Son tantas las dificultades por las que un niño pobre atraviesa, que ya no tiene tiempo para jugar, sonreír o soñar. Las principales causas por demás conocidas, como el hambre, que obliga a estos niños a ser adultos, abandonando sus casas desde tempranas horas para ganarse el sustento diario, trabajando como canillitas, vendedores ambulantes o lustrabotas, y como si todo fuera poco, también tienen que soportar abusos y violencias en sus casas, en la calle y en sus lugares de trabajo, por parte de personas inconscientes y hasta de sus propios progenitores, éstos que viven sumidos en los vicios, la desesperación por la falta de trabajo y la marginalidad, y ante la impotencia de poder ofrecerles una vida más digna, descargan sus rabias sobre estos inocentes. Por estas razones y como respuesta de solidaridad para con estos pequeños, desde hace ya tres años, venimos realizando en el Bañado Sur, un campamento de verano para estos niños, porque creemos que es justo que ellos tengan derecho de descansar, de disfrutar de unas vacaciones. En Asunción este emprendimiento es llevado a cabo por el grupo de catequistas de niños y cuenta con el apoyo de C.A.M.S.A.T. (Centro de Ayuda Mutua Salud para Todos), una de las organizaciones más importantes del barrio y también por la comunidad de los Hermanos Cristianos, quiénes inspirados en el modelo de vida de Edmundo Rice (Beato irlandés), que dedicó su vida en favor de los más desprotegidos, ponen en marcha este hermoso ejemplo de servicio y amor. El campamento dura una semana y durante este tiempo tratamos de que los niños vivan una experiencia de Dios, un Dios impregnado en la creación, para que a partir de esa vivencia puedan respetar y valorar más la naturaleza. Otro aspecto que no dejamos escapar, es la de dar a esos chicos la oportunidad de expresarse libremente, de demostrar sus más grandes habilidades, y sobre todo, el de sentirse importantes. Ser partícipes de esta actividad nos hace sentirnos privilegiados por poder dedicar nuestro tiempo en favor de los más necesitados, y en especial, por descubrir que estos niños, a quiénes muchos tratan de bandidos y sucios, son capaces de bajarnos el cielo por un poco de atención y cariño, y estamos convencidos de que la mejor manera de vivir el amor no es con palabras, sino con hechos concretos, gastando nuestras vidas por los demás. |