El manifiesto del fundador

A Dios le plugo hacerse amar, y cuando éramos sus enemigos nos amó de tal modo que nos envió a su Hijo Unico: nos lo dio como atractivo que nos gane al amor divino; modelo que nos señale las reglas del amor y el medio de alcanzar ese amor: el Hijo de Dios se hizo carne.

Al entrar en el mundo, animado por el Espíritu de m Padre, se entregó a todos sus designios sobre El, tomó el lugar de todas las víctimas, diciendo.- No quisiste sacrificio ni oblación, pero me formaste un cuerpo... no te agradaron los holocaustos ni las víctimas por el pecado; entonces dije: ĦAquí estoy, Dios mío, vengo para cumplir tu voluntad!

Inició su carrera con este gran acto que no interrumpió jamás. Desde entonces quedó siempre en estado de víctima, anonadado ante Dios, sin hacer nada por sí mismo, obrando siempre por el Espíritu de Dios, constantemente abandonado a las órdenes de Dios para sufrir y hacer cuanto El dispusiere: Exinanivit semetipsum, factus obediens usque ad mortem, mortem autem crucis.

Así nos ha amado Dios.

Ante este prodigioso espectáculo, los sacerdotes de Betharram se han sentido impulsados a abnegarse para imitar a Jesucristo anonadado y obediente, y para dedicarse por entero a procurar u

los demás la misma felicidad, bajo la protección de María siempre dispuesta a cuanto Dios quisiere y siempre sumisa a cuanto Días hacía.

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