El Espíritu de Betharram
Padres de Betharram: ¿Por qué?
Un instituto religioso no es "un grupo de faena". No se constituye en función de una obra por cumplir, sea ella contemplativa o un servicio caritativo.
Nace porque un día, sin que nadie pueda explicar bien porqué. Un fundador es llamado a dejarse asir por un cierto rostro de Dios y a testimoniar de ello a través de un grupo de discípulos…
Los Padres de Betharram no existen en la Iglesia ni para enseñar en las escuelas, ni para predicar en las parroquias, ni para ir a las misiones.
Nacieron porque un día un sacerdote vasco, Miguel Garicoits, se dejó inquietar por un cierto rostro de Dios, porque ese "apasionado de Dios" se sintió impulsado a decir, a gritar, ese Nombre y ese Rostro a los jóvenes, a los adultos, sobre todo a los pobres de su tiempo.
Algunos discípulos vinieron y continuaron juntándose para decir y gritar mediante su vida ese mismo amor y ese mismo rostro, en cada sitio donde se implantan con sus comunidades - apostólicas, misioneras, enseñantes- en cada época en la que viven…
Son los Padres de Betharram, discípulos de San Miguel Garicoits.
Decir, proclamar, gritar median te toda su vida un cierto rostro de Dios. ¿Cuál?
Nadie puede asir todas las riquezas del Corazón de Dios y todos los aspectos de su rostro.
Pero cada uno de nosotros -y sobre todo algunos santos- es más sensible a ciertas maravillas y ciertos esplendores.
El itinerario espiritual del Padre Garicoits lo condujo a maravillarse en la contemplación:
"Aquí estoy, Padre, para hacer tu voluntad".
Jesús en esa actitud de arrojo, de disponibilidad y de amor, toma un nombre, para el Padre Garicoits:
el Sagrado Corazón.
Mas ¿por qué maravillarse especialmente de ese rostro de Jesús que el Evangelio nos muestra en cada página?
¿Quién conoce los "porqués" de los caminos del amor y del encuentra, aun en nuestro simple andar humano?
¿Qué decir, entonces, de las rutas de Dios?
El hecho es que el derrotero de amor y de contemplación del P. Garicoits lo condujo por un camino en el que experimentó un deslumbramiento:
Jesús entregándose a su Padre en impulso de amor para hacer su voluntad.
La experiencia espiritual del Padre Garicoits le hace descubrir que la voluntad de Dios, la - pasión de su Corazón es salvar a todos los hombres manifestándoles su Amor en la persona de su Hijo, Jesús: uno de nosotros en medio de nosotros.
Ahora bien, ante ese "amor loco" de Dios, los hombres son "de hielo". Es otra comprobación hecha por el P. Garicoits.
Desde su infancia marcada por el Jansenismo, toda su experiencia sacerdotal lo lleva casi a tocar con el dedo "esa especie de período glacial en que ha entrado el mundo".
Si, todo está superhelado y enclenque en el campo de Dios.
"Si no hay más en la tierra ni caracteres, ni hogares, ni patrias... es porque se ha substituido el reino del hombre al de Jesucristo.
La gente más honesta olvida que Dios es el alfa y la omega, el comienzo y el fin de las cosas, y refiere todo a la humanidad . . ." (S. Miguel Garicoits)
Por eso, indicando el remedio, también escribe:
"¿Queremos curar al mundo y curamos a nosotros mismos? Hagamos ver a Dios y su amor de Padre en todas las cosas".
Pero, ¿quién mejor que Jesús, el Hijo, hace ver a Dios y su amor de Padre?
Rostro del Padre en medio de nosotros, Amor del Padre "al alcance de nuestra mano y de nuestro corazón".
"Entonces ¿quién podrá aguantar?"
Es el grito del P. Garicoits. Los Padres de Betharram nacieron de ese deslumbramiento.
"Ah! si se pudiese reunir una sociedad de sacerdotes que tuviesen como programa el mismo programa del Sagrado Corazón de Jesús. . . abnegación y obediencia absoluta, sencillez perfecta... Esos sacerdotes serían un verdadero campamento volante..."
Una sociedad de sacerdotes, un grupo de discípulos
Algunos curas del Bearn y del País Vasco se agrupan, uno tras otro, alrededor del Padre Garicoits, pequeña comunidad de hombres rudos con corazón de fuego; puesto que el hielo espiritual ha destrozado todo en sus pueblos y en la campaña, irán por doquier a llevar la llama: Dios es Padre. Dios es amor. Todos estamos envueltos por esa ternura de Dios. Esa ternura tiene un nombre: Jesús, el Sagrado Corazón entregándose a su Padre para manifestar su Amor.
Esta ternura de Dios está presenté y activa en el corazón de cada vida "como una incesante germinación".
Este mensaje, cada uno de los compañeros del P. Garicoits lo expresa aún a su propia manera con acentos espirituales más o menos rudos.
Pero el mensaje es llevado osadamente a diversas tierras.
Obras, tareas variadas en respuesta al llamado del mundo de aquel tiempo, pero un alma común: la que Miguel Garicoits foóa en sus discípulos; un mismo espíritu habita poco a poco ese cuerpo que crece, fruto del deslumbramiento interior que el Padre Garicoits comunica a cuantos lo rodean.
¡Largo y misterioso alumbramiento! Es mucho más fácil "hacer cosas, desarrollar tareas" - aun educativas y misioneras- que decir, gritar, proclamar con toda su vida un nombre.
Los Padres de Betharram en todas las épocas de su historia más que centenaria, se renuevan en la convicción de que ellos no han sido "creados y puestos en el mundo" ante todo para enseñar en las escuelas de Francia, Marruecos o América Latina ni para predicar en las parroquias… o partir en misión.
Ellos sondean en esa "memoria" que les hace remontar a su origen y a su fuente, la convicción de que se juntan como hijos de San Miguel Garicoits para gritar, a través de toda su vida, un cierto rostro de Dios, un cierto nombre: Jesús, el Sagrado Corazón, ternura de Dios hacia los hombres.
¡A través de toda la vida! Con sus llamados de ayer, de hoy y de mañana, la vida misma nos modela como comunidades apostólicas, misioneras o enseñantes en lugares diversos.
Mas, a través de toda esa vida, nosotros, los Padres de Betharram, tenemos por misión gritar juntos un nombre, el del Padre que tanto nos ama en su Hijo Jesús.
P. Juan Mateo s.c.j.