MUCHACHOS ¡QUE HOMBRE!

El Padre Miguel era un hombre de fuerte constitución física. A lo largo de más de treinta años recorre el camino de Betharram a Igón, cuatro Kilómetros, cuatro veces por semana: los primeros tiempos a pie, después a caballo; no se contentaba con ir al trote, sino al galope. El caballo es más brioso que su jinete, y más de una vez lo hace caer en un pozo o lo deja tendido por el camino, pero el P. Miguel "no afloja".

Un día demuestra una fuerza descomunal bloqueando la desbocada corrida de un caballo que arrastraba a una niña. Después de una lucha intensa, inmoviliza a la bestia, y restituye a sus padres a la niña sana y salva.

En Igón, una noche, se enfrenta con un loco furioso que había entrado en su despacho con un largo cuchillo de mano. Después de una larga lucha, logra desarmar y tranquilizar al loco. Luego, lo deja ir regalándole una moneda de plata.

Se desata de repente un incendio sobre el techo del convento de Betharram. Las campanas dan la alarma. El fuego amenaza quemar convento e iglesia. Todos pierden la esperanza menos él. Sube la escalera que lleva al altillo. Con un puntapié rompe la puerta. Armado de un hacha, se asoma al techo y da terribles golpes a diestra y siniestra. Las vigas crujen, las telas se astillan y el incendio es domado. Del otro lado del río Gave, el P. Guimón tiembla de miedo, recita el rosario, y de tanto en tanto interrumpe para exclamar: "Muchachos ¡qué hombre!".

Los puñetazos del P. Garicoits son formidables. Un día debe salir para un largo viaje. Está enfermo y hay mal tiempo. Un hermano le prohibe salir. El P. Miguel le contesta: "No lo hago ciertamente porque me gusta"; y da un tremendo puñetazo a una mesa, rompiéndola en dos.

Este hombre posee una gran fuerza física y moral. Posee una voluntad de hierro, una obediencia pronta, una docilidad generosa y una confianza ¡limitada en Dios. Su fuerza siempre la pone al servicio del bien.

 

 

Reflexión

 

Es imponente la fortaleza física de Pablo. Leelo en la segunda carta a los Corintios (11, 18-31).

El mismo te comenta los sacrificios soportados por amor al Evangelio. No tiene miedo a la entrega, confía en Dios.

Como San Pablo, también el Padre Miguel es una persona fuerte, con una voluntad de hierro y unos músculos de acero. El pone toda su fuerza al servicio del bien, de los demás, por amor a Cristo. Tú eres una persona sana, fuerte. Puedes ser generoso y solidario. Tu cuerpo no es solo un bien para ti, sino para el servicio a los demás.

¿Eres capaz de jugarte por tus hermanos?

 

 

 

 Oración

 

Espíritu Santo,

te pido el don de la fortaleza

para saber superar las dificultades,

para vencer mi pereza,

mi egoísmo, mi orgullo,

para aceptarme con mis límites

y aceptar tu voluntad.

 

 

  Propósito

 

No te fijes tanto en los héroes de las revistas, de la música o de la televisión, sino en personas verdaderas que te quieren y ponte al servicio del mundo que te rodea…

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