay varias señales. Hay una que no se presta a confusión:

El auténtico Betharramita quiere a Betharram. Se siente ligado a él con todas las fibras de su ser. Ha hecho suyos los intereses de la Congregación; alegrías, penas, esperanzas son su vida. Hasta tal punto que no puede pensar lo que sería su vida fuera de Betharram.

Dios lo había hecho para Betharram y había hecho Betharram para él. Su puesto aquí estaba reservado desde siempre; y ahora lo ocupa. Con mayor o menor rapidez, pero con seguridad su alma se ha ido realizando aquí, Se siente a gusto... como en su casa.

El auténtico Betharramita quiere a Betharram y por lo tanto también su ideal, y lo va realizando cada día.

El auténtico Betharramita quiere al Betharram real, es decir a todos los Betharramitas, incluso a tal y tal… Qué poco betharramitas seríamos - si nuestro amor por la Congregación no consiguiese hacemos superar esos rechazos, esos motivos, a veces justos, de resentimientos. Es de los nuestros, Eso basta.

Un auténtico Betharramita quiere a Betharram tal y como es, con sus sombras, - ¿dónde no hay sombras?- y con el mismo amor con que Dios lo quiere, tal cual es, aunque lo quiere más hermoso. Su manera de reaccionar ante las miserias inevitables es ésta: si yo fuera mejor, si estuviera más cerca de Dios, Betharram sería más hermoso.

Un auténtico Betharramita quiere a Betharram y creé en - él ; en su futuro. Cuando las cosas no pasan lo mejor que uno quisiera, no se considera profeta de calamidades, porque eso no soluciona nada, sólo desanima: Nunca se le ve con mala cara.

Un auténtico Betharramita quiere a Betharram, y se siente orgulloso de hacer parte de él. Nunca habla mal, y menos afuera, porque sería una traición. Sus ojos están atentos a las cualidades de sus hermanos - todos tienen cualidades- y los considera con una caridad tan equilibrada y tan fraternal que hace que todos, hasta los superiores; pueden tener sus defectos.

Un auténtico Betharramita quiere a Betharram y se "rompe" por él. Cuando hay entrega, se pone corazón. Hace lo que puede, y como puede, pero todo lo que puede. Hace lo que le piden y eso es lo que cuenta fundamentalmente.

Un auténtico Betharramita quiere a Betharram: Está dispuesto para ir a trabajar a cualquier parte donde trabaje Betharram. Allí estará en su casa. No se hace rogar, sabe salir.

Un auténtico Betharramita, quiere a Betharram y en él persevera hasta la muerte. Y más allá de la muerte, porque al verdadero Betharramita, estamos seguros que lo vamos a encontrar allá arriba, en el Betharram que se hace nuevo en el cielo, más numeroso y más feliz, rodeando a nuestros santos Fundadores.

 

R.P. José Mirande, s.c.j.

MEF, Nro. 80, septiembre 1959)

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