Ahuyentar el miedo alrededor,
limpiar de horrores las sombras más cercanas,
barrer entorno la paja macilenta
y dispersar su infamia.
Asegurar un mundo no más vasto
que varias veces el grueso de su piel
con presencia de astros y un constante
rumor de vida ajena a la distancia.
pensar en gato cada que vez que adivinamos
ese espanto a morir y nos contempla
desde el rincón tan tierno y asustado
en el que se le obliga a persistir.
Inventar un ratón inatrapable,
un perro ladrador pero apacible,
las musarañas del jardín y un tonto,
que no puedes ser tu,
con campanilla en un cordón de seda
y con la que lo pretendiese marear.
Carlos Barral |