SAN MIGUEL,

MAESTRO DE VIDA ESPIRITUAL

EN EL CORAZON DE LA VIDA

Al acercarse el tercer milenio, el Papa nos invita a profundizar el misterio de la salvación a través de los tres años preparatorios" El primero de la serie - en el que ya estamos - está consagrado a una reflexión sobre Cristo, Verbo del Padre, hecho hombre por la acción del Espíritu Santo. En esta perspectiva, podíamos esperar mejor compañero de ruta que el que celebramos en l997, el apóstol del Aquí estoy, San Miguel Garicoits?

Cuando se trata de honrar la memoria de alguien, la elección de las palabras no es algo inocente. Con mayor razón cuando al que se conmemora se lo tiene por un maestro de vida espiritual. Este titulo, nuestro Santo no hubiera dejado de recibirlo con una buena sonrisa incrédula. Sin embargo, a dos siglos de su nacimiento, es para nosotros más que un maestra en quien pensar- un maestro a quien rezar, un iluminador. El tema del año garicoista debería, pues, conjugar el Bicentenario y el futuro, lo intimo y lo universal, el corazón y la vida. En otros términos, debería llamarnos desde lo más personal de una experiencia de fe hasta lo más "católico" de una esperanza. Tal es el llamado cordial que nos lanza san Miguel, retraducido y unido por la gran familia de Betharram: "Abre tu corazón a la vida".

Hay los eslogans de circunstancia y el tenor del mensaje. Es hermosa la ocasión de explorarlo a nuevos precios. Esto parece tanto más necesario que Miguel Garicoits es un santo (aún) demasiado desconocido. De hecho, no ha tenido tiempo para sistematizar su pensamiento, ni poner por escrito su enseñanza. La mejor manera de conocerlo y quizás de amarlo será escrutando su vida. Podemos sacar, de sus confidencias y notas dispersas, una dinámica de unión al Verbo Encarnado.

En un primer tiempo, recorreremos las etapas biográficas que hicieron de un pequeño campesino un sacerdote según el Corazón de Dios. Una segunda parte se fijará en su espiritualidad, como revelación del Amor del Padre y apertura al amor fraterno, Finalmente, veremos en qué, el camino emprendido por San Miguel, puede abrir la vía de nuestra propia felicidad.

 

I. UN HOMBRE ABIERTO A LA VIDA.

Todo itinerario de fe nace del encuentro de dos deseos. El del hombre hacia Dios, y el de Dios sobre el hombre. La historia de San Miguel lo atestigua, a la manera en que los primeros impulsos de su corazón van progresivamente ajustarse al proyecto divino. Así es cómo la escuela de la vida le va a enseñar, según sus propias palabras, que "la única sólida y verdadera espiritualidad es la que une el corazón del hombre al Corazón de Jesucristo. "

a) INFANCIA ESPIRITUAL.

Miguel Garicoits nace el 15 de abril de 17g7, en [barre, en una familia de pequeños campesinos en el fondo del País Vasco. De su ambiente de origen recibe un temperamento vivo, rudo para la tarea, profundamente inclinado a la religión de sus padres. Educado en el miedo al infierno como en el deseo del cielo, el primogénito de la familia manifiesta muy pronto su sentido de lo absoluto. Un buen día, abandona el escaso rebaño paterno para alcanzar las cimas en donde, se decía, que vivía Dios. Llegado a lo alto de la primera cima, el cielo le parece más a su alcance en la montaña vecina, y así durante todo un día. Desde entonces, nada llegará a ahogar en él el atractivo de la trascendencia.

Mientras tanto, los Garicoits no escapan al jansenismo difuso de la época y de su ambiente. La primera comunión de Miguel se retrasa varios años, por miedo a que una mala confesión convierta en sacrílego el acceso al sacramento Con sus 13 años cumplidos, Miguel es empleado en un pueblo vecino... y no ha recibido la hostia. Este deseo contrariado sume al adolescente en un periodo de abatimiento intenso. Entonces sucede la revelación fundadora de su itinerario de fe De vuelta de los campos, en una tarde soleada, Miguel se sumerge en un haz de alegría y de luz.3 Aquí lo tenemos embelesado por la iluminación de un Dios que no se limita más al Juez del Sinaí, el que se enarbola en la casa, sino que le parece "derretido en caridad" (M.S. 133). De repente está envuelto por la evidencia de Alguien a quien ama, por un Dios que es Amor. La confianza sucede a la angustia, la paz al tormento interior. Sale de este éxtasis chocando contra una empalizada; sale igualmente con la intuición de que "la iglesia no revelará a Dios a los hombres si no aparece como el lugar del Amor, es decir, el Cuerpo de Cristo" (A. Mansané, s.c.j.). Desde entonces, en su aventura de hombre y de fundador, no tendrá más línea de horizonte. "Cómo no ver en este acontecimiento la fuente lejana de su carisma evangélico?

Admitido a la primera comunión el g de junio de 1811, Miguel ve muy pronto el sacerdocio como una manera para él de entregarse a Dios Pero, cada vez que se abre a sus padres, éstos le oponen su pobreza. Con la complicidad de su abuela, obtiene finalmente un lugar en el colegio de Saint-Palais, y otro como empleado doméstico, para pagarse sus estudios. A fuerza de trabajo encarnizado, franquea todas las etapas de una formación que se termina en el seminario mayor de Bayona. Se ordenará en esta misma ciudad el 20 de diciembre de 1823.

b) DESCUBRIMIENTO DE UNA DEVOCION

Es un cura lleno de promesas que en seguida es nombrado para Cambó, en donde secunda a un cura ya impotente. Se distingue por su delicadeza para con el viejo sacerdote, pero también por su entrega a los pequeños y a los penitentes, su cuidado de la liturgia y del catecismo, su sentido pastoral. Un año y medio de ministerio bastan al joven cura para transformar el paisaje parroquial. El descubrimiento y la difusión del culto al Sagrado Corazón contribuyeron a ello.

Francia, en esta época, está en plena Restauración política pero también religiosa. La Iglesia trata de acercarse a una población desorientada por la tormenta revolucionaria y por el espíritu jansenista. Por eso promueve una religión más popular, más festiva, en contrapartida del rigorismo que mantenía a los fieles distantes de los sacramentos y de muchas formas de devoción. El mensaje de Pa-ray-le-Monial, exaltando al Sagrado Corazón como símbolo del amor para con los hombres, el drama de este amor desconocido y la necesidad de reparación, todo esto se inscribe con precisión en un dispositivo de la renovación de la vida cristiana.

El día en que una parroquiana solicita su inscripción en una Cofradía del Sagrado Corazón, se aclara todo en el espíritu del vicario de Cambó. En pocos meses, funda una Congregación del Sagrado Corazón de Jesús y de María: luego, consagra la parroquia al divino Corazón, y propaga el movimiento alrededor3 Con el entusiasmo, el vicario Garicoits manda publicar en vascos un manual de devoción, El llamado de amor éste se inspira abundantemente en el mensaje de Santa Margarita María, tanto por el culto rendido al "horno ardiente del amor divino" como por la insistencia en la reparación. En Cambó, Miguel Garicoits aborda la devoción al Sagrado Corazón en la perspectiva de la pastoral. A medida de sus desplazamientos físicos (y síquicos), este primer contacto va a confluir con otras influencias para terminar en una nueva síntesis espiritual.

C) MADURACION DE UNA ESPIRITUALIDAD

Octubre de 1825. El Padre Garicoits es enviado a la otra punta de la diócesis, al Seminario Mayor de betharram, en calidad de profesor de filosofía. El hombre de confianza del obispo está encargado de retomar en mano un establecimiento a la deriva, por falta de dirección segura. En unos meses, el nuevo inquilino restablece la disciplina y la doctrina, con esa mezcla de autoridad natural y de alegría interior que lo caracteriza. Pero, Betharram es también el santuario de Nuestra Señora, en donde el docente gusta de contemplar la luminosa disponibilidad de la Servidora del Señor. Todo, lo del lugar y su índole, lo incita a meditar en la santa humanidad de Dios, Verbo hecho carne en el seno de la Virgen María.

El descubrimiento de la Escuela Francesa de espiritualidad precipita esta evolución de fondo. Entre 1828 y 1835, Miguel Garicoits se impregna del pensamiento de Rossuet, con un gusto particular por las Elevaciones sobre los misterios y otros Sermones sobre la Anunciación. Vuelve sin cesar a la meditación de la Carta a los Hebreos, uno de los textos valientes de los espirituales del Gran Siglo. En pos de Rerulle, está fascinado por el Aquí estoy del Verbo Encarnado y sus consecuencias. Nunca separado de la persona de Cristo, el corazón tiene un lugar a parte, como centro de la personalidad. Lugar del amor y del deseo, es también la sede de la voluntad que toma su vuelo y se abandona por entero a Dios. Dicho de otra manera, cuando encara el corazón de Jesús, Miguel considera el conjunto de Su persona en su impulso primero. Este impulso que expresa tan bien el Aquí estoy del primer instante.

A partir de ahí, el misterio de la Encarnación ocupa las lecturas y oraciones de Miguel Garicoits. Por otra parte, de donde saca su inspiración fundadora es de la Contemplación. Incluso va a desbordar el campo de la mística. En efecto, durante este periodo, nuestro Santo Conoce experiencias intensas: levitaciones repetidas durante la Consagración, resplandor luminoso en su cara en el momento del Incamatus est del Credo...

Al rayo espiritual le sigue muy de cerca la confrontación con la vida religiosa. La reputación del Padre Garicoits le había valido muy pronto el cargo de capellán del convento vecino. Ahí encuentra a una mujer excepcional, Juana Isabel Richier de Ages, fundadora de las Hijas de la Cruz. insensiblemente, un proyecto de fundación empieza a hacer su camino en el corazón y en el pensamiento de san Miguel. Los acontecimientos se precipitan en 1831. Poco después de su nombramiento a la cabeza del Seminario, el obispo de Bayona reclama a los filósofos y teólogos a su lado. Mientras Betharram se vacía inexorablemente, el "superior de cuatro paredes"" percibe cada vez con mayor nitidez la necesidad de renovar el ministerio sacerdotal. Por un lado, su presencia junto a las religiosas, por otro el espectáculo de insubordinación de una parte del clero.

"Ah!, si se hubiera visto como yo llorar a obispos"- todo lo lleva a encarar una nueva forma de vida consagrada. En 1832, su discernimiento culmina después de un retiro en los jesuitas de Toulouse. El sacerdote vasco hace su elección atestiguada por su acompañante en estos términos: "Seguirás tu primera inspiración, que creo venida del cielo, y serás el padre de una familia que será nuestra hermana."

El Padre Garicoits vuelve a Betharram con el corazón ardiente. Nada podrá desviarlo del proyecto en el que ha reconocido la voluntad de Dios. éstas son sus palabras: "oh! Sise pudiera reunir una sociedad de sacerdotes que tuvieran por programa el programa mismo del Corazón de Jesús...: entrega y obediencia absolutas, sencillez perfecta, dulzura inalterable. Esos sacerdotes serían un verdadero campamento volante de soldados de elite, dispuestos a correr, a la primera señal a donde fueran llamados..."" La influencia ignaciana y la marca del Sagrado Corazón subyacen en el sueño fundador. Toma forma en octubre de 1835: cinco compañeros se unen a Miguel Garicoits para fundar la sociedad de sacerdotes de Betharram Sólo seis años después asumen el nombre de Sacerdotes del Sagrado Corazón de Jesús.

II. UNA ESPIRITUALIDAD DEL CORAZON DE DIOS.

La experiencia del Dios-Amor revelada en Jesucristo constituye el corazón de la espiritualidad y de la misión betharramitas. El "Aquí estoy" brinda la clave.

En San Miguel, el ideal religioso "proviene" de San Ignacio de Loyola y de su tradición, mientras que la intuición espiritual procede de la influencia de la Escuela Francesa. A ensayo, las Constituciones de 1838: el Padre Garicoits acomoda los 52 artículos del Sumario de la Compañía de Jesús precediéndolos con un prefacio que les confiere una portada original. De golpe, proclama la primacía del Amor tomando de Rossuet su frase introductoria: A Dios le agradó hacerse amar. ."

Este texto, que se acostumbra llamar Manifiesto, muestra admirablemente la trayectoria de la salvación. Va del Corazón de Dios al corazón de cada hombre, a través del Corazón de Jesús." Paradójicamente, la palabra corazón no aparece en ningún momento. Es que está tan presente que no hay necesidad de mencionarlo. Hay que decir también que en el corazón del texto está el Aquí estoy, que resume toda la concepción garicoista del Sagrado Corazón

a) DEL CORAZON DEL PADRE

Todo sale del Corazón de ese Dios que es Padre, y que da los primeros pasos hacia nosotros. Toda la actividad divina está motivada por el amor. Dios creó el mundo y lo confió al hombre, de tal manera que se pueda alcanzarlo a través de la creación; descubrir al Artista en sus obras. Pero Dios rechazó los limites del conocimiento natural. Después de enviarnos a hombres de Palabra, los profetas, Dios nos habló por su propio Hijo. Dios se hace conocer (Jn. 1, 18) manifestando su amor en la Persona de Cristo (Rm. 8, 3g; 1 Jn. 3, 1; 4, g). Así, pues, "le agradó a Dios revelarse...", según palabras del Concilio Vaticano II"2. Se puede decir también, a la manera del Manifiesto: "A Dios le agradó hacerse amar... " Dios se complace en ser amado por los hombres. Por nosotros. En Jesucristo, Dios se revela entregándose él mismo a nosotros: es bien lo propio del Amor.

El Amor es el secreto de Dios, es Dios en su mayor intimidad: el amor no puede quedar en él mismo, busca comunicarse; por el hecho de que él es Amor, Dios es relación, es tensión hacia los demás. Es ya, en Sí mismo, comunicación de Amor: es Trinidad. La historia de la Salvación, es precisamente una historia de amor, la más hermosa pero también la más dramática que exista. Desde la caída de Adán hasta la muerte de Jesús en cruz, se inscribe sobre el trasfondo trágico de la condición humana: "Mientras que éramos sus enemigos, nos amó tanto que nos envió a su Hijo único"

La gran revelación es que Dios responde a la indiferencia y al rechazo de los hombres en su realidad, pero con su propias armas. Se pone a su nivel, porque elige vivir desde el interior de la experiencia humana. Pero no responde a su manera: en él, ningún rastro de odio ni de voluntad de expiación, nada más que la insistencia del amor. Incluso cuando nos encerramos en nosotros mismos, incluso cuando nosotros lo rechazamos, Dios va hasta el fin de si mismo: nos da a su Hijo, su único, "para ser el atractivo que nos gane al amor divino, el modelo que nos muestre las reglas del amor, y el medio de llegar al amor divino". El atractivo, porque atrae a él, revelando nuestro deseo profundo, educándolo y orientándolo hacia el Padre El modelo, pues tenemos que ajustar sobre él nuestra conducta y nuestra manera de amar, de modo a hacer, como él, la voluntad de un Dios que sólo es amor. El medio, porque la sola gracia puede salvar al amor de sus falsificaciones. Y de nuestras contradicciones. Reducidos a nuestras propias fuerzas, la tarea era suprahumana. Por eso, el Hijo de Dios se hizo carne...

b) POR EL CORAZON DEL HIJO.

El Hijo de Dios entra en el mundo animado por el Espíritu de su Padre- el ladre, el Hijo y el Espíritu son una sola cosa en la realización del plan de salvación. A cada instante de su existencia, el Hijo será la expresión del Amor del Padre para con los hombres. Dará cuerpo y cara al Amor de Dios para cada uno de nosotros: lo encarnará. Tal es el objeto de la contemplación del Manifiesto, sobre la base de los versículos 7-8 del salmo 3g ( vuelto a citar en el capitulo lo, versículo 5 al 7, de la Carta a los Hebreos): "No quisiste sacrificio ni ofrenda, entonces dije: aquí estoy, vengo para hacer tu voluntad. "

Hay que cuidarse de reducir este salmo de acción de gracias al contexto sacrificial. En la lectura que hace San Miguel, no es que la justicia divina reclame el anonadamiento de Cristo; es "el hombre que necesitaba que [el Hijoj fuera hasta el extremo del don, en el anonadamiento de si mismo, para creer verdaderamente en el amor de Dios" (G. Gabaix-Hialé, s.c.j.). La Cruz nos hace comprender la "pasión" de Dios por el hombre. Pasión sufriente, de veras, pues Jesús "se puso en el lugar de todas las víctimas". Pasión de amor por encima de todo: en el madero de la Cruz, el Costado atravesado revela la profundidad y el precio de un designio que Miguel Garicoits une a su fuente, el Amor del primer instante de la Encarnación. Esto es lo típico en la aproximación a San Miguel: el Corazón del Hijo no es sólo símbolo del sufrimiento del inocente, concentra todo el dinamismo de vida contenido en la ofrenda inicial.

El Aquí estoy se despliega a lo largo del recorrido terrestre de Jesús; se convierte en su estado habitual, hasta el don supremo: "fue hasta la muerte y la muerte de la cruz" (Fil. 2, 8). En el Verbo Encarnado, no hay distancia entre el ser y el decir, entre el decir y el actuar El Aquí estoy expresa el impulso surgido del Corazón del Verbo Encarnado. Es un grito de amor lanzado al Padre; es también un acto de amor en provecho de toda la humanidad.

Este aspecto de meditación está fuertemente subrayado. Vuelto totalmente hacia el Padre, vuelto totalmente hacia los hombres, el Hijo único tiene misión de llevar todo al Padre en el Espíritu:

"Debemos ira Dios a través del amor del Verbo Encarnado, por la vía y por intermedio del Verbo Encarnado" (M.S, 104). El Corazón del Verbo está en el centro de Cristo mediador como de la historia de la salvación. Lo es por el Aquí estoy, cuando lanza el puntapié inicial de la Encarnación redentora, grabado en el cuerpo y en el actuar del Bien Amado. Lo es en la cruz, en ese corazón entreabierto en donde el último Aquí estoy de obediencia filial revela la gloria del Padre Finalmente, es el centro como grito de unión a la humanidad reunida y reconciliada en Dios: el "cántico del nuevo Adán" (1 Cor 1, 12) - asi designa San Miguel el Aquí estoy - surge, en efecto, de un Corazón en quien seremos "todos reunidos para ser consumidos en la unidad" (M.S. 66).

"Así nos amó tanto Dios...", sigue el Manifiesto. Con este pensamiento en suspenso, Miguel parece haber alcanzado un nuevo umbral de contemplación.

C) EN EL CORAZON DE SAN MIGUEL Y DE TODO HOMBRE

La humanidad de Cristo tiene la misma fuerza de revelación al principio misma de la Encarnación como al atardecer del Viernes Santo. En esa perspectiva, el misterio pascual es igual objeto de adoración que los es por la misión. Al pie del Salvador en cruz, San Miguel no se contiene más: ¡Dios mío, tanto me amaste! ¡Dios mío, tanto hiciste en hacerte amar por mi!... Mi corazón está dispuesto, no puedo rehusarme a nada para probarte mi amor. " (D.S. 8g). Este estado de espíritu corrobora el acto de nacimiento de los Sacerdotes del Sagrado Corazón. Como lo afirma el Manifiesto: "Ante este espectáculo prodigioso, los Sacerdotes de Betharram se han sentido arrastrados a consagrarse por entero a imitar a Jesús anonadado y obediente, y a emplearse totalmente" al anuncio de la salvación. La unión afectiva, en la contemplación, desemboca así en el compromiso efectivo, al servicio del prójimo.

El corazón de la experiencia de San Miguel, la cima de su espiritualidad, se encuentran sintetizadas en la célebre fórmula: "Aquí estoy, sin retraso, sin reserva, para siempre, por amor por la voluntad de Dios. "Adorna todas las exhortaciones de San Miguel a sus Religiosos. Se impone, naturalmente, como la divisa de un Instituto que aspira a reproducir el impulso del Corazón de Cristo. Dicho de otra manera, su acto inicial de obediencia amorosa... entusiasta en el sentido profundo. Ahí hay más que una devoción: un programa de vida, el programa mismo del Sagrado Corazón. "La entrega perfecta ("dévouement"), de donde a la devoción le viene el nombre, insiste San Miguel, quiere que hagamos la voluntad de Dios con amor. Dios quiere que le demos con alegría, y, en todo lo que nos manda, siempre pide el corazón" (M.S. lgs).

San Miguel expresa a su manera lo que constituye la vida cristiana. una respuesta de amor al amor infinito de Dios. Nada de menos. Nada de más.. ahí está todo. En definitiva, como diría el Padre Garicoits, se trata de poner a "Dios en su lugar, y yo en el mío" (D.S. 76). En vez de aplastarlo, la omnipotencia de Dios Amor libera en el hombre su potencial de caridad, y le revela su verdadera grandeza: "conozco tu Corazón, como conoces el mío, Señor sabes que te amo, eso basta: "Aquí estoy" Puedo todo porque no puedo nada (D.S. 44).

A partir del momento en que la vida de Dios palpita en un corazón humano, éste puede alcanzar su verdadera estatura. Miguel entiende al Sagrado Corazón como el que hace alcanzar éxito a la criatura: estaba deshumanizada por el pecado, le devuelve su verdad filial. De principio a fin, hay pasión para existir, es decir, necesidad de salir de sí, conversión a veces crucificante, llamado a realizarse en la voluntad del Otro como plan de felicidad para todos los demás Pues es eso de lo que se trata: "procurar a los demás la misma felicidad"..

III. UN CAMINO DE FELICIDAD

La espiritualidad puede definirse como el entrecruzamiento de dos deseos: el que llevamos en nosotros y el que Dios alimenta Para nosotros. De un lado, la búsqueda de felicidad que obsesiona todo ser humano; de otro, el deseo que Dios tiene de hacernos felices en él. Veamos ahora cómo San Miguel expresa ese llamado universal, y en qué las perspectivas que abre pueden concernirnos hoy.

a) LAS GRANDES LINEAS DE LA FELICIDAD

"Dios se hizo el Maestro de nuestros corazones y, para hacernos felices con su propia felicidad, nos persigue sin cesar con sus aspiraciones. Es ese Maestro interior a quien hay que escuchar... ¡Ah, si todo nuestro ser, nuestro cuerpo y alma, tuviera un solo movimiento, un impulso generoso para ponerse bajo la conducción del Espíritu de amor, diciendo sin cesar: Aquí estoy"" (D.S. 145l46)

La espiritualidad de San Miguel apunta al corazón de la fe, sin rodearse de innovaciones teológicas. Va derecho al fin: alcanza a cada uno en su deseo de felicidad; se une a su raíz y horizonte divinos; se despliega en el servicio del hombre y del Evangelio. Nada de muy original en todo esto, sino la novedad de una Revelación que tendrá pronto "dos milenios de eternidad": Deus caritas. Pero, ¿cómo caracterizar el aparte de San Miguel? ¿Qué líneas directrices sacar de sus intuiciones y de su ejemplo? Se puede intentar reorganizarlas en tres puntos, como un tríptico cuyas partes no existan independientes entre si.

b) UNA FELICIDAD QUE SE RECIBE

Se desprende, pues, una verdadera espiritualidad de la felicidad La felicidad, esa aspiración fundamental, esa vieja "idea nueva" del siglo XIX, ¿no es acaso la esperanza humana en lo que tiene de más sagrado? En el más allá, sólo el deseo - un deseo purificado - coincidirá con su realización. En espera de la bienaventuranza celeste, San Miguel nos indica las pistas de las felicidades posibles, incluso necesarias. Y en primer lugar, la paz del corazón.

"El corazón del hambre es complicado y enfermo", pensaba en otro tiempo el profeta (Jr. 17, g). El problema es siempre actual. La mayor parte de nuestros contemporáneos tienen dificultad para ordenar deseos y tendencias contradictorios, es decir, para unificar su vida alrededor de un CENTRO. Por su parte, San Miguel se focaliza en el Aquí estoy del Verbo Encarnado. En esta actitud, precisamente, el hombre encuentra su capacidad de amar, porque entonces se descubre destinatario de un amor sin limite (sin retraso, sin reserva, para siempre) En la Persona de su Hijo, Dios se puso en nuestra situación, nos comprende - y nos salva - desde el interior. Dios no nos dice: "Te amaré si haces esto o lo otro". Dios es Amor incondicional, el único que está incluso para sacar del cinismo o de la depresión, y que se encuentra en Dios solo: "Vales ante mi y te amo" (ls 43, 4). Este amor libera, da la vida revelando a todo hombre su verdadero valor. no menos que el precio de la Cruz, del Costado entreabierto.

Esta felicidad no hay que buscarla fuera de sí, en la multiplicación de placeres y proyectos. Tiene su centro en el corazón, verdadero santuario en donde cada uno sabe lo que en verdad es: "La felicidad del hombre está en su corazón, en ninguna parte más," está en las disposiciones y no en la posición" D.S. 218). Está centrado en Dios y en su voluntad. "en [él] solo se encuentra nuestra felicidad" (D S. 63). "¿ En dónde se encuentra la fuente de la felicidad?" - se pregunta siempre San Miguel. - En la unión a Dios, responde en seguida. Dios encontrado en la oración, Dios glorificado en la acción "Busquemos en la oración la fuente de la felicidad y luego, en la acción, ocupémonos ante todo de agradar a Dios por el cumplimiento de todas sus voluntades. Nuestra felicidad está ahí; ahí es donde debemos buscarlo: está en la disposición de nuestro corazón... Un corazón que ama sólo a Dios y su voluntad (... ) y que, para lo demás. está sin inquietud, porque el Padre celeste se encarga, ese corazón posee la verdadera ciencia de la felicidad" (D.S 63).

Esta felicidad se recibe. Lo que es primero es el DON. Y el primer don que se me hace, es mi propia humanidad: ha sido dado a mi mismo. Desde entonces, lejos de replegarme sobre mí, la toma de conciencia de mis limites me devuelve a aquel de quien me recibo y que es distinto del yo; la relación es posible porque no soy todo, porque el otro me precede y hace la comunión posible en el consentimiento alegre en la diferencia. Porque mis limites fijan la superficie de contacto con mi prójimo. Porque mi cuerpo es mi lugar de comunicación con el mundo: "No quisiste hostia ni oblación, pero me formaste un cuerpo... entonces dije: Aquí estoy."

Tal como soy, soy amado y salvado. No por mérito, sino por gracia, en Dios alcanzo "éxito". Y la vida espiritual aparece como una profundización continua de la vida de confianza. En el fondo reside la certeza de que la Misericordia nos espera, y que el perdón hace crecer en humanidad: "Que nuestras mismas miserias nos hagan más humildes, más generosos, más fuertes en Jesucristo y porJesucristo"(D.S. 81).

C) UNA FELICIDAD QUE SE COMUNICA

En esta óptica, todo el secreto de la felicidad consiste en "ejercer la inmensidad de la caridad en los limites de nuestra posición" (M.S. 274). De ahí el acento teologal de la vida cristiana esquematizado por San Miguel: en el deber cotidiano, en el consejo más preciso, el gesto más anodino, "todo es grande por estar inmediatamente unido a la primacía de Dios." "Nada es pequeño en cuanta Dios lo quiere. Aunque haya casas pequeñas, se vuelven grandes, cuando las hacemos con un gran amor" (M.S. 274). En fin de cuentas. se trata menos de hacer lo que a uno le gusta que de hacer todo con amor.

Esta felicidad en lo cotidiano es, pues, una tarea que cumplir- es una MISION, una alegría para compartir, pues importa, una vez acogido el don, proponerlo al mayor número de personas. Una felicidad que renuncia a comunicarse no es más que una ilusión. El más seguro medio para sabotear la felicidad, es hundirla en el egoísmo "Habéis recibido gratis, dad gratis", encontramos en San Mateo (lo, 8) - y esta citación de Cristo que el Evangelio ignora: "Hay más felicidad en dar que en recibir"(He. 30, 35)...

Nada más importante que "procurar a los demás la misma felicidad", recuerda el Manifiesto. Nada más necesario en nuestras sociedades desencantadas, en donde el hombre se consume en querer explicarse por si mismo. Ya sea que se aturda en la carrera por el tener y por el poder, ya sea que se llene de razones existenciales en la sicología de lo profundo, su drama permanece: parece haber perdido la clave de la felicidad en la justa relación con los demás, con el Otro y consigo. Pero, justamente en "toda nuestra conducta, en todas nuestras mlaciones can Dios, con el prójimo y con nosotros mismos" hay que vivir "la alegría del Señor"(Corr, 1, 123).

Para ser feliz, el hombre necesita un interlocutor que ponga en él su confianza y le revele que es digno de fe. Ese alguien, ¿no seria el que nos permite tomar conciencia de nosotros mismos en la respuesta a su llamado: aquí estoy? El que "tiene constantemente su mirada fija en [nosotros] para purificar[nos] y colmar[nos] de beneficios"? (ib.). El que nos construye con la doble Ley del amor y de la obediencia "5 - el amor para consentir en sl, la obediencia para ser tal - ¿qué desea él para nosotros? Lo primero para encontrarnos, lo segundo para educar nuestra libertad, afrontar lo real, proyectarnos en el mundo.

Testimoniar esperanza en el otro forma parte de la fe cristiana Cristo resucitó venció la muerte. El mal y el pecado ya no son una fatalidad. Por eso, ¿cómo desesperar del hombre y de su historia? Totalmente solo, no somos ni felices ni estamos salvados. La única salida autorizada es la de la reconciliación, el solo a priori, el prejuicio benevolente." Somos responsables unos de otros, tenemos que responder de las penas ajenas como de sus alegrías. De ahí esa mira de ánimo, de arrastre hacia el bien, esa preocupación de la verdad en la caridad que inspiraban a San Miguel una invitación temible y magnifica: "Vas estis lux mundi, sois el sol (Mt. 5, 14), esto es lo que cada uno tiene que decirse. Y así como el sol es la luz, la fecundidad y la vida de la tierra, así debemos ser los unos con los otros. [.. j Cada uno de nosotros está encargado de todos sus hermanos; los asume con sus riesgos y peligros propios. Seamos, pues, para ellos lo que el sol es para la tierra" (D.S. 313).

"Por su Encarnación, declaraba solemnemente el último Concilio, el Hijo de Dios de alguna manera se unió él mismo a todo hombre"", nada humano le es extraño. Por eso, todo ser y todo acontecimiento se pueden convertir para nosotros en sacramento," signo y medio de la unión Con Dios a través de la humanización de toda realidad. Inútil de ir a buscar en otra parte la justificación del proyecto de vida misionero desarrollado por San Miguel. Constituye una verdadera mística de apostolado, en cuanto que la unión a Dios se vive y se refuerza en el encuentro del prójimo, la identidad en el testimonio, el amor en el servicio. Frente a las divisiones y convulsiones de su tiempo - y del nuestro - San Miguel tuvo el sueño de una "sociedad de obedientes" capaces de fraternizar con todos para evangelizar todo. Fundó Betharram en vistas de un ministerio de comunión en la iglesia y en la sociedad. Toda la historia de la Congregación atestigua la urgencia y la perennidad. Desgraciados de nosotros si ponemos bajo llave tal tesoro.

En conclusión, volvamos al corazón, al Corazón de Cristo, como clave de la vida y del mensaje del Padre Garicoits. Niño, Miguel se fue alzando con el presentimiento de un Amor trascendente: durante su formación y su época de vicario, el joven clérigo se encontraba naturalmente a gusta con una devoción que convenía a sus intimas inclinaciones como a sus necesidades pastorales. De sus maestros de la Escuela Francesa, el superior de Betharram asimiló, retradujo y llevó al extremo todo lo que podía concurrir a su teología del Amor encarnado. Pero no era sino el preludio a su encuentro decisivo, el del Sagrado Corazón y del Verbo de Vida. Con la acogida existencial del Aquí estoy, la devoción al Sagrado Corazón se hizo proyecto espiritual. Así apareció una espiritualidad del Corazón de Jesús reconocible entre todas, aunque muy poco original en el detalle.

Todo converge y todo parte de la ofrenda de Jesús a su Padre. Pero el Verbo envuelto por esta actitud de impulso, de disponibilidad y de Amor, toma un nombre: se convierte en el Sagrado Corazón.? Miguel Garicoits cristalizó de esta manera y organizó la vida espiritual al rededor de una idea central; "asume" el Amor encarnado en su brote: un corazón latiendo por la sola voluntad del Padre, y en su acto constitutivo. el Aquí estoy, que interina el plan de salvación del mundo.

A partir de ahí se encuentran reconciliadas identidad y misión, a ejemplo de Cristo en quien, ser y actuar, forman una sola cosa. Lejos de oponer contemplación y acción, espiritualidad y compromiso, la doctrina de San Miguel articula la vida con el Espíritu (dicho de otra manera, la espiritualidad) sobre el necesario realismo de la Encarnación. Al poner al sujeto bajo la mirada del Otro, el "Aquí estoy"?" rehace la unidad de la persona en torno al amor y a la obediencia, a la caridad y a la verdad, a la dulzura y al rigor, a la identidad (subjetiva) y a la alteridad (objetiva). De cualquier forma, lo reduce todo al corazón, como lo ve la antropología bíblica: el punto de contacto de lo humano y de lo divino, el foco de las elecciones decisivas y de la acción misteriosa de Dios. "Más bien por amor que por cualquier otra motivo" (D.S. 209).

Así es la matriz espiritual de una Congregación que tiene por espíritu particular "el espíritu del Corazón de Jesús, que esa palabra, Ecce venio, expresa tan bien" (M.S. 325). El Aquí estoy aparece como la síntesis dinámica de una vida de fe unida al Verbo Encarnado - lo mismo decir como leitmotiv de una auténtica espiritualidad. - San Miguel considera el Corazón de Cristo como la expresión concreta, carnal, del secreto divino y de su proyecto para el mundo:

"Dios es Amor" (1 Jn. 4, 16) "Aquí estoy. éste es el Corazón de Jesús, éste es el resumen del cristianismo... Creo en el Amor, es decir todo. Se hizo hombre, lo creo. Ama, y quien ama, hace todo... Tengamos un corazón de Cristo, un corazón amplio, que no excluye a nadie de su amar" (M.S. 66). Toda la razón de ser de la creación, todo el sentido de nuestra existencia y el éxito de nuestra libertad están ahí, en ese Amor esencial en el que el hombre, conocido "por el Corazón", es invitado a abrirse a la verdadera vida.

"Abre tu corazón a la vida", decíamos al comenzar.

P. Jean-Luc MORIN, s.c.j

 

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