Conocer, amar, vivir y anunciar
a Jesucristo
con San Miguel Garicoits
Podré
conocerlo a él, conocer el poder de su resurrección y participar de sus
sufrimientos, hasta hacerme semejante a él en la muerte, a fin de llegar si es
posible, a la resurrección de entre los muertos. Esto no quiere decir que haya
alcanzado la meta, ni logrado la perfección, pero sigo mi carrera
con la esperanza de alcanzarla, habiendo yo mismo sido alcanzado por
Cristo Jesús...: olvidándome del camino recorrido,
me lanzo
hacia adelante y corro en dirección a la meta, para alcanzar el premio
del llamado celestial que Dios me ha hecho en Cristo Jesús.
(Fil. 3, 10-14)
1. El Papa nos invita a vivir este Año de la Eucaristía. Que nos impregnemos de este gran misterio que es la fuente y el culmen de toda la vida de la Iglesia. Cada uno de nosotros tiene que tener un cuidado especial para contemplar y adorar a la persona de Jesús, el Hijo predilecto del Padre, hecho hombre. Yo los invito a que cada vez que se encuentren ante Jesús Sacramentado contemplen a Jesús, como lo contemplaba San Miguel Garicoits. Jesús Eucaristía es Jesús Resucitado, en la plenitud de su ser. En Él adquiere plenitud todo lo que fue su experiencia terrena, sus relaciones personales, su pasión por el hombre y cómo no, su pasión por el Padre.
2. Al contemplar el evangelio, San Miguel Garicoits queda fascinado por la persona de Jesús, el Verbo Encarnado: El Hijo de Dios se hizo carne (Jn. 1, 14; Manifiesto) El Misterio de la Encarnación es el corazón de la espiritualidad de San Miguel. Pero hay que señalar que el misterio de la Encarnación no se reduce al misterio de la Concepción Virginal. El misterio de la Encarnación es toda la vida humana de la persona de Jesús, el Hijo de Dios, hecho hombre en el seno de la Virgen María.
El Verbo Encarnado es un Dios anonadado y entregado. ¡Del seno del Padre al seno de María! ¡Qué paso! ¡Dejando el cielo animado, va al lugar más despreciado, más desagradable del mundo, a un establo! (D.S. 43)
¡Aquí estoy sin llegar tarde, sin condiciones, sin volverse atrás! ¡Contento como un héroe...!(Sal. 18,6) Un hombre dispuesto a hacer y sufrir todo, en el orden de la obediencia; un hombre que no hacía ni sufría nada fuera de ella. ¡Generosidad inmensa pero regulada! Generosidad que se dedica a los deberes, a las conveniencias de la posición actual; generosidad inmensa, que encuentra un campo digno de ella, tan amplio, donde puede desplegarse, glorificar a Dios, tanto en el seno de María, en el pesebre, en la pobre casa de Nazaret, como en los explendores del cielo, a la derecha del Padre. (D.S. 42).
3.
El Jesús que impresiona a San Miguel no es el Corazón de Jesús,
sentado en un trono como un rey, propio de la iconografía de la primera mitad
del siglo XX. El Jesús de San Miguel es muy dinámico, se mueve, camina, salta,
corre. Así se puede entender la expresión tan reiterada en la regla de vida: el
impulso generoso del Verbo encarnado. Yo me
preguntaba muchas veces quién habría inventado esta expresión. Ahora entiendo
que ha tenido que ser un betharramita muy santo, que rezó mucho con los
escritos de San Miguel. Fue seguramente él quien pidió poner en la Regla de
vida esta cita de los Pensamientos, la única
en la que he encontrado la expresión: Ojalá todo nuestro ser, cuerpo y
alma, tuviera un sólo movimiento, un generoso
impulso para entregarse a la dirección del Espíritu de amor, repitiendo
sin cesar: ¡Aquí estoy! ¡Ecce venio! (
Pensamientos 124-125)
Para
San Miguel, Jesús es el esposo que sale de su alcoba contento como un héroe
a recorrer sucamino...
del salmo 18, 6.
Desde el momento de su divina concepción, Jesucristo sale de su alcoba contento como un héroe a recorrer su camino (Sal. 18,6); desde ese momento, grita:¡ Aquí estoy! Sin embargo, se queda nueve meses en el seno de su Madre, treinta años en Nazaret, antes de predicar su Evangelio y de morir por nuestra salvación. (D.S.41)
Desde su nacimiento, el Niño-Dios nos traza el camino, se lanza, corre, va siempre adelante, en el desamparo, en la aflicción. ¡Estemos orgullosos de seguirlo! ¡Que estos caminos trazados por un Dios no sean para nosotros caminos desconocidos y extraños, sino el camino real, por donde avanzaremos, orgullosos de nuestra gloria, felices por nuestra seguridad!(D.S.107)
4.
Este dinamismo queda bien expresado en el Manifiesto. Ese dinamismo de la
persona de Jesús es el espectáculo
prodigioso, contemplado por San Miguel y por los Sacerdotes de Betharram.
Espectáculo que se hace vida consagrada y tarea misionera semejante a la de Jesús,
el Consagrado y el Misionero del Padre. El Aquí
estoy es también dinámico, no puntual. Es un gesto magnífico que dura
toda la vida, desde la Concepción hasta la Cruz.
En el momento de entrar en el mundo...dijo...: ¡Aquí estoy, vengo para cumplir tu voluntad, Dios mío! Comenzó su carrera con ese gesto magnífico que no interrumpió jamás. Desde ese momento, permaneció siempre en estado de víctima, anonadado ante Dios, no haciendo nada por sí mismo, actuando siempre movido por Espíritu de Dios, abandonado constantemente a las órdenes de Dios, para sufrir y hacer todo lo que él quisiera. (D.S.40)
Así lo contemplaba
San Miguel y así aconsejaba que había que contemplarlo:
Para llegar a esa unión espiritual, hay que ejercitarse en imaginar ente nosotros al divino Jesús sufriente, ya sea clavado en la Cruz, ya sea recorriendo la Judea (T.I, c.111, pag. 239)
5.
San Miguel se extasía ante el Niño, el Joven, el adulto Jesús. Su
conducta es como un libro donde San Miguel aprende. Además, como aprendió en
los Ejercicios Espirituales, no se queda en la exterioridad, sino que busca un
conocimiento interno del Señor, para más amarlo y mejor seguirlo. Busca los
sentimientos, las actitudes, los valores, las motivaciones que mueven a Jesús a
ser como es y a actuar como actúa.
¡Aquí estoy! Nuestro señor se ofreció desde el primer instante de su concepción a Dios su padre por medio de un acto interno, en el que perseveró siempre, sin ninguna interrupción. ¿Por qué quiso agregar a ese acto interior y secreto un acto exterior y público según la Ley? Para enseñarnos que no hay que ser cristianos sólo interiormente, sino también exteriormente, sobre todo en lo que es de precepto y en lo que ha ido introduciendo la costumbre piadosa... (D.S. 41-42)
¡Pobre niñito ! ¡ Tierno Jesusito, acabas de nacer por mí! ¡Cómo sufres, cómo tiemblas, cómo lloras!... ¡Qué testigos, María y José! ¡Qué pobre y simple al mismo tiempo que limpio y bien presentado en su porte exterior! ¡Que modestia! ¡Que humilde y agradecido su porte interior! ¡Que respuesta de amor a tu Padre, que tanto nos ha amado, y a ti ¡ Dame un corazón semejante al de ellos! ¡Qué pasaje! ¡Qué personas en cuanto a lo exterior y en cuanto a lo interior! (D.S. 106-107)
¡Oh, Jesús, modelo mío, qué calma, qué olvido de ti mismo, qué atenciones delicadas, qué exterior, qué interior! ¡ Y sobre todo, que corazón, que amor, que mansedumbre, que paciencia en medio de ese océano de dolor! (D.S. 48)
6.
Yo creo que por aquí entramos en el Corazón de Jesús tal como lo
entiende San Miguel. Nuestro santo
se emociona, se extasía y se apasiona al sentirse tan amado por el Corazón de
Jesús. Porque este mismo texto más adelante dice:
Y todo eso por mí. Corazón de Jesús, ¡cuánto sufres por mí, y cuanto desea sufrir! ¿Y yo?... Divino Corazón, ¡quieres ser mi corazón! ¡Esa es tu voluntad. ¡Sí, sí, que se imponga el derecho! Viejo Corazón, deja el lugar al Corazón de Jesús...(D,S. 48)
¿Por qué nuestra Sociedad lleva el nombre de
Sociedad del Sagrado Corazón de
Jesús? Porque está especialmente unida a ese divino Corazón cuando dice a su
Padre: Aquí estoy, para ser sus colaboradores en la salvación de las almas...
Ese nombre recuerda tan bien los sentimientos de caridad, de humildad, de
mansedumbre, de obediencia y de entrega encerrados en ese primer acto del
Sagrado Corazón: ¡Aquí estoy! ( D.S. 43-44)
7.
San Miguel tiene una clara preferencia por la contemplación del Misterio
de la Encarnación, que es el misterio de toda la persona de Jesús, el Hijo de
Dios, hecho hombre. Ya hemos visto que el Aquí
estoy tal como se proclama en el manifiesto
se extiende desde la Concepción hasta la Cruz. Se enternece ante el Niño del
pesebre. Capta también muy bien el dramatismo pascual del Tabor, Getsemaní y
el Calvario. Pero no los describe de forma estática estos misterios, sino en lo
que significan de configuración en la vida de aquéllos que han decidido seguir
a Jesús, especialmente en la Vida religiosa:
Esos son dos insignes favores que no tiene que
olvidar nunca y que tiene que hacerle decir por amor: Aquí estoy, sin llegar tarde, sin condiciones, sin vueltas, más por
amor a él que por otro motivo.
Amor por amor ¡Qué grande y qué fiel ha sido el amor que él le tiene a usted! ¡Ojalá no merezca nunca el reproche de haber pagado con una ofensiva infidelidad la inviolable fidelidad de él.
¡Ame, pues, a su Dios que tanto la ama! ¡Séale siempre fiel! ¡Adelante siempre! no sólo cuando se encuentre en el Tabor, también cuando tenga que velar en el Huerto de los Olivos y cuando tenga que subir al Calvario. (T. I., c. 21, pag. 113)
La creo más feliz porque ahí tiene las más lindas ocasiones de hacerse cada vez más fiel a su vocación divina, de mostrarse constantemente una auténtica Hija de la Cruz, que sabe seguir a Jesús y su amor, no sólo al Tabor, sino también, mucho mejor, al Huerto de los Olivos y al
Calvario, pasando desapercibida y haciéndose obediente por él, con él y en él hasta la muerte de Cruz, disponiendo el corazón y cuanto el quiera. ( T. I., c. 56, pag. 162)
Siga siendo y mostrándose siempre una buena y feliz hija, como lo es y se muestra bastante bien, por la gracia de Dios, y no por su fondo, aunque bastante bueno por naturaleza. Acepte todo lo que puede venirle de consolación y de desolación como procediendo de la mano del mejor de los amigos, de Dios mismo. Sí, siempre: no lo que yo quiero, Dios mío, sino lo que tú quieres, en el Calvario, en el Huerto de los Olivos, tanto como en el Tabor... ( T. II., c. 352, pag. 185)
8.
En los escritos de San Miguel Garicoits no se ven muchas referencias al
misterio de Cristo Resucitado. Pero no por eso podemos decir que no le interese
el tema. Al contrario, la fe en Cristo Resucitado es muy fuerte en San Miguel.
Jesucristo está vivo en las
personas que acompaña y en las que viven a su alrededor. Ya lo vimos así también
cuando habla de las alegrías y las penas de aquellas personas que han hecho la
opción de vivir lo que contemplan en Jesús.
Es claramente el Cristo de la fe el que le interesa a San Miguel.
Ver a Jesucristo en nuestros superiores, sean lo que sean...
Jesucristo
presente en todas partes, pidiendo y recibiendo nuestros servicios y tratando
con nosotros todos nuestros asuntos.
¿Quién no será capaz de admirar esta facilidad que Jesucristo nos ha dado de
encontrarlo en todas partes, de actuar
constantemente con él y cara a cara con él?
Siempre y en todas partes a solas con Jesucristo. La voluntad de Jesucristo en
todo lo que yo hago según la regla.
Jesucristo en mis superiores, sean lo que sean.
Jesucristo en mis hermanos, recibiendo todos los servicios que les hago, como si
se los hiciera a él mismo.
¡Qué facilidad me ha dado de vivir en intimidad con él! ¡Qué honor! ¡Qué
felicidad! ¡Que seguridad! (D.S. 248-249)
9.
Para San Miguel Cristo Resucitado no es sólo aquel que se apareció a
los apóstoles y a los discípulos. Sigue vivo y presente en los acontecimientos
y situaciones que nos toca vivir para enseñarnos a vivir como un verdadero
Maestro de vida y para cuidarnos en medio de la situaciones difíciles Esta es
su experiencia de fe y la que quiere que vivan las personas que él acompaña.
Así se lo expresa a una hermana:
¡Vd. ha recibido tantos testimonios de la bondad de Nuestro Señor y de su amor por Vd., que sería contrariar su corazón dudar de ello!. Por eso,¡ nada de volver con inquietud sobre Vd. misma. sino ánimo y confianza! Sirva a su maestro con un corazón dilatado de alegría. Un medio bueno es ver con un espíritu de fe todos los acontecimientos, todas las contrariedades en la mano de Nuestro Señor y escuchar que le dice cada vez: Soy yo, no teman, tengan confianza. Y entonces no tendrá pena para aceptar de su mano todo lo que él les mande. de tal manera que, hija, su vida tiene que pasar en una tierna y continua aceptación de todo lo que le gusta a su Maestro.
Y así como en
su vida tenía él siempre en la boca y en el corazón: Sí, Padre mío, así tendrá Vd. sin cesar en el corazón y a
menudo en la boca esa misma palabra totalmente llena de amor: Sí, Jesús mío, sí mi buen Maestro. (T,II, c.4, pag, 79)
Está
vivo y se puede entrar en comunicación con él, como acaba de decir y como dice
a continuación:
Yo le pido con
todo mi corazón que Vd. sea capaz de tratar con él de igual a igual, como él
lo desea; por eso bajó tan bajo, niño pequeño, pan cotidiano, sí, para
inspirarle un espíritu verdaderamente filial hacia él. ( T.I. c. 107, pag. 231)
10.
A partir del Impulso generoso del
Verbo Encarnado surge un rasgo fundamental del discipulado betharramita. El
dinamismo misionero del betharaamita o lo que podríamos llamar la
espiritualidad de camp volant. Veamos
la secuencia de esto textos:
Jesús es el héroe que sale
de su alcoba para recorrer su
camino pero sin
quemar etapas, con discreción, sin falso celo:
Desde el momento de su divina concepción, Jesucristo sale de su alcoba contento como un héroe a recorrer su camino (Sal. 18,6); desde ese momento, grita:¡ Aquí estoy! Sin embargo, se queda nueve meses en el seno de su Madre, treinta años en Nazaret, antes de predicar su Evangelio y de morir por nuestra salvación. Espera para agradar al Padre, y luego muere en el momento que quiere su Padre querido. Complacerlo a él es el motivo de todo lo que hace (D.S.283-284)
El
discípulo no es más que el Maestro, es como el Maestro. Se confunde con el
Maestro. Se le aplican al discípulo situaciones del Maestro: establo, pesebre,
taller del artesano, son distintivos de Jesús que tienen que distinguir al discípulo:
Consagremos nuestra vida a buscar esa felicidad. No ahorremos para
conseguirla ni sacrificio, ni esfuerzos. ¡Mucho coraje siempre! ¡Aunque no se
pueda tener como habitación más que un establo, como cama más que un pesebre,
como alimento más que el pan que ganemos en el taller de un artesano, etc,
etc... ¿De qué le sirve al hombre ganar
el mundo entero si pierde su alma? (Mt. 16,26) (
T.I, c.10, pag. 93)
Creo que es aquí donde hay que
ubicar el En avant toujour! ¡Siempre
adelante! Se
trata de esforzarse par no detener el dinamismo que debe caracterizar al discípulo,
sobre todo cuando la vida se ance densa por alguna circunstancia. Tanto el P.
Garicoits como el P. Etchecopar utilizan esta expresión en situaciones de
dificultad o tentación. Miren lo que le cuenta San Miguel a una buena hermana:
En los momentos en que la naturaleza se revela interiormente yo
repito el grito de guerra: ¡Adelante! ¡Dios lo quiere! Y luego, me pongo en
camino. (T.I,
c.107, pag. 231, P.S. ) ¡Qué lindo! ¿Que no?
O
este otro:
¡Adelante, pues!
Me llaman a los trabajos de una misión: ¡Adelante!
a menos que esté seguro de que el
superior no ha dado la orden, si conociera la situación... Se me saca de un
trabajo para ponerme en un empleo que no da más que disgustos, más que penas
inútiles: ¡Adelante! aunque sea una
carga de la que me creo completamente inútil. ¿Quieren procurarme desprecios,
hacerme un inútil? Sí, sí, sí despreciable, inútil como Nuestro Señor
Jesucristo, para ser como él una fuente de vida y de gloria.
(D.S. 52)
Así tienen que ser los postulantes y los novicios para sacar de ellos discípulos idóneos: Denme un corazón que ame de verdad. Ese cree, saborea las cosas de Dios, corre, vuela tras los pasos de Nuestro Señor Jesucristo... El amor es lo que empuja al hombre; ese es el secreto resorte que hay que descubrir en los postulantes y en los novicios; es el germen divino que hay que desarrollar en los corazones. Si falta no hay nada que hacer. (D.S.111-112)
Este
pensamiento recuerda aquel otro que citamos ya más arriba: Desde su
nacimiento, el Niño-Dios nos traza el camino, e lanza, corre, va siempre
adelante en en el desampar, en la aflicción...(D,S. 107)
Pero
también en el discípulo tiene que haber discreción, esa generosidad
regulada, que caracterizaba al Verbo
Encarnado en el impulso generoso de su corazón. Grita:
¡Aquí estoy! y sin embargo se queda nueve meses en el seno de su
Madre, treinta años en Nazaret...(D.S 41).
Le pido que no
se olvide de decir con su conducta
a Dios y a sus superiores:
¡Aquí estoy!...
sin llegar tarde y sin prisas,
sin condiciones y sin derroche,
sin vuelta atrás y sin testarudez
con corazón grande y ánimo
apasionado,
con paz y tranquilidad de
conciencia. ( T. I, c. 39, pag. 136, cf.
nota 3)
Así
llegamos al dinamismo de la comunidad betharramita. también ella tiene que
estar dispuesta a correr:
¡Qué bueno sería poder reunir una sociedad de sacerdotes que tuvieran como proyecto el proyecto mismo del Corazón de Jesús, el sacerdote eterno, el servidor del Padre celestial: entrega y obediencia absolutas, simplicidad perfecta, mansedumbre inalterable! Esos Sacerdotes serían un verdadero camp volant de soldados escogidos, dispuestos a correr, a la primera insinuación de los jefes, a todas partes a donde sean llamados, incluso y sobre todo para los ministerios más difíciles y donde los demás no quieran ir. (D.S. 43)
El fin de nuestra sociedad no es, pues, tanto predicar, oír confesiones, enseñar, etc... sino formar hombres competentes y totalmente dispuestos a ejercer santamente los ministerios, cuando el obispo o el superior de la sociedad los encargue de ello. El fin de la sociedad es pues dar a luz y formar ministros tan perfectos que, a la primera señal de la voluntad del Obispo o del Superior puedan ser dignamente elegidos para trabajar en la salvación de las almas. (MS 339)
El dinamismo
del impulso generoso del corazón del
Verbo Encarnado es lo que San
Miguel y todo
Betharramita Religioso o laico contempla y a partir de esa
contemplación se empeña por reproducir en su
propia vida el mismo impulso de un
corazón apasionado por el servicio y por el
amor a todos los hombres. El Impulso
generoso del corazón del Verbo Encarnado es
:
el atractivo inefable que nos gane los corazones para el amor divino,
el modelo perfecto que nos
señala las reglas del amor
y
la ayuda
omnipotente para alcanzar ese
amor. (Manifiesto)
Como
Jesús, Verbo Encarnado, - Estemos orgullosos de seguirlo. ¡Nos marca el
camino - el discípulo betharramita sale, entra,
corre, vuela, salta y grita: ¡Aquí Estoy!.! Ante
las dificultades no se rinde, grita ¡Siempre Adelante!
y sigue caminando.
11.
San Miguel nos propone la
oración del Ecce venio de Jesús y
después se une a Jesús y asocia a todos los betharramitas para que hagamos con
Él la oración del Ecce Venio. Esta
es la oración del Discípulo Betharramita, que reza unido a Jesús.
Esta
oración está en el reverso de la estampa preferida de San Miguel Garicoits.
Representa a Jesús Niño, ya marcado con las llagas de la pasión, que se
ofrece al Padre. El Niño está recostado sobre espigas, en una cunita que se
eleva sobre el suelo sobre dos cepas llenas de racimos de uva. Debajo de las
espigas un sacerdote está celebrando la Eucaristía en el momento de la elevación:
La ofrenda unifica la infancia, el misterio pascual y la eucaristía. Tres
leyendas:
En la parte superior de la estampa:
El Cordero de Dios: PATER, FIAT VOLUNTAS TUA.
En
el centro, a modo de cartel que separa la imagen del pesebre de la de la
Eucaristía:
No
quisiste ofrendas ni holocáustos, entonces dije: Aquí
estoy. Se diría que son las palabras de
ofrenda que pronuncia el Niño Jesús y
Jesús Eucaristía.
En la parte inferior de la estampa. Práctica:
Cada día al unirme a JESÚS siempre víctima
sobre nuestros altares diré: Aquí estoy, Padre mío, quiero hacer en todo tu voluntad.
En la parte posterior de la estampa está
la oración como sigue:
+
JHS
¡ECCE VENIO!... ¡AQUÍ ESTOY!
Oración de Jesús para ofrecerse al Padre:
AQUÍ
ESTOY, Padre mío, para hacer tu voluntad;
aquí estoy: vengo para vengar vuestro honor y vuestra gloria;
vengo a satisfacer vuestra justicia,
vengo a reconciliar el cielo con la tierra...
AQUÍ ESTOY: vengo a defender la causa de los pecadores
inmolándome por ellos...
vengo a triunfar sobre los corazones endurecidos,
con el exceso de mi amor y mis sufrimientos...
¡AQUÍ ESTOY! ¡Padre mío!
no mires ya los crímenes de los pecados,
mira el rostro de tu Cristo,
acuérdate de que soy su Hermano, su Amigo, su Salvador...
Han pecado mucho;
pero yo te he amado mucho,
y les doy todo el mérito de mi amor,
todas las satisfacciones de mis sufrimientos:
¡ECCE VENIO!... ¡AQUÍ
ESTOY!
+
Oración del Discípulo para unirse a Jesús, el Maestro en su ofrenda al Padre:
- ¡Jesús mío! ¡Salvador
mío!
¡Mi única riqueza! ¡Mi paz! ¡Mi vida!
Deja que también yo te diga: ¡Aquí
estoy!...
Soy tu conquista: ¡Aquí estoy, para
hacer tu voluntad!
Ya está, me venciste, te pertenezco,
soy tuyo sin condiciones,
tuyo para siempre,
en la vida y en la muerte,
en el tiempo y en la eternidad: